domingo, 6 de septiembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Al llegar cerca del lugar donde vivía el hermano de Felicitas, Octavia se dio cuenta que era un sitio sumamente pobre, las casas eran cabañas mal construidas, la gente vivía hacinada. El panorama  era desolador y poco recomendable.
Felicitas se adelantó y señaló una de las cabañas, empujó la puerta, entró y acto seguido hizo pasar a Octavia y a Eda.
-Por aquí por favor- dijo en voz baja y señaló el camino. 
El hermano de Felicitas estaba en un rincón sobre una cama maltrecha. La casa solo tenía un ambiente y no había  muebles. El herido se quejaba de dolor, Ondina estaba a su lado tratando de darle un poco de agua para beber.
-Eriberto soy yo Felicitas y he venido con la señora Octavia y una enfermara para que vea tu pierna-.
-Felicitas sabes bien que no puedo pagar una atención médica es mejor que se retiren, ¿por qué las has traído?-. exclamó  Eriberto molesto con su hermana.
Eda no hizo caso de sus palabras y habló con autoridad:
-Voy a revisar tu pierna, para eso he venido- abrió su maletín de primeros auxilios y sacó unas tijeras para cortar el pantalón y entonces vio la gravedad de la herida.
-Octavia tiene una fractura expuesta, el hueso de la canilla esta roto, hay que ponerlo en su sitio y entablillar, si no lo hacemos el hueso va soldar mal y esa pierna quedará inútil para siempre-. 
-Eda por favor haz lo que tengas que hacer para tratar de aliviar al herido y salvar su pierna-. contestó Octavia para dejar que su amiga haga su trabajo.
-Hay algún licor en casa-. preguntó Eda.
-Si señora- contestó Ondina -mi tío guarda una botella de licor de caña en esa caja que esta al frente yo lo he visto tomar de ella-.
-Bien trae la botella y que  el herido tome uno o dos sorbos, luego necesito un pedazo de trapo limpio para que sea mojado en el licor y ponerlo en a boca para que lo muerda- después ordenó -Ondina trae dos tablillas para amarrarlas a la pierna de tu tío-. y explicó lo que iba hacer. -Primero voy a poner el hueso en su sitio y eso va ser muy doloroso, necesito su ayuda-.  terminó de indicar Eda.   
A un costado de la habitación, había una silla vieja que Ondina  terminó de desarmar y sacó las tablillas que la enfermera necesitaba.
Con agua oxigenada Eda limpio con mucho cuidado la herida, el hueso de la canilla salia de la piel, Eriberto se quejaba de dolor. Felicitas le dio a beber dos tragos de licor y le puso en la boca el trapo empapado en éste, la enfermera ordenó: -Ondina sujeta un brazo a tu tío, Octavia tú el otro brazo y Felicitas ven a mi lado para sujetar la otra pierna, mientras yo coloco el hueso en su sitio-. 
Las tres mujeres obedecieron las ordenes y sujetaban con fuerzas al herido. Eda con la habilidad que le daban sus años de experiencia  como enfermera le permitían maniobrar con seguridad. Eriberto dio un grito ahogado de dolor y estaba al borde del desmayo.  Eda con un movimiento rápido coloco el hueso en su sitio, lo unió y luego con una venda aseguro las tablillas a la pierna para que el hueso no se mueva. 
Eriberto lloraba de dolor, era terrible verlo en ese estado pero fue necesario ubicar el hueso en su lugar para que la pierna no quede inútil.
-Ahora es necesario llevarlo al hospital para que lo atiendan-. agregó Eda un poco cansada por la fuerza que había hecho.   
Felicitas suplicó: -no señora por favor, al hospital no, ahí lo van a detener por estar en los disturbios de la mañana-.
-Lo que yo acabo de hacer es una atención de primeros auxilios, tu hermano tiene que ir al hospital para ser atendido, su herida está abierta,  hay peligro de infección es algo muy serio. Además deben enyesar la pierna porque el hueso está roto. No te preocupes no lo van a detener porque nadie lo va a denunciar. Él va entrar como un paciente más el hospital de la hermanas  Cartujas de San Vicente de Paúl. Ellas tienen una sala para personas de escasos recursos, por favor y ya no perdamos más tiempo, hay que llevarlo cuanto antes, si pueden conseguir un triciclo, es el único transporte que se me ocurre- exclamó Eda a punto de perder la paciencia.
-Felicitas, has caso a Eda, ella sabe lo que hace. Algún vecino tiene un triciclo para que nos ayude-.
-Si señora, Umberto el vecino de al lado tiene uno... Ondina ve a buscarlo-. dijo Felicitas al escuchar las palabras de Octavia.  
Ondina salió corriendo a buscar al vecino, un joven que trabajaba con su triciclo. En pocos minutos llegó, con la ayuda del vecino y entre todos subieron a Eriberto para ser llevado al hospital, éste no dejaba de quejarse por el dolor que sentía. 
Eda cerró su maletín y junto a Octavia iban detrás del triciclo  que empujaba Umberto, ayudado por Felicitas y Ondina.
-Va ser un milagro que esa pierna se cure, la herida es profunda. Octavia nunca antes había estado en este lugar, es terrible ver como vive aquí la gente- comentaba Eda sorprendida por todo aquello que la rodeaba.
Octavia también estaba sorprendida y pensaba conversar con el alcalde para ver que se podía hacer en el lugar, donde había tanta necesidad.                
Cuando llegaron al hospital entraron por emergencia, Eda trabajaba en el lugar y sabía que hacer. Pronto Eriberto fue llevado a la sala de operaciones para ser atendido.
Felicitas le daba las gracias a Octavia por su ayuda:   
-A quien debes agradecer realmente es a Eda, ella es la que ha hecho todo lo necesario para ayudar a tu hermano-. contestó Octavia.
-Si  es verdad, pero sin usted no hubiera podido llegar a la señora Eda, gracias también por ello-. comentó Felicitas con voz temblorosa.
Eriberto fue atendido y sería internado en el hospital por unos días. Umberto preguntó si lo necesitaban para algo más, todas agradecieron su ayuda y él se retiró.
Felicitas no tenia palabras para agradecer a Eda por todo lo que había hecho por su hermano:
-Señora siempre le estaremos agradecidos por su ayuda y estamos en deuda con usted.  Cuando mi hermano se cure, él puede hacer trabajos en su casa como arreglos de paredes, techos o lo que se necesite-. comentaba Felicitas para pagar una deuda impagable por su buena voluntad. 
-No te preocupes Felicitas, tu hermano va a pasar un buen tiempo para curarse-. contestó Eda para finalizar porque ya era hora de retirarse del hospital.
Felicitas pidió permiso para quedarse un rato más con su hermano en el hospital,  Octavia le concedió el permiso.
Eda, Octavia y Ondina salían del hospital y ya había oscurecido. Toda la tarde se había ido atendiendo a Eriberto.  Ondina que iba con las señoras les contó como su tío se había herido en los disturbios: 
-Por correr de la policía él no se dio cuenta y metió la pierna en un hueco, así sucedió el accidente. Sus compañeros lo trajeron casi a rastras a su casa  y cuando nosotras llegamos a visitarlo nos encontramos con un cuadro de dolor y desesperación-.
El resto del camino Ondina guardó silencio mientras Octavia y Eda conversaban, al llegar a la puerta de la casa de la enfermera, Octavia antes de despedirse comentó: -Eda no tengo palabras para agradecer  tu ayuda, sin ti no hubiéramos sabido que hacer, hemos ocupado tu domingo de descanso, gracias mil, por ello-.
 -Octavia no te preocupes, soy enfermera, mi deber es atender a los enfermos y heridos, era mi descanso, pero estas situaciones no son todos los días- y las dos amigas se despidieron con sincero afecto. 
-Ondina vamos rápido, es de noche y mis hijos han estado solos toda la tarde, debemos darnos prisa-. dijo Octavia caminando rápido por la calle del Naranjo donde quedaba su casa. 
Emiliana y Manuelito recibieron a su madre y le preguntaban que había sucedido, ¿cual era la emergencia?, los dos le hacían mil preguntas, querían saber. Octavia conversaba con sus hijos sobre lo sucedido. y les contaba los detalles.
Después de la cena Octavia se sentía cansada, había sido una tarde llena de tensión. Sus hijos ya se habían ido a dormir, Ondina terminaba sus quehaceres y también se iba a descansar.  Octavia en su habitación, pensaba mañana va ser un día ocupado tengo que estar preparada. 
Sobre su mesita de noche estaba la revista que  Petra le había traído, se llamaba  La familia, ella la tomó en sus manos y comenzó a leerla como le había prometido a su amiga.
Al día siguiente Emiliana y Manuelito después del desayuno se iban al colegio acompañados por Ondina. Una hora más tarde llegaba de visita Petra, trayendo los talonarios para le rifa. Felicitas le abrió la puerta y la hizo pasar al salón donde Octavia escribía.
-Querida amiga ¿cómo estás? perdona que venga tan temprano pero no quería perder más tiempo, aquí traigo los talonarios para la rifa, Ana Luisa y yo los estamos repartiendo a todas las señoras del Patronato para que de una vez comiencen a vender. El tiempo nos gana.
-Petra que bueno por fin tenemos los talonarios para comenzar nuestro trabajo, debemos vender todos. Ana Luisa que es la tesorera ya te dio el pago de los talonarios-.              
-Si, no te preocupes, todo está en orden. Octavia también venía para preguntar si has leído la revista ¿qué  te pareció?-.
-Si, he leído la revista y no debes tener dudas, está muy buena, los artículos son entretenidos y amenos y los consejos para el hogar también. Me gustó mucho le entrevista a Teresa Estrada, la hermana mayor y directora del colegio Corazón de Maria, es muy interesante su historia de vida desde el lado humano. No debes preocuparte por nada toda la revista es excelente-. 
-Que bueno Octavia ahora respiro tranquila porque a mis lectores les gusta mi revista, he preguntado a muchos de ellos como una encuesta y están encantados-. contestó Petra llena de satisfacción por su trabajo y el de su esposo.
Las amigas se despedían, Petra tenía que seguir repartiendo los talonarios a las demás señoras y a los pocos minutos de su partida, entró Ondina que ya había regresado y le entregó a Octavia el correo, un telegrama de Aníbal y una carta de su prima Blanca que estaba en Suiza. Abrió primero el telegrama donde su esposo le comentaba que estaba bien y tratando de solucionar los problemas del fundo familiar, además de prometer que estaría para el cumpleaños de Emiliana. 
Al abrir la carta de su prima estaba llena de novedades, le contaba sobre la casa donde vivía con la familia: -es muy bonita y esta rodeada de bosques, con los niños después de las clases salimos a pasear, aunque el frío es más fuerte, el invierno ya está cerca, tú sabes que estamos en diferentes hemisferios- entre líneas le comenta cuanto extrañaba a la familia y la ciudad -Octavia extraño tanto  nuestras conversaciones en el salón y las bromas de Aníbal, él siempre fue tan amable, también extraño a Emiliana y Manuelito que siempre decía que era el inventor y genio de la familia-. Luego seguían más comentarios y al final se despedía con la promesa de seguir escribiendo para contarle más novedades.  
Octavia no quería perder tiempo y comenzó a escribir la respuesta a la carta de su prima, más tarde saldría para comenzar a vender las rifas para el sorteo de las Damas del Patronato.           

En los días siguientes las damas trabajaban en la venta de los boletos para la rifa, visitaban los comercios, las tiendas, a sus amistades y por supuesto a sus familias. La ciudad fue inundada por los boletos de la rifa.
Emiliana y Manuelito ayudaban a su madre a vender boletos en sus colegios. Emiliana comentaba a sus amigas lo fantástico que seria si una de ellas ganaba el premio y se o daba a su mamá como regalo a  más boletos más oportunidades, y así ayudan a las obras de caridad. Las amigas compraban los boletos para  ganar el premio y ayudar.
Octavia preguntaba a Felicitas por la salud de su hermano y si ya le daban de alta en el hospital. 
Felicitas le comentaba que estaba bastante bien, pero que debía esperar más tiempo para salir. 
En la noche después de un día de trabajo vendiendo boletos para la rifa, Octavia en su habitación se disponía a dormir, la casa estaba en silencio de pronto escuchó unos pasos, estos eran familiares para ella. 
Los pasos comenzaban en la puerta de entrada, cruzaban la sala, cruzaban el comedor y se detenían en la puerta del patio, luego se dirigían lentamente hacia el huerto donde desaparecían. Cuando ella era pequeña y escuchaba los pasos sentía miedo y le contó a su padre, éste le dijo: -querida no tengas miedo, esos son los pasos tal vez del primer dueño  que aún cree que está en su propiedad. Él cuida la casa y es un espíritu bueno-. 
Octavia tenía seis años y desde ese momento se acostumbró a escuchar los pasos que de vez en cuando aparecían. Una vez, solo una vez vio la sombra de un hombre que estaba de espalda, vestía elegante, tenia una capa negra y un sombrero de copa. Nunca más lo volvió a ver pero si a escuchar sus pasos que en la casa ni sus hijos, ni su esposo podían escuchar.

CONTINUARÁ    
 
 

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