domingo, 1 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Cerca del medio día, en el pequeño salon de su casa Aníbal conversaba con Octavia sobre los últimos acontecimientos y noticias en el pais.
Aníbal era un hombre que le gustaba estar bien informado, leía diferentes diarios y luego comentaba con su esposa o sus amigos sobre ello. 
Sus palabras con respecto al algodón no habían sido dichas a la ligera. 
El algodón peruano se había salvado de la extinción y ahora se tenía que volver a comenzar de cero y esto significo para los agricultores de algodón grandes pérdidas económicas.
Todos ellos tuvieron que quemar sus cultivos para acabar en el campo con la plaga maligna que casi los extermina.  
Para el pais también significó un grave problema económico, ya que el algodón después del azúcar significaba un importante ingreso en las arcas del estado. Por esos años se buscó dar a la minería un marco legal para poder ser explotada y convertirnos en un pais minero por excelencia. Sacar de las entrañas de las grandes montañas el mineral significaba un despegue económico para todos pero esto era una gran inversión y se necesitaba el capital extranjero.
El boom del caucho continuaba en la selva amazónica, de la ciudad de Iquitos salían toneladas de este material que se convertía en útil materia prima. Todos hablaban del nuevo Dorado al referirse a la selva.  
Aníbal comentaba después de leer las noticias: -Octavia la actividad minera va a generar trabajo para mucha gente y la economía se va estabilizar. Nuestro algodón en el futuro también va a continuar generando  ingresos para el estado, pero ahora tenemos que recuperarnos y sembrar las nuevas plantas de este maravilloso algodón-.
Ondina interrumpió la conversación cuando entró al salón despacio y anuncio: -señora Octavia un señor Héctor la está buscando-.
Octavia se sorprendió, sabía quien era Héctor, pero ¿qué podía querer hablar con ella? 
-Ondina hazlo pasar a la sala, enseguida voy- contestó. 
Se disculpó con Aníbal y fue a recibir al visitante, Octavia lo había conocido en casa de Aurora, era el hermano menor de todos sus hermanos. Ella había conversado con él una o dos veces, pero lo recordaba bien y al menos en esos encuentros fue muy educado. Ahora no sabía que podía querer Héctor al visitar su casa. 
Se presentó en la sala y Héctor se puso de pie, saludo a Octavia con mucha ceremonia y galantería: 
-Octavia que gusto verla de nuevo, debo decir que usted está cada día más bella-. Octavia sonrió y agradeció el halago y le señaló el sillón para que tome asiento.
-Bien Héctor, usted dirá que es lo que desea-. contestó Octavia esperando su reacción.
-Octavia perdone que sea tan directo, pero yo deseo preguntar que sabe sobre el cofre de joyas de mi hermana, según mi prima Renata ese cofre esta perdido o guardado en algún lugar que la familia ignora, esto nos preocupa porque tiene un gran valor. Además deseo preguntar a usted porque es apoderada de mi sobrina y ella esta interna en un colegio teniendo a su familia-.
Aníbal en ese instante se presentó en la sala, saludo y tomó asiento, había escuchado la conversación y no quería que su esposa tuviera un altercado con esta persona.
Octavia después de presentar a su esposo contestó: -Héctor todas esas preguntas debe hacerlas al Doctor Panduro abogado de su hermana. Soy apoderada de Rubí además de su madrina porque Aurora así lo deseaba. Del cofre no se nada, por favor visite al abogado que él puede responder todas sus preguntas. Yo no tengo más que decir-.
Héctor sonrió no quería sostener una discusión con Octavia y menos delante de su esposo, tal vez pensó que él no estaba en casa: 
-Bien Octavia usted tiene razón el Doctor Panduro puede contestar  mis preguntas, yo quise conversar con usted además de saludarla-. se puso de pie y se despidió con igual ceremonia.
A Octavia le parecía tan fuera de lugar la visita de Héctor,  ella mintió con respecto al cofre, pero era un acuerdo con Aurora y el Doctor Panduro sabía muy bien sobre este acuerdo, era mejor para todos saber que el cofre estaba guardado en el banco y no se debía hablar más
-Octavia esta familia no puede quedarse en paz con lo que ha recibido por  herencia. Aurora fue generosa con ellos  que no debían recibir nada, porque ella tiene una heredera directa que es su hija. Esta cantaleta del cofre, no tiene cuando terminar, que puedes saber tú sobre ese tema-. comentó Aníbal muy  molesto.
-Calma querido voy hablar con el Doctor Panduro, él me advirtió sobre esto y me dijo que cualquier problema se lo comunique. Lo único que sé del cofre, que es muy valioso,  guarda todas las joyas de Aurora y te digo la verdad Aníbal son joyas valiosas y finas, de oro y piedras preciosas, para nada son de fantasía ni baratijas, cualquiera de su familia quisiera tener esas joyas en su poder. Ese cofre solo le corresponde a Rubí-. terminó de comentar Octavia. 
Todos sabían que Benicio su esposo le regalaba joyas Aurora por su cumpleaños, aniversarios de boda o le traía de sus viajes, él era muy bueno y generoso con ella. 
Octavia ese mismo día en la tarde visitó al Doctor Panduro y le contó sobre la visita de Héctor, el abogado le contestó que no se preocupe que él pondría fin a estas situaciones molestas si no querían ser desheredados.
Domingo 10 de la mañana según lo prometido Octavia y Emiliana se presentaban en el convento de las religiosas para recoger a Rubí, mientras Aníbal en la casa ayudaba a Manuelito a construir su cometa que según él, tenía que ser un barril aerodinámico para que vuele muy alto. 
Octavia saludo a la madre superiora que mandó a llamar a Rubí. La niña se presentó con un bonito vestido de domingo, un lazo ataba su cabello y sus zapatos blancos de hebilla completaban su atuendo.
-Octavia- dijo la madre superiora -no te olvides Rubí debe estar de regreso antes de la hora del Ángelus-. 
-Si madre, no se preocupe, así lo haré-. contestó Octavia, tomó a Rubí de la mano y con Emiliana salían del convento rumbo a su casa- 
-Ya en la calle Octavia decía a Rubí.
-Es muy bonito tu vestido-.
-Si madrina mi mamá me lo mando hacer, ella siempre me decía que era para ponérmelo en domingo. Extraño mucho a mi mamá-.
Octavia notó la tristeza de Rubí, se detuvo para abrazarla y decirle que su mamá siempre estaría con ella en su corazón, su madre no se había ido. La pequeña más calmada le comentaba todo lo que había hecho en el colegio en esos días.
Cuando llegaron a la casa, Rubí se alegró al ver casi terminado el barril de Manuelito era una cometa que volaría muy alto. Si en la tarde esta bien seca la cola, podían salir todos a la plazuela de la reconciliación para hacer vuelos de prueba.
En la familia todos trataban con cariño y atención a Rubí, querían que se sienta como en su casa, para Emiliana era su hermanita menor y Manuelito también era cuidadoso en su trato con ella.
Más tarde después del almuerzo vieron que la cometa no tenía seco el pegamento, era mejor dejar el vuelo para el próximo domingo, todos querían que Rubí este presente para verla volar. 
Aníbal y Octavia decidieron entonces llevar a su familia al nuevo local de moda en el centro de Lima, donde vendían los más deliciosos helados y pastelillos de la ciudad. Una copa de helado para cada uno sería exquisito probar. 
Listos y bien vestidos con sus ropas de domingo salieron camino a la nueva fuente de soda que todos comentaban. Ondina y Felicitas ya habían salido más temprano a su descanso de domingo para visitar a Eriberto y su pierna enyesada que se recuperaba más rápido de lo imaginado.
Fue un domingo divertido alegre y en familia todos estaban felices y de acuerdo, los helados del nuevo local  eran los más deliciosos que los antes probados. 
El reloj no se detenía y el tiempo tampoco, Rubí debía regresar al internado. Aníbal y Octavia la llevaron de regreso, como siempre, diez minutos antes de la hora del Ángelus. Una hermana salió a recibirlos, los saludo y luego puso sobre el cabello de Rubí un velo pequeño, el porque de esto, era la hora de rezar el rosario.
Octavia y Aníbal abrazaron a Rubí y se despidieron de ella con la promesa de recogerla el próximo domingo.
Lunes en la mañana, Emiliana y Manuelito se iban al colegio, ya faltaban solo unas semanas para finalizar las clases. Aníbal también saldría para ir al banco y ver algunos asuntos de dinero. 
Esa mañana, las Damas del patronato se reunirían en casa de  Octavia para organizar la navidad de los niños del orfelinato. Ellas estaban de acuerdo en visitar al alcalde para invitarlo al desayuno de navidad, él las había apoyado en su trabajo y querían que este presente en la entrega de los regalos para los niños.
Las Damas reunidas en casa de Octavia acordaban los detalles del evento y  recordaron a su querida amiga Aurora, rezaron por ella y luego continuaron, conversando sobre las actividades de la navidad y las vacaciones que tomarían luego para descansar del trabajo.
Hortensia que era una de las Damas, estaba feliz y habló para sus amigas sobre el compromiso de su hija Rosalina, todas la felicitaron y se alegraron por ella. Rosalina era la hija mayor de tres hermanos, había sido protegida y educada con esmero por sus padres. Estudió en el mejor colegio para señoritas, el mismo donde estudiaba Emiliana y era dos años mayor que la hija de Octavia.
Hortensia contaba que el pretendiente de su hija era todo un caballero y trataba a Rosalina con delicadeza y amor, no podía ser el novio más perfecto: -Hipólito y yo estamos felices aunque al comienzo desconfiábamos de él porque no lo conocíamos pero ahora es diferente. Tiene varios meses de visitar nuestra casa y lo conocemos mejor-.
El pretendiente de Rosalina se llamaba Quinto López del Águila, pertenecía a una familia de gamonales que eran dueños de extensos terrenos de cultivo muy cerca a la cordillera Blanca. Mostraba solvencia económica y vivía en una buena casa al otro lado de la ciudad. Los padres de Rosalina como es lógico no querían entregar a su hija a cualquiera que no tuviera un trabajo y solvencia. La joven era muy linda y graciosa siempre había estado cerca de sus padres y al parecer no le disgustaba la compañía de Quinto. No existía más dicha para sus padres que la felicidad de la bella Rosalina.                
Al quedar de acuerdo en todos los detalles sobre el evento de la navidad  de los niños y la invitación al alcalde, felicitaron después  a su amiga Hortensia por la buen noticia sobre su hija Rosalina, ella como madre no podía ser más feliz.
Petra antes de retirarse de la casa de Octavia le entregó la revista femenina que publicaban ella y esposo. 
-Octavia aquí te traigo la revista, La Familia-. 
Octavia siempre agradecía a su amiga por traer su revista  y la veía muy feliz porque la publicación tenia éxito entre el público y además había aumentado su tiraje. 
Las dos amigas se despidieron y Petra se fue para seguir entregando su revista a los demás suscriptores de la misma.   
Después de terminar un día más de clases Emiliana quería conversar con su madre, la llevó al pequeño salón, lugar preferido por la familia para conversar.
Madre e hija se sentaron muy cerca para hablar, Octavia vio la expresión seria en el rostro de Emiliana, se preocupó. 
-Dime hija de que deseas hablar-. 
-Mamá está muy cerca el fin de las clases en mi colegio, en unas semanas más será la clausura y el final de mi vida escolar. Quiero por un tiempo dedicarme hacer voluntaria en el hospital de la hermanas Cartujas, deseo saber si es mi vocación ser enfermera. 
Octavia se quedó unos segundos en silencio, nunca hubiera sospechado esta petición de Emiliana.
-¿Estás segura hija?, atender a los pacientes heridos es un trabajo de mucho cuidado y responsabilidad  ¿quieres que hable con mi amiga Eda para que ella te oriente?
-No mamá, quiero presentarme como una voluntaria más y luego hablar con ella para que me diga que  debo hacer.
Octavia se dio cuenta que su hija había crecido y ya no era la niñita que ella llevaba a pasear. Emiliana se estaba convirtiendo en una joven responsable con ganas de ayudar a los demás. 


CONTINUARÁ
      
         
        
   
   
            


 

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