lunes, 26 de agosto de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5,500 MSNM!

Mientras el Sargento Sánchez se quedaba en silencio a unos pasos de la montaña, su esposa Amanda se mantuvo a una distancia, ella deseaba dejarlo a solas con sus recuerdo. El viento a esa hora de la mañana era frío pero el paisaje era el mismo que Gerardo conocía. Avanzó unos pasos, recordaba muy bien  donde estaba el camino para subir hasta su pueblo. Se detuvo un momento, qué pensamientos pasaban por su cabeza. Parado frente a la cordillera y a unos pasos del camino Gerardo Sánchez se detuvo, se dio cuenta que ya no era ese joven lleno de ilusiones, sueños y fuerza que bajó de la montaña. Los años y la enfermedad habían debilitado su cuerpo, para él sería imposible escalar la altura de 5,500 metros y retar al clima helado de lugar. Reflexionó un segundo y llamó a su esposa: -Amanda no voy a poder subir a visitar mi pueblo y a mis hermanas, siento que me van a faltar las fuerzas-. Abrazó a su esposa y sus ojos se llenaron de lágrimas, lloraba en silencio y agregó -tú siempre supiste que no iba a poder escalar la montaña,  pero igual me acompañaste. Mi necedad  no escuchó tus palabras-. 
-No lo sabía con seguridad, pero presentía que iba ser un esfuerzo supremo para los dos, no tenemos veinte años. La altura, el clima helado y lo difícil del camino nos impedía llegar hasta tu pueblo. Sé que para ti era importante este viaje, visitar a tus hermanas y acercarte a la tumba de tus padres. Allá arriba están tus recuerdos más queridos. Somos humanos y el tiempo nos ha pasado la cuenta- contestó su esposa.
En el silencio del valle, el Sargento Sánchez le pidió Amanda un momento a solas, ella comprendió sus deseos y se apartó unos metros. Su esposo deseaba estar un momento en comunión con sus recuerdos, pero sobre todo con sus padres a los que había dejado en el pueblo y faltado a su palabra de regresar a visitarlos. Ese arrepentimiento la apretaba el pecho, deseaba hablar con ellos aunque sea a la distancia y pedir perdón por su grave falta.
Mientras su esposo se quedaba a solas frente al camino de la montaña, Amanda le había pedido al chofer que espere para que los regrese de nuevo a la ciudad, éste estuvo de acuerdo y esperaría por ellos el tiempo necesario, solo agregó: -Señora este viaje de ida y vuelta va tener un costo diferente-.
-No sé preocupe- contestó Amanda y acordaron el precio a pagar por el viaje completo. 
Después de más de una hora en comunión con sus recuerdos, Gerardo Sánchez se acercó al carro e indicó al chofer que los lleve de regreso a la ciudad. Subió al auto junto a su esposa y en todo el camino no dijo una palabra, se sentía conmocionado y una gran tristeza lo invadió, no habia podido subir para visitar su pueblo y eso le causaba una gran frustración.
Dos horas y media más tarde estaban en la ciudad frente al hotel. Amanda y su esposo se sentían cansados, el viaje los había agotado. Almorzaron tarde en el comedor del hotel y subieron luego a su habitación para descansar. 
-Gerardo comentó: -Amanda, mañana vamos a visitar a los hijos de mi tía Carmina, ellos me pueden decirme si tienen alguna comunicación con mis hermanas o si saben algo de ellas-. 
-Como desees- agregó su esposa -comprendo que ahora no sientes muchas ganas de salir, el viaje a la montaña ha sido agotador-.
-Si, me encuentro cansado, voy a darme un baño para luego ver algo de televisión- contestó con desgano el Sargento.
Lo que quedaba del día y la noche Gerardo Sánchez no estaba muy comunicativo, Amanda no insistió en hablar con él y lo dejó en el hall del hotel viendo un programa de turismo y aventuras para realizar en la ciudad. 
Como se habían puesto de acuerdo los esposos, a las diez de la mañana del siguiente día, después del desayuno salieron a visitar a los hijos de la tía Carmina. Encontraron la tienda donde seguían vendiendo los famosos baúles forrados de cuero repujado, ellos habían heredado el negocio de sus padres y eran verdaderos artistas del cuero. Tallaban bellas figuras, flores o paisajes, el cuero era un material noble que les permitía trabajarlo y quedaba al final un hermoso baúl de puro arte, sea cual sea su tamaño. Ni bien entraron en la tienda los recuerdos se juntaron en su mente, cuanto tiempo habia pasado, la tía Carmina fue muy generosa con él. Gerardo y su esposa saludaron a los primos, Amanda se encantó con un precioso joyero trabajado en cuero que vio sobre el mostrador, Gerardo sin dudarlo  compró para su esposa el pequeño baúl, una obra de arte. Los primos insistieron en regalárselo pero Gerardo no aceptó y en cambio si aceptó el regalo de unos pequeños llaveros de cuero con la figura de la cordillera.
El Sargento Sánchez por el comentario de sus primos se enteró que su hermana mayor Rosita hace mucho tiempo no bajaba a la ciudad, el trajín de subir y bajar de la montaña era demasiado para ella. En cambio sus hermanas menores Etelmira y Odilia si bajaban a la ciudad, pero cada vez era con menos frecuencia, sabía por los primos que sus hermanas estaban bien. La casa donde habia vivido toda la familia fue ampliada con dos habitaciones más. Ellas seguían en el negocio de la venta de lana y la crianza de sus animales que les proporcionaban la materia prima, además de ello eran las principales comerciantes de a región. El Sargento se alegró al escuchar tan buenas noticias sobre sus hermanas, él nunca tuvo dudas de que ellas sabrían llevar adelante el negocio. Sobre sus padres se enteró que estaban descansando en el pequeño camposanto del pueblo, ellos recibieron la bendición católica.
Los esposos se despidieron después de una larga conversación con los primos, Gerardo se sintió más tranquilo y feliz al saber que sus hermanas habían prosperado y llevaban el negocio familiar que ahora les pertenecía. Ya no deseaba quitarle más tiempo a sus primos, ellos tenían que seguir trabajando con sus baúles, un hotel les había pedido una cantidad muy importante de estos para un viajero que venía del extranjero.
Al despedirse y salir de la tienda Gerardo se sintió más animado y tranquilo, eran buenas noticias las que había escuchado, sus hermanas se encontraban bien. Tomó a su esposa de la mano y sus pasos lo llevaron hasta la avenida donde se encontraba el cuartel militar, se detuvo en la vereda del frente para contemplar y recordar sus días de recluta. Los recuerdos lo llevaron a la figura del general que lo apoyó en su ingreso, él sin proponérselo fue su guía que lo inspiró a seguir adelante. El Sargento guardaba un gran respeto por este hombre.
Dos días después de visitar a sus primos y pasear por la ciudad y sus alrededores tomaron el avión de regreso a la capital. Gerardo Sänchez no pudo cumplir el sueño de subir a la montaña y visitar su pueblo pero a pesar de ello se sentía tranquilo, hizo todo lo que pudo hacer, visitó los lugares que quería recordar y no podía pedir más, estaba vivo y eso era lo más importante.
Al entrar en la casa, todo lo encontraron en orden tal como cuando cerraron la puerta antes de partir. La vida se habia detenido por unos días con ese viaje, los momentos vividos fueron de felicidad. Ahora solo querían descansar y continuar con su vida normal. Nora los fue a visitar dos días después de su llegada, con ella comentaron todos los pormenores del viaje y como éste le había ayudado a Gerardo a superar su estado de ánimo.
Tres meses pasaron desde que los esposos habían realizado su viaje a la ciudad del Cuzco, cuando  Lucy llamó a sus padres para decirles que la vayan a visitar a Italia, ya se había mudado a Milán y  estaba instalada en su nueva casa.
-Madre por favor- decía Lucy al hablar por teléfono con Amanda -ustedes me prometieron que iban a llegar a visitarme, ahora ya estoy desde hace quince días instalada en mi nuevo hogar, Pietro y Nicola los esperan, tienen que venir cuanto antes-.
-No te preocupes Lucy, vamos a preparar todos los documentos para hacer el viaje, estoy segura que tu padre va estar feliz con la noticia- contestó Amanda.
Cuando colgó el teléfono, Amanda fue lo más pronto a buscar a su esposo que arreglaba una enredadera en el pequeño jardín. 
-Gerardo- exclamó su esposa -voy a preparar todo lo necesario para nuestro viaje a Italia, Lucy quiere que viajemos lo más rápido. No puedo contener la emoción de estar en Milán junto a ella y nuestro nieto-.
-Amanda, ese viaje va ser más terrible que escalar la montaña, ¿crees qué podre hacerlo?- dijo bromeando el Sargento. 
Su esposa sonrió y contestó -No te preocupes, claro que si podrás hacerlo, nuestra hija, su esposo y nieto nos esperan- fue su repuesta. 
Tres semanas más tarde Amanda y Gerardo Sánchez estaban tomando su vuelo con destino a Italia,  Lucy los esperaba en Milán. El Sargento se sentó al lado de la ventana y mientras el avión alzaba el vuelo y se alejaba de la ciudad, él miraba con nostalgia su querida cordillera que había dejado en su juventud y que ya no volvería a ver nunca más. Aceptó su realidad, quería guardar los recuerdos en un lugar de su memoria, se lamentó unos segundos de no haber viajado antes a la hermosa montaña pero sabía que por siempre la guardaría en un lugar de su corazón. 


FIN        
          
             
     

 

lunes, 19 de agosto de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5,500 MSNM!

Amanda contestó a su esposo que estaba junto a ella tomando el desayuno  -Gerardo, por qué no esperas unos meses más para viajar, recién tienes poco tiempo de haber sido operado-.
-No deseo esperar más tiempo- exclamó Gerardo -me siento bien para hacer este viaje, no creo que me pase algo malo. Supongo que tú me vas acompañar- sentenció el esposo. 
Su esposa sabía que esto iba ha suceder, Gerardo Sánchez no iba ha entrar en razones, el viaje lo  ha haría de todas maneras.
-Creo que esta idea la has tenido desde antes de la operación, pero has pensado en lo complicado que puede ser el viaje. Vamos a llegar a una altura muy respetable, son 5,500 metros, la altura donde esta ubicado tu pueblo, mi querido esposo-. 
-Amanda esta idea de viajar la tengo desde hace mucho tiempo, sé que el trayecto es complicado pero primero volamos en avión, no por tierra y luego llegamos a la ciudad del Cuzco, nos alojamos  en un cómodo hotel. Paseamos dos días en la ciudad, para aclimatarnos y luego viajamos a la montaña. Espero que estés de acuerdo conmigo, no deseo iniciar una discusión, con tu compañía o sin ella igual voy a viajar, te suplico por favor me comprendas-.
El viaje para el Sargento Sánchez, era una realidad, nada lo iba ha detener. El deseo de visitar su pueblo, el lugar donde donde había nacido, era más grande que cualquier otra cosa. -Te prometo Amanda que me voy a cuidar, haremos todo el viaje con calma y no voy a dejar de tomar mis medicinas-. finalizó el esposo con un tono de ruego en la voz. 
Hacer el viaje para él era importante, Amanda sabía que no iba ha hacerlo cambiar de idea, diga lo que diga. Gerardo Sánchez estaba decidido a viajar.
-Bien, veo que no vas a cambiar de opinión por más que trate de explicar los inconvenientes, entonces comencemos a preparar las maletas y comprar los boletos de avión para la próxima semana ¿Te parece? ¿Estás de acuerdo?-. respondió Amanda resignada a la nueva situación.
-Comprende, lo que trato de hacer, este viaje se lo debo a mis padres desde hace años, no quiero que pase más tiempo-. añadió al final el Sargento.
-De acuerdo, no te preocupes voy a preparar las maletas para hacer juntos este viaje, solo pongo una condición:  En el primer instante que te sientas mal, de inmediato regresamos a Lima-.
-Te prometo que así será, no voy a excederme más de lo necesario en la altura-. dijo Gerardo seguro de que nada malo le podía pasar, se sentía bien y no tenía molestias. 
En la noche del mismo día, Lucy hablaba con su madre por teléfono, le comentaba como estaba ella y Nicola, Pietro ya vivía en Milán y esperaba pronto reunir a su familia. La madre omitió contarle a su hija sobre el viaje que pensaban hacer, no deseaba preocupar a Lucy con un problema más, ella ya tenía bastantes problemas que resolver con su esposo Pietro. 
Al día siguiente a la hora de almuerzo, Amanda conversaba con su hermana Nora que la había ido a visitar. -¿Qué te parece lo del viaje que quiere hacer Gerardo?- preguntó.
-¡Qué puedo decir Amanda!- replicó Nora -tu esposo ya tomó su decisión, de todas maneras va realizar el viaje, todos conocemos como es él cuando quiere hacer algo. Ahora te pido, no pienses de antemano que va pasar algún desastre, disfruta el viaje, vayan con calma y todo va estar bien-.
La conversación terminó cuando Gerardo entró al comedor para almorzar junto a su esposa y su cuñada. Los tres disfrutaron de un delicioso almuerzo y de una buena conversación.    
Andrés, en diferentes ocasiones había llamado a su madre para saber como iba la salud de su padre y por las palabras de su hijo, Amanda se enteró que éste seguía en comunicación con Elia Ruiz, parece que sus intenciones eran serias pero no debía sacar conclusiones a la ligera, ellos recién se estaban conociendo.
-Tu padre está cada día mejor- conversaba Amanda con su hijo -de verlo parece que ni lo hubieran operado- ella al final no comentó sobre el viaje que iban a realizar, era mejor así para no crear alarma y preocupación a sus hijos. Nora tenía razón era mejor disfrutar el viaje y hacerlo con calma, no era bueno pensar en tragedias.
Los días pasaron muy pronto, los boletos de avión estaban comprados y Amanda y su esposo se disponían a tomar el avión. La casa se quedó cerrada y en orden. En dos horas y treinta minutos estaban aterrizando en el aeropuerto de la ciudad del Cuzco. ¡Que alegría! sintió Gerardo al estar de nuevo cerca a la montaña donde quedaba su pueblo, como le prometió a su esposa nada de esfuerzos ni caminatas apuradas, todo se haría con tranquilidad. Lo que el Sargento lamentaba profundamente era saber que ya no estaba su tía Carmina que lo apoyó tanto cuando él era un joven recién llegado a la ciudad. La prima de su padre también había partido hace varios años atrás. Los esposos se hospedaron en un hotel reconocido, descansaron una hora y luego salieron a caminar por el centro, qué belleza, qué ciudad tan impresionante, parecían los típicos turistas que conocían recién la plaza principal, la iglesia, los portales que rodean la plaza. El paseo no duró demasiado. Gerardo quería descansar seguro mañana saldrían de nuevo a pasear. 
Al día siguiente los esposos hicieron lo propio, pasearon, entraron a la iglesia que siempre impresionaba por su construcción monumental hecha de piedra. Visitaron las galerías artesanales  donde vendían cosas típicas, compraron varios objetos para llevar de recuerdo y unas finas chompas tejidas con lana de alpaca. Gerardo sonreía, tal vez esas chompas eran hechas con las lanas que sus hermanas vendían. En sus paseos también averiguaron donde podían contratar un carro que los lleve a la montaña, el día siguiente era el día elegido para de ir a su pueblo.  Cansados regresaron al hotel cuando comenzaba a oscurecer, ya tenían contratado el carro que los llevaría hasta el valle donde se encontraba el camino para subir a la montaña. 
Muy temprano se levantó el Sargento Sánchez, a las ocho de la mañana venia el carro a recogerlos, debían estar listos para partir. A la hora indicada Gerardo hablaba con su esposa -Amanda debes apresurarte ya esta el carro esperando en la puerta del hotel-. Salieron de su habitación tan rápido que no desayunaron. Dos horas de camino más tarde llegaron al valle, Gerardo Sánchez salió del carro, ahí estaba la montaña hermosa como siempre, él la miraba extasiado como si fuera la primera vez que la encontraba, habia pasado demasiado tiempo. El valle verde que rodeaba la cordillera parecía aun más verde, que belleza de paisaje que serenidad experimentaba, se acercó a los pies de la gran montaña, ella lo miraba desafiante y hermosa. Orgullosa se levantaba hasta el cielo, los recuerdos de su niñez y juventud venían a su mente, de la emoción se quedó en silencio, solo se podía escuchar el viento.


CONTINUARÁ                             

 

lunes, 12 de agosto de 2024

TRES HISTORIAS...¡5,500 MSNM!

Ya era de noche, en la casa de la familia Sánchez habían terminado de cenar. En la sala cómodamente sentados Amanda, su hermana Nora y su esposo Gerardo, conversaban sobre la visita de sus hijos que ya habían partido, cada uno a sus respectivos hogares y trabajos en los países donde vivían. 
En los días que los muchachos estuvieron presentes, la casa se llenó de vida, alegría y conversaciones sobre los recuerdos de cuando eran pequeños y como se fue desarrollando la vida en la casa de la familia.  
Amanda recordaba cuando celebraba los cumpleaños de cada uno de sus hijos, el hogar se llena de niños para celebrar y cantar ¡Happy birthday! qué días felices aquellos y que emoción ver la alegría de sus hijos al recibir sus regalos. Luego vino la adolescencia y después la adultez de los jóvenes que buscaban encontrar su propio espacio y camino. Ni Amanda ni Gerardo sospecharon alguna vez que sus hijos iban a escoger vivir y desarrollar sus carreras en otros países. 
-Gerardo- comentó, Amanda -dentro de unos meses debemos viajar para visitar a Lucy, no es  fácil para ella venir a vernos. Su trabajo la absorbe demasiado-. 
-Si, creo que tienes razón, debemos planificar un viaje para visitar primero a Lucy, ella nos espera con mucha ilusión, además quiero tener en mis brazos al pequeño Nicola. Después podemos visitar a nuestros muchachos- contestó el esposo pero en su mente tenía planificado desde hace varios días otro viaje, uno que su voluntad se lo imponía, era algo que lo atormentaba y deseaba realizar. 
Nora que estaba presente con ellos en la sala comentó -Mis sobrinos nos llenaron de alegría, su visita fue el mejor regalo que tuviste mi estimado cuñado- después agregó -haciendo un paréntesis sobre los viajes y las visitas que desean hacer a mis sobrinos, quiero contarles que hoy tuve un día muy difícil en el hospital de Maternidad donde trabajo, tuvimos varias sesiones de partos como ya es común en un hospital de esa naturaleza, pero hubo un caso que si nos hizo desesperar y preocupar por las consecuencias que podía traer. Entró al hospital una mujer a las ocho de la mañana con dolores terribles de parto, tenía contracciones y es aquí donde se presentan los problemas. Estaba por traer al mundo a su octavo hijo, pero tenía una gran dificultad, la criatura se encontraba atravesada dentro del vientre y no podía nacer, el tiempo lo teníamos en contra, se debía practicar una cesárea y ese fue un gran dilema. La señora por su religión se negaba a que le practiquemos la operación y muchos menos ponerle algún tipo de medicina que calme el dolor. Ella decía que era la voluntad de Dios que esto suceda y que su religión le prohibía cualquier tipo de medicina para aliviarla. Una enfermera le habló sobre las consecuencia de no operar -la criatura puede morir y usted también puede perder la vida, piense en sus otros hijos y en su esposo, ¿Qué van hacer sin usted?-. La mujer se cerró completamente no iba a permitir una operación o que le pongan algún sedante. Suplicando a todos dijo -Dios ha dispuesto que así sea, si debo morir, tengo que respetar su voluntad. El doctor Arena fue directo con ella y contestó -usted está en el hospital de Maternidad no podemos dejarla morir ni tampoco a su bebé, es necesario actuar cuanto antes-. La señora no escuchaba al doctor, ella seguía repitiendo que Dios era su refugio y que solo él podía salvarla. Cansados de escuchar las mismas palabras la dejamos a solas en la sala de emergencia para que reflexione  y con una enfermera nos fuimos a buscar a su esposo a él se le explicó claramente cual era la situación. Para salvar a la madre y al hijo, debía firmar un documento y otorgar el permiso para operar a la esposa. El hombre dudó, repitió las mismas palabras que su señora, entonces hablé -Si no vamos a operar a su esposa, en este momento debe llevarla  a otro hospital, si muere en el camino, esa será su responsabilidad- terminé de explicar. El esposo al oír  mis palabras y las consecuencias de lo que podía suceder reaccionó y por fin firmó el permiso para proceder con la cesárea. Si nos demorábamos unos minutos más la criatura hubiera comenzado a tener sufrimiento fetal con consecuencias devastadoras para el bebé. La cesárea le salvó la vida a la hermosa niña y a la madre. Es terrible cuando se involucra a Dios en asuntos terrenales y se quiere forzar situaciones. El doctor Arena y su equipo realizaron la operación y todo llegó a un final feliz.  Se vivieron momentos de tensión y complicaciones, estabamos frente a la vida o la muerte de esta mujer. Tratamos de convencer al esposo para realizar una operación y esterilizar a la esposa para que no tenga más hijos. -No es bueno que una mujer tenga tantos hijos, eso va en deterioro de su salud- le recomendamos que era lo mejor. El esposo no quiso escuchar simplemente exclamó -¡No, no y no! no lo voy a permitir, nosotros tendremos la cantidad de hijos que Dios disponga-. No insistí, lo que suceda en el futuro con esta familia es su responsabilidad. Una de las enfermeras le dio un folleto sobre el control de la natalidad de forma natural. El esposo lo recibió, lo dobló y guardó en su bolsillo. Fue toda su respuesta.  
Amanda y Gerardo comentaron sobre el caso, parecía que las complicaciones vienen en todas las direcciones a la hora de un parto. 
Amanda contestó -Nora es increíble lo que nos cuentas sobre este caso, parece sacado de tiempos bíblicos-.
-Nadie en la sala de emergencia podía creer lo que sucedía en ese momento, la terquedad a la que puede llegar una persona en nombre de su religión. No importa que su vida este en peligro o la vida de su hijo. Por otro lado, tengo que decir que en mi consulta privada, he tenido bastante trabajo también esta semana. Cada día más mujeres prefieren dar a luz en la comodidad de su hogar. La tasa de nacimientos en nuestro país aún es alta. Por cada pareja nacen de tres a cuatro niños, en las clases sociales de bajos recursos y en la clase media y la clase alta los nacimientos son de un niño o dos como máximo. Si los dos padres trabajan se complica aun más la situación estas parejas suelen tener solo niño, esto suponemos es el camino del futuro-. finalizó Nora sus comentarios.
-Suponemos que esto puede pasar- comentó Amanda -criar hoy en día varios hijos es complicado y caro para los padres, el costo de vida sube cada día más-.
Nora se despidió de su hermana y Gerardo, ya era tarde y al día siguiente tenía que madrugar, como siempre el trabajo la ocupaba. 
Amanda preguntó a su esposo antes de ir a dormir -¿qué te parece si desde mañana buscamos  comprar los pasajes para Italia? recuerda que tenemos que revisar pasaportes y hacer algunos documentos. Comprar los boletos de viaje con dos meses de anticipación nos saldría más cómodo-.
Gerardo no contestó en el instante, estaba pensando la manera de decirle a su esposa que él quería realizar primero otro viaje. 
-Lucy recién a viajado de regreso a Roma- exclamó el esposo -debemos dejarla que se instale, además ella nos tiene que avisar a donde tenemos que llegar si a Roma o a Milán-.
-Entonces vamos a esperar que nos diga Lucy cuando debemos viajar- fue la respuesta de Amanda.
No era el momento, pensó Gerardo para proponerle a su esposa otro viaje, conversar sobre ese tema sería mejor hacerlo en la mañana mientras desayunaban tranquilos en el comedor. Se acostaron para dormir y pronto el sueño profundo los invadió, 
Con el primer rayo de luz del nuevo día, Gerardo se levantó, había dormido profundamente toda la noche pero en los últimos días en las mañanas al levantarse sentía un pequeño dolor como una punzada en el lugar donde tenía el corte de la operación, el doctor Montes que lo trataba le decía que eso se debía a que la herida estaba cicatrizando -te hemos realizado un corte profundo, tienes que tener paciencia y darle tiempo a tu cuerpo para que sane completamente- con estas palabras le aseguraba que todo iba bien.
Después de bañarse y cambiarse se dispuso a tomar el desayuno junto a su esposa en el comedor, Amanda ya tenía todo preparado y servido sobre la mesa. Gerardo dudó unos segundos y luego pensó que era el momento para tratar el tema del viaje que quería realizar.
-Amanda querida- dijo con voz serena -he pensado mucho en estos días y deseo hacer un viaje que es más corto que viajar a Italia y está dentro de nuestro país-
Su esposa tomó atención de sus palabras ¿qué deseaba hacer Gerardo?, se preguntó y luego contestó 
-¿cuál es ese viaje que deseas hacer y a donde?-.
-Deseo ir hasta la montaña, subir para visitar mi pueblo. Esta idea no me deja tranquilo, quiero visitar el lugar de descanso de mis padres, conversar con mis hermanas que viven todavía en la casa familiar-.
Un segundo de silencio, Amanda no sabía qué contestar, su esposo recién tenía un mes de operado y quería ir hasta la montaña,  era un viaje muy agotador ¿Qué decirle ahora para convencerlo de no hacer el viaje debido a su salud?. Gerardo no escucharía sus palabras y querría realizar  el viaje de todas maneras. ¿Qué decisión tomar ahora? pensó ¿cómo convencerlo que ese viaje no debía realizarlo. Su esposo podía ser a veces muy vehemente cuando se proponía algo. ¡Qué dolor! y ¡Qué preocupación!... para Amanda. 

CONTINUARÁ     
      


              

 

lunes, 5 de agosto de 2024

TRES HISTORIAS...¡5,500 MSNM!

El joven que había venido asentar su denuncia estaba frente a mí. Yo lo escuchaba decía el Sargento a sus hijos. Nunca olvidaré la expresión de su rostro mientras relataba su historia, sufría, eso se podía ver.
Entonces fui directo y  pregunté, comentó el Sargento: 
-¿Hasta este momento no sabes dónde está de tu madre?
-Como le vuelvo a repetir señor, ella desapareció hace diez años, en ese tiempo yo era un niño. Dos días antes que esto suceda, mi madre me habló. -Hijo nos vamos a ir de esta casa junto con tus hermanos-. Mi hermana Elina tenía ocho años y mi hermano más pequeño seis años, yo soy el mayor y tenía entonces doce años. Ella continuó hablando -ya no podemos vivir más tiempo en este lugar, tú sabes como es tu padre-. Mi madre tenía razón, todos vivíamos aterrados por su culpa, mi padre era un hombre violento e irascible, no se podía hablar con él, por cualquier motivo se enfadaba y nos maltrataba, no tengo que decirle como golpeaba a mi madre, ella nos defendía y él no tenía ninguna piedad con nosotros. Donde vivíamos nadie nos ayudaba, ningún vecino intervenía, creo que en el fondo le tenían miedo a mi padre. Sargento, mi madre cansada de tanto maltrato quería irse y llevarnos con ella. Por eso me dijo una mañana -No digas nada a tus hermanos, pasado mañana nos vamos de este lugar y nunca vamos a regresar. Pasaron dos días y cuando volvimos del colegio, mis hermanos y yo nos dimos cuenta que nuestra madre no estaba, todas sus cosas habían desaparecido. Recuerdo las palabras llenas de ira de mi padre -tu madre se ha ido, nos abandonó-. Cuando escuché sus palabras, de la tristeza me puse a llorar, mi padre me lanzó una cachetada y gritó -¡no llores! ella se fue y no va ha volver jamás-. Por temor de que me golpee o golpee a y mis hermanos me calle, no hable más. Teníamos demasiado miedo porque ahora estabamos completamente en sus manos. Su carácter violento se volvió contra nosotros y nos maltrataba por cualquier motivo, vivíamos tan aterrados que no podíamos movernos del lugar. El mismo día que mi madre desapareció, una vecina que me vio salir a comprar, se acercó a mí y me dijo -en la mañana escuché gritos desde tu casa, me asusté de verdad, me acerqué a tocar la puerta, tu padre abrió, pregunté si pasaba algo. Él me gritó y dijo que no sucedía nada, que todo estaba bien y luego cerró la puerta en mi cara. Después de eso no escuché, más había demasiado silencio- terminó de contarme la vecina. Sargento le puedo asegurar que mi madre nunca nos hubiera abandonado y dejado a merced de nuestro padre, siempre me he preguntado si estamos vivos es porque Dios nos protegió. Tuve que dejar el colegio y trabajar, lustraba zapatos, mendigaba a veces, tenía que llevar dinero a la casa, mi hermana también tuvo que dejar el colegio para cocinar y limpiar, mi hermano más pequeño la acompañaba. Pero existía algo que siempre llamó mi atención, mi padre no permitía a ninguno de nosotros acercarnos a su cama, ni mi hermana podía barrer cerca,  él siempre estaba atento a ello. Mi hermano pequeño un día, de casualidad lanzó un boliche y calló debajo de su cama, lo golpeó de tal manera que solo nuestros gritos lograron detenerlo. Yo comencé a sospechar que algo ocultaba debajo de la cama, algo que no quería que viéramos. Tengo que decirlo y que el cielo me perdone, pero sentí un gran alivio cuando mi padre se fue de este mundo, por fin tendríamos paz, por fin nos libramos de nuestro verdugo.  Por ese motivo vengo hacer mi denuncia con respecto a la desaparición de mi madre.
-Si vas hacer una denuncia- pregunté al joven -¿donde crees qué puede estar tu madre?-.
-Señor- contestó el muchacho con voz lastimera -estoy casi seguro que está en mi casa-.
En ese momento me sentí desconcertado, ¿Qué estaba diciendo con esas palabras?, Terminé de asentar en el libro su denuncia y con el Capitán de la jefatura formamos un equipo y fuimos al lugar donde vivía con sus hermanos. La casa era de extrema pobreza, no había ni luz ni agua, las paredes y el techo apenas estaban aseguradas con clavos, la puerta descuadraba hacia ruido cuando se abría.  Al entrar lo primero que vimos, era el piso de tierra. El hijo mayor angustiado, nos señaló el lugar donde estaba la cama del padre, era un catre viejo y maltratado, nos señaló el lugar y comentó -estoy seguro que aquí debajo de este catre, está mi madre-. Mis compañeros y yo movimos la cama maltrecha y comenzamos a cavar, el piso de tierra iba cediendo y al cabo de una hora y a menos de un metro de profundidad fue hallado el cuerpo de la señora, estaba cubierto con bolsas plásticas y una gran cantidad de cal encima, esto conservó el cuerpo casi intacto. No podíamos creer lo que veíamos, sus hijos estaban presentes y al ver a su madre recién podían llorarla y darle después cristiana sepultura. La autopsia arrojó que la muerte había sido por un golpe contundente en la cabeza, tenía el cráneo partido por la mitad. Los vecinos cuando se enterraron de lo sucedido no dijeron nada, estaban parados en silencio afuera de la casa, tal vez sentían un poco de culpa porque nadie ayudó a esta mujer ni a sus hijos. Fue un caso trágico, durante diez años estuvo la madre enterrada bajo la cama del esposo, no comprendo como podía vivir así este hombre, según su hijo no sentía culpa alguna. Cerré el expediente y cerré el caso, lo que vivieron estos jóvenes fue algo terriblemente trágico. Después supe que ellos se habían marchado de la casa, no deseaban estar en el lugar de tanta  violencia y tragedia.  
Toda la familia que estaba sentada en la mesa, habían escuchado al padre contar el caso de la humilde madre y sus hijos, para ellos era una situación incomprensible. Una familia destruida por un padre cruel. 
-Padre- fue terrible la situación de esta familia- comentó Felipe  -no recordaba muy bien los detalles-.
-Si hijo- contestó el Sargento -todos en la comisaria quedamos un poco enfermos con este caso, varias semanas nadie podía hablar de ello, no es fácil explicar, lo que vivió esta madre-.
La cena en casa de la familia Sánchez había terminado ya era tarde, Elia debía retirarse. Se puso de pie y se despidió de todos, Andrés se ofreció acompañarla hasta su casa. En el camino los dos conversaron de diferentes temas pero el caso contado por el padre, los había dejado sin explicación  al respecto. Andrés se despidió de Elia en la puerta de su casa y la invitó a salir al día siguiente, deseaba conocerla un poco más y estar cerca de ella, le agradaba su presencia.
Con el paso de los días Gerardo Sánchez se sentía cada vez mejor, su recuperación era sorprendente y con el calor de su familia, esposa e hijos se sentía que volvía a la vida. Tener en sus brazos al bebé Nicola era para él una gran felicidad.
En las mañanas  acompañaban a su padre a caminar Andrés o Felipe, Lucy conversaba con su padre en las tardes y en la noche toda la familia se reunía en la sala a recordar episodios de cuando eran niños y la vida parecía no tener ninguna complicación, que tiempos hermosos que vivieron los hijos protegidos por sus padres. 
Andrés en las tardes se reunía con Elia, en realidad le agradaba su compañía y conversación, se estaban conociendo y cada vez sentía que las chispas saltaban de su corazón. Una tarde faltando pocos días para regresar a su trabajo en los Ángeles, Andrés invitó a Elia a viajar con él, ella dudó un momento pero luego agregó: 
-Me gustaría visitarte, pero por el momento no puedo, estoy trabajando y no tengo vacaciones hasta dentro de cuatro meses- La joven se sentía confundida, no existía nada serio entre ellos, solo una amistad. No era el momento de compromisos y menos de amores a distancia. 
-Elia, no estoy pidiendo que viajes ahora mismo, pero me gustaría seguir en comunicación contigo, tal vez  podemos llamarnos  y conversar, seguir en contacto- aseguró Andrés a su amiga.
-Si, me parece bien conversar por teléfono, a mí también me agrada tu amistad. Si en algún momento puedo viajar y visitarte lo haré pero ahora es imposible, los dos tenemos nuestros trabajos- contestó Elia.
- Tienes razón, dejemos que el tiempo decida, yo pienso regresar para las fiestas de fin de año a visitar a mis padres, ahí nos podemos encontrar de nuevo-. confesó Andrés sus deseos a Elia.
Y como es inevitable en esta vida, el tiempo de regresar a sus trabajos, se cumplió para los hermanos, Andrés y Felipe preparaban sus maletas. Sentían un gran alivio al saber que su padre había recuperado la salud, estaba tan restablecido que se podían ir en paz. Lucy partía tres días después que sus hermanos, ella estaba feliz de saber que su padre se recuperaba y que cada día se sentía más fuerte.
Antes de despedirse de sus padres Lucy los hizo prometer que viajarían a Italia para visitarla.
-Padre, se que ahora te has recuperado y tu fuerza a vuelto, en unos meses más tienes que venir con mi madre a visitarme, prométeme que así será. Yo sería tan feliz de recibirlos una temporada en mi casa y a Pietro le va dar mucho gusto también-. terminó de comentar Lucy. 
Para Amanda y Gerardo despedirse de sus hijos fue difícil, sabían que cada uno habia escogido su vida y su camino, ellos no podían detenerlos. Sin embargo sentir la casa en silencio era triste.
-Gerardo tenemos que viajar para visitar a nuestros hijos- dijo Amanda
-Debemos hacerlo en unos meses para estar cerca de ellos, creo que sería bueno para nosotros también- contestó el esposo para animarse hacer el gran viaje.


CONTINUARÁ