domingo, 22 de septiembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Por la corriente poderosa del gran río que la arrastraba,  Alida hacía esfuerzos desesperados para no luchar con la corriente, su chaleco salvavidas la mantenía a flote pero no sabía cuanto tiempo podía soportar el golpe de agua contra su cuerpo. Agitaba los brazos para conseguir acercarse a la orilla pero era en vano la corriente seguía arrastrándola. Ella quería gritar el nombre de Gervacio, estaba aterrorizada pero era en vano, él no podía escucharla. Alida tampoco sabía lo ocurrido a Gervacio y  a Sergio. 
Gritar solo le haría perder la fuerza que necesitaba para mantenerse consciente en el río y no ahogarse.     
El agua por momentos cubría su rostro y tragaba cantidades de líquido, tosía y arrojaba pero nada podía predecir cuanto tiempo estaría en el río y si su chaleco soportaría la fuerza de la corriente.  
Pasaba el tiempo y ella seguía atrapada en medio del río, no supo en que momento una corriente vino con fuerza sobre ella  y la hundió por unos segundos, luego envolvió su cuerpo y fue arrojado con violencia a una de las orillas donde existía  una pequeña playa de arena.  
Alida apenas respiraba, su cuerpo estaba tendido sobre la orilla, no tenía fuerzas para moverse, lloraba de miedo por haber sido envuelta por la corriente y casi ahogada, solo el chaleco salvavidas había soportado el embate del río.
En su mente resonaban las palabras de su madre que le decía. -si te vas a ese viaje yo no voy a estar cerca para protegerte- cuanta razón tenía, pensaba Alida y sollozaba despacio. 
El terror que había vivido era inexplicable y ahora no sabía que hacer, estaba sola en esa playa.  Lentamente se dio vuelta sobre la arena, no tenía fuerzas para levantarse, le dolía cada parte del cuerpo, éste había sido sacudido por la corriente. Ahora necesitaba tranquilizarse, recuperar la fuerza y pensar... ¿qué hacer si estaba sola en ese paraje?.    
Alida recordaba que cuando estaba en la corriente del río, pensó que iba a morir porque ella sintió la fuerza de dos corrientes, una que la arrastraba sobre el agua y la otra que la hundía hacia las profundidades, solo Dios sabe cómo es que estaba viva y respirando, daba gracias al cielo por ese milagro. 
En todo momento pensaba en Gervacio, no quería ni por un segundo imaginar que él se había ahogado -¡no! ¡no puede ser!- dijo en voz alta, además él sabía nadar muy bien, era un experto nadador pero retar a ese río y su corriente era casi un suicidio. Hasta los nativos del lugar sentían gran respeto por él. 
Cuando sintió que recobraba las fuerzas, Alida se sentó lentamente en la arena, su ropa estaba empapada, se quitó los botines para secarlos al sol, se sacó el chaleco salvavidas que la ayudó y unos sollozos escaparon de su garganta al recordar que estuvo muy cerca de la muerte.   
Desde la altura de los árboles se podía ver una banda de loritos y en una de las ramas más cercanas, un bello tucan la observaba, quieto y en silencio. Las aves de la selva eran por cientos de miles que cubrían las copas de los arboles.  
Alida estaba segura que Gervacio la buscaría,  él jamas la dejaría sola y ella no quería pasar la noche en un lugar que no conocía, pero que tal vez éste, la iba a sorprender.
Las horas seguían pasando y no tenía noticias de Gervacio más tarde pensaría que hacer. Sergio les había contado que muchos de los animales vienen a la orilla del río en la noche para beber agua, no sería raro  encontrarse con un jaguar y sus 120 kilos de pura furia arrojándose sobre ella, esto la estremecía de miedo no quería ni saberlo, segundos después pensó que si se movía del lugar y caminaba se alejaría y después cómo iba encontrarla Gervacio. 
Era un riesgo que en su momento debía decidir, si quedarse o caminar paralelo al río para encontrar alguna aldea. Por el momento se quedaría en el lugar para esperar que sucedía y también esperar que su ropa seque con el sol. 
Mientras Alida tenía todas estas dudas y estaba sola en la playa de arena, la suerte de Gervacio no había sido mejor, al saltar el bote y caer sobre el agua Gervacio cayó al río con tan mala suerte que uno de los remos golpeó su cabeza y quedó sin sentido, Sergio cayó cerca a él y a duras penas  
pudo cogerlo del chaleco y seguir la corriente hasta una ramada de donde pudo agarrarse y jalar a Gervacio hasta la orilla para rescatarlo, él seguía privado y la herida de la cabeza comenzó a sangrar. 
Sergio se lamentaba, no pudo hacer nada por Alida, ella estaba al otro lado del bote y al caer al agua, la corriente la arrastró a toda velocidad. 
No sabía qué iba hacer ahora, qué respuesta le daría a Gervacio cuando éste despierte, además pensar en Alida lo entristecía.
Arrastró a Gervacio a un lugar más seguro, era necesario curar la herida de la cabeza para detener el sangrado, él conocía que no muy lejos de ahí, hay un árbol de hojas largas para envolver su cabeza,  éstas hojas tienen la propiedad de coagular con rapidez la sangre y detener el sangrado.
Se puso de pie para traer las hojas, camino algunos metros y encontró el árbol, arrancó todas las hojas que pudo y regresó al lado de Gervacio, le envolvió la cabeza con las hojas y las amarró con delgadas lianas del mismo árbol, cuando acabo de hacer esto, Gervacio comenzaba a despertar, su primera palabra fue el nombre de Alida, él había alcanzado a ver cuando ella cayó al río. 
-¿Donde está Alida?- preguntó a Sergio -¿donde esta Alida?- volvió a repetir. 
-No pude hacer nada por ella, la corriente se la llevó a toda velocidad río abajo- contestó Sergio con gran pesar.
Gervacio a pesar del dolor de la herida en la cabeza sacudió a Sergio por el brazo y dijo:
-Cómo no hablaste que no sabías navegar en la corriente, tu irresponsabilidad nos ha puesto en esta terrible situación, tenemos que buscar Alida, tengo la esperanza de que esté bien en algún lugar del río. El chaleco salvavidas puede haberla sostenido para no ahogarse. No voy a detenerme hasta encontrarla- dijo con decisión y se puso lentamente de pie.
-No es bueno que la noche nos encuentre separados de Alida- Agregó Gervacio molesto con Sergio, él se dio cuenta que si éste no lo hubiera rescatado, ahora estaría ahogado y Alida perdida en la selva.
Al dar los primeros pasos Gervacio se sintió mareado, pero ya no sangraba su cabeza, el dolor seguía latente pero al menos podía caminar para buscar Alida, ella tenía que estar en algún lugar, él no quería perder la esperanza de encontrarla.
El sol comenzaba a quemar inclemente sobre la selva Gervacio y Sergio, siguieron el camino entre los árboles para estar cerca del río y a la vez protegerse del sol, cada segundo contaba para encontrar Alida, Gervacio no quería descansar a pesar de su herida. 
En un momento se detuvieron a comer unos frutos de unos arbusto cercanos a ellos, Sergio los conocía, no eran dañinos y al menos podían saciar el hambre -¡vamos!- dijo Gervacio, él se sentía mal de estar comiendo y pensaba que Alida no tenia que comer y tal vez estaba herida en algún lugar del río.  
-Gervacio, no se sienta mal de comer algo, porque si nosotros perdemos la fuerza ¿cómo vamos a encontrar a Alida si morimos de hambre? Juntemos unos frutos para dárselos a ella cuando la encontremos- dijo Sergio y guardó en sus bolsillos algunos frutos.
Gervacio hizo lo mismo que Sergio y dijo -Alida debe estar asustada-  pero en su interior, él sabía que ella era una mujer fuerte y que pensaría que hacer llegado el momento, ella no se dejaría llevar por el miedo, solo esperaba que no esté herida. 
Continuaron caminando toda la mañana y parte de la tarde, el cansancio hacia mella en ellos pero Gervacio no quería detenerse era importante encontrar Alida antes del anochecer.
-Descansemos un momento para recobrar las fuerzas y continuar, los dos queremos encontrar Alida pero si no descansamos, nuestro esfuerzo será en van- comentó Sergio para detenerse. 
Gervacio algo contrariado le hizo caso, él tenía razón pero si no encontraban Alida, Sergio en serio iba a conocer a Gervacio, ahora no era el momento de las recriminaciones, solo era el momento de buscarla. 
En el camino más adelante, se encontraron con unos nativos, ellos eran pacíficos y los habían visto caminar entre los árboles a Gervacio y Sergio. Éste último preguntó en su lengua nativa a uno del grupo, si habían visto a una mujer que estaba perdida, ella pertenece al campamento científico, dijo esto para advertir, el no hacerle daño, si la encontraban.                  
               
Uno de ellos contestó que se había enterado sobre una mujer vista en una playa del río, no muy lejos de aquí. La mujer estaba sin zapatos y se encuentra a este mismo lado de la orilla. 
No sé si la han llevado a una aldea o sigue en el mismo lugar.  
Sergio agradeció a los nativos y comentó con Gervacio -han visto Alida más adelante  en una playa que esta muy cerca de aquí. Ella estaba sin zapatos- no quiso hablar  más, no quería preocupar  a Gervacio y que éste se desespere y lo golpee, porque lo sentía culpable de la situación,  con esa acción la herida de la cabeza podía abrirse y comenzar a sangrar.   
Era de noche cuando llegaron a la playa  que señalaron los nativos, Alida no estaba, solo sus botines y su chaleco salvavidas se encontraban, estos eran la señal de que ella había estado ahí.
Gervacio se desesperó al no verla y gritó su nombre ¡Alidaaa! de pronto de entre los árboles apareció Alida sosteniendo largas ramas en la manos para cubrirse con ellas y pasar la noche. Al ver a Gervacio corrió hacia él, se dieron un abrazo, en ese momento las palabras estaban demás. 
Alida lloraba, Gervacio estaba vivo ese siempre fue su presentimiento, algo más tranquila le dijo: 
-Gervacio yo estaba segura que tu no me ibas a dejar de buscar, esa era mi esperanza-  y luego besaba a Gervacio, ahí se dio cuenta de su herida en la cabeza  y agregó -Gervacio estás herido ¿cómo sucedió?. 
-Es una historia larga que luego te contaré. Nunca te iba a dejar en este lugar, no sabes lo preocupado que estaba pensando que no te volvería a ver. 
Los enamorados se abrazaron de nuevo, la noche ya no parecía tan terrible, estaban juntos y eso era lo único importante.  
Sergio sentío también alivio, al ver que Alida estaba a salvo, ese día nunca lo iba a olvidar y seria más prudente la próxima vez de no ir por el río.  
       
      

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