domingo, 23 de julio de 2017

¡TADEO!

En medio de la noche, en lo más alto del acantilado, en la zona más rocosa se vislumbraba una figura humana. Tadeo estaba sentado en un sobresaliente de la roca, pensaba, era tan fácil arrojarse al vacío y así terminar con el dolor que le apretaba el pecho.
Levantó la voz para gritar ¿por qué? desde esa altura nadie  podía oírlo, él  solo sentía el silencio y la tristeza. No comprendía lo que había sucedido todo fue tan rápido.
Valeria ya no estaba con él, ella había sido una presencia cálida en su vida, recordaba sus palabras, sus manos cuando acariciaba su cabello y decía:
-Tady- como ella lo llamaba con cariño -no te preocupes voy a estar bien, mi viaje va a durar solo tres días, sabes que tengo que ir al interior del país para terminar de recopilar datos que son importantes para la tesis.
Valeria había estudiado antropología y quería especializarse en antropología forense. Pensaba terminar lo más pronto la tesis para recibirse. 
Dos días antes ellos conversaban y Valeria le  comentaba lo que iba hacer durante el viaje de investigación para la tesis. El mismo la acompañó hasta la estación de buses para despedirse.
No podía contener las lágrimas, Valeria se había ido en un viaje sin retorno ocasionado por un accidente absurdo; como suelen ser la mayoría de accidentes. El chófer del bus perdió el control del timón en una curva peligrosa mientras subía por la cordillera y cayó al abismo.
Rescatar los cuerpos fue una tarea difícil pero lograron sacarlos.  Tadeo apenas podía disimular su dolor, quería reunirse con su novia. 
Antes de esta viaje él pensaba pedirle matrimonio, ellos habían conversado del tema pero ella le pidió esperar hasta terminar la carrera. 
-Tady después de recibirme te prometo que vamos a conversar sobre la boda y poner una fecha.
La vida les había regalado momento felices, Tadeo podía desnudar su alma con Valeria con la seguridad y confianza que ella lo escuchaba y comprendía. 
El amor los había tocado, eran amigos y cómplices. Todo aquello en un instante desapareció por ese terrible accidente. 
Para que seguir adelante se preguntaba, era mejor acabar de una vez con todo. Desde la altura donde se encontraba eran  más de veinte metros, en la parte baja pasaba una autopista que unía la costa y podía verse el mar. Los sueños y planes que tenían  juntos  se desvanecieron como si fueran pompas de jabón. 
El dolor lo consumía, de pronto Tadeo se estremeció sintió una fuerza que lo abrazaba  y una voz le decía con firmeza ¡No! entonces como si un rayo lo hubiera   
tocado, tomó conciencia de lo que estaba haciendo y lo que sucedía a su alrededor. 
En la parte baja del acantilado, en la autopista se había reunido un grupo de gente que lo vio y presentían sus intenciones, por eso gritaban alto ¡qué no!  ¡qué no acabe con su vida! 
Por un momento el dolor había nublado su razón, él mismo no sabía como llegó hasta ese lugar. 
Pegó la espalda al acantilado y con las manos se aferró a la roca 
Comprendía que nada calmaría su dolor que tenía que aceptar que Valeria ya no estaba y que debía dejarla ir. 
Más arriba del sitio donde él se encontraba, había llegado la policía y los bomberos, alguien los había llamado. 
Uno de los bomberos se deslizaba amarrado a una soga por el acantilado para llegar hasta Tadeo y ayudarlo en el rescate.
El rescatista se acercó y Tadeo levantó la mano para tomar la soga que éste le entregaba -amarra la soga con el arnés a tu cintura- le dijo e iba agregar algo más pero Tadeo hizo una señal y dijo -estoy bien, estoy bien, no hay problema. 
Cuando los dos hombres llegaron a la parte de arriba del acantilado se acercó a Tadeo un paramédico para examinarlo, hablar con él y reconfortarlo, pero lo último que Tadeo quería era oír palabras de consuelo, no quería escuchar a nadie, por eso repetía varias veces que estaba bien. 
 El policía se acercó a Tadeo para decir algo y éste le dijo -no se preocupe oficial, estoy bien 
-No quieres que te llevemos a tu casa, ya está amaneciendo- contestó el policía 
-No, lo que necesito es caminar, es despejar mi mente, este incidente no va a suceder de nuevo- decía con seguridad, no quería ser descortés, ni mal educado con las personas que lo habían rescatado.  
Con las manos en alto agradeció  a todos por haberlo ayudado y comenzó  a caminar para cruzar la pista, los bomberos y el policía lo veían  alejarse. 
Ya comenzaba amanecer, el frío viento de la madrugada golpeaba suavemente su rostro, Tadeo sentía la vida en cada poro de su piel,  él amaba a Valeria pero también amaba la vida y quitársela no era la solución a nada. Estaba seguro que esa fuerza que lo abrazó en lo alto del acantilado era Valeria solo ella podía preocuparse así por él. 
El dolor que ahora sentía, solo  el tiempo lograría  calmar, el recuerdo de Valeria, su presencia, sus palabras siempre estaría con él. 
Cada domingo  le llevaría las flores que tanto le gustaban. Tadeo caminaba despacio por el malecón, de regreso a  casa, las lágrimas se deslizaban por su rostro, él estaba vivo como era en un principio y cómo así...debía  ser.       
           
             
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario