domingo, 15 de noviembre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

En casa de la familia Cantero no podía existir más tensión, Quinto López del Águila había pedido hablar con Hipólito, padre de Rosalina. Hortensia estaba nerviosa algo sucedía, los minutos pasaban y en la sala los dos hombres seguían conversando. 
Rosalina en su habitación dormía era muy temprano para preocuparse por algún problema. 
Mientras Quinto conversaba con Hipólito, éste lo escuchaba con atención, algo quería decirle estaba seguro de ello. Quinto se detuvo un instante y luego habló 
-Señor Hipólito desde hace siete meses visito su casa, ahora pido a usted el permiso para que me conceda la mano de su hija Rosalina. Yo tengo intenciones muy serias y deseo fijar de una vez la fecha para la boda-.
Hipólito se sentía feliz, por fin Quinto tomaba la decisión que todos esperaban, pedir la mano de su hija, era un sueño hecho realidad y el deseo de él y de su esposa Hortensia. 
En medio de la sala Hipólito se puso de pie y contestó: -Quinto sus palabras me hacen el padre más feliz al saber que mi hija va contraer matrimonio con una persona seria y amable, claro que le concedo la mano de mi hija  Rosalina, sea usted bienvenido a la familia. 
Hipólito llamó a su esposa que se presentó en la sala tan rápido que hacía pensar que todo el tiempo estuvo cerca de la puerta. 
-Hortensia, Quinto acaba de pedir la mano de nuestra hija y yo le he concedido el permiso, ahora quiere fijar la fecha de la boda, tú que opinas-. preguntó Hipólito.
Hortensia feliz y nerviosa a la vez no sabía que decir, solo comentó -creo que Rosalina debe estar presente en este momento y decidir ella la fecha de su boda. Estoy segura que se sentirá feliz con la noticia-.
-Por supuesto Doña Hortensia, yo personalmente he venido para hablar primero con el padre y mañana al medio día deseo hablar con Rosalina para hacer la pregunta formal-. contestó Quinto.
Los padres de Rosalina estuvieron de acuerdo, al día siguiente se haría la celebración de la ceremonia formal con un almuerzo. 
Quinto se despidió de Hipólito y Hortensia luego se retiró de la casa para regresar al día siguiente.
Cuando se quedaron los padres de Rosalina solos se abrazaron de felicidad, su querida hija se iba a casar con un caballero. 
-Debemos darle la noticia a Rosalina- comentó Hortensia 
-Ve a su habitación y habla con ella para que se prepare, es importante que  esté lista para la ceremonia formal de mañana-. Hortensia salió de la sala  para conversar con su hija y darle la buena nueva. 
Rosalina aun dormía cuando su madre entró a su habitación: -hija despierta, es importante que escuches lo que tengo que decir- repetía su madre y sacudía la colcha de la cama -Quinto ha pedido permiso a tu padre para realizar la ceremonia formal de la pedida de mano-.
Rosalina se sentó en la cama lentamente, quería despertar para escuchar a su madre:-Quinto va a pedir mi mano, ¿es verdad lo que estás diciendo?- contestó incrédula, ella no se imaginaba en tal situación.
-Él va a regresar mañana por eso tienes que estar preparada para la ceremonia, hija me parece increíble que mi deseo se cumpla- decía feliz Hortensia, Quinto era para ella el yerno perfecto.
La madre dejó a su hija en la habitación, Rosalina estaba medio dormida, era cierto el deseo de Quinto de casarse con ella. Pensó en voz alta que es lo que iba a decirle a su novio en el momento de la pedida de mano.
Al día siguiente había un gran alboroto en la casa de la familia, por tener todo listo y preparado para el almuerzo, Hortensia corría de un lado a otro organizando la reunión.  Hipólito también estaba nervioso y los hermanos menores de Rosalina se sorprendían con todo el alboroto que se armaba.  
Rosalina en su habitación se alistaba, ella había escogido un vestido de organza color rosa pálido, este la hacia lucir angelical y dulce, era uno de sus preferidos. Peinó su cabello y lo ató con un lazo del mismo color del vestido, ella sabía que a Quinto le gustaba su cabello ondulado y sedoso.        
Las doce del día, Quinto llegó puntual a la reunión, Hipólito lo recibió en la sala: -buenos días mi estimado- lo saludo cortés y le pidió que se siente.
Quinto tenía en sus manos dos ramos de flores, uno para Hortensia y otro para Rosalina. 
En unos segundos más entraron a la sala, madre e hija, recibieron el saludo de Quinto y los ramos de flores para cada una  como presentes, una de las empleadas se llevó los ramos  para ponerlos en los jarrones y adornar la mesa del comedor. 
Quinto, amable, cortés y educado alabó a Rosalina por lo hermosa que se veía con su vestido, luego ante los padres de la joven explicó el por qué no venía con algunos  miembros de su familia a la reunión.
-Como ustedes saben, mis padres han fallecido hace algunos años y mis hermanos viven lejos en mi pueblo, no es tan fácil para ellos viajar, están muy ocupados con los trabajos de nuestras tierras,  por eso no han podido venir pero aquí estoy yo  para declarar mi eterno amor a mi querida Rosalina y las intenciones más serias de mi proceder-. 
Hipólito y Hortensia disculparon a Quinto, ellos no tenían ninguna duda de que él era un caballero a carta cabal. 
Entonces se procedió a la ceremonia, Quinto muy amoroso y correcto, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña caja que contenía un hermoso anillo que sellaba el compromiso. Tomó la mano de su novia y le hizo la pregunta: -Mi querida Rosalina ¿quieres casarte conmigo?-.
La joven sonrosada por su timidez contestó con voz dulce y emoción  ¡si quiero casarme contigo Quinto!.
La felicidad y la dicha del compromiso fue celebrado con vino para brindar por los novios y de inmediato se fijó la fecha de la boda, el novio no quería esperar demasiado. La boda sería dentro de dos meses, ni un día más.
El almuerzo del compromiso transcurrió en un ambiente de celebración y alegría, los novios se dedicaban halagos el uno al otro. La felicidad por la boda no podía ser más sentida por los padres de Rosalina, ella era la luz de sus vidas y ahora los hacía más felices con está boda. Aunque Quinto era mayor que Rosalina por diez años, ellos estaba de acuerdo con todo.  
En la siguiente reunión de la Damas del Patronato, Hortensia les contaba a sus amigas todos los detalles del compromiso de su querida Rosalina, la fecha había sido fijada dentro de dos meses, el novio no quería esperar más. 
Las señoras la felicitaban y Petra comentó:-Hortensia entonces la boda es para después de Navidad los primeros días de enero-.
-Si mi querida amiga y a ti quiero encargarte las invitaciones para que las hagan en tu imprenta, no será una excesiva cantidad,  tal vez cien o ciento veinte invitados-. contestó Hortensia
-Bien amiga nosotros encantados de la vida de hacer ese trabajo y además hacemos el servicio de entrega para las invitaciones, tú solo danos las direcciones y de lo demás nos encargamos nosotros-. exclamó Petra, feliz por su amiga.
Las Damas aplaudían de emoción por la felicidad de Hortensia y la boda de la bella Rosalina.
Cuando terminó la reunión y todas se retiraron, Octavia se sentía feliz por Hortensia y la boda de su hija pero todavía no quería imaginar a Emiliana en preparativos de boda, ella tenía que terminar el colegio primero, vivir la experiencia de sus estudios y prepararse para la clausura y graduación, la fecha estaba cerca y las diplomas también. 
Emiliana estudiaba con ahínco para sus exámenes finales y nada debía perturbarla. Las profesoras de su colegio eran muy exigentes con las jóvenes que estaban en el último año de la escuela y ella quería salir con notas excelentes para  orgullo de sus padres.
Octavia con la ayuda de Felicitas y Ondina comenzaron a preparar el nacimiento, en la casa de la familia era una tradición poner el nacimiento los primeros días de diciembre. Cuantos recuerdos felices para Octavia cuando con su madre armaban el nacimiento en una esquina de la sala, las figuras de José y Maria eran talladas en madera y medían casi un metro de alto, el niño tenía el  tamaño natural a un recién nacido. Todo el misterio ocupaba la mitad de la sala con los pastores y animales que lo adornaban, el cerro venía desde lo alto del techo, en cada detalle había un especial cuidado esa era la costumbre y Octavia deseaba conservarla.
Aníbal siempre se asombraba cuando veía el nacimiento terminado, para el era un deleite admirar cada detalle del bello misterio y decía que nunca uno era igual al otro, cada año era siempre diferente. 
El día de la clausura para Emiliana había llegado, ella pasó semanas estudiando en su habitación sin distraerse. Rubí en casa de su madrina los domingos se acostumbraba cada vez más a la familia y esperaba feliz el fin de semana. 
En el salón de actos del colegio Corazón de María se celebraba para las jóvenes del último año la entrega de libretas y diplomas de graduación ¡que felicidad para Octavia y Anibal!, su hija tenía diploma de honor por sus notas de excelencia. Ambos padres abrazaron a su hija para felicitarla y expresarle palabras de orgullo. 
La ceremonia terminó con un pequeño agasajo para todas las señoritas del último año, por fin decía Emiliana se acabó el colegio y puede descansar unos días antes de ir al voluntariado. 
Ese mismo día en la noche Octavia asistía junto con Felicitas a la clausura de Ondina, ella también se sentía feliz de terminar la primaria con buenas notas. Ahora toda la familia de Octavia podía celebrar el fin de año felices.
Rubí esperaba impaciente que su madrina venga a recogerla, ella pasaría navidad y año nuevo en su casa, la niña no podía sentirse más feliz con ello. Ella aun cursaba la primaria y debía seguir estudiando pero por ahora había terminado su año escolar. 
Cuando Octavia llegó al convento para recoger a su ahijada, la madre  superiora la esperaba junto a Rubí para hacerle una recomendación  -no olvides Octavia Rubí al día siguiente del año nuevo debe regresar al internado es nuestra responsabilidad cuidarla y no puede estar mucho tiempo fuera del convento-. 
Y al momento de retirarse Octavia contestó: -no se preocupe madre superiora, Rubí estará aquí el día convenido-. y de la mano ella y la niña caminaban por la avenida directo a la casa, conversaban y reían con las ocurrencias y desde el cielo, Octavia estaba segura que Aurora las contemplaba. 


CONTINUARÁ                          
 

 

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