domingo, 29 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Hipólito y Quinto conversaban sobre los anónimos. ¿Quién o quienes eran los autores y cuáles era sus intenciones?
Quinto estaba preocupado por la reacción de Hipólito y en todo momento negó que esos mensajes fueran la verdad. 
El padre de Rosalina se quedó más tranquilo al escuchar las palabras de  su futuro yerno.
-Ahora que hemos podido conversar y aclarar este problema me siento aliviado con respecto a estos anónimos y creo en sus palabras Quinto, sé que usted es un caballero de honor-.
-Por supuesto señor Hipólito, no dude  de mí, ni de las buenas intensiones hacía su hija y el amor que siento por ella. Yo mismo voy averiguar que persona o personas están detrás de estas falsedades- contestó Quinto al padre de Rosalina para que confié en él.
Hipólito se puso de pie y lo mismo hizo Quinto para despedirse, pidió al padre que lo despida de Rosalina, era mejor comenzar de una vez, averiguar el origen de los anónimos, ¿Quién tenía interés en que no se case con su novia? todo aquello no era nada bueno, pensaba mientras atravesaba  la avenida, camino al centro de la ciudad.
Quinto sabía por donde debía comenzar su investigación, preguntó en diferentes lugares y a varias persona si alguien conocía sobre el asunto de los anónimos, nadie daba razón sobre ellos. En dos días movió cielo y tierra para encontrar al autor de los mensajes de pronto estos dejaron de llegar a la casa de la familia, al parecer el autor no quería ser descubierto por temor a las represalias o algo más.
En su casa Hipólito y Hortensia respiraban aliviados, esos mensajes desde que se hizo público el compromiso habían sido una pesadilla y preocupación para ellos.  Quinto tenía razón, alguien quería hacerle daño e impedir su felicidad. 
Los padres de Rosalina y ella misma dejaron de pensar en la pesadilla de los mensajes y se preparaban para celebrar la Navidad, al día siguiente era 24 y la noche buena debía traer paz y serenidad al hogar.
Lo mismo pensaban todos los habitantes de la capital, las protestas habían cesado por el momento y la Navidad se podía celebrar en familia con la ciudad en paz. 
En casa de Octavia el entusiasmo y la alegría por celebrar la Navidad ocupaba las conversaciones familiares. Los regalos ya habían sido comprados, en días previos a la Noche Buena. Octavia compró todo lo necesario para la cena además de los regalos. Ondina y Felicitas la acompañaban en sus compras. También se dio tiempo para visitar regularmente la casa de Aurora y comprobar que todo estaba en orden según la voluntad de su amiga. Margarita la empleada de confianza mantenía la casa impecable, esto era un alivio porque en el futuro esa casa pasaría a ser gobernada por Rubí cuando cumpla la mayoría de edad.
Días antes de Navidad en casa de Octavia se conversaba a la hora del almuerzo mientras  disfrutaban las deliciosas frutas del huerto. Las chirimoyas y guanábanas, higos y el fruto del pacay eran el postre al final de la comida.
Cada uno de los hijos habían pedido su regalo al Niño Dios como era la costumbre en esos días, Octavia y Aníbal tomaron nota de los pedidos para comprar los regalos sin que ellos lo supieran.  Para Rubí era una colección de libros de cuento que ella tanto le gustaba leer, a Emiliana un vestido nuevo para prepararse hacer el voluntariado, a Manuelito su caja de herramientas para principiantes, a él le gustaba construir sus propios inventos y a escondidas Octavia había comprado como regalo una camisa nueva para Aníbal y no se había olvidado de Ondina y Felicitas, en general toda la familia debía recibir su presente la noche de Navidad.
En cada casa y cada familia esperaba la noche buena, primero para ir a la misa de gallo que se celebraba en las iglesia de la ciudad antes de la media noche y después en su casa celebraban el nacimiento del niño con una cena.
Quinto en la noche de Navidad no deseaba llegar con las manos vacías a la casa de Rosalina, entonces compró regalos para agasajar a su futura familia política. A su novia le compró una fina tela de encaje importado, para Hortensia un broche fino de flores, para los hermanos menores de la novia juguetes y para Hipolito un vino traído de las bodegas del gran almacén en el centro de la ciudad donde se vendía de todo para el público más exigente.    
Cómo era de esperar, Quinto López del Águila seguía atento a cualquier movimiento entre la gente cercana a su círculo, nada debía perturbar la paz de su futura boda. Los anónimos dejaron de ser enviados pero él no se confiaba y continuaba  investigando sobre ellos.
24 de diciembre en la mañana Hipólito en sus casa se sentía tranquilo, pero había algo en su interior que lo molestaba, desde hace varios días pensaba y pensaba sobre ello, era verdad que confiaba en Quinto pero quería confirmar que todo con respecto a él era correcto y tomó una decisión.
En su habitación conversaba con su esposa Hortensia: -querida voy a mandar un mensajero a la hacienda y al pueblo de Quinto quiero saber todo sobre él y su familia, después de todo es con nuestra hija con la que se casa-.
-Pensé que todo sobre él había quedado claro- contestó Hortensia.
Rosalina sin querrer había escuchado la conversación de sus padres cuando iba a entrar a su habitación para preguntar algo a su madre. Se detuvo y escuchó a su padre que hoy día saldría un mensajero de toda su confianza para las tierras de Quinto, era urgente, la boda estaba tan cerca.
Al escuchar está conversación, Rosalina se detuvo en el umbral de a puerta y sin ser vista por sus padres se retiró, ella no sabía que hacer era una situación nueva y estaba en duda si contarle o no a Quinto. Sentía que si decía algo traicionaba a sus padres y si guardaba silencio traicionaba a su novio, que locura era todo eso, pensó.
Al medio día en la oficina de su casa, Quinto se encontraba revisando unos papeles y de nuevo leyó uno de los anónimos que tenía sobre el escritorio. "No case a su hija con Quinto López del Águila" se preguntaba quién estaba detrás de estos mensajes, el primer nombre que vino a su memoria fue Ludeña, Toribio Ludeña, él vivia en su pueblo y conocía a Quinto de toda la vida. 
En la capital no sabía de  nadie que tuviera motivos, al menos eso creía después de sus investigaciones. En sus negocios él había avanzado demasiado y representaba a su familia en la capital, eran negocios que  había creado con el dinero que sus hermanos le enviaban.
Todo aquello sobre los mensajes lo inquietaba y lo ponía nervioso. ¿Quinto escondía algo en su pasado? se puso de pie arrojó el papel sobre el escritorio y salió a la calle, quería despejarse un poco y pensar con claridad.
El día era ideal para una celebración de Navidad, el clima perfecto, con un sol brillante pero todavía no sofocaba. Octavia en su hogar terminaba de preparar los regalos para los niños, Aníbal, Felicitas y Ondina. 
Ella y su familia solían pasar a finales de enero, unas cortas vacaciones en el balneario de Barranco cerca a la playa. Visitaba a su tía Esperanza que tenía una casa en el lugar. Su tía era hermana menor de su padre y según él había sido la hija rebelde de la familia. Ella se casó sin permiso de sus padres con un caballero que ellos no eligieron. Eso fue una situación complicada y quedó desterrada del entorno familiar.
La tía Esperanza en su defensa le contaba a Octavia que no se podía casar con una persona que sus padres le eligieran. Ella se fue de la casa para casarse  con el hombre que su corazón había elegido, su nombre era Teodoro Silva,  doctor de carrera y atendía en su consultorio del balneario hasta su muerte hace algunos años atrás. La tía siempre lamentó que su padre no la perdonará y no pudo despedirse de él en los últimos días de su vida:  -siempre sufrí por ello, mi padre no quería ver mi felicidad. Mi madre en cambio venía a visitarme a la casa sin que él lo supiera. Ella me había perdonado-. comentaba la tía Esperanza, con tristeza.
Octavia adoraba pasar unos días en el balneario, en la casa de su tía con sus hijos que disfrutaban con los baños de sol y mar. Las tertulias de las tardes frescas con la brisa del mar eran sus preferidas, la tía Esperanza conocía la historia de la familia y podía retroceder en el tiempo hasta los días de la Independencia, ella le contaba: -que el bisabuelo tal que el tatarabuelo esto y el padre del tatarabuelo era aquello-. La tía conocía a la perfección los detalles familiares de cada miembro y se reía cuando recordaba algunas anécdotas graciosas de la familia.
Octavia disfrutaba oír las historias para luego contarle a sus hijos y así mantener viva la historia familiar. Ahora que Rubí estaba con ella pediría permiso a la madre superiora para llevarla al balneario, a ella también le haría bien unos baños de sol y mar pero no quería adelantarse y decir nada a la niña hasta hablar primero con la madre superiora.                   
El verano pasado la tía Esperanza le había dicho muy seria a Octavia: -mi niña cuando yo me vaya de este mundo esta casa va hacer para ti, en mi testamento esta escrito, Dios no me dio la bendición de tener hijos y yo acepté su voluntad, pero te tengo a ti y tú eres mi heredera-. puntualizó.
A Octavia no le gustaba hablar de ese tema pero su tía insistía. Su casa era amplia y cómoda, al frente de la puerta de entrada había un árbol de nísperos que le proporcionaba sus frutos dulces, además de una exquisita sombra en el porche donde todas las tardes se sentaban a conversar y a saludar a los vecinos que se acercaban a tomar parte de la reunión.
Eran unas vacaciones felices para ella y sus hijos.
Rápidamente terminó de envolver los regalos y dejar sus recuerdos. La hora avanzaba y la celebración de Navidad llegaba.
En casa de la familia de Hipólito y Hortensia también esperaban celebrar la Navidad, el reloj del comedor marcaba las 9 p.m y en la puerta sonaba la campanilla, era Quinto que llegaba con sus regalos.
Los padres de la novia lo recibieron con cortesía, las palabras y saludos fueron cálidos, Rosalina aprovechó que sus padres se habian retirado, tomó del brazo a su novio y lo llevó al zaguán. Amada comentaba Quinto: -está noche estás más bella que nunca, ese color de vestido te asienta tan bien-.
Rosalina sonreía y se debatía  si decir algo a su novio o no, éste la nota un poco nerviosa y preguntó 
-¿Qué sucede mi amada, algo te molesta?-  para bien o para mal Rosalina  comentó a Quinto sobre el mensajero que había enviado su padre. 
Mientras ella hablaba, él pensaba rápidamente que hacer, cuales serían sus siguientes pasos. El mensajero llevaría un día y medio de ventaja. Un telegrama a sus hermanos para avisarles era la comunicación más rápida. 
Quinto no dejaba de sonreír para disimular su nerviosismo: -querida mía- dijo -no le digas a tu padre lo que me acabas de decir, es mejor así, que él averigüe lo que desee, yo estoy tranquilo. Ahora, esta noche es el momento de vivir la celebración de Navidad-. terminó de decir, tomó las manos de Rosalina y las besó, por protocolo de la época besar a la novia en los labios estaba prohibido y menos si estaban en su casa.

CONTINUARÁ 
     
             


 

domingo, 22 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

El calendario marcaba el día 20 de diciembre, la navidad estaba cerca. Octavia en su pequeño salón revisaba las cuentas sobre gastos que Las Damas del Patronato habían realizado.
El dinero se gastó hasta el último centavo. Las cuentas estaban en cero pero el desayuno de  navidad y los regalos para niños del orfelinato estaban listos.
Rubí entró al salón con su cuaderno de caligrafía en la mano para pedir permiso: -Madrina´, puedo hacer aquí mi tarea de caligrafía, la madre superiora dice que debo mejorar mi letra, por eso he traído mi cuaderno de tareas-.
-Muy bien  Rubí, es bueno que practiques la caligrafía para tener una letra fina y bien formada. Aquí en mi escritorio puedes hacer la tarea- contestó Octavia y la invitó a sentarse. 
-Debes estar cómoda y bien sentada para  realizar la tarea y mejorar tu letra-. agregó su madrina.
Rubí abrió su cuaderno, Octavia revisó las páginas con las planas de caligrafía, entonces dijo: -tienes bastantes páginas para hacer por lo tanto, debes empezar de una vez-.
-Madrina- exclamó Rubí -después de hacer dos páginas de mi tarea  puedo ir al huerto a jugar-.
-Si, puedes ir a jugar al huerto  pero primero tienes que terminar la tarea y después debes prometerme que no vas a subir a ningún árbol... ¡correcto!-. le advirtió Octavia. 
-Si madrina yo prometo no subir a ningún árbol-. contestó Rubí, segura de obedecer.
Octavia no quería que su ahijada sufra un accidente, además ella recordaba un episodio de su niñez cuando subió a un árbol tan alto que después no podía bajar, del miedo a caer se puso a  llorar. Pasó más de una hora para que sus padres se den cuanta lo que sucedía, con la ayuda de una escalera el padre la tomó en sus brazos para bajarla, fue castigada por no hacer caso a las advertencias de  no subir a los árboles,  ella se asustó tanto que nunca más le quedaron ganas de volver a hacerlo,  felizmente no sufrió daño alguno  que pudo ser fatal.
-Mamá- entró Emiliana al salón buscando a Octavia, traía una tarjeta de invitación con su nombre para tomar el té en casa de Rosalina,  la reunión era para el día siguiente.
-Debe ser la reunión que Hortensia su madre ha organizado para las amigas de Rosalina-. dijo Octavia y tomó la tarjeta. en sus manos.
-Mamá no tengo nada que ponerme para esa reunión, que voy hacer ahora-. decía Emiliana lamentándose.
-Hija no exageres, vamos a tu cuarto y vas a ver que en tu ropero yo encuentro varios vestidos-.
Octavia salió del salón seguida por Emiliana y Rubí, entró en la habitación y del ropero de su hija sacó cinco vestidos: -no tienes nada que ponerte, mira cuantos vestidos tienes, por ejemplo este amarillo con un lazo en la cintura es muy bonito- comentó Octavia a la vez que levantaba el vestido en sus manos. 
En ese tiempo estaban de moda los colores suaves de tonos pastel. El vestido amarillo era bonito tenía una caída elegante y el color era muy suave. 
-Madrina, también puede ser este vestido-. comentó Rubí y señalaba un vestido celeste en tono pastel con pequeñas rosas bordadas en toda la falda-.
-Ya vez Emiliana, si tienes vestidos que ponerte y a Rubí para ayudarte-. comentó sonriendo Octavia. 
-Por esta vez madre, no voy hacerte caso y voy a escoger el vestido que señala Rubí-. 
Octavia le dio la razón a su hija a la vez que había solucionado el terrible  dilema de Emiliana de no tener nada que ponerse, giró y al salir del cuarto,  Felicitas la buscaba: -señora mi hermano Eriberto-. 
Octavia exclamó: -Felicitas por favor, no me digas que tu hermano se ha roto la otra pierna-. 
-No señora, que Dios no la oiga, mi hermano está bien, él la espera en la puerta, quiere hablar con usted-. 
-Bien hazlo pasar al salón voy enseguida-.
Octavia se asomó por la puerta de la habitación  de su hija y escuchó conversar a Emiliana con Rubí sobre moda y vestidos, las dos se llevaban muy bien y eso llenó de alegría a Octavia. 
En el salón la esperaba Eriberto, cuando Octavia entró, la saludo con cortesía: -señora vengo a agradecer a usted por la ayuda que me brindó después del accidente que sufrí, yo estoy en deuda y cualquier trabajo que necesite hacer en su casa puedo hacerlo sin costo alguno. Se arreglar techos,  paredes, todo tipo de trabajo de albañilería-.
-Eriberto gracias por ofrecer tus servicios pero todo trabajo debe ser pagado y además te prometo recomendarte con mis amigas para que puedas trabajar en sus casas y así ganar algún dinero pero debes tener cuidado de no volver a sufrir un accidente. ¿Dónde se te puede ubicar?-. preguntó Octavia.
-Si señora no se preocupe yo voy a hacer cuidadoso, no quiero pensar en volver a sufrir algo así, cuando me despedí de la señora Eda en el hospital, ella me advirtió lo mismo. Para hacer algún trabajo me pueden encontrar en la ferretería del señor Albino, en ese lugar estaré siempre-.  
-Bien Eriberto espero que te vaya bien y cuida tu salud-. Felicitas y su hermano salieron del salón,  Octavia quedó asombrada de lo bien que se había recuperado del terrible accidente que  sufrió, éste pudo haber tenido consecuencias nefastas.   
Al día siguiente en la casa de Rosalina se organizaba el té de la tarde para las invitadas. 
Hortensia cuidaba los detalles y los lugares donde se sentarían las amigas de su hija, era una despedida para Rosalina y la reunión debía ser perfecta.
Una de las empleadas encontró una nota debajo de la puerta de entrada y se la entregó a Hortensia, lo que estaba escrito en ella, no le agradó, entonces decidió destruirla para continuar con sus ocupaciones y olvidar el asunto.
Antes de la cinco de la tarde Emiliana estaba lista para ir a casa de Rosalina.
Aníbal un padre orgulloso, miraba a su hija, ésta se había convertido en una linda joven y con el vestido celeste lucía muy bien, su padre comentó: -Octavia yo voy a llevar a nuestra hija a la reunión y luego yo mismo la voy a recoger, quiero que llegue segura a casa de Rosalina.
Padre e hija salieron juntos, tomaron un coche directo a la casa de la homenajeada, en el camino conversaban de diferentes temas y Aníbal pensaba que aun no quería saber nada de compromisos para su hija y menos una  boda. No, no, aun no, ella era para él... su niña.
Emiliana entró a la reunión cuando su padre la dejó en la puerta, habian varias invitadas y el ambiente era muy agradable, saludó a Rosalina y a Hortensia y tomó parte del grupo en la mesa. Todas las jóvenes se sentían alegres por el compromiso de su amiga y algunas de ellas pronto seguirían el mismo camino. Según la época, las jóvenes ya estaban en edad casadera.
El té duró hasta cerca de las 8 p.m cuando una a una las jóvenes se fueron retirando. La reunión fue amena y agradable, se vivieron momento de risas y alegre conversación.
Aníbal fue a recoger a Emiliana, saludó a los padres de Rosalina, unas palabras de felicitaciones y ambos se despidieron de la familia.
Emiliana en el camino contaba a su padre los detalles de la reunión y lo agradable que había sido todo. La madre de Rosalina se había desvivido por atender a las invitadas de su hija.
Mas tarde en casa de Hortensia e Hipólito mientras se limpiaba y ordenaba todo en el comedor, una empleada fue asegurar la puerta de calle y volvió a encontrar otra nota, se la entregó a Hortensia  y ella la guardó en su bolsillo. La madre de Rosalina pensó molesta,  quién se ocupaba de mortificar a su familia con estas notas desagradables. Segura estaba que no volverían a encontrar más.
Hortensia se equivocó, desde ese día y en los siguientes días seguían llegando las notas, eran en realidad anónimos, no tenían nombre y siempre decían lo mismo. No case a su hija con Quinto López del Águila ó No case a su hija con esa persona.
Hortensia no podía más con la presión de las notas que llegaban o muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche, algunos vecinos le habían comentado que veían a una mujer y a veces a un hombre tirando algo debajo de su puerta, pero no mostraban  sus caras.
Nerviosa la madre de Rosalina comentó con su esposo Hipólito lo que sucedía. El padre leyó los anónimos y molesto comentó que no se podía hacer caso a chismes de gente que no puede ver a dos jóvenes enamorados felices: -esto es inaudito, no podemos creer en chismes baratos-.
-Hipólito, si las notas tiene razón y hay algo que no sabemos de Quinto, tal vez está casado o algo más-.
-No creo, tú estas viendo que es un hombre educado y sincero, no puede tener algo oculto-. contestó Hipólito muy serio.
Ambos padres dieron por terminada la conversación y continuaron con los planes de la boda de su hija.
Los anónimos no cesaban de llegar, ahora se podían encontrar tres a cuatro notas en el día. 
-Hipolito tenemos que hacer algo- decía Hortensia -tengo miedo por nuestra hija-.
-Por favor mujer no pienses mal, debemos confiar-. contestó el padre de Rosalina. 
Unos días antes de la navidad para terminar de ajustar algunos detalles del desayuno de los niños las damas se reunieron para conversar en casa de Ana Luisa, organizaron como se haría la actividad de ese día. Hortensia en la reunión estaba callada, en su rostro no había alegría como otras veces y ya no hablaba de su futuro yerno ¿Qué pasaba con ella? se preguntaban las amigas, pero nadie mencionó una palabra. La reunión terminó y en la sala las últimas en irse fueron Petra y Octavia, entonces en presencia de Ana Luisa y sus amigas. Hortensia comenzó a llorar.
Octavia y las demás se asustaron -¿que sucede Hortensia por qué lloras?-  preguntaron.
Hortensia entre lágrimas comenzó a contar a sus amigas lo que estaba sucediendo y sacó de su bolso todos los anónimos que llegaban a su casa. Octavia, Petra y Ana Luisa leyeron las notas en todas decían los mismo
-Con Hipólito, los dos no sabemos que hacer, estamos tan preocupados, él dice que son chismes y no debemos dar crédito a esas notas-.
-Querida amiga, ustedes deben averiguar todo con respecto a Quinto no pueden solo ignorar, los anónimos pueden tener algo de cierto- dijo Ana Luisa. 
-Si, lo sé, pero ya la boda está tan cerca y me niego a pensar que Quinto esté ocultando algo de su vida. Él siempre ha sido un hombre tan gentil-. decía llorando Hortensia.
-Ana Luisa tiene razón Hortensia, ustedes no saben mucho de Quinto, él vive aquí en la capital menos de un año. No conocen a su familia-. comentó Octavia.
Hortensia lloraba y les pedía a sus amigas discreción con respecto a este asunto: -por favor confió en ustedes que no van a hacer comentarios al respecto-. 
-No te preocupes nosotras vamos a guardar silencio pero es importante que averigüen sobre Quinto-. volvió a insistir Octavia y todas se lamentaban con los últimos acontecimientos de su amiga. La boda estaba cerca y las invitaciones habían sido enviadas. 
Quinto como cada día llegó a visitar a Rosalina, ella ya sabía sobre los anónimos y cuando ambos estaban juntos en la sala preguntó a su novio  de que se trataba todo eso. Él tomó una de las notas y leyó, la expresión de su rostro cambió, luego tomó  las manos de Rosalina y las beso: -¡cómo puedes creer en estas infamias!- exclamó -es gente que solo quiere hacerme daño porque estoy avanzando en mis negocios. Querida Rosalina no debes creer todo lo que dice la gente-.
Ahora, Quinto recién comprendía porque la actitud de Hortensia e Hipólito habían cambiado hacia él, ellos lo recibían serios y distantes cuando visitaba la casa.
El padre de Rosalina entró en la sala y pidió a su hija que los deje solos porque quería hablar con Quinto. La hija obedeció a su padre se puso de pie y salió.
Hipólito fue directo al grano y preguntó a Quinto sobre los anónimos y le alcanzó uno, éste leyó la nota como si recién se enterara -Señor Hipólito no se de que se trata todo esto y porque ustedes dan crédito a estos papeles que solo dicen falsedades-. Quinto estaba tranquilo, él en todo momento negó que ocultaba algo en su vida y que sus sentimientos hacía Rosalina eran sinceros. 
-¿Está usted casado Quinto?- preguntó de frente Hipólito preocupado por el futuro de su hija.
-No señor, cómo se le ocurre tamaña idea, esos anónimos son falsos, yo soy un hombre libre y mis sentimientos por Rosalina son verdaderos-.contestó con énfasis para negarlo todo.
Quinto conservó la calma, Hipólito estaba molesto con la situación, quería saber la verdad sobre los anónimos. Ambos hombres se quedaron en silencio, querían ver cuál sería la reacción del otro.

CONTINUARÁ     

                
        
        
     


 

domingo, 15 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

En casa de la familia Cantero no podía existir más tensión, Quinto López del Águila había pedido hablar con Hipólito, padre de Rosalina. Hortensia estaba nerviosa algo sucedía, los minutos pasaban y en la sala los dos hombres seguían conversando. 
Rosalina en su habitación dormía era muy temprano para preocuparse por algún problema. 
Mientras Quinto conversaba con Hipólito, éste lo escuchaba con atención, algo quería decirle estaba seguro de ello. Quinto se detuvo un instante y luego habló 
-Señor Hipólito desde hace siete meses visito su casa, ahora pido a usted el permiso para que me conceda la mano de su hija Rosalina. Yo tengo intenciones muy serias y deseo fijar de una vez la fecha para la boda-.
Hipólito se sentía feliz, por fin Quinto tomaba la decisión que todos esperaban, pedir la mano de su hija, era un sueño hecho realidad y el deseo de él y de su esposa Hortensia. 
En medio de la sala Hipólito se puso de pie y contestó: -Quinto sus palabras me hacen el padre más feliz al saber que mi hija va contraer matrimonio con una persona seria y amable, claro que le concedo la mano de mi hija  Rosalina, sea usted bienvenido a la familia. 
Hipólito llamó a su esposa que se presentó en la sala tan rápido que hacía pensar que todo el tiempo estuvo cerca de la puerta. 
-Hortensia, Quinto acaba de pedir la mano de nuestra hija y yo le he concedido el permiso, ahora quiere fijar la fecha de la boda, tú que opinas-. preguntó Hipólito.
Hortensia feliz y nerviosa a la vez no sabía que decir, solo comentó -creo que Rosalina debe estar presente en este momento y decidir ella la fecha de su boda. Estoy segura que se sentirá feliz con la noticia-.
-Por supuesto Doña Hortensia, yo personalmente he venido para hablar primero con el padre y mañana al medio día deseo hablar con Rosalina para hacer la pregunta formal-. contestó Quinto.
Los padres de Rosalina estuvieron de acuerdo, al día siguiente se haría la celebración de la ceremonia formal con un almuerzo. 
Quinto se despidió de Hipólito y Hortensia luego se retiró de la casa para regresar al día siguiente.
Cuando se quedaron los padres de Rosalina solos se abrazaron de felicidad, su querida hija se iba a casar con un caballero. 
-Debemos darle la noticia a Rosalina- comentó Hortensia 
-Ve a su habitación y habla con ella para que se prepare, es importante que  esté lista para la ceremonia formal de mañana-. Hortensia salió de la sala  para conversar con su hija y darle la buena nueva. 
Rosalina aun dormía cuando su madre entró a su habitación: -hija despierta, es importante que escuches lo que tengo que decir- repetía su madre y sacudía la colcha de la cama -Quinto ha pedido permiso a tu padre para realizar la ceremonia formal de la pedida de mano-.
Rosalina se sentó en la cama lentamente, quería despertar para escuchar a su madre:-Quinto va a pedir mi mano, ¿es verdad lo que estás diciendo?- contestó incrédula, ella no se imaginaba en tal situación.
-Él va a regresar mañana por eso tienes que estar preparada para la ceremonia, hija me parece increíble que mi deseo se cumpla- decía feliz Hortensia, Quinto era para ella el yerno perfecto.
La madre dejó a su hija en la habitación, Rosalina estaba medio dormida, era cierto el deseo de Quinto de casarse con ella. Pensó en voz alta que es lo que iba a decirle a su novio en el momento de la pedida de mano.
Al día siguiente había un gran alboroto en la casa de la familia, por tener todo listo y preparado para el almuerzo, Hortensia corría de un lado a otro organizando la reunión.  Hipólito también estaba nervioso y los hermanos menores de Rosalina se sorprendían con todo el alboroto que se armaba.  
Rosalina en su habitación se alistaba, ella había escogido un vestido de organza color rosa pálido, este la hacia lucir angelical y dulce, era uno de sus preferidos. Peinó su cabello y lo ató con un lazo del mismo color del vestido, ella sabía que a Quinto le gustaba su cabello ondulado y sedoso.        
Las doce del día, Quinto llegó puntual a la reunión, Hipólito lo recibió en la sala: -buenos días mi estimado- lo saludo cortés y le pidió que se siente.
Quinto tenía en sus manos dos ramos de flores, uno para Hortensia y otro para Rosalina. 
En unos segundos más entraron a la sala, madre e hija, recibieron el saludo de Quinto y los ramos de flores para cada una  como presentes, una de las empleadas se llevó los ramos  para ponerlos en los jarrones y adornar la mesa del comedor. 
Quinto, amable, cortés y educado alabó a Rosalina por lo hermosa que se veía con su vestido, luego ante los padres de la joven explicó el por qué no venía con algunos  miembros de su familia a la reunión.
-Como ustedes saben, mis padres han fallecido hace algunos años y mis hermanos viven lejos en mi pueblo, no es tan fácil para ellos viajar, están muy ocupados con los trabajos de nuestras tierras,  por eso no han podido venir pero aquí estoy yo  para declarar mi eterno amor a mi querida Rosalina y las intenciones más serias de mi proceder-. 
Hipólito y Hortensia disculparon a Quinto, ellos no tenían ninguna duda de que él era un caballero a carta cabal. 
Entonces se procedió a la ceremonia, Quinto muy amoroso y correcto, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña caja que contenía un hermoso anillo que sellaba el compromiso. Tomó la mano de su novia y le hizo la pregunta: -Mi querida Rosalina ¿quieres casarte conmigo?-.
La joven sonrosada por su timidez contestó con voz dulce y emoción  ¡si quiero casarme contigo Quinto!.
La felicidad y la dicha del compromiso fue celebrado con vino para brindar por los novios y de inmediato se fijó la fecha de la boda, el novio no quería esperar demasiado. La boda sería dentro de dos meses, ni un día más.
El almuerzo del compromiso transcurrió en un ambiente de celebración y alegría, los novios se dedicaban halagos el uno al otro. La felicidad por la boda no podía ser más sentida por los padres de Rosalina, ella era la luz de sus vidas y ahora los hacía más felices con está boda. Aunque Quinto era mayor que Rosalina por diez años, ellos estaba de acuerdo con todo.  
En la siguiente reunión de la Damas del Patronato, Hortensia les contaba a sus amigas todos los detalles del compromiso de su querida Rosalina, la fecha había sido fijada dentro de dos meses, el novio no quería esperar más. 
Las señoras la felicitaban y Petra comentó:-Hortensia entonces la boda es para después de Navidad los primeros días de enero-.
-Si mi querida amiga y a ti quiero encargarte las invitaciones para que las hagan en tu imprenta, no será una excesiva cantidad,  tal vez cien o ciento veinte invitados-. contestó Hortensia
-Bien amiga nosotros encantados de la vida de hacer ese trabajo y además hacemos el servicio de entrega para las invitaciones, tú solo danos las direcciones y de lo demás nos encargamos nosotros-. exclamó Petra, feliz por su amiga.
Las Damas aplaudían de emoción por la felicidad de Hortensia y la boda de la bella Rosalina.
Cuando terminó la reunión y todas se retiraron, Octavia se sentía feliz por Hortensia y la boda de su hija pero todavía no quería imaginar a Emiliana en preparativos de boda, ella tenía que terminar el colegio primero, vivir la experiencia de sus estudios y prepararse para la clausura y graduación, la fecha estaba cerca y las diplomas también. 
Emiliana estudiaba con ahínco para sus exámenes finales y nada debía perturbarla. Las profesoras de su colegio eran muy exigentes con las jóvenes que estaban en el último año de la escuela y ella quería salir con notas excelentes para  orgullo de sus padres.
Octavia con la ayuda de Felicitas y Ondina comenzaron a preparar el nacimiento, en la casa de la familia era una tradición poner el nacimiento los primeros días de diciembre. Cuantos recuerdos felices para Octavia cuando con su madre armaban el nacimiento en una esquina de la sala, las figuras de José y Maria eran talladas en madera y medían casi un metro de alto, el niño tenía el  tamaño natural a un recién nacido. Todo el misterio ocupaba la mitad de la sala con los pastores y animales que lo adornaban, el cerro venía desde lo alto del techo, en cada detalle había un especial cuidado esa era la costumbre y Octavia deseaba conservarla.
Aníbal siempre se asombraba cuando veía el nacimiento terminado, para el era un deleite admirar cada detalle del bello misterio y decía que nunca uno era igual al otro, cada año era siempre diferente. 
El día de la clausura para Emiliana había llegado, ella pasó semanas estudiando en su habitación sin distraerse. Rubí en casa de su madrina los domingos se acostumbraba cada vez más a la familia y esperaba feliz el fin de semana. 
En el salón de actos del colegio Corazón de María se celebraba para las jóvenes del último año la entrega de libretas y diplomas de graduación ¡que felicidad para Octavia y Anibal!, su hija tenía diploma de honor por sus notas de excelencia. Ambos padres abrazaron a su hija para felicitarla y expresarle palabras de orgullo. 
La ceremonia terminó con un pequeño agasajo para todas las señoritas del último año, por fin decía Emiliana se acabó el colegio y puede descansar unos días antes de ir al voluntariado. 
Ese mismo día en la noche Octavia asistía junto con Felicitas a la clausura de Ondina, ella también se sentía feliz de terminar la primaria con buenas notas. Ahora toda la familia de Octavia podía celebrar el fin de año felices.
Rubí esperaba impaciente que su madrina venga a recogerla, ella pasaría navidad y año nuevo en su casa, la niña no podía sentirse más feliz con ello. Ella aun cursaba la primaria y debía seguir estudiando pero por ahora había terminado su año escolar. 
Cuando Octavia llegó al convento para recoger a su ahijada, la madre  superiora la esperaba junto a Rubí para hacerle una recomendación  -no olvides Octavia Rubí al día siguiente del año nuevo debe regresar al internado es nuestra responsabilidad cuidarla y no puede estar mucho tiempo fuera del convento-. 
Y al momento de retirarse Octavia contestó: -no se preocupe madre superiora, Rubí estará aquí el día convenido-. y de la mano ella y la niña caminaban por la avenida directo a la casa, conversaban y reían con las ocurrencias y desde el cielo, Octavia estaba segura que Aurora las contemplaba. 


CONTINUARÁ                          
 

 

lunes, 9 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Octavia se sentía feliz de tener noticias de su prima Blanca, en ese momento estaba terminando de escribir su carta de respuesta  en el pequeño salón que era su refugio para encontrar paz y dedicarse a resolver sus asuntos privados. 
Mientras leía la carta de Blanca,  pudo notar que su prima extrañaba mucho a la familia y a la ciudad. podía sentir su nostalgia y tristeza. Hasta un punto era lógico que extrañe,  para su prima era  un mundo nuevo y una ciudad diferente pero Blanca no lograba adaptarse a pesar que tenia varios meses  viviendo con la familia en Vevey-Suiza.
Octavia en su carta  le sugería que era mejor regresar, si no lograba acostumbrarse: -Querida prima si deseas puedo mandarte el pasaje de regreso a Lima- contestaba Octavia.
En otras líneas de su carta le recomendaba: 
-Blanca, debes hablar con la familia para decirles que quieres regresar, ellos son personas comprensivas, estoy segura que van aceptar, piensa bien tu decisión-.
Terminó de escribir sobre ello y en otros párrafos de la carta  comentaba los últimos acontecimientos sucedidos en la ciudad y la triste partida de Aurora, además de explicarle cual era la situación actual de su hija Rubí. 
Al terminar de escribir se despedía de Blanca con la esperanza de que ella pueda contestar lo más pronto posible. 
Luego de guardar la carta en un sobre y escribir la dirección de Suiza, abrió el cajón de su escritorio y tomó el rosario que Aurora le había obsequiado. Era una hermosa pieza y cada una de las cuentas de cristal brillaba con una luz especial. Cuantos recuerdo y cuantos años de amistad con su amiga.
Un breve silencio pasó mirando el bello rosario que tenia en sus manos, en seguida lo devolvió al cajón donde lo guardaba en una caja de terciopelo. Se puso  de pie, salió del salón para ir  a su habitación, entró en ella y cerró la puerta con seguro. Se acercó a su ropero, este era un hermoso mueble de caoba, a los costados tenía tallados unos grandes rosetones con hojas y ramas ondulantes, en la puerta había un fino espejo biselado en sus bordes. En conjunto era un mueble grande, hermoso y pesado que pertenecía solo a Octavia, pues Aníbal al otro lado de la habitación tenía su ropero, así cada uno podía guardar su ropa en el orden y espacio deseado. Debemos decir además que Aníbal era un hombre muy ordenado y metódico, él tenia sus sacos, pantalones y camisas en especial orden y  nadie debía desordenarlo.
Octavia en su ropero también tenía un buen orden con sus faldas, blusas y vestidos, para los dos era mejor así que cada uno tuviera su propio mueble, de esta manera no había discusión por el espacio o lugar donde se colgaba cada prenda.
Frente a su ropero Octavia abrió la puerta, ninguna persona podía imaginar y menos sospechar que este mueble tenía un falso fondo. Con la mano hizo un espacio entre la ropa y de uno de los costados jaló una pequeña madera casi imperceptible, la tapa del fondo falso se levantó, en ese lugar secreto  ella guardaba documentos importantes sobre sus propiedades, sus joyas y el cofre con las joyas de Aurora. 
Octavia lo tomó entre sus manos lo sacó y luego se sentó en una banqueta que había a los pies de su cama, giró la perilla del cofre para abrir la tapa. En su interior se guardaban las valiosas joyas, este cofre comenzaba a ponerla nerviosa por tenerlo guardado en su casa, el lugar donde estaba era  seguro pero por su valioso contenido tal vez era mejor, llevarlo a un banco pensó un instante.
Del cofre sacó un deslumbrante collar de esmeraldas que hacía juego con aretes y pulsera, cuantas veces vio lucirlo en el cuello de Aurora, a ella le gustaba usar las joyas que Benicio su esposo le regalaba.
Benicio Santa Maria fue un hombre exitoso en los negocios, el sabía donde y como llevar a cabo sus importaciones de todo tipo de materiales para la construcción, además de importar finas maderas para la fabricación de muebles, en aquellos tiempos era más fácil traer madera de Centro América que traerla de la selva peruana. Con su habilidad en los negocios logró tener una sólida fortuna que comprendía dinero y propiedades  que dejó a su esposa. De pronto todos estos recuerdos fueron interrumpidos cuando Ondina tocó la puerta de la habitación para decirle que Cesáreo el jardinero requería su presencia en el huerto. Octavia contestó que enseguida iba al huerto. 
Guardó el collar en su lugar, vio la lista con el inventario de las joyas que habían firmado las dos amigas. 
Aurora había pensado en todo con respecto a su hija y eso a Octavia le daba un gran alivio. Cerró el cofre, lo volvió a guardar en el lugar escondido de su  ropero, cerró la tapa del fondo falso, acomodó la ropa en su sitio y salió de la habitación para ir con Cesáreo. Era mejor olvidarse de la existencia de las joyas de su amiga hasta que se las entregue a Rubí en unos años. 
Anibal a esa hora de la mañana se encontraba en la sala conversando con un amigo que había venido a saludarlo y hablar sobre temas del algodón. Octavia no deseaba preocuparlo con asuntos domésticos de los cuales ella se encargaba.
Entró al huerto y preguntó a Cesáreo ¿qué sucedía? y este contestó:         
-Señora Octavia buenos días, quería decirle que debemos podar la buganvilia porque va caer sobre la higuera y la va asfixiar, además es tiempo de cosecha, las chirimoyas ya están maduras y ni hablar de las guanábanas, los higos y el árbol del pacay está con sus frutos a punto-.
-Cesáreo haga lo que se deba hacer para mantener hermoso el huerto y Ondina ve a traer una canasta que vamos a tener  una gran cosecha-. contestó Octavia que ya se imaginaba saboreando las deliciosas frutas. 
Felicitas vino con Ondina, cada una con su canasta para ayudar en la cosecha de abundantes chirimoyas, higos dulces y los cartuchos del pacay ni que decir. 
Cuando llevaron todas las frutas a la cocina Octavia le decía a Felicitas: 
-debemos hacer el dulce de higo que tanto gusta a la familia. Hay tanta fruta debes separar en una canasta una cantidad de ellas  para que Cesáreo lleve a su casa-. Octavia salía de la cocina feliz con la abundante cosecha del huerto, al encontrarse con Aníbal  con entusiasmo le contaba lo sucedido con la fruta.
-Aníbal ¿qué sucede?,¿ porque esa cara de preocupación?- preguntó Octavia.
-Ven querida, vamos al salón para contarte lo que me acabo de enterarme por mi amigo que se fue hace un instante-. contestó Aníbal con voz grave a su esposa.
En el salón los esposos sentados, Aníbal comentaba: -recuerdas cuando fue el accidente de nuestro amigo Benicio donde perdió la vida, pues te puedo decir que no fue un accidente fue un atentado contra su vida, el amigo que estuvo en la sala, pertenecía al circulo más cercano de Benicio y me dijo que el sospechoso principal del hecho, era su más cercano competidor en los negocios, Santiago Paredes, el grave problema es que nunca se pudo probar si fue él o no el culpable y ahora que han pasado los años es más difícil aun probar algo-.
Octavia escuchaba a su esposo y no salía de su asombro, recién comprendía porque en esos años habían tantos rumores sobre el accidente de Benicio y lo paradójico fue que después de dos años de la muerte de éste, Santiago Paredes quebró de una forma tan terrible por hacer malas inversiones que no pudo seguir con sus negocios luego de un tiempo desapareció de la ciudad. Culpable o no nunca se sabría.
Aníbal y Octavia se quedaron conversando en el salón, todo aquello había vuelto a la luz a raíz de lo ocurrido con Aurora. Ambos lamentaban la tragedia que había envuelto a esa familia. De todo aquello nunca hablarían con Rubí, no tenía sentido atormentar a una niña con malos recuerdos.
Como lo prometió, Octavia se presentó en el convento para recoger a Rubí que la esperaba lista y feliz de saber que pasaría el día domingo con su madrina. Además estaba la promesa de volar la cometa que Manuelito había construido. Después de almorzar todos juntos fueron a la plaza de la reconciliación para volar la cometa, ya habían algunas personas en el lugar haciendo lo mismo, pronto el cielo se llenaría de color y de cometas de diferentes tamaños. Manuelito al lado de Aníbal hacían volar la cometa y una vez que estaba en lo alto del cielo le paso el mando a Rubí para que ella pueda manejarla, la niña le decía algo nerviosa -no te alejes Manuelito que yo no sé manejar bien el pabilo, tengo miedo que caiga la cometa-. Entonces el niño muy serio le daba las instrucciones de lo que debía hacer. Era la primera vez en su vida que ella volaba una cometa y la alegría en su rostro se podía ver. 
Toda la familia estaba feliz de ver sonreír a Rubí después de vivir tan trágicos eventos en sus cortos años.         
La semana siguiente estuvo llena de actividad para las Damas del Patronato se reunieron varios días para terminar de organizar la navidad de los niños del orfelinato, habían comprado juguetes pero el dinero quedado corto, entonces pedían a los amigos y familiares si podían donar juguetes en buen estado para los niños.
Emiliana donó otra de sus muñecas que estaba nueva y bien cuidada, Manuelito dio su camión de madera que con un poco de pintura quedo como nuevo, todos los juguetes se guardaron en casa de Ana Luisa hasta el día de la navidad. 
En una de las reuniones Hortensia seguía feliz con el compromiso de su hija Rosalina, así se los hacía saber a su familia y a las amigas -Creo que en unas semanas Quinto va a pedir la mano de mi querida Rosalina-. decía alegre Hortensia y no dejaba de alabar a su futuro yerno. -Él es tan atento con mi hija, siempre le trae flore y dulces, salen a pasear por el centro de la ciudad acompañados por alguien por supuesto-. 
Las damas la felicitaban al ver su alegría eran sinceras con ella y le decían -pronto habrá boda, que bueno por ti, por  Hipólito y Rosalina-.  Encontrar la felicidad para una hija no era fácil para los padres de la joven, ellos siempre la habían rodeado de todo, si Rosalina pedía algo enseguida se lo daban, era la luz de sus vidas.
Octavia y un grupo de Damas luego de esa reunión fueron a visitar al alcalde, querían desde ahora invitarlo para el desayuno de navidad, deseaban que esté presente para la entrega de los regalos. El alcalde las recibió, estuvo muy amable y lo más importante aceptó la invitación para el desayuno de los niños -voy apuntarlo en mi agenda ahora mismo para no olvidarlo-. contestó cordial.
Ana Luisa interrumpió la conversación y la demás la miraban con horror, ¿Qué iba a decir? para discutir con el alcalde como la vez pasada: -señor alcalde es verdad que la ciudad se prepara para construir la  primera línea del tranvía-. preguntó sonriente.
-Si, está en la agenda pero es un gran proyecto que requiere inversión. Si se concreta pasaremos hacer una ciudad moderna como muchas más en el mundo-. 
La Damas aplaudían que felicidad y decían  -alcalde ojalá se logre el proyecto- y antes que Ana Luisa diga algo más, se despedían de él para evitar que su amiga objete algo sobre la ciudad. 
El problema con Ana Luisa es que a veces no se medía, todo lo hacía con buena intención, esto era cierto pero se apasionaba y terminaba discutiendo, eso también era cierto. 
La ciudad por esos días estaba en paz no habían protestas ni disturbios y se esperaba que se mantuviera así todo el mes para celebrar  la navidad con la familia y en paz.
El año escolar también terminaba en unas pocas semanas y las diplomas para Emiliana y sus amigas estaban listas de todas ellas, era su último año escolar y el comienzo de su nueva vida. La clausura para las alumnas del quinto de media sería un evento especial con asistencia de sus padres.
Para Ondina también era la clausura y el final de sus estudios de primaria, ella había invitado a Octavia para que asista a su clausura que era en la noche con la asistencia también de su madre,  Felicitas 
-Por supuesto que voy asistir a la clausura de tu colegio Ondina- contestó Octavia feliz por la joven que terminaba un ciclo más de su instrucción.
La ceremonia de clausura de Emiliana era en la mañana así es que podía asistir a las dos ceremonias sin problemas y satisfecha de ver a dos jóvenes mujeres dar pasos adelante en su futuro.

CONTINUARÁ     
                  



 

domingo, 1 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Cerca del medio día, en el pequeño salon de su casa Aníbal conversaba con Octavia sobre los últimos acontecimientos y noticias en el pais.
Aníbal era un hombre que le gustaba estar bien informado, leía diferentes diarios y luego comentaba con su esposa o sus amigos sobre ello. 
Sus palabras con respecto al algodón no habían sido dichas a la ligera. 
El algodón peruano se había salvado de la extinción y ahora se tenía que volver a comenzar de cero y esto significo para los agricultores de algodón grandes pérdidas económicas.
Todos ellos tuvieron que quemar sus cultivos para acabar en el campo con la plaga maligna que casi los extermina.  
Para el pais también significó un grave problema económico, ya que el algodón después del azúcar significaba un importante ingreso en las arcas del estado. Por esos años se buscó dar a la minería un marco legal para poder ser explotada y convertirnos en un pais minero por excelencia. Sacar de las entrañas de las grandes montañas el mineral significaba un despegue económico para todos pero esto era una gran inversión y se necesitaba el capital extranjero.
El boom del caucho continuaba en la selva amazónica, de la ciudad de Iquitos salían toneladas de este material que se convertía en útil materia prima. Todos hablaban del nuevo Dorado al referirse a la selva.  
Aníbal comentaba después de leer las noticias: -Octavia la actividad minera va a generar trabajo para mucha gente y la economía se va estabilizar. Nuestro algodón en el futuro también va a continuar generando  ingresos para el estado, pero ahora tenemos que recuperarnos y sembrar las nuevas plantas de este maravilloso algodón-.
Ondina interrumpió la conversación cuando entró al salón despacio y anuncio: -señora Octavia un señor Héctor la está buscando-.
Octavia se sorprendió, sabía quien era Héctor, pero ¿qué podía querer hablar con ella? 
-Ondina hazlo pasar a la sala, enseguida voy- contestó. 
Se disculpó con Aníbal y fue a recibir al visitante, Octavia lo había conocido en casa de Aurora, era el hermano menor de todos sus hermanos. Ella había conversado con él una o dos veces, pero lo recordaba bien y al menos en esos encuentros fue muy educado. Ahora no sabía que podía querer Héctor al visitar su casa. 
Se presentó en la sala y Héctor se puso de pie, saludo a Octavia con mucha ceremonia y galantería: 
-Octavia que gusto verla de nuevo, debo decir que usted está cada día más bella-. Octavia sonrió y agradeció el halago y le señaló el sillón para que tome asiento.
-Bien Héctor, usted dirá que es lo que desea-. contestó Octavia esperando su reacción.
-Octavia perdone que sea tan directo, pero yo deseo preguntar que sabe sobre el cofre de joyas de mi hermana, según mi prima Renata ese cofre esta perdido o guardado en algún lugar que la familia ignora, esto nos preocupa porque tiene un gran valor. Además deseo preguntar a usted porque es apoderada de mi sobrina y ella esta interna en un colegio teniendo a su familia-.
Aníbal en ese instante se presentó en la sala, saludo y tomó asiento, había escuchado la conversación y no quería que su esposa tuviera un altercado con esta persona.
Octavia después de presentar a su esposo contestó: -Héctor todas esas preguntas debe hacerlas al Doctor Panduro abogado de su hermana. Soy apoderada de Rubí además de su madrina porque Aurora así lo deseaba. Del cofre no se nada, por favor visite al abogado que él puede responder todas sus preguntas. Yo no tengo más que decir-.
Héctor sonrió no quería sostener una discusión con Octavia y menos delante de su esposo, tal vez pensó que él no estaba en casa: 
-Bien Octavia usted tiene razón el Doctor Panduro puede contestar  mis preguntas, yo quise conversar con usted además de saludarla-. se puso de pie y se despidió con igual ceremonia.
A Octavia le parecía tan fuera de lugar la visita de Héctor,  ella mintió con respecto al cofre, pero era un acuerdo con Aurora y el Doctor Panduro sabía muy bien sobre este acuerdo, era mejor para todos saber que el cofre estaba guardado en el banco y no se debía hablar más
-Octavia esta familia no puede quedarse en paz con lo que ha recibido por  herencia. Aurora fue generosa con ellos  que no debían recibir nada, porque ella tiene una heredera directa que es su hija. Esta cantaleta del cofre, no tiene cuando terminar, que puedes saber tú sobre ese tema-. comentó Aníbal muy  molesto.
-Calma querido voy hablar con el Doctor Panduro, él me advirtió sobre esto y me dijo que cualquier problema se lo comunique. Lo único que sé del cofre, que es muy valioso,  guarda todas las joyas de Aurora y te digo la verdad Aníbal son joyas valiosas y finas, de oro y piedras preciosas, para nada son de fantasía ni baratijas, cualquiera de su familia quisiera tener esas joyas en su poder. Ese cofre solo le corresponde a Rubí-. terminó de comentar Octavia. 
Todos sabían que Benicio su esposo le regalaba joyas Aurora por su cumpleaños, aniversarios de boda o le traía de sus viajes, él era muy bueno y generoso con ella. 
Octavia ese mismo día en la tarde visitó al Doctor Panduro y le contó sobre la visita de Héctor, el abogado le contestó que no se preocupe que él pondría fin a estas situaciones molestas si no querían ser desheredados.
Domingo 10 de la mañana según lo prometido Octavia y Emiliana se presentaban en el convento de las religiosas para recoger a Rubí, mientras Aníbal en la casa ayudaba a Manuelito a construir su cometa que según él, tenía que ser un barril aerodinámico para que vuele muy alto. 
Octavia saludo a la madre superiora que mandó a llamar a Rubí. La niña se presentó con un bonito vestido de domingo, un lazo ataba su cabello y sus zapatos blancos de hebilla completaban su atuendo.
-Octavia- dijo la madre superiora -no te olvides Rubí debe estar de regreso antes de la hora del Ángelus-. 
-Si madre, no se preocupe, así lo haré-. contestó Octavia, tomó a Rubí de la mano y con Emiliana salían del convento rumbo a su casa- 
-Ya en la calle Octavia decía a Rubí.
-Es muy bonito tu vestido-.
-Si madrina mi mamá me lo mando hacer, ella siempre me decía que era para ponérmelo en domingo. Extraño mucho a mi mamá-.
Octavia notó la tristeza de Rubí, se detuvo para abrazarla y decirle que su mamá siempre estaría con ella en su corazón, su madre no se había ido. La pequeña más calmada le comentaba todo lo que había hecho en el colegio en esos días.
Cuando llegaron a la casa, Rubí se alegró al ver casi terminado el barril de Manuelito era una cometa que volaría muy alto. Si en la tarde esta bien seca la cola, podían salir todos a la plazuela de la reconciliación para hacer vuelos de prueba.
En la familia todos trataban con cariño y atención a Rubí, querían que se sienta como en su casa, para Emiliana era su hermanita menor y Manuelito también era cuidadoso en su trato con ella.
Más tarde después del almuerzo vieron que la cometa no tenía seco el pegamento, era mejor dejar el vuelo para el próximo domingo, todos querían que Rubí este presente para verla volar. 
Aníbal y Octavia decidieron entonces llevar a su familia al nuevo local de moda en el centro de Lima, donde vendían los más deliciosos helados y pastelillos de la ciudad. Una copa de helado para cada uno sería exquisito probar. 
Listos y bien vestidos con sus ropas de domingo salieron camino a la nueva fuente de soda que todos comentaban. Ondina y Felicitas ya habían salido más temprano a su descanso de domingo para visitar a Eriberto y su pierna enyesada que se recuperaba más rápido de lo imaginado.
Fue un domingo divertido alegre y en familia todos estaban felices y de acuerdo, los helados del nuevo local  eran los más deliciosos que los antes probados. 
El reloj no se detenía y el tiempo tampoco, Rubí debía regresar al internado. Aníbal y Octavia la llevaron de regreso, como siempre, diez minutos antes de la hora del Ángelus. Una hermana salió a recibirlos, los saludo y luego puso sobre el cabello de Rubí un velo pequeño, el porque de esto, era la hora de rezar el rosario.
Octavia y Aníbal abrazaron a Rubí y se despidieron de ella con la promesa de recogerla el próximo domingo.
Lunes en la mañana, Emiliana y Manuelito se iban al colegio, ya faltaban solo unas semanas para finalizar las clases. Aníbal también saldría para ir al banco y ver algunos asuntos de dinero. 
Esa mañana, las Damas del patronato se reunirían en casa de  Octavia para organizar la navidad de los niños del orfelinato. Ellas estaban de acuerdo en visitar al alcalde para invitarlo al desayuno de navidad, él las había apoyado en su trabajo y querían que este presente en la entrega de los regalos para los niños.
Las Damas reunidas en casa de Octavia acordaban los detalles del evento y  recordaron a su querida amiga Aurora, rezaron por ella y luego continuaron, conversando sobre las actividades de la navidad y las vacaciones que tomarían luego para descansar del trabajo.
Hortensia que era una de las Damas, estaba feliz y habló para sus amigas sobre el compromiso de su hija Rosalina, todas la felicitaron y se alegraron por ella. Rosalina era la hija mayor de tres hermanos, había sido protegida y educada con esmero por sus padres. Estudió en el mejor colegio para señoritas, el mismo donde estudiaba Emiliana y era dos años mayor que la hija de Octavia.
Hortensia contaba que el pretendiente de su hija era todo un caballero y trataba a Rosalina con delicadeza y amor, no podía ser el novio más perfecto: -Hipólito y yo estamos felices aunque al comienzo desconfiábamos de él porque no lo conocíamos pero ahora es diferente. Tiene varios meses de visitar nuestra casa y lo conocemos mejor-.
El pretendiente de Rosalina se llamaba Quinto López del Águila, pertenecía a una familia de gamonales que eran dueños de extensos terrenos de cultivo muy cerca a la cordillera Blanca. Mostraba solvencia económica y vivía en una buena casa al otro lado de la ciudad. Los padres de Rosalina como es lógico no querían entregar a su hija a cualquiera que no tuviera un trabajo y solvencia. La joven era muy linda y graciosa siempre había estado cerca de sus padres y al parecer no le disgustaba la compañía de Quinto. No existía más dicha para sus padres que la felicidad de la bella Rosalina.                
Al quedar de acuerdo en todos los detalles sobre el evento de la navidad  de los niños y la invitación al alcalde, felicitaron después  a su amiga Hortensia por la buen noticia sobre su hija Rosalina, ella como madre no podía ser más feliz.
Petra antes de retirarse de la casa de Octavia le entregó la revista femenina que publicaban ella y esposo. 
-Octavia aquí te traigo la revista, La Familia-. 
Octavia siempre agradecía a su amiga por traer su revista  y la veía muy feliz porque la publicación tenia éxito entre el público y además había aumentado su tiraje. 
Las dos amigas se despidieron y Petra se fue para seguir entregando su revista a los demás suscriptores de la misma.   
Después de terminar un día más de clases Emiliana quería conversar con su madre, la llevó al pequeño salón, lugar preferido por la familia para conversar.
Madre e hija se sentaron muy cerca para hablar, Octavia vio la expresión seria en el rostro de Emiliana, se preocupó. 
-Dime hija de que deseas hablar-. 
-Mamá está muy cerca el fin de las clases en mi colegio, en unas semanas más será la clausura y el final de mi vida escolar. Quiero por un tiempo dedicarme hacer voluntaria en el hospital de la hermanas Cartujas, deseo saber si es mi vocación ser enfermera. 
Octavia se quedó unos segundos en silencio, nunca hubiera sospechado esta petición de Emiliana.
-¿Estás segura hija?, atender a los pacientes heridos es un trabajo de mucho cuidado y responsabilidad  ¿quieres que hable con mi amiga Eda para que ella te oriente?
-No mamá, quiero presentarme como una voluntaria más y luego hablar con ella para que me diga que  debo hacer.
Octavia se dio cuenta que su hija había crecido y ya no era la niñita que ella llevaba a pasear. Emiliana se estaba convirtiendo en una joven responsable con ganas de ayudar a los demás. 


CONTINUARÁ