martes, 26 de mayo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

El avión en el que viajaban Thelma y Santo cruzaba una zona de turbulencia, por ese motivo la nave se sacudía con fuerza, era una situación peligrosa, pero el capitán  sabía como maniobrar en esas circunstancias. 
Cuando Santo le hablaba a su esposa para que se calme, Thelma no lo escuchaba,  ella solo repetía que no quería morir, el pánico se había apoderado de su mente y no sabía como controlarse. 
Al cabo de unos instantes, el avión por fin paso la zona de turbulencia, la nave se estabilizó, el capitán explicaba a los pasajeros que todo estaba bien que no había problema, la turbulencia quedó atrás.   
Thelma respiraba agitada dejó de abrazar a Santo y lloraba. Su esposo sabía  que su pánico era real, él  comprendia la situación pero muy serio le dijo: 
-Es la última vez que viajamos en avión, el próximo viaje lo haremos por tierra, aunque  demoremos todo un día en llegar a la capital  veo que no puedes controlar el miedo y esta demás que yo trate de calmarte, porque tú no me escuchas-.
Thelma no contestó, ella seguía asustada  y solo rogaba que el avión pronto aterrize  en tierra.  
El capitán una hora y media más tarde y luego de un aterrizaje impecable, anunció a los pasajeros que habían llegado a la cálida ciudad de Tumbes, donde comienza el Perú. 
Santo y Thelma se quedaron en sus asientos hasta el final para bajar del avión. Él se sentía agotado el viaje había sido una pesadilla.
A la salida del aeropuerto tomaron un taxi que los llevó directo a su casa, en el trayecto los dos estaban en silencio. Thelma se sentía más tranquila, su respiración ya no estaba agitada.  
El taxi estacionó en la puerta de la casa y Albertina salió a recibirlos, se sentía feliz al ver a sus padres, los había extrañado,  pero notó que su padre la saludo serio y se preguntaba, ahora, ¿cuál era el problema? 
Thelma abrazó a su hija y agregó: -el vuelo fue horrible, nunca más quiero viajar en avión, pensé que nunca íbamos a llegar-.
-Mamá es el pánico que te hace pensar de esa manera,  el vuelo es tan rápido que no debes tener miedo-. decía  Albertina al ver el rostro de su madre  blanco como un papel.
-Hija, quien convence a tu madre de lo contrario, sí, ella no puede dominarse- comentó Santo para calmarse. Él ya no quería hablar más sobre el tema, no deseaba iniciar una discusión  que sabía no iba a ningún lado.
Para cambiar de conversación Santo comentó con su hija: -Albertina abre esa maleta, ahí  están algunos  regalos que hemos traído para ti-. Ella obedeció a su padre y feliz abrió la maleta, sacó varias bolsas con obsequios que sus padres le habían comprado. Eran diversos regalos que seguro Serena y Amada habian ayudado a elegir. Albertina agradeció los obsequios, sentía un gran alivio por el regreso de sus padres, luego los puso al corriente  sobre los últimos detalles de la casa, los inquilinos y la  última noticia era que  Alida y Gervacio se habian mudado. 
Thelma lamentó la mudanza de sus inquilinos, ellos eran personas agradables  y les habían tomado aprecio, comentaba esto con Albertina. 
-Madre pensé que ustedes se quedaban a vivir con mis hermanas, ya que demoraban varias semanas  su regreso-.
-No hija- contestó Santo -La demora fue porque tu madre no tenía cuando decidir la fecha de regreso, además teníamos que dejar todo en orden para Serena y Amada-.
Albertina miraba a su madre,  sabía que ella muchas veces podía ser muy terca y perfeccionista. Thelma ahora se sentía mejor, sus miedos se habían                
ido y conversaba más tranquila con su hija y esposo, a él le tenía que dar la razón, el próximo viaje sería por tierra, no quería pensar ni  un segundo en subir de nuevo a un avión. 
Lamentaba el trance que le hizo pasar a Santo, ella estaba avergonzada con su actuación y no sabía como decirlo. 
Al día siguiente Thelma subió escaleras arriba, al segundo piso para entrar al departamento que se encontraba vacío y  ver si necesitaba algún arreglo o pintura. Recorrió los distintos ambientes, todo estaba limpio y en orden, no había ningún trabajo que hacer, entonces podía poner el departamento de nuevo en alquiler, solo esperaba  que los próximos inquilinos sean tan agradables y cumplidos como los anteriores, ellos se habían convertido en buenos amigos.   
Los días de intenso calor continuaban, la mudanza a la ciudad de Zarumilla había sido un arduo trabajo y con las altas temperaturas todo se complicaba. Gervacio, Alida  y Sebastian por fin estaban instalados en su nuevo hogar. 
Los adornos, cuadros y utensilios de cocina fueron guardados en sus lugares, la casa lucía limpia y ordenada. Los muebles eran de estilo moderno y todo el conjunto se veía bien decorado. Alida podía respirar tranquila, la mudanza y todo el desorden se habían terminado, ahora los esposos podían decir que vivían en la ciudad de Zarumilla.
Zarumilla era una ciudad de frontera con Ecuador, tenía gran actividad comercial en el distrito de Aguas Verdes, diariamente se comercializaba con Huaquillas ciudad de Ecuador: frutas, plásticos, telas y todo tipo de objetos por varios millones de soles. La actividad agrícola y la crianza de ganado eran otras de la actividades de la ciudad.   
Tarde de domingo, el bebé Sebastian dormía la siesta, Alida y Gervacio tomaban unos vasos de fresca limonada en el porche de la casa, comentaban la paz y tranquilad que se respiraba a esa hora de la tarde. El sol les daba una tregua y juntos planificaban los trabajos que realizarían en el jardín.  
El terreno de la oficina y la casa donde vivian Alida y Gervacio, pertenecía a la familia Noble Arredondo, ellos eran personas notables del lugar, tenían varios  terrenos y casas en el pueblo, además en el pasado, fueron dueños de una gran hacienda que fundó su abuelo y que después de la reforma agraria quedó reducida a menos de la mitad. 
La principal actividad de la familia era la ganadería,  en su fundo tenían 150 cabezas de ganado, además de ser propietarios de un grifo a las afueras de la ciudad. Ellos contaban con una buena situación económica y vivían en una casa grande y elegante  frente a la plaza principal. 
El padre de familia había fallecido después de una larga enfermedad y los hijos se hacían cargo de todos los negocios de la familia.   
En pocos días, Gervacio había hecho amistad con Mauricio, el hijo mayor, él administraba el negocio de los alquileres y el fundo, Agustín era el segundo hermano,  administraba el grifo y su hermana Mariví la última de los tres hermanos, era profesora y enseñaba en la escuela primaria de Zarumilla. 
Mauricio había ido a visitar a Gervacio a los tres días de la mudanza, así conoció Alida y a Sebastian, él quería saber si todo en la casa estaba conforme y si necesitaban algo más. Gervacio le respondió que todo estaba en orden y que habían terminado de instalarse. Conversaron unos instantes y luego Mauricio se despidió de los nuevos inquilinos, no sin antes decirles: -si algo necesitan por favor no tengan problema en comunicarlo-.
Gervacio agradeció la visita de Mauricio, le agradó su gesto y preocupación por los detalles.  
 
La mañana del día siguiente era propicia para trabajar en el jardín, Alida comenzó a sembrar las rosas  y las hortensias que Gervacio había traído. Trabajo toda la mañana en ello y al terminar, el frente de la casa lucia hermoso y lleno de color, las flores le habían  dado vida al jardín.
Con Sebastian en sus brazos conversaba y le mostraba las flores. El pequeño parecía comprender cada palabra de su madre y sonreía: 
-Ahora tendrás un gran espacio para jugar cuando pronto comiences a dar tus primeros pasos- decía esto y abrazaba a su hijo con devoción.
Cuando regresó Gervacio de sus tareas, vio el jardín y felicitó el trabajo de Alida, ella lo había hecho muy bien sin su ayuda.   
Todas las mañanas el padre se encargaba de Sebastian antes de ir a trabajar, también le hablaba y le contaba los juegos y planes futuro que realizarían juntos, estaba feliz con este nuevo cambio en sus vidas.
El siguiente domingo Gervacio se levantó muy temprano, quería trabajar en el huerto que estaba en la parte de atrás de la casa. Había conseguido semillas de melón y se puso a trabajar mientras Alida dormía, quería darle una sorpresa. 
Preparó el terreno para sembrar las semillas, eran cinco surcos donde crecerían deliciosos melones que podrían comer en ensaladas a la hora del desayuno. 
Alida encontró a Gervacio en pleno trabajo en el huerto, éste se acercó a ella y le contó lo que estaba haciendo: -Alida en unos meses tendremos una gran cosecha de melones, no te perece extraordinario comer lo que sembramos-. Alida estuvo de acuerdo, ella pensaba lo mismo.
Gervacio abrazó a su esposa y agregó -si cuidamos la tierra, ella nos devuelve con generosidad sus frutos en una gran cosecha para disfrutar-. No podían ser más ciertas las palabras de Gervacio pensaba Alida. 

CONTINUARÁ            


             
             

    
     

        

domingo, 17 de mayo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Los días pasaban muy rápido para Alida que apenas tenía tiempo de empacar en las cajas, todas la cosas de la casa que poco a poco habían comprado. En sus ratos libres Gervacio también la ayudaba y se preguntaba de dónde salían tantos objetos como: platos, tazas. ollas y toda clase de utensilios de cocina, adornos de la sala, del dormitorio, todo aquello parecía una inagotable fuente de cosas que él no sabía dónde guardar. 
Alida era muy cuidadosa con sus adornos, ella sentía un especial apego por su pequeña colección de muñecas de fina  porcelana que había comprado a un mercader. Cada una de ellas era delicada y vestía ropa de época, en las manos llevaban  sombrillas que les daban un gracioso toque femenino, Alida  se encargaba de envolver con cuidado las pequeñas figuras que eran sus favoritas. 
Cuando Albertina la visitaba se sentía un poco triste al ver a su amiga empacando y decía: -Alida no hay manera que Gervacio cambie de opinión y se queden en el departamento, voy a extrañarlos porque no tendré con quien conversar, ya se fueron mis hermanas y ahora tú  también te vas, que voy hacer sola en la casa-.
-Albertina no esta en la voluntad de Gervacio quedarnos, es por su trabajo que tenemos que mudarnos, yo me siento muy triste al dejar las amistades, la ciudad y mudarme a otro sitio pero que puedo hacer, además voy a venir a visitarte de vez en cuando y tú puedes también ir a visitarme yo estaré feliz de recibirte en la casa que es muy bonita y cómoda, Sebastian tendrá mucho espacio para jugar.- comentaba Alida con entusiasmo e imaginaba como iba a decorar la casa y el jardín. 
Unos días antes de su partida Alida fue a visitar a Doña Constanza para contarle sobre su mudanza y despedirse de ella, no quería partir sin antes hacerle una visita. 
Doña Constanza la recibió en el jardín, Alida la encontró un poco decaída, la gravedad de su  enfermedad le había restado fortaleza, ella estuvo en la antesala de la muerte. Las dos conversaron toda la tarde, Alida le comentaba sobre su partida y se despedía.
-Mi querida amiga siempre ha sido una constante en mi vida que las personas queridas se alejen de mí, es algo que siempre me he preguntado. Cómo tú sabes, mis hijos viven en diferentes ciudades, mis amigas con las que tenía amistad de muchos años, han partido al viaje infinito y ahora tú que en poco tiempo nos hemos hecho muy amigas, te vas a ir- Doña Constanza decía esto con sinceridad, ella le tenía afecto a Alida y esto era recíproco 
-Doña Constanza yo voy a venir a visitarla lo más seguido que pueda, para mi siempre ha sido una satisfacción  conversar con usted- Alida disfrutaba las conversaciones y las anécdotas que su amiga le contaba.  Doña Constanza tenía la sabiduría que le otorgaban sus años de experiencia y era una persona muy delicada en su trato, fue fácil tomarle afecto. Al salir de su casa se despidió con tristeza.
Dos días antes de la mudanza Alida conversaba con Albertina: -no sabes exactamente cuando van a regresar tus padres, porque nosotros nos vamos en unos días y deseo cancelar todas las cuentas con respecto al departamento-. decía  preocupada porque  quería dejar todo en orden.  
-No sé exactamente cuando regresan mis padres, ellos están tan felices en Lima con mis hermanas, arreglando el alquiler del departamento, ocupándose de todo aquello, que no tengo idea si se acuerdan de mí, sospecho que me han abandonado en esta ciudad-. contestaba Albertina con una sonrisa.
Thelma y Santo estaban muy ocupados en Lima, querían dejar a sus hijas bien instaladas en el departamento, éste quedaba en una zona tranquila y residencial, con fácil acceso a sus centro de estudio, hasta ese momento las cosas no
podrían estar mejores entre ellos. Serena estaba más comunicativa con su madre y Amada se sentía tranquila ahora que iba a comenzar a estudiar. Santo era el encargado de controlar los gastos y cuidar las finanzas, para él, el dinero debía ser bien gastado y controlado, sus tres hijas iban a estudiar y eso ya era una preocupación para que el dinero alcance. 
Thelma secretamente daba largas al viaje de regreso por el pánico a volar, pero cuando pensaba en Albertina y lo sola que estaba, se angustiaba. El regreso en avión para ella  iba ser de nuevo un suplicio. 
Santo agradecíó a su hermana el haber hospedado a sus hijas y le ofrecía su casa cuando ella y su esposo e hijos quieran viajar a las playas de Tumbes: -Blanca las puertas de mi casa están abiertas para ti cuando quieras visitarnos, nosotros felices de recibirte-.
-Gracias Santo yo sé que es así, nosotros iremos en algún  momento a visitarte-. decía Blanca para corresponder a su hermano. 
En la tarde de ese mismo día, Santo y su familia se mudaban al departamento que estaba amoblado, donde iban a vivir sus hijas, muy preocupado le comentaba a Thelma: -nosotros estaremos unos días más en Lima  y luego tenemos que regresar a nuestra casa, Albertina está sola y además  no puedo dejar por más tiempo abandonados los asuntos del fundo-. 
Thelma daba rodeos para decidir la fecha de regreso, su esposo estaba preocupado y  tenía razón no podían dejar abandonados Albertina y el trabajo.
Mientras tanto, en casa de Alida todo estaba listo para la mudanza, el primer paso que dio fue llamar a su madre para comunicarle su traslado a Zarumilla, Alma como era de esperarse entró en angustia, su hija de nuevo se mudaba. Alida la calmaba diciendo que todo estaba bien y que el lugar a donde iban era muy tranquilo, que ella no debía preocuparse -Mamá estamos bien y Sebastian tendrá un lugar muy grande para jugar-. 
Hija y madre se despedían, Alma no podía evitar ponerse nerviosa por Alida, ella había vivido cerca del peligro hace unos meses atrás  y su hija pensaba -mi madre nunca va a cambiar, bendita sea por ello-.
Gervacio subía las cajas a la camioneta y Alida fue a buscar Albertina para entregarle las llaves y despedirse. Fue ella quien  abrió la puerta y la hizo pasar. 
-Alida ya estás lista para partir-. le decía como un saludo.
-Si Albertina, ya nos vamos, aquí te entrego las llaves del departamento y este sobre con el dinero del alquiler y de todo los servicos para ser cancelados, lamento mucho no despedirnos de tus padres, pero  no podemos demorar más nuestra partida-.
Albertina recibió las llaves y el sobre con el dinero, le dio las gracias y antes de despedirse dijo: 
-Alida quiero que me tomes unas fotos con el bebé Sebastian en sus brazos, deseo tener un recuerdo juntos-.     
Alida aceptó, tomó la cámara que le entregaba Albertina y le tomó varias fotos, después Albertina tomó la cámara y disparó varias fotos de Alida y Sebastian. 
-Estas fotos van hacer gratos recuerdos- comentaba Albertina mientras se despedía de Alida y le volvía a repetir -no te olvides de venir a visitarnos estoy segura que mis padres estarán felices de recibirlos,  ustedes han sido inquilinos modelos y buenos amigos-.
Alida acabó de despedirse y con Sebastian en brazos subió a la camioneta que la llevaría a su nuevo destino. Mientras se alejaba no dejaba de hacer adiós Albertina, para ella se cerraba otro capítulo de su vida y comenzaba uno nuevo al lado de Gervacio y su hijo. 
Una hora de viaje en la carretera para luego llegar a su nuevo hogar. Gervacio abrió la puerta y  comenzó a descargar las cajas, Alida se ocupaba de Sebastian, era la hora de su comida y un bebé de ocho meses no podía esperar, con el biberón en la mano le indicaba a Gervacio donde debía poner cada caja.
-Alida estas cajas tienen plomo adentro, pesan demasiado- decía Gervacio mostrando cansancio,  ella lamentaba no poderlo ayudar pero tenía que atender primero a Sebastian.  
Alida ya imaginaba el jardín con las rosas que iba a sembrar, las hortensias en los bordes del camino de entrada y en la parte donde había sombra pondría muchas macetas con violetas de todos los colores, esos  eran sus planes inmediatos. Gervacio por el momento se llevaba el trabajo pesado y el hambre  y cansancio comenzaba a sentirse.  
En Lima Santo y su familia se instalaron en el departamento  que era amplio y amoblado. Serena y Amada no podían estar más felices y agradecieron a su padre las facilidades que les daba para estudiar, ellas se habían comprometido a esforzarse  y devolverles  a ellos todos los esfuerzos que hacían.
Una semana más se quedaron Thelma y Santo en Lima, luego preparaban su viaje de regreso. El día de la partida Thelma muy temprano había tomado una pastilla para los nervios, con esto esperaba sentirse mejor a la hora de viajar. Los padres se despedían de sus hijas, no sin antes hacerles toda una serie de recomendaciones que ellas atentas escuchaban. 
Serena abrazó a su padre y luego a su madre, Amada hizo lo mismo fue un momento emotivo entre ellos.
En el aeropuerto Thelma ya empezaba a ponerse nerviosa y Santo le hablaba para que se tranquilice. Cuando llegó la hora de subir al avión, Thelma no podía evitarlo, su cuerpo producía tanta adrenalina debido al miedo, que la pastilla demoraba en hacer efecto. Los esposos tomaron asiento en el lugar que les correspondía, Thelma miraba a Santo aterrada, el miedo la invadía. 
-Santo no puedo resistirlo- le decía con voz apagada por el pánico 
Su esposo le hablaba para calmarla -el vuelo es rápido en unos momentos estamos en Tumbes, resiste-  y como si los elementos del clima se confabulaban contra ellos, en pleno vuelo la nave comenzó a sacudirse con fuerza, Thelma lloraba y apretaba las manos de Santo diciendo con terror: 
-¡Vamos a morir!... ¡no quiero morir!-  el avión continuaba sacudiéndose y alertó a la tripulación y a los otros  pasajeros. Thelma aterrada se abrazó a su esposo, él apenas podía moverse.

CONTINUARÁ     
       
               
   

           


domingo, 10 de mayo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Thelma y Santo habian llegado a Lima y se hospedaron en un hotel cercano a la casa de Blanca la hermana de Santo. 
Thelma todavía se sentía un poco mareada despues de su vuelo donde ella lo paso muy mal debido a su pánico a volar. 
En su habitación de hotel Thelma descansaba y comentaba con su esposo: 
-Es mejor quedarnos a descansar unas horas para recuperarme, aún siento mareos por el viaje en avión, luego podemos ir a la casa de tu hermana, ella  ha sido muy amable al recibir a nuestras hijas, pero ya no podemos seguir molestando, es necesario buscar un departamento para alquilar. En unos meses más viene Albertina a estudiar y es mejor que las  tres hermanas vivan juntas en el departamento. Eso puede ser un costo adicional, pero es por nuestras hijas.
Santo no daba crédito a las palabras de Thelma, ella estaba aceptando que sus hijas tenían que tomar sus propias decisiones y que debían tener una vida independiente. De ser así él le dio la razón en todo momento y comentó.
-Blanca sabía que solo serian unas semanas para hospedar a sus sobrinas, yo le hablé que íbamos a buscar un departamento para nuestras hijas y creo que debemos aprovechar la oportunidad ahora que estamos en Lima para hacerlo de una vez, es necesario dejar esto en orden-. con sus palabras Santo le aseguraba a Thelma que sería el siguiente paso a realizar. 
En la tarde después del almuerzo Santo y Thelma fueron a la casa de Blanca para visitarla y ver a Serena y Amada, ellas no sabían que sus padres estaban en Lima y que Thelma vino porque quería hablar con sus hijas.  
Fue una gran sorpresa para Blanca ver a su hermano y a su cuñada, ellos la saludaron y le comentaron que no debía preocuparse por el hospedaje, porque  estaban en un hotel. 
Blanca se puso feliz de recibirlos, Amada y Serena estaban sorprendidas de ver sus padres porque no les habian dicho que venían y sobretodo ver a su madre, las dos pensaban lo mismo, seguro venía a discutir y llevarlas de regreso a Tumbes porque nunca estuvo de acuerdo con su partida.
Pero Thelma en todo momento estuvo correcta con su cuñada y cariñosa con sus hijas, luego de conversar una hora con Blanca y ponerse al día con respecto a la familia, pidió a sus hijas hablar con ellas en privado, Santo se quedaría conversando con su hermana.  
¡Oh no!...pensó Serena, aquí viene la discusión con su madre para a obligarlas a regresar. Amada le cedió el paso y la invitó a entrar en su habitación. Thelma, Serena y Amada entraron al cuarto y cerraron la puerta. Las dos hijas miraban a su madre, había tensión en el ambiente, Thelma fue la primera que habló para tranquilizarlas.
-Nada de lo que diga ahora es para justificar mi actuación con ustedes, he venido para conversar y decirle que las extraño y que para mí fue muy doloroso no despedirme cuando partían a Lima debido a mi necedad y a querer controlar sus vidas- en ese momento unas lágrimas cayeron por las mejillas de Thelma, estaba pidiendo a sus hijas que la disculpen  -de ahora en adelante todo va hacer distinto, ustedes se quedaran a estudiar y Albertina va a venir en poco tiempo para hacer lo mismo, con su padre hemos quedado en alquilar un departamento, no podemos, molestar más tiempo a su tía-. 
Serena y Amada se sintieron aliviadas que su madre diga estas palabras, ellas se imaginaban el peor de los escenarios y la peor de las discusiones, pero por sus palabras se dieron cuenta que no era así.
-Madre que bueno que por fin podamos conversar contigo y no te cierres, si no, al contrario comprendas que tenemos nuestras propias aspiraciones y deseos- contestó Amada para tranquilizar a su madre y se acercó para abrazarla. Thelma no pudo más y se hecho a llorar, se dio cuenta que Serena estaba en silencio y no se acercó a ella. 
Thelma beso Amada, agradeció su gesto comprensivo luego le pidió que la deje a solas con Serena, ella quería hablar con su hija mayor, le debía una explicación.
Amada volteo a ver a Serena y le hizo un gesto para que escuche a su madre y la deje hablar, después salió de la habitación. 
Thelma se sentó en la cama de Serena y desde ahí habló con su hija: 
-Serena yo sé que tuve una pésima actuación contigo y estoy muy arrepentida, creo que debo pedirte una disculpa, yo nunca debí intervenir en tu relación con Edgardo, es más cuando regrese a Tumbes lo voy a llamar para hablar con él-.
-Madre- levantó la voz Serena -te pido por favor no intervengas, ya has hecho suficiente. Edgardo sabe donde estoy y si él quiere buscarme puede hacerlo, no debemos forzar el destino,  tal vez no nos volvamos a ver, o tal vez ese encuentro  quede para el futuro-.
-Serena solo quiero pedir que no me guardas rencor, fue una torpeza de mi parte que no volverá a suceder, confio en ustedes y en su criterio para dar los pasos y manejar su vida. Si desean algun consejo yo se los puede dar, pero solo si me lo piden-. después de decir estas palabras Thelma se acercó a su hija para abrazarla,  no deseaba estar enfrentada con Serena ni imponer su voluntad nunca más, ahora no sabía si su hija la podía perdonar. 
A Serena el recuerdo de la carta de Edgardo todavía le dolía en el corazón, él había dejado la posibilidad de encontrarse en el futuro, pero ella no sabía si eso se podía dar, solo estaba decidida a seguir adelante  y retomar sus estudios, ahora eran lo más importante.
Hija y madre se abrazaron, Thelma besó a Serena, ella sentía que le había causado un dolor innecesario y estaba arrepentida. Que Thelma reconozca esto, era un gran cambio.
En los días que sigueron la relación con sus hijas cambio, Thelma todavía veía cierto rechazo en Serena pero en general se había suavizado, podían conversar y juntas buscar el nuevo departamento.
Todos los días los padres se comunicaban con Albertina para saber como estaba, además de contarle que ya casi tenían un departamento para alquilar. 
Con estas noticias Albertina se alegraba por sus hermanas, eso significaba que no habian tenido discusiones con su madre y que todos los acuerdos habian llegado a un feliz término. 
Qué alivio pensaba Albertina, porque en unos meses más ella tendría carta abierta para viajar y reunirse con sus hermanas para elegir en qué universidad iba a estudiar.
Todas estas novedades se las contaba a Alida cuando iba a visitarla, ella se ponía feliz con las buenas noticias de las hermanas pero para ella se venía otro panorama. Estaba todavía pendiente la mudanza a la ciudad de Zarumilla, que no deseaba cambiar pero Gervacio le había pedido que no diga nada hasta no conocer el nuevo lugar donde vivirían: 
-Alida, todavía no decidas nada hasta ver la nueva casa es muy cómoda y tiene de todo. Esta mudanza es por el trabajo, desde Tumbes estaría muy lejos del campo de investigación que debo hacer y no nos veríamos todos los días. Mañana vamos a ir para que conozcas la casa, sé que te va a gustar. 
Alida no estaba muy convencida de otra mudanza, otro destino. Ella pensaba  regresar a Lima pero se detenía por que ese viaje dividiría a la familia. Esto último lo pensó varias veces pero no dijo nada.
Al día siguiente como lo había prometido Gervacio, la llevó a la nueva ciudad y al nuevo lugar donde sería su residencia. Una hora en carro separaban Tumbes de Zarumilla, esta era una ciudad de frontera. La camioneta de Gervacio entró a la ciudad y llegó al lugar donde había un terreno muy grande y cercado, tenía un portón que se abrió al sentir el toque de la bocina de la camioneta.
-Este es un lugar muy seguro, hay guardianía todo el día, aunque en general la ciudad es pequeña y tranquila- decía Gervacio con entusiasmo para convencer Alida.
Dentro del terreno había unas oficinas que serían el lugar de trabajo para Gervacio y 20 metros más al fondo estaba la casa. 
La camioneta se acercó hasta la puerta, Alida con Sebastian en los brazos bajó del carro, su impresión de la casa fue agradable, ésta tenía un jardín al frente y al entrar era cómoda, bien iluminada por la luz natural que entraba por todas las ventanas. Todas las habitaciones estaban amuebladas, por esto no había que preocuparse. Tenía un patio y una pequeña huerta al final de la casa. 
Alida tenía que darle la razón a Gervacio, la casa era bonita, cómoda y con bastante espacio, donde Sebastian podía jugar cuando comience a caminar. Alida recorrió al lado de Gervacio el terreno, éste tenía un ambiente seguro y  tranquilo. De regreso a Tumbes, Gervacio y Alida viajaban en silencio, todavía no había un acuerdo, Gervacio no quería presionarla pero esperaba los comentarios de su esposa. 
En el departamento, ya más tranquilos y con Sebastian dormido, Gervacio preguntó cuál era su decisión:
 -La casa es como tu decias, cómoda y agradable a pesar de no estar completamente de acuerdo, acepto mudarnos para Zarumilla, no tengo otra alternativa, pero tengo que decir que me agrada el lugar.
Gervacio besó a Alida, él estaba seguro que en ese lugar iban a vivir muy buenos momentos y Sebastian crecería sano y feliz. Para Alida era un nuevo cambio en su vida y una nueva oportunidad de conocer otros horizontes. 

CONTINUARÁ                     
       
                      


domingo, 3 de mayo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Los días pasaban y la recuperación de doña Constanza iba cada vez en franca mejoría. El doctor le dio de alta y fue llevada a su casa por sus hijos. 
Todos estaban felices y aliviados al saber que el peligro había pasado y la angustia quedaba atrás.  
El doctor fue muy claro al decir que ella todavía tenia que descansar y tomar las medicinas según la indicaciones. 
-No deben agotarla con preocupaciones ni molestias, ella tiene que continuar  recuperándose,  aquí les entrego la receta con todas les indicaciones a seguir- dijo el doctor muy serio. 
Todos los hijos de Doña Constanza rodeaban a su madre, la llenaban de atenciones y cuidados, una vez en casa mientras que ella descansaba en su habitación, Elmira y sus hermanos sentían gran felicidad de tenerla de nuevo a su lado. 
Los hermanos reunidos en el comedor conversaban sobre los cuidados que debía tener con su madre en adelante. Sabían que ella nunca iba aceptar mudarse a vivir con alguno de sus hijos, su madre adoraba su casa, en ella tenía muchos recuerdos, además de la rutina del día, la compañía de sus vecinos, era imposible que ella quiera vivir lejos de su ciudad. Entonces acordaron que cada uno mandaría una cantidad de dinero para pagar a una persona que la cuide, acompañe y prepare sus alimentos mientras su hermana Elmira trabajaba, este fue un acuerdo unánime.
Doña Constanza dormía en su habitación, los hermanos se sentían felices de encontrarse de nuevo  en la casa familiar, después de tanto tiempo. Los recuerdos de su niñez, las anécdotas, las risas y las bromas entre ellos eran  momentos de alegría y ya no de tristeza.
Doña Constanza se sentía mejor y llamó a sus hijos. Al entrar a su cuarto todos rodeaban su cama donde descansaba la madre, ella casi lloraba de felicidad al tenerlos a su lado, fue un momento emotivo y lleno de recuerdos para la familia. 
-Hijos- dijo Doña Constanza -no saben la alegria que tengo de verlos reunidos juntos a mí por estos días, yo lamento el susto que les hice pasar por mi descuido.  Cuando estaba en la sala de emergencia pensé que no los volvería a verlos, solo le rogaba a Dios que me conceda  algo más de vida para estar con ustedes y él me escuchó y me concedió este deseo- terminó de decir, entre lágrimas.
Sus hijos protestaron -no mamá no llores, somos nosotros los que tenemos que pedir perdón por no ser más atentos contigo, por no visitarte o por lo menos comunicarnos más seguido. De ahora en adelante eso va a cambiar. Ha tenido que pasar esta emergencia para darnos cuenta lo importante que eres en nuestras vidas.
Los sentimientos de felicidad se sentían en ese momento, Elmira fue la que comentó sobre el trato que hicieron los hermanos para tener una persona que la acompañe en la casa durante el día.  Doña Constanza protestó, ella no quería  nadie extraño a su lado pero sus hijos insistieron en que así debía ser o si no se iría a vivir con alguno de ellos.
-Madre por favor no te opongas a esto, lo hacemos por tu bien-  suplicaba Azucena la hija mayor. 
La madre se dio por vencida, sus hijos no iban a cambiar de idea y ella no quería mudarse a otro lugar, no porque no amara a sus hijos, si no porque quería vivir con sus recuerdos y todas la vivencias que tenía en su casa.
La semana siguiente comenzaron la despedidas de los hijos de Doña Constanza, algunos partieron primero porque tenían que volver con sus familias y a sus trabajos, los que podían se quedaban unos días más para asegurarse que la salud de su madre cada día estaba mejor. Sus hijos se despedían con la promesa de volver a visitarla en la fecha más cercana. 
Los vecinos de doña Constanza también saludaban su mejoría, ella era muy apreciada en su entorno.    
Con la partida de todos sus hijos la casa quedó en silencio, Elmira se preocupó de encontrar una persona idónea para el cuidado de su madre. Esta persona tenía que ser aprobada por ella,  por suerte llegó a la casa una señora amable y paciente porque a Doña Constanza le gustaba hacer las cosas a su manera. 
Thelma al enterarse que los hijos habían partido fue a visitarla, ella estaba más tranquila y recuperada:  -Constanza estuve tan preocupada por tu salud, fui a visitarte al hospital pero solo pude hablar con Elmira, ella me contó cómo te habías enfermado, por favor no vuelvas hacerlo, es peligroso. La última vez que conversamos yo estuve muy cortante contigo y te pido disculpas- hablaba Thelma con sincera preocupación.
-Gracias Thelma, sí, sé que fuiste al hospital, Elmira me comentó y lo agradezco- contestó Doña Constanza pero no tocó el tema sobre Serena ya no quería intervenir, ni dar su opinión, era mejor así.       
Alida también fue a su casa a visitarla cuando el calor había bajado y la tarde era fresca.
-Doña Constanza que bueno que ya está mejor, usted no se imagina toda la preocupación que causó entre sus amistades, la familia y por supuesto de mi persona también, nunca perdí la esperanza que usted vuelva a su casa-.  comentó Alida.
-Mi querida amiga, yo todavia no  puedo partir hasta ver a mi hija Elmira vestida de blanco entrar a la iglesia, no quiero dejarla sola en esta casa- hablaba Doña Constanza con  preocupación por el futuro de su hija, que era la única que vivía a su lado. 
Alida  se dio cuenta que su amiga tenía una preocupación de madre para ella los tiempos no habian cambiado y pensaba que su hija debía casarse. 
La vida volvía a tomar su curso después del susto que todos pasaron con la enfermedad de Doña Constanza. 
Thelma en sus casa extrañaba a sus hijas, quería verlas conversar con ellas y sobretodo, tenía una conversación pendiente  con Serena.
En la noche cuando estaban en su habitación Thelma comentaba con su esposo: 
-Santo, quiero viajar a Lima para ver a nuestras hijas, las extraño demasiado y además nos despedimos de una forma que no debió ser-. dijo con tristeza. 
-Thelma si estas dispuesta a llevar la paz con tus hijas, estoy de acuerdo, si no es mejor que te quedes en casa-. Santo al decir esto quería ver la reacción de su esposa.
Thelma le aseguro que no pensaba crear más conflictos con sus hijas: -quiero hablar con Serena para disculparme por lo necia que fui, es importante para mí tener esa conversación- dijo al final.
Santo estuvo de acuerdo con sus palabras y agregó: 
-Voy a comprar los pasajes para viajar lo más pronto posible a la capital, Albertina se puede quedar al mando de la casa y demás asuntos, por el fundo no hay que preocuparse, dejo a mi encargado al cuidado de todo-. 
Santo en pocos segundos había organizado las cosas, pero olvidó algo importante, Thelma tenía un gran problema a la hora de viajar en un vuelo comercial. Ella sentía pánico, terror de volar, la última vez que lo hizo fue unos años atrás, cuando viajaba con Santo,  al subir al avión y en pleno vuelo sentía que le faltaba el aire, sus manos y su frente sudaban y casi perdió el conocimiento, por suerte el vuelo duró algo más de una hora, ella lo pasó muy mal y se prometió que nunca más volvería a viajar por avión y ahora se encontraba en un terrible dilema, viajar por tierra no era de su agrado el viaje duraba más de dieciocho horas, era demasiado pesado.
-Santo no sé que voy hacer, tú conoces mi fobia a volar-. comentaba  temerosa. 
-Tienes que decidir si nos vamos por tierra o por aire, Thelma yo voy a estar a tu lado para ayudarte,  piensa que lo haces por tus hijas-. Su esposo trataba de animarla. 
Thelma reconoció que él tenía tanta paciencia, ese fue uno de los motivos por los que  ella lo había elegido como compañero de vida.
-Santo, está bien, sí tú vas a estar a mi lado en todo momento compra los pasajes para el avión, no vamos a esperar más, quiero viajar cuanto antes-. Thelma estaba decidida a viajar por aire, no quería pasar tantas horas viajando  por tierra, en bus.
En tres días el viaje de Thelma y Santo estaba listo, prepararon Albertina con todas las recomendaciones de lo que tenía que hacer, del fundo no debía preocuparse, de ello se ocupaba su ayudante.
El día del viaje le daban las últimas recomendaciones para Albertina y ella les decía: -no se preocupen voy a estar bien, no me quedo sola, estoy con la señora que nos ayuda en la casa. Viajen tranquilos-. y despedía a sus padres para que no se preocupen. 
Para Albertina era la primera vez que se quedaba sola, se sentía tranquila y sin temor. 
Thelma en el aeropuerto se preparaba para abordar el avión, ella y Santo buscaban el número de su asiento, por unos segundos, sintió pánico y el deseo urgente de bajar del avión, su esposo la detuvo:
 -Thelma controlate el viaje solo dura una hora y media-.
Thelma comenzó a sentir que las manos le sudaban y rápido se sentó en su asiento. Santo a su lado le repetía  -respira despacio... despacio no te preocupes, estoy a tu lado-
El viaje para Thelma fue un suplicio, ella rogaba que termine pronto. Santo la tomaba de la mano y la animaba para que no se deje llevar por el pánico a volar. Fue un alivio cuando aterrizaron en Lima, Thelma casi lloraba, pero se había controlado lo mejor que podía.              
                    
Albertina estaba feliz de quedarse dueña de la casa, ella organizaba su día para llevar las cuentas y las compras que tenia que hacer, sus padres habian confiado en ella. 
Al medio día, a la hora del almuerzo Gervacio llegaba a la casa con varias cajas para la  mudanza. Alida al verlas preguntó: -¿Gervacio por qué tantas cajas a donde nos vamos?-
Gervacio la invitó a sentarse y comentó -Alida tenemos que mudarnos, nos vamos a Zarumilla-.
-¿Por qué? si aquí estamos bien no nos falta nada-. 
-Es por la empresa ellos quieren poner la oficina en esa pequeña ciudad, por mi trabajo voy a estar más cerca de las investigaciones de campo que tengo que hacer-.
Alida se sintió abatida, ella estaba tan cómoda en Tumbes y con las amistades que había conocido: 
-Gervacio está mudanza no me gusta nada- no sé si voy aceptar, dijo con tristeza. 
Más tarde cuando Albertina fue a visitarla: -¿Alida para que son estás cajas?- Preguntó. 
-Albertina no me preguntes estoy tan sorprendida como tú. No deseo mudarme-.
Alida no sabía  que iba a pasar mañana, había llegado a un tope donde no tenía el más mínimo deseo de mudarse y comenzar de nuevo en otra ciudad.

CONTINUARÁ