La ciudad amaneció con sol, la mañana estaba cálida, era como si el invierno le concediera unas horas de calor para luego tornarse frío, oscuro y gris.
Octavia y Emiliana habían asistido al taller para elegir los zapatos de la boda y mandarlos hacer, el modelo seleccionado fue del gusto de Emiliana, entonces no hubo más dudas y se mandó a confeccionar el calzado.
El vestido de Lorena fue resuelto, el día acordado se encontró con Emiliana y su madre en el taller de la modista. A Lorena se le notaba un poco avergonzada al conocer a la madre de su amiga pero Octavia en todo momento la trató con familiaridad y su vergüenza se esfumo al darse cuenta que era una persona amable y en todo momento confidente.
Lorena no sabía como agradecerle el gesto hacia ella. Octavia le aseguró que no debía preocuparse, ella y Emiliana estaban felices de tenerla en la boda como una de las damas de honor.
En el taller la modista Concepción, tomó las medidas de la joven para confeccionar el vestido, el modelo que lucirían las damas, era juvenil y perfecto para las jóvenes, la tela una gasa bordada con flores era hermosa. El día de la boda, ver entrar en la iglesia a Emiliana y su séquito será espléndido.
Unos días antes, Emiliana comentó con su madre el temor que sintió cuando su padre quizo hablar con Guillermo a solas: -madre tuve miedo que mi padre le diga a Guillermo que se vaya de la casa y que no regrese más o que use la fuerza para sacarlo de la casa-.
-Emiliana tu padre jamás haría algo violento, él es una persona educada-. contestó Octavia.
-Ahora lo sé madre, pero ese día tuve tanto miedo. Recuerda que nosotras estábamos en el pequeño salón y no logramos escuchar nada, eso me puso aun más nerviosa. También sentí temor porque sé que a Nora, una de mis amigas del colegio, el padre sacó de su casa a empellones al joven que la pretendía, él solo quería pedir permiso para visitarla. Dicen que fue horrible y ella de vergüenza no sale de su casa y aun peor, no quiere salir de su habitación, ni desea hablar con su padre. Su hermana me contó todo esto cuando la encontré en la avenida de regreso a nuestra casa. Nora gritó a su padre que lo odiaba y que nunca volvería hablar con él, te das cuenta de la terrible situación-.
Octavia escuchaba incrédula lo que decía su hija, era algo inconcebible e innecesario para una joven que recién comenzaba a vivir. Actuar de esa manera se convirtió en un problema más grande.
-Emiliana lo que cuentas no tiene nombre, ese padre solo hizo sufrir a su hija-. comentó Octavia y movió la cabeza con pesar por la joven Nora.
Domingo en la tarde, Emiliana y Guillermo conversaban en la sala sobre sus planes después de la boda y el futuro inmediato, Manuel y su amigo Marcelo en el comedor terminaban de hacer el trabajo que debían presentar al día siguiente en el colegio. Octavia con Rubí estaban en el huerto y comían deliciosas frutas de una pequeña bandeja. La tarde era propicia para descansar, conversar y disfrutar del canto alegre de los pájaros que volaban de un árbol a otro.
Rubí solo entraba al huerto si su madrina estaba con ella, tenia miedo jugar sola después de la terrible experiencia con el hombre que vio parado al pie de uno de los pinos.
Octavia en las últimas noches había escuchado los pasos del antiguo dueño que se aparecía de vez en cuando, estos comenzaban en la puerta de entrada, cruzaban toda la casa y se perdían en el huerto, era un ritual que él cumplía siempre. No habló del tema con la familia y menos con Rubí, no era necesario asustar a la niña o a Emiliana. Manuel sabía algo de todo aquello pero no le daba importancia, él no escuchaba nada y dormía tranquilo en su cuarto. La última noche que Octavia escuchó los pasos era más de la media noche, se asomó al corredor y sintió un viento helado que estremeció su cuerpo, se abrigó con la bata de dormir y cerró la puerta de su habitación, era lo mejor para no sentir miedo como siempre le advertía su padre cuando era pequeña.
Ahora la preocupación inmediata era organizar el té para Emiliana y sus amigas, las invitaciones fueron enviadas, el sábado a las cinco de la tarde las amigas debían llegar para pasar una tarde alegre y despedir a su amiga de la soltería.
La reunión debía ser perfecta y no olvidar ningún detalle. A mitad de la semana llegó una esquela, Rosalina la enviaba en ella escribía una disculpa por no poder asistir a la invitación del té:
-Estimada Octavia lamento no poder asistir a la invitación del té en su casa pero mi avanzado estado de gestación no lo permite, usted conoces cual es el protocolo al respecto-.
En aquellos días una señora con un vientre visible por la gestación no debía salir a la calle, no estaba bien visto, según las abuelas era para evitar las preguntas de los niños.
Octavia leyó la esquela y la guardó en su escritorio, algo de ello sospechaba, Rosalina tampoco iba a poder asistir a la boda.
El día sábado a las cinco de la tarde todo estaba dispuesto para la reunión. Un bonito decorado en la sala recibía a las invitadas, té, pastelillos, galletitas y diversos bocaditos estaban servidos en varias mesas. Fuentes con deliciosos bombones de chocolate no podían faltar. Mantelería bordada y finos juegos de loza adornaban las mesas.
Las invitadas eran veinte amigas de Emiliana que venían a saludarla y darle las felicitaciones por su próximo enlace.
Lorena fue presentada al resto de las invitadas y todas la saludaron con amistad. Las amigas, conversaban reían y comentaban algunas anécdotas sobre el matrimonio, que hacían sonrojar a Emiliana, tres de las invitadas ya estaban casadas y ellas fueron interrogadas por las demás sobre la vida de matrimonio.
Después fue inevitable hablar sobre la situación de Nora, la amiga que todas conocían. Su caso era triste y ninguna de ellas la podía visitarla para consolarla.
-Fue terrible lo que pasó con nuestra amiga Nora, su padre nunca debió actuar así- comentó Esther.
-Es verdad, si algo así me sucede no podría hablar nunca más a mi padre- contestó Lucinda.
Hubieron varios comentarios al respecto y todas opinaban y sentía gran tristeza por su amiga.
Lucinda intervino de nuevo para decir: -amigas cambiemos de tema, esta es una celebración de felicidad por la próxima boda de nuestra amiga, no debemos hablar de temas tristes. Nora va estar bien, de ello, estoy segura-.
Sí, si dijeron todas para abrazar a Emiliana y disfrutar de la reunión. Cerca de las ocho de la noche, las amigas se despedían con buenos deseos de felicidad para los novios.
Emiliana se sentía feliz, el té había sido un éxito, sus amigas fueron amables y llevaron regalos para la novia.
-Madre, ha sido una bella reunión, mis amigas se portaron tan bien conmigo, hicieron algunas bromas que me hicieron sonrojar, pero todo fue perfecto. Trataron a Lorena como si la conocieran desde siempre-.
-Que bueno que todo estuvo perfecto y que pasaron un momento agradable. Desde mañana debemos ocuparnos de la boda y los detalles que faltan, eso es ahora lo más importante-. contestó Octavia mientras pensaba visitar a la hermanas del convento de clausura para mandar hacer un encargo.
Octavia no podía olvidar el detalle de mandar a bordar con las religiosas del convento, el ajuar de novia. Las hermanas bordaban camisones, batas, sabanas, toallas y todo lo que una novia necesitaba, era una forma de ganar algo de dinero para sostener el convento y sus necesidades.
Acompañada por Ondina y de varios paquetes con lo necesario para ser bordado, Octavia llegó al convento. Por un tornamesa al costado de la puerta principal, fueron entregados los paquetes y la hermana encargada dio un pagaré por las prendas. El trabajo fue aceptado y en tres semanas sería devuelto.
De regreso a su casa Octavia encontró sobre su escritorio una carta, era de Hortensia, que alegría por fin tenía noticias de su amiga, Las Damas del Patronato no sabían nada de ella hace varios meses. Como estaba con el nombre de Octavia, ella abrió la carta y pudo leer porque Hortensia no escribía, su esposo Hipólito había estado muy enfermo -temimos por su vida, el doctor me dijo que me prepare para lo peor. Fueron días de mucha tristeza pero por obra del cielo se recuperó. Recién ha podido levantarse de la cama. Todavía está débil y debo cuidarlo-. Líneas más abajo le comentaba sobre su nueva vida en Paita y la tranquilidad con la que se vivia -es un lugar tan pacífico, alguna vez debes venir Octavia- Después se despedía de ella y de todas las amigas.
Que situación tan complicada para Hortensia, por lo menos sabía que su amiga estaba bien y que su esposo se recuperaba de la enfermedad. Ana Luisa venía a visitarla seguido a ella la entregaría la carta para que lea en voz alta para las amigas.
Se cumplieron las dos semanas de su ausencia y Aníbal estaba de regreso. En el fundo se terminó de realizar el trabajo de la siembra y se debía supervisar y cuidar el cultivo hasta el tiempo de la cosecha. Tenía una preocupación, el precio del algodón en ese momento era bajo pero guardaba la esperanza que cerca a la cosecha en el valle de Ica, los precios suban y el algodón se venda a buen precio. A su hermano Sixto le encargó el trabajo de supervisión -debes apoyar a nuestra hermana- le dijo, -yo regreso en unas semanas-.
En buena hora había regresado a Lima, Aníbal no podía estar más feliz con las noticias, su familia estaba bien, los arreglos de la boda de su hija casi se habían terminado y pronto se cumpliría la gran fecha.
Conversaba con Octavia sobre las novedades de su viaje y los saludos de sus hermanos para ella. Ondina pidió disculpas por interrumpir y entregó el diario.
La gran noticia estaba en primera plana, la inauguración de la línea del tranvía se llevaría a cabo en tres días. Lleno de entusiasmo leía la noticia en voz alta -Octavia esto es lo que yo esperaba pronto tendremos el tranvía con esto entramos al futuro. Te imaginas una máquina transportando gente, parece de otro mundo.
-Es bueno que estés de regreso, así no te pierdes la inauguración-. comentó su esposa.
-No me pierdo, no nos perdemos la inauguración, los dos con nuestros hijos debemos estar ese día, va hacer histórico en la vida de la ciudad- señaló Aníbal.
La ciudad amaneció como una fiesta, en las calles se comentaba la inauguración del tranvía. la gente se acercaba al paradero inicial en las calles del centro.
Se escuchaban vivas, la gente no podía comprender o imaginar como una máquina de fierro iba a movilizar y llevar gente de un paradero a otro. Tenían que estar presentes cuando la máquina arranque.
Era el futuro como decía Aníbal -debemos ir adelante, el progreso nos espera Octavia- comentaba en plena avenida. Octavia sonreía y le daba el crédito, Manuel y Emiliana también se contagiaban con el entusiasmo general, la gente deseaba ver partir la máquina de hierro.
El Presidente dio su discurso para el público -estamos en un nuevo comienzo, el progreso nos espera, el futuro es nuestro- también el alcalde dio un breve discurso y agradeció al Presidente el apoyo de su gobierno. Terminadas las palabras de los discursos llegó el momento de subir al tranvía, las autoridades presentes, algunas personas del publico como Aníbal, Octavia y sus hijos subieron, otros se quedaron sentía temor y muchos deseaban estar en el primer viaje de inauguración.
La gente aplaudía mientras veía avanzar lentamente al tranvía sobre sus rieles y conectado a la fuerza eléctrica, los presentes nunca olvidarían este viaje que para muchos era el desarrollo y el nuevo futuro para la ciudad.
CONTINUARÁ
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