El tiempo había pasado y la era del caucho llegaba a su fin. Solo en el futuro se podría medir el impacto ecológico y social que causó la sobre explotación de dicha materia. Ahora los pilares de la economía descansaban sobre el azúcar, el algodón y la minería, esta última actividad representaba muy buenos ingresos para el estado. La capital estaba cambiando, crecía y el país había entrado en una actividad febril de construcción de caminos y viviendas.
En la casa de Octavia, la vida tomaba su cauce desde los trágicos acontecimientos, las actividades diarias de la familia cambiaron también.
Emiliana en su nueva situación civil no deseaba cambios. Ella cerró su corazón a cualquier intento de enamorarse desde la ausencia de Guillermo. Ahora se dedicaba completamente al cuidado de Lizel y a sus estudios en la escuela de enfermería. En los días de semana para asistir a la escuela vestía el uniforme de enfermera y los fines de semana se ponía vestidos negros de luto. Su madre trató de persuadirla a usar medio luto pero ella no deseaba hacerlo y seguía con el riguroso duelo. La sola idea de cambiar significaba un sufrimiento que no podía tolerar después del trágico accidente de esposo. Octavia no insistió más en ese tema, dejó que su hija siga sus deseos.
En cambio Manuel había terminado el colegio y a nadie le causó sorpresa que eligiera la escuela de ingeniería para seguir la carrera de ingeniero civil. Él deseaba ser constructor y así lo había manifestado en varias oportunidades. Construir caminos, puentes y viviendas era su sueño. Estaba más independiente y maduro, salía con sus compañeros a realizar diferentes actividades de su escuela. Seguía firme en su deseo de viajar para conocer la selva amazónica al terminar la carrera. Era lo que siempre soñaba.
Otra que sufrió los cambios del paso del tiempo fue Rubí se había convertido en una graciosa adolescente, ya no tenía dudas con respecto a su cuerpo y comprendia mejor su desarrollo. Octavia habló con ella al respecto y le explicó que todo cambio era natural: -mi querida niña, las mujeres somos portadoras de vida y tenemos la gran responsabilidad de mantener viva la especie humana de generación en generación por eso cambia nuestro cuerpo y nuestra mente madura para prepararnos a estos grandes eventos- decía su madrina para tranquilizarla y no se alarme con los cambios. Unas semanas antes Rubí cumplió los quince años y sus padrinos le regalaron un bonito vestido de tela de organza con blondas, cintas y un par de zapatos que hacían juego con el vestido. Ella no podía ser más feliz, adoraba sus regalos y agradecía a sus padrinos. Con el crecimiento quedaron atrás todos sus trajes del internado. Rubí por momentos se entristecía porque ya no podía ser la niña de las flores pero aceptaba que la vida no podía detenerse y que era el tiempo de seguir adelante.
Lizel, la pequeña consentida de la casa ya caminaba estaba pronta a cumplir los tres años, como una bebé que despierta a la vida, todavía estaba en la época de investigar todo a su alrededor. Su curiosidad no tenia límites por ese motivo tenía a su nana Ítala que en todo momento cuidaba de ella, mientras Emiliana asistía a sus clases y Octavia supervisaba atenta su cuidado.
Aníbal como siempre preocupado con su trabajo en el fundo y el cuidado de su familia que para él era importante, que todos se sientan bien y vivan tranquilos.
Las fiestas de fin de año ya no eran las mismas para celebrar con alegría, Emiliana se recuperaba lentamente pero aun lloraba cuando veía la foto de Guillermo sobre el velador, nada era lo mismo y la familia respetaba su dolor. Salía temprano para la escuela pero antes se despedía de Lizel prometiendo su pronto regreso: -mi bebé no te preocupes voy a regresar lo más rápido- le hablaba y la besaba en la frente, después le daba las recomendaciones del caso a Ítala para que no la descuide.
Se encontraba todas las mañanas con su amiga Lorena y juntas caminaban hasta la escuela, aunque su amiga estaba un año más adelantada que ella. Emiliana se sentía feliz con la elección de su carrera estaba segura que ese era su camino.
Octavia supervisaba que todo marche bien en la casa, había momentos en que salía para realizar alguna de sus actividades pero siempre regresaba pronto. Cuando estaba en el pequeño salón jugaba con Lizel a tomar el té entre amigas, a la bebé le gustaba mucho el juego y disfrutaba la conversación particular con su abuela y con su nana Ítala.
La correspondencia de Berlín con Anja se mantenía, Emiliana y Octavia le comentaban sobre Lizel, sus pequeñas travesuras y juegos, era una niña saludable y despierta. Anja correspondía las cartas y les comentaba sobre su familia y su vida diaria. La triste noticia fue que un año después de la muerte de Guillermo su padre había enfermado y murió una mañana de octubre extrañando a su hijo: -ha sido todo tan triste, él nunca se perdonó que Guillermo se fuera de la casa por su culpa, siempre me lo repetía- de esta manera escribía Anja y también comentaba que tuvo que cerrar la farmacia y eso significó un problema para su economía: -sigo adelante porque tengo una hija que todavía es muy joven y sufre la partida de su padre- le contaba en sus cartas a Octavia.
Para la traducción de las cartas de Anja, siempre contaba con la ayuda de Genoveva, las dos se habían convertido en buenas amigas y confidentes.
Ese día, la mañana amaneció despejada, en el cielo no habían nubes. Aníbal estaba en el fundo ocupándose del trabajo, Emiliana en la escuela y lo mismo Manuel, Ítala cuidaba de Lizel y Antonia y Lida se dedicaban a sus tareas diarias. Cesáreo el jardinero había llegado a la casa para trabajar en el huerto. Octavia hablaba con él:
-Cesáreo las azucenas deben sembrarse en este rincón que está vacío y no muy cerca de las rosas que han crecido y es necesario podar para que den más flores-.
-Si señora, como usted mande-. contestaba Cesáreo.
-¿Cuál es su opinión sobre los frutos del chirimoyo?- preguntó Octavia.
-En una o dos semanas, los frutos estarán listos para cosechar, lo mismo de la guanábana y los higos, tendremos una gran cosecha señora- contestó.
-Esa noticia es muy buena, Cesáreo, tendremos abundancia de frutos-
Antonia buscó a su señora en el huerto y le entregó un sobre blanco. Octavia le dijo que lo deje encima de su escritorio y siguió con las indicaciones para Cesáreo, al cabo de media hora terminó de hablar con él y fue al pequeño salón para enterarse de que se trataba el sobre blanco.
Tomó asiento en su silla favorita y abrió el sobre, al leer el contenido de la carta quedó estupefacta ¡Qué clase de broma ridícula era esa! reparó unos segundos no podía ser una broma pues la misiva era una carta notarial. Usaba un lenguaje protocolar pero lo más importante era las líneas que decía lo siguiente: -Usted tiene 20 días para desocupar la casa, los nuevos compradores quieren tomar posesión de su propiedad- Octavia apenas podía respirar ¿Cuándo había vendido su casa? se preguntó, jamás había hecho tamaña locura. Era un delirio de alguien que no estaba bien. En la carta aparecían los nombres de los compradores, eran personas que ella no conocía.
Tomó su bolso pequeño, guardó la carta, puso sobre sus hombros el chal de fino hilo y llamó a Ítala que se ocupaba de Lizel: -Ítala, Antonia las dos atentas con Lizel, yo voy a salir un momento, no tardo-. terminó de decir y salió para visitar a su abogado Emil del Muro, él podría explicar y resolver este problema que no tenía nada que ver con ella.
Su vecina Soledad la vio pasar se mantenía a distancia de Octavia pero como era su costumbre siempre estaba metida en la vida ajena de sus vecinos.
Octavia llegó a la oficina de Emil después de los saludos y preguntas de como se encontraba, ella le explicó el problema que tenía y el porque de su visita.
-Emil disculpa que venga pero necesito a mi abogado que eres tú, quiero enseñarte esta carta que ha llegado hoy día a la casa-.
De su bolso sacó la misiva y se la entregó, Emil leyó el contenido y guardó silencio unos segundos: -Octavia esto es grave, es una carta notarial de aviso de desalojo-
-Emil te puedo asegurar que nunca he vendido mi casa, tú sabes bien que yo amo esa casa y jamás la pondría a la venta, tiene la historia de mi familia-
-Mi estimada amiga, permíteme que haga las averiguaciones del caso, voy a ponerme en contacto con el abogado del matrimonio que se supone ha comprado tu casa. Sus nombres son Lucrecia y Factor Navarro, cuando tenga alguna noticia te aviso con mi asistente. Por el momento no te preocupes yo voy a ponerme en acción para saber de que se trata.
-Emil te pido por favor, no tardes en comunicarme algo al respecto, tú eres mi abogado- contestó Octavia y antes de despedirse, le envió saludos para su esposa Nina.
Regresó a la casa realmente preocupada ¿Qué podía haber pasado?, aún no tenía respuesta. Fue directo a su habitación, cerró la puerta con llave y abrió su ropero, destapó el fondo falso y sacó los documentos de los títulos de propiedad de su casa, todo estaba en orden no faltaba nada. Pensó con calma, no le quedaba otra cosa más que esperar las noticias e investigaciones de Emil para que le explique de que se trataba el grave asunto. Por el momento era mejor no hablar con sus hijos sobre el tema, ellos no debían saber aún lo que se venía. Esa noche no durmió bien y sus hijos en el almuerzo y la cena la notaron preocupada, preguntaron que pasaba y ella inventó una excusa para que no se dieran cuenta.
Al día siguiente Octavia recibió un aviso con el asistente de Emil, era urgente y debía presentarse en su oficina. De inmediato se arregló para salir y dio la misma orden a las empleadas -atentas con Lizel, ya regreso- fueron sus palabras y salió de la casa directo a la oficina de Emil.
Al llegar casi no tenía aliento, saludo a Emil y éste la invitó a sentarse, con voz grave le dijo: -Octavia esto es más serio de lo que parece, tu casa ha sido vendida, he visto el contrato de compra venta en el aparecen las firmas de Aníbal y tuya. El matrimonio Navarro ya pagó el dinero por eso reclaman la propiedad-.
Octavia escuchó alarmada las palabras de Emil, se negaba a pensar que Aníbal estaba involucrado en un asunto tan serio con visos de estafa.
-Emil nunca he firmado ningún documento de compra venta, esa firma debe ser falsa, ¿cómo se ha logrado la venta si yo tengo los títulos de propiedad-.
-Mi querida amiga ahí no queda el caso, el vendedor es nada menos que Sixto, el hermano menor de Aníbal y te puedo asegurar que se pueden falsificar los títulos de propiedad-.
Entonces su esposo estaba involucrado en este problema, pensó Octavia, no pudo más y comenzó a llorar: -Emil es inaudito, no puedo creer que Aníbal y Sixto cometieron un delito así- contestó
Emil le alcanzó un pañuelo: -Aún hay más, el abogado de la parte contraria ha dicho que sus defendidos irán a juicio de ser necesario, ellos han comprado la casa y la quieren tener en su poder cuanto antes, si pierden en primera instancia, llevaran el juicio hasta la corte suprema, no se van a detener. Te imaginas el problema al que nos enfrentamos por lo pronto he puesto una acción de amparo para detener la orden de desalojo y así tener más tiempo para iniciar las acciones del caso- explicó Emil a Octavia
-Emil hagamos lo que este de nuestra parte para salvar mi casa de esta estafa sin nombre. Es doloroso lo que me acabo de enterar no sé que voy hacer- contestó demasiado triste y llorosa.
-Tranquila Octavia vamos a iniciar las acciones pertinente y llegar al fondo de todo, si es una estafa como parece, Aníbal y Sixto tienen un buen problema encima-. comentó Emil para consolar a Octavia su amiga de muchos años y ahora su defendida.
Triste y cansada regresaba Octavia a su casa eran demasiadas preguntas y ninguna tenía respuesta. No entendía cómo su esposo se había prestado a semejante delito y un engaño hacia ella. Al estar en su casa tuvo que disimular delante de sus hijos, hablaba con naturalidad para preguntar ¿cómo les fue en sus clases respectivas? Emiliana comentaba sus nuevas experiencias en los cursos y Manuel hablaba de pesadas clases de cálculo matemático, pero no se quejaba era parte de su carrera. Lizel se sentía feliz al estar en brazos de su abuela.
En la noche después de despedirse de sus hijos y de su bebé para irse a dormir, Octavia no podía conciliar el sueño. Se levantó de la cama y en su escritorio comenzó a escribir en una hoja de papel, que llevaría a la oficina de Emil, era importante llevársela cuanto antes.
Octavia salió muy temprano a la mañana siguiente para la oficina de su abogado, sus hijos habían partido a sus clases y Lizel terminaba de tomar el desayuno. Cuando llegó a la oficina de Emil le entregó en sus manos la hoja que había escrito: -Emil necesito que redactes este documento es para que lo firme Aníbal-.
Su abogado recibió la hoja y leyó su contenido, habian cinco cláusulas cada una con los deseos de Octavia.
Muy serio Emil habló: -Estoy leyendo esta hoja y con estas cláusulas estas pidiendo la separación de cuerpos, Octavia quiero advertirte que en nuestro país todavía no existe la ley del divorcio. Aníbal no le va gustar esto, ¿estas segura de lo que pides? había una ultima clausula que era definitiva y no se podía negociar.
Octavia más decidida contestó: -Emil... te pido por favor, redacta el documento yo me encargo de que Aníbal firme. ¿Con tu asistente me lo puedes enviar a mi casa?- preguntó.
Emil trató de persuadirla, era una decisión que no se estilaba en aquellos días pero Octavia se mantenia firme en su decisión.
En el fundo Aníbal y sus hermanos se preparaban para iniciar la campaña de algodón, las tierras de cultivo estaban preparadas para recibir las semillas e iniciar la siembra. Después de una mañana de faenas en el campo Aníbal comentaba con sus hermanos sobre el trabajo y el dinero que se estaba acabando. Sixto interrumpió a su hermano para comunicarle que por el dinero no debían preocuparse, él había conseguido un préstamo de una familia de amigos que no tenían apuro en recuperar el dinero y que podían devolvérselo poco a poco.
Leonora y Aníbal aplaudieron la noticia, no podían estar más felices, el dinero se necesitaba y el préstamo que había conseguido Sixto con todas las facilidades para pagar no podía caer en mejor momento. Ninguno de los dos sospechó ni sintió desconfianza de su hermano y el dinero.
-Que bueno Sixto por fin te haces responsable del fundo-. comentó Leonora y Aníbal estuvo de acuerdo: -con ese dinero podemos sembrar y cuidar del campo muy bien-.
-Si, estaba vez me quedaré hasta que se termine de sembrar el campo y luego podré viajar para estar con mi familia a la que extraño mucho- contestó feliz por las buenas noticias de Sixto.
Aníbal no sabía nada de la que había hecho su hermano, él era inocente de la estafa de Sixto y en del lío en el que había comprometido a la familia.
La siembra de algodón en el fundo duro varios días, noventa hectáreas no se siembran en un día. El clima con el sol abrazador también complicaba la faena.
Los peones tenían que descansar al medio día para no sufrir los efectos dañinos del exceso de calor por eso se empezaba a trabajar en el campo antes de las cinco de la mañana.
Cada hermano supervisaba treinta hectáreas de terreno para que las cosas se hagan bien. Al término de la siembra se tenía que controlar el riego y controlar las plagas y enfermedades que podían afectar las plantas de algodón.
Aníbal preparó su viaje de regreso al hogar, seguro Octavia y sus hijos esperaban por él. Muy temprano se despidió de sus hermanos: -no sé preocupen voy a regresar pronto, ahora necesito estar con mi esposa y mis hijos- comentó
El viaje del fundo a la capital era agotador, Aníbal llegó al día siguiente en la mañana a su casa, su viaje había sufrido un percance en el camino. Su esposa estaba en el salón, entró a saludarla y quererla abrazarla pero Octavia retrocedió -¿qué pasaba, porqué lo rechazaba de esa manera? nunca antes lo había tratado así. Ahora sentía que había demasiada distancia entre los dos.
CONTINUARÁ
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