domingo, 17 de mayo de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Los días pasaban muy rápido para Alida que apenas tenía tiempo de empacar en las cajas, todas la cosas de la casa que poco a poco habían comprado. En sus ratos libres Gervacio también la ayudaba y se preguntaba de dónde salían tantos objetos como: platos, tazas. ollas y toda clase de utensilios de cocina, adornos de la sala, del dormitorio, todo aquello parecía una inagotable fuente de cosas que él no sabía dónde guardar. 
Alida era muy cuidadosa con sus adornos, ella sentía un especial apego por su pequeña colección de muñecas de fina  porcelana que había comprado a un mercader. Cada una de ellas era delicada y vestía ropa de época, en las manos llevaban  sombrillas que les daban un gracioso toque femenino, Alida  se encargaba de envolver con cuidado las pequeñas figuras que eran sus favoritas. 
Cuando Albertina la visitaba se sentía un poco triste al ver a su amiga empacando y decía: -Alida no hay manera que Gervacio cambie de opinión y se queden en el departamento, voy a extrañarlos porque no tendré con quien conversar, ya se fueron mis hermanas y ahora tú  también te vas, que voy hacer sola en la casa-.
-Albertina no esta en la voluntad de Gervacio quedarnos, es por su trabajo que tenemos que mudarnos, yo me siento muy triste al dejar las amistades, la ciudad y mudarme a otro sitio pero que puedo hacer, además voy a venir a visitarte de vez en cuando y tú puedes también ir a visitarme yo estaré feliz de recibirte en la casa que es muy bonita y cómoda, Sebastian tendrá mucho espacio para jugar.- comentaba Alida con entusiasmo e imaginaba como iba a decorar la casa y el jardín. 
Unos días antes de su partida Alida fue a visitar a Doña Constanza para contarle sobre su mudanza y despedirse de ella, no quería partir sin antes hacerle una visita. 
Doña Constanza la recibió en el jardín, Alida la encontró un poco decaída, la gravedad de su  enfermedad le había restado fortaleza, ella estuvo en la antesala de la muerte. Las dos conversaron toda la tarde, Alida le comentaba sobre su partida y se despedía.
-Mi querida amiga siempre ha sido una constante en mi vida que las personas queridas se alejen de mí, es algo que siempre me he preguntado. Cómo tú sabes, mis hijos viven en diferentes ciudades, mis amigas con las que tenía amistad de muchos años, han partido al viaje infinito y ahora tú que en poco tiempo nos hemos hecho muy amigas, te vas a ir- Doña Constanza decía esto con sinceridad, ella le tenía afecto a Alida y esto era recíproco 
-Doña Constanza yo voy a venir a visitarla lo más seguido que pueda, para mi siempre ha sido una satisfacción  conversar con usted- Alida disfrutaba las conversaciones y las anécdotas que su amiga le contaba.  Doña Constanza tenía la sabiduría que le otorgaban sus años de experiencia y era una persona muy delicada en su trato, fue fácil tomarle afecto. Al salir de su casa se despidió con tristeza.
Dos días antes de la mudanza Alida conversaba con Albertina: -no sabes exactamente cuando van a regresar tus padres, porque nosotros nos vamos en unos días y deseo cancelar todas las cuentas con respecto al departamento-. decía  preocupada porque  quería dejar todo en orden.  
-No sé exactamente cuando regresan mis padres, ellos están tan felices en Lima con mis hermanas, arreglando el alquiler del departamento, ocupándose de todo aquello, que no tengo idea si se acuerdan de mí, sospecho que me han abandonado en esta ciudad-. contestaba Albertina con una sonrisa.
Thelma y Santo estaban muy ocupados en Lima, querían dejar a sus hijas bien instaladas en el departamento, éste quedaba en una zona tranquila y residencial, con fácil acceso a sus centro de estudio, hasta ese momento las cosas no
podrían estar mejores entre ellos. Serena estaba más comunicativa con su madre y Amada se sentía tranquila ahora que iba a comenzar a estudiar. Santo era el encargado de controlar los gastos y cuidar las finanzas, para él, el dinero debía ser bien gastado y controlado, sus tres hijas iban a estudiar y eso ya era una preocupación para que el dinero alcance. 
Thelma secretamente daba largas al viaje de regreso por el pánico a volar, pero cuando pensaba en Albertina y lo sola que estaba, se angustiaba. El regreso en avión para ella  iba ser de nuevo un suplicio. 
Santo agradecíó a su hermana el haber hospedado a sus hijas y le ofrecía su casa cuando ella y su esposo e hijos quieran viajar a las playas de Tumbes: -Blanca las puertas de mi casa están abiertas para ti cuando quieras visitarnos, nosotros felices de recibirte-.
-Gracias Santo yo sé que es así, nosotros iremos en algún  momento a visitarte-. decía Blanca para corresponder a su hermano. 
En la tarde de ese mismo día, Santo y su familia se mudaban al departamento que estaba amoblado, donde iban a vivir sus hijas, muy preocupado le comentaba a Thelma: -nosotros estaremos unos días más en Lima  y luego tenemos que regresar a nuestra casa, Albertina está sola y además  no puedo dejar por más tiempo abandonados los asuntos del fundo-. 
Thelma daba rodeos para decidir la fecha de regreso, su esposo estaba preocupado y  tenía razón no podían dejar abandonados Albertina y el trabajo.
Mientras tanto, en casa de Alida todo estaba listo para la mudanza, el primer paso que dio fue llamar a su madre para comunicarle su traslado a Zarumilla, Alma como era de esperarse entró en angustia, su hija de nuevo se mudaba. Alida la calmaba diciendo que todo estaba bien y que el lugar a donde iban era muy tranquilo, que ella no debía preocuparse -Mamá estamos bien y Sebastian tendrá un lugar muy grande para jugar-. 
Hija y madre se despedían, Alma no podía evitar ponerse nerviosa por Alida, ella había vivido cerca del peligro hace unos meses atrás  y su hija pensaba -mi madre nunca va a cambiar, bendita sea por ello-.
Gervacio subía las cajas a la camioneta y Alida fue a buscar Albertina para entregarle las llaves y despedirse. Fue ella quien  abrió la puerta y la hizo pasar. 
-Alida ya estás lista para partir-. le decía como un saludo.
-Si Albertina, ya nos vamos, aquí te entrego las llaves del departamento y este sobre con el dinero del alquiler y de todo los servicos para ser cancelados, lamento mucho no despedirnos de tus padres, pero  no podemos demorar más nuestra partida-.
Albertina recibió las llaves y el sobre con el dinero, le dio las gracias y antes de despedirse dijo: 
-Alida quiero que me tomes unas fotos con el bebé Sebastian en sus brazos, deseo tener un recuerdo juntos-.     
Alida aceptó, tomó la cámara que le entregaba Albertina y le tomó varias fotos, después Albertina tomó la cámara y disparó varias fotos de Alida y Sebastian. 
-Estas fotos van hacer gratos recuerdos- comentaba Albertina mientras se despedía de Alida y le volvía a repetir -no te olvides de venir a visitarnos estoy segura que mis padres estarán felices de recibirlos,  ustedes han sido inquilinos modelos y buenos amigos-.
Alida acabó de despedirse y con Sebastian en brazos subió a la camioneta que la llevaría a su nuevo destino. Mientras se alejaba no dejaba de hacer adiós Albertina, para ella se cerraba otro capítulo de su vida y comenzaba uno nuevo al lado de Gervacio y su hijo. 
Una hora de viaje en la carretera para luego llegar a su nuevo hogar. Gervacio abrió la puerta y  comenzó a descargar las cajas, Alida se ocupaba de Sebastian, era la hora de su comida y un bebé de ocho meses no podía esperar, con el biberón en la mano le indicaba a Gervacio donde debía poner cada caja.
-Alida estas cajas tienen plomo adentro, pesan demasiado- decía Gervacio mostrando cansancio,  ella lamentaba no poderlo ayudar pero tenía que atender primero a Sebastian.  
Alida ya imaginaba el jardín con las rosas que iba a sembrar, las hortensias en los bordes del camino de entrada y en la parte donde había sombra pondría muchas macetas con violetas de todos los colores, esos  eran sus planes inmediatos. Gervacio por el momento se llevaba el trabajo pesado y el hambre  y cansancio comenzaba a sentirse.  
En Lima Santo y su familia se instalaron en el departamento  que era amplio y amoblado. Serena y Amada no podían estar más felices y agradecieron a su padre las facilidades que les daba para estudiar, ellas se habían comprometido a esforzarse  y devolverles  a ellos todos los esfuerzos que hacían.
Una semana más se quedaron Thelma y Santo en Lima, luego preparaban su viaje de regreso. El día de la partida Thelma muy temprano había tomado una pastilla para los nervios, con esto esperaba sentirse mejor a la hora de viajar. Los padres se despedían de sus hijas, no sin antes hacerles toda una serie de recomendaciones que ellas atentas escuchaban. 
Serena abrazó a su padre y luego a su madre, Amada hizo lo mismo fue un momento emotivo entre ellos.
En el aeropuerto Thelma ya empezaba a ponerse nerviosa y Santo le hablaba para que se tranquilice. Cuando llegó la hora de subir al avión, Thelma no podía evitarlo, su cuerpo producía tanta adrenalina debido al miedo, que la pastilla demoraba en hacer efecto. Los esposos tomaron asiento en el lugar que les correspondía, Thelma miraba a Santo aterrada, el miedo la invadía. 
-Santo no puedo resistirlo- le decía con voz apagada por el pánico 
Su esposo le hablaba para calmarla -el vuelo es rápido en unos momentos estamos en Tumbes, resiste-  y como si los elementos del clima se confabulaban contra ellos, en pleno vuelo la nave comenzó a sacudirse con fuerza, Thelma lloraba y apretaba las manos de Santo diciendo con terror: 
-¡Vamos a morir!... ¡no quiero morir!-  el avión continuaba sacudiéndose y alertó a la tripulación y a los otros  pasajeros. Thelma aterrada se abrazó a su esposo, él apenas podía moverse.

CONTINUARÁ     
       
               
   

           


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