domingo, 29 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

La noche estaba tranquila y fresca, corría un viento suave, el calor no era excesivo, Gervacio se sentía más tranquilo porque había encontrado Alida después de la terrible experiencia en el río. 
Ahora se alistaban a pasar la noche en esa playa. Tenían que hacer una fogata y construir  una ramada para protegerse en caso de lluvia aunque el cielo se veía despejado pero con el clima no se podía estar nunca seguro.
Sergio hizo fuego con unas ramas secas y los tres se sentaron alrededor para comer los frutos que habían guardado, Alida no tenía mucho hambre, pero era necesario comer algo para tener energía, al día siguiente les esperaba una larga caminata,
Cerca al fuego Gervacio comentaba con Alida los detalles de su experiencia en el río y lo mal que  se sintió cuando despertó y ella no estaba. Por otro lado con Sergio ya no deseaba discutir sobre la mala experiencia,  lo importante era resolver como harían al día siguiente para regresar al campamento científico. El bote se lo había llevado el río y con Sergio no volverían a navegar, eso era algo seguro.     
La noche los acompañaba, los tres estaban vivos y deseaban mantenerse así. Comieron los frutos hablaron de lo difícil que fue ese día y  pronto el cansancio terminó por vencerlos, era hora de dormir en la precaria  ramada. 
Sergio acostumbrado a los rigores del clima y a la selva se acomodo a dormir a unos metros de distancia. La noche era cálida, la luna alumbraba en el cielo y las sombras entre los árboles se podían ver, en ese momento todo era quietud y paz, nada parecía moverse. 
Las horas transcurrió sin peligros ni sorpresas, pronto el nuevo amanecer y los rayos del sol los despertaron, se encontraban descansados  pero hambrientos, Sergio sugirió pescar para comer en el desayuno con pescado asado, la idea era buena pero Gervacio no deseaba perder tiempo, la pesca les llevaría parte de la mañana y  lo mejor sería buscar los frutos de la noche anterior y resolver como preparar su regreso. 
Cerca al río se lavaron la cara los brazos y manos luego se internaron unos metros entre los árboles para buscar los frutos. En esto había que tener cuidado para reconocerlos porque habían unos frutos muy parecidos pero eran venenosos y podían ocasionar la muerte por una fuerte intoxicación. Estos frutos eran de un rojo brillante que llamaban la atención, podían ser atractivos y muchos pensaban que eran inofensivos si no los conocían. 
En la selva tropical uno se tiene que adaptar al rigor del bosque y comer lo que era necesario y prudente. Al final de un corto recorrido encontraron los arbustos con el fruto que se podía comer, llenaron sus bolsillos con todo lo que podían y llenaron sus manos también, luego se acercaron al río y comenzaron a caminar en paralelo a él. No era el desayuno más exquisito pero si el suficiente para saciar el hambre y mantenerse alertas ante algún peligro, además el sabor de los frutos era bastante agradable.
Sergio comentó con Gervacio que unos kilómetros adelante había una aldea muy conocida en la región, era nativos que se dedicaban a la pesca y a sus tradiciones, ellos podían ayudarlos a resolver su problema de regreso, eran experimentados navegantes entre las corrientes poderosas del gran río.                       
Gervacio, Alida y Sergio iniciaron el camino hacia esa aldea, el día recién comenzaba y era mejor no perder más tiempo. 
El cielo se abría ante un sol sofocante, las temperaturas iban subiendo y el paisaje el rededor se hacia más exuberante, más verde. Las aves competían entre sí por su variedad de colores y el río era un escenario grandioso que inundaba las orillas, la vida se abría paso y  tímidos manatíes nadan en aguas tranquilas de lagunas formadas por  uno de los brazos del gran río. 
También se podían ver lobos de río que con agilidad y gracia se movían entre las aguas.
Era un paraíso donde los animales de todas formas y tamaños competían por la sobrevivencia de su especie y de su propia vida. 
En cada rincón había algo que llamaba la atención, las flores, los árboles y millones de millones de insectos que poblaban la selva amazónica. Cada uno cumplía su papel, cada especie dentro de la cadena ocupaba su lugar, no en vano toda la región era declarada patrimonio de la humanidad para reserva y cuidado del futuro de las generaciones. 
Horas de caminata y en la distancia divisaron la pequeña aldea, pero no debían engañarse era gente que se protegía y protegían sus tierras. 
Sergio comentaba -tres años antes, esta aldea estuvo en guerra con nativos que quisieron tomar sus tierras, son gente aguerrida que no retrocedió y luchó por lo que era suyo. Hombres y mujeres no se rindieron y pudieron convencer al invasor que se retire. Los otros nativos comprendieron y se retiraron, además habían perdido mucha gente. Esto no sale a la luz porque estamos alejados de la civilización, casi en el corazón de la selva. 
En la mitad de la tarde fue cuando llegaron a la aldea, como en otras ocasiones  fueron rodeados por los nativos, eran extraños que no solían venir muy seguido pero ¿de donde eran y que querían?.
Sergio se adelantó a explicar la visita y quienes eran los recién llegados, por suerte la fama del campamento científico había llegado a sus oídos y fueron recibidos en paz. El jefe se acercó a Gervacio y Alida como señal de bienvenida, ellos por su lado debían mostrar agradecimiento por ser acogidos en la aldea.
Sergio explicó al jefe que querían regresar al campamento y si podían usar uno de sus botes con un experimentado navegante.
El jefe se puso serio y dijo -eso no puede ser ahora, la tarde esta muy avanzada y no es bueno que la noche los sorprenda navegando.
Sergio no insistió no era bueno mostrar impaciencia, la tribu tenía sus reglas y sus creencias esa noche se quedarían a dormir en la aldea, era mejor obedecer. 
Mientras tanto podía recorrer los alrededores y conocer algo más sobre las plantas curativas, sus propiedades y las leyendas que rodeaban el lugar.
Pero primero querían comer algo, tenían el estomago vacío desde el desayuno que fue su última comida.
Un poco de fruta y un pescado asado fue su alimento, él que casi devoraban, porque el hambre los vencía, eran platos exquisitos para ellos en ese momento.                    
Terminaron de comer y agradecieron  por el alimento, Alida y Gervacio junto a Sergio descansaron unos minutos, luego quisieron recorrer el lugar, habían rincones muy interesantes que visitar, no podían alejarse demasiado porque pronto sería de noche. 
Caminaron por una zona boscosa que parecía un Jardín del Edén del mundo por la variedad de árboles gigantes, plantas, arbustos aves, monos y demás mamíferos que habitaban el lugar y observaban a los visitantes, entre ellos no sería de sorprender que un jaguar en la distancia estuviera caminando al asecho de alguna presa.  
Gervacio cortaba algunos arbustos pequeños que eran importantes para él y los frutos que no debían comerse también fueron cortados para  estudiarlos en el laboratorio. 
Extenuados por la visita a la aldea y por la caminata de casi todo el día se fueron a dormir en un refugio recién hecho con ramas por los nativos. En estos lugares no se podía estar con exigencias ni protestas había que tomar lo que se ofrecía y nada más. 

CONTINUARÁ    

  

domingo, 22 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Por la corriente poderosa del gran río que la arrastraba,  Alida hacía esfuerzos desesperados para no luchar con la corriente, su chaleco salvavidas la mantenía a flote pero no sabía cuanto tiempo podía soportar el golpe de agua contra su cuerpo. Agitaba los brazos para conseguir acercarse a la orilla pero era en vano la corriente seguía arrastrándola. Ella quería gritar el nombre de Gervacio, estaba aterrorizada pero era en vano, él no podía escucharla. Alida tampoco sabía lo ocurrido a Gervacio y  a Sergio. 
Gritar solo le haría perder la fuerza que necesitaba para mantenerse consciente en el río y no ahogarse.     
El agua por momentos cubría su rostro y tragaba cantidades de líquido, tosía y arrojaba pero nada podía predecir cuanto tiempo estaría en el río y si su chaleco soportaría la fuerza de la corriente.  
Pasaba el tiempo y ella seguía atrapada en medio del río, no supo en que momento una corriente vino con fuerza sobre ella  y la hundió por unos segundos, luego envolvió su cuerpo y fue arrojado con violencia a una de las orillas donde existía  una pequeña playa de arena.  
Alida apenas respiraba, su cuerpo estaba tendido sobre la orilla, no tenía fuerzas para moverse, lloraba de miedo por haber sido envuelta por la corriente y casi ahogada, solo el chaleco salvavidas había soportado el embate del río.
En su mente resonaban las palabras de su madre que le decía. -si te vas a ese viaje yo no voy a estar cerca para protegerte- cuanta razón tenía, pensaba Alida y sollozaba despacio. 
El terror que había vivido era inexplicable y ahora no sabía que hacer, estaba sola en esa playa.  Lentamente se dio vuelta sobre la arena, no tenía fuerzas para levantarse, le dolía cada parte del cuerpo, éste había sido sacudido por la corriente. Ahora necesitaba tranquilizarse, recuperar la fuerza y pensar... ¿qué hacer si estaba sola en ese paraje?.    
Alida recordaba que cuando estaba en la corriente del río, pensó que iba a morir porque ella sintió la fuerza de dos corrientes, una que la arrastraba sobre el agua y la otra que la hundía hacia las profundidades, solo Dios sabe cómo es que estaba viva y respirando, daba gracias al cielo por ese milagro. 
En todo momento pensaba en Gervacio, no quería ni por un segundo imaginar que él se había ahogado -¡no! ¡no puede ser!- dijo en voz alta, además él sabía nadar muy bien, era un experto nadador pero retar a ese río y su corriente era casi un suicidio. Hasta los nativos del lugar sentían gran respeto por él. 
Cuando sintió que recobraba las fuerzas, Alida se sentó lentamente en la arena, su ropa estaba empapada, se quitó los botines para secarlos al sol, se sacó el chaleco salvavidas que la ayudó y unos sollozos escaparon de su garganta al recordar que estuvo muy cerca de la muerte.   
Desde la altura de los árboles se podía ver una banda de loritos y en una de las ramas más cercanas, un bello tucan la observaba, quieto y en silencio. Las aves de la selva eran por cientos de miles que cubrían las copas de los arboles.  
Alida estaba segura que Gervacio la buscaría,  él jamas la dejaría sola y ella no quería pasar la noche en un lugar que no conocía, pero que tal vez éste, la iba a sorprender.
Las horas seguían pasando y no tenía noticias de Gervacio más tarde pensaría que hacer. Sergio les había contado que muchos de los animales vienen a la orilla del río en la noche para beber agua, no sería raro  encontrarse con un jaguar y sus 120 kilos de pura furia arrojándose sobre ella, esto la estremecía de miedo no quería ni saberlo, segundos después pensó que si se movía del lugar y caminaba se alejaría y después cómo iba encontrarla Gervacio. 
Era un riesgo que en su momento debía decidir, si quedarse o caminar paralelo al río para encontrar alguna aldea. Por el momento se quedaría en el lugar para esperar que sucedía y también esperar que su ropa seque con el sol. 
Mientras Alida tenía todas estas dudas y estaba sola en la playa de arena, la suerte de Gervacio no había sido mejor, al saltar el bote y caer sobre el agua Gervacio cayó al río con tan mala suerte que uno de los remos golpeó su cabeza y quedó sin sentido, Sergio cayó cerca a él y a duras penas  
pudo cogerlo del chaleco y seguir la corriente hasta una ramada de donde pudo agarrarse y jalar a Gervacio hasta la orilla para rescatarlo, él seguía privado y la herida de la cabeza comenzó a sangrar. 
Sergio se lamentaba, no pudo hacer nada por Alida, ella estaba al otro lado del bote y al caer al agua, la corriente la arrastró a toda velocidad. 
No sabía qué iba hacer ahora, qué respuesta le daría a Gervacio cuando éste despierte, además pensar en Alida lo entristecía.
Arrastró a Gervacio a un lugar más seguro, era necesario curar la herida de la cabeza para detener el sangrado, él conocía que no muy lejos de ahí, hay un árbol de hojas largas para envolver su cabeza,  éstas hojas tienen la propiedad de coagular con rapidez la sangre y detener el sangrado.
Se puso de pie para traer las hojas, camino algunos metros y encontró el árbol, arrancó todas las hojas que pudo y regresó al lado de Gervacio, le envolvió la cabeza con las hojas y las amarró con delgadas lianas del mismo árbol, cuando acabo de hacer esto, Gervacio comenzaba a despertar, su primera palabra fue el nombre de Alida, él había alcanzado a ver cuando ella cayó al río. 
-¿Donde está Alida?- preguntó a Sergio -¿donde esta Alida?- volvió a repetir. 
-No pude hacer nada por ella, la corriente se la llevó a toda velocidad río abajo- contestó Sergio con gran pesar.
Gervacio a pesar del dolor de la herida en la cabeza sacudió a Sergio por el brazo y dijo:
-Cómo no hablaste que no sabías navegar en la corriente, tu irresponsabilidad nos ha puesto en esta terrible situación, tenemos que buscar Alida, tengo la esperanza de que esté bien en algún lugar del río. El chaleco salvavidas puede haberla sostenido para no ahogarse. No voy a detenerme hasta encontrarla- dijo con decisión y se puso lentamente de pie.
-No es bueno que la noche nos encuentre separados de Alida- Agregó Gervacio molesto con Sergio, él se dio cuenta que si éste no lo hubiera rescatado, ahora estaría ahogado y Alida perdida en la selva.
Al dar los primeros pasos Gervacio se sintió mareado, pero ya no sangraba su cabeza, el dolor seguía latente pero al menos podía caminar para buscar Alida, ella tenía que estar en algún lugar, él no quería perder la esperanza de encontrarla.
El sol comenzaba a quemar inclemente sobre la selva Gervacio y Sergio, siguieron el camino entre los árboles para estar cerca del río y a la vez protegerse del sol, cada segundo contaba para encontrar Alida, Gervacio no quería descansar a pesar de su herida. 
En un momento se detuvieron a comer unos frutos de unos arbusto cercanos a ellos, Sergio los conocía, no eran dañinos y al menos podían saciar el hambre -¡vamos!- dijo Gervacio, él se sentía mal de estar comiendo y pensaba que Alida no tenia que comer y tal vez estaba herida en algún lugar del río.  
-Gervacio, no se sienta mal de comer algo, porque si nosotros perdemos la fuerza ¿cómo vamos a encontrar a Alida si morimos de hambre? Juntemos unos frutos para dárselos a ella cuando la encontremos- dijo Sergio y guardó en sus bolsillos algunos frutos.
Gervacio hizo lo mismo que Sergio y dijo -Alida debe estar asustada-  pero en su interior, él sabía que ella era una mujer fuerte y que pensaría que hacer llegado el momento, ella no se dejaría llevar por el miedo, solo esperaba que no esté herida. 
Continuaron caminando toda la mañana y parte de la tarde, el cansancio hacia mella en ellos pero Gervacio no quería detenerse era importante encontrar Alida antes del anochecer.
-Descansemos un momento para recobrar las fuerzas y continuar, los dos queremos encontrar Alida pero si no descansamos, nuestro esfuerzo será en van- comentó Sergio para detenerse. 
Gervacio algo contrariado le hizo caso, él tenía razón pero si no encontraban Alida, Sergio en serio iba a conocer a Gervacio, ahora no era el momento de las recriminaciones, solo era el momento de buscarla. 
En el camino más adelante, se encontraron con unos nativos, ellos eran pacíficos y los habían visto caminar entre los árboles a Gervacio y Sergio. Éste último preguntó en su lengua nativa a uno del grupo, si habían visto a una mujer que estaba perdida, ella pertenece al campamento científico, dijo esto para advertir, el no hacerle daño, si la encontraban.                  
               
Uno de ellos contestó que se había enterado sobre una mujer vista en una playa del río, no muy lejos de aquí. La mujer estaba sin zapatos y se encuentra a este mismo lado de la orilla. 
No sé si la han llevado a una aldea o sigue en el mismo lugar.  
Sergio agradeció a los nativos y comentó con Gervacio -han visto Alida más adelante  en una playa que esta muy cerca de aquí. Ella estaba sin zapatos- no quiso hablar  más, no quería preocupar  a Gervacio y que éste se desespere y lo golpee, porque lo sentía culpable de la situación,  con esa acción la herida de la cabeza podía abrirse y comenzar a sangrar.   
Era de noche cuando llegaron a la playa  que señalaron los nativos, Alida no estaba, solo sus botines y su chaleco salvavidas se encontraban, estos eran la señal de que ella había estado ahí.
Gervacio se desesperó al no verla y gritó su nombre ¡Alidaaa! de pronto de entre los árboles apareció Alida sosteniendo largas ramas en la manos para cubrirse con ellas y pasar la noche. Al ver a Gervacio corrió hacia él, se dieron un abrazo, en ese momento las palabras estaban demás. 
Alida lloraba, Gervacio estaba vivo ese siempre fue su presentimiento, algo más tranquila le dijo: 
-Gervacio yo estaba segura que tu no me ibas a dejar de buscar, esa era mi esperanza-  y luego besaba a Gervacio, ahí se dio cuenta de su herida en la cabeza  y agregó -Gervacio estás herido ¿cómo sucedió?. 
-Es una historia larga que luego te contaré. Nunca te iba a dejar en este lugar, no sabes lo preocupado que estaba pensando que no te volvería a ver. 
Los enamorados se abrazaron de nuevo, la noche ya no parecía tan terrible, estaban juntos y eso era lo único importante.  
Sergio sentío también alivio, al ver que Alida estaba a salvo, ese día nunca lo iba a olvidar y seria más prudente la próxima vez de no ir por el río.  
       
      

domingo, 15 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Trevor, había sido muy claro en sus palabras cuando habló con Gervacio, después que éste se internara en el bosque sin conocer la zona y sin guía, luego se dio media vuelta y se retiró a la cabaña principal. 
La noche había llegado, una gran luna alumbraba en el cielo, Gervacio hablaba con Alida y decía.
-He sido imprudente, Trevor tiene razón, te expuse al peligro y también yo me expuse. Sabes que jamás permitiría que te suceda algo malo pero hay situaciones en que las cosas se escapan de nuestras manos. Pudimos habernos perdido y eso hubiera sido grave y peligroso para los dos, luego imagino la reacción y el sufrimiento de tu madre.   Alida trató de calmar a Gervacio diciendo: 
-Ya no debes preocuparte, lo importante es que no pasó nada grave y que no vamos a volver a repetirlo, irnos sin guía  por la selva fue temerario de nuestra parte si no conocemos el lugar.  Créeme hubo un momento en que sentí tanto miedo que pensé que no íbamos a encontrar el camino de regreso al campamento. Tuve que serenarme para no caer en desesperación.  
Gervacio tomó las manos de Alida, él se daba cuenta que ella no quería que él siga culpándose.  
La gran luna era cómplice de la pareja y parecía observar a los jóvenes en su promesa de amor. La noche se convertía en algo especial para los dos. 
-Es mejor que vaya hablar con Trevor, no quiero que las cosas empeoren y la convivencia en el campamento se convierta en algo desagradable- dijo Gervacio Alida, mientras besaba su frente.  
Alida estaba cansada, el día había sido hermoso con todo lo que vieron y conocieron; la selva ante ellos se presentó exuberante y llena de vida, la visita a la laguna, fue un lugar asombroso en medio de tanto bosque. Después el peligro de perderse y de no encontrar las marcas que Gervacio hizo en los árboles, esto la llenó de pánico y casi arruina la excursión, fueron demasiado arriesgados al internarse de esa forma  en la selva y no medir las consecuencias.  
Gervacio habló con Trevor y a la hora de la cena el ambiente se había tranquilizado. Éste hablaba con Alida y Gervacio, ya no estaba molesto y les comentaba hasta donde había ido en la mañana con Sergio -hemos caminado por lo menos diez kilómetros cerca al río y hubo un momento en que teníamos que internarnos entre los árboles en una zona que no conocía. 
El gran río Huallaga es inmenso e increíble, vimos algunos delfines rosados y uno en especial llamó mi atención porque se acercó bastante a la orilla, es un animal de gran destreza y belleza, parece que danza sobre el agua- decía Trevor con asombro y agregó  -cuando me vaya de este lugar voy a extrañarlo, no existe ningún sitio en el mundo con las dimensiones continentales de esta selva amazónica que es la fuente más grande de agua dulce en el planeta. El peligro es la deforestación que hace la mano del hombre- dijo esto último con pesar.
Bajo las aguas del río existe un gran mundo, sus habitantes están en constante movimiento de un lugar a otro, una gran diversidad de peces como zúngalos, gamitanas, sábalos, dorados y la lista es interminable. Todos ellos forman inmensos cardúmenes en movimiento bajo el agua.      
El paiche el rey de los ríos es el pez más grande, fuerte y de una belleza especial, él se encuentra en peligro de extinción porque  el hombre lo caza sin tregua.
La noche se prolongó unas horas más, la              
luna seguía en el cielo alumbrado con su luz el bosque y creaba una atmósfera especial, todo era tan tranquilo y sereno que se podía escuchar el sonido de los grillos y de alguno que otro animal nocturno. 
Pero como siempre, llegó el momento de decir buenas noches e irse a dormir. 
Alida en su habitación se sentía tan cansada que solo quería dormir pero antes de ir a la cama pensó que lo vivido en este día no se lo diría nunca a su madre, para qué angustiarla y mucho menos preocuparla...no, ella no haría eso. No pudo más y el sueño la venció. 
Al día siguiente muy temprano desde la ciudad llegó Eber al campamento, con su bote lleno de las provisiones que le habían encargado. Alida, Trevor y Gervacio desayunaban en ese momento y fue bueno verlo porque en el campamento ya se quedaban sin provisiones, aunque Sergio sabía cazar algún pequeño animal para comer mientras esperaban a Eber y las provisiones.
Eber comentaba con la gente del campamento algunos acontecimientos sucedidos el la ciudad pero nada resaltante, luego preguntó si lo necesitaban, si no era así él regresaría dos semanas más tarde. No, todos estuvieron de acuerdo en que no lo necesitaban, todos pagaron a Eber el dinero de las provisiones y éste se fue en su bote de regreso a la ciudad, él tenia buena destreza para navegar en la corriente poderosa del gran río. 
Trevor se quedaría esa mañana en el campamento, entonces Gervacio y Alida podrían ir con Sergio a otro lugar en la selva. Gervacio tenia interés en seguir investigando y juntando material para su trabajo.
Iniciaron su caminata primero paralelo al río y Sergio les contaba que en época de mucho calor se puede ver a los animales acercarse a la orilla del río a beber agua, es una época donde el agua  baja y algunas lagunas se han secado. Se detuvo de pronto y señaló un lugar -¡aquí mismo fue!, ¡si aquí vi! un gran caimán negro de más de tres metros y fuerte como una roca, devorarse  a un venado, fue estremecedor ver la lucha entre los dos, pero el venado no tenía oportunidad. 
Los caimanes han sido cazados sin medida por cazadores furtivos que no miden las consecuencias de su accionar, esto es lo que siempre comenta Trevor que estudia a estos animales. Los cocodrilos del nuevo mundo incluyen también a los caimanes. A esta especie le gusta tomar el sol gran parte del día en las orillas del río, debemos andar con cuidado.     
Una hora de caminata y Gervacio se dedicaba a lo suyo que eran las plantas, observaba todo aquello que llamara su atención. Ante ellos se muestra un paisaje ribereño  lleno de curvas y pequeños acantilados, el verde del bosque lo inundan todo y en algunos recodos del río  se puede ver grandes flores rojas y amarillas que se alzan en sus ramas de  hasta un metro de altura.Todo parece de fantasía pero es real, tan real como la vida misma.                     
A esa hora de la mañana y en medio de la selva tropical los termómetros alcanzan un calor de 47 grados. 
Es casi el medio día cuando Gervacio le indica a Sergio tomar un descanso. Los tres se detienen cerca de un montículo de tierra, primero se han asegurado que no sea un nido de las temibles hormigas.
De sus cantimploras tomaban grandes sorbos de agua, la sed los agobiaba. 
Sergio comentaba con Alida y Gervacio que a dos horas por el río en bote, existe una aldea, donde su gente también conoce mucho de plantas y raíces  -si desean mañana muy temprano podemos viajar por el río a ese lugar- a Gervacio le pareció una buena idea, Alida estuvo de acuerdo, guardó en su morral la libreta de apuntes y se dedicó a tomar fotos de los alrededores, era una experiencia y un lugar donde la naturaleza había juntado todas las maravillas del mundo. No había nada más que hablar, al día siguiente muy temprano partirían a esa aldea. 
Por ese día la excursión había terminado, tomaron el camino de regreso al campamento, el calor era asfixiante y la caminata se hacía más pesada. El resto del día estuvieron en el campamento dedicados a su investigación. En la noche le comunicaron a Trevor que irían a la aldea que estaba a dos horas del campamento. 
Y así fue, con los primeros rayos de luz y aún la mañana fresca, Alida, Gervacio y Sergio se alistaron para su viaje por el río, llevaban lo necesario, se pusieron los chalecos salvavidas y cargaron el bote con sus morrales, se embarcaron a su nuevo destino. 
El bote avanzaba por el río, la corriente poderosa los llevaba como si la pequeña embarcación fuera de papel. 
Navegando en pleno río Gervacio se dio cuenta que Sergio podía ser un buen guía en tierra, pero no era un buen navegante, no tenía la destreza de Eber para dominar la corriente del gran río que los arrastraba sin rumbo,  Sergio no podía con ella. 
El bote daba saltos en el agua y caía pesadamente sobre ella, Sergio no esquivaba los peligros Alida miraba con pánico a Gervacio, no quería decir nada y de pronto un gran salto del bote por la unión de dos corrientes y Alida salió disparada y arrojada al agua donde fue arrastrada por la corriente que a toda velocidad se la llevaba río abajo. Ella no sabía que hacer solo se repetía, ¡no luchar contra la corriente! ¡no luchar contra la corriente! y pensó en segundos que iba a morir en ese río. 

CONTINUARÁ              
   

domingo, 8 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Gervacio explicaba a Trevor porque se habían demorado tanto. Su viaje a la aldea de los nativos fue una magnífica experiencia de estudio sobre las plantas pero también sobre las costumbres y vida en la aldea. 
Después de un reconfortante baño Alida y Gervacio se reunieron con Trevor para cenar. 
Alumbrados por la luz de los lamparines sobre una mesa hecha de troncos y en el cielo una bella noche estrellada, los tres comensales hablaban sobre su día y las anécdotas que cada uno había vivido. Trevor ya conocía el caso de la niña en la aldea de los nativos y decía sobre ello:
-No debemos interferir en las costumbres de los nativos, no es bueno y ellos no lo permitirían, son creencias de muchas generaciones. Nuestros deber solo es observar y aprender  sus costumbres y los conocimientos que tienen sobre su entorno. Son personas que conocen muy bien el eco-sistema de la región, he aprendido muchas cosas de ellos en el tiempo que estoy en el campamento. 
Alida le daba la razón, ella y Gervacio habían aprendido sobre ellos, al pasar el día en la aldea. 
La conversación se extendió parte de la noche, pero el cansancio terminó por vencerlos y decir hasta mañana, era hora de irse a dormir. 
Al día siguiente amanecía en la selva amazónica  y el campamento científico también despertaba, Trevor se había ido antes del amanecer con Sergio el guía, él quería  ahora ir más lejos para seguir con el trabajo de investigación y necesitaba a Sergio para que lo guié en un terreno desconocido para él.  
En el campamento Gervacio y Alida desayunaron, Trevor, antes de irse a dormir la noche anterior, les comentó que saldría con Sergio al amanecer, el lugar donde irían quedaba muy lejos de la estación científica. 
Gervacio no quería desperdiciar el día, para él era importante seguir con la investigación sobre las plantas con propiedades curativas, entonces propuso Alida  una caminata por el bosque, ella estuvo de acuerdo y comentó:
-Quiero llamar a mi madre primero y luego nos vamos- dio media vuelta y camino hasta la cabaña principal donde estaba el teléfono satélite, pudo comunicarse con Alma que recién amanecía en la capital.   
-Alida que bueno escuchar tu voz y saber que todo está bien, aquí en la ciudad no hay muchas novedades, toda la familia se encuentra bien-  decía Alma a su hija, con voz de  felicidad.
-Que bueno madre que todos estén bien y que tú estés más tranquila, te extraño y pronto nos podremos ver, ahora tengo que despedirme porque nos vamos con Gervacio a una caminata de investigación...un abrazo y besos- así se despedía  Alida de su madre y salió de la cabaña para ir con Gervacio por un camino nuevo. A pesar de la advertencia de Sergio de caminar paralelo al río, Gervacio decidió internarse en el bosque, Alida le recordó la advertencia pero el contestó 
-No te preocupes no nos vamos alejar demasiado. 
Protegidos ambos con sombreros para el sol y ungüentos para mosquitos y otros insectos se internaron en el bosque. 
Gervacio iba adelante cauteloso, movía cada rama para no encontrar sorpresas, además en cada árbol con una navaja hacia un profundo corte para dejar marcas y saber el camino por donde regresar. Todo en el recorrido era asombroso, la vegetación predominante en la zona es de un bosque casi interminable y en los árboles como siempre las aves anidaban. En su camino se encontraron con varias  familias de perezosos que dormitaban en las ramas altas de los árboles, a ellos nada parecía perturbarlos.
El encuentro con pequeños mamíferos fue sorprendente, no en vano la región era conocida por tener la más grande diversidad de plantas y animales. 
Gervacio atento ha cada movimiento o sonido extraño, seguía marcando los árboles del sendero y Alida lo seguía de cerca, atenta también al bosque que podía tener muchas sorpresas, no siempre  muy gratas.      La mañana  avanzaba y en su caminata        



de más de tres horas, Alida y Gervacio se encontraron con un claro en el bosque, donde había una laguna y a un costado unas hermosas caídas de agua, los rayos del sol penetraban a través de los árboles y se reflejaban sobre el agua, creando una admosfera especial y un bello paisaje. 
En el lugar la naturaleza había hecho su trabajo, construyendo un eco sistema donde convivían peces, tortugas, lagartijas y todo tipo de reptiles pequeños, en el extremo opuesto de la laguna flores propias de la selva adornaban la orilla, y entre ellas se movían pequeños sapos coloridos, que eran un aviso de no ser tocados porque cuanto más coloridos más venenosos. 
Alida se acercó al borde de la laguna para ver más de cerca a las tortugas pero Gervacio le advirtió que no se acerque demasiado porque en las aguas tranquilas de las lagunas solían vivir caimanes de gran tamaño.         
Alida junto a Gervacio observaban cada planta que llamaba su atención, ella tomaba apuntes de las características de cada árbol o arbusto que él le dictaba. Alida se había convertido en  su asistente. Los dos observaban atentos cada rincón que rodeaba la laguna, donde podían encontrar algo interesante. Sabían además  por comentarios de Sergio que en esa zona algo más profunda en el bosque, habitaban tribus de nativos que vivían en aislamiento, ellos no querían tener ningún contacto con la civilización y eran bastante agresivos si entraban extraños en su territorio.  
-Debemos tener cuidado no es bueno internarnos más allá de los límites de la laguna, alguien nos puede estar vigilando- dijo Gervacio mirando a todos lados.
La laguna era bastante grande y a su alrededor todo el bosque tupido de grandes árboles se apiñaban uno junto al otro. Alida aprovechó la oportunidad para  tomar fotos de cada rincón, plantas y flores que también servirían para el trabajo de Gervacio.
Se quedaron en el lugar toda la mañana, más allá del medio día, era tiempo de volver y mejor hacerlo cuando todavía había luz. 
Gervacio y Alida se internaron en el bosque para regresar y de pronto... parecía una broma, no estaban las marcas que él había hecho en los árboles para no perder el camino. 
Por un instante se le congeló la sangre en las venas, Alida también se dio cuenta que los cortes en los árboles no se notaban, ¿qué había pasado con ellos?, Gervacio fue cuidadoso al dejar las marcas. Ambos se quedaron paralizados en el lugar y como habían avanzado solo unos metros. 
-Regresemos a la laguna- dijo Gervacio -es mejor no caminar más tenemos que orientarnos de nuevo. 
Regresaron a la laguna y todo era igual, cada sendero se parecía al otro lleno de árboles y arbustos tupidos. Alida se alejó de Gervacio y este le dijo en voz alta -¡no Alida no te alejes de mí! si nos separamos vamos a perdernos y eso será peor. Es mejor estar juntos y recordar el camino donde fueron hechas las marcas. 
Se movieron lentamente cada árbol fue tocado y examinado para observar mejor y encontrar las marcar de cuchilla. Gervacio no podía comprender lo que pasaba pero el escenario que tenía frente a él era complicado porque el bosque al ser tan tupido se veía igual por todos lados, él pensaba... las marcas no podían haber desaparecido.
-Alida vamos a buscar los árboles marcados con más cuidado, tienen que estar por aquí, las marcas no pueden desaparecer- decía Gervacio bastante preocupado, porque si seguían sin orientarse  por el sendero, la noche los encontraría  perdidos en medio de la selva.
Tener calma era la prioridad y volver sobre sus pasos para recordar por donde llegaron a la laguna. Gervacio en su fuero interno admitía... Sergio tenía razón, no era fácil orientarse en un lugar que no se conoce y aún más cuando está  lleno de tanta vegetación y árboles que hacen que parezca  todo igual alrededor. 
Fue Alida después de un rato,  quien encontró el primer árbol marcado al borde del camino:
-¡Gervacio!- lo llamó -¡mira, aquí hay una marca!- el árbol estaba casi oculto por unas ramas por eso pasó desapercibido por ellos cuando buscaron la primera vez.                           
-Vamos Alida no perdamos tiempo si oscurece no veremos las marcas y podemos equivocar el camino- había un poco de pánico en su voz, no era nada gracioso perderse en un lugar donde era difícil que los puedan encontrar.
Alida también tenía miedo, debían caminar cerca de tres horas para llegar al campamento. Sergio les advirtió unos días antes que no era fácil andar  en medio de ese bosque y además encontrarse con el peligro de la picadura de un animal venenoso o algo peor, el temible jaguar. 
No era nada grato encontrarse con ciento veinte kilos de un jaguar encima de ellos  Esto último le escarapelaba el cuerpo a pesar que reconocía que era un gran animal de hermosa belleza. 
Caminaron el resto del sendero con cuidado de encontrar cada uno de los arboles marcados, era más difícil  verlos porque oscurecía y la luz ya no entraba igual en el bosque, cuando llegaron al campamento era de noche, Trevor los vio y estaba sorprendido de que aparezcan de pronto, muy serio les dijo:
-En el campamento no tenemos tiempo para preocuparnos si alguien se pierde por la negligencia de no escuchar las advertencia. Tu actitud Gervacio, ha sido irresponsable, porque encima te vas con  Alida arriesgandola a ella también. Escucha bien, si te pierdes en este bosque nadie te va encontrar y corre bajo tu responsabilidad lo que te suceda- Trevor muy molesto advirtió a Gervacio, él había sido temerario en ir por un camino de la selva que no conoce, en un bosque lleno de peligros y casi infinito. 

CONTINUARÁ     

     

domingo, 1 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Gervacio observó el pesar de Demetrio y no quiso interrumpirlo, retrocedió unos pasos pero en ese instante Demetrio comentó:
-No se preocupen no he querido importunarlos con mis recuerdos, pero es un pesar que guardo dentro de mí.
-No, por favor, nosotros solo respetamos su silencio- contestó Alida.  
Demetrio movió la cabeza, les señalo la puerta de la cabaña y agregó -siganme quiero mostrarles un árbol que es interesante-  caminó hacia fuera de la cabaña  se internó unos metros en el bosque, Alida y Gervacio lo seguían de cerca, estaban curiosos, pensaban que podía ser un árbol parecido al que Sergio les mostró, el cual tenía más de quinientos años. 
Demetrio caminó unos pasos y se paró al lado de un árbol aparentemente normal, igual en aspecto al de otros arboles, pero éste en realidad era distinto:
-Este árbol es de apariencia normal, su corteza es la que contiene una sustancia que paraliza cada músculo del cuerpo y el corazón lentamente, si se exceden en tomar la cantidad ocasiona la muerte. La corteza se raspa  y se hierve en poca agua, se deja consumir y al final queda un líquido oscuro que es amargo al tomar. Aquí lo usamos como un calmante para el dolor pero debe consumirse en mínima cantidad si no las consecuencias son fatales-  Demetrio terminó de decir esto, dio media vuelta y regresó de nuevo a su cabaña, se paró en la entrada y vio que su gente caminaba hacia el centro de las cabañas. 
-Es hora del ritual- comentó -debemos mostrar respeto, tenemos que acercarnos- y señaló un lugar  para Alida y Gervacio, ellos debían estar de pie y en silencio. 
Los nativos en el centro de la aldea rodeaban a una pequeña niña, tal vez de ocho o nueve meses de nacida, la niña vestía una túnica de colores y su madre la tenía en brazos,  el Curaca de la aldea, movía las manos y pronunciaba palabras en su dialecto que no comprendían Gervacio, ni Alida, ellos inmóviles miraban la ceremonia, no hablaban, nadie lo hacia, solo en coro los nativos repetían algunas palabras y le acercaban  unas ramas con las que tocaban suavemente a la niña.  
La pequeña tranquila no lloraba, se sentía segura en brazos de su madre. La ceremonia duró cerca de una hora, luego de terminado el ritual la niña y su madre entraron en una de las cabañas, todos quedaron en silencio. 
El Curaca se acercó Alida y a Gervacio y les ofreció una vasija que contenía  gusanos que los nativos  comían como un plato especial. Alida recordó las palabras de Trevor -no deben rechazar nada que les ofrezcan- Sergio el guía se mantenía a un lado en silencio, él no decía palabra alguna.  
Gervacio miró a Demetrio como pidiendo ayuda, pero él señaló la vasija y comentó -debe recibir y comer uno o dos gusanos no son desagradables se lo aseguro.
Con una actitud natural Gervacio tomó la vasija y se sirvió un gusano que puso en su boca y sin mascar se lo paso, luego entregó la vasija Alida y ella hizo lo mismo, cogió un gusano y lo trago sin masticar. Demetrio recibió la vasija y la entregó al Curaca que muy serio se retiró.
Era verdad lo que decía Demetrio, el sabor del gusano  no era desagradable pero tenía una consistencias aceitosa que les quedó en la boca por un buen rato. 
Demetrio contó a los visitantes que esos gusanos no son desagradables de comer y que es una costumbre de su pueblo consumirlos. Los nativos los sacan de los árboles que se encuentran cercanos a la aldea.
Gervacio le preguntó el porqué del ritual a una niña, que significado tenía, él sentía curiosidad por saber.  Entonces Demetrio le contó la historia:
-En la aldea la niña, es considerada una          
deidad porque ella ha cumplido con algunos requisitos  para que sea considerada de esa forma. Cuando la pequeña nació no lo hizo como nacen todos los bebes con el rostro mirando hacia abajo, el rostro de la niña miraba hacia arriba, después en la parte superior de la cabeza tiene una pequeña protuberancia que asemeja a un cuernito y por último, en la parte de atrás de su cabeza, en la nuca, tiene un mechón de cabello completamente blanco que nadie en la aldea lo tiene y quiero aclarar, no son canas. 
Todos los nativos creen que es una deidad que ha reencarnado en la niña, por eso el trato especial y por eso es el ritual.  
Alida escuchaba a Demetrio y no salía de su asombro ¿era en verdad la niña especial? o solo era un lindo ángel que viviría el resto de su vida inmóvil y considerada intocable por los demás, ella no podría elegir su camino ni vivir su propia vida, era un destino solitario o... ¿tal vez no? Alida preguntó si podían ir a la cabaña y ver a la niña. Demetrio contestó -me temo que eso es imposible a nadie se le permite ver a la niña, solo cuando es la hora del ritual. Alida sintió pesar por la pequeña, su vida no sería fácil, pensó. 
Caminaron los visitantes de nuevo hacia la cabaña de Demetrio, Gervacio preguntó si podía llevar unas muestras de todas las plantas y raíces  que le había mostrado, era importante llevarse muestras para estudiarlas y examinar su composición.
Demetrio estuvo de acuerdo y le entregó cada muestra de plantas que tenía sobre la mesa, Gervacio apuntaba con cuidado el nombre de cada una y las envolvía en un papel manteca que había traído para ese propósito, luego las guardaba en un maletín pequeño que colgaba en su hombro. Todo debía ser documentado y bien envuelto para viajar a la capital.
Sergio en su momento avisó a Gervacio que tenían que partir, el camino de regreso sería largo y no es bueno que la noche nos encuentre en el camino. 
-Si, en un momento estaremos listos, tengo que guardar todo con seguridad si no mi trabajo se puede arruinar- contestó Gervacio mientras Alida lo ayudaba a tomar apuntes de cada una de las plantas.   -Es un gran problema el que ahora se vive en la aldea- decía Demetrio preocupado -la gente de la nueva generación quieren irse a la ciudad y aquí en la aldea cada día nos quedamos sin jóvenes que puedan heredar todo el conocimiento de sus mayores para seguir la tradición y que nuestro pueblo no desaparezca. El ruido de la ciudad les atrae en demasía y que podemos hacer los mayores para detenerlos...nada. Es una cruda realidad- dijo esto con pesar y lamento en la voz. Él pensaba en el futuro de su pueblo.
Gervacio no tenía palabras para contestar lo que Demetrio hablaba,  al final agregó -deben de hablar con los jóvenes y explicarles lo importante que es que ellos se queden en la aldea, nadie dice que no puedan ir de visita a la ciudad más cercana, deben decirle también lo difícil que sería para ellos insertarse en la vida laboral de la ciudad, hablen con ellos de todo esto.  
-Hablar con ellos lo hemos hecho de varias formas y hasta hemos sido duros con nuestros jóvenes y aún así, hace tres días se fueron tres de ellos. Somos una población pequeña y si se van, en unos años nada va quedar de nuestro pueblo. 
-Es un problema grave pero tienen que seguir insistiendo y quien sabe esos jóvenes que se han ido, cuando vean la realidad en la ciudad y sin dinero van regresar, como en tu caso que no te acostumbraste al bullicio del lugar- contestó Gervacio para darle ánimo a Demetrio que estuvo de acuerdo con sus palabras.
 Alida y Gervacio terminaron de guardar su preciado cargamento en el maletín y se despedían de Demetrio, éste les dijo que era necesario despedirse del Curaca y jefe de la aldea, si no lo considerarían como una falta de respeto.  
Los tres visitantes obedecieron a Demetrio y junto con él fueron a buscar al Curaca, le agradecieron su hospitalidad y permiso para permanecer en el lugar y prometieron regresar de nuevo en unos   días. 
                
Caminaron despacio para salir de la aldea no era una buena idea irse muy rápido había rituales que tenían que obedecer. 
Sergio por fin habló, él se había mantenido en silencio en todo el tiempo que duro la visita porque no quiso interrumpir el trabajo ni la conversación de Gervacio. 
-Ahora tenemos que tomar el camino de regreso, hemos tardado más de  cuenta y no es bueno caminar de noche en la selva- comentaba Sergio a Gervacio.
-Entonces vamos, la ruta de regreso es larga.
En el camino se encontraron con algunos animales pequeños y con un ciervo de los pantanos que corría entre el follaje para esconderse de los intrusos, era de tamaño mediano y color rojizo parecía despreocupado pero alerta a cualquier movimiento o sonido extraño, este animal decía Sergio es la presa favorita del jaguar, él no puede evadir un encuentro con el más extraordinario depredador de esta selva. 
En otro momento se encontraron con un gigantesco grupo de mariposas que volaban por el lugar, era un cuadro casi mágico ver la cantidad de estos insectos de colores llamativos, desde las más pequeñas a la más grandes, en la zona había una gran cantidad de ellas. 
En el camino también se encontraron con un tapir adulto que corrió a esconderse, él es considerado el detective de la selva porque siempre esta alerta y tiene un gran olfato para avisar a todos que hay cerca un depredador.
Mas adelante y en medio de los ramajes vieron a lo lejos una temible aparición, era un jaguar de gran tamaño que ya los había visto, Sergio alertó -no se muevan solo quédense quieto, esta un poco lejos para atacarnos, pero son tan veloces que puede acercarse- los tres estaban inmóviles y apenas respiraban cuando vieron que el temible animal desapareció como si fuera un fantasma. 
Era temible sí, pero también era de una belleza extraordinaria, fue fácil comprender porque los nativos los consideraban un rey de la selva amazónica.
La luz del día se había ido cuando Gervacio Alida y Sergio llegaron al campamento, estaban exhaustos y con hambre, para ellos había sido un gran día de experiencia y aprendizaje, Trevor los recibió preocupado porque pensó que algo podía haberles pasado. 

CONTINUARÁ