domingo, 19 de septiembre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En la casa familiar de Octavia, la vida tomaba su propio rumbo, Emiliana dedicada completamente a su bebé, estaba feliz con los progresos de Lizel, Guillermo buscaba un nuevo trabajo para mantener a su familia. Octavia se ocupaba de organizar las cosas importantes del hogar, Manuel en sus clases del colegio se preparaba para los exámenes de fin del año y Rubí en el internado también se preparaba para finalizar sus estudios.
A la hora del desayuno, Aníbal leía el diario en el comedor  y comentaba con su esposa: -Octavia las noticias que ha publicado hoy día el diario sobre el niño de la iglesia, dice que sus nuevos papeles están en trámite para una nueva identidad y que sus padres realizan las gestiones para que tenga un nuevo nombre y apellido. Te das cuenta querida lo bueno que es esta noticia.
-Así es Aníbal, la historia tuvo un final feliz, ahora  Catalina y su esposo son los padres del niño que tanto anhelaban. Ayer fuimos de visita a su casa, tenías que ver la felicidad de nuestra amiga cuando nos hablaba del niño,  el pequeño tiene una sonrisa feliz y alegre en el rostro, no se separaba ni un segundo de su madre, era un cuadro feliz. Catalina todavía no define que nombre le van a poner pero los esposos no van hacerlo público para proteger la identidad de Juanito. Sus nuevos padres quieren que crezca sin ser señalado. Tú sabes es un menor de edad- finalizó Octavia.
-Si es importante proteger al menor de todos los curiosos- contestó Aníbal y siguió leyendo - querida aquí en el diario también se anuncia que van a continuar construyendo nuevas avenidas y caminos en algunas ciudades del interior, según está trazado en los planes del gobierno, esta noticia es buena para todos. Crecer desarrollar el país y dar un paso adelante para se creen nuevos puestos de trabajo es la mejor noticia-. Aníbal hablaba con mucho entusiasmo de todo aquello, nadie  amaba más a su país que él y quería verlo progresar  hacía el futuro, siempre se apasionaba cuando hablaba de esos temas. 
Después de hacer estos comentarios, Aníbal continuo leyendo en silencio, estaba preocupado cuando  encontró  la noticia sobre el precio del algodón en el mercado internacional, todavía era bajo y la cosecha ya estaba en puertas. Guardaba la esperanza que la cantidad de algodón a cosechar sea tan buena que compense en algo el precio. Se acordó del terrible problema de la plaga que hubo en todos los campos unos años antes. Ésta casi extermina para siempre el  precioso cultivo del fino  algodón. 
El fundo desde aquella época arrastraba algunos problemas financieros que se debían solucionar. No le gustaba las noticias que hablaban de los precios bajos en el mercado internacional. 
-Sucede algo grave Aníbal, veo la preocupación en tu rostro, hay alguna mala noticia- comentó Octavia a su esposo-
-No, nada grave solo las noticias de siempre y eso me distrajo-. contestó Aníbal, no quería hablar del tema y solo rogaba tener una buena cosecha para compensar el desbalance de su fundo.
Antonia interrumpió la conversación de los esposos al anunciar que había una visita en la casa.
Octavia se preguntaba quien podía ser a esas horas tan tempranas del día.
Cuando se presentó en la sala, se dio con la agradable sorpresa que se trataba de Lorena. La joven se puso de pie para saludar y dijo:
-Señora Octavia buenos días, perdone que venga a estas horas sin su permiso pero fui a buscar a Emiliana al departamento y no estaba, pensé tal vez que usted podía decirme donde encontrarla- 
-Mi estimada Lorena, mi hija se a mudado con nosotros aquí en la casa, en este momento la llamo, seguro está atendiendo a Lizel. Emiliana se ha convertido en una excelente madre, tengo que decirlo- contestó Octavia y fue a llamar a su hija para que atienda a su amiga.
Emiliana entró en la sala con Lizel en brazos: -Lorena ¿cómo estás?- preguntó. 
-Mi querida amiga perdona que venga tan temprano pero estaba preocupada, no sabía donde ubicarte. Sé que no son horas de visita-.
-No te preocupes, con todas las cosas que había que mudar de un momento a otro, me olvide de enviar un mensaje a tu casa con mi nueva dirección - contestó Emiliana  mientras presentaba a Lizel.
-Que bebé tan linda, está cada día más grande y sonrosada, Emiliana cuidas tan bien de ella-.
-Si... me toma todo el día sus cuidados pero es así, un bebé siempre es un dulce trabajo-.
Las dos jóvenes conversaban y se ponían al día sobre  las cosas que ocurrieron  en el tiempo que no se  vieron. Lorena estaba un poco misteriosa hasta que al fin dijo: -Emiliana voy a entrar a estudiar a la escuela de enfermeras, la señora Eda me va ayudar con algunos pagos. Ella ha sido mi ángel dice que solo me exige una condición, que estudie y lo haga muy en serio porque de lo contrario, ella no seguirá apoyándome-. comentó llena de felicidad.
-Lorena esa es una gran noticia y lo más importante es que puedes recurrir a la enfermera cuando tengas algunas dudas sobre los estudios- contestó Emiliana mientras felicitaba a su amiga por el paso que iba dar para su futuro.
Las amigas hablaban con entusiasmo sobre las oportunidades que se abrían para ellas: -Tú no te puedes quejar, tienes una familia y un lindo hogar. Ahora estas viviendo una circunstancia difícil pero va a pasar y tu esposo es una buena persona-.
-Si, es verdad, no puedo quejarme, con mi bebé y con Guillermo estoy feliz- contestó a su amiga.
Lorena después de una larga visita a Emiliana, se despidió de ella prometiendo regresar pronto porque ya sabía que vivía en casa de sus padres.  
Emiliana buscó a su madre para contarle  la buena noticia de su amiga y lo feliz que se sentía por ella.
-La señora Eda va ayudarla pero le apuesto una condición,  tiene que estudiar muy en serio,  si no, se despide de su ayuda. Madre la señora Eda es muy buena-. decía Emiliana.
-Si, Eda es una gran persona pero también es exigente y como no tiene hijos, se siente feliz de ayudar a Lorena- contestó Octavia mientras colgaba algunas de sus faldas en el ropero y arreglaba la ropa de Aníbal para que no se estropee. 
En la tarde del mismo día, Emiliana se encontraba  en el huerto. Lizel dormía en su cuna y ella provechó la tarde cálida para descansar un momento.
Guillermo había regresado de hacer algunas gestiones, encontró a su esposa junto a los rosales que estaban a punto de florecer.
-Que sorpresa, querido has llegado temprano, aquí estoy descansando un momento. Lizel demanda mucho tiempo y termino agotada-. comentó Emiliana.
-Lo sé, no te preocupes supongo que los bebés son así cuando están pequeños, necesitan mucho de la atención de sus madres-. 
Guillermo se acercó a los rosales y comentó: - están llenos de botones pronto se abrirán las rosas y este rincón se verá hermoso. Tu madre acertó en poner flores de diversos colores en esta parte del huerto-. 
-Mi querida Emiliana- se volvió hacia su esposa -debemos hablar sobre nuestro futuro, todavía no encuentro un trabajo donde pueda desarrollarme, los que me ofrecen son por algunos días o por algunas semanas. Voy a seguir insistiendo mientras tanto nuestros ahorros nos  sostienen-.
-Guillermo no debes preocuparte, pronto vas ha encontrar algo que sea bueno para ti, ten paciencia- suplicó a su esposo para que no se sienta intranquilo.
-Es una difícil situación la que estamos pasando pero tienen que venir tiempos buenos-. contestó pensativo. 
Tomados de la mano Emiliana y Guillermo paseaban por el huerto, la tarde cálida invitaba a caminar, los fríos vientos del invierno se despedían. 
-Es una gran propiedad  la que tiene tu familia, este huerto es muy grande- decía Guillermo y señalaba el terreno.
-Si, la casa de mi madre es herencia de sus padres, aquí en el pasado se celebraban muchas fiestas y aniversarios, eran tiempos muy felices, ahora es más tranquilo. 
El joven, estaba pensativo, lo que aún no había comentado con su esposa fue que  envió una carta a su amigo Frank Wenders que trabajaba en la ciudad de Antofagasta al norte de Chile. Primero lo saludaba y recordaba con él sus tiempos de estudiantes en el Liceo cuando vivian en Alemania, luego le preguntaba si existía la posibilidad de un trabajo para él. Antes de escribir a Frank pensó en hacerlo a Ralph pero cambio de idea y escribió a su amigo de Antofagasta esperaba pronto una respuesta de su parte. 
En las noches mientras no llegaba el sueño, Emiliana y Lizel dormían, Guillermo se dedicaba escribir cartas para su madre, ahí le contaba que vivía con la familia de su esposa por el momento y no le daba demasiadas explicaciones sobre su situación para no alarmarla o preocuparla. Siempre le aseguraba que estaba bien y que su familia política eran buenas personas, como en realidad ocurría. La familia de su esposa lo apreciaba de verdad. 
El domingo en la casa familiar era un día especial, todos se vestían con elegancia para el almuerzo, se ponía en la mesa el mejor mantel de lino, se servía la comida en platos de loza fina y se usaban las copas de cristal. Los cubiertos eran de plata y siempre había buena comida y buenos vinos que los adultos disfrutaban y los más pequeños tomaban refrescos. 
Rubí preguntaba a su madrina: -¿cuando podre brindar con vino? todos están felices y Manuel y yo solo tomamos refrescos-.
-Cuando seas una joven adulta tomaras una copa de vino y nada más. No es fino que una jovencita se exceda en tomar... ¡me comprendes!-. 
-Si madrina, si comprendo sé que tengo que esperar a crecer- contestó.
Terminaba el almuerzo y la familia solía tomar café y dulces en la sala, Rubí jugaba con Lizel y traía la caja de música de la habitación de Octavia para que escuche la melodía. Manuel conversaba con los mayores. El domingo era dedicado a la familia y a descansar.
Su madrina le permitía que toque la música solo una vez: -mi niña no debes jugar con esa caja que es un recuerdo de mi madre y no me gustaría que se malogre-. 
Rubí contestaba: -si madrina solo una vez tocará la melodía,  a la bebé  le gusta escuchar la música-.
-No olvides terminar tu tarea de caligrafía, he revisado tu cuaderno y veo que  cada vez escribes mejor las letras, te felicito-. señaló Octavia.
Unas semanas después que Guillermo envió su carta éste recibió respuesta: -Señora ha llegado está carta- decía Antonia y le entregaba en las manos a Octavia, era para Guillermo, el remitente su amigo Frank Wenders.
Cuando Guillermo regresó al medio día, Octavia le entregó la carta -una carta ha llegado para ti es de Antofagasta-.
-Gracias, es de un amigo de Alemania, Frank Wenders-. contestó Guillermo y tomó el sobre. 
La respuesta no podía ser más oportuna. Frank en su carta le decía que se alegraba de tener noticias de un amigo del Liceo. Recordaba con él varias anécdotas de estudiante -Guillermo me alegra mucho saber de ti después de tantos años y si, puedo decir que hay aquí trabajo para ti cuando desees puedes  venir. Líneas más abajo se despedía y deseaba su pronta respuesta. 
Era la carta que estaba esperando, con la respuesta que necesitaba. Tenía que conversar con Emiliana para preparar su viaje, no deseaba demorar más.
Esperó después del almuerzo para hablar con su esposa, el tema era demasiado serio para tomarlo a la ligera. 
En su habitación mientras descansaban, Guillermo cerró la puerta para hablar con Emiliana:
-Querida, ven, quiero que te sientes a mi lado- Lizel estaba en su cuna -He recibido hoy día la carta de mi amigo Frank Wenders que vive en Antofagasta, él me ha ofrecido un trabajo y pienso viajar lo más pronto posible para esa ciudad. No podemos seguir viviendo de la buena voluntad de tus padres que han sido demasiado considerados- decía Guillermo a su esposa mientras besaba sus manos. 
-Guillermo porque no me dijiste que le habías escrito a tu amigo y porque tomas una decisión sin consultar conmigo- se angustio Emiliana.
-No te dije antes porque no sabía que me iba a responder mi amigo Frank. Querida, aquí no encuentro un trabajo que pueda desarrollar. Mi amigo trabaja en una mina y yo iría a trabajar en las oficinas en la parte administrativa. No te preocupes cuando esté instalado en una casa, voy a mandar por ti para reunirnos de nuevo los dos con nuestra hija Lizel. 
Emiliana se puso a llorar no comprendía la decisión de Guillermo pero lo iba apoyar: -si eso es lo que deseas, está bien- contestó con tristeza.
Dos días después cuando Aníbal se enteró, habló con Guillermo le pidió que no se apresure en tomar esa decisión, -te vas a llevar a mi hija- le dijo y le expuso varias alternativas. Guillermo  agradeció sus palabras pero el viaje ya era un hecho.
Octavia consolaba a Emiliana y también habló con Guillermo para que tomé las cosas con calma, no es necesario un viaje precipitado. 
-Octavia ya tengo el pasaje comprado me embarco pasado mañana- su respuesta no dejaba otra alternativa.
El día señalado para el viaje en el puerto Guillermo se despedía de Aníbal y Octavia, ellos acompañaban a Emiliana para despedirlo. En sus brazos tomó a Lizel, la besó varias veces, le habló dulces palabras en alemán luego se la entregó a Octavia.
-Emiliana ven conmigo- se apartaron unos metros para despedirse - cuando llegue a Valparaíso te voy a escribir, después tengo que seguir el viaje por tierra y cuando esté en Antofagasta voy a escribir todos los días para contarte como me va, prometo mandar por ti lo más pronto- de su bolsillo sacó el reloj que su padre le había regalado y agregó -cuando nos volvamos a reunir tu me vas a devolver, este reloj que se queda contigo, sabes lo importante que eres para mí, cuida bien este reloj- se lo puso en las manos para que lo guarde. 
Los dos se abrazaron y besaron, Emiliana lloraba mientras Guillermo subía al barco. Aníbal y Octavia sufrían al ver sufrir a su hija, esto no era lo que ellos querian para ella. 
Aníbal no estaba de acuerdo con el viaje y lucia serio, Octavia trataba de comprender lo que pasaba, todo  sucedido tan rápido en los últimos días que no podía creerlo.
Emiliana parada cerca del barco, le hacia adiós con la mano al esposo que amaba y esperaba reunirse pronto con él. Su rostro estaba bañado en lagrimas,  este no era el destino que ella había soñado para los dos.

CONTINUARÁ               
          
           


 

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