No podía creer que mi amigo, no mi hermano, se encontraba en ese estado, si no fuera porque su nombre estaba escrito en su historia clínica, no lo creería. Su rostro y su cuerpo estaban vendados, su vida corría peligro. Hablé con la enfermera para que permita acercarme a su cama y hablar con él, ella me contestó que por el momento no podía pasar, ¡nadie podía pasar!.
-Sargento, usted conocía bien a su amigo y seguía pensando que era una accidente- comentó Elia para aclarar sus dudas.
-Si señorita, yo estaba seguro que era un accidente, Cassolino era un hombre integro y de gran valor, él salvó mi vida en una ocasión- aseguró el Sargento Sánchez y comenzó a relatar su historia.
Cassolino y yo habíamos terminado la escuela y fuimos destacados a la misma comandancia, estabamos felices porque comenzaríamos a trabajar juntos, ya nos conocíamos y entre nosotros teníamos mucha confianza. Patrullábamos juntos las calles de nuestra jurisdicción y todo parecía sencillo. El horario no era tan rígido y teníamos más tranquilidad, pero un día las cosas cambiaron, teníamos un nuevo jefe y nuestros horarios de trabajo se hicieron más estrictos. Teníamos dos veces por semana, horas de patrullaje toda la noche, fue en una de esas horas que viví una experiencia que jamás olvidaría. Ese día nos había tocado hacer guardia toda la noche, eran cerca de las 11 pm cuando avisaron de un asalto en un local, nosotros estabamos cerca y teníamos que ir a supervisar lo que sucedía. Llegamos muy pronto al lugar del asalto y vimos correr a tres delincuentes con unas cajas, corrimos tras de ellos, se notaba que conocían bien el lugar porque se perdieron dentro de una calle oscura, yo tomé la delantera a Cassolino y trepé en un techo para ver mejor a la distancia, no me di cuenta que había una casa medio derruida y de una de las ventanas con los vidrios rotos salió una mano con un arma y me disparó en el pecho, en ese instante caí al suelo, de no haber sido por Cassolino no estaría hablando aquí, él corrió hacia mí, exponiendo su vida y me arrastró hasta ponerme en un lugar seguro. Mi pecho sangraba y solo recuerdo que se desató una balacera. Cassolino respondió con su arma y pedía por la radio refuerzos, pero estos no llegaban, pensé que era nuestro fin. Había puesto a mi amigo al borde de la muerte porque yo olvidé la regla número uno de un policía, cual es, proteger su vida sobre cualquier circunstancia. Al subirme al techo me convertí en un blanco fácil porque mi cuerpo estaba al descubierto. El disparo que me lanzaron fue certero y me hirió cerca del corazón, creí que moriría desangrado, a lo lejos podía escuchar la voz de mi amigo que repetía ¡llegaron los refuerzos! ¡resiste Sánchez,! ¡resiste!. Después de eso perdí el conocimiento, solo se que en una ambulancia me llevaron de emergencia al Hospital Central, pude sobrevivir aunque perdí mucha sangre, unos días después, logré salir del peligro y recuperarme. Cassolino me salvó, él arriesgó su vida por mí para salvarme, de no ser así, ahora no estaría contando este pasaje de mi vida, estoy seguro que los delincuentes me hubieran dado el tiro de gracia para morir.
Gerardo Sánchez se quedó unos segundos en silencio como recordando aquel episodio donde casi pierde la vida. Luego agregó, los delincuentes fueron atrapados por los policías que vinieron en nuestra ayuda y sé que el que me disparó hasta ahora cumple condena. Mi querido amigo fue valiente y arriesgó su vida por mí, por eso me dolió no poder hacer lo mismo por él cuando estuvo en peligro. Fui al hospital durante varios días, hasta que en el cambio de turno de enfermeras, una de ellas me permitió pasar después de rogarle que me dejará ver a mi amigo. Me proporcionó un mandil, una gorra para el cabello y zapatos de hule para no infectar la sala de cuidados intensivos con algún microbio. Me acerqué a su cama y comencé hablarle, no debía tocarlo, le dije quien era y como lamentaba encontrarlo en ese estado. Él no podía contestarme pero sabía que me escuchaba porque abrió lentamente los ojos por unos segundos. Lo inyectaban con fuertes sedantes para que el dolor fuera menos intenso, las quemaduras cubrían todo su cuerpo, el corazón me dolía al ver en ese estado a un amigo tan querido, pero no podía hacer nada por él. Lo acompañe por diez minutos que fue el tiempo que permitieron, luego pregunté a la enfermera cual era su diagnóstico, ella me contestó que no creían los doctores que iba a superar su estado, él se encontraba demasiado grave. Cuando llegué a casa le conté Amanda lo sucedido a Cassolino, sabía que ella le tenía gran estima, mi esposa tampoco podía creer lo que se hablaba sobre él. Fueron varios días de agonía para mi amigo, yo lo visitaba a diario y algunas veces lograba hablar con él, después de una semana de sufrimiento falleció, la fuerza de su cuerpo no logró superar las quemaduras.
-Señorita Elia, lo digo en serio, cuando me enteré de su muerte lloré, fue un golpe muy grande para mí. Mi hermano se había ido y yo no pude hacer nada para salvar su vida- comentó el Sargento.
-Hicieron alguna investigación sobre su accidente, algo quedó en claro- Agregó Elia Ruiz.
-Si, hubo una investigación sobre su accidente. El carro siniestrado tenía los cables del contacto directo expuesto, por eso al encender la máquina una chispa saltó e inicio el fuego. Un mes después de su entierro, su esposa nos contó que él estaba sufriendo un problema grave de salud, su páncreas, tenía serios problemas y los doctores creían que solo tenía unos meses de vida. Al enterarme quedé paralizado, no sabía nada de sus problemas de salud, jamás me había hablado de ello. Tal vez él pensaba que era mejor así y no deseaba preocupar a nadie porque ni sus padres ni hermanos sabían nada. El accidente y la muerte de mi amigo me hicieron reflexionar sobre muchas cosas y lo difícil que es cuando uno tiene familia. Siempre voy a extrañar a Cassolino él era un gran hombre en todas sus dimensiones. Ahora que estoy con este problema de salud espero salir adelante y superar el mal con la operación que me van a hacer, deseo vivir varios años más.
-Por supuesto Sargento, usted va estar bien después de su operación y tendrá varios años de vida. Lamento en verdad lo sucedido a su amigo, seguro que él está en un lugar en el cielo. Su relato fue conmovedor- dijo Elia y se despidió ya era hora de regresar a su oficina para terminar su trabajo.
Amanda había regresado del hospital después de visitar a su esposo, los horarios eran muy estrictos estaba a punto de irse a la cama cuando sonó el timbre de la puerta, ella pensó -seguro es Nora que me viene a contar algo sobre su día-. Al abrir la puerta se dio la gran sorpresa de su vida, Eran sus hijos Felipe y Andrés que habían llegado de viaje sin avisar el día para darle una sorpresa a su madre. Amanda lloraba de felicidad al abrazar a sus hijos a los que extrañaba demasiado.
CONTINUARÁ
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