domingo, 1 de marzo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Alma en su casa conversaba con su hermana Vera después de ver partir Alida y a Sebastian.
Ella comentaba entre lágrimas: 
-Vera, siento tan tristeza de saber que mi hija va a vivir lejos,  me pregunto ahora ¿porqué Gervacio no podía tener un trabajo normal?, en una oficina con horario de 9 a 5p.m y no un trabajo donde viaja por todo el país. Él se ha llevado a mi hija y a mi nieto-. 
-Alma, tú sabías que esto tarde o temprano iba a ocurrir, es la vida y solo debes desear que les vaya bien, además los puedes visitar cuantas veces tú desees- decía Vera para consolar a su hermana.
Alma tenía que aceptar y seguir adelante para ocuparse de su propia vida. Las dos hermanas conversaban en la sala, no habían risas y la casa se sentía más grande y silenciosa.  
Alida en el avión también se sentía triste, pensaba que dejaba a su madre y a todo lo conocido y familiar, tenía un nuevo reto que alcanzar. 
La voz del capitán en el  avión la sacó de sus pensamientos, él anunciaba que en pocos minutos el avión aterrizara en la ciudad de Tumbes. El vuelo había sido corto y sin problemas.  
Alida sentía que el corazón se aceleraba, Gervacio la esperaba, solo unos instantes faltaba para volver a estar juntos. Ella y su hijo se encontraban en la nueva ciudad.
El avión aterrizó y Alida salía de la nave para recoger el equipaje y encontrarse con Gervacio. 
En  la ciudad hacía un calor extenuante, la temperatura de 34 grados a la sombra, era insoportable. 
Alida con su bebé y el equipaje salió para buscar a Gervacio que corrió junto a ella para ayudarla. El encuentro entre los dos fue emotivo, ninguno podía creer que estaban de nuevo juntos.
Alida decía -Gervacio estoy feliz de estar contigo, pero no quiero agotar a Sebastian con tanto calor es mejor partir hacia la casa-  Alida tenía razón,  era importante dar comodidad al bebé que tenía solo un mes de nacido.
En las afueras del aeropuerto estaba  la camioneta, Gervacio acomodó todo el equipaje, las maletas estaban llenas con la ropa para Sebastian. 
La nueva familia subió al carro y partieron, en el camino Gervacio comentaba: 
- Alida nosotros vamos a vivir en un departamento pequeño, pero cómodo, queda en un segundo piso,  tiene grandes ventanales que mantienen las habitaciones frescas y dan a la calle principal  ya lo vas a ver, es bonito y está amoblado con lo necesario para instalarnos. 
Alida sintió un gran alivio al saber que todo estaba preparado y esperándola, ahora su gran preocupación era Sebastian, como madre primeriza  quería cuidarlo con esmero.
Gervacio tenía razón, pensó Alida al entrar al departamento, este era cómodo y fresco, Sebastian tenía su cuna donde Alida lo acomodó con suavidad, el pequeño dormía y no era consciente de nada a su alrededor. Los dos padres lo miraban emocionados, el bebé descansaba. 
En ese momento recién podían saludarse, se abrazaron. Habia un silencio cómplice y el amor entre los dos era evidente. 
Pasaron toda la tarde juntos, Gervacio decidió que no iría al trabajo hasta el día siguiente, Alida y Sebastian estaban en la ciudad, entonces había que celebrar. 
Gervacio conversaba con Alida y la puso al tanto de todos los detalles que ella debía conocer sobre la ciudad tales como: dónde estaban los comercios, el mercado principal, la farmacia que era importante cuando se tiene un bebé. También comentó sobre la dueña de los departamentos que en total eran cuatro, dos en primer piso y dos en el segundo, ella, vive en la casa de al lado, su puerta es la siguiente, sabía que ibas a venir y todos los días preguntaba por ti. Su nombre es Thelma y su esposo se llamaba Santo son personas amables.       
Gervacio invitó Alida a un restaurante esa noche, cenaron fuera con Sebastian. Al salir a la calle caminaban juntos, el calor había descendido y se podía pasear. Ambos querian celebrar la reunion de la familia.     
La noche estaba tranquila en la ciudad, el movimiento comercial del día era bastante activo. La ciudad de Tumbes era acogedora y vibrante. Alida sentía que podía acostumbrarse rápido a su nueva vida.         
Al día siguiente después de desayunar Gervacio tenía que ir a trabajar, se despidió de Alida y de Sebastian y salió para una jornada  de trabajo. 
Alida contemplaba con más tranquilidad el departamento, ella quería comprar algunos adornos y cambiar algunas cosas para sentir que era su hogar, y que lo había decorado a su gusto. 
Bañó y cambió a su bebé, después lo alimentó con  leche materna que era lo mejor para un recién nacido, esto lo mantiene saludable,  ganaba peso rápidamente. 
A las diez de la mañana tocaron el timbre, Alida fue atender mientras Sebastian dormía tranquilo en su cuna después de haber sido alimentado, era la época en que los bebés duermen todo el día.
Alida abrió la puerta y se encontró con una señora que se presentaba -soy Thelma, la propietaria de los departamentos ¿puedo pasar?- y sin más dio unos pasos y entró en la sala  -disculpa si interrumpo pero siempre me gusta saludar y conocer a los inquilinos que van a vivir en mi propiedad-. Alida le señaló un mueble donde se podía sentar. 
-Su esposo me comentó que usted venía y yo quería conocerla y conversar para decirle que si algo se le ofrece o quiere ir algún sitio y no conoce por favor pregunteme,  que yo con gusto la puede ayudar, cualquier desperfecto en la casa también debe avisarme de inmediato para hacerlo arreglar, es importante cuidar la propiedad- comentaba con tranquilidad la dueña. Luego de algunas preguntas y comentarios Thelma se retiró para dejarla que se ocupe de su nuevo hogar. 
Alida se había llevado una buena impresión de la dueña, era una señora agradable y conversadora,  eso era algo bueno si iban a ser vecinas.
El resto de la mañana se ocupó de Sebastian y de las tareas propias de su hogar. Más temprano había hablado con su madre por teléfono y le decía que estaba bien, que no había problema. Alma se quedó más tranquila al saber que su hija y Sebastian estaban bien instalados. La conversación entre madre e hija fue emotiva, Alma no quería preocupar a su hija con ningún problema.  
Thelma y su esposo Santo tenían tres hijas Serena, Amada y Albertina. La mayor Serena estudiaba en la universidad de Guayaquil, ciudad que quedaba más cerca a Tumbes que la capital  Lima, ella estaba estudiando ingeniería de petróleo y en ese momento se encontraba en la universidad. 
Amada se preparaba en unos meses más a partir e ir a estudiar también y Albertina  al siguiente año se iría a estudiar pero todavía no sabia donde y qué estudiar.    
Amada y Albertina sentían curiosidad y querían conocer Alida, sobretodo Albertina que amaba a los bebés, pero no era prudente y seguro que con el paso de los días podían conocerla, pero ahora no era el momento.
Tumbes en esos días era una ciudad que florecía con su comercio vibrante y turismo. Solo en tierras tumbesinas se puede encontrar playa, desierto, selva y manglares de ahí que Gervacio fuera enviado a trabajar en esas tierras pues debía hacer varios trabajos de investigación que necesitaba su empresa. 
Tumbes es el departamento más pequeño del país, pero cuenta con el único río navegable de toda la costa y además el único bosque seco tropical,  entonces podemos resumir que es un oasis en pleno desierto. 
Alida quería conocer un poco mejor la ciudad antes que regrese Gervacio y salió con el cochecito y Sebastian, camino dos cuadras y pensó que no había sido una buena idea, era cerca del medio día y el calor era sofocante tuvo que regresar al departamento, no quería que Sebastian se deshidrate, acostumbrarse a ese calor iba ser difícil. 
Al llegar a la entrada de los departamentos encontró a Albertina, que la saludó y la ayudó a subir el cochecito con Sebastian. 
Albertina le dijo -es un hermoso bebé, si necesitas algo por favor avisame, mi familia te puede ayudar-. Alida agradeció el gesto y entró al departamento, ella era una persona que no le gustaba molestar a nadie y conocer la ciudad lo dejaría para otro día y otra hora donde el calor no sea tan sofocante.   
En la noche cuando Gervacio ya estaba en casa y mientras cenaban Alida le comentaba lo que había hecho durante el día -Sebastian es el bebé más bueno del mundo- decía sonriendo Alida.        
         
Gervacio cargó a su hijo de la cuna éste dormía después de haber sido alimentado y cambiado de ropa y pañal, todo era una experiencia nueva para los nuevos padres.
Alida se dejaba llevar por su instinto maternal que le indicaba que era lo mejor para su hijo. Gervacio se mantenía al tanto de lo que necesitaba su familia. 
La tranquilidad de la noche y las nuevas experiencias iban a traer sorpresas para ellos. 
Alida por el momento no pensaba presentarse a ningún trabajo, dejar a su hijo tan pequeño al cuidado de alguien desconocido no le daba confianza y no podía trabajar tranquila pensando en cómo estaría Sebastian. Todo hubiera sido diferente si estuvieran estado en la casa con su madre, dejar al bebé con ella no hubiera sido problema.
Alida comentaba con Gervacio que deseaba hacer algunos cambios en la decoración, ella quería sentirse cómoda y decorar su nuevo hogar, le hacia ilusión.
La primera semana de llegar a la ciudad fue todo novedad, conocer la plaza principal, las calles cercanas para ubicarse bien en el lugar.   
La mejor hora para salir a dar un paseo era a partir de las cuatro de la tarde, ese es el momento  bajaba el sol y era  más fresco. 
Alida paseaba con su bebe, por la plaza principal y el malecón junto al río Tumbes, sobre éste había un gran puente que estaba unido a la calle principal y era la única entrada a la ciudad. 
En el malecón corría una suave brisa, era bastante fresco.  Algunas días cuando salia a pasear se encontraba con Amada o Albertina conversaba con ellas unos minutos y después Alida seguía su camino.
Una noche mientras cenaban, Gervacio le prometido que el fin de semana la llevaría a conocer el bosque seco -Te vas a sorprender  es un lugar original y único- sonreía Gervacio mientras cargaba a Sebastian. 

CONTINUARÁ                

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