domingo, 15 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Trevor, había sido muy claro en sus palabras cuando habló con Gervacio, después que éste se internara en el bosque sin conocer la zona y sin guía, luego se dio media vuelta y se retiró a la cabaña principal. 
La noche había llegado, una gran luna alumbraba en el cielo, Gervacio hablaba con Alida y decía.
-He sido imprudente, Trevor tiene razón, te expuse al peligro y también yo me expuse. Sabes que jamás permitiría que te suceda algo malo pero hay situaciones en que las cosas se escapan de nuestras manos. Pudimos habernos perdido y eso hubiera sido grave y peligroso para los dos, luego imagino la reacción y el sufrimiento de tu madre.   Alida trató de calmar a Gervacio diciendo: 
-Ya no debes preocuparte, lo importante es que no pasó nada grave y que no vamos a volver a repetirlo, irnos sin guía  por la selva fue temerario de nuestra parte si no conocemos el lugar.  Créeme hubo un momento en que sentí tanto miedo que pensé que no íbamos a encontrar el camino de regreso al campamento. Tuve que serenarme para no caer en desesperación.  
Gervacio tomó las manos de Alida, él se daba cuenta que ella no quería que él siga culpándose.  
La gran luna era cómplice de la pareja y parecía observar a los jóvenes en su promesa de amor. La noche se convertía en algo especial para los dos. 
-Es mejor que vaya hablar con Trevor, no quiero que las cosas empeoren y la convivencia en el campamento se convierta en algo desagradable- dijo Gervacio Alida, mientras besaba su frente.  
Alida estaba cansada, el día había sido hermoso con todo lo que vieron y conocieron; la selva ante ellos se presentó exuberante y llena de vida, la visita a la laguna, fue un lugar asombroso en medio de tanto bosque. Después el peligro de perderse y de no encontrar las marcas que Gervacio hizo en los árboles, esto la llenó de pánico y casi arruina la excursión, fueron demasiado arriesgados al internarse de esa forma  en la selva y no medir las consecuencias.  
Gervacio habló con Trevor y a la hora de la cena el ambiente se había tranquilizado. Éste hablaba con Alida y Gervacio, ya no estaba molesto y les comentaba hasta donde había ido en la mañana con Sergio -hemos caminado por lo menos diez kilómetros cerca al río y hubo un momento en que teníamos que internarnos entre los árboles en una zona que no conocía. 
El gran río Huallaga es inmenso e increíble, vimos algunos delfines rosados y uno en especial llamó mi atención porque se acercó bastante a la orilla, es un animal de gran destreza y belleza, parece que danza sobre el agua- decía Trevor con asombro y agregó  -cuando me vaya de este lugar voy a extrañarlo, no existe ningún sitio en el mundo con las dimensiones continentales de esta selva amazónica que es la fuente más grande de agua dulce en el planeta. El peligro es la deforestación que hace la mano del hombre- dijo esto último con pesar.
Bajo las aguas del río existe un gran mundo, sus habitantes están en constante movimiento de un lugar a otro, una gran diversidad de peces como zúngalos, gamitanas, sábalos, dorados y la lista es interminable. Todos ellos forman inmensos cardúmenes en movimiento bajo el agua.      
El paiche el rey de los ríos es el pez más grande, fuerte y de una belleza especial, él se encuentra en peligro de extinción porque  el hombre lo caza sin tregua.
La noche se prolongó unas horas más, la              
luna seguía en el cielo alumbrado con su luz el bosque y creaba una atmósfera especial, todo era tan tranquilo y sereno que se podía escuchar el sonido de los grillos y de alguno que otro animal nocturno. 
Pero como siempre, llegó el momento de decir buenas noches e irse a dormir. 
Alida en su habitación se sentía tan cansada que solo quería dormir pero antes de ir a la cama pensó que lo vivido en este día no se lo diría nunca a su madre, para qué angustiarla y mucho menos preocuparla...no, ella no haría eso. No pudo más y el sueño la venció. 
Al día siguiente muy temprano desde la ciudad llegó Eber al campamento, con su bote lleno de las provisiones que le habían encargado. Alida, Trevor y Gervacio desayunaban en ese momento y fue bueno verlo porque en el campamento ya se quedaban sin provisiones, aunque Sergio sabía cazar algún pequeño animal para comer mientras esperaban a Eber y las provisiones.
Eber comentaba con la gente del campamento algunos acontecimientos sucedidos el la ciudad pero nada resaltante, luego preguntó si lo necesitaban, si no era así él regresaría dos semanas más tarde. No, todos estuvieron de acuerdo en que no lo necesitaban, todos pagaron a Eber el dinero de las provisiones y éste se fue en su bote de regreso a la ciudad, él tenia buena destreza para navegar en la corriente poderosa del gran río. 
Trevor se quedaría esa mañana en el campamento, entonces Gervacio y Alida podrían ir con Sergio a otro lugar en la selva. Gervacio tenia interés en seguir investigando y juntando material para su trabajo.
Iniciaron su caminata primero paralelo al río y Sergio les contaba que en época de mucho calor se puede ver a los animales acercarse a la orilla del río a beber agua, es una época donde el agua  baja y algunas lagunas se han secado. Se detuvo de pronto y señaló un lugar -¡aquí mismo fue!, ¡si aquí vi! un gran caimán negro de más de tres metros y fuerte como una roca, devorarse  a un venado, fue estremecedor ver la lucha entre los dos, pero el venado no tenía oportunidad. 
Los caimanes han sido cazados sin medida por cazadores furtivos que no miden las consecuencias de su accionar, esto es lo que siempre comenta Trevor que estudia a estos animales. Los cocodrilos del nuevo mundo incluyen también a los caimanes. A esta especie le gusta tomar el sol gran parte del día en las orillas del río, debemos andar con cuidado.     
Una hora de caminata y Gervacio se dedicaba a lo suyo que eran las plantas, observaba todo aquello que llamara su atención. Ante ellos se muestra un paisaje ribereño  lleno de curvas y pequeños acantilados, el verde del bosque lo inundan todo y en algunos recodos del río  se puede ver grandes flores rojas y amarillas que se alzan en sus ramas de  hasta un metro de altura.Todo parece de fantasía pero es real, tan real como la vida misma.                     
A esa hora de la mañana y en medio de la selva tropical los termómetros alcanzan un calor de 47 grados. 
Es casi el medio día cuando Gervacio le indica a Sergio tomar un descanso. Los tres se detienen cerca de un montículo de tierra, primero se han asegurado que no sea un nido de las temibles hormigas.
De sus cantimploras tomaban grandes sorbos de agua, la sed los agobiaba. 
Sergio comentaba con Alida y Gervacio que a dos horas por el río en bote, existe una aldea, donde su gente también conoce mucho de plantas y raíces  -si desean mañana muy temprano podemos viajar por el río a ese lugar- a Gervacio le pareció una buena idea, Alida estuvo de acuerdo, guardó en su morral la libreta de apuntes y se dedicó a tomar fotos de los alrededores, era una experiencia y un lugar donde la naturaleza había juntado todas las maravillas del mundo. No había nada más que hablar, al día siguiente muy temprano partirían a esa aldea. 
Por ese día la excursión había terminado, tomaron el camino de regreso al campamento, el calor era asfixiante y la caminata se hacía más pesada. El resto del día estuvieron en el campamento dedicados a su investigación. En la noche le comunicaron a Trevor que irían a la aldea que estaba a dos horas del campamento. 
Y así fue, con los primeros rayos de luz y aún la mañana fresca, Alida, Gervacio y Sergio se alistaron para su viaje por el río, llevaban lo necesario, se pusieron los chalecos salvavidas y cargaron el bote con sus morrales, se embarcaron a su nuevo destino. 
El bote avanzaba por el río, la corriente poderosa los llevaba como si la pequeña embarcación fuera de papel. 
Navegando en pleno río Gervacio se dio cuenta que Sergio podía ser un buen guía en tierra, pero no era un buen navegante, no tenía la destreza de Eber para dominar la corriente del gran río que los arrastraba sin rumbo,  Sergio no podía con ella. 
El bote daba saltos en el agua y caía pesadamente sobre ella, Sergio no esquivaba los peligros Alida miraba con pánico a Gervacio, no quería decir nada y de pronto un gran salto del bote por la unión de dos corrientes y Alida salió disparada y arrojada al agua donde fue arrastrada por la corriente que a toda velocidad se la llevaba río abajo. Ella no sabía que hacer solo se repetía, ¡no luchar contra la corriente! ¡no luchar contra la corriente! y pensó en segundos que iba a morir en ese río. 

CONTINUARÁ              
   

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