jueves, 12 de enero de 2017

EL ABRIGO ROJO

El tren de las cinco ya había partido. Cristiana se apartó suavemente de los brazos de Paul y preguntó -¿por qué no había tomado el tren? estaba preocupada, si era su culpa nunca podría  perdonárselo.
-Calma, no debes preocuparte, si voy a tomar el tren, hay otro que sale alas seis,  hacia el mismo destino. Cuando vi que tardabas en llegar, cambié mi boleto de las cinco para las seis de la tarde, quería esperar para darte más tiempo. Tenia el presentimiento que algo pasaba, que dudabas en venir- dijo Paul y se acercó a Cristiana -hay dos días en la vida que no tienen importancia, uno es el día de ayer porque ya pasó y nada que haya ocurrido puede cambiarse y el otro es el día de mañana que siempre estará allí y no sabemos que nos traerá. Lo importante es vivir nuestro presente, el aquí y el ahora todo lo demás no tiene valor.  
Cristiana respiró tranquila ¡sí! había dudado un momento pero ahora ya no. Tomados de la mano se dirigieron al pequeño café que quedaba dentro de la estación, se sentaron en una mesa apartada, querían estar solos los pocos momentos que les quedaban antes de la partida de Paul. Hablaron de sus planes, de lo que cada uno pensaba hacer mientras el otro esté lejos. Con sus palabras querían detener el tiempo pero esto era imposible.  
Cuando el reloj marcaba las seis de la tarde se escuchó en el altavoz de la estación el aviso de la salida del tren. 
Caminaron despacio y sin prisa hasta el embarque, ninguno de los dos quería separarse del otro. Se fundieron en un abrazo y muchos besos Paul le decía que apenas llegue a su destino le enviaría un mensaje para decirle que había llegado bien. No fue fácil separarse y al subir al tren por la ventana, Paul le hacia adiós. 
Cristiana de pie en el embarque con el brazo en alto hacia lo mismo y veía como se alejaba el tren, su corazón latía con violencia pero no se movió del lugar hasta ver que la maquina se perdió en el horizonte. Con los ojos llenos de lágrimas dio media vuelta para salir de la estación. Sentía un vació, una tristeza que no podía contener. 
En el tren, Paul tomó asiento, jamás imaginó que le costaba tanto separarse. Ya no podía ver a Cristiana de pie en el embarque, su figura había desaparecido. Respiró profundamente resignado, le esperaba varias horas de viaje. Para él todo lo que venia en el futuro sería nuevo y diferente.
Viajó toda la noche, fue difícil conciliar el sueño, eran demasiadas emociones vividas en las ultimas horas. 
Al día siguiente muy temprano amaneció en la nueva ciudad: Santa Fe del Norte, faltaba dos hora para llegar a la estación, se preparó para lo que seria su nueva vida.
Al llegar a la estación final, lo esperaba un carro con chófer  que lo llevaría a la casa donde iba a vivir con los demás arquitectos. Acomodaron sus maletas, subió al carro y una hora más tarde este se detenía frente a un gran portón que al abrirse mostró una casa amplia de dos pisos, con fachada de piedra y grandes ventanales, rodeada de bellos jardines, ese lugar seria en adelanta su nueva residencia.
Al entrar en la casa, fue conducido a su habitación en le segundo piso por el encargado del lugar. Este le indico que descanse, más tarde se le avisaría para ser presentado con el resto de los profesionales que ya se encontraban hospedados en el lugar.
La habitación que le habían asignado era  amplia, bien iluminada, con una gran cama, una decoración sobria y baño interior. Una vez que se quedó solo en la habitación, tal como lo había prometido le envió un mensaje a Cristiana que a esa hora todavía estaría durmiendo: el mensaje decía -Mi querida Cristiana llegué sin novedad a mi destino. La casa donde voy a vivir es muy agradable, más tarde nos comunicamos. Besos, Paul.
Después de acomodar su ropa en el armario, darse un baño y cambiarse, llamaron a su puerta para que baje al salón donde estaban reunidos los demás arquitectos.
En el salón fueron presentados uno a uno los miembros de este nuevo equipo por el arquitecto en jefe y director de este programa Rodrigo del Muro hombre experimentado y profesional reconocido por sus obras.
Almorzaron todos juntos en el gran comedor, el grupo estaba casi completo solo faltaba uno que estaba en camino y ya no tardaba en llegar.  Las mujeres arquitectos estaban presentes y cada una se había instalado en su habitación. El almuerzo transcurrió en un ambiente de camaradería, todos se conocían por primera vez.
Cuando acabaron de almorzar pasaron todos a la sala especial de reuniones donde el director les iba a dirigir unas palabras. Primero habló sobre las reglas de la casa para llevar una buena convivencia y luego trató el tema más  importante: el proyecto de construcción del  gran edificio.
-Estamos reunidos en esta casa para trabajar juntos. La empresa a la que represento quiere que el edificio que vamos a construir se convierta en un hito dentro de la ciudad que represente el progreso económico de la misma y la fortaleza económica de la empresa.
Tengo carta abierta para no escatimar en gastos y materiales en la construcción de esta torre, vamos cuidar hasta el más mínimo detalle en cuanto a diseño y seguridad, será un edificio moderno e inteligente.
De ustedes espero todo su esfuerzo. Somos un equipo que va intercambiar ideas y solo exijo de su parte cerebro, mente e inteligencia para desarrollar este proyecto de gran envergadura. Esta torre debe estar preparada para enfrentar los cambios de clima, la fuerza del viento, recuerden que tendrá ochenta pisos y en cuanto al diseño tanto exterior como interior, debe ser considerado casi una obra de arte.
El desafió estaba expuesto el trabajo iba ser arduo, exigente. El director junto a su equipo iban a cumplir todas las exigencias que demandaba la construcción de esta gran torre.
CONTINUARÁ.    
   
                         

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