domingo, 25 de julio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Octavia aun sintiendo miedo volvió a dormirse abrazada a su esposo, no quería comentar nada al respecto solo deseaba olvidar.
Al día siguiente cuando Manuel se había ido al colegio y Aníbal salió hacer unos trámites, Octavia se preparó para ir a buscar al padre Benito, tenía que hablar con él. 
A Felicitas y Antonia les dio instrucciones de lo que debían hacer en casa y fue la iglesia donde por suerte encontró al padre. 
-Padre Benito, buenos días- saludó -he venido a buscarlo para pedir si es posible que venga  a bendecir mi casa, es importante para mí sus bendiciones- luego pasó a explicar al sacerdote que había pasado la noche anterior y porque pedía su ayuda. 
El padre la escuchó en silencio, le hizo algunas preguntas sobre el hecho y desde cuando se presentaba ese espíritu en la casa. 
-Padre usted no va ha creer, pero desde que murió este señor no descansa en paz, es por ello que deseo su presencia para dar sus bendiciones y este espíritu descanse al  fin, en paz-.
-Señora Octavia lo que me cuenta me hace recordar a un caso que tuve algunos años atrás, la familia no podía dormir tranquila, era un tormento cada noche con los ruidos y los pasos, visité la casa varios días para realizar la ceremonia y librarla de todo mal. Mas tarde me enteré por la familia que en el patio de la casa haciendo unos trabajos de construcción encontraron los cuerpos de los primeros dueños, sin nada más que sus ropas. Los cuerpos o lo que quedó de ellos fueron llevados al cementerio para darles cristiana sepultura. Se oficiaron varias misas en sus nombres y desde entonces no volvieron aparecer. Por ello pienso que en la época que vivió el antiguo dueño de su casa, los entierros no se hacían con la ceremonia cristiana, muchos eran enterrados de forma rápida y sin el amparo de la fe católica. Tal vez esta aparición necesita oraciones y algunas misas para irse en paz- dijo el padre y prometió visitar la casa en la tarde.
Octavia estaba segura que en su casa no se encontraba enterrado ningún cuerpo y agradeció al padre su ayuda, se sintió más tranquila. Ella deseaba que su propiedad quede libre de toda alma y que este señor pueda seguir su viaje al otro mundo en el amparo de la fe católica. Tenía la esperanza de que después de las bendiciones no volvería aparecer. 
El padre Benito cumplió lo prometido y visitó la casa familiar  en la tarde. Se preparó para realizar la ceremonia y con un crucifijo en la mano iba diciendo las oraciones mientras recorría la casa, entró a la habitación de Octavia y llegó después hasta el huerto junto al pino donde Rubí lo vio. Era una extensa propiedad y el padre la recorrió paso a paso.
-Octavia- dijo el padre -espero que con esto quede libre la propiedad de toda presencia. Es importante que averigües si está enterrado en el cementerio para llevarle flores y oraciones. 
-Padre sé que está en el cementerio, mi padre hizo investigaciones sobre el antiguo dueño-. contestó Octavia, segura de lo que decía.
El padre prometió oficiar varias misas y oraciones en su nombre para la paz de este espíritu y para la tranquilidad de la casa. Antes que despedirse, Octavia le dio al padre un sobre blanco: -esta es una contribución para la iglesia, gracias por venir en mi auxilio- comentó.
El padre Benito agradeció su contribución y dijo: -hija, ahora espero que con las bendiciones y la celebración de misas  esta alma encuentre paz y tu familia tranquilidad-. contestó el padre y se despidió. 
Aníbal recién llegaba a casa, vio al padre que salía, lo saludó y sorprendido por su presencia  preguntó a su esposa qué pasaba.
Octavia comentó con él todo lo sucedido desde la noche anterior y el motivo de ir a buscar al padre Benito: -era importante hacerlo, jamás había sucedido lo de anoche y era el tiempo de hacer algo por esta alma que transitaba entre dos dimensiones y no puede descansar en paz-.
-No sabía nada de todo lo que te asustaba y preocupaba, ¿por qué nunca me contaste con detalle?.
-No me gustaba hablar de todo eso porque el aparecido no molestaba solo se paseaba por la casa, ahora en cambio  es diferente, por eso decidí hacer algo por él. Aníbal ya no quiero hablar más del tema es mejor olvidar y rogar por su alma para que siga su camino-. sentenció Octavia un poco nerviosa por el recuerdo de la noche anterior. 
-Bien querida como tú desees y mandes, no quiero atormentarte con  preguntas sobre el tema-. contestó Aníbal sereno para que su esposa se calme.
La conversación quedó cerrada y no se habló más. Octavia y su familia continuaron con su vida cotidiana. 
El domingo siguiente Emiliana y Guillermo estaban puntuales en la casa familiar para el almuerzo. Ella le contaba a su madre que estaba tejiendo lindos roponcitos para el el futuro bebé: 
-Madre no te imaginas lo bien que están quedando, en el colegio nos enseñaron a tejerlos y hay bellas lanas que venden en el Gran Almacén-.
-No lo dudo querida, yo también voy a empezar a tejer para el bebé con  diferentes colores de lana porque no sabemos si va hacer mujercita o varón.  Cuando yo estaba embarazada tejía muchos ropones y colchitas que usaron ustedes en sus primeros meses de vida, se les veía tan hermosos. Ahora hija deseo cambiar un poco el tema y conversar contigo sobre algo importante. Emiliana dentro de unos días tu vientre se comenzará a notar y no será fácil para ti salir de la casa, ¿porqué no se mudan aquí para que estés más cómoda y esperar el nacimiento el bebé?- rogó Octavia a su hija.
-No te preocupes madre, no es necesario, al contrario será motivo para que me visites seguido en el departamento-. contestó Emiliana.
-No seas terca hija mía y de una vez múdense, en esta casa hay espacio de sobra-.
-Madre, voy a estar bien, además tengo a Lida la muchacha que me ayuda y ella puede salir hacer los mandados que necesito. No debes inquietarte  por mí-. 
-Bueno Emiliana, se hará como desees no quiero que tengas un disgusto y en tu estado no es bueno, solo habló que en esta casa, están las puertas abiertas para cuando desees venir-. 
-Gracias madre sé que siempre tengo tu apoyo y comprensión- Emiliana besó a su madre en la frente, ella sentía su amor en todo momento.
Rubí que estaba con ellas en la sala, escuchaba la conversación sin interrumpir, Octavia sabía que más tarde seguro que iba a preguntar algo sobre el tema, era una niña que se daba cuenta de todo. 
Guillermo y Aníbal conversaban sobre los posibles nombres para el bebé, si era hombre o si era mujer, habían varias propuestas pero al final serían los esposos los que pondrían los nombres definitivos, en lo que no había duda era en el padrino, se propuso a Manuel pero debía ser una persona mayor de edad entonces Guillermo pensó en su amigo Ralph pero desistió, vivía muy lejos, el consenso general cayó sobre Sixto el hermano menor de Aníbal. La madrina sería Ana Luisa amiga de Octavia. 
Emiliana y Octavia estuvieron de acuerdo y todos llegaron a la conclusión que primero debía nacer el bebé y después se verían los detalles.  
Guillermo y Emiliana llegaron a su casa antes de las seis de la tarde, ella se acomodó en el sofá de la sala y se puso a tejer el roponcito de su futuro bebé. Su esposo en la mesa del comedor escribía una carta a su madre contando todo lo referente a su vida de casado y lo bien que se sentía: 
-Madre, en nuestro hogar hay mucha felicidad, ahora que sabemos que nuestro hijo o hija viene en camino, soy tan feliz en este momento-. Comentaba también sobre su esposa y los trabajos de tejido que hacía: -como me gustaría que estés a mi lado y puedas disfrutar conmigo de todo esto-. 
Su carta llenaba dos hojas cuando se despedía de ella y mandaba saludos para su padre y hermana, en la posdata escribía: -Espero que mi padre este bien de salud y que me haya perdonado yo siempre lo recuerdo-. 
Guillermo no comentó con su madre sobre el trabajo y lo difícil que se estaba volviendo tratar con su jefe. Sentía la presión y el exceso de trámites para cambiar algo que sería por el bien de la empresa. Algunos días notaba su mala disposición hacia su persona. Él presentía que era debido a la negativa de tener un compromiso con su hija. Guillermo nunca pretendió ofender a la joven, al contrario fue muy claro al explicar porque no podía ser posible ese compromiso, pero Otto Fischer lo había tomado como una ofensa y su malestar era notorio. El jefe no debía mezclar asuntos familiares con el trabajo eran dos campos diferentes. 
A Emiliana tampoco le había comentado sobre la situación, para que preocuparla y menos en su estado, él creía poder manejar las cosas con buena disposición y sobre todo con el buen manejo de su trabajo y los resultados hablaban por si solos.   
La semana se iniciaba tranquila para Guillermo, todo parecía fluir en paz, la decisión de traer maquinaria importada de Europa estaba sobre el tapete y en la oficina del jefe se hablaba sobre el tema. 
-Señor Fischer- decía Guillermo -si traemos maquinaria debemos saber cual maquinaria y si el país, tendrá la capacidad de absorber dicha maquinaria, sería una lástima tener capital congelado sin vender nada-.
-Guillermo vamos a traer motores para generar luz eléctrica en ciudades lejos de la capital, eso debe tener bastante compradores-.
-Señor Fischer, no quiero ser abogado del diablo pero no cree que es mejor hacer un estudio antes de embarcarnos en compras que de repente no tienen buenos resultados. Mire usted lo que sucede con los repuestos para autos, el mercado no es tan grande  para absorber la compra-. completó el panorama Guillermo y el señor Fischer no contestó, se puso de pie y le pidió que se retire que él lo llamaría después para comunicarle cual era su decisión.
Salió de la oficina preocupado por la propuesta, si compraban la maquinaria, el almacén ya no tenía espacio y tendrían que ubicar en otro lugar la compra. Era un problema que se veía como una mala opción para la empresa. 
En casa de los  suegros de Guillermo,  Aníbal de nuevo se preparaba a partir al fundo por una semana. En el salón leía en el diario una noticia que lo preocupó, el algodón seguía en el mercado por debajo de su precio, todavía faltaba unas semanas para comenzar la cosecha pero era  para preocuparse si no alcanzaba el precio justo. 
Octavia llegó a la casa después de hacer algunas compras y encontró a su esposo en el salón: 
-Aníbal traigo una buena noticia con respecto al niño abandonado, las autoridades han dado su permiso a Catalina y a su esposo para iniciar los trámites de adopción-. comentaba feliz Octavia. 
-Ahora ese pequeño va a tener un hogar, lo terrible sería que no encuentren a los padres y el temor que luego aparezcan y reclamen al niño. Ana Luisa me contó todo esto en la mañana que nos vimos-. Terminó de decir.
-Eso puede suceder Octavia pero primero tendrían que ir a prisión por abandonar a un hijo y luego se vería si pueden quedarse con el niño-. 
-Que terrible situación y que dilema para la familia que lo cuida  y para el niño. Ahora quiero enseñarte las cosas lindas que he comprado para el bebé- Octavia abrió los paquetes que traía y le mostraba a su esposo tela para hacer pañales, tela de nansú para coser las camisitas, estas debían ser muy suaves para no incomodar al bebé, también había zapatitos de tela y sonajas- Aníbal miraba sorprendido  las cosas para el bebés, todo era tan diferente a su época cuando él era un niño.
Antonia interrumpió a los señores: -señora Octavia ha llegado esta carta-. 
-Aníbal es carta de Ondina. Antonia llama a Felicitas pronto, dile que Ondina ha escrito-. 
Felicitas dejó todo en la cocina y corrió al llamado de su señora decía en el pasillo:  -Ondina ha escrito, mi Ondina-.
Reunidos en el salón, Octavia leía la carta en voz alta, mientras Felicitas y Aníbal escuchaban.
-Querida madre, Querida señora Octavia, estimado señor Aníbal: 
-Por fin hemos llegado a la ciudad de Iquitos después de algunos percances en el camino, nada graves, por cierto. El viaje duró varios días desde la capital hasta aquí, parecía una eternidad. Puedo decir que todo en esta ciudad es diferente, el paisaje es bello y la selva al frente increíble. Umberto y yo estamos bien tomaremos unos días de descanso y luego seguiremos viaje por el rio hasta llegar al campamento donde vamos a trabajar, viajaremos en una barcaza. El río Amazonas es imponente. Madre cómo me gustaría que estés aquí, te extraño demasiado. Ni bien pueda voy a mandar por ti para reunirnos de nuevo y no volvernos a separar. Líneas más abajo describía con detalle sobre la ciudad y sus alrededores, además de lo bien que se llevaba con Umberto. Él, te envía muchos saludos. Tenemos tanta ilusión de que todo vaya bien.  Luego se despedía de su madre con mucho cariño y enviaba saludos a los señores a Emiliana, a Manuel y a Rubí. Mas adelante te envió otra carta-  finalizó.
Felicitas lloraba de alegría al tener noticias de su hija, era tanta la distancia que existía entre ellas que parecía que nunca iba a saber de Ondina.
-Gracias señora Octavia por leer la carta, estoy más tranquila al saber sobre Ondina-. agregó Felicitas. 
-Guarda la carta, yo te advertí que todo iba a estar bien, solo era cuestión de esperar-. contestó su señora.
Cuando Felicitas salió del salón, Aníbal comentó: -debemos esperar solo buenas noticias de la joven y que todo le vaya bien, es mi deseo aunque nunca estuve de acuerdo con ese viaje-.   
Octavia juntó las manos como una plegaria por la joven que por mucho tiempo fue parte de su familia.


CONTINUARÁ         
        
              

   
       


 

domingo, 18 de julio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Sobre su escritorio, en el pequeño salón, Octavia terminaba de escribir sus cartas como siempre lo hacia para sus amigas Petra, Hortensia y Beatriz.
A Beatriz no la conocía personalmente pero a través de las cartas y de lo sucedido con su prima Blanca, las dos se habían convertido en buenas amigas y ambas  lamentaban mucho lo sucedido. 
Cada carta iba en un  sobre con el nombre de su respectivo destinatario. 
Antes de llamar a Antonia, Octavia recordó a Ondina, fue inevitable pensar en ella, muchas veces era quien llevaba las cartas al correo  que su señora escribía. 
¿Cómo estará? se preguntó su decisión fue tan apresurada, era como si sus pasos la llevaran a encontrar su propio destino. Lamentó todo aquello y la tristeza que había dejado en su madre y en la casa familiar.
Octavia se daba cuenta que Felicitas había perdido la alegría y apenas hablaba, hacia su trabajo y se retiraba a su habitación para llorar. Antonia le había comentado que varias veces la escuchó.  
-Antonia- llamó Octavia.
La joven se presentó en el salón -si señora- contestó solícita.
-Ve a dejar estas cartas al correo y no demores demasiado- mandó Octavia.
-Si señora- contestó y tomó las cartas, se apresuró a salir de la casa tan rápido como podía.  Aníbal la vio pasar, ella lo saludó y siguió su camino.
Cuando Aníbal entró al salón comentó -Octavia, acabo de ver Antonia que iba de prisa, la has mandado hacer algún recado, esa muchacha casi corría-.
-Si, la mande al correo, para que deposite algunas cartas, no te preocupes estará de regreso en poco tiempo-
-Querida no me preocupo, solo hice este comentario porque me parece que es responsable y hace bien su trabajo- terminó de decir Aníbal. 
-Si, ella está haciendo bien su trabajo, es responsable y diligente- contestó su esposa.
-Bueno, todo lo concerniente a los problemas domésticos yo los dejo en tus manos, ese es tu campo. Cambiando el tema, quería preguntar si enviaste un presente a Rosalina y Quinto por el nacimiento de su hijo-. 
-Si Aníbal, ya me encargué de ello, aunque no tenía  muchos deseos de enviar nada, pero el niño no tiene la culpa de sus padres y siempre se debe celebrar el nacimiento de un pequeño que viene al mundo- agregó Octavia segura de que su esposo estaba de acuerdo.
- Es verdad, el niño es inocente del proceder de sus padres y se debe celebrar con alegría su arribo a este mundo- hizo el comentario y dio por finalizado el tema. 
Con el diario en las manos Aníbal se acomodó en el sillón cerca al escritorio de Octavia y comentó a su esposa la noticia que daba vueltas por toda la ciudad:
-Según los diarios, la policía aún no encuentra a los padres que abandonaron a su hijo, ha pasado una semana y no hay rastros de ellos. El comisario cree que han fugado de la capital y se han refugiado en cualquier ciudad del interior. Te das cuenta Octavia si esto sucedió, nunca los van ha encontrar, ellos pueden perderse en el vasto territorio, es una tragedia, pero por otro lado es bueno para el niño, si sus padres no lo querían es mejor que se quede con la familia que ahora lo cuida-.
-No sabemos Aníbal que va a pasar, lo ideal sería que encuentren a los padres y confiesen por qué abandonaron a su pequeño... ¿no crees? y luego buscar el mejor hogar para él- habló Octavia acordándose  del niño y lo asustado que debía estar. Aunque Ana Luisa un día antes había comentado a Octavia cuando visitaba su casa que ella estuvo en casa de Catalina y vio al niño: -él estaba tranquilo no lloraba, tiene su carita redonda y una expresión feliz. Nuestra amiga lo trata con  amor y paciencia, sería bueno que se quede con su familia-.
-Esperemos que todo salga bien por el bienestar de esa criatura- Aníbal continuó leyendo en voz alta las noticias del diario -Octavia estoy preocupado, el precio del algodón en el mercado internacional aun esta bajo. Espero que cuando sea el tiempo de nuestra cosecha el precio mejore y nos paguen como debe ser-  luego pasó a la siguiente hoja del diario y leyó -aquí está publicado el precio de los metales. El valor del oro es bastante bueno- detuvo su lectura y comentó -lo siento querida olvide que tú no quieres saber nada sobre el oro después del incidente de la caja fuerte en casa de Rubí- al decir esto  bajo la voz, no vaya ser que alguien lo escuche. 
-No bromees Aníbal, eso es algo muy serio y peligroso, te imaginas lo que puede pasar si alguien más lo sabe. Esa caja fuerte está escondida en la sombra y así debe quedar por mucho tiempo hasta que Rubí tome posesión de su herencia - sentencio Octavia molesta con su esposo.
-Tienes razón no quise ser impertinente y deseo que no suceda nada malo,  menos si se trata de nuestra querida Rubí- de esa forma Aníbal se disculpó.
La campanilla de la puerta principal sonó, Octavia escuchó el llamado, pensó que no podía ser Antonia por muy rápido que vaya no podía estar aun de regreso. Felicitas fue atender el llamado y luego anunció en el salón que el señor Quinto López del Águila buscaba al señor Aníbal. Éste sorprendido comentó: 
-¡Octavia!  hablábamos de él y como llamado vino a buscarme ¡qué tal coincidencia!- señaló y ordenó a Felicitas que lo haga pasar a la sala.
-Mi estimado Quinto ¿cómo estas? que sorpresa tenerte de visita en mi casa- saludó Aníbal a su amigo.
-Disculpe Aníbal si llego a su casa sin antes anunciarme,  pero la urgencia de hablar con usted me trae. Primero deseo saludarlo y saber que todos en su familia están bien-.
-Gracias por el saludo y antes de hablar de cualquier tema, quiero felicitarte por el nacimiento de tu hijo, es una alegría para ti y Rosalina en su hogar. Ahora sí podemos hablar de lo que tú desees- contestó Aníbal mostrando su entera disposición.
-Es sobre el tema del algodón que vengo hablar con usted, necesito aclarar algunas dudas al respecto y con quienes  puedo contactar para entrar al mundo de este negocio. Usted  conoce bien todo el movimiento de ese negocio-.
Aníbal sabía que Quinto iba a volver con el mismo tema era solo cuestión de tiempo, parece que él pensaba que el negocio era una panacea, donde se podía hacer rico en segundos. 
-Nosotros ya hemos conversado de ese tema y te expliqué lo bueno y malo de ello. El algodón está sujeto al mercado, tienes que tener cuidado, si no puedes quedar en la calle, sin una peseta. Mejor continúa con el negocio que tienes, sé que te va muy bien y olvida el tema del algodón. Te lo digo por experiencia, como dueño de un fundo de noventa hectáreas y con tradición en la siembra del algodón desde mi abuelo  y mi padre. Ese fundo está hecho con trabajo duro, esfuerzo, tiempo y dinero. Quinto escucha y sigue con el negocio que ya conoces, es lo más conveniente-. 
Quinto no quería escuchar la voz de la advertencia, insistió en el tema, era como si su terquedad estuviera por encima de la razón.
Aníbal preguntó: -¿tienes suficiente dinero para entrar a este mundo? tú quieres comprar y vas a competir con los grandes ¿estás preparado?-.
-Si Aníbal, espero que todo me vaya bien-. contestó sin dudar.
Mientras Aníbal le daba todos los datos que necesitaba, Quinto apuntaba en su libreta. Octavia entró a saludarlo y se retiró de inmediato, los caballeros estaban hablando de negocios y no era bueno interrumpirlos.
Por esos días el algodón era un importante ingreso para el país, la minería recién comenzaba a ser explotada y ya se le había dado un marco legal para su ejercicio. En la sierra central se desarrollo con más rapidez. La empresa minera Cerro de Pasco Mining Corporation inició la explotación del cobre a gran escala y se auguraba aún más beneficios con otros metales. El ferrocarril del centro llegaba hasta la Orroya y Cerro de Pasco, eran tiempos de desarrollo y expansión. En la costa el algodón y el azúcar traían, riqueza y se abrían camino para otros negocios. En la selva el auge del caucho era un fuerte ingreso. Todo esto significaba entradas para las arcas del estado. En ese tiempo se pensaba que nunca se acabarían las bendiciones que otorgaba la tierra. 
-Bueno Quinto, ahí tienes todos los datos que necesitas  para iniciar tu negocio, te deseo mucha suerte  y lo mejor para tu familia-. 
-Gracias Aníbal sé que puedo contar con usted y en el futuro podemos hacer negocios-. Los caballeros se despidieron, era cerca del medio día.
Aníbal luego comentó con Octavia sobre la visita de Quinto y su negocio, era muy arriesgado pero él iba a entrar a ese mundo contra viento y marea.
Al día siguiente las buenas noticias alegraban a Octavia: -señora- llamó Antonia al entrar al comedor: -el cartero trajo esto- señaló.
Octavia recibió en sus manos y exclamó -¡es un telegrama para Felicitas!... ve a llamarla-.
En segundos Felicitas estaba en el comedor -¡un telegrama señora!... Antonia dice que es para mí, puede usted leerlo, yo no sé-. 
-No te preocupes Felicitas yo lo haré- Octavia abrió el telegrama que decía -hemos llegado bien a Iquitos. Estoy enviando carta- finalizó.
-Señora, eso es todo lo que dice, no hay nada más-. 
-Felicitas los telegramas son mensajes cortos, cuestan más dinero que una carta y llegan de un día para otro a su destino. Lo importante es que sabemos que Ondina está bien y envía una carta, seguro ahí explica los pormenores de su viaje. Toma el telegrama guárdalo y esperemos más noticias de ella-. agregó Octavia y notó que Felicitas se iba más tranquila con las novedades sobre su hija. 
El domingo la familia completa estaba reunida en casa, Octavia evitaba visitar seguido a Emiliana en su hogar, no quería interrumpir la felicidad y el amor de los recién casados, se les veía tranquilos y unidos solo bastaba verlos para darse cuenta. Guillermo conversaba con Aníbal sobre las novedades en su empresa y Aníbal comentaba con él sobre política que era su tema favorito.
Emiliana y Octavia hablaban del futuro bebé y la ropita que debían preparar para recibirlo. Rubí escuchaba atenta  la conversación y Manuel junto a su padre y Guillermo daba sus primeras impresiones sobre la actualidad del país, el joven estaba haciéndose adulto y opinaba con acierto.
Emiliana y Guillermo después de disfrutar un delicioso almuerzo y una sobre mesa con aromático café  con la familia, se retiraron, la joven se sentía cansada. Octavia y Aníbal comprendieron a su hija, su estado demandaba descanso y debía ir a su casa.
Aníbal se retiro a su habitación, Manuel se quedó en el salón leyendo un  libro, Rubí y Octavia entraron al huerto. La niña solo iba a ese lugar con su madrina. Se acercaron a los rosales que unos días antes había  sembrado Cesáreo por orden de la señora.
-Rubí pronto estos rosales van a florecer y vamos a tener las más hermosas rosas de color rojo, amarillo y naranja,  ésta es nueva en el mercado, además de las siempre bellas rosas blancas ¿qué te parece?- preguntó Octavia.
-Si madrina, será hermoso en primavera verlas florecer llenas de color y adornar así el huerto- ambas se sentaron al borde de la fuente de agua para tomar un respiro.
Entonces Rubí curiosa preguntó: -¿madrina cómo entró el bebé en la barriga de Emiliana?-.
Octavia titubeó un instante, era la pregunta que temía que la niña hiciera, ¿cómo debía contestar a esa pregunta?.
Respiró profundamente y habló con la seriedad del caso -mi querida Rubí, el nacimiento de un bebe es parte de la creación divina, cuando seas grande vas a comprender mejor, ahora sugiero no comentar nada de esto en el colegio ¿comprendes?. La madre superiora puede molestar-.
-¿Madrina Dios tiene que ver en todo esto?. Yo estoy preocupada porque voy a comprender las cosas que suceden  a mi alrededor cuando sea grande-. contestó no muy convencida de sus palabras.
-Sí mi niña, Dios tiene que ver con todo, lo que sucede entre sus hijos, así es la vida. Ahora vamos al salón para revisar las tareas de caligrafía.- finalizó Octavia para no dar más espacio a otras preguntas y no saber cómo contestar.
En la noche antes de dormir Octavia comentó con su esposo sobre la conversación con Rubí en el huerto.
-Fue un momento complicado  y algo que no sabía cómo explicar. Tú sabes que esas cosas no se pueden conversar con un niño-.
-Si lo sé querida pero lo has hecho bien, no te preocupes, cuando sea una joven adulta  podrás conversar con ella de todo los temas que  puedan inquietarla-.
Aníbal y Octavia se prepararon para acostarse y muy rápido se quedaron dormidos.
Eran más de las doce de la noche cuando Octavia despertó y vio a los pies de su cama el aparecido, el antiguo dueño de la casa que la observaba con insistencia. Ella sintió terror al verlo, nunca antes había sucedido algo así. El pánico que sentía le impedía moverse, ni decir palabra alguna. Aníbal se encontraba a su lado y no podía pedir ayuda. El hombre no se movió  del lugar, seguía observándola, con el rostro pálido, sin expresión. Octavia comenzó a rezar para liberarse y entonces desapareció, ella gritó: -¡Aníbal!  y su esposo despertó.
-¿Que sucede querida, porque estas temblando?-  la abrazó para aliviar su temor. Octavia no quería decir a su esposo lo que había pasado, no deseaba preocuparlo. 
-Fue una pesadilla Aníbal, solo una pesadilla- temblaba a su lado -vamos a dormir- habló todavía asustada por la figura del aparecido.
No quería llenarse de supersticiones ni pensar más de lo debido, ella siempre lo evitó, pero tal vez su presencia trataba de anunciar algún presagio. Era desolador sentir tanta angustia y miedo por algo desconocido. Pensó, -mañana voy a buscar al padre Benito para que venga a dar su bendición a la casa y así tal vez este espíritu  pueda descansar en paz-.

CONTINUARÁ                
 
             

         
         
                  
           


 

domingo, 11 de julio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En el pequeño salón donde tantas veces entraba Ondina  sin previo aviso, Octavia conversaba con la joven, quería hacerle ver los pro y los contras de su decisión.
-Felicitas está preocupada por tu viaje a un lugar inhóspito y poco conocido. Ni Umberto ni tú saben cómo es en realidad. Has pensado que puede ocurrir algo grave y no vamos a estar cerca para ayudarte-.
-Señora sé que mi madre está preocupada por mi viaje a la selva del amazonas. Ella me ha pedido que no siga adelante con mis planes pero yo quiero viajar y vivir mi  vida. Además en dos meses pienso mandar por ella para estar juntas de nuevo y no separarnos más. Disculpe señora, se va ha quedar sin empleadas-.
-Ese no es el problema Ondina, la real situación es el paso que vas a dar. La selva es un lugar lejano y hasta el momento poco conocido-. contestó Octavia y se dio cuenta que ella no iba a cambiar de idea, diga lo que le diga tenía respuestas para todo. La joven dentro de pocas semanas sería mayor de edad y nadie podría impedir su viaje.
-Veo que estas decidida a partir a la selva que no sabes como es. Yo lamento esa decisión y sé que no puedo detenerte. Ondina debes prometer que vas a escribir para saber ¡dónde estas y cómo estás!  tu madre y yo esperamos noticias  tuyas-. sentenció Octavia.
-Si señora, yo prometo escribir y pido disculpas por crear este inconveniente, suplico su comprensión-. 
Las palabras de Ondina fueron sinceras, ella tenía mucho respeto  por su señora y no deseaba causar  molestias. Para la joven se había cumplido el tiempo y era hora de partir.
De uno de los cajones de su escritorio, Octavia tomó le dinero de su pago y un extra para que a Ondina no le falte si tenía una emergencia. 
-Un último comentario- habló Octavia -si las cosas no salen bien, no dudes en regresar, aquí siempre tendrás las puertas abiertas, no te compliques la vida. Deseo para ti lo mejor y toda la suerte de este mundo-.  
-Gracias señora por sus palabras, siempre estaré agradecida y en el futuro espero volver a conversar con usted- finalizó la joven y se retiró del salón para salir de la casa. No deseaba ver a su madre sufrir, más temprano ya se había despedido de la mujer que había sido todo su mundo. 
Octavia lamentó su partida, Ondina era una joven excelente que dejaba sus estudios, la seguridad de su trabajo y a su madre sufriendo por ella. Quería perseguir un sueño y vivirlo sin saber cual sería el resultado final.
Cuando Ondina salió, Octavia llamó a Felicitas para comunicarle la decisión final. Felicitas lloraba, no habían palabras para consolar a una madre que sufría la partida de su hija a un lugar tan lejano: 
- Que voy hacer ahora señora, mi Ondina se fue y nada parece detenerla-.
-Felicitas hice lo imposible para que cambie de idea pero fue inútil, tenía todas las respuestas y estaba completamente decidida-.
-Tuve muchas esperanzas que al hablar con usted, ella cambie de idea. Yo era muy joven, ingenua y confiada cuando tuve a Ondina, nunca nos hemos separado, no sé cuando la volveré a ver-. 
-Sé que no hay palabras para aliviar tu dolor, si de algo te sirve Ondina me habló que ella piensa mandar por ti en dos meses para estar juntas de nuevo-. Contestó Octavia para calmar a Felicitas que tenía el rostro lleno de lágrimas. 
-Es verdad, eso dijo mi Ondina señora, si es así, tengo esperanza de verla pronto-. 
-Si Felicitas, eso dijo tu hija y ahora ve a descansar para que te alivias y calmes-. ordenó Octavia.
-No señora, prefiero seguir trabajando y estar ocupada no quiero pensar en mi tristeza y en la partida de mi hija- contestó afligida la madre y se retiró del salón con el rostro bañado en lágrimas. 
Al quedarse sola Octavia recordaba a Ondina, era una joven trabajadora, alegre y un poco alborotada, se había ganado el aprecio de su señora. Ella y toda la familia la iban a extrañar. 
Aníbal llegó a la casa antes del almuerzo, vio a su esposa en el salón preguntó ¿por qué estaba triste? Octavia le contó lo sucedido con Ondina y su viaje a la selva.
-En que está pensando esa joven, ella cree que se va a un lugar de ensueño e idílico. La vida en las plantaciones de caucho es difícil, el trabajo es duro y esto sin contar con las enfermedades que existen. Ella piensa que va ganar grandes cantidades de plata, ¡por favor Octavia!. Si piensa de esa manera es demasiado crédula. 
Aníbal fue enfático y sus palabras sonaron fuerte. Su esposa le contó que ella trató de persuadirla para que no viaje:  -Ondina estaba dispuesta a seguir sus planes y no quería escuchar palabras ni advertencias, fue difícil verla partir-.
-Octavia, ojalá lo piense mejor y desista de ese viaje- comentó Aníbal preocupado por la joven que había servido en la casa familiar con diligencia y buena voluntad. 
A la hora del almuerzo la familia evitó hablar sobre Ondina para que Felicitas no escuche y se ponga mal. Manuel ya se había enterado la decisión de la joven y también lamentaba su partida. El único comentario que hizo Aníbal fue: -más tarde voy hablar con Felicitas sobre esta situación-.
Terminado el almuerzo Aníbal fue a la cocina para hablar. Felicitas al verlo entrar se puso de pie el señor nunca antes había entrado a la cocina: -Felicitas lamentó lo sucedido con Ondina, solo puedo decir que todo va estar bien y pronto te reunirás con ella. Tienes que tener paciencia y saber esperar-. fueron palabras de consuelo, no quizo decirle lo difícil que es trabajar en una plantación, para que hacerla sufrir si ella ya estaba sufriendo por Ondina.
Al día siguiente Emiliana llegó a la casa de sus padres de visita, fue una sorpresa agradable tenerla en casa, ella quería recoger algunas prendas de su habitación y unos zapatos que le gustaban. Saludó a sus padres que la recibieron con alegría. Emiliana se enteró de la partida de Ondina y se sintió triste por su decisión: -no puede ser madre, porqué Ondina se fue a un lugar que es en nuestros días poco conocido-.
-No sé hija, espero que todo vaya bien al lugar que  piensa ir-. contestó Octavia
-Hija, las cosas para Ondina van hacer complicadas, ojalá  pronto se reúna con su madre-. comentó Aníbal a Emiliana.
Un día después, un revuelo en la ciudad causó encontrar a un niño abandonado en la puerta de la iglesia, tenía al rededor de 2 años, lloraba de miedo al encontrarse solo en ese lugar. La gente se agrupo cerca a él y llamaron al comisario. El niño miraba a todos aterrado y llamaba a su madre. La mañana estaba fría y él apenas tenía abrigo, sus zapatitos estaban limpios eso quería decir que hace poco había sido abandonado en la iglesia.
No había lugar donde llevarlo y el comisario pensó que estaría bien en la casa de los niños sin hogar y entonces la familia Estrada se ofreció a tenerlo a su cuidado, mientras la policía buscaba a los padres.
Catalina Estrada era una mujer de mediana edad, no tenía hijos y sintió que tal vez podía criar al niño si acaso no encontraban a los padres. Todos aplaudieron la solución, por el momento necesaria.
En casa de Octavia se habían reunido la Damas del Patronato y comentaban este caso -Fue terrible Octavia como se puede abandonar un niño tan pequeño y dejarlo a la intemperie, con el frío que todavía hace, ¡es inaudito!- comentaba indignada Reyna y todas las demás le daban la razón.
Las Damas conocían a Catalina y sabían de su buen corazón, si no encontraban a los padres, ella seguro estaría feliz de cuidarlo.  
-Querida Octavia, te incorporas de nuevo al trabajo con nosotras o vas a esperar unas semanas más-. preguntó Ana Luisa.
-Amigas, sin mí, veo que ustedes hacen un trabajo extraordinario, yo estoy todavía viviendo un tiempo  de ajustes para acostumbrarme a mi nueva situación, creo que voy a esperar unos días más.-. 
-Te esperamos Octavia no debes tardar, hay tanto trabajo por hacer, esto nunca se termina-. decían sus amigas antes de despedirse.
-Señora Octavia- entró en la sala Felicitas -en la puerta esta la nueva joven que va a reemplazar a Ondina, espera para que la entreviste-.
-Bien Felicitas haz que pase al salón, tú  la estas recomendando, dices que es una persona de fiar-. 
-Si señora, la conozco desde pequeña, ella es un año menor que Ondina- contestó Felicitas y fue a llamar a la joven.
Octavia la entrevistó, habló con ella sobre su familia y donde vivía, le indicó además cual era el trabajo que debía hacer. La joven se llamaba Antonia, se veía muy dispuesta al trabajo y deseosa de empezar.
-Por recomendación de Felicitas te doy el trabajo, pero estarás a prueba, espero que todo marche bien. Vas a ocupar el puesto de una joven que era excelente en su trabajo y en su trato con la familia-. dijo Octavia como una advertencia.
-Si señora, no se preocupe, no va tener queja de mi trabajo-. así fue como Antonia comenzó a trabajar en casa de Octavia, Felicitas se encargó de llevarla a su habitación y ponerla al tanto de las costumbres de la familia y demás. 
-Debes estar muy atenta y hacer el trabajo con responsabilidad, la señora es muy buena pero le gustan las cosas bien hechas- decía Felicitas a la recién llegada.
Aníbal en la noche conversaba con su esposa sobre la nueva empleada y el caso del niño abandonado: -Es imperdonable ese abandono, un niño tan pequeño, si encuentran a los padres que les caiga todo el peso de la ley y que quede el niño en manos del matrimonio Estrada-. comentó muy molesto.    
La familia en casa se adaptaba a la nueva vida, la partida de Emiliana primero y luego a la partida de Ondina los había dejado con una sensación de vacío. Era una nueva etapa y había que adaptarse. 
Lorena visitaba a Emiliana en su nuevo hogar, ella había dejado de ir al hospital por un tiempo. Las amigas conversaban sobre su nueva vida y lo bien que se sentía. Emiliana estaba adaptándose a su  casa y como organizarla y Lorena le comentaba: -No sabes como te extrañamos en el hospital, la enfermera Eda siempre dice que tu eras muy responsable y a mí me carga todo el trabajo, no me quejo, pero te extraño demasiado amiga-. agregó la joven
-Lorena estoy en un momento tan especial en mi vida que no puedo ahora pensar en nada más. Te puedo decir que lo disfruto con Guillermo, los dos nos estamos adaptando muy bien-. decía a su amiga.
Emiliana evitó comentar  con Lorena que estaba esperando un bebé, quería primero darle la noticia  a Guillermo, seguro él se sentiría feliz y  no se  equivocó,  en la noche cuando le dio a su esposo la noticia, éste la abrazó: -es una gran noticia querida, no imagine ser padre tan pronto- y no paraba de abrazarla y besarla.
El domingo cuando la pareja fue a visitar a la familia, Emiliana llevó una colchita de bebé para enseñarle a Octavia: -madre compré esta colchita, me gustó tanto ¿qué te parece?- preguntó al final.
-Emiliana estas tratando de decir que ya estas esperando- señaló Octavia.
-Si madre, Guillermo y yo vamos hacer padres dentro de unos meses.
Octavia felicitó  a su hija y beso sus mejillas, un bebé en casa  ¡que felicidad!, era la mejor noticia de los últimos tiempos, la familia completa se enteró de la buena noticia y hubo felicidad y celebración en el almuerzo. 
Nada podía enturbiar ese momento, la llegada del bebé alegraba a todos, Aníbal era un padre feliz y pronto un abuelo aún más feliz, Manuel con su nuevo título de tío también se sentía feliz y la pequeña Rubí preguntó: -madrina y yo que voy hacer del nuevo bebé-.Todos en el comedor guardaron silencio ¡cómo se podía contestar a esa pregunta!.
-Mi niña, tu serás la nueva tía del bebé y él te va querrer demasiado- Contestó Octavia para alegrar a la niña  que se sentía feliz con el título otorgado por su madrina. 


CONTINUARÁ     
   
          

    
                


 

domingo, 4 de julio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En casa de Octavia estaba de visita Ana Luisa, las dos amigas conversaban en la sala y disfrutaban de unos refrescos con galletitas.  Ana Luisa hablaba sobre la boda de Emiliana y lo bien que todo había salido: 
-La novia estaba tan bella Octavia, las damas de honor y sus preciosos vestidos parecían flotar y ni hablar de la pequeña Rubí, ella tan graciosa arrojando a su paso pétalos de rosas para Emiliana y su séquito. La iglesia llena de invitados, el altar mayor adornado con flores, el padre Benito y sus palabras acertadas en la ceremonia. Después, la recepción en el salón más elegante de la ciudad. Que más puedo decir querida amiga, todo fue perfecto y de buen gusto-.
-Gracias Ana Luisa por tus palabras pero lo hice con amor para mi hija, era un regalo de sus padres-. señaló Octavia feliz y satisfecha con el resultado -aunque debo aclarar que quedé rendida por el trajín, organizar una boda tiene sus complicaciones-.
Cuando Ana Luisa se despidió, Octavia fue a su escritorio para contestar las cartas que debía, una era para Petra y otra para Hortensia. A sus dos amigas les comentaba los últimos acontecimientos en la ciudad, desde la inauguración del tranvía hasta la boda de Emiliana. 
-Querida Hortensia no te imaginas todo lo que he trabajado en la boda de Emiliana y al final los resultados fueron excelentes, ella se veía feliz al lado de Guillermo después de la bendición del padre Benito- le escribía a su amiga, sin mencionar a Rosalina. Si Hortensia en su carta no mencionó a su hija, ella tampoco lo haría, no quería remover recuerdos tristes. En otros reglones le mandaba saludos para su esposo y lo bueno  que Hipólito esté recuperado de su enfermedad. A Petra en cambio le describía la boda y la fiesta:  
-Querida Petra todo quedó tan bien en la boda, Aníbal y yo felices de ver a Emiliana y Guillermo disfrutando del almuerzo y la recepción. Como hubiera deseado que estés presente junto a tu esposo Pier-. Luego pasó a contarle sobre la novedad del tranvía y la fiesta en la ciudad por dicho evento, estoy segura que en la revista familiar hubieran informado a los lectores con  detalle sobre la inauguración.  
Terminó de escribir las cartas las cerró en los sobres, esta vez se encargaría de llevarlas al correo ella misma, deseaba  pasar por el gran almacén para comprar algunas cosas que le hacían falta.
En una esquina de la sala principal estaban las cajas con los regalos de la boda para Emiliana y Guillermo, las amistades habían enviado desde finos centros de mesa, juegos de vasos, adornos de porcelana y todo lo que un hogar podía necesitar. Octavia no se atrevió abrirlos eso le correspondía a los esposos. Ellos todavía no regresaban de la luna de miel y ella no deseaba interrumpir el romance. Los recién casados estaban lejos, disfrutando su amor y su pasión.
En el almuerzo de domingo la familia conversaba de como extrañaban a Emiliana y a Guillermo que ahora era legalmente parte de la familia. Rubí comentaba: -madrina cuando entraba a la iglesia tuve miedo de caer con la canasta llena de pétalos, me sentía nerviosa pero al llegar cerca del altar ya no sentí temor-. 
-Es normal- dijo Aníbal  -creo que todos nos sentíamos nerviosos con el acontecimiento.  Al entrar a la iglesia con Emiliana de mi brazo también estaba emocionado y nervioso-.  
Manuel estuvo de acuerdo con su padre: -es verdad, yo también sentí algo de nervios por la boda de mi hermana, en el fondo no aceptaba aún que se casaba con Guillermo y que ya no iba a vivir con nosotros, es extraño todo aquello- hubo silencio en el comedor al recordar que era cierto, Emiliana tenía ahora su propio hogar. 
Rubí interrumpió el silencio y preguntó -¿madrina mi vestido de la boda lo guardamos en el ropero de Emiliana?-.
-Si mi niña es mejor así. No queremos que la madre superiora se moleste y nos llame la atención- contestó Octavia reflexiva.  
Al terminar el almuerzo Aníbal se retiró a la habitación para hacer la siesta de la tarde. Manuel se dedicó a leer un libro en su dormitorio, Octavia y Rubí conversaban en el pequeño salón. La niña le mostraba a su madrina el tercer cuaderno de caligrafía: -ya casi termino este cuaderno y la madre superiora dice que tengo que seguir practicando, ya estoy aburrida de tanta caligrafía, no se que voy hacer-. 
-Querida debes hacer caso a la madre superiora, ella tiene razón,  continua practicando hasta hacer las letras redondas y bien formadas, te sugiero que avances tres páginas y luego descanses, así el trabajo será más fácil-. 
-No puede ser, yo pensé que mi letra ya era perfecta-. decía Rubí con tristeza y abría su cuaderno para empezar hacer su tarea.
Si bien es cierto Rubí estaba cansada de la caligrafía, en otros curso del colegio sus notas eran excelentes y eso le agradaba a la madre superiora y a su madrina, por supuesto.  
Octavia revisaba la lista para organizar en el hogar las compras de la semana. Rubí en silencio avanzaba su tarea, luego de unos minutos pidió permiso para ir a lavarse las manos. Salió del salón y se dirigió al lavadero que estaba cerca del patio, al pasar vio entreabierta la puerta que iba al huerto, se acercó  y sintió la tentación de entrar, con la mano empujó la puerta y avanzó unos paso. Sintió miedo y el corazón le latía con fuerza, en su interior repetía las palabras de su madrina -no debes tener miedo pequeña-. Caminó hasta llegar al árbol de chirimoyas. Se detuvo, contuvo el aliento, al fondo se podía ver el pino donde ese extraño señor se apareció, no deseaba recordar ni acercarse más, casi estaba a punto de llorar, cuando sintió una voz que le decía: 
-Que haces aquí en el huerto Rubí-. La niña se sobresalto al escuchar la voz, era Manuel que había sentido sus pasos y la siguió. 
-No dices que tienes miedo de estar aquí, ven vamos hasta el pino donde viste a ese señor, yo te acompaño-. 
-No, no Manuel no me obligues acercarme al pino, es verdad tengo miedo, no quiero volver a ver a ese señor- replicó Rubí y giró para salir del huerto. 
Manuel la tomó de la mano con seguridad, le dijo para acercarse al pino, ella se opuso,  entonces soltó su mano para que se vaya, se podía ver que estaba demasiado asustada.
Rubí entró al salón agitada y nerviosa: -¿que pasa?- preguntó Octavia- ¿por qué traes esa cara de susto?-.
-No madrina no pasa nada, no debes preocuparte-. contestó Rubí y continuo haciendo su tarea hasta la hora de regresar al internado. No se atrevió a contar lo que había pasado.
La semana siguiente la alegría volvió a la casa de la familia con el regreso de Emiliana y Guillermo, traían sus maletas de viaje, mas tarde las llevarían a su departamento, Emiliana quería ver a sus padres, los extrañaba. Aníbal y Octavia abrazaron a su hija y a su yerno, se les veía cansados por el viaje pero felices. 
-¿Todo está bien querida?, ¿ha sido un viaje feliz?-. preguntó Octavia a su hija.
-Si madre todo está muy bien, Guillermo ha sido tan atento y gentil conmigo, además hemos paseado y conocido la pequeña ciudad de Huacho. El hotel estaba cerca al mar, no te imaginas el paisaje al amanecer. Te puedo asegurar que todo fue perfecto y nos sentíamos bien el uno con el otro.
-Que bueno que te sientas así, siempre los primeros días de matrimonio son instantes de miel como decían las abuelas. Visité tu departamento unos días antes y sobre la cómoda dejé la colonia y los jabones que tanto te gustan, los compré en el gran almacén. Además en los cajones guardé el ajuar de novia que las religiosas bordaron para ustedes con sus iniciales y algunas flores, han quedado preciosos.
-Gracias madre, tú siempre atenta a los detalles- contestó Emiliana -ahora que voy a vivir en mi  nuevo hogar va ser raro no estar cerca a ustedes, los he extrañado demasiado-.
-Querida puedes venir a tu casa cuando quieras este siempre será tu hogar-.
-Si madre lo sé, pero debo hacerme cargo de mi nuevo hogar al lado de Guillermo- replicó Emiliana. 
-Bien, ahora no hablemos más ustedes se quedan a cenar, luego pensarán en irse al departamento-. agregó Octavia y fue a la cocina para disponer la cena con Felicitas.
En el comedor a la hora de cenar, los esposos contaban las novedades de su viaje y lo bien que los trató el personal del hotel: -el clima nos ayudó, casi salía el sol todos los días-. comentó Emiliana. 
Terminada la comida Guillermo y Emiliana pasaron a la sala, donde Aníbal y Octavia les mostraban sus regalos de boda: -¡madre cuantos regalos!, ahora no los vamos abrir, estamos muy cansados por el viaje, será mejor el domingo para hacerlo junto con Guillermo y poco a poco los llevaremos a nuestro hogar- señaló Emiliana de acuerdo con su esposo. 
Antes que se haga más tarde los esposos se despedían de la familia. Con las maletas y su felicidad partían a su nuevo hogar ubicado en la calle Espaderos, era un edificio moderno y el departamento cómodo con todo lo necesario para una pareja de recién casados.
Aníbal en el dormitorio antes de dormir conversaba con Octavia sobre sus impresiones de la nueva pareja: -se les veía tan comprometidos el uno con el otro, podemos estar tranquilos Octavia, nuestra hija estará bien cuidada. Te comentó algo sobre su luna de miel-. preguntó al final.
- Si querido todo está bien no te preocupes, como dices, nuestra hija estará bien cuidada-. 
Pasaron dos días del regreso de su viaje y Guillermo se incorporó al trabajo. En todo el día no vio a su jefe el señor Fischer, su asistente le comunicó que no había venido a la oficina. Guillermo necesitaba su firma donde autorizaba un embarque de productos para el norte del país. Era una contrariedad retrasar ese embarque pero no podía hacer más por el momento. 
De regreso a su hogar encontró a Emiliana con la cena lista, él no sabía que ella había sufrido lo indecible para prepararla. Emiliana sabía algo de cocina pero no era una experta, en su casa siempre fue servida y ahora tenía que hacerse cargo de todo ella misma.  
Guillermo dijo: -Emiliana, contrata una empleada  para que te ayude con la casa, no necesitas saber hacer todo, comprendo que tu siempre fuiste consentida en tu casa pero debes organizarte. 
-Consentida no Guillermo, pero si atendida en todo y ahora debo saber manejar mi hogar. Voy a contratar a una persona para que me asista, no te preocupes- contestó Emiliana mientras esperaba que su esposo le diga que le parecía la cena. 
Guillermo se dio cuenta de la espera de su esposa y comentó -está deliciosa esta comida seguro que no  fue difícil prepararla. 
Emiliana sonrió por el halago, su nueva vida como decía su madre tendría cambios y desafíos que tenía que saber manejar.
Pasaron algunos días desde el regreso de Emiliana y Guillermo la familia trataba de acostumbrarse a los nuevos cambios. Aníbal salió temprano y  regresó a su casa cerca del medio día, venía del centro. Buscaba  a su esposa que estaba en el huerto hablando con Cesáreo el jardinero sobre algunas  plantas que debía podar y otras que debía sembrar: -Cesáreo debemos decorar este lado del huerto con rosas me gustaría ver más rosas sembradas aquí-.
-Si señora como usted mande-. contestó Cesáreo.  
-Octavia- la llamó -tienes que venir debo darte una noticia-.
-Una noticia ¿de qué se trata Aníbal?-. preguntó.
-Ven querida vamos al salón- ya en el lugar, Aníbal de pie frente a su esposa dijo -Octavia tengo que decir que Quinto López del Águila, su esposa Rosalina tuvieron anoche su bebé, es un varón como él deseaba, está que no cabe en sí de felicidad-.
-Que felicidad por ellos, les deseo lo mejor, un bebé siempre es un símbolo de esperanza-. Octavia no pudo evitar acordarse de Hortensia, ella estaría tan feliz con el nacimiento de su nieto. Era una crueldad de parte de ellos privar a los abuelos de la felicidad con ese niño. 
-Adivino lo que estas pensando Octavia, yo también siento tristeza por nuestros amigos no sé que haría si Emiliana nos tratará de esa forma- contestó
-No debes pensarlo, Emiliana no es Rosalina, gracias al cielo- señaló Octavia.
Pasados los acontecimientos de la boda de Emiliana y Guillermo la vida tomaba su propio cauce, los esposos abrieron sus regalos en presencia del resto de la familia. Rubí era la más feliz con los presentes, se emocionaba al ver cada caja de regalo. 
Lunes muy temprano, Manuel partía para el colegio, Octavia se extrañó que solo Felicitas este atendiendo a la familia en el desayuno, seguro Ondina había ido hacer algún recado que su madre le encargó. 
Aníbal salió de la casa para terminar de hacer sus encargos y partir al fundo en dos días, la sensación de paz en su familia lo tranquilizaba. Emiliana y Guillermo estaban bien y eso era una gran alegría para el padre. 
Octavia se puso a trabajar en su escritorio, ordenaba algunos recibos de los alquileres de sus propiedades. Felicitas se presentó en el salón y pidió hablar con su señora, tenía el rostro lleno de tristeza y apenas podía contener las lágrimas. En sus manos llevaba un rosario.
-Felicitas no me digas que tu hermano Eriberto se ha vuelto accidentar- puntualizó Octavia.
-No señora, mi hermano está bien. Se trata de Ondina, no quiere venir a trabajar-. Felicitas comenzó a llorar.
Octavia le pidió que tome asiento: 
-dime que sucede con Ondina-.
-Señora mi hija no me escucha, ha tomado la decisión de irse con Umberto a trabajar en las plantaciones de caucho, ese muchacho le ha metido  ideas en la cabeza, dice que en ese lugar se gana mucho dinero. Yo he hablado  toda la noche con ella para que entienda el paso que va a dar. Le hablé además de todo lo que sufrí para criarla cuando su padre se fue un día y no regresó más. Ondina conoce todo aquello y no me escucha, sigue con la idea de irse. He rezado a la virgen el rosario para que cambie de idea-.
Octavia prestaba toda la atención  a Felicitas sin interrumpirla, ella sufría por la decisión de su hija. 
-Señora usted tiene mucha influencia sobre ella, le pido por favor, hable con Ondina, a usted la va a escuchar-.
-Felicitas, ¡lo que me pides!, no sé si logre convencerla, en pocos meses cumplirá la mayoría de edad. Si ha tomado esa decisión no creo que nada la haga cambiar-.
-Hable con ella señora, se lo pido, viene más tarde a recoger su ropa-. rogó Felicitas. 
En ese tiempo, todavía llegaba a la ciudad el eco de la riqueza que producía la explotación de caucho en la selva. Umberto y Ondina querian viajar a ese lugar que muchos decían era el nuevo Dorado. 
Una hora más tarde Ondina se presentó ante su señora, en las manos llevaba su atado de ropa y la decisión de renunciar.
-Señora mi madre dice que quiere hablar conmigo, yo también quería decirle que  tengo que retirarme del servicio a su casa-.
-Toma asiento Ondina- señaló Octavia -por tu madre sé que quieres viajar con Umberto a las plantaciones de caucho en la selva. Sé además que vas a irte sin tener nada formal con él, lo conoces lo suficiente para confiar de esa manera, son novios... ¿verdad?- comentó Octavia.
-Si señora estamos saliendo los domingos desde hace unos meses, él es un joven bueno y quiere un mejor futuro para nosotros. Tengo mis ahorros y él va vender su triciclo, no nos vamos con las manos vacías-.
-Ondina, yo no digo que Umberto sea una mala persona pero la decisión que tomas ahora cambiará el resto de tu vida. Piensa, vas a dejar a tu madre, dejaras los  estudios del colegio y gastar tus ahorros. Ustedes irán a trabajar a una plantación, y vivirán dentro de un campamento, donde la vida no es fácil-.
Octavia aun tenía la esperanza de hacer cambiar a Ondina de idea. La joven la escuchaba con atención y silencio. No se atrevía por el momento a contrariar a su señora. 


CONTINUARÁ