Amanda contestó a su esposo que estaba junto a ella tomando el desayuno -Gerardo, por qué no esperas unos meses más para viajar, recién tienes poco tiempo de haber sido operado-.
-No deseo esperar más tiempo- exclamó Gerardo -me siento bien para hacer este viaje, no creo que me pase algo malo. Supongo que tú me vas acompañar- sentenció el esposo.
Su esposa sabía que esto iba ha suceder, Gerardo Sánchez no iba ha entrar en razones, el viaje lo ha haría de todas maneras.
-Creo que esta idea la has tenido desde antes de la operación, pero has pensado en lo complicado que puede ser el viaje. Vamos a llegar a una altura muy respetable, son 5,500 metros, la altura donde esta ubicado tu pueblo, mi querido esposo-.
-Amanda esta idea de viajar la tengo desde hace mucho tiempo, sé que el trayecto es complicado pero primero volamos en avión, no por tierra y luego llegamos a la ciudad del Cuzco, nos alojamos en un cómodo hotel. Paseamos dos días en la ciudad, para aclimatarnos y luego viajamos a la montaña. Espero que estés de acuerdo conmigo, no deseo iniciar una discusión, con tu compañía o sin ella igual voy a viajar, te suplico por favor me comprendas-.
El viaje para el Sargento Sánchez, era una realidad, nada lo iba ha detener. El deseo de visitar su pueblo, el lugar donde donde había nacido, era más grande que cualquier otra cosa. -Te prometo Amanda que me voy a cuidar, haremos todo el viaje con calma y no voy a dejar de tomar mis medicinas-. finalizó el esposo con un tono de ruego en la voz.
Hacer el viaje para él era importante, Amanda sabía que no iba ha hacerlo cambiar de idea, diga lo que diga. Gerardo Sánchez estaba decidido a viajar.
-Bien, veo que no vas a cambiar de opinión por más que trate de explicar los inconvenientes, entonces comencemos a preparar las maletas y comprar los boletos de avión para la próxima semana ¿Te parece? ¿Estás de acuerdo?-. respondió Amanda resignada a la nueva situación.
-Comprende, lo que trato de hacer, este viaje se lo debo a mis padres desde hace años, no quiero que pase más tiempo-. añadió al final el Sargento.
-De acuerdo, no te preocupes voy a preparar las maletas para hacer juntos este viaje, solo pongo una condición: En el primer instante que te sientas mal, de inmediato regresamos a Lima-.
-Te prometo que así será, no voy a excederme más de lo necesario en la altura-. dijo Gerardo seguro de que nada malo le podía pasar, se sentía bien y no tenía molestias.
En la noche del mismo día, Lucy hablaba con su madre por teléfono, le comentaba como estaba ella y Nicola, Pietro ya vivía en Milán y esperaba pronto reunir a su familia. La madre omitió contarle a su hija sobre el viaje que pensaban hacer, no deseaba preocupar a Lucy con un problema más, ella ya tenía bastantes problemas que resolver con su esposo Pietro.
Al día siguiente a la hora de almuerzo, Amanda conversaba con su hermana Nora que la había ido a visitar. -¿Qué te parece lo del viaje que quiere hacer Gerardo?- preguntó.
-¡Qué puedo decir Amanda!- replicó Nora -tu esposo ya tomó su decisión, de todas maneras va realizar el viaje, todos conocemos como es él cuando quiere hacer algo. Ahora te pido, no pienses de antemano que va pasar algún desastre, disfruta el viaje, vayan con calma y todo va estar bien-.
La conversación terminó cuando Gerardo entró al comedor para almorzar junto a su esposa y su cuñada. Los tres disfrutaron de un delicioso almuerzo y de una buena conversación.
Andrés, en diferentes ocasiones había llamado a su madre para saber como iba la salud de su padre y por las palabras de su hijo, Amanda se enteró que éste seguía en comunicación con Elia Ruiz, parece que sus intenciones eran serias pero no debía sacar conclusiones a la ligera, ellos recién se estaban conociendo.
-Tu padre está cada día mejor- conversaba Amanda con su hijo -de verlo parece que ni lo hubieran operado- ella al final no comentó sobre el viaje que iban a realizar, era mejor así para no crear alarma y preocupación a sus hijos. Nora tenía razón era mejor disfrutar el viaje y hacerlo con calma, no era bueno pensar en tragedias.
Los días pasaron muy pronto, los boletos de avión estaban comprados y Amanda y su esposo se disponían a tomar el avión. La casa se quedó cerrada y en orden. En dos horas y treinta minutos estaban aterrizando en el aeropuerto de la ciudad del Cuzco. ¡Que alegría! sintió Gerardo al estar de nuevo cerca a la montaña donde quedaba su pueblo, como le prometió a su esposa nada de esfuerzos ni caminatas apuradas, todo se haría con tranquilidad. Lo que el Sargento lamentaba profundamente era saber que ya no estaba su tía Carmina que lo apoyó tanto cuando él era un joven recién llegado a la ciudad. La prima de su padre también había partido hace varios años atrás. Los esposos se hospedaron en un hotel reconocido, descansaron una hora y luego salieron a caminar por el centro, qué belleza, qué ciudad tan impresionante, parecían los típicos turistas que conocían recién la plaza principal, la iglesia, los portales que rodean la plaza. El paseo no duró demasiado. Gerardo quería descansar seguro mañana saldrían de nuevo a pasear.
Al día siguiente los esposos hicieron lo propio, pasearon, entraron a la iglesia que siempre impresionaba por su construcción monumental hecha de piedra. Visitaron las galerías artesanales donde vendían cosas típicas, compraron varios objetos para llevar de recuerdo y unas finas chompas tejidas con lana de alpaca. Gerardo sonreía, tal vez esas chompas eran hechas con las lanas que sus hermanas vendían. En sus paseos también averiguaron donde podían contratar un carro que los lleve a la montaña, el día siguiente era el día elegido para de ir a su pueblo. Cansados regresaron al hotel cuando comenzaba a oscurecer, ya tenían contratado el carro que los llevaría hasta el valle donde se encontraba el camino para subir a la montaña.
Muy temprano se levantó el Sargento Sánchez, a las ocho de la mañana venia el carro a recogerlos, debían estar listos para partir. A la hora indicada Gerardo hablaba con su esposa -Amanda debes apresurarte ya esta el carro esperando en la puerta del hotel-. Salieron de su habitación tan rápido que no desayunaron. Dos horas de camino más tarde llegaron al valle, Gerardo Sánchez salió del carro, ahí estaba la montaña hermosa como siempre, él la miraba extasiado como si fuera la primera vez que la encontraba, habia pasado demasiado tiempo. El valle verde que rodeaba la cordillera parecía aun más verde, que belleza de paisaje que serenidad experimentaba, se acercó a los pies de la gran montaña, ella lo miraba desafiante y hermosa. Orgullosa se levantaba hasta el cielo, los recuerdos de su niñez y juventud venían a su mente, de la emoción se quedó en silencio, solo se podía escuchar el viento.
CONTINUARÁ
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