Lucinda insistió de nuevo y preguntó a Mateo que le parecía la visita de Dalila a los Cerezos.
Mateo reaccionó con serenidad, más su corazón latía con fuerza. Volver a encontrarse con Dalila no sería fácil, se detuvo un instante y pensó: Ella no ha venido a visitarme, ella ha venido a visitar a sus padres, por lo tanto serenidad, no tienes que decir nada.
Mateo habló a Lucinda con la serenidad de la que podía ser capaz: -Me alegra que Dalila visite a sus padres pero su viaje no es para visitarme y al contrario no sé si está permitido que yo vaya a saludarla-.
-Mi estimado amigo, creo que ella se dará un tiempo para venir a saludarte estoy segura de ello. Dalila llegó de Portugal ayer en la noche, es lo que comentó doña Santa-.
Mateo no quería hacer más comentarios, la vida de ambos había cambiado y cada uno siguió su rumbo. Su corazón trataba de comportarse con sabiduría.
-Bueno... yo cumplí con avisarte, no sé que hará ella pero saber que está en los Cerezos es una buena noticia- contestó y no se dio cuenta que Mateo se puso algo tenso con la noticia.
Lucinda se despidió y dejó a su amigo solo con sus pensamientos, éste se sentó un momento en la sala, tenía tantas emociones juntas que no sabía en realidad si quería ver a Dalila o tal vez sería mejor recordarla como cuando eran adolescentes y soñaban con un futuro juntos. No podía imaginar cuanto había cambiado y como sería su forma de ser. Las dudas lo asaltaban y las preguntas venían, estaba nervioso y tenso.
Se puso de pie, fue a la cocina a preparar un café para distraer la mente y pensar en todas las cosas que tenía que organizar con respecto a la mudanza para poner la casa en orden. En cualquier momento llamaría la señora Amanda Roble para hablar sobre la venta y si había alguna familia interesada en la casa.
Se disponía a tomar su café cuando sonó el timbre de la puerta, Mateo dijo -y ahora de que se ha olvidado Lucinda, que más tiene que decir- al abrir, se dio con una gran sorpresa, estaba Dalila frente a él. Por unos segundos hubo silencio entre los dos, nadie hablaba, entonces fue Dalila la que rompió el silencio y dijo:
-Mateo como estás, me enteré lo de tu padre y mi madre me comentó que estabas en tu casa por eso he venido a darte el pésame- Dalila se acercó a Mateo y le dio su pesar -Lo siento tanto, tu padre era una persona tan amable. No es fácil aceptar que un ser querido se ha ido. Tantos años que no nos vemos y encontrarnos en estas circunstancias es extraño-. finalizó Dalila.
Mateo reaccionó de su silencio y la hizo pasar a la sala. -disculpa el desorden, estoy desocupando la casa y todo es un caos- agregó para decir algo mientras trataba de calmarse. Dalila seguía siendo hermosa y su cabello corto le daba un aire fresco y juvenil. Era la misma solo con algunos años más.
Los dos se sentaron a conversar sobre las cosas que hacian y a que se dedicaban. Dalila contó a Mateo que por una beca de estudio, ella primero viajo a México y después a Portugal donde conoció a su esposo, él es arquitecto y trabaja en una compañía muy grande y reconocida en Europa y ella trabajaba en la asistencia social. -Mateo tengo un niño de cinco años que es mi adoración se ha quedado con mi suegra y su padre mientras yo viajo a Perú, no puedo demorar mucho mi estadía en Lima. Además de visitar a mis padres he venido también a tramitar unos documentos que necesito- Dalila hablaba mientras Mateo escuchaba atentamente.
-Cuéntame ¿qué ha sido de ti a qué te dedicas? ¿tienes familia?- preguntó Dalila para saber algo más de Mateo.
-Bueno yo trabajo en un banco muy grande e importante de la ciudad, soy gerente de la sección tarjetas de crédito y no tengo familia, todavía no se ha dado la oportunidad. Tuve una novia, fue una relacion seria pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta que era mejor quedar como amigos y así fue- contestó Mateo a la pregunta de Dalila.
-¿Qué pasó con nosotros Mateo? ¿por qué no nos volvimos a buscar?. Todo el tiempo me hago esta pregunta y no sé cual es la respuesta- dijo Dalila para saber si Mateo tenía algo que decir.
-Lo único que puede responder a tu pregunta es que nosotros teníamos diecisiete años y recién comenzábamos a vivir, ninguno buscó al otro y entonces tomamos rumbos diferentes. No supe de ti en mucho tiempo y ahora es bueno hablar de esto y despejar las dudas... ¿no te parece?-.
-Sí, creo que si, no quería ser impertinente pero tenía que saber que pensabas al respecto- Dalila estaba pendiente de las palabras de Mateo.
La conversación se desarrolló en un clima amical, cada uno había llevado su vida a otro nivel y ahora estaban seguros que serían buenos amigos, no habían dudas ni quejas. Dalila no podía decir nada en contra de su vida actual, Mateo la veía feliz y completa con su familia. Él estaba viviendo un tiempo de transición y cambios, aun no sabía lo que le deparaba el destino.
Ambos recordaron juntos a todos los amigos del vecindario. Mateo la puso al corriente de todas las cosas que habían pasado desde que se fue con su familia al norte del pais, que hacia cada amigo y a que se dedicaban.
El tiempo pasó volando y ya era hora de despedirse. Dalila se puso de pie, Mateo la acompaño hasta la puerta: -Mi querido amigo ha llegado el momento de despedirme, ha sido bueno volverte a ver recordar a los amigos y hablar de nosotros sin reproches ni quejas-.
Mateo sonrió y estuvo de acuerdo con ella. Los dos se abrazaron: -Dalila deja que te acompañe hasta tu casa, está muy cerca- completó Mateo.
Caminaron en silencio, los dos sentían paz y tranquilidad. La amistad no se había arruinado y eso era un gran alivio. Mateo y Dalila llegaron al portal de la casa, se volvieron abrazar. Ella entró y Mateo dio media vuelta prometiendo venir a despedirse de ella el día de su partida.
De regreso a su casa sentía que flotaba, tal vez era un poco la sensación de alegría y un poco de emoción. Su encuentro con Dalila había despejado sus inquietudes.
Era muy tarde y se disponía a dormir cuando el teléfono sonó. Mateo comentó -¿a quién se le ocurre llamar a esta hora?- contestó y al hablar, era su hermano Vicente que decía: -Mateo ¿cómo estas? ¿cuéntame como van los asuntos sobre la casa?-.
¡Hay! solo a él se le podía ocurrir llamar tan tarde, era un horario diferente: -Vicente estoy bien, sobre la casa puedo decir que no hay ninguna noticia relevante, debemos seguir esperando hasta que llegue algún interesado. Por lo demás me está tomando tiempo desocupar y saber que hacer con todas las cosas que hay en la casa, es una tarea que no se termina.
-Mateo puedes entregarlas para la caridad, existen varias casas que reciben muebles y demás- contestó Vicente.
Si, era verdad pero todo tomaba su tiempo, Vicente siempre práctico no se hacia problema de nada, Mateo en cambio sentía que era triste deshacerse de las cosas de sus padres.
-No te preocupes Vicente, yo me encargo de todo y lo primero que haré es sacar tus cosas y regalarlas- rió con su ocurrencia, Vicente entendió la broma de su hermano y rió con él.
-Bueno Mateo, me despido, cualquier novedad me avisas, yo estoy al tanto... Cuídate-
Vicente siempre Vicente, él era un poco distraído y demasiado práctico pensaba Mateo, tal vez era bueno ser así para no detenerse a pensar demasiado. Si él, seguía la ruta de su hermano seguro que traía un camión y que se lleve todo de una sola vez. Mateo no podía ser de esa manera, tenía que pensar bien a donde iba mandar las cosas de sus padres.
En su habitación por fin pudo dormir, había sido un día cargado de emociones. Antes de quedar completamente dormido se acordó del baúl. Al día siguiente que venia Justa a trabajar le preguntaría que sabía sobre aquello.
El despertador sonó a las seis de la mañana, hora que había señalado Mateo, éste se despertó sobresaltado nunca le habían gustado los despertadores pero que podía hacer, debía levantarse temprano,. éste seria su último día de permiso en el trabajo y quería aprovecharlo al máximo.
Cuando llegó Justa a trabajar, Mateo le preguntó que sabía sobre el baúl en la habitación de su padre. Ella contestó que no sabía nada: -Joven Mateo su padre lo trajo una tarde y solo me dijo que tuviera cuidado a la hora de realizar la limpieza. Yo pensé que usted sabía sobre él por eso nunca hablé del baúl- señaló Justa. Mateo no comprendía nada, su padre jamás le habló del baúl-.
-¿Cuando trajo mi padre el baúl a la casa?-. preguntó.
-Su padre llegó con el baúl a las pocas semanas que usted se mudo, no habló nunca de que se trataba ni que guardaba en su interior- contestó Justa.
Mateo agregó -sabes donde está la llave-.
-No joven, como le vuelvo a repetir, su padre no habló nunca sobre el tema y menos de donde guardaba la llave- para mi fue un misterio su actuar.
Todo esto despertó aun más la curiosidad de Mateo ¿por qué su padre no habló con él sobre el misterioso baúl? más tarde se ocuparía de eso, ahora debía encargarse de terminar de desocupar el primer piso.
Toda la mañana trabajó en separar los cosas pequeñas y los muebles del cuarto de costura de su madre. La máquina de coser estaba cubierta con su funda y casi podía escuchar el sonido que hacía cuando su madre confeccionaba alguna prenda ¿Qué hacer con ella? las hermanas de la Caridad tenían una sala de costura, otra máquina de coser no estaría demás.
Antes de la hora de almuerzo sonó el teléfono, era Amanda Roble. -Mateo buenas días puedo ir a visitar la casa a las 4 de la tarde, tengo un posible comprador y quiere conocer la casa, es una familia. Debes poner todo en orden para que puedan apreciar las dimensiones de la propiedad- terminó de decir Amanda y Mateo estuvo de acuerdo, la esperaría a la hora acordada.
Amanda Roble llegó puntual a la hora con la pareja que tenía interés en la propiedad. Mateo con la ayuda de Justa habían puesto todo en orden para la visita de los interesados. Amanda presentó a Mateo con el matrimonio que quería conocer la casa, luego iniciaron el recorrido.
En el primer piso se quedó Mateo mientras Amanda hacía su trabajo, al final al matrimonio les gustó la casa y quedaron en responder, ellos llamarían si tomaban una decisión.
-Bueno Mateo, debemos esperar y si no seguir adelante, vamos a tener varios interesados, la venta continua- señaló Amanda y se despidió.
Mateo regreso a sus tareas. Justa fue abrir la puerta cuando el timbre sonó al regresar dijo -Joven hay una señorita preguntando por usted.
Mateo imaginó que era alguna compradora de la casa pero él no estaba seguro y fue a atender.
-¿Cómo estás Mateo?- saludó la joven -venía a darte el pésame por lo sucedido a tu padre, disculpa que no pude asistir al funeral-.
Mateo no sabía quien le hablaba, ante él estaba una joven atractiva.
-¡Oh!... por favor, no me digas que no me reconoces- comentó.
Mateo no quería ser mal educado ni descortés pero en realidad no sabía quien le hablaba.
-Soy yo, Isoline tu vecina que vive en la casa del frente- dijo esto sorprendida al no ser reconocida.
Mateo sin demora la hizo pasar a la sala y se disculpó con ella. Él recordaba a Isoline como una niña con el cabello amarrado en dos coletas que siempre lo saludaba -¡Hola Mateo!- y seguía su camino. Ahora ella se había convertido en una joven muy atractiva de voz agradable.
-Mateo, que tristeza lo de tu padre, pero debes estar tranquilo él está en un lugar muy feliz- decía Isoline para consolar a Mateo.
-Gracias Isoline y no te preocupes, no estoy molesto por que no hayas asistido al funeral, comprendo que estás ocupada con el trabajo-. contestó.
-Estuve por esos días de viaje, tuve que supervisar algunas oficinas en el interior del país-. decía Isoline a Mateo.
Ella comentó con su amigo sobre su trabajo y que tenía que viajar muchas veces luego agregó: -Mateo estás de mudanza, sé que tu casa está a la venta, es difícil decir adiós a una etapa de la vida con nuestros padres- comentó Isoline, los dos hablaban sobre sus trabajos y sus actividades.
-Mateo no quiero distraerte más, tienes muchas cosas que hacer, fue grato venir. Recuerda soy tu vecina Isoline- finalizó y se despidió de su amigo.
Fue agradable su visita y sus palabras, Isoline había venido a visitarlo.
Trabajo todo el día en la casa sin detenerse para avanzar, era necesario separar todo para disponer a que lugar enviarlo.
En la noche después de cenar y cuando se encontraba solo en la casa, se dispuso a ocuparse del baúl de su padre y saber que había a dentro. Subio a la habitación con un desarmador en la mano, forzó la cerradura con cuidado, al no tener la llave no quería malograr el baúl.
La cerradura cedió, Mateo abrió la tapa y con asombro vio que había en su interior un uniforme militar que comprendia una casaquilla, un pantalón y un par de botas.
¿Cómo había llegado esto a las manos de su padre? ¿por qué guardaba ese baúl?. Puso con cuidado el uniforme sobre la cama y las botas a un lado, era bastante antiguo. Al levantar la casaquilla tenía un corte a un costado. El soldado que era dueño del uniforme había sido herido o muerto en alguna batalla.
Buscó de nuevo dentro del baúl, en una esquina de éste encontró cinco cartas, tomó una de ellas y con el mismo cuidado la abrió, el papel era delgado y no quería romperlo. Mateo se sentó en el piso junto al baúl y comenzó a leer... la carta decía:
Amelia amada mía... no sabes como te extraño y como extraño nuestros paseos por la vereda del jazmín, nuestras conversaciones sobre los planes a futuro que nos llevaban a otra vida. Ahora en cambio estoy en campaña, nuestro batallón se ha detenido a descansar a la un lado del camino y el General que es nuestro jefe nos habla para alentarnos y que no caiga el desánimo y nuestra moral. Somos el batallón Libertador de los Andes y tenemos una misión.
Mateo detuvo su lectura, de que batallón hablaba el soldado, no era acaso el batallón de la guerra de Independencia, el uniforme era bastante antiguo, ¡podía ser así! Sus dudas crecieron aun más y sus preguntas igual ¿de donde había sacado su padre ese baúl? ¿por qué no habló con él al respecto?. Mateo todavía no podía comprender el misterio de todo aquello y las dudas lo asaltaban, seguir leyendo tal vez le aclare el misterio del baúl.
CONTINUARÁ