Octavia revisaba la lista de las cosas que todavía faltaban hacer para la boda, ya estaba resuelto el vestido de novia de Emiliana pero aún quedaba por mandar hacer el vestido de Rubí. Debía pasar a recoger a la niña al internado para ir después al taller de la modista. Solo rogaba que la madre superiora consienta el permiso.
El siguiente paso, mandar hacer las invitaciones para el Té de Emiliana y sus amigas, además de hacer las invitaciones para la boda, esto último era lo más importante, en el calendario el tiempo parecía volar y casi estaba cerca la fecha de boda.
-¡Qué dolor de cabeza era todo aquello!- exclamó pero lo hacía con dedicación y amor por su hija.
Antes de ir a recoger a Rubí, Octavia decidió pasar primero por la imprenta y mandar hacer las tarjetas de invitación, luego iría al salón de recepciones y separar el local con un contrato para el almuerzo de celebración, se había decidido por esta opción por ser la mejor manera de celebrar una boda. Emiliana había dejado todo aquello en sus manos para que su madre lo resuelva.
-Madre, encárgate de las invitaciones estoy segura que el modelo de tarjeta que elijas estará bien-.
Antes de salir para hacer todos los encargos, Octavia se puso sobre su blusa blanca un bonito saco de invierno y una fina bufanda de colores que hacían juego, el frío en esos días era fuerte y obligaba a la gente abrigarse. Salió de su casa para cumplir sus encargos, Felicitas y Ondina se quedaban a cargo de hacer las tareas en el hogar y seguir las indicaciones de su señora.
Apenas había dado unos pasos por la avenida cuando a pocos metros vio a su inefable vecina Soledad que se acercaba presurosa. Esta señora siempre estaba atenta a cualquier movimiento en el vecindario y enterada de la vida de todos sus vecinos. ¿Cómo lo hacía? se preguntaba Octavia.
-Querida Octavia, felicitaciones- dijo zalamera -Me he enterado que tu hijita Emiliana se casa, no sabes la felicidad que me da esta noticia, supongo que voy a ser invitada- guardó silencio y espero con curiosidad la respuesta de Octavia.
-Soledad me perdona, estoy muy apurada, en este momento no puedo conversar con usted y sí, le aseguro que va ser invitada, con su permiso... hasta luego- antes que pueda su vecina contestar, Octavia caminó de prisa para alejarse de Soledad, era inevitable enviarle una invitación a ella y algunos de los vecinos. No deseaba que el matrimonio de su hija se convierta en una manifestación en vez de una boda, por eso debía tener cuidado la cantidad de personas que podía invitar.
En su camino se acordó de Petra, su querida amiga y el terrible incendio que sufrió su imprenta, ella y su esposo quedaron solo vestidos en pijama pero salvaron sus vidas que era lo más importante. La alegría que sentía con todo aquello era que Petra y Pier estaban establecidos en Paris y les iba bien en el negocio que habían iniciado. En sus cartas Petra contaba lo bien que estaba y lo mucho que extrañaba a las amigas. Suspiró al recordar todo aquello, porque las Damas del Patronato y ella, también la extrañaban.
Llegó temprano a la imprenta para hablar con el dueño y mandar hacer la invitaciones, Benito Rodríguez le mostró diferentes modelos de tarjetas de invitación para ambas ocasiones, ella escogió un modelo sobrio y elegante para la boda y el otro más pequeño y juvenil para el té con las amigas de Emiliana.
La imprenta de Benito tenía servicio de mensajería y contrato también este servicio, después de ver y aprobar las invitaciones cuando estén listas, el muchacho de mensajería se encargaría de entregar las tarjetas previa lista de direcciones. Cerraron el acuerdo Benito Rodríguez y Octavia: -no se preocupe señora la invitaciones estarán listas para el día pactado en el contrato, usted debe venir ese día para aprobar el trabajo y así comenzar a repartir las invitaciones-.
Octavia se despidió de Benito y salió para dirigirse al salón de recepción, la calle donde se encontraba no estaba lejos y pudo llegar a tiempo para conversar con el director del local. Hablaron sobre la recepción de la boda y un encargado le mostró el salón, éste era elegante, bien decorado y amplio para recibir a los invitados, Tres opciones de menú le fueron presentadas y ella pidió alguna sugerencia y cambios en algunos platos. El servicio de atención y mozos estaba incluido. El costo del salón era elevado pero Octavia quería algo especial para la boda de su hija, ese sería el regalo de sus padres. Cerró el contrato con el salón y el director le pidió regresar para aprobar la decoración que se haría el día de la boda.
Para esos instantes Octavia se encontraba cansada de tanto trajín, el ir y venir por las avenidas fue agotador. Era cerca del medio día, era mejor en la tarde después del almuerzo pasar por Rubí al internado para mandar hacer cuanto antes el vestido.
En su casa mientras almorzaba llegó Manuel del colegio y acompañó a su madre en el comedor, muy serio dijo:
-Madre Emiliana se casa, ¿crees que sea buena idea? ¿ella está preparada para eso?- agregó
Octavia estaba sorprendida de las palabras de su hijo y de la preocupación por la felicidad de su hermana: -Emiliana es una joven madura- contestó su madre -está tomando todo esto con la seriedad del caso, no creo que debas preocuparte, además Guillermo ama a tu hermana-. contestó Octavia.
-Bueno madre, sé que es normal en estos días las bodas de mujeres jóvenes pero me hubiera gustado que se casará más adelante. Sé que esto no es posible y lo digo en serio, quiero lo mejor para ella, creo que hubiera estado más segura en un convento y esto no va a ser realidad-.
-Manuel te pido que olvides lo del convento y ayudes a tu hermana a ser feliz, es lo mejor, ¿no te parece?- señaló Octavia a su hijo.
-Claro madre, te prometo, olvidar lo del convento- Manuel cambio el tema de conversación y dijo:
-Después de almuerzo debo ir a la casa de mi amigo Marcelo tenemos que hacer un trabajo para el colegio, estaré de regreso a las seis de la tarde-.
-Manuel, es mejor que sea a las cinco- le advirtió su madre.
-No, no es posible, será a las seis, el trabajo es largo y debemos planificar bien el proyecto- contestó Manuel, se puso de pie para ir a su habitación y alistarse para regresar al colegio, de ahí, ir a la casa de Marcelo.
Octavia se daba cuenta que cada día Manuel era más independiente en sus decisiones pero aun debía tener la vigilancia de sus padres.
Emiliana estaba en el hospital y su madre no podía esperarla para recoger a Rubí, ella tendría que pedir un permiso especial de salida, era día de semana y la madre superiora era estricta con las salidas.
Cuando llegó al colegio pidió hablar con la madre, una hermana la llevó al salón rosado donde se recibían las visitas. Octavia espero diez minutos y la madre superiora se presentó, después del saludo de rigor preguntó -¿a qué debo está visita Octavia?-.
-Madre vengo a solicitar un permiso de salida para Rubí, mi hija Emiliana se casa y ella va ser las niña de las flores, debo llevarla al taller de la modista Concepción-.
-Octavia, pones a prueba mi paciencia, ya hemos comentado sobre los vestidos para Rubí- contestó la madre superiora no muy convencida de todo aquello.
-Madre, le pido por favor su comprensión, es un día especial y Rubí va estar en la boda-. Octavia le explicó a la madre sobre la celebración de ese día y la intención de invitar a las religiosas al matrimonio.
-Nosotras no podemos asistir a un celebración, si acaso fuéramos sería solo a la iglesia, pero ese no es el tema ahora. Por tratarse de un día especial voy a dar el permiso y será por está única vez, recuerda que debe regresar antes de la hora del Ángelus, no lo olvides. No deseo ser demasiado estricta pero sabes bien que Rubí es nuestra responsabilidad-. agregó la madre y concedió el permiso.
Octavia le dio las gracias y llamaron a Rubí, la niña estaba tan sorprendida y feliz de ver a su madrina que se olvidó de saludar, luego pidió disculpas por su error.
-Madre, no se preocupe estaremos de regreso antes de a hora indicada- se despidió de la religiosa y salió del internado con Rubí.
En el camino Octavia explicó a la niña que iban al taller de la modista para mandar a hacer el vestido de la boda, todo debía ser bien coordinado para ese día. Eran los detalles, un trabajo agotador.
En el taller de la modista Concepción eligieron la tela, una bonita gasa, el color podía ser blanco ella era niña y no había problema el usar el mismo color de la novia. La modista tomó las medidas de Rubí mientras Octavia escogía también la tela y el modelo para su vestido, el color sería un fucsia, que era su favorito.
-¿Ya tienen los zapatos?, la niña debe llevar zapatos de color blanco- recalcó la señora Concepción.
No puede ser pensó Octavia, como había podido olvidar ese detalle tan importante, mandar a hacer los zapatos, ni Emiliana tenía los zapatos para su vestido de novia, grave error: -Concepción como le agradezco este comentario, yo me había olvidado de ese detalle, en este momento debo salir para el taller de los señores Venegas y mandar hacer los zapatos de Rubí, el tiempo nos gana y a ella no le iban a dar permiso de nuevo para salir - Octavia comentó a la modista sobre los permisos y si podía venir el día domingo en la mañana para la prueba del vestido
-No es mi costumbre atender en domingo pero por tratarse de un caso especial haré la excepción- señaló la modista.
Después de ello la modista tomó las medidas de Octavia para hacer su vestido, ella eligió un modelo elegante con suave caída, escote pronunciado y mangas voladas... ¡era un sueño!.
Salieron del taller de la modista casi corriendo, el reloj marcaba la hora, no podían perder tiempo y los zapatos de la niña debían mandarse a confeccionar ese día. Octavia y Rubí llegaron al taller de los hermanos Venegas, por ahora solo se ocuparía de los zapatos de la niña, luego con Emiliana verían sus zapatos.
La decisión fue escoger el mismo modelo para las tres en diferentes tallas, era bonito y quedaban muy bien con cada vestido. Tomaron las medidas de los pies de Rubí. Emiliana y Octavia irían al taller al día siguiente. El trato fue firmado y la fecha de la entrega también, esta debía ser dos o tres días antes de la boda para probarse los zapatos y asegurar que todo estuviera correcto.
Con todo este ir y venir, escoger la tela, el modelo del vestido, Rubí se sentía feliz, para ella no había mejor oportunidad que escoger su vestido: -Madrina- decía en el camino de regreso al internado -no estoy cansada, estoy contenta de ser la niña de las flores en la boda, ahora no quiero crecer para ser siempre la niña de las flores en todas las bodas-.
Octavia reía con la ocurrencia de Rubí: -mi querida niña eso no es posible, tienes que crecer y ser adulta como todos-. contestó justo en el momento que llegaban al colegio a la hora indicada. Rubí se despidió de su madrina y entró a la capilla para rezar las oraciones de la tarde.
En su hogar Octavia se sentía cansada, Emiliana salió a recibirla -madre, ¿Dónde has estado toda la tarde?, estaba preocupada por ti- preguntó.
-Emiliana estoy tan cansada, ha sido un día agitado con todos los contratos que tuve que hacer para la boda- luego comenzó a contarle lo que había hecho durante el día y la tarde. -mañana tenemos que visitar el taller y mandar a hacer los zapatos.
Con cada detalle que su madre le decía, Emiliana estuvo de acuerdo: -Ahora madre yo debo decir algo y promete que vas a estar de acuerdo- Octavia se alarmó y escuchó a su hija.
-Se trata de Lorena, mi amiga del hospital, yo le pedí que sea una de mis damas de honor, ella me contestó que no podía -Emiliana yo no tengo la posición económica que tú tienes, mi padre no puede costear un vestido para tu boda-. No puede ser Lorena conteste, tú fuiste la que se dio cuenta que Guillermo quería conocerme y vas a faltar a mi boda, ella me dijo que lo sentía. Entonces yo me comprometí a regalarle el vestido y los zapatos- terminó de decir Emiliana a su madre.
-Emiliana como te comprometes a semejante trato- contestó Octavia.
-Madre por favor dime que si, sé que tú tienes un corazón muy grande y está dentro de tus posibilidades cumplir con este pedido-.
-Déjame pensar al respecto y te contestó en la noche, ahora no puedo hacerlo-. indicó su madre.
Mas tarde llegó Guillermo a visitar a su novia, Emiliana le comentó todos los avances de la boda, el contrato del salón, los vestidos y demás detalles. Guillermo ofreció a Octavia colaborar con los gastos pero ella se negó -no es necesario hacerlo, ese es nuestro regalo de boda, Aníbal está de acuerdo en ello-.
Guillermo insistió y Octavia volvió a decir que no. -Usted debe ocuparse de la casa donde van a vivir, amoblar un hogar con todo lo necesario es costoso además tiene que pensar en los anillos de boda- señaló y dejó a la pareja sola en la sala.
Era verdad el comentario de Octavia, Guillermo tenía por adelantado un gasto muy fuerte pero no se quejaba, él quería la boda con Emiliana y estaba apunto de casarse.
En su trabajo todo iba bien, no se podía quejar, desde la última conversación con su jefe el trato era distante pero en su función como jefe no tenía problema. Él organizaba la empresa desde el almacén hasta la contabilidad y funcionaba como un reloj. Había implantado un nuevo sistema de control para el buen funcionamiento entre los diferentes departamentos de la empresa y eso era satisfactorio para el señor Otto Fischer.
En la noche Emiliana buscó a su madre en la habitación después de despedirse de Guillermo. Volvió hacer la pregunta sobre su amiga Lorena: -¿madre estas de acuerdo con mi pedido?.
Octavia contestó: -nunca vuelvas a comprometerte sin antes consultar conmigo, no quiero que lo olvides, puede que no tenga la posibilidad de hacer realidad lo que pides. Ahora con respecto a Lorena estoy de acuerdo podemos hacer realidad la invitación a la boda como tu dama de honor-.
Emiliana abrazó a su madre y le dio las gracias: -sabía que podía confiar en ti- besó a Octavia feliz porque su amiga estaría presente el día de la boda compartiendo su felicidad.
CONTINUARÁ
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