martes, 4 de octubre de 2022

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Con la orden de Eugenia, Fermín llevó a Anselmo a la biblioteca donde la esperaban, después de unos minutos la joven entró en la habitación.
-Señorita Eugenia buenos días- dijo Anselmo y agregó -he venido por orden del señor Rodrigo de las Casas para traer a usted este presente por el motivo de su boda. Por favor puede usted abrir la caja- finalizó el capataz y puso sobre el escritorio una caja oscura.
Eugenia sorprendida se acercó,  rompió el sello de la caja desató el listón y al abrirla lo que vio en su interior la dejó sin aliento. Se trataba de un juego de cubiertos de plata para doce personas finamente labrado. El regalo era bello, exquisito y fino. Al recuperar el aliento dijo: -Anselmo espere, voy a escribir una nota de agradecimiento, para el señor De las Casas- Eugenia no esperaba un regalo tan valioso. 
Anselmo recibió el sobre con la nota de agradecimiento escrita por Eugenia, hizo una venia y se retiro. Cuando Eugenia se quedó a solas volvió abrir la caja y vio el juego de cubiertos que resplandecía por su brillo y delicadeza, era en verdad una obra de arte. La caja iba acompañada de una nota que decía 
-Eugenia con este presente quiero desearte lo mejor para tu nueva vida- al final se despedía y firmaba. Al parecer la madre de Eduardo había comenzado a repartir las invitaciones unas semanas antes de la boda y Rodrigo de las Casas seguro recibió la suya por eso sabía sobre la boda y el día en que ésta se iba a realizar. 
Eugenia llamó a Filomena para enseñarle el regalo, ella al ver el regalo  se quedó extasiada mirando la caja y la belleza de cubiertos: -señorita este regalo es muy fino y precioso, tal vez el señor Rodrigo asista a su boda, sería un motivo para salir de su encierro- comentó.
-No sé Filomena si el padre de Lucrecia asistirá a mi boda, él no está bien de salud pero me gustaría que pueda estar presente en ese día tan especial- contestó Eugenia y pensó en su vecino, el hacendado. 
Eduardo ese mismo día en la tarde, visitó a su prometida, ésta la enseñó el regalo que había mandado  Rodrigo De las Casas y tuvo la misma expresión de sorpresa de Eugenia: -querida- habló -es un regalo tan fino y valioso, si que te aprecia el padre de Lucrecia o tal vez le haces recordar a su hija mayor-
-No sé que pensar Eduardo, él siempre fue tan distante y de pocas palabras pero estoy agradecida y le envié una nota a nombre de los dos.
Mientras esto sucedía en la casa de Eugenia, en la hacienda de la familia de Eduardo, Anella la madre de éste, trabajaba sin parar y se multiplicaba para organizar cada detalle de la boda, nada debía quedar en el aire. La comida y las bebidas tenían que ser abundantes para que los invitados estén bien atendidos. Ya había contratado a los músicos y había también visitado la iglesia para hablar con el sacerdote que los iba a casar. La boda sería domingo al medio día. Anella estaba avocada al trabajo y quería que la hacienda luzca todo su esplendor. 
En medio de todos los preparativos para la boda, la temporada de siembra de algodón para la nueva campaña comenzaba en toda la región. Hacendados y pequeños agricultores estaban ocupados en el trabajo de cultivo en sus tierras, la gente trabajaba muy duro en el campo.
Odilo hacía su trabajo de siembra, con mucha dedicación y cuidado porque de ello dependía entre otras cosas que el cultivo se desarrolle sin problemas. El capataz comentaba cada mañana con Eugenia como realizaba el trabajo para que todo vaya bien. 
Una tarde que Eduardo visitaba a Eugenia, ella comentaba: -yo hubiera deseado que la boda se realice en el fundo y el sacerdote nos case en la capilla cerca de la casa, todo sería más familiar e íntimo.
Eduardo contestó al segundo: -Te pido, solo por esta vez complacer a mi madre, no sabes el trabajo que ella está haciendo. Mientras mi padre, mis hermanos y yo trabajamos en el campo, ella no descansa y revisa cada detalle de nuestra boda-. 
-Sí, lo puedo imaginar, tu madre ha demostrado ser una persona de mucha voluntad y carácter- contestó Eugenia decidida a complacer a la madre de su novio y futuro esposo. La joven también comentaba que ya había visitado a la modista varias veces para las pruebas de su vestido de novia y casi estaba terminado. Además su ajuar de novia también estaba terminado.
El arreglo de la habitación de los nuevos esposos también se avanzaba con los trabajos de  pintura y  decoración, pronto llegarían los muebles comprados por Eduardo y los trabajos de remodelacion debían estar listos. 
De noche, en su habitación Eugenia imaginaba como iba hacer el día de su boda, seguro se pondría nerviosa como todas las novias, ella iba ser el centro de todas las miradas y eso no le agradaba demasiado. Hubiera querido una boda más intima y familiar. Sus pensamientos la llevaron a imaginar una nueva vida junto a Eduardo. 
Al día siguiente en la tarde Martin anunciaba: -señorita Eugenia ya termine el trabajo de pintura en la habitación, me gustaría que viniera para dar su aprobación-.
Eugenia caminó hasta la habitación  y quedó gratamente complacida, el color de la pintura en las paredes lucía muy bien y las cortinas que eran nuevas, estaban recién instaladas, dio las gracias a Martín y lo felicitó por su buen trabajo. 
La madre de Eduardo Anella, le había pedido a a Eugenia no visitar la hacienda hasta la boda para que sea una sorpresa el día de la celebración. Con Eduardo le había enviado una nota pidiendo que espere hasta el domingo, el día del matrimonio.
Quedaba solamente una semana para el día de la boda, los días habían pasado muy rápido y en un momento de descanso en el jardín, Eugenia revisaba la lista de todo lo que tenía que hacer y casi estaba terminado, cuando de pronto Celestina la interrumpió para comunicarle que el Dr. Godofredo Murillo la esperaba en la biblioteca.
-Querida Eugenia buenas tarde. saludó cuando entró en la habitación.
-Dr. Murillo que sorpresa su visita- 
-He venido personalmente por dos motivos, el primero es para pedirte que un día antes de la boda te hospedes en la casa con mi familia, así será más fácil ir a la ceremonia en la iglesia ¿no te parece? y lo segundo es para traer mi regalo de matrimonio- y sobre el escritorio puso una caja envuelta en terciopelo. 
-No se hubiera molestado para mí su mejor regalo es entregarme en la iglesia- contestó la joven al mismo tiempo que abría la caja. El regalo era un fino jarrón de porcelana, una pieza importada y hermosa.  
-Dr. Murillo es un detalle tan delicado de su parte, gracias por el regalo  y por otro lado estoy de acuerdo con usted en salir de su casa para ir a la iglesia, así será mejor. Dr. Murillo no tengo palabras para agradecer tanta amabilidad- contestó Eugenia. 
-Mi querida niña, no tienes que agradecer nada yo estoy feliz de acompañarte a la iglesia- termino de decir el abogado y se despidio de Eugenia con muchas reverencias. 
Tres días antes de la boda llegaron los muebles nuevos de matrimonio con este detalle se terminó de decorar la habitación, todo se veía tan fino con la ropa de cama nueva y las flores perfumadas en un jarrón.  La habitación parecía más iluminada y quedaba lista para recibir a los recién casados. 
Todos los arreglos para el día de la ceremonia quedaban listos. Anella en la hacienda terminaba de dar los últimos toques a la casa y en la iglesia los arreglos florales también estaban listos. Ese día domingo, estaría el altar de la iglesia lleno de flores y  cintas para adornar. 
Ya no había nada que terminar, los trabajos de la boda se terminaron y un día antes Eugenia en el fundo, junto con Filomena preparaban el equipaje para ir a la casa de la familia Murillo. Vestidos y zapatos llenaban el baúl y lo más importante, el vestido de novia envuelto en papel de seda para que no se estropee, viajaba dentro de una caja especial.
Antes de partir para el pueblo Eugenia ordenó: -Filomena asegúrate que todo el equipaje este completo y que Martín lo suba a la carreta. Nada debe faltar para mi arreglo personal, voy un momento a la capilla- terminó de decir y caminó despacio hasta el lugar  para rezar y pedir la bendición de Dios-.
En la capilla la conversación con Dios fue íntima y sentida. Lamentó que sus padres no estén presentes pero aceptaba la voluntad de Dios. Después de decir sus oraciones salió de la capilla fue a la tumba de sus padres y les pidió su protección y bendiciones para iniciar su nueva vida. Luego regresó hasta la carreta para viajar al pueblo junto a Martín y Filomena para que esta última la ayude a vestirse al día siguiente, mientras que Martin regresaba al fundo para llevar al día siguiente  a Celestina, Odilo y Fermín a la iglesia. 
Eugenia estaba emocionada, en el camino pensaba, mañana sería el día de mi boda, el corazón le palpitaba con fuerza y casi podía escuchar sus latidos. Cuando llegó a la casa del Dr. Murillo su familia la recibió con cariño, todos conocían a Eugenia, estaban felices por ella y su boda con Eduardo. La esposa del abogado la llevó a su habitación, donde pasaría la última noche de soltera. Luego la familia la invitó a pasar al comedor, había una cena en su honor. La joven no sabía como agradecer tantas molestias. La comida estaba exquisita y la conversación animada pero al cabo de dos horas llegó el momento de retirarse a dormir, mañana sería un día especial y agitado para la novia.
Amaneció el día con un sol pleno, Eugenia desayuno con la familia, luego pidió que por favor llamen a Filomena para que la ayude con su arreglo y el vestido.
En su habitación estaba dispuesto, el baño de tina con sales y pétalos de rosas, Eugenia quería relajarse, sus nervios estaban a flor de piel con tantas emociones. En la casa de la familia todos iban y venían ocupados con su arreglo. Vestidos, zapatos y el traje del padrino se lucían sobre los muebles. En su habitación la novia se vestía y daba los últimos toques a su maquillaje, ya casi estaba lista, solo faltaba colocarse el velo. Frente al espejo Filomena la ayudaba con el velo. En ese instante  la puerta de la habitación se abrió y entró Anabel para decirle que era la hora de partir a la iglesia: 
-Mi querida amiga, te ves tan hermosa con tu vestido de novia- se acercó abrazó a Eugenia y le deseo lo mejor para su nueva vida. 
Cuando Eugenia salió de la habitación, en la sala la esperaba el Dr. Murillo impecable en su traje negro, toda la familia se reunió en la sala, elogiaban a Eugenia por su vestido y lo hermosa que lucía.
En las afueras la esperaba una carreta de lujo adornada con  flores blancas todo parecía un sueño que se hacia realidad. 
Junto al Dr. Murillo, subió Eugenia a la carreta que la llevaría a la iglesia. Estaba emocionada y nerviosa pero se controlaba y sonreía. El padrino a su lado la tomó de la mano y comentó: -tranquila Eugenia no estas sola-.
Al llegar a la iglesia en la calle había un tumulto de gente entre invitados y curiosos que quería ver a la novia. En su  interior el templo estaba adornado con flores, Eduardo esperaba en el altar, sonreía y se veía sereno. Eugenia segundos después de llegar caminaba del brazo del Dr. Murillo al encuentro de su novio.
La ceremonia en la iglesia se celebró sin percances, el sacerdote que oficio la misa tuvo palabras de elogio para los novios, los conocía y conocía a sus familias. 
Al terminar la ceremonia los felicito y deseo mucha felicidad en su nueva vida.
A la salida de la iglesia las campanas repiqueteaban para anunciar el paso de los novios, los invitados los seguían hasta el coche que los llevaría a la hacienda donde los esperaba una gran fiesta especial para ellos. 
Eugenia con su vestido de novia y Eduardo con su traje oscuro lucían como salidos de un cuento. El novio elogio a su esposa: -querida luces hermosa con este bello vestido-. 
Eugenia agradeció sus palabras y subió al coche de la mano de Eduardo. Los novios partieron para celebrar su fiesta.
En el camino los novios comentaban lo hermosa que estaba la iglesia con tantas flores y las bellas palabras del sacerdote: -Eduardo tu madre se lució con los arreglos en la iglesia-.
-Eugenia yo te dije mi madre es experta todo aquello-. comentaba el novio mientras besaba la mano de su esposa. 
Al llegar a la hacienda en todo el camino de ingreso habían listones blancos para dar la bienvenida a los novios e invitados. La fiesta sería en la gran estancia, el espacio era grande y estaban dispuestas las mesas y adornos florales que se lucían por todos lados.
Eugenia no podía más con tanta emoción y alegría, Eduardo la ayudó a bajar del coche, ella estaba feliz  porque iniciaba una nueva vida junto al hombre que amaba.


CONTINUARÁ  
  
  
    
       
        
 
 
         
    
   
  


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario