domingo, 23 de septiembre de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

A la hora acordada del día siguiente llegaron a la oficina de Hipólito Mancilla, doña Elvira y Rafaela. 
Él  ya estaba esperándolas por un breve momento quedó observando  a Rafaela, como tratando de recordar su nombre, entonces doña Elvira, los presentó: 
-Es mi hija Rafaela, ella ha venido para  acompañarme. 
-Rafaela, claro que me acuerdo de ella, el tiempo pasa muy rápido, ayer era solo una niña que jugaba e iba al colegio y ahora es toda una mujer. La felicito doña Elvira por su hija, pero usted tiene otro hijo... Tadeo y trabaja en su fundo. 
-Si, él es mi hijo mayor y se encarga de continuar el trabajo de su padre. 
-¡Que bueno! los hijos siempre deben ayudar a sus padres, eso es lo que pienso. Tengo que decir además que la felicito por sus mermeladas, son exquisitas y a la hora del desayuno siempre están en mi mesa y de inmediato paso al tema de la reunión. Usted debe estar preguntándose porqué la he citado en mi oficina. Por supuesto que no es para hablar de las mermeladas que son de primera, eso nadie lo puede discutir.  
El motivo de esta reunión es porque deseo comentar sobre el problema que tuvimos el día de ayer con el alcalde de San Pablo. 
Doña Elvira mientras lo escuchaba, pensaba, Hipólito Mancilla está siendo muy amable y cortés,  hasta ha comentado sobre las mermeladas ¿qué tema querrá tratar?.
Mientras tanto Hipólito Mancilla continuaba con sus palabras  -el motivo de está conversación es pedirle que formemos un frente unido para evitar los conflictos a la hora de señalar límites entre San Pablo y Santa Emilia, cómo usted bien sabe, nosotros somos vecinos y es probable que nuestras tierras se vean afectadas ¿está de acuerdo con mi propuesta doña Elvira?.
Ella pensó unos segundos antes de contestar y luego agregó - señor Mancilla yo estoy de acuerdo con usted siempre y cuando sea para el bien de ambos pueblos y que sirva para dejar atrás los conflictos que no benefician a nadie.
-Me alegra que esté de acuerdo conmigo, nosotros en el pasado, tuvimos algunos desacuerdos que fueron superados y ahora es tiempo de dejarlos atrás... todo sea por el bien de nuestros pueblos. ¿No le parece?... Esas tierras en disputa no se pueden vender y el alcalde de San Pablo lo sabe, ahora que ha salido a la luz el  tema, va ser más difícil que él puede venderlas, si es que no se vale de algún fraude y esto es algo que debemos evitar. 
-Señor Mancilla, ¿quién es el qué quiere comprar esas tierras? es alguien de la familia Arias o hay otros interesados-  doña Elvira fue directa al hacer estás preguntas.
-Contrario a lo que usted cree, no es la familia Arias la que desea comprar esas tierras, hay un tercero que ha entrado en escena y no vive en ninguno de los pueblos. Al parecer quiere comprar  terrenos para criar ganado, pero vuelvo a repetir, esas tierras no sé pueden vender hasta que se marquen definitivamente los límites y todo quede muy claro.       
Hipólito Mancilla había estado haciendo sus propias averiguaciones y al parecer eran verdaderas. Ahora se preparaba a presionar al alcalde de Santa Emilia para realizar otra reunión y se marquen definitivamente los límites.   
-Doña Elvira, mis tierras se van a ver muy afectadas pero es mejor solucionar los conflictos de limites que nos tienen enfrentados durante años con los vecinos.                     
-Estoy de acuerdo con usted, creo que es lo mejor para todos- agregó doña Elvira  sorprendida  por las palabras de Hipólito Mancilla.   
-Bien, yo le  informare de todos los detalles en la conversación con el alcalde Cerrillo y le enviaré un mensaje para comunicarle  cuando se va a realizar la próxima reunión para tratar este problema. Si estamos junto haciendo un frente común, va ser más difícil que puedan hacer algún engaño o inventar papeles de propiedad falsos. 
La reunión se dio por terminada, Hipólito Mancilla se despidió de Rafaela y doña Elvira. 
A la salida de la oficina, doña Elvira comento a su hija -Me han sorprendido las palabras de Hipólito Mancilla, ha estado muy conciliador, eso es una buena señal no se puede vivir en un eterno conflicto. 
Madre e hija caminaban por las calles céntricas de la ciudad con dirección a la tienda, Juanito  había quedado encargado de atender a los clientes, pero era hora de que salga hacer el reparto acostumbrado a los locales y hoteles que compraban las famosas mermeladas de doña Elvira.
Rafaela ayudaba a su madre en la tienda y ordenaba los frascos de mermelada por sabores. Los envases eran llamativos y cada uno tenía coloridas etiquetas que llamaban la atención del público, cómo siempre el sabor que más vendía era la de ciruela y tomate con la delicada combinación de dulce y  ácido, no se quedaban atrás en las ventas, las de rocoto y ají. 
Doña Elvira había prometido a su hija enseñarle el secreto de cómo elaborar las mermeladas y continuar la tradición familiar en el futuro. 
Las plantas del jardín de la casa comenzaban a florecer, el clima iba cambiando lentamente a un calor  primaveral y la vida cotidiana en el pueblo de Santa Emilia continuaba.  
Los ánimos de la gente después del fracaso de la reunión de límites se habían calmado, los pobladores, ahora más que nunca quería paz, trabajo y el desarrollo de su pueblo. El turismo aumentó en los últimos tiempos, los visitantes llegaban a la ciudad y eso era bueno para la gente y para la  economía de Santa Emilia. 
Después de un día de trabajo en la tienda, Rafaela y su madre cenaban en casa cuando de repente escucharon que se abría la puerta, era Tadeo, el único que podía tener la llave. Estaba muy serio, después de saludar a su madre y a su hermana comentó. 
-Madre me enteré que usted a ido a la oficina de Mancilla, no me diga que de nuevo este señor está haciendo algún problema. ¿Por qué no me ha dicho nada para acompañarla?- Tadeo estaba molesto,  se podía sentir por el tono de su voz.
-Que rápido corren las noticias en este pueblo- comentó su madre -no te avise  por que estabas en el fundo y éste no queda en la esquina, además por tu temperamento quería evitar conflictos y por último, soy tu madre y aún tomo las decisiones que afecten a está familia. La conversación con Hipólito Mancilla ha sido en un clima de cordialidad, lo único que deseaba  era comunicarme que hagamos un frente unido con respecto a los límites de los dos pueblos. Somos vecinos y es lógico que comenté esto conmigo. 
Doña Elvira le contó a su hijo con detalle cómo fue la reunión y el compromiso de palabra al que se había llegado.  -No hay nada grave, ni de que preocuparnos-  terminó diciendo su madre. 
Tadeo se calmó pero le pidió a ésta que no vuelva a mantenerlo fuera de los asuntos familiares. 
-Te prometo no volver a hacerlo pero tú tienes que prometerme que vas a controlar tu carácter.
Madre e hijo quedaron en paz, la familia estaba reunida y disfrutaron un momento  de conversación familiar.    
                 

Una hora más tarde Tadeo se despidió y se marchó al fundo, donde lo esperaban su esposa y sus dos pequeños hijos. 
Rafaela y su madre mientras tanto, disfrutaban en la sala de un delicioso té recién preparado y conversaban en la tranquilidad del hogar.  
La noche estaba serena y calidad, Rafaela le pidió  a su madre la cuente la historia sobre las rencillas entre la familia Mancilla y la familia Arias de San Pablo. 
Doña Elvira al comienzo no estaba muy deseosa de hablar y rememorar esos recuerdos, pero con la insistencia de su hija no le quedó  más que empezar a relatar los hechos que habían enfrentado a las dos familias y tenía que ver mucho con parte de la vida en San Pablo y Santa Emilia.
-Rafaela, para contarte la historia, tenemos que retroceder en el tiempo varios años atrás, cuando recién llagaron a vivir a Santa Emilia, Hipólito Mancilla y Mariano Arias, los dos eran muy amigos y socios según cuenta la gente que los conoció en ese tiempo, los dos se consideraban familia.    
Ellos compraron un fundo para la crianza de ganado, el principal socio capitalista era Hipólito Mancilla pero Mariano Arias también colaboró con una parte del dinero para crear la sociedad. El primer año todo marchaba bien, juntos trabajaban en el fundo, se decía  que Mariano Arias conocía muy bien como criar ganado, él era muy entendido en el tema, el tiempo lo ha demostrado, hasta la fecha sigue criando ganado. 
Las metas que los dos se habían trazado, era crecer,  prosperar para invertir en otros negocios, nada podía presagiar el temporal que caería sobre ellos.

CONTINUARÁ         

       




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