domingo, 9 de septiembre de 2018

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Mientras Rafaela iba camino a su casa, el alcalde Cerillo la saludaba sonriente desde la vereda del frente. Ella correspondió el saludo, él no la conocía muy bien pero igual levantaba la mano cómo era su costumbre.
Rafaela no se detuvo, siguió su camino, estaba muy triste, la conversación con la madre Clementina había sido demasiado fuerte, ella no tenía ganas de hablar con nadie, solo deseaba  ir a su casa, más tarde vería a su madre en la tienda. 
Mientras tanto, el alcalde de Santa Emilia se dirigía a supervisar las obras de la carretera que  habían comenzado una semana antes. Teodoro Cerillo no podía estar más feliz con esta obra que traería  desarrollo al pueblo, él era una persona que se preocupaba por Santa Emilia y este mérito se le debía reconocer. 
Bajo su mandato se lograron hacer obras importantes que eran buenas para el pueblo, hasta ese momento la gente estaba contenta con su alcalde. 
Pero si en Santa Emilia se estaba construyendo una carretera en su hermano gemelo el pueblo de San Pablo también se estaba construyendo  una obra importante, un puente que uniría a este pueblo con  otras localidades cercanas para activar más aun el comercio. Lázaro Ventura era el nombre del alcalde y desde siempre la competencia entre ambas villas era historia. 
El pueblo de San Pablo tenía sus propios atractivos turísticos y había prosperado al igual que sus vecinos. La mina que estaba en sus terrenos era una importante fuente de trabajo para pobladores.
En general, el valle donde se encontraba estas dos villas era próspero, con bellos lugares para el turismo ecológico o para escalar el gran nevado que se convertía en todo un reto para los turista. Visitar la ciudadela pre-inca era otro de los grandes atractivos.        
Santa Emilia y San Pablo desde tiempos pasados estaban en competencia, si una villa hacia alguna obra, la otra no quería quedarse atrás y comenzaba a construir una obra similar. Hasta un punto esta situación  era positiva porque trajo prosperidad a las dos villas, el problema surgía cuando en algunas ocasiones se cruzaba la línea de la competencia y comenzaban los enfrentamientos. Los pleitos por el agua y las invasiones de tierras habían sido conflictos graves que se lograron solucionar en su momento, ahora se vivía un clima de paz, pero los pobladores eran conscientes de que cualquier chispa podía incendiar la pradera e iniciar de nuevo los conflictos. 
Los alcaldes de ambos pueblos se habían reunido hace pocos días para conversar sobre la demarcación final  del último tramo de terreno que separaba a las dos villas.  
Los límites se marcarían con la presencia de los alcaldes, autoridades y pobladores. Harían de mediadores  por San Pablo los directores de la mina y por Santa Emilia el padre Mariano que era el sacerdote de la catedral del pueblo. Hasta ahí todo estaba conforme,  los pobladores esperaban que ese clima de paz continué para terminar de una vez con los enfrentamientos que nada bueno traían al valle.     
Después de caminar medio pueblo el alcalde Cerillo por fin llegó al lugar donde se ejecutaba la obra, muy serio conversaba con los ingenieros que construían la carretera, ellos le informaban sobre los avances con el trazo de la carretera.  Los ingenieros eran optimistas con el tiempo fijado para terminar la obra.     
Al terminar de conversar con los ingenieros e inspeccionar los avances, el alcalde Teodoro Cerillo se retiró para regresar a su casa. Se sentía feliz porque la carretera uniría Santa Emilia con la ciudadela y daría más facilidades a las visitas de los turistas.     
Santa Emilia los fines de semana y feriados largos se llenaba de turistas nacionales y extranjeros, había que estar preparados para recibirlos y atenderlos como era debido para que siempre quieran regresar a disfrutar de la ciudad.         
En el valle Aparte de la ciudadela pre-inca todos los pobladores reconocían que el gran nevado era otro fuerte atractivo para los visitantes, muchos viajaban  especialmente para querer escalar hasta la cumbre.  
La gran montaña vestida de un manto blanco esperaba a todo aquel que se atrevía a desafiarlo, pocos habían logrado llegar hasta la cumbre y muchos ya no estaban para contarlo. 
Sobre el nevado se contaban muchas historias, cómo que en el pasado había sido un gran guerrero que se atrevió a desafiar el poder del inca y como castigo por tal atrevimiento los dioses lo habían congelado para toda la eternidad  convirtiéndolo en una gran montaña. 
Verdad o no de esta leyenda, lo cierto era que escalar el nevado no era fácil, sus 6,000 msnm lo convertían en un gigante difícil de dominar y más aún  conquistar la cumbre. Con todos estos obstáculos era un hermoso atractivo dentro del paisaje, el gran nevado era el señor y guardián del valle. Todos los pobladores así lo reconocían. 
La noche había llegado a la ciudad de Santa Emilia la gente se preparaba a descansar en sus casas. Rafaela y su madre conversaban en la sala de su hogar:
-Rafaela, ¿qué tal te fue con la visita a la madre Clementina? le diste mis saludos- preguntaba doña Elvira.  
-Si...la madre Clementina está muy bien y te envía  sus saludos. El convento está muy bonito y bien cuidado, tiene un jardín exquisito y un huerto donde las hermanas siembran diversos vegetales- comentaba Rafaela recordando la promesa que había hecho a la madre Clementina, ella nunca diría una palabra sobre la hermana Soledad.
Doña Elvira volvió a comentar -la próxima semana se va llevar a cabo la última reunión para fijar los límites entre Santa Emilia y San Pablo, van estar presentes todas las autoridades y nosotras tenemos que estar junto a tu hermano en esa reunión, es importante asistir porque la demarcación está muy cerca de nuestro fundo y debemos estar atentos para que no se afecte nuestra propiedad.   
-Madre, eso va hacer un gran problema, porque si los límites marcados llegan a nuestros terrenos ¿cuál va hacer tu reacción como dueña mayoritaria del fundo?
-No sé Rafaela, pero antes que nuestra propiedad se afecte, se va afectar más la propiedad de la familia Mancilla, recuerda que sus terrenos son más extensos que el nuestro. No pensemos ahora en los problemas, creo que es mejor buscar soluciones. 
Rafaela se despidió de su madre y se retiró a su habitación para dormir, en ese momento recibía mensaje por el celular  desde la capital de su amiga Marguitte,  ella le comentaba los últimos  detalles y preparativos de la boda, ademas de hacerle recordar que no debía faltar a esa fecha tan especial.  
    
Rafaela sonreía con los comentario de su amiga, se notaba que estaba feliz y que Samuel era su compañero ideal. 
Poco a poco el sueño fue invadiendo a Rafaela que pronto se quedó profundamente dormida. 
En los siguientes días la vida cotidiana se desarrollaba en el pueblo con normalidad y cuando llegó el día domingo se celebró un almuerzo familiar en la casa de Rafaela,  por fin ella podía saludar a su hermano Tadeo, su cuñada Rosalí y sus dos pequeños sobrinos. El almuerzo fue entretenido y lleno de recuerdos, risas y juegos de los niños. 
Doña Elvira no podía sentirse más feliz con la reunión y estar al lado de sus dos hijos. 
Nadie quería hablar de problemas de los límites de tierras ni complicaciones, ahora era solo importante celebrar la alegría de la reunión familiar. 
Los días habían pasado y la fecha de la reunión entre los dos pueblos había llegado, esa mañana se encontraban en el lugar las autoridades de las dos villas y los pobladores, el ambiente estaba tranquilo no había tensión hasta ese momento. Un representante de la familia Mancilla se encontraba en el lugar, todos querían saber como se fijarían los límites, pero antes de comenzar  con las primeras palabras llegó el representante de la familia Arias.
La familia Mancilla y la familia Arias eran dos importantes familias. Tenían varias propiedades y negocios, eran como se dice los notables del lugar. 
La primera pertenecía a Santa Emilia y la segunda a San Pablo, entre ellas la enemistad era bien conocida y con su presencia el ambiente se volvió algo tenso. la pregunta que los pobladores se hacían  ¿qué iba a suceder ahora?.

CONTINUARÁ.
   
     

     
   

      
            


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