Mientras el Sargento Sánchez se quedaba en silencio a unos pasos de la montaña, su esposa Amanda se mantuvo a una distancia, ella deseaba dejarlo a solas con sus recuerdo. El viento a esa hora de la mañana era frío pero el paisaje era el mismo que Gerardo conocía. Avanzó unos pasos, recordaba muy bien donde estaba el camino para subir hasta su pueblo. Se detuvo un momento, qué pensamientos pasaban por su cabeza. Parado frente a la cordillera y a unos pasos del camino Gerardo Sánchez se detuvo, se dio cuenta que ya no era ese joven lleno de ilusiones, sueños y fuerza que bajó de la montaña. Los años y la enfermedad habían debilitado su cuerpo, para él sería imposible escalar la altura de 5,500 metros y retar al clima helado de lugar. Reflexionó un segundo y llamó a su esposa: -Amanda no voy a poder subir a visitar mi pueblo y a mis hermanas, siento que me van a faltar las fuerzas-. Abrazó a su esposa y sus ojos se llenaron de lágrimas, lloraba en silencio y agregó -tú siempre supiste que no iba a poder escalar la montaña, pero igual me acompañaste. Mi necedad no escuchó tus palabras-.
-No lo sabía con seguridad, pero presentía que iba ser un esfuerzo supremo para los dos, no tenemos veinte años. La altura, el clima helado y lo difícil del camino nos impedía llegar hasta tu pueblo. Sé que para ti era importante este viaje, visitar a tus hermanas y acercarte a la tumba de tus padres. Allá arriba están tus recuerdos más queridos. Somos humanos y el tiempo nos ha pasado la cuenta- contestó su esposa.
En el silencio del valle, el Sargento Sánchez le pidió Amanda un momento a solas, ella comprendió sus deseos y se apartó unos metros. Su esposo deseaba estar un momento en comunión con sus recuerdos, pero sobre todo con sus padres a los que había dejado en el pueblo y faltado a su palabra de regresar a visitarlos. Ese arrepentimiento la apretaba el pecho, deseaba hablar con ellos aunque sea a la distancia y pedir perdón por su grave falta.
Mientras su esposo se quedaba a solas frente al camino de la montaña, Amanda le había pedido al chofer que espere para que los regrese de nuevo a la ciudad, éste estuvo de acuerdo y esperaría por ellos el tiempo necesario, solo agregó: -Señora este viaje de ida y vuelta va tener un costo diferente-.
-No sé preocupe- contestó Amanda y acordaron el precio a pagar por el viaje completo.
Después de más de una hora en comunión con sus recuerdos, Gerardo Sánchez se acercó al carro e indicó al chofer que los lleve de regreso a la ciudad. Subió al auto junto a su esposa y en todo el camino no dijo una palabra, se sentía conmocionado y una gran tristeza lo invadió, no habia podido subir para visitar su pueblo y eso le causaba una gran frustración.
Dos horas y media más tarde estaban en la ciudad frente al hotel. Amanda y su esposo se sentían cansados, el viaje los había agotado. Almorzaron tarde en el comedor del hotel y subieron luego a su habitación para descansar.
-Gerardo comentó: -Amanda, mañana vamos a visitar a los hijos de mi tía Carmina, ellos me pueden decirme si tienen alguna comunicación con mis hermanas o si saben algo de ellas-.
-Como desees- agregó su esposa -comprendo que ahora no sientes muchas ganas de salir, el viaje a la montaña ha sido agotador-.
-Si, me encuentro cansado, voy a darme un baño para luego ver algo de televisión- contestó con desgano el Sargento.
Lo que quedaba del día y la noche Gerardo Sánchez no estaba muy comunicativo, Amanda no insistió en hablar con él y lo dejó en el hall del hotel viendo un programa de turismo y aventuras para realizar en la ciudad.
Como se habían puesto de acuerdo los esposos, a las diez de la mañana del siguiente día, después del desayuno salieron a visitar a los hijos de la tía Carmina. Encontraron la tienda donde seguían vendiendo los famosos baúles forrados de cuero repujado, ellos habían heredado el negocio de sus padres y eran verdaderos artistas del cuero. Tallaban bellas figuras, flores o paisajes, el cuero era un material noble que les permitía trabajarlo y quedaba al final un hermoso baúl de puro arte, sea cual sea su tamaño. Ni bien entraron en la tienda los recuerdos se juntaron en su mente, cuanto tiempo habia pasado, la tía Carmina fue muy generosa con él. Gerardo y su esposa saludaron a los primos, Amanda se encantó con un precioso joyero trabajado en cuero que vio sobre el mostrador, Gerardo sin dudarlo compró para su esposa el pequeño baúl, una obra de arte. Los primos insistieron en regalárselo pero Gerardo no aceptó y en cambio si aceptó el regalo de unos pequeños llaveros de cuero con la figura de la cordillera.
El Sargento Sánchez por el comentario de sus primos se enteró que su hermana mayor Rosita hace mucho tiempo no bajaba a la ciudad, el trajín de subir y bajar de la montaña era demasiado para ella. En cambio sus hermanas menores Etelmira y Odilia si bajaban a la ciudad, pero cada vez era con menos frecuencia, sabía por los primos que sus hermanas estaban bien. La casa donde habia vivido toda la familia fue ampliada con dos habitaciones más. Ellas seguían en el negocio de la venta de lana y la crianza de sus animales que les proporcionaban la materia prima, además de ello eran las principales comerciantes de a región. El Sargento se alegró al escuchar tan buenas noticias sobre sus hermanas, él nunca tuvo dudas de que ellas sabrían llevar adelante el negocio. Sobre sus padres se enteró que estaban descansando en el pequeño camposanto del pueblo, ellos recibieron la bendición católica.
Los esposos se despidieron después de una larga conversación con los primos, Gerardo se sintió más tranquilo y feliz al saber que sus hermanas habían prosperado y llevaban el negocio familiar que ahora les pertenecía. Ya no deseaba quitarle más tiempo a sus primos, ellos tenían que seguir trabajando con sus baúles, un hotel les había pedido una cantidad muy importante de estos para un viajero que venía del extranjero.
Al despedirse y salir de la tienda Gerardo se sintió más animado y tranquilo, eran buenas noticias las que había escuchado, sus hermanas se encontraban bien. Tomó a su esposa de la mano y sus pasos lo llevaron hasta la avenida donde se encontraba el cuartel militar, se detuvo en la vereda del frente para contemplar y recordar sus días de recluta. Los recuerdos lo llevaron a la figura del general que lo apoyó en su ingreso, él sin proponérselo fue su guía que lo inspiró a seguir adelante. El Sargento guardaba un gran respeto por este hombre.
Dos días después de visitar a sus primos y pasear por la ciudad y sus alrededores tomaron el avión de regreso a la capital. Gerardo Sänchez no pudo cumplir el sueño de subir a la montaña y visitar su pueblo pero a pesar de ello se sentía tranquilo, hizo todo lo que pudo hacer, visitó los lugares que quería recordar y no podía pedir más, estaba vivo y eso era lo más importante.
Al entrar en la casa, todo lo encontraron en orden tal como cuando cerraron la puerta antes de partir. La vida se habia detenido por unos días con ese viaje, los momentos vividos fueron de felicidad. Ahora solo querían descansar y continuar con su vida normal. Nora los fue a visitar dos días después de su llegada, con ella comentaron todos los pormenores del viaje y como éste le había ayudado a Gerardo a superar su estado de ánimo.
Tres meses pasaron desde que los esposos habían realizado su viaje a la ciudad del Cuzco, cuando Lucy llamó a sus padres para decirles que la vayan a visitar a Italia, ya se había mudado a Milán y estaba instalada en su nueva casa.
-Madre por favor- decía Lucy al hablar por teléfono con Amanda -ustedes me prometieron que iban a llegar a visitarme, ahora ya estoy desde hace quince días instalada en mi nuevo hogar, Pietro y Nicola los esperan, tienen que venir cuanto antes-.
-No te preocupes Lucy, vamos a preparar todos los documentos para hacer el viaje, estoy segura que tu padre va estar feliz con la noticia- contestó Amanda.
Cuando colgó el teléfono, Amanda fue lo más pronto a buscar a su esposo que arreglaba una enredadera en el pequeño jardín.
-Gerardo- exclamó su esposa -voy a preparar todo lo necesario para nuestro viaje a Italia, Lucy quiere que viajemos lo más rápido. No puedo contener la emoción de estar en Milán junto a ella y nuestro nieto-.
-Amanda, ese viaje va ser más terrible que escalar la montaña, ¿crees qué podre hacerlo?- dijo bromeando el Sargento.
Su esposa sonrió y contestó -No te preocupes, claro que si podrás hacerlo, nuestra hija, su esposo y nieto nos esperan- fue su repuesta.
Tres semanas más tarde Amanda y Gerardo Sánchez estaban tomando su vuelo con destino a Italia, Lucy los esperaba en Milán. El Sargento se sentó al lado de la ventana y mientras el avión alzaba el vuelo y se alejaba de la ciudad, él miraba con nostalgia su querida cordillera que había dejado en su juventud y que ya no volvería a ver nunca más. Aceptó su realidad, quería guardar los recuerdos en un lugar de su memoria, se lamentó unos segundos de no haber viajado antes a la hermosa montaña pero sabía que por siempre la guardaría en un lugar de su corazón.
FIN