La noche estaba tranquila y fresca, corría un viento suave, el calor no era excesivo, Gervacio se sentía más tranquilo porque había encontrado Alida después de la terrible experiencia en el río.
Ahora se alistaban a pasar la noche en esa playa. Tenían que hacer una fogata y construir una ramada para protegerse en caso de lluvia aunque el cielo se veía despejado pero con el clima no se podía estar nunca seguro.
Ahora se alistaban a pasar la noche en esa playa. Tenían que hacer una fogata y construir una ramada para protegerse en caso de lluvia aunque el cielo se veía despejado pero con el clima no se podía estar nunca seguro.
Sergio hizo fuego con unas ramas secas y los tres se sentaron alrededor para comer los frutos que habían guardado, Alida no tenía mucho hambre, pero era necesario comer algo para tener energía, al día siguiente les esperaba una larga caminata,
Cerca al fuego Gervacio comentaba con Alida los detalles de su experiencia en el río y lo mal que se sintió cuando despertó y ella no estaba. Por otro lado con Sergio ya no deseaba discutir sobre la mala experiencia, lo importante era resolver como harían al día siguiente para regresar al campamento científico. El bote se lo había llevado el río y con Sergio no volverían a navegar, eso era algo seguro.
La noche los acompañaba, los tres estaban vivos y deseaban mantenerse así. Comieron los frutos hablaron de lo difícil que fue ese día y pronto el cansancio terminó por vencerlos, era hora de dormir en la precaria ramada.
Sergio acostumbrado a los rigores del clima y a la selva se acomodo a dormir a unos metros de distancia. La noche era cálida, la luna alumbraba en el cielo y las sombras entre los árboles se podían ver, en ese momento todo era quietud y paz, nada parecía moverse.
Las horas transcurrió sin peligros ni sorpresas, pronto el nuevo amanecer y los rayos del sol los despertaron, se encontraban descansados pero hambrientos, Sergio sugirió pescar para comer en el desayuno con pescado asado, la idea era buena pero Gervacio no deseaba perder tiempo, la pesca les llevaría parte de la mañana y lo mejor sería buscar los frutos de la noche anterior y resolver como preparar su regreso.
Cerca al río se lavaron la cara los brazos y manos luego se internaron unos metros entre los árboles para buscar los frutos. En esto había que tener cuidado para reconocerlos porque habían unos frutos muy parecidos pero eran venenosos y podían ocasionar la muerte por una fuerte intoxicación. Estos frutos eran de un rojo brillante que llamaban la atención, podían ser atractivos y muchos pensaban que eran inofensivos si no los conocían.
En la selva tropical uno se tiene que adaptar al rigor del bosque y comer lo que era necesario y prudente. Al final de un corto recorrido encontraron los arbustos con el fruto que se podía comer, llenaron sus bolsillos con todo lo que podían y llenaron sus manos también, luego se acercaron al río y comenzaron a caminar en paralelo a él. No era el desayuno más exquisito pero si el suficiente para saciar el hambre y mantenerse alertas ante algún peligro, además el sabor de los frutos era bastante agradable.
Sergio comentó con Gervacio que unos kilómetros adelante había una aldea muy conocida en la región, era nativos que se dedicaban a la pesca y a sus tradiciones, ellos podían ayudarlos a resolver su problema de regreso, eran experimentados navegantes entre las corrientes poderosas del gran río.
Gervacio, Alida y Sergio iniciaron el camino hacia esa aldea, el día recién comenzaba y era mejor no perder más tiempo.
El cielo se abría ante un sol sofocante, las temperaturas iban subiendo y el paisaje el rededor se hacia más exuberante, más verde. Las aves competían entre sí por su variedad de colores y el río era un escenario grandioso que inundaba las orillas, la vida se abría paso y tímidos manatíes nadan en aguas tranquilas de lagunas formadas por uno de los brazos del gran río.
También se podían ver lobos de río que con agilidad y gracia se movían entre las aguas.
Era un paraíso donde los animales de todas formas y tamaños competían por la sobrevivencia de su especie y de su propia vida.
En cada rincón había algo que llamaba la atención, las flores, los árboles y millones de millones de insectos que poblaban la selva amazónica. Cada uno cumplía su papel, cada especie dentro de la cadena ocupaba su lugar, no en vano toda la región era declarada patrimonio de la humanidad para reserva y cuidado del futuro de las generaciones.
Horas de caminata y en la distancia divisaron la pequeña aldea, pero no debían engañarse era gente que se protegía y protegían sus tierras.
Sergio comentaba -tres años antes, esta aldea estuvo en guerra con nativos que quisieron tomar sus tierras, son gente aguerrida que no retrocedió y luchó por lo que era suyo. Hombres y mujeres no se rindieron y pudieron convencer al invasor que se retire. Los otros nativos comprendieron y se retiraron, además habían perdido mucha gente. Esto no sale a la luz porque estamos alejados de la civilización, casi en el corazón de la selva.
En la mitad de la tarde fue cuando llegaron a la aldea, como en otras ocasiones fueron rodeados por los nativos, eran extraños que no solían venir muy seguido pero ¿de donde eran y que querían?.
Sergio se adelantó a explicar la visita y quienes eran los recién llegados, por suerte la fama del campamento científico había llegado a sus oídos y fueron recibidos en paz. El jefe se acercó a Gervacio y Alida como señal de bienvenida, ellos por su lado debían mostrar agradecimiento por ser acogidos en la aldea.
Sergio explicó al jefe que querían regresar al campamento y si podían usar uno de sus botes con un experimentado navegante.
El jefe se puso serio y dijo -eso no puede ser ahora, la tarde esta muy avanzada y no es bueno que la noche los sorprenda navegando.
Sergio no insistió no era bueno mostrar impaciencia, la tribu tenía sus reglas y sus creencias esa noche se quedarían a dormir en la aldea, era mejor obedecer.
Mientras tanto podía recorrer los alrededores y conocer algo más sobre las plantas curativas, sus propiedades y las leyendas que rodeaban el lugar.
Pero primero querían comer algo, tenían el estomago vacío desde el desayuno que fue su última comida.
Un poco de fruta y un pescado asado fue su alimento, él que casi devoraban, porque el hambre los vencía, eran platos exquisitos para ellos en ese momento.
Terminaron de comer y agradecieron por el alimento, Alida y Gervacio junto a Sergio descansaron unos minutos, luego quisieron recorrer el lugar, habían rincones muy interesantes que visitar, no podían alejarse demasiado porque pronto sería de noche.
Caminaron por una zona boscosa que parecía un Jardín del Edén del mundo por la variedad de árboles gigantes, plantas, arbustos aves, monos y demás mamíferos que habitaban el lugar y observaban a los visitantes, entre ellos no sería de sorprender que un jaguar en la distancia estuviera caminando al asecho de alguna presa.
Gervacio cortaba algunos arbustos pequeños que eran importantes para él y los frutos que no debían comerse también fueron cortados para estudiarlos en el laboratorio.
Extenuados por la visita a la aldea y por la caminata de casi todo el día se fueron a dormir en un refugio recién hecho con ramas por los nativos. En estos lugares no se podía estar con exigencias ni protestas había que tomar lo que se ofrecía y nada más.
CONTINUARÁ
Caminaron por una zona boscosa que parecía un Jardín del Edén del mundo por la variedad de árboles gigantes, plantas, arbustos aves, monos y demás mamíferos que habitaban el lugar y observaban a los visitantes, entre ellos no sería de sorprender que un jaguar en la distancia estuviera caminando al asecho de alguna presa.
Gervacio cortaba algunos arbustos pequeños que eran importantes para él y los frutos que no debían comerse también fueron cortados para estudiarlos en el laboratorio.
Extenuados por la visita a la aldea y por la caminata de casi todo el día se fueron a dormir en un refugio recién hecho con ramas por los nativos. En estos lugares no se podía estar con exigencias ni protestas había que tomar lo que se ofrecía y nada más.
CONTINUARÁ