Después de despedir a Guillermo en el puerto Emiliana se acercó a sus padres que estaban unos metros de distancia. Ella se sentía tan triste que apenas podía hablar. Tomó a Lizel en sus brazos y caminó junto a ellos para subir al coche que habían alquilado para traerlos al puerto del Callao. Guillermo ya había partido en el barco que lo llevaría hasta Valparaíso.
En el carro de regreso la familia estaba en silencio nadie hablaba, la tristeza se dibujaba en el rostro de Emiliana.
Octavia quiso decir algunas palabras de consuelo pero sabía que nada aliviaría la tristeza de su hija, entonces guardó silencio.
Cuando llegaron a casa, Emiliana fue directo a su habitación con su hija Lizel. Octavia deseaba acompañarla para conversar con ella, Aníbal la detuvo: -querida es mejor que la dejes sola por unos instantes, ella ahora necesita pensar y desahogar su tristeza- Octavia sabía que su esposo tenía razón y dejó que su hija se vaya con Lizel a descansar.
En la habitación Emiliana recostó a Lizel a su lado en la cama, lloraba con desesperación. Si bien ella había acompañado a Guillermo hasta el puerto en el fondo no deseaba que se fuera. Se levantó de la cama y de su cómoda sacó un pañuelo para envolver con cuidado el reloj que Guillermo le había dado, luego lo guardó en el cajón de su mesita de noche para que no se estropee, se aseguró que esté en un lugar donde no se pueda malograr. Le daría cuerda todos los días como lo hacia Guillermo, así estaría a la hora cuando se vuelvan a encontrar.
Volvió a su cama y le hablaba a su hija sobre su padre y la promesa que había hecho de volverse a encontrar.
-Mi pequeña Lizel pronto estaremos junto a tu padre y seremos una familia unida de nuevo- decía Emiliana, mientras abrazaba y besaba a su hija sin poder dejar de llorar.
En el pequeño salón Octavia y Aníbal estaban desolados con la partida de Guillermo, ver sufrir a su hija era demasiado para los padres que no esperaban que las cosas tomen ese cauce.
-Aníbal, hasta ahora no puedo comprender el empecinamiento de Guillermo por realizar ese viaje, nuestra hija se ira con él y nosotros no estaremos cerca de ella. Es una gran tristeza-. dijo Octavia con pesar.
-Todo lo que dices es cierto pero no podemos hacer nada, ellos son esposos y tienen que decidir sobre su vida. Estoy seguro que Emiliana ira a reunirse con Guillermo cuando llegue el momento, nos va extrañar pero debemos comprender que tiene que mantener a su familia unida. Es la vida y ella debe estar al lado de su esposo. En cuanto al viaje de Guillermo y su terquedad por irse, me parece que en parte es porque quería poner distancia con su ex jefe Otto Fischer, es lo que pienso- terminó de decir Aníbal consternado por los sucesos que llevaron a su yerno a tomar la decisión.
-Las cosas que sucedieron en los últimos meses han creado esta situación tan difícil. Me duele mucho pensar que no tendremos cerca a Emiliana y a nuestra querida Lizel, es algo que me entristece en demasía- contestó Octavia imaginando el futuro.
En la noche a la hora de la cena antes que Emiliana entre al comedor, Manuel preguntaba a sus padres sobre Guillermo y su viaje, ellos le explicaron la que había pasado y le pidieron que no haga ningún comentario en la cena para no entristecer a su hermana.
La familia cenó en silencio, Aníbal al terminar de cenar, le dijo a su hija: -sé que las palabras no bastan para aliviar tu tristeza pero lo único que puedo decir es que el tiempo pasa muy rápido y sin darte cuenta estarás viajando para reunirte con Guillermo, estoy seguro de ello-.
-Gracias padre por tus palabras, yo pienso lo mismo, solo que tengo que asimilar las cosas para serenarme- contestó Emiliana.
-Querida, si deseas hablar estoy contigo para lo que desees, tú sabes que siempre tienes mi apoyo- habló Octavia para que ayudar a su hija en esta difícil circunstancia.
-Gracias madre, lo sé, tú siempre estas a mi lado. Ahora deseo ir a mi habitación para cambiar y bañar a Lizel- fueron las palabras de Emiliana de buenas noches y se levantó de la mesa.
Manuel estaba triste como todos en la familia y no sabía como consolar a su hermana: -madre, ella se va ir al lado de Guillermo, no la vamos a tener cerca y Lizel se olvidará de su familia-.
-Manuel nosotros iremos a visitarla todo el tiempo que sea posible, ellos no van a vivir en el fin del mundo- comentó Aníbal para levantar el ánimo de la familia.
Las palabras de Aníbal, eran verdad, no era el fin del mundo pero estarían lejos y no a la vuelta de la esquina.
Con los últimos sucesos ocurridos en la familia, Octavia daba las gracias al cielo que su vecina Soledad se mantuviera a distancia y no interfiera en su vida familiar. Ella muchas veces era poco atinada y muy amiga de dar su opinión donde no la llamaban.
Emiliana con el paso del tiempo se sentía mejor y más aliviada, todos los días esperaba carta de Guillermo pero el correo se tomaba su tiempo y no había más que esperar. Sin embargo una mañana llegó la primera carta de su esposo, en ella escribía cómo había sido su viaje en barco y su llegada a la ciudad de Valparaíso: -Querida Emiliana, ha sido un viaje corto en comparación al que realice desde Alemania hasta la América y luego a Perú, en esta ciudad me voy a quedar un par de días y luego voy a seguir mi viaje por tierra hacia Antofagasta donde me espera mi amigo Frank-. Le dedicaba muchas palabras de amor para ella y Lizel y la esperanza que tenía de estar juntos pronto. Le contaba también sus impresiones sobre la ciudad y sus alrededores. Líneas después se despedía de ella y mandaban besos para las dos mujeres de su vida.
Guillermo cumplió con sus palabras de escribirle seguido porque sus cartas llegaban a la casa familiar continuamente. En cada una comentaba cómo fue recibido por su amigo Frank a pesar del tiempo que había pasado: -Emiliana me ha recibido como su fuera ayer que nos vimos, mi amigo me ofreció todo su apoyo y me va ayudar a conseguir una casa para nosotros. En cuanto al trabajo voy a manejar la contabilidad y la logística de la empresa minera. Después le hablaba sobre la ciudad y sus calles -es una ciudad pequeña pero importante, está dedicada a la minería y actividades de comercio, en ella vamos a vivir.
Emiliana sentía mucha alegría al leer las cartas escritas por Guillermo, trataba de imaginar de que manera sería su vida en esa ciudad. Por momentos se entristecía al pensar que viviría lejos de sus padres y de su casa pero ella los invitaría a visitarla todo el tiempo que ellos deseen, además pensaba viajar con Guillermo en cada una de sus vacaciones. Valparaíso no estaba al fin del mundo como mencionaba su padre. Ella se tomaba el tiempo para escribir a su esposo y contarle como se sentía y como se encontraba Lizel, cada día más vivaz y hermosa. Como toda madre se sentía orgullosa de su bebé. Emiliana guardaba las cartas en el cajón de la mesita de noche, así las tenía cerca para volverlas a leer una y otra vez.
Lorena visitaba a Emiliana tan seguido como era posible, las dos jóvenes conversaban sobre sus temas y planes futuros -querida amiga te voy a extrañar cuando te vayas, con nadie tengo tanta confianza como contigo-
-No te preocupes, voy a venir a Lima siempre que pueda y además será motivo para que tú me visites en Antofagasta- contestaba Emiliana contenta de como se dibujaba su futuro.
Aníbal y Octavia se sentían aliviados al ver que su hija estaba más tranquila y de mejor animo, era un alivio para ellos.
-Octavia- decía Aníbal -me siento más tranquilo con respecto a nuestra hija, está más alegre y feliz con cada carta que recibe de Guillermo-.
-Si... yo también la he notado más serena y comunicativa, me cuenta todo lo que Guillermo le escribe, o mejor dicho, casi todo- contestó Octavia feliz por su hija.
Aníbal salió de la casa porque tenía que comprar algunas cosas urgentes que necesitaba el fundo para luego mandarlas como encomienda. En su camino se encontró con Quinto, Rosalina y su pequeño hijo que ya tenía más de un año. Se acercaron y saludaron Aníbal.
-Mi estimado amigo- dijo Aníbal -estas de paseo con la familia que bueno por ti- saludo a Rosalina con una sonrisa.
-Aníbal ¡cómo está!- exclamó Quinto -nosotros vamos a comprar algunas cosas que necesita nuestro hijo. Ahora que nos hemos encontrado también quería aprovechar para contarle que he decidido no entrar al negocio del algodón siguiendo su consejo, creo que no es mi rubro-.
-¡Qué bien qué así sea!- contestó Aníbal -es un negocio que hay que conocer muy bien y lo más importante tener un gran capital-.
Lo que Quinto no mencionó fue que su hermano mayor Fausto, le había escrito una carta con fuertes advertencias para no entrar al negocio, era la segunda carta que escribía al respecto: -Quinto no deseo tener que viajar a Lima para liquidar la empresa, es mejor que desistas de ese negocio. Recuerda que nosotros no tenemos el suficiente capital para entrar a comprar algodón con los grandes compradores. El dinero ganado no podemos arriesgarlo en un negocio que necesita fuertes sumas de dinero. Es una empresa familiar donde no puedes decidir tú solo- estas eran las palabras más suaves de Fausto porque líneas más abaja le escribía palabras muy fuertes.
Quinto y Rosalina se despidieron de Aníbal con saludos para su familia, continuaron su camino hacia las tiendas en el Jirón de la Unión.
En la tarde del día siguiente cuando Aníbal había terminado de hacer la siesta después del almuerzo. Octavia entró en la habitación: -querido es mejor que termines de levantarte y arreglarte porque tienes una visita, se trata de nuestro siempre recordado amigo, Tarciso Vera.
Aníbal de inmediato se puso de pie y se arregló para salir a recibir al inefable Tarciso. Como era de esperar se demoró un poco en acicalarse, mientras tanto Octavia conversaba con el visitante en la sala. Le preguntaba cómo estaba su esposa y sus niños que ya no eran tan pequeños, cuatro hijos eran bastante pero el caballero se sentía completo y feliz con ellos.
-Mi estimado Tarciso- entró en la sala Aníbal saludando -¿cuanto tiempo qué no nos vemos? ¿qué ha sido de tu vida?- preguntó.
Octavia pidió permiso para retirarse y fue a la cocina para ordenar a Lida que prepare una fuente con dos copas y una botella de vino y algunos bocaditos.
-Aníbal que bueno que te encuentres en tu casa y no en el fundo, disculpa vine sin avisar pero es verdad no nos hemos encontrado para conversar o tomar unos café en el centro de la ciudad. Mi visita primero es para saludarte y saber que estás bien, lo mismo que tu familia y luego para ofrecerte el negocio de tu vida-.
Aníbal conocía los negocios de Tarciso y sabía que casi nunca llegaban algún lugar. Sonrió y contestó:
-De que se trata ese fantástico negocio, mi estimado-.
-Tú bien sabes, que en la ciudad se va a seguir contrayendo nuevas avenidas y que además se van a construir otras vías de ferrocarril en el norte y el sur del país, ¡ese es el futuro!, entonces importar materiales de construcción es una buena inversión. Podríamos hacer negocio con el gobierno si van a seguir construyendo. Quería proponerte que seamos socios, tú pones el capital y yo me encargo de vender-.
-El negocio que propones es bueno, tienes razón cuando dices que es el futuro, pero ser socios es imposible. Todo mi dinero esta invertido en el fundo y por el momento no puedo distraer un capital en otro negocio. Mis tierras necesitan mucha atención, trabajo y dinero para mantenerse-. contestó Aníbal para poner en claro cual era la situación.
Tarciso quería convencer a su amigo para que entre en el negocio, le habló de las bondades que traería ser importador, trató por todos los medios de convencer Aníbal pero éste se mantuvo firme. Era cierto lo que decía, no podía por el momento distraer dinero en un negocio con Tarciso.
-Mi amigo ¿Qué ha pasado con la política además de tu trabajo?- preguntó Aníbal.
-No, no, ahí están siempre mis deseos de ser diputado y mi trabajo en las oficinas del estado continúa como siempre pero es bueno pensar en algo más a que dedicarse- contestó satisfecho Tarciso.
Aníbal sonreía, conocía a Tarciso, era una buena persona pero un negocio con él significaba demasiado riesgo.
Ambos caballeros brindaban con vino y pasaron parte de la tarde dedicados a la conversación de importación. En la imaginación de Tarciso ganaban mucho, pero mucho dinero.
Con gran pesar antes que comience a oscurecer, Tarciso Verá se despedía de Aníbal con algo de frustración por no poder convencer a su amigo del negocio soñado para los dos.
En la noche a la hora del descanso Aníbal, comentaba con Octavia sobre la conversación con Tarciso y su gran negocio: -nuestro amigo no deja de buscar en su bola de cristal el negocio de su vida. Tengo que decir que sonaba interesante pero mi capital ahora esta en el fundo y hacer un trato con él no me da mucha confianza-.
-Tarciso siempre está a la expectativa de lograr sus deseos de ser diputado o comerciante- contestó Octavia.
Como todas las mañanas Antonia traía los diarios y los ponía sobre el escritorio en el pequeño salón. Aníbal después del desayuno se sentaba a leer las últimas noticias publicadas en ellos.
Octavia disponía con Lida el menú del día para el almuerzo y la cena, Antonia terminaba de hacer la limpieza en el comedor.
En el pequeño salón Aníbal sentado en el escritorio abrió el diario y leyó una noticia que lo dejó estupefacto con el puño golpeó el escritorio. Se puso de pie levantó los brazos -¡No puede ser! exclamó. Volvió a leer la noticia tal vez había entendido mal pero no era así. Golpeó de nuevo el escritorio y unas lágrimas cayeron sobre el diario -¿por qué? ¿por qué? repetía-.
Octavia entró en el salón al escuchar que su esposo se lamentaba, vio la expresión de su rostro y preguntó: -¿qué ha sucedido Aníbal? estas temblando-.
Aníbal siempre seguro de si mismo, ahora no encontraba palabras, no sabía como decir a su esposa la noticia que publicaba el diario.
-¿Qué sucede querido estás pálido?- preguntó Octavia y vio la tristeza en el rostro de Aníbal.
CONTINUARÁ