domingo, 23 de octubre de 2022

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Habían llegado a la capital, era casi la media noche y corría un viento helado. Eduardo junto a Filomena y Celestina descargaron el equipaje y lo llevaron al interior de la casa, mientras Eugenia descansaba y se reponía del largo y pesado viaje. 
Después de terminar de descargar los baúles y maletas, los viajeros comieron algunos fiambres que Filomena había preparado, todos se encontraban muy agotados terminaron de comer y se fueron a dormir. 
Al día siguiente cuando se levantaron más descansados Eduardo y Eugenia recién  tomaban conciencia de que estaban en su nuevo hogar, recorrieron con calma la casa, habitación por habitación. Esta tenía un patio central y alrededor de éste se encontraban  los diferentes ambientes. La casa era cómoda y amplia, tenía muebles en cada habitación, una gran sala y un comedor con grandes ventanas desde donde se podía admirar el patio. Filomena y Celestina se dedicaron a limpiar y sacudir cada rincón del nuevo hogar que había estado cerrado por mucho tiempo. Organizar y acomodar las maletas era su tarea.
Eduardo y Eugenia tomaron un desayuno ligero, conversaban sobre la casa que a los dos les agradaba y se sentían a gusto, con algunos toques personales quedaría más confortable. Cómo Eduardo no tenía que presentarse a trabajar hasta al día siguiente le propuso a su esposa salir a pasear más tardes por las calles del centro.
-Me parece una buena idea salir y conocer un poco la ciudad pero quisiera dejar algunas cosas en orden en nuestra habitación, mientras Filomena y Celestina se ocupan de lo demás- contestó Eugenia.
-No querida, yo me ocupo de eso, tú en tu estado no puedes hacer mucho esfuerzo, dime que debo hacer y lo haré- contestó Eduardo mientras ayudaba a su esposa a sentarse en un sillón de la habitación.
Alrededor de las tres de la tarde Eduardo y Eugenia salieron a caminar juntos, fueron hasta la plaza principal que estaba a tres cuadras de su casa, para ella todo era nuevo y Eduardo le mostraba El Palacio de Gobierno, La Catedral, El Palacio Municipal que rodeaban la gran plaza. 
Lima había sido escenario principal de la guerra del Pacífico y aun se estaba recuperando, en el imaginario de la gente quedaban recuerdos dolorosos de aquella época. La guerra trajo tristeza y dolor pero también puso de pie a toda la nación. Ahora se vivían tiempos de paz y era necesario la reconstruccion del país. Pasearon por las calles principales y Eduardo comentaba el caso de la Biblioteca Nacional que había sido recuperada por Ricardo Palma, un ilustre peruano encargado de devolverle su prestigio.
Comenzaba a oscurecer cuando los esposos regresaron a la casa, Filomena los recibió con unas tazas de té caliente para el frío y pancitos dulces. El lugar se veía limpio y ordenado, todo lucía en su lugar y las cortinas habían sido cambiadas por otras nuevas. Por fin se podía sentir el calor del hogar. 
En la noche después de la cena, Eduardo comentaba con Eugenia sobre su trabajo en la naviera y las expectativas que tenía al respecto. Se dieron el beso de las buenas noches y se acostaron para dormir. 
Al día siguiente Eduardo muy temprano se presentó en la naviera donde era su nuevo trabajo, quería estar al tanto de todo lo que debía hacer para desarrollar una buena estrategia. 
Con el paso de los días la casa lucía impecable y cada mueble ocupaba su lugar. Eugenia poco a poco se iba acostumbrando a su nueva rutina y Eduardo a su trabajo, los dos conversaban en la noche de las cosas que habian realizado en el día. 
Mas tranquila y relajada Eugenia escribía una tarde a la madre de Eduardo, le contaba todo lo que habían pasado desde su arribo a la cuidad: 
-Querida Anella, junto a Eduardo nos estamos acostumbrando a nuestra nueva vida. Hasta el momento todo va bien, he conocido algunos lugares de la ciudad y estoy bien de salud con relación a mi embarazo, sé que en unas semanas cuando mi vientre se comience a notar no podré salir con la misma libertad a la calle, esta es una realidad. Ojalá puedan venir a visitarnos cuando sea el nacimiento del bebé, nosotros estaremos felices de recibirlos-. La carta continuaba con más detalles sobre sus actividades del día a día y líneas más abajo se despedía de ella enviando saludos y buenos deseos para toda la familia. Al terminar la carta para Anella, escribió otra carta para Virginia ahí le anunciaba que se encontraba viviendo en la capital desde hace unas semanas y le enviaba la dirección para saber si podía visitarla. Luego escribió otras cartas para el Dr. Murillo y para Fermín ambos les envía su dirección para estar comunicados y saber como iba el trabajo en el fundo y las cosas en la ciudad de Cañete.
Domingo en la mañana era un día de descanso Eduardo quería invitar a Eugenia de nuevo a pasear por el centro, en el camino conversaba sobre su vida de estudiante, la llevó hasta la casona de la centenaria Universidad de San Marcos. 
Eduardo comentaba: -Eugenia esta es mi casa de estudios, aquí viví los mejores años de mi vida- luego le señalaba -ves ese cafetín de la calle del costado, ahí los estudiantes nos reuníamos para discutir sobre el momento político que se vivía en el pais y las nuevas ideas que recorrían  Europa. Muchas de las discusiones terminaban a trompadas cuando se calentaban los ánimos, cada uno creía tener la solución a los problemas del país y no aceptaban una idea contraria. Eran los mejores tiempos y sé que ahora los estudiantes se siguen reuniendo en el mismo cafetin- finalizó Eduardo y contemplaba con felicidad su casa de estudios. 
-Vaya forma de de resolver los problemas y defender sus ideas, no puedo imaginar como era ese ambiente, supongo que más de uno terminaba con un hueso roto- comentó Eugenia sorprendida.
Eduardo reía y contestó: -No mi querida esposa, la sangre nunca llegó al río, eran situaciones que después se olvidaban y la vida de estudio continuaba igual que siempre-. 
En la tarde de ese mismo día, Eugenia fue a visitar a su madrina en compañía de Eduardo, ella quería saludarla y presentarle a su esposo. La madrina de Eugenia los recibió feliz cuando abrió la puerta de su hogar. La joven esposa comentaba con su madrina todas sus impresiones sobre la ciudad y su nueva vida de casada. Tomaron chocolate caliente para el frío que ese invierno era especialmente duro. Pasaron una tarde agradable conversando y recordando a los padres de Eugenia, al despedirse en un aparte su madrina la felicitaba por su boda y por su esposo que era todo un caballero.
En el camino de regreso a la casa y como todavía no oscurecía, Eugenia le pidió hacer una visita muy corta a la tía Rosalía para que se entere que ella había llegado a Lima, su casa no estaba lejos no les tomaría mucho tiempo llegar. A pesar que Eduardo estaba cansado, aceptó visitar a la tía.
La tía Rosalía era una persona muy expresiva con sus afectos por eso cuando Eugenia llegó a su casa no dejaba de abrazarla y decirle cuanto la quería y cuanto sentía la muerte de sus padres: -hijita tenías seis años cuando te vi por última vez y ahora verte casada y toda una joven feliz, siento una gran alegría por ti- decía con mucho entusiasmo que no permitía responder a Eugenia.  
Las hijas de la tía Rosalía eran tres Adelia, Elina y Felicia, en ese momento no se encontraban en casa pero la tía hablaba por todas ellas y se atropellaba con sus palabras. El esposo de la tía Rosalía era  más bien un hombre callado y reservado. Trabajaba en hacienda, era recaudador de impuestos. Eugenia lo recordaba a lo lejos cuando una vez visitaron el fundo hace muchos años atrás.
En el momento de despedirse Eugenia y Eduardo, la tía Rosalía les prometió que iría a visitarlos a su casa situada en la calle de Las Angustias #1316. 
En el camino Eduardo comentaba: -Eugenia, tu tía es una persona muy intensa, cuando comienza hablar no hay nadie que la pueda callar-.
-Si, ella siempre ha sido así pero es una persona muy amable y cortés- contestó Eugenia y lamentaba no haber podido saludar a sus primas que eran más o menos de su misma edad. 
En la noche en el silencio de su habitación y a la luz de las velas, Eduardo comentaba sus impresiones sobre la familia de Eugenia, fue muy correcto al referirse a ellas, en general eran buenas personas y luego agregó: -Eugenia, mañana tengo un día de trabajo muy ocupado- Eduardo cambio el tema. 
-Tengo que ir hasta el puerto del Callao para inspeccionar el embarque de azúcar y algodón en las bodegas del barco. Cada día tengo más responsabilidades en la naviera. Voy a tener que salir antes del amanecer y es muy seguro que regrese en la noche- terminó de decir estas palabras y se quedó profundamente dormido. Eduardo, pensaba Eugenia, tenía un sueño profundo y reparador, eso era muy bueno porque al día siguiente despertaba descansado y con ganas de comenzar el nuevo día lleno de actividades. 
Como había prometido la tía Rosalía, fue a visitar a Eugenia una semana después de su visita, está vez estaba acompañada por sus tres hijas, Adelia y su esposo, Elina que estaba comprometida en matrimonio y Felicia, la menor de todas y la más parecida a su madre, no paraba de hablar. Según ella se describía como la rebelde de la familia y decía: -nunca me voy a enamorar, nunca me voy a casar, yo quiero vivir libre como el viento-. Su madre se molestaba demasiado cuando la escuchaba hablar de esa forma. Junto a su tía y sus primas Eugenia pasó la tarde conversando y recordando los momentos familiares y las actividades a la que se dedicaban cada una de sus primas. Adelia trabajaba en el correo, Elina trabajaba en la recepción de un estudio de abogados y Felicia la más pequeña, recién había terminado el colegio. Fue una tarde intensa llena de recuerdos y de planes a futuro, las primas comentaban con Eugenia sus planes de bodas. 
Al despedirse la tía Rosalía y sus hijas, Eugenia las acompaño hasta la puerta y las despidío con mucho cariño. Fue para ella una tarde familiar. 
Las semanas pasaban y el vientre de Eugenia crecía, ya no era fácil para ella salir a pasear con su esposo, ahora se dedicaba a preparar el ajuar para su bebé. 
Tejer primorosos roponcitos, chaquetitas de nansú de tela suave para la piel delicada del bebé, coser gran cantidad de pañales para el recién nacido y no debía olvidarse de vestir y adornar el moisés para que duerma el bebé los primeros meses de nacido. Era una tarea que parecía simple pero llevaba su  tiempo y un gran trabajo.
Eduardo algunos día llegaba a la casa con una hermosa canasta de flores para su esposa, era su forma de halagarla y de estar a su lado en esas semanas de la gran espera.
En la casa se leían a diario las noticias de los diarios para estar enterados de lo que sucedía en el país y su economía. Por esos días una noticia se convirtió en un gran escándalo. El presidente Cáceres se había visto obligado a tomar medidas drásticas para reactivar la economía del país que vivía una gran crisis. Las medidas generaron polémica y discusiones en el congreso, la oposición protestó y optó por retirarse. El Presidente tuvo que reemplazar a los opositores más recalcitrantes, mediante elecciones complementarias para que se aprueben sus medidas. Todo esto causó malestar entre la gente que no comprendía bien ese proceder y mas adelante le traería grandes problemas al gobierno. También Avelino Cáceres se vio obligado a retirar la circulación del billete fiscal por su poco valor de compra y gravó con impuestos el comercio del tabaco y del alcohol.
Eran días difíciles y conflictivos, la gente se sentía engañada y descontenta, muchas de la medidas los afectaban en forma directa. El clima político no era bueno, ni se veía una pronta mejoría a futuro. El dinero ya no compraba lo mismo de antes y el público se lamentaba de esa situación.
Eugenia comentaba con Eduardo sobre estos temas y la preocupación de ambos era la misma, no era fácil salir adelante con la economía venida a menos. 
Los esposos, trataban en medio de tanta polémica vivir su vida de hogar y tener la esperanza de que pronto iba a mejorar. La ilusión de esperar a su primer hijo, era la fuerza que los impulsaba a seguir adelante. El amor de ambos los complementaba. 


CONTINUARÁ  
    

 
 

 
         
 
   
           


 

domingo, 16 de octubre de 2022

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Cuando Eugenia llegó al pueblo en compañía de Martín, no quería perder el tiempo con alguna distracción, ella fue directo a la oficina del Dr. Murillo, el asistente la anunció y el abogado dejó a un lado el trabajo que estaba haciendo de revisar algunos documentos y lleno de sorpresa por su inesperada visita la recibió al instante.
-Eugenia que gusto tenerte en mi oficina, a que debo esta agradable sorpresa- saludó el Dr. Murillo.
La joven no quería alarmar a su abogado y con toda la serenidad de la que podía ser capaz dado el caso, comentó con él sobre la conversación que tuvo con Eduardo y su viaje a Lima, le dio todos los detalles y lo preocupada que se encontraba por tener que dejar el fundo al que le dedicaba todo su tiempo, trabajo y responsabilidad.
El Dr. Murillo escuchó a Eugenia con atención y sin interrumpirla, la expresión de su rostro era de preocupación por lo que decía su joven amiga. Luego que ella terminó de explicar el problema que tenía, le pidió que interceda en este caso y hable con Eduardo sobre el viaje y lo anime a cambiar de idea. 
-Dr. Murillo recurro a usted para que me apoye, espero me comprenda, yo no puedo dejar el fundo- decía Eugenia con voz de preocupación como si quisiera llorar pero se contenía. 
El abogado se tomó unos segundos para responder, era como si estuviera pensando con cuidado lo que iba a decir: -mi estimada Eugenia, lo primero que quiero pedirte, es que no se te ocurra vender el fundo, esa propiedad es tu seguro de vida. Ahora con respecto a Eduardo puedo decir que es una locura que él diga que no es un hombre de campo. Su familia es dueña de una de las haciendas más grandes de la región y si un día a su padre le sucede algo, se supone que él y sus hermanos tienen que hacerse cargo, sobre todo él por ser el hijo mayor. Por otro lado sería absurdo que tú te quedes a vivir en el fundo y él se vaya solo a la capital, eso no sería un matrimonio. Me pides hablar con tu esposo para hacerlo cambiar de idea. Si tengo que decir la verdad, aunque yo le hable no creo que Eduardo cambie de idea. Él ya tomó la decisión de viajar a Lima a un trabajo que lo espera. En cuanto al fundo puede seguir funcionado con Fermín y Odilo, ellos saben como hacer su trabajo. Mi querida niña lo que me resta decir, es mejor que aceptes esta situación y organices bien el trabajo, tienes que velar por tu matrimonio y tu futuro- finalizó el Dr. Murillo.
Después de escuchar las palabras de su abogado, Eugenia se dio cuenta que tenía que aceptar la realidad, nada sacaba con oponerse y dilatar las cosa, el viaje a la capital era una un hecho. Con tristeza se despidió de su abogado y partió de regreso al fundo para organizar todo lo que debía hacer y controlar que nada salga de su cauce. Se dio cuenta además que el Dr. Murillo no quizo intervenir directamente en el matrimonio de Eugenia porque él pensaba que era algo que concernía solo a la pareja.
Al llegar al fundo de nuevo, se dirigió a la biblioteca, se quedó a solas, necesitaba pensar con cuidado lo  que iba ha hacer y que decisiones iba ha tomar para que todo salga bien. Esta etapa era nueva para ella y no podía  comprender todavía porque Eduardo se tardó tanto en hablar. Respiró profundamente, los lamentos estaban demás, comenzar a organizar las cosas era importante. Su primer paso fue llamar a Filomena y Celestina, las dos empleadas entraron en la habitación y sentadas frente a Eugenia escuchaban lo que su joven ama tenía que decirles: 
-Por motivo de trabajo, tenemos que trasladarnos a la capital, quiero que sepan que no tienen obligación de aceptar. ¿Filomena puedes hacer el viaje conmigo?- preguntó
-Señorita Eugenia- le decía de esta manera la empleada, más por costumbre que por cambiar el nombre a señora -Usted sabe que es mi única familia y que no tengo otro lugar a donde ir, por eso donde usted vaya... yo voy- contestó Filomena segura de querer hacer el viaje junto a Eugenia
-Que bueno Filomena que quieras acompañarme, tu sabes muy bien como aprecio tu trabajo- contestó y al instante le hizo la misma pregunta a Celestina, la joven empleada también aceptó en el acto, viajar a Lima solo tenía un pequeño problema: -señorita Eugenia quisiera que mi pago mensual sea cobrado por mi madre, yo siempre le entrego a ella mi paga para que pueda mantener a mis hermanos, nosotros no tenemos padre-.
Eugenia ignoraba el caso de Celestina, no sabía que ella era el sostén de su hogar y ayuda para su madre pero comprendía muy bien su actitud loable.
-No te preocupes Celestina- contestó Eugenia - con Fermín vamos arreglar ese tema para que tu madre pueda venir a recibir tu pago mensual- y luego dirigiéndose a las dos empleadas, les dijo -bien ahora que está el tema del viaje claro, tenemos que empezar a preparar el equipaje y todo lo que necesitamos llevar, la casa va quedar cerrada. Voy a escribir una lista de las cosas que son necesarias para que nada se olvide- Terminó de decir Eugenia y le pidió a Celestina llamar a Martín, con él también era necesario hablar.  
Martín en pocos minutos se presentó nervioso en la biblioteca: -¿señorita Eugenia me mandó llamar?- preguntó el mozo.
-Si Martín, toma asiento- dijo Eugenia y continuo -mi esposo y yo vamos a irnos a vivir un tiempo a la capital, tú vas a seguir trabajando en el fundo bajo las ordenes de Fermín, necesito que lo apoyes en todo lo que se necesario-.
-Si señorita, yo voy apoyar a Fermín como siempre, pensé que con su viaje me quedaría sin trabajo, gracias por considerar mi persona para seguir trabajando-. 
-Nunca pensé despedirte- comentó Eugenia -tu trabajo es importante para el fundo y además tienes que ayudarme a preparar el equipaje y cerrar la casa- terminó de decir  y  pidió al mozo que llame a Odilo y a Fermín, con ellos debía hablar temas más serios y organizar el trabajo en el fundo. 
Odilo y Fermín ya habían escuchado algo sobre el viaje, con el rostro serio y circunspecto entraron los dos empleados en la biblioteca, ninguno hizo comentario hasta no escuchar las palabras de la señorita Eugenia.
Ambos hombres tomaron asiento frente a Eugenia. Con ellos la conversación  tenía alcances más importantes porque se encargarían del fundo. 
Eugenia explicó a los dos hombres de  su confianza cual era la nueva situación y el motivo de su viaje a Lima. Este viaje cambiaba el panorama en el fundo pero la dedicación al trabajo debía ser la misma, la empresa tenía que seguir adelante.
-Fermín usted debe enviarme todos los meses un informe detallado de como van las cosas y el dinero que se necesita para el gasto del mes y el pago a los peones. Recuerde que los gastos deben ser cuidadosos no debe haber descuido con el dinero- ordenó Eugenia.
-Odilo usted es el hombre fuerte en el campo, cuide que el cultivo siga desarrollando sin tropiezos, es importante que estés atento a cualquier problema y te adelantes con la solución- indicó la joven.
Luego sus palabras estaban dirigidas a los dos empleados: -de este fundo dependen la manutención de varias familias, comenzando por las nuestras. Todo debe seguir como siempre, esta empresa es nuestro sustento. Desde Lima voy a estar al tanto de como marcha el fundo y regresaré con mi esposo para el tiempo de la cosecha- terminó de decir.
Tanto Fermín como Odilo lamentaron el viaje de Eugenia y así se lo hicieron saber, pero ambos estaban dispuestos a trabajar como siempre, ellos mejor que nadie se comprometieron a seguir adelante con el fundo porque sabían que sus familias dependían de ese sustento.
Al finalizar la conversación Fermín y Odilo hicieron algunas preguntas que Eugenia respondió con sinceridad para la tranquilidad de sus empleados. Los dos hombres se pusieron de pie y se despidieron.
Había comenzado a oscurecer y Eduardo no tardaría en llegar al fundo. Al día siguiente comenzaría el arreglo para la mudanza y el viaje a la capital. Tenían muchas cosas que llevar y otras se tendrían quedar. 
Casi al amanecer Eugenia se levantó, Eduardo aún dormía, caminó descalza hasta la puerta principal, la abrió y salió para ver los campos de cultivo. Ella nunca pensó que iba alguna vez alejarse de su amado fundo. Recordó a su padre y la dedicación que él ponía en sus tierras. Más que nunca se  debía seguir con el trabajo para que el fundo se sostenga.
En los días que siguieron, la casa era un total trajín con cosas que guardar y ropa que llevar, los muebles se quedaban, la casa alquilada por Eduardo tenía sus propios muebles. Nada debía olvidarse y poco a poco los baúles y maletas llenos se iban amontonando.
Una tarde Eduardo hablaba con su esposa: -Eugenia sé que estás preocupada por este viaje pero te aseguro que todo va a salir bien. No deseo que se cree distancia entre los dos, te suplico, confía en mí.
-No me pidas que no me preocupe, nuestra vida a dado un giro de 180 grados y las cosas están sucediendo muy rápido, esto no me agrada. Sin embargo ruego al cielo que toda vaya bien- contestó Eugenia a su esposo.
-Te cuento que cuando estuve en la hacienda mis padres al comienzo no estaban de acuerdo con mi viaje pero al final me han dejado la decisión a mí. Ellos respetan lo que voy hacer- comentó Eduardo para que su esposa sepa que no había obstáculo de hacer el viaje a la capital. 
La fecha de la mudanza estaba cerca, Eugenia escribía algunas cartas a su madrina, a su tía Rosalía y a Virginia anunciando su viaje. En su debido momento las iría a visitar al llegar a la ciudad. Por suerte los síntomas de su embarazo habian cedido y podía trabajar sin excederse. 
En la mañana muy temprano, Eugenia revisaba junto con Filomena la lista de lo que se iba a llevar casi todo estaba embalado, solo faltaban algunas cosas y la mudanza estaría lista.
El siguiente domingo Eduardo y Eugenia fueron a despedirse de la familia, después de almorzar Anella madre de Eduardo decía a Eugenia lo triste que se sentía por el viaje pero aceptaba la decisión de su hijo. 
-Querida Anella, prometa que en algún momento irán a visitarnos a la ciudad, nosotros felices de poderlos recibir-. comentó Eugenia.
Al despedirse de su familia, Eduardo sintió un nudo en la garganta, abrazó a sus padres y hermanos y partió junto a su esposa a una nueva etapa de su vida.
Faltaba solo un día para partir, Eugenia fue a la capilla para rezar y despedirse de sus padres. Pidió su bendición y su protección  para el viaje que iba a realizar. Con Martín conversó para que mantenga bien cuidada la tumba de sus padres. 
Al día siguiente muy temprano, las maletas y baúles estaban en la carreta, los viajeros partían rumbo al puerto para embarcarse a su nuevo destino. Fermín y Odilo los esperaban para despedirse y se encargaron de cerrar la casa hasta nuevo aviso.
Los viajeros partieron al puerto de Cerro Azul, ahí tomarían el barco que los llevaba al puerto del Callao en la capital.
Confiada y con el corazón en la mano por tener que dejar todo lo que amaba, partió Eugenia junto a su esposo. La travesía no sería muy cómoda pero era la vía más segura para viajar. Ya en el puerto después de encargarse del equipaje y los baúles, Martín se despidió de los viajeros y con la carreta regreso de nuevo al fundo. Eduardo, Eugenia, Filomena y Celestina subían al barco para partir a su nuevo destino.  
Eugenia desde la baranda del navío se despedía de lo más querido para ella, mientras su esposo la abrazaba y le decía que todo iba a estar bien. 
El viaje no fue muy tranquilo, el vaivén del barco le producía náuseas y en su estado era aún peor, tenía la sensación de querer devolver el estómago, era un malestar terrible. El mar parecía infinito y se perdía en el horizonte, el paisaje de la costa frente a ellos y el pueblo quedaban atrás, Eduardo y Eugenia iban juntos hacia su nueva vida. 
Antes del anochecer llegaban los viajeros al puerto del Callao. Debían continuar el viaje, Eduardo contrató dos coches para ello y casi de madrugada llegaron a la ciudad de Lima, después de pasar algunos percances en el camino. Un invierno frío y lluvioso los recibió, la nueva dirección de la familia era Calle de los Lamentos # 1316 en el centro de la ciudad. 
Eugenia estaba agotada por el viaje, Eduardo se encargaba del equipaje con Filomena y Celestina. Era todo desconocida para ella, un frío helado recorrió su cuerpo, sentía temor pero también tenía confianza de que junto a su esposo la vida sería mejor una vez que logre adaptarse a su vida en la ciudad capital. 

CONTINUARÁ 
     
          
   
     
  
        


 

domingo, 9 de octubre de 2022

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Al llegar los novios a la estancia donde se celebraría la fiesta de la boda, los músicos contratados comenzaron a tocar la marcha nupcial. Los novios fueron los primeros en bailar y después el padre de Eduardo, habló con palabras dedicadas a su hijo y a su esposa le daba la bienvenida a la familia. Luego se brindó por los recién casados. La comida y la bebida eran abundantes, Anella había mandado traer toneles de vino para la fiesta. El festejo fue general, los esposos bailaban felices, cada uno de los hermanos de Eduardo sacó a bailar a Eugenia era su forma de felicitarla y recibirla en la familia. Cuando el cielo comenzaba a oscurecer se prendieron antorchas para alumbrar la estancia y que siga el festejo por los novios. La alegría y felicidad eran evidentes en Eduardo y Eugenia. La fiesta duró hasta pasada la media noche.
En un ambiente lo bastante alejado de la casa grande, estaba la habitación donde los novios pasarían su primera noche de bodas, era muy tarde para regresar al fundo. Mientras los padres de Eduardo despedían a los invitados, los recién casados se instalaban en la habitación que Anella había decorado con buen gusto y dedicación. En ese ambiente alejado y privado, eran solo ellos, no existía distancia ni impedimento para amarse y conocerse mejor. Eduardo se acercó a Eugenia la tomó en sus brazos como la primera vez que la besó, ahora eran esposos. Eugenia se entregó sin temor era solo el lenguaje del amor  el que hablaba. Envueltos en la pasión piel con piel se amaban. Eduardo sabía encontrar los puntos donde Eugenia se abandonaba y se entregaba en sus brazos. El mundo comenzaba con ellos y terminaba en ellos. Eran uno solo, en cuerpo y alma. 
Con la luz del nuevo día, los esposos amanecieron con sus cuerpos entrelazados, no habían palabras solo gestos de amor. Con el amanecer, recién tomaban conciencia de su entorno y de la habitación donde se encontraban  no tenían apuro en salir solo serenidad, la confianza entre los dos era evidente, la intimidad y el amor también.
Una hora más tarde tocaban la puerta de la habitación, era una empleada que traía el desayuno. Disfrutaban su momento a solas, conversaban y tomaban el desayuno, era tarde pero se alistaban con calma y sin prisa. Por unas horas el mundo se había detenido para ellos. Eugenia al vestirse se puso un bonito vestido azul prusia con cuello y puños blancos. Luego salieron de la habitación para reunirse en la casa grande con la familia  para la hora de almuerzo. 
En la casa familiar, Eugenia buscó a Filomena para preguntar si ella, Celestina y Martín estaban bien. Ella contestó que todos estaban bien y esperaban sus ordenes. Entonces Eugenia le dijo que guarde todo su equipaje porque después de almuerzo regresarían  al fundo. 
En la sala con la familia reunida comentaba los pormenores de la fiesta y de los invitados. Eugenia conversaba con Anella: -gracias por la organización y todos los detalles de la boda. No tengo palabras para darte las gracias por la fiesta en la hacienda y la ceremonia religiosa en la iglesia-.
-Te prometí que me encargaría de la boda y que eso sería nuestro regalo para ustedes  y he cumplido-. contestó La madre de Eduardo sonriente. 
Almorzaron los esposos con la familia en el comedor, Eugenia ahora tenía una gran familia y se sentía feliz y confiada. Después de disfrutar un delicioso almuerzo y brindar con vino por los recién casados, se tomó el café en la salita pequeña. Eugenia y Eduardo antes que oscurezca se despedían,  llegaba la hora de regresar al fundo. Eduardo comunicó a sus padres que se irían de luna de miel por unos días a un pueblo cercano a la cordillera. Con el equipaje guardado en la carreta, la despedida y los abrazos a la familia. Los esposos partían con la promesa de regresar pronto.
En el camino Eduardo prometía a Eugenia hacer un gran viaje de luna de miel, la ciudad escogida era New York: -mi querida esposa vamos hacernos un tiempo para viajar a New York, es mi promesa- tomó sus manos y las besos.
Eugenia sonreía feliz: -si querido, ese sería un gran viaje de bodas en barco para conocer la ciudad de New York-.
Los esposos llegaron al fundo, al caer la noche, Eugenia del brazo de Eduardo entró a la casa, ella tenía preparada una sorpresa cuando lo llevó a la habitación de recién casados para que vea lo bien que había quedado -Está será nuestra habitación Eduardo ¿te gusta?- preguntó.
-Si, es una hermosa habitación, está bien decorada y tiene grandes ventanales, los muebles quedaron muy bien. Gracias querida por estos arreglos-. contestó Eduardo.
Eduardo y Eugenia comenzaban una nueva vida, la ilusión de vivir juntos era ahora una realidad y esas eran las primeras mieles del matrimonio.
Los días avanzaban lentamente, la vida política en el  país por el momento estaba estable. El gobierno de Cáceres se fortalecía, atrás quedaba las luchas fratricidas y el desorden. La economía lentamente se reactivaba, aunque este proceso fue doloroso porque se vivía una total austeridad para que las medidas económicas surtieran efecto. El país se debatía en la peor crisis de su historia. El azúcar, el algodón y en menor cantidad la lana, seguían siendo el sostén de la economía. Las noticias sobre el país llegaban con retraso al pueblo de Cañete como al resto del país por lo difícil de las comunicaciones de la época. Los pobladores siempre esperaban con gran expectativa las noticias de la capital.
En el fundo La Alborada la vida continuaba, Eugenia y Eduardo habían regresado de su corta luna de miel se mostraban felices y estaban con ganas de empezar a trabajar. 
La tierra mostraba su bondad y fortaleza en el fundo, al permitir que los plantones de algodón crezcan fuertes y sanos. En esta etapa el riego era vital para continuar con éxito la campaña. El exceso de agua mataría las plantas y la poca cantidad de ella las secaría. Odilo que era el experto en el riego dirigía esta etapa para evitar que se corra algún riesgo y el trabajo de varias semanas se pierda. 
Era muy temprano en la mañana, Eugenia ese día no había salido al campo a supervisar el trabajo, no se sentía bien, su cuerpo estaba cambiando, las náuseas y mareos matutinos le indicaban que algo pasaba. Era el segundo mes que el sangrado natural se había suspendido, ya no tenía duda estaba embarazada. Eduardo se había ido temprano al pueblo, a su regreso le daría la feliz noticia, ella misma se sentía emocionada era una realidad que esperaban que ocurra. La preocupación por un instante fue que ya no podía salir a recorrer el campo, un golpe o un accidente sería fatal en su estado, ahora debía cuidarse.
Al media día llegó Eduardo a la casa y llamaba a su esposa -¡Eugenia! ¿Dónde estas? ¡Tengo que darte una gran noticia!- hablaba a viva voz.
Eugenia descansaba en su habitación, se sentía mal pero se puso de pie y fue al encuentro de Eduardo para contarle su feliz noticia.
Eduardo abrazó a su esposa, la besó en la frente y con alegría comentó: -Querida en diez días nos vamos a Lima. 
Unos segundos en silencio, Eugenia imaginaba que serían por unos días pero Eduardo sin dejarla hablar le explicaba que había llegado una carta de su amigo donde le decía que el trabajo que esperaba estaba a su disposición. Tenía tanto entusiasmo por la noticia que no vio la expresión de incredulidad en el rostro de su esposa. Volvió a besarla y luego se fue a la habitación para cambiarse de ropa.
La noticia dejo sin palabras a Eugenia, salió a la puerta y miró el campo de cultivo, pensó en lo que acababa de decir Eduardo, ¿Cómo iba a viajar a la capital si él sabía muy bien que ella tenía una gran  responsabilidad con el fundo?. Resuelta dio media vuelta para hablar con él y tratar de convencerlo que desista de ese viaje. 
-Eugenia caminó directo a la habitación, su esposo terminaba de vestirse para almorzar y habló con él con serenidad: -Eduardo, ¿Cómo vamos a viajar a Lima si tenemos que cuidar el fundo?, ¿has pensado en ello?-.
-Eugenia, no soy hombre de campo para quedarme en el fundo, comprende no puedo rechazar esta oportunidad-. contestó seguro de lo que decia. 
Su esposa no daba crédito a lo que escuchaba: -¿Por qué no hablaste de esto antes de casarnos? ¿por qué esperaste tanto tiempo para decir tu verdad?- preguntó molesta Eugenia.
-Porque todo este tiempo he tratado de luchar para acostumbrarme al trabajo del campo y no lo he conseguido, comprende por favor. Además no nos vamos para siempre, seguiremos pendientes del fundo. Fermín y Odilo pueden hacerse cargo y nosotros vendremos a supervisar cada tiempo, estaremos presentes en la cosecha. Todo este fundo es tuyo y yo quiero generar algo propio para compartirlo  contigo-. contestó Eduardo con el fin de convencer a su esposa.
Escuchar las palabras de Eduardo era demasiado para Eugenia -Tu sabes que nunca me he negado a compartir lo mío contigo, no puedo comprender tu actitud- contestó molesta. 
Era el primer desacuerdo entre los dos, ¿Qué iba a pasar ahora con ellos se preguntaba Eugenia? y salió de la habitación, Eduardo la siguió para encontrar la paz con ella: -Eugenia vamos almorzar tranquilos y después continuamos esta conversación, es mejor tener paz y calma para hablar sobre este tema-. finalizó Eduardo. 
Almorzaron en silencio, ninguno de los dos habló del tema. Más tarde Eugenia y Eduardo en la biblioteca conversaban con calma para resolver el conflicto: -querida este viaje no va ser ningún impedimento para que el fundo siga funcionando, recuerda que se viene un período donde la actividad en el campo es menor mientras crecen las plantas y esto toma su tiempo. Fermín te mandaría un informe mensual de como avanza el trabajo y el presupuesto de gasto que necesita el campo para que tú le envíes el dinero-. 
Era razonable lo que decía Eduardo, para él ya estaba todo resuelto pero Eugenia no terminaba de convencer la idea de un viaje para vivir en la capital. 
-Eduardo quiero que pensemos bien antes de tomar la decisión final, todo aquello es un cambio radical en nuestras vidas y debemos resolver en paz. Además con todo esto del viaje no he podido darte la noticia que es muy importante para los dos, estoy embarazada, no tengo duda sobre ello- comentó feliz Eugenia.
La cara de Eduardo se llenó de felicidad, por el momento nada más tenía importancia, un bebé era la mejor noticia de este mundo. Abrazó a Eugenia y la besó era un buen comienzo familiar. 
Dos días más tarde en la tranquilidad del hogar Eduardo comentaba con Eugenia sobre su trabajo en la capital. Se trataba de una empresa naviera muy importante que tenía su casa matriz en New York, él sería el director en Lima porque su amigo dejaba el puesto para viajar a Panamá y hacerse cargo de la oficina de la compañía en dicho país. Esta empresa compra productos en el Perú sobre todo algodón y minerales y luego los vende en el mercado internacional.  
-Eugenia, no podemos perder tiempo, tenemos que arreglar el viaje porque en unos días, yo tengo que estar en la capital lo más pronto- Eduardo estaba feliz con el rumbo que tomaba su vida.
-No me dejas elegir Eduardo, yo debo organizar las cosas en el fundo-. contestó molesta.
Eduardo se despedío de Eugenia, quería ir a la hacienda de sus padres para darles la buena noticia que iban a tener un nieto y además la noticia de su viaje a la capital.
La idea de un viaje no la llegaba a convencer a Eugenia, ella se quedó sola en la biblioteca y pensaba cómo irse de viaje en estas circunstancias. Quería tener calma para comenzar a tejer bellos roponcitos para el bebé, el primero sería  rosado y luego unos celestes y blancos también  porque no sabía si el bebé seria un varoncito o mujercita. 
Como era aun temprano y Eduardo no regresaría al fundo hasta la noche, Eugenia llamó a Celestina y le dijo que hable a Martín para que aliste la carreta, ella quería ir al pueblo para visitar al Dr. Murillo y hablar con él sobre el viaje a Lima que no terminaba de convencerla. Tenía la esperanza que su abogado hable con su esposo y logre hacerlo cambiar de idea. 
Eugenia comenzaba a sentir que la vida la llevaba por un camino que pensaba que no era para ella. Tal vez el Dr. Murillo la podía ayudar en el difícil momento que atravesaba su vida.


CONTINUARÁ       
       




 

  
 
  
        


 

martes, 4 de octubre de 2022

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Con la orden de Eugenia, Fermín llevó a Anselmo a la biblioteca donde la esperaban, después de unos minutos la joven entró en la habitación.
-Señorita Eugenia buenos días- dijo Anselmo y agregó -he venido por orden del señor Rodrigo de las Casas para traer a usted este presente por el motivo de su boda. Por favor puede usted abrir la caja- finalizó el capataz y puso sobre el escritorio una caja oscura.
Eugenia sorprendida se acercó,  rompió el sello de la caja desató el listón y al abrirla lo que vio en su interior la dejó sin aliento. Se trataba de un juego de cubiertos de plata para doce personas finamente labrado. El regalo era bello, exquisito y fino. Al recuperar el aliento dijo: -Anselmo espere, voy a escribir una nota de agradecimiento, para el señor De las Casas- Eugenia no esperaba un regalo tan valioso. 
Anselmo recibió el sobre con la nota de agradecimiento escrita por Eugenia, hizo una venia y se retiro. Cuando Eugenia se quedó a solas volvió abrir la caja y vio el juego de cubiertos que resplandecía por su brillo y delicadeza, era en verdad una obra de arte. La caja iba acompañada de una nota que decía 
-Eugenia con este presente quiero desearte lo mejor para tu nueva vida- al final se despedía y firmaba. Al parecer la madre de Eduardo había comenzado a repartir las invitaciones unas semanas antes de la boda y Rodrigo de las Casas seguro recibió la suya por eso sabía sobre la boda y el día en que ésta se iba a realizar. 
Eugenia llamó a Filomena para enseñarle el regalo, ella al ver el regalo  se quedó extasiada mirando la caja y la belleza de cubiertos: -señorita este regalo es muy fino y precioso, tal vez el señor Rodrigo asista a su boda, sería un motivo para salir de su encierro- comentó.
-No sé Filomena si el padre de Lucrecia asistirá a mi boda, él no está bien de salud pero me gustaría que pueda estar presente en ese día tan especial- contestó Eugenia y pensó en su vecino, el hacendado. 
Eduardo ese mismo día en la tarde, visitó a su prometida, ésta la enseñó el regalo que había mandado  Rodrigo De las Casas y tuvo la misma expresión de sorpresa de Eugenia: -querida- habló -es un regalo tan fino y valioso, si que te aprecia el padre de Lucrecia o tal vez le haces recordar a su hija mayor-
-No sé que pensar Eduardo, él siempre fue tan distante y de pocas palabras pero estoy agradecida y le envié una nota a nombre de los dos.
Mientras esto sucedía en la casa de Eugenia, en la hacienda de la familia de Eduardo, Anella la madre de éste, trabajaba sin parar y se multiplicaba para organizar cada detalle de la boda, nada debía quedar en el aire. La comida y las bebidas tenían que ser abundantes para que los invitados estén bien atendidos. Ya había contratado a los músicos y había también visitado la iglesia para hablar con el sacerdote que los iba a casar. La boda sería domingo al medio día. Anella estaba avocada al trabajo y quería que la hacienda luzca todo su esplendor. 
En medio de todos los preparativos para la boda, la temporada de siembra de algodón para la nueva campaña comenzaba en toda la región. Hacendados y pequeños agricultores estaban ocupados en el trabajo de cultivo en sus tierras, la gente trabajaba muy duro en el campo.
Odilo hacía su trabajo de siembra, con mucha dedicación y cuidado porque de ello dependía entre otras cosas que el cultivo se desarrolle sin problemas. El capataz comentaba cada mañana con Eugenia como realizaba el trabajo para que todo vaya bien. 
Una tarde que Eduardo visitaba a Eugenia, ella comentaba: -yo hubiera deseado que la boda se realice en el fundo y el sacerdote nos case en la capilla cerca de la casa, todo sería más familiar e íntimo.
Eduardo contestó al segundo: -Te pido, solo por esta vez complacer a mi madre, no sabes el trabajo que ella está haciendo. Mientras mi padre, mis hermanos y yo trabajamos en el campo, ella no descansa y revisa cada detalle de nuestra boda-. 
-Sí, lo puedo imaginar, tu madre ha demostrado ser una persona de mucha voluntad y carácter- contestó Eugenia decidida a complacer a la madre de su novio y futuro esposo. La joven también comentaba que ya había visitado a la modista varias veces para las pruebas de su vestido de novia y casi estaba terminado. Además su ajuar de novia también estaba terminado.
El arreglo de la habitación de los nuevos esposos también se avanzaba con los trabajos de  pintura y  decoración, pronto llegarían los muebles comprados por Eduardo y los trabajos de remodelacion debían estar listos. 
De noche, en su habitación Eugenia imaginaba como iba hacer el día de su boda, seguro se pondría nerviosa como todas las novias, ella iba ser el centro de todas las miradas y eso no le agradaba demasiado. Hubiera querido una boda más intima y familiar. Sus pensamientos la llevaron a imaginar una nueva vida junto a Eduardo. 
Al día siguiente en la tarde Martin anunciaba: -señorita Eugenia ya termine el trabajo de pintura en la habitación, me gustaría que viniera para dar su aprobación-.
Eugenia caminó hasta la habitación  y quedó gratamente complacida, el color de la pintura en las paredes lucía muy bien y las cortinas que eran nuevas, estaban recién instaladas, dio las gracias a Martín y lo felicitó por su buen trabajo. 
La madre de Eduardo Anella, le había pedido a a Eugenia no visitar la hacienda hasta la boda para que sea una sorpresa el día de la celebración. Con Eduardo le había enviado una nota pidiendo que espere hasta el domingo, el día del matrimonio.
Quedaba solamente una semana para el día de la boda, los días habían pasado muy rápido y en un momento de descanso en el jardín, Eugenia revisaba la lista de todo lo que tenía que hacer y casi estaba terminado, cuando de pronto Celestina la interrumpió para comunicarle que el Dr. Godofredo Murillo la esperaba en la biblioteca.
-Querida Eugenia buenas tarde. saludó cuando entró en la habitación.
-Dr. Murillo que sorpresa su visita- 
-He venido personalmente por dos motivos, el primero es para pedirte que un día antes de la boda te hospedes en la casa con mi familia, así será más fácil ir a la ceremonia en la iglesia ¿no te parece? y lo segundo es para traer mi regalo de matrimonio- y sobre el escritorio puso una caja envuelta en terciopelo. 
-No se hubiera molestado para mí su mejor regalo es entregarme en la iglesia- contestó la joven al mismo tiempo que abría la caja. El regalo era un fino jarrón de porcelana, una pieza importada y hermosa.  
-Dr. Murillo es un detalle tan delicado de su parte, gracias por el regalo  y por otro lado estoy de acuerdo con usted en salir de su casa para ir a la iglesia, así será mejor. Dr. Murillo no tengo palabras para agradecer tanta amabilidad- contestó Eugenia. 
-Mi querida niña, no tienes que agradecer nada yo estoy feliz de acompañarte a la iglesia- termino de decir el abogado y se despidio de Eugenia con muchas reverencias. 
Tres días antes de la boda llegaron los muebles nuevos de matrimonio con este detalle se terminó de decorar la habitación, todo se veía tan fino con la ropa de cama nueva y las flores perfumadas en un jarrón.  La habitación parecía más iluminada y quedaba lista para recibir a los recién casados. 
Todos los arreglos para el día de la ceremonia quedaban listos. Anella en la hacienda terminaba de dar los últimos toques a la casa y en la iglesia los arreglos florales también estaban listos. Ese día domingo, estaría el altar de la iglesia lleno de flores y  cintas para adornar. 
Ya no había nada que terminar, los trabajos de la boda se terminaron y un día antes Eugenia en el fundo, junto con Filomena preparaban el equipaje para ir a la casa de la familia Murillo. Vestidos y zapatos llenaban el baúl y lo más importante, el vestido de novia envuelto en papel de seda para que no se estropee, viajaba dentro de una caja especial.
Antes de partir para el pueblo Eugenia ordenó: -Filomena asegúrate que todo el equipaje este completo y que Martín lo suba a la carreta. Nada debe faltar para mi arreglo personal, voy un momento a la capilla- terminó de decir y caminó despacio hasta el lugar  para rezar y pedir la bendición de Dios-.
En la capilla la conversación con Dios fue íntima y sentida. Lamentó que sus padres no estén presentes pero aceptaba la voluntad de Dios. Después de decir sus oraciones salió de la capilla fue a la tumba de sus padres y les pidió su protección y bendiciones para iniciar su nueva vida. Luego regresó hasta la carreta para viajar al pueblo junto a Martín y Filomena para que esta última la ayude a vestirse al día siguiente, mientras que Martin regresaba al fundo para llevar al día siguiente  a Celestina, Odilo y Fermín a la iglesia. 
Eugenia estaba emocionada, en el camino pensaba, mañana sería el día de mi boda, el corazón le palpitaba con fuerza y casi podía escuchar sus latidos. Cuando llegó a la casa del Dr. Murillo su familia la recibió con cariño, todos conocían a Eugenia, estaban felices por ella y su boda con Eduardo. La esposa del abogado la llevó a su habitación, donde pasaría la última noche de soltera. Luego la familia la invitó a pasar al comedor, había una cena en su honor. La joven no sabía como agradecer tantas molestias. La comida estaba exquisita y la conversación animada pero al cabo de dos horas llegó el momento de retirarse a dormir, mañana sería un día especial y agitado para la novia.
Amaneció el día con un sol pleno, Eugenia desayuno con la familia, luego pidió que por favor llamen a Filomena para que la ayude con su arreglo y el vestido.
En su habitación estaba dispuesto, el baño de tina con sales y pétalos de rosas, Eugenia quería relajarse, sus nervios estaban a flor de piel con tantas emociones. En la casa de la familia todos iban y venían ocupados con su arreglo. Vestidos, zapatos y el traje del padrino se lucían sobre los muebles. En su habitación la novia se vestía y daba los últimos toques a su maquillaje, ya casi estaba lista, solo faltaba colocarse el velo. Frente al espejo Filomena la ayudaba con el velo. En ese instante  la puerta de la habitación se abrió y entró Anabel para decirle que era la hora de partir a la iglesia: 
-Mi querida amiga, te ves tan hermosa con tu vestido de novia- se acercó abrazó a Eugenia y le deseo lo mejor para su nueva vida. 
Cuando Eugenia salió de la habitación, en la sala la esperaba el Dr. Murillo impecable en su traje negro, toda la familia se reunió en la sala, elogiaban a Eugenia por su vestido y lo hermosa que lucía.
En las afueras la esperaba una carreta de lujo adornada con  flores blancas todo parecía un sueño que se hacia realidad. 
Junto al Dr. Murillo, subió Eugenia a la carreta que la llevaría a la iglesia. Estaba emocionada y nerviosa pero se controlaba y sonreía. El padrino a su lado la tomó de la mano y comentó: -tranquila Eugenia no estas sola-.
Al llegar a la iglesia en la calle había un tumulto de gente entre invitados y curiosos que quería ver a la novia. En su  interior el templo estaba adornado con flores, Eduardo esperaba en el altar, sonreía y se veía sereno. Eugenia segundos después de llegar caminaba del brazo del Dr. Murillo al encuentro de su novio.
La ceremonia en la iglesia se celebró sin percances, el sacerdote que oficio la misa tuvo palabras de elogio para los novios, los conocía y conocía a sus familias. 
Al terminar la ceremonia los felicito y deseo mucha felicidad en su nueva vida.
A la salida de la iglesia las campanas repiqueteaban para anunciar el paso de los novios, los invitados los seguían hasta el coche que los llevaría a la hacienda donde los esperaba una gran fiesta especial para ellos. 
Eugenia con su vestido de novia y Eduardo con su traje oscuro lucían como salidos de un cuento. El novio elogio a su esposa: -querida luces hermosa con este bello vestido-. 
Eugenia agradeció sus palabras y subió al coche de la mano de Eduardo. Los novios partieron para celebrar su fiesta.
En el camino los novios comentaban lo hermosa que estaba la iglesia con tantas flores y las bellas palabras del sacerdote: -Eduardo tu madre se lució con los arreglos en la iglesia-.
-Eugenia yo te dije mi madre es experta todo aquello-. comentaba el novio mientras besaba la mano de su esposa. 
Al llegar a la hacienda en todo el camino de ingreso habían listones blancos para dar la bienvenida a los novios e invitados. La fiesta sería en la gran estancia, el espacio era grande y estaban dispuestas las mesas y adornos florales que se lucían por todos lados.
Eugenia no podía más con tanta emoción y alegría, Eduardo la ayudó a bajar del coche, ella estaba feliz  porque iniciaba una nueva vida junto al hombre que amaba.


CONTINUARÁ