Aníbal pidió a su hermana Leonora que se encargue de vender la casa de Ica: -querida hermana tu eres la encargada de administrar el dinero de la familia. Realiza lo que sea necesario para la venta y cuando esté todo en orden me envías un telegrama para firmar los documentos que deba firmar. Como sabes tengo viajar a la capital para arreglar el problema ocasionado por nuestro hermano. Es importante que hable con Emil el abogado de Octavia- concluyó Aníbal.
Leonora aceptó el encargo no se podía demorar demasiado, el tiempo era oro por las circunstancias que se vivían en esos momentos.
-No te preocupes Aníbal voy a buscar a la familia Moreno y si no, pondré un aviso para que sepan que nuestra propiedad esta en venta, es necesario que pronto demos solución a este lamentable caso- contestó Leonora para que su hermano viaje tranquilo y solucione las cosas en Lima.
Al amanecer Aníbal partió muy temprano a su viaje no sin antes hablar con Sixto: -tienes que ayudar en todo lo que necesite Leonora, ella se va encargar de la venta de esta casa. No vayas a ningún lugar, a mi regreso debemos hablar seriamente. Te advierto Sixto, no voy a pasar por alto nada que venga de tu parte- esto dijo Aníbal porque no estaba dispuesto a tolerar ningún desbande de su hermano.
Su viaje a la capital fue el más largo, al menos así lo sintió Aníbal. llegó de noche a la ciudad y se hospedó en una casa pensión en el centro, no deseaba importunar a Octavia después de la áspera y fuerte discusión que habían tenido antes de viajar de regreso a Ica.
Amaneció muy temprano y Aníbal se alistó para desayunar en la casa de hospedaje. Su primera visita sería a la oficina de Emil, tenía que hablar con él sobre varios temas y sobre todo del documento con las cinco cláusulas que Octavia quería que firme.
Espero una hora más apropiada y salió con dirección a la oficina de Emil. En el camino se encontró con su amigo Tarciso Vera, este quiso hablar con él y Aníbal lo detuvo: -mi estimado amigo, ahora no puedo hablar con usted llevo demasiada prisa, otro día nos veremos- y cruzó la avenida dejando a Tarciso con la palabra en los labios.
La oficina de Emil ya estaba atendiendo a varios clientes que esperaban en la sala cuando Aníbal llegó y pidió al asistente le avise al abogado Emil del Muro que él deseaba verlo.
Emil enterado de la visita, ordenó lo hagan pasar a la sala especial en su oficina donde recibía a clientes importantes.
-Mi estimado Aníbal- saludo cuando entró a la sala especial.
-Aníbal con una expresión seria en el rostro saludo a Emil: -mi visita no es de cortesía y no deseo ser mal educado, pero lo que vengo hablar contigo es muy serio- contestó Aníbal.
-Bueno Aníbal, tomemos asiento, tienes toda mi atención- contestó Emil sereno en todo momento para escuchar lo que tenía que decir el esposo de Octavia.
-Nosotros nos conocemos desde hace muchos años, tú sabes cual es mi proceder y como soy, ¿porqué redactaste el documento con las cinco cláusulas que Octavia me dio a firmar? y con el cual no estuve de acuerdo y tampoco firmé-
-Aníbal debo aclarar que yo no escribí esas cláusulas, todas fueron escritas por Octavia, esa fue su voluntad, quiero decir también que soy abogado de Octavia y defiendo sus intereses. Tú estabas en el derecho de no firmar y yo estoy en el derecho de defender a Octavia, como mi cliente y amiga de muchos años-.
Aníbal se exasperó -tu puedes ser su abogado pero yo soy su esposo y jamás iría contra Octavia, la firma que aparece en el contrato de compraventa no es mía, a estas alturas ya debes saber quién realizó todo el engaño y estafa, creo que no tengo que decir quién fue-.
-Qué bueno Aníbal, entonces los dos estamos del mismo lado, creo en lo que dices pero aquí estamos discutiendo sobre un documento que ya no existe porque Octavia lo rompió, ella misma me lo dijo cuando vino a verme el otro día-.
Aníbal contestó: -¡ella dijo que lo había roto!... entonces ya no habla de lo que estaba escrito en ese documento. Tal vez ahora me crea que no tuve nada que ver con la venta de su casa-.
Emil hizo varias preguntas Aníbal, él estaba deseoso de saber como habían sucedido los hechos. Aníbal le contó los detalles y la vergüenza que sentía por lo que Sixto había hecho: -ahora estoy aquí para que estés enterado como abogado de Octavia de lo que voy hacer y comenzó a explicar los pasos que iba a dar para ofrecer un trato a Factor y Lucrecia Navarro de devolver el dinero por la compra de la casa de Octavia que nunca estuvo en venta y que todo había sido un engaño.
Emil estuvo de acuerdo con el proceder de Aníbal: -quiero ser el primero en saber que ha sucedido para hacer los trámites pertinentes de acuerdo a la ley- comentó y esperaba que el matrimonio Navarro acepte el trato para que se llegue a un final donde todas las partes estén de acuerdo.
Aníbal se despidió de Emil y le prometió que vendría para hablar con él sobre el resultado y la respuesta de la familia Navarro.
Emiliana en sus clases de práctica de enfermería en el hospital apenas podía concentrarse en lo que decia la enfermera jefe. Pensaba en su padre y todos los problemas que se habían desatado a raíz de una acción equivocada de su tío Sixto que además era padrino de Lizel. Terminaron sus practicas y se preparó para salir del hospital, Lorena llevaba sus clases en otro hospital pero se veían cuando ella visitaba la casa para llevar algún regalo a Lizel. Quería mucho a su ahijada que cada día estaba más juguetona y hermosa. Las dos amigas siempre se preguntaron que podía haber pasado con Ralph amigo de Guillermo. Emiliana le escribió cuando sucedió la tragedia de su esposo pero nunca recibió respuesta.
Al salir del hospital, Emiliana escuchó una voz que la llamaba, se detuvo para ver de quién se trataba, un hombre joven se acercaba a ella: -¿Emiliana cómo estás? ¿muchos años que no nos vemos?-.
Ella no podía recordar quién era el joven que hablaba y éste comentó: -Soy Héctor, el hijo de Norma Valer que es amiga de tu madre-.
Héctor, si era él, Héctitor como lo llamaba su madre pero Emiliana recordaba a un niño revoltoso y travieso que siempre estaba haciendo bulla y ahora era un joven doctor.
-¿Trabajas en este hospital?- preguntó Héctor.
-No, estoy haciendo mis prácticas de la carrera, todavía me falta un año para terminar- contestó.
-Yo trabajo en este hospital desde hace un año y que coincidencia encontrarnos aquí de nuevo-. comentó Héctor amable.
-No quiero ser descortés pero tengo prisa, debo regresar pronto a casa, mis padres se preocupan si no llego temprano-. agregó Emiliana.
-Sigues viviendo en la misma casa de siempre-.
-Si, es la casa de mi familia y ahora Héctor me despido, ha sido un gusto volver a encontrarnos- señaló Emiliana y caminó directo al paradero del tranvía que la dejaba cerca al hogar.
En el camino pensaba que extraña coincidencia encontrarse con un amigo de la niñez después de tanto tiempo. El hospital quedaba lejos del su casa por eso quería llegar cuanto antes, Lizel la esperaba y ella se sentía feliz cuando estaban juntas.
La tarde del mismo día que visito a Emil, Aníbal se presentó en la casa de la familia Navarro, ellos alquilaban esa propiedad a la espera de tomar posesión de la casa de Octavia cuando quede desocupada.
Factor fue el primero en salir a recibirlo, conversó con él sobre temas generales quería que esté su esposa presente en la sala para hablar sobre el importante tema que traía el esposo de Octavia.
Cuando Lucrecia se presentó y se dieron los saludos de protocolo, Aníbal fue directo al grano no quería rodeos ni confusiones en lo que iba a ofrecer. Habló con ellos sobre el lamentable engaño de la venta y les ofreció devolverles todo el dinero invertido en la compra más los intereses, les explicó la forma de pago a realizar y prometió que ellos no se perjudicarían pues de por medio se firmaría un documento legal.
Lucrecia y Factor escucharon con paciencia Aníbal y cuando éste terminó fue Lucrecia la primera en hablar: -señor Aníbal veo que su esposa no comentó con usted sobre mi visita a su casa, quiero asegurarle además que nosotros hemos comprado esa propiedad y queremos ocupar la casa cuanto antes-.
Aníbal no sabía nada sobre la visita porque no hablaba con Octavia desde que llegó a la ciudad.
Respiró con serenidad y con toda la paciencia de la que era capaz, volvió a explicar que la casa nunca estuvo en venta y que se crearían demasiados problemas si iban a un juicio, donde no tenían oportunidad de ganar: -Nosotros no queremos que se perjudiquen y es justo la devolución de su dinero por los problemas ocasionados-. finalizó Aníbal.
En ese instante Factor intervino: -nosotros también somos agricultores y sabemos lo que cuesta trabajar y cultivar la tierra. Tenemos una plantación de café en la selva central, de ahí el interés de tener una casa en la capital donde podamos llegar de nuestro viaje. Reconozco que su propuesta es interesante pero como dice mi esposa queremos la casa que hemos comprado-.
Lucrecia le dio la razón a su esposo, era ella la más interesada en tener la propiedad de la calle del Naranjo.
El matrimonio Navarro por lo que escuchó Aníbal estaban cerrados a cualquier propuesta, parecía que el juicio era inevitable.
Después de unos segundos en silencio, Factor volvió hablar: -en este momento no vamos a darle nuestra respuesta definitiva, mi esposa y yo debemos conversar sobre el tema, pero quiero decirle que no se haga ilusiones con respecto a la casa, no tenemos miedo a un juicio- terminó de hablar y dio por finalizada la visita.
Aníbal salió fastidiado de su reunion con los señores Navarro, la situación no se presentaba favorable y ellos no eran personas razonables. Volvió a la casa pensión para descansar y se dio con la sorpresa que sus hijos lo estaban esperando en el salón. Aníbal sintió tanta alegría al verlos que se olvidó de los problemas y de Lucrecia y Factor. Conversó con ellos estaba feliz, preguntó por su madre y cómo estaba Lizel, su engreída. Emiliana y Manuel le decían que lo extrañaban y que creían en él.
-Padre nunca hemos dudado de tus palabras- dijo Manuel.
Mientras todos estos problemas sucedían, tanto amigos como vecinos comentaban en voz baja -¿por qué Aníbal se quedaba en una casa pensión y no en casa con su familia? ¿algo malo pasaba entre ellos?. Las especulaciones iban y venían sin detenerse nadie guardaba silencio.
Las Damas del Patronato visitaban seguido a Octavia y le daban todo su apoyo, ella agradecia sus palabras pero no contaba todos los detalles que pertenecían a la intimidad de su familia. La vida en el hogar había cambiado.
Domingo en la tarde, en su habitación Emiliana estudiaba el curso de anatomía, Lizel dormía la siesta y Rubí comentaba con ella: -mi madrina está triste, casi no habla-.
-Hay muchos problemas en la familia y ella está preocupada- contestó.
Octavia en el pequeño salón escribía una carta para Petra que hace buen tiempo no sabía nada de ella y Manuel leía unos apuntes de su escuela no había salido con sus amigos pero no preguntaba a su madre ¿cómo estaba? no deseaba molestarla.
Rubí salió un momento de la habitación de Emiliana y fue al patio, regresó a los pocos minutos pálida y tartamudeaba, no podía hablar con claridad: -Emi, E..mi..li..ana- hablaba con dificultad.
-¿Qué te sucede? ¿por qué hablas de esa manera- preguntó asustada.
-Está en el patio, esta en el patio- repitió Rubí y tenía miedo salir de la habitación.
-¿Quién está en el patio? vamos para allá- dijo Emiliana con valor y la tomó de la mano, pensó que alguien había entrado a la casa por la puerta falsa.
No había nadie, según Rubí era el mismo hombre del sombrero que ella vio años atrás, no estaba mintiendo, su miedo era real. Emiliana la abrazó y le pidió serenidad.
Fue a la habitación de su madre y trajo un botellín con agua bendita, roció un poco de ella en el lugar donde Rubí señaló que lo vio. Rezaron unas oraciones por su alma y pidieron al cielo que descanse en paz por siempre.
Luego Emiliana comentó -no vamos a decirle nada sobre esto a mi madre, ella ya tiene muchas preocupaciones para agregar una más. Ahora ven a mi habitación, ahí estaremos seguras. Lizel debe haberse despertado-.
Las dos jóvenes fueron a la habitación, Lizel aún dormía y Rubí había recuperado la calma, contó a Emiliana los detalles del hombre y lo que más la asustó fue ver su rostro pálido e inexpresivo. No deseaba volver al patio, se quedó junto a Emiliana.
Desde el día de la conversación que Aníbal sostuvo con el matrimonio Navarro, estos no daban señales de querrer conversar de nuevo con él. Iba a esperar un día más y volvería a visitarlos, imaginaba que ellos no tenían interés en su propuesta. y solo dilataban el tiempo.
Octavia ignoraba todos estos detalles sobre el tema y lo que hacía Aníbal. Emil aún no le había comunicado nada hasta que hubieran buenas noticias sobre la propuesta, al matrimonio Navarro.
- Señora, Cesáreo. desea hablar con usted, quiere que se acerque al huerto- dijo Antonia.
Cesáreo quería hablar con ella, seguro alguna planta ha enfermado y hay que arrancarla de raíz. ¡Oh tal vez! era el tiempo de cosechar la fruta del huerto. Eso pensó Octavia.
-¡Señora buenos días!- saludo Cesáreo cuando vio a Octavia.
-Dígame de que quiere usted hablar, ¿algo malo pasa en el huerto?- preguntó
-No señora es todo lo contrario, es algo que yo quería hablar con usted desde hace tiempo pero no estaba seguro y creo que debe consultar con un experto-.
-Hable ya Cesáreo, me tiene intrigada con tanto rodeo-.
-Bien señora, venga conmigo- Cesáreo llevó a Octavia hasta el pino que era el más antiguo de la casa, sus padres decían que ya estaba en el huerto cuando ellos compraron la propiedad.
-No señora, es todo lo contrario, este pino vale dinero y un buen dinero. Ve usted esa resina que esta pegada al tronco y en el piso al rededor. Me parece que es ámbar y sé que tiene un precio valioso en el mercado. Lo consulte con un señor al que trabajo en su jardin, él sabe mucho sobre gemas y sobre ámbar. Si usted desea puedo pedirle que venga para que vea el pino, él va aceptar examinar este árbol.
Octavia se acercó al pino, desde pequeña siempre llamó su atención las grandes gotas que estaban pegadas y solidificadas al tronco, nunca imaginó que podían tener algún valor o que fueran consideradas una gema.
-Cesáreo llame usted a la persona que conoce de estas cosas, me gustaría saber más al respecto-. contestó Octavia, intrigada, tal vez por eso el antiguo dueño que se paseaba por la casa, algo de esto quería decir. Rubí lo vio parado en ese pino y además él siempre desaparecía en el huerto. Octavia se asustó, en segundos detuvo sus pensamientos, hablar sobre aquello era entrar en el campo de la especulación. Todo podía ser solo una fantasía.
-Si señora, su nombre es Jacobo Molldewer, es una persona seria y puede hablar con seguridad sobre esto. Le diré si puede visitarla- contestó Cesáreo.
Jacobo Molldewer era bien conocido en la ciudad, era joyero y experto en piedras preciosas, él podía hablar con conocimiento sobre este tema.
El pino era un árbol precioso de más de diez metros de alto, el tronco era macizo y de circunferencia ancha. Una persona abriendo los brazos no podía alcanzar a cerrar la circunferencia del tronco.
Octavia solía jugar con su prima Blanca alrededor del pino, ella siempre admiró las gotas transparentes de color miel que se mantenían pegadas a la corteza del árbol.
CONTINUARÁ.
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