jueves, 2 de febrero de 2017

SOLO...POR UN DÍA

Seis de la mañana sonaba el despertador, Mateo aun medio dormido estiró el brazo para apagar el reloj ¡no podía ser! levantó la voz ¿cómo pudo haberlo olvidado? por qué no desconecto el despertador? eran las seis de la mañana y él despierto tan temprano en su primer día de descanso. La idea que tenia era dormir hasta más tarde en los días que no iría a trabajar. La noche anterior había desconectado el televisor, la radio y ese pequeño aparato llamado celular que casi lo había convertido en su esclavo, estaba guardado en el cajón de su velador. Por este único día tampoco compraría los diarios. Su decisión era estar desconectado del mundo y de todo lo que sucedía en él por un día.
Miró el techo y las paredes de su habitación, ya necesitaban un cambio de color, tal vez en estos días de descanso, no seria mala idea darle nueva vida a las paredes con un nuevo color. Se preguntaba como ocuparía su tiempo, quería hacer algo diferente, pero ¡no! que nadie le hable de viajes, si su vida era eso, su trabajo era viajar de una ciudad a otra y en algunas ocasiones de un país a otro, casi nunca estaba en la ciudad ¡no! ¡no! repitió varias veces, un viaje no. En esta oportunidad se quedaría en la ciudad, quería sentir y vibrar con la ciudad, saldría a caminar por sus calles y avenidas, era la mejor forma de enterarse cuanto había cambiado.
Se levantó, ya no tenia sentido quedarse un rato más en la cama, fue al baño afeitarse, a bañarse se puso ropa cómoda, zapatillas tomó un desayuno sustancioso y salio a caminar, sin prisa, sin rumbo. 
Al salir de su departamento a la calle, miró a su alrededor, la ciudad ya había despertado, mucha gente iba y venía a toda prisa para ir a sus trabajos o hacia algún lugar.  Respiró profundamente y hecho andar teniendo cuidado de observar todo a su alrededor, las calles los carros la gente, camino durante una hora y sin proponérselo comenzó a recorrer y a recordar un camino para él tan querido, las calles de su antiguo barrio, consiente o inconscientemente había llegado hasta el lugar, lo invadió un mar de emociones  y recuerdos su barrio, su querido barrio. 
Lo primero que vio es que casi todo estaba igual, habían cambiado algunas personas pero en general las casas y las calles eran las mismas, por ejemplo: la bodega de la esquina estaba en su lugar pero no era la típica bodega atendida por un descendiente de emigrantes chinos, en este caso era un descendiente de emigrantes japoneses, Zacura era su apellido, era un hombre serio pero amable y muy trabajador, desde muy temprano abría su bodega para atender al vecindario, conocía a todos los vecinos. No muy lejos de ahí a solo unas cuadras estaba el parque donde jugaban él y sus amigos en las tardes de verano, interminables partidos de fútbol y luego corrían todos en tropel a la bodega de Zacura para comprar gaseosas. Él siempre amable les decía, gaseosas heladas ¡no! recién han jugado un partido, gracias a esa advertencia nunca hubo un accidente que lamentar. Las carreras de bicicletas eran otro pasatiempo, sonreía al recordar a sus amigos en sus esfuerzo por ganar.
Avanzó unos pasos y frente a él estaba su amada quinta: Garzón # 882 era la dirección donde había vivido su niñez y parte de su adolescencia. No dudo y entró en el lugar, estaba igual limpia y bien pintada, el dueño y los vecinos siempre se ocupaban de mantenerla bien cuidada. Caminó hasta llegar al interior, segundo piso 2B era el número de su departamento, ahí vivió con su familia varios años hasta que su padre decidió mudarlos a su casa propia. Se encontraba frente a la puerta y tuvo la tentación de tocar el timbre pero se contuvo no quería importunar. Entre sus recuerdos le parecía escuchar la voz de su madre cuando lo veía salir por la puerta con su bicicleta - Ten cuidado no manejes por la pista y cuando cruces mira bien a todos lados,no te distraigas- sonrió al recordarla. Dio media vuelta para bajar por las escaleras y pasar delante del departamento de Alice su vecina y amiga, nunca olvido todo el esfuerzo que le costo juntar sus propinas para invitarla al cine y luego a comer helados, fue su primera novia los dos tenían quince años, los paseos tomados de la mano y el primer beso,  fue un tiempo dulce de amor adolescente. Por su hermana mayor sabia que ahora ella estaba casada y le iba muy bien.
Siguió su camino y se detuvo frente al departamento de doña Teresa, ella era la señora que hacia movilidad escolar pero en el verano hacia movilidad a la playa, gracia a ella Mateo, Alice y los amigos y amigas de la quinta pasaron inolvidables veranos. La señora tenia tres hijas pequeñas que disfrutaban con sus amiguitas los baños de mar. Pero a las tres de la tarde todos estaban atentos porque era la hora de alistarse y regresas a casa. 
Cuando salio de su quinta a la calle, unos metros más adelante se encontró con la quinta rival, los muchachos que ahí vivían, siempre estaban en competencia, siempre enfrentados con los muchachos de su quinta ya sea jugando partidos de fútbol, carreras de bicicletas o lo que fuera. Mateo y sus amigos no permitían que ninguno de los muchachos de esa quinta moleste a una chica de su quinta, ellos salían al frente y en algunas ocasiones hubo escaramuzas y peleas pero nada grave que lamentar.  
Recorrió cada rincón de su barrio, cada lugar le traía un recuerdo y claro está pasar delante de su escuela primaria lo llenó de emoción. Recordaba a mis Aurora, su profesora que le enseñó las primeras letras. 
Cuando se mudo con su familia a otro lugar nunca encontró el mismo ambiente de su barrio. Lamentó no ver a ninguno de sus amigos de aquella época, su trabajo lo había distanciado de ellos y de su propia familia.
Su hermana y hermano mayores  ya tenían sus familias y él aun no podía por el trajín de su vida y de sus viajes. Deseos de tener una familia no le faltaban. 
Cuando salio de las calles de su barrio, continuo su camino por la ciudad todo había cambiado la sintió extraña, nada en ella era igual. 
Regresó a su departamento al caer la noche, estaba cansado pero feliz de haber recordado momentos gratos. No, todavía no se conectaría con el mundo quería terminar su día así, sin enterarse de nada. Ahora tenia el tiempo para comenzar a leer el libro que estaba sobre la mesa del velador. Se hizo la promesa de visitar a sus padres, no los veía desde hace un buen tiempo. Pensó que a partir de ahora tendría que tomar muchas decisiones en el cambio de su vida. Y mañana, solo mañana se conectaría de nuevo con el mundo del que se había apartado...por un día.        
   
                   

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