Alfredo de la Guerra, jefe de Joel estaba impresionado con la presencia de Mariane. No sabía que éste empleado tenía una hermana tan atractiva. En la conversación que sostuvo con ella había prometido averiguar que hizo Joel el último viernes después de salir de la oficina. Llamó a los compañeros de trabajo que eran más cercanos a él y con los que se iba a las fiestas. Entrevistó en su oficina a uno por uno y todos coincidieron en los mismo, Joel no salió con ello después del trabajo para tomar unas cervezas, y relajarse, él se quedó en la oficina hasta más tarde, según sus palabras tenía que terminar unos documentos pendientes, eso fue lo que comentó con sus amigos.
Rodolfo que era un compañero del grupo fue más explícito al decir que Joel en los últimos días actuaba de manera extraña.
-Él siempre estaba listo para salir a divertirse- comentó Rodolfo -ahora en cambio parecía no querer ir a ningún lado con nosotros, todos pensamos que tenía una novia secreta que no deseaba presentar. Reímos un poco, le hicimos algunas bromas y luego lo dejamos sentado en su escritorio frente a su computadora, eso fue lo último que supimos de él-.
Alfredo de la Guerra preguntó -¿Qué trabajo era el qué tenía que terminar?-.
-No sé cual era el trabajo que tenía que hacer- contestó Rodolfo -pero en el cajón de su escritorio debe estar la carpeta con el trabajo del que hablaba.
Alfredo sintió curiosidad, quería saber que es lo que estaba haciendo Joel y a que trabajo se refería. Ordenó a Rodolfo traer la carpeta del escritorio de su amigo, éste presuroso fue a la oficina que compartían todos los empleados y del cajón del escritorio de Joel, tomó la carpeta en mención y la llevó a su jefe. Alfredo le pidió a Rodolfo que se retire y con la carpeta en su poder examinó con cuidado los documentos que guardaba en su interior, a simple vista todo parecía en orden, los números coincidían y las fechas también.
Pensativo y decidido averiguar que hacía Joel en la oficina después del horario de trabajo, mandó a llamar al jefe de servicio Fabián Caldero, a éste le pidió traer al personal de seguridad que estuvo de guardia el último viernes. Cuando se presentaron los agentes, Alfredo les preguntó si habían visto al empleado Joel Torre salir del edificio de la empresa y a que hora. Los tres agentes contestaron que lo habían visto salir alrededor de la siete de la noche, las oficinas a esa hora del día ya estaban sin empleados. Uno de ellos comentó que lo vio acompañado de otro hombre que no sabían quien era, pensaron que tal vez era un empleado más de la empresa.
Ninguno de los agentes se alarmó porque ambos caballeros conversaban y reían, a unos metros los esperaba un carro negro, los dos subieron al asiento de atrás donde había una tercera persona y se perdieron por la avenida. Lo último que alcanzaron a ver fue que Joel iba en medio de los dos caballeros.
Alfredo de la Guerra se sorprendió de esto último, un empleado iba con Joel, ¿Quién podía ser?. Les pidió a los agentes que describan físicamente a este hombre, por lo que ellos describieron podía ser cualquier empleado que trabajaba en una de las oficinas. El edificio de la empresa tenía quince pisos con un número respetable de empleados.
¿Qué había pasado ese día viernes? lo más grave, no se sabía donde estaba Joel. Todo lo ocurrido dejó a Alfredo de la Guerra con más preguntas que respuestas. Cómo presentarse ante Mariane y decirle que su hermano había desaparecido en la oscuridad de la noche. Tenía que darle la razón cuando ella dijo, nadie se hace humo sin dejar huella.
Fabián y los agentes de seguridad se retiraron de la oficina de su jefe, no sin antes de escuchar sus palabras -todo este asunto es de máxima discreción, nadie debe comentar algo al respecto hasta no saber la verdad-
Alfredo llamó de nuevo a Rodolfo a su oficina y le pidió que traiga todas las carpetas en la que trabajaba Joel, quería llegar al fondo de este asunto y pensó que en unos días tendrían a la policía dando vueltas por la empresa y preguntando a los empleados que hicieron el último vienes para tomar nota de los pasos de Joel. Esto gracias a la denuncia de su hermana, podía culpar a Mariane de recurrir a la policía... ¡no!, ella solo quería saber que pasó con su hermano y donde se encontraba.
Unos minutos más tarde Rodolfo entró en la oficina del gerente con siete carpetas en las que estuvo trabajando Joel, las puso sobre el escritorio y antes de retirarse escuchó las advertencias de Alfredo de la Guerra:
-Rodolfo, quiero que este asunto de Joel se mantenga con discreción, no sabemos que ha pasado con él, por lo tanto silencio-.
-No se preocupe señor, yo no haré comentario alguno sobre el tema- sentenció Rodolfo al final y salió de la oficina.
Las carpetas estaban sobre su escritorio, Alfredo comenzó a examinar cada una, deseaba tener una respuesta para Mariane. Al día siguiente, la iba a llamar por teléfono para aclarar el tema sobre su hermano, hasta ese instante no encontraba responsabilidad de la empresa por la ausencia de Joel.
Mariane de regreso a su casa se encontraba un poco contrariada después de hablar con el jefe de Joel, no saber nada de su hermano comenzaba a ponerla nerviosa. Como había prometido al gerente, iba a esperar un día para tener una respuesta, luego iría a la policía para presentar su denuncia. Cuantos más días transcurrían más peligro corría Joel.
Almorzó algo ligero que Asunta, la empleada de casa le sirvió, esta preguntó a Mariane un poco asustada:
-Señorita, ha pasado algo malo con el joven Joel-
-Asunta, estoy a la espera de una respuesta, necesito saber donde está mi hermano, son muchos días los que han pasado y él no viene a casa, tal vez le sucedió un accidente y no sabemos donde. Te pido por favor no hacer comentarios con nadie del vecindario, esto es un asunto muy delicado. Si se entera alguien de los vecinos, todos van a hablar lo que les parece. Deseo evitar malos entendidos para no causar dolor a mis padres, ellos por el momento están de viaje y no saben nada de lo que ocurre en casa- contestó Mariane preocupada.
-Señorita yo le prometo que de mis labios no saldrá una palabra de este tema- contestó Asunta con discreción
El timbre de la puerta principal sonó ¿Quién podía ser? Asunta fue abrir, era Concepción la vecina de la casa de a lado. Se escuchó su voz que preguntaba por Mariane, ella no deseaba recibir visitas no tenia buen ánimo pero ya era demasiado tarde, Concepción estaba a su lado y traía una cara de angustia que la delataba.
En realidad Concepción era muy amiga de Alegría, la madre de Mariane, las dos conformaban un grupo de amigas del vecindario, solían reunirse una vez a la semana en casa de algunas de ellas para conversar o salir a festejar uno de los cumpleaños. Las señoras conformaban un grupo alegre y divertido, además de ello siempre organizaban rifas para recaudar dinero y ayudar a la casa de los niños con menos recursos. En navidad les llevaban juguetes y ropa para que pasen unas fiestas alegres.
Concepción tenía mucha confianza con la familia de Mariane y siempre la puerta de la casa estaba abierta para ella.
-Mariane disculpa si te molesto- dijo con voz apagada -sé que Alegría no está en casa pero necesito hablar con alguien y que mejor que tú que eres la hija de mi mejor amiga y una persona muy comprensiva-.
Mariane no tenía otra salida que escuchar a la amiga de su madre, la invitó a sentarse para conversar su voz denotaba preocupación, Concepción se encontraba triste.
-Querida, no sé que hacer en este momento, se trata de Beti-Flor, cada día está más rebelde- comentó y se acomodaba el cabello siempre hacia lo mismo cuando se ponía nerviosa.
Beti- Flor era una joven alegre, risueña y confiada, Mariane no la encontraba rebelde ni mal educada, era todo lo contrario pero Concepción siempre exageraba para referirse a ella. No lo hacía con el ánimo de molestar sino de protegerla, quería demasiado a Beti-Flor y no deseaba que sufra un dolor en la vida. Mariane conocía la historia de la joven, sabía cual era el secreto que guardaba Concepción.
CONTINUARÁ
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