Octavia se sentía feliz de tener noticias de su prima Blanca, en ese momento estaba terminando de escribir su carta de respuesta en el pequeño salón que era su refugio para encontrar paz y dedicarse a resolver sus asuntos privados.
Mientras leía la carta de Blanca, pudo notar que su prima extrañaba mucho a la familia y a la ciudad. podía sentir su nostalgia y tristeza. Hasta un punto era lógico que extrañe, para su prima era un mundo nuevo y una ciudad diferente pero Blanca no lograba adaptarse a pesar que tenia varios meses viviendo con la familia en Vevey-Suiza.
Octavia en su carta le sugería que era mejor regresar, si no lograba acostumbrarse: -Querida prima si deseas puedo mandarte el pasaje de regreso a Lima- contestaba Octavia.
En otras líneas de su carta le recomendaba:
-Blanca, debes hablar con la familia para decirles que quieres regresar, ellos son personas comprensivas, estoy segura que van aceptar, piensa bien tu decisión-.
Terminó de escribir sobre ello y en otros párrafos de la carta comentaba los últimos acontecimientos sucedidos en la ciudad y la triste partida de Aurora, además de explicarle cual era la situación actual de su hija Rubí.
Al terminar de escribir se despedía de Blanca con la esperanza de que ella pueda contestar lo más pronto posible.
Luego de guardar la carta en un sobre y escribir la dirección de Suiza, abrió el cajón de su escritorio y tomó el rosario que Aurora le había obsequiado. Era una hermosa pieza y cada una de las cuentas de cristal brillaba con una luz especial. Cuantos recuerdo y cuantos años de amistad con su amiga.
Un breve silencio pasó mirando el bello rosario que tenia en sus manos, en seguida lo devolvió al cajón donde lo guardaba en una caja de terciopelo. Se puso de pie, salió del salón para ir a su habitación, entró en ella y cerró la puerta con seguro. Se acercó a su ropero, este era un hermoso mueble de caoba, a los costados tenía tallados unos grandes rosetones con hojas y ramas ondulantes, en la puerta había un fino espejo biselado en sus bordes. En conjunto era un mueble grande, hermoso y pesado que pertenecía solo a Octavia, pues Aníbal al otro lado de la habitación tenía su ropero, así cada uno podía guardar su ropa en el orden y espacio deseado. Debemos decir además que Aníbal era un hombre muy ordenado y metódico, él tenia sus sacos, pantalones y camisas en especial orden y nadie debía desordenarlo.
Octavia en su ropero también tenía un buen orden con sus faldas, blusas y vestidos, para los dos era mejor así que cada uno tuviera su propio mueble, de esta manera no había discusión por el espacio o lugar donde se colgaba cada prenda.
Frente a su ropero Octavia abrió la puerta, ninguna persona podía imaginar y menos sospechar que este mueble tenía un falso fondo. Con la mano hizo un espacio entre la ropa y de uno de los costados jaló una pequeña madera casi imperceptible, la tapa del fondo falso se levantó, en ese lugar secreto ella guardaba documentos importantes sobre sus propiedades, sus joyas y el cofre con las joyas de Aurora.
Octavia lo tomó entre sus manos lo sacó y luego se sentó en una banqueta que había a los pies de su cama, giró la perilla del cofre para abrir la tapa. En su interior se guardaban las valiosas joyas, este cofre comenzaba a ponerla nerviosa por tenerlo guardado en su casa, el lugar donde estaba era seguro pero por su valioso contenido tal vez era mejor, llevarlo a un banco pensó un instante.
Del cofre sacó un deslumbrante collar de esmeraldas que hacía juego con aretes y pulsera, cuantas veces vio lucirlo en el cuello de Aurora, a ella le gustaba usar las joyas que Benicio su esposo le regalaba.
Benicio Santa Maria fue un hombre exitoso en los negocios, el sabía donde y como llevar a cabo sus importaciones de todo tipo de materiales para la construcción, además de importar finas maderas para la fabricación de muebles, en aquellos tiempos era más fácil traer madera de Centro América que traerla de la selva peruana. Con su habilidad en los negocios logró tener una sólida fortuna que comprendía dinero y propiedades que dejó a su esposa. De pronto todos estos recuerdos fueron interrumpidos cuando Ondina tocó la puerta de la habitación para decirle que Cesáreo el jardinero requería su presencia en el huerto. Octavia contestó que enseguida iba al huerto.
Guardó el collar en su lugar, vio la lista con el inventario de las joyas que habían firmado las dos amigas.
Aurora había pensado en todo con respecto a su hija y eso a Octavia le daba un gran alivio. Cerró el cofre, lo volvió a guardar en el lugar escondido de su ropero, cerró la tapa del fondo falso, acomodó la ropa en su sitio y salió de la habitación para ir con Cesáreo. Era mejor olvidarse de la existencia de las joyas de su amiga hasta que se las entregue a Rubí en unos años.
Anibal a esa hora de la mañana se encontraba en la sala conversando con un amigo que había venido a saludarlo y hablar sobre temas del algodón. Octavia no deseaba preocuparlo con asuntos domésticos de los cuales ella se encargaba.
Entró al huerto y preguntó a Cesáreo ¿qué sucedía? y este contestó:
-Señora Octavia buenos días, quería decirle que debemos podar la buganvilia porque va caer sobre la higuera y la va asfixiar, además es tiempo de cosecha, las chirimoyas ya están maduras y ni hablar de las guanábanas, los higos y el árbol del pacay está con sus frutos a punto-.
-Cesáreo haga lo que se deba hacer para mantener hermoso el huerto y Ondina ve a traer una canasta que vamos a tener una gran cosecha-. contestó Octavia que ya se imaginaba saboreando las deliciosas frutas.
Felicitas vino con Ondina, cada una con su canasta para ayudar en la cosecha de abundantes chirimoyas, higos dulces y los cartuchos del pacay ni que decir.
Cuando llevaron todas las frutas a la cocina Octavia le decía a Felicitas:
-debemos hacer el dulce de higo que tanto gusta a la familia. Hay tanta fruta debes separar en una canasta una cantidad de ellas para que Cesáreo lleve a su casa-. Octavia salía de la cocina feliz con la abundante cosecha del huerto, al encontrarse con Aníbal con entusiasmo le contaba lo sucedido con la fruta.
-Aníbal ¿qué sucede?,¿ porque esa cara de preocupación?- preguntó Octavia.
-Ven querida, vamos al salón para contarte lo que me acabo de enterarme por mi amigo que se fue hace un instante-. contestó Aníbal con voz grave a su esposa.
En el salón los esposos sentados, Aníbal comentaba: -recuerdas cuando fue el accidente de nuestro amigo Benicio donde perdió la vida, pues te puedo decir que no fue un accidente fue un atentado contra su vida, el amigo que estuvo en la sala, pertenecía al circulo más cercano de Benicio y me dijo que el sospechoso principal del hecho, era su más cercano competidor en los negocios, Santiago Paredes, el grave problema es que nunca se pudo probar si fue él o no el culpable y ahora que han pasado los años es más difícil aun probar algo-.
Octavia escuchaba a su esposo y no salía de su asombro, recién comprendía porque en esos años habían tantos rumores sobre el accidente de Benicio y lo paradójico fue que después de dos años de la muerte de éste, Santiago Paredes quebró de una forma tan terrible por hacer malas inversiones que no pudo seguir con sus negocios luego de un tiempo desapareció de la ciudad. Culpable o no nunca se sabría.
Aníbal y Octavia se quedaron conversando en el salón, todo aquello había vuelto a la luz a raíz de lo ocurrido con Aurora. Ambos lamentaban la tragedia que había envuelto a esa familia. De todo aquello nunca hablarían con Rubí, no tenía sentido atormentar a una niña con malos recuerdos.
Como lo prometió, Octavia se presentó en el convento para recoger a Rubí que la esperaba lista y feliz de saber que pasaría el día domingo con su madrina. Además estaba la promesa de volar la cometa que Manuelito había construido. Después de almorzar todos juntos fueron a la plaza de la reconciliación para volar la cometa, ya habían algunas personas en el lugar haciendo lo mismo, pronto el cielo se llenaría de color y de cometas de diferentes tamaños. Manuelito al lado de Aníbal hacían volar la cometa y una vez que estaba en lo alto del cielo le paso el mando a Rubí para que ella pueda manejarla, la niña le decía algo nerviosa -no te alejes Manuelito que yo no sé manejar bien el pabilo, tengo miedo que caiga la cometa-. Entonces el niño muy serio le daba las instrucciones de lo que debía hacer. Era la primera vez en su vida que ella volaba una cometa y la alegría en su rostro se podía ver.
Toda la familia estaba feliz de ver sonreír a Rubí después de vivir tan trágicos eventos en sus cortos años.
La semana siguiente estuvo llena de actividad para las Damas del Patronato se reunieron varios días para terminar de organizar la navidad de los niños del orfelinato, habían comprado juguetes pero el dinero quedado corto, entonces pedían a los amigos y familiares si podían donar juguetes en buen estado para los niños.
Emiliana donó otra de sus muñecas que estaba nueva y bien cuidada, Manuelito dio su camión de madera que con un poco de pintura quedo como nuevo, todos los juguetes se guardaron en casa de Ana Luisa hasta el día de la navidad.
En una de las reuniones Hortensia seguía feliz con el compromiso de su hija Rosalina, así se los hacía saber a su familia y a las amigas -Creo que en unas semanas Quinto va a pedir la mano de mi querida Rosalina-. decía alegre Hortensia y no dejaba de alabar a su futuro yerno. -Él es tan atento con mi hija, siempre le trae flore y dulces, salen a pasear por el centro de la ciudad acompañados por alguien por supuesto-.
Las damas la felicitaban al ver su alegría eran sinceras con ella y le decían -pronto habrá boda, que bueno por ti, por Hipólito y Rosalina-. Encontrar la felicidad para una hija no era fácil para los padres de la joven, ellos siempre la habían rodeado de todo, si Rosalina pedía algo enseguida se lo daban, era la luz de sus vidas.
Octavia y un grupo de Damas luego de esa reunión fueron a visitar al alcalde, querían desde ahora invitarlo para el desayuno de navidad, deseaban que esté presente para la entrega de los regalos. El alcalde las recibió, estuvo muy amable y lo más importante aceptó la invitación para el desayuno de los niños -voy apuntarlo en mi agenda ahora mismo para no olvidarlo-. contestó cordial.
Ana Luisa interrumpió la conversación y la demás la miraban con horror, ¿Qué iba a decir? para discutir con el alcalde como la vez pasada: -señor alcalde es verdad que la ciudad se prepara para construir la primera línea del tranvía-. preguntó sonriente.
-Si, está en la agenda pero es un gran proyecto que requiere inversión. Si se concreta pasaremos hacer una ciudad moderna como muchas más en el mundo-.
La Damas aplaudían que felicidad y decían -alcalde ojalá se logre el proyecto- y antes que Ana Luisa diga algo más, se despedían de él para evitar que su amiga objete algo sobre la ciudad.
El problema con Ana Luisa es que a veces no se medía, todo lo hacía con buena intención, esto era cierto pero se apasionaba y terminaba discutiendo, eso también era cierto.
La ciudad por esos días estaba en paz no habían protestas ni disturbios y se esperaba que se mantuviera así todo el mes para celebrar la navidad con la familia y en paz.
El año escolar también terminaba en unas pocas semanas y las diplomas para Emiliana y sus amigas estaban listas de todas ellas, era su último año escolar y el comienzo de su nueva vida. La clausura para las alumnas del quinto de media sería un evento especial con asistencia de sus padres.
Para Ondina también era la clausura y el final de sus estudios de primaria, ella había invitado a Octavia para que asista a su clausura que era en la noche con la asistencia también de su madre, Felicitas
-Por supuesto que voy asistir a la clausura de tu colegio Ondina- contestó Octavia feliz por la joven que terminaba un ciclo más de su instrucción.
La ceremonia de clausura de Emiliana era en la mañana así es que podía asistir a las dos ceremonias sin problemas y satisfecha de ver a dos jóvenes mujeres dar pasos adelante en su futuro.
CONTINUARÁ
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