El calendario marcaba el día 20 de diciembre, la navidad estaba cerca. Octavia en su pequeño salón revisaba las cuentas sobre gastos que Las Damas del Patronato habían realizado.
El dinero se gastó hasta el último centavo. Las cuentas estaban en cero pero el desayuno de navidad y los regalos para niños del orfelinato estaban listos.
Rubí entró al salón con su cuaderno de caligrafía en la mano para pedir permiso: -Madrina´, puedo hacer aquí mi tarea de caligrafía, la madre superiora dice que debo mejorar mi letra, por eso he traído mi cuaderno de tareas-.
-Muy bien Rubí, es bueno que practiques la caligrafía para tener una letra fina y bien formada. Aquí en mi escritorio puedes hacer la tarea- contestó Octavia y la invitó a sentarse.
-Debes estar cómoda y bien sentada para realizar la tarea y mejorar tu letra-. agregó su madrina.
Rubí abrió su cuaderno, Octavia revisó las páginas con las planas de caligrafía, entonces dijo: -tienes bastantes páginas para hacer por lo tanto, debes empezar de una vez-.
-Madrina- exclamó Rubí -después de hacer dos páginas de mi tarea puedo ir al huerto a jugar-.
-Si, puedes ir a jugar al huerto pero primero tienes que terminar la tarea y después debes prometerme que no vas a subir a ningún árbol... ¡correcto!-. le advirtió Octavia.
-Si madrina yo prometo no subir a ningún árbol-. contestó Rubí, segura de obedecer.
Octavia no quería que su ahijada sufra un accidente, además ella recordaba un episodio de su niñez cuando subió a un árbol tan alto que después no podía bajar, del miedo a caer se puso a llorar. Pasó más de una hora para que sus padres se den cuanta lo que sucedía, con la ayuda de una escalera el padre la tomó en sus brazos para bajarla, fue castigada por no hacer caso a las advertencias de no subir a los árboles, ella se asustó tanto que nunca más le quedaron ganas de volver a hacerlo, felizmente no sufrió daño alguno que pudo ser fatal.
-Mamá- entró Emiliana al salón buscando a Octavia, traía una tarjeta de invitación con su nombre para tomar el té en casa de Rosalina, la reunión era para el día siguiente.
-Debe ser la reunión que Hortensia su madre ha organizado para las amigas de Rosalina-. dijo Octavia y tomó la tarjeta. en sus manos.
-Mamá no tengo nada que ponerme para esa reunión, que voy hacer ahora-. decía Emiliana lamentándose.
-Hija no exageres, vamos a tu cuarto y vas a ver que en tu ropero yo encuentro varios vestidos-.
Octavia salió del salón seguida por Emiliana y Rubí, entró en la habitación y del ropero de su hija sacó cinco vestidos: -no tienes nada que ponerte, mira cuantos vestidos tienes, por ejemplo este amarillo con un lazo en la cintura es muy bonito- comentó Octavia a la vez que levantaba el vestido en sus manos.
En ese tiempo estaban de moda los colores suaves de tonos pastel. El vestido amarillo era bonito tenía una caída elegante y el color era muy suave.
-Madrina, también puede ser este vestido-. comentó Rubí y señalaba un vestido celeste en tono pastel con pequeñas rosas bordadas en toda la falda-.
-Ya vez Emiliana, si tienes vestidos que ponerte y a Rubí para ayudarte-. comentó sonriendo Octavia.
-Por esta vez madre, no voy hacerte caso y voy a escoger el vestido que señala Rubí-.
Octavia le dio la razón a su hija a la vez que había solucionado el terrible dilema de Emiliana de no tener nada que ponerse, giró y al salir del cuarto, Felicitas la buscaba: -señora mi hermano Eriberto-.
Octavia exclamó: -Felicitas por favor, no me digas que tu hermano se ha roto la otra pierna-.
-No señora, que Dios no la oiga, mi hermano está bien, él la espera en la puerta, quiere hablar con usted-.
-Bien hazlo pasar al salón voy enseguida-.
Octavia se asomó por la puerta de la habitación de su hija y escuchó conversar a Emiliana con Rubí sobre moda y vestidos, las dos se llevaban muy bien y eso llenó de alegría a Octavia.
En el salón la esperaba Eriberto, cuando Octavia entró, la saludo con cortesía: -señora vengo a agradecer a usted por la ayuda que me brindó después del accidente que sufrí, yo estoy en deuda y cualquier trabajo que necesite hacer en su casa puedo hacerlo sin costo alguno. Se arreglar techos, paredes, todo tipo de trabajo de albañilería-.
-Eriberto gracias por ofrecer tus servicios pero todo trabajo debe ser pagado y además te prometo recomendarte con mis amigas para que puedas trabajar en sus casas y así ganar algún dinero pero debes tener cuidado de no volver a sufrir un accidente. ¿Dónde se te puede ubicar?-. preguntó Octavia.
-Si señora no se preocupe yo voy a hacer cuidadoso, no quiero pensar en volver a sufrir algo así, cuando me despedí de la señora Eda en el hospital, ella me advirtió lo mismo. Para hacer algún trabajo me pueden encontrar en la ferretería del señor Albino, en ese lugar estaré siempre-.
-Bien Eriberto espero que te vaya bien y cuida tu salud-. Felicitas y su hermano salieron del salón, Octavia quedó asombrada de lo bien que se había recuperado del terrible accidente que sufrió, éste pudo haber tenido consecuencias nefastas.
Hortensia cuidaba los detalles y los lugares donde se sentarían las amigas de su hija, era una despedida para Rosalina y la reunión debía ser perfecta.
Una de las empleadas encontró una nota debajo de la puerta de entrada y se la entregó a Hortensia, lo que estaba escrito en ella, no le agradó, entonces decidió destruirla para continuar con sus ocupaciones y olvidar el asunto.
Antes de la cinco de la tarde Emiliana estaba lista para ir a casa de Rosalina.
Aníbal un padre orgulloso, miraba a su hija, ésta se había convertido en una linda joven y con el vestido celeste lucía muy bien, su padre comentó: -Octavia yo voy a llevar a nuestra hija a la reunión y luego yo mismo la voy a recoger, quiero que llegue segura a casa de Rosalina.
Padre e hija salieron juntos, tomaron un coche directo a la casa de la homenajeada, en el camino conversaban de diferentes temas y Aníbal pensaba que aun no quería saber nada de compromisos para su hija y menos una boda. No, no, aun no, ella era para él... su niña.
Emiliana entró a la reunión cuando su padre la dejó en la puerta, habian varias invitadas y el ambiente era muy agradable, saludó a Rosalina y a Hortensia y tomó parte del grupo en la mesa. Todas las jóvenes se sentían alegres por el compromiso de su amiga y algunas de ellas pronto seguirían el mismo camino. Según la época, las jóvenes ya estaban en edad casadera.
El té duró hasta cerca de las 8 p.m cuando una a una las jóvenes se fueron retirando. La reunión fue amena y agradable, se vivieron momento de risas y alegre conversación.
Aníbal fue a recoger a Emiliana, saludó a los padres de Rosalina, unas palabras de felicitaciones y ambos se despidieron de la familia.
Emiliana en el camino contaba a su padre los detalles de la reunión y lo agradable que había sido todo. La madre de Rosalina se había desvivido por atender a las invitadas de su hija.
Mas tarde en casa de Hortensia e Hipólito mientras se limpiaba y ordenaba todo en el comedor, una empleada fue asegurar la puerta de calle y volvió a encontrar otra nota, se la entregó a Hortensia y ella la guardó en su bolsillo. La madre de Rosalina pensó molesta, quién se ocupaba de mortificar a su familia con estas notas desagradables. Segura estaba que no volverían a encontrar más.
Hortensia se equivocó, desde ese día y en los siguientes días seguían llegando las notas, eran en realidad anónimos, no tenían nombre y siempre decían lo mismo. No case a su hija con Quinto López del Águila ó No case a su hija con esa persona.
Hortensia no podía más con la presión de las notas que llegaban o muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche, algunos vecinos le habían comentado que veían a una mujer y a veces a un hombre tirando algo debajo de su puerta, pero no mostraban sus caras.
Nerviosa la madre de Rosalina comentó con su esposo Hipólito lo que sucedía. El padre leyó los anónimos y molesto comentó que no se podía hacer caso a chismes de gente que no puede ver a dos jóvenes enamorados felices: -esto es inaudito, no podemos creer en chismes baratos-.
-Hipólito, si las notas tiene razón y hay algo que no sabemos de Quinto, tal vez está casado o algo más-.
-No creo, tú estas viendo que es un hombre educado y sincero, no puede tener algo oculto-. contestó Hipólito muy serio.
Ambos padres dieron por terminada la conversación y continuaron con los planes de la boda de su hija.
Los anónimos no cesaban de llegar, ahora se podían encontrar tres a cuatro notas en el día.
-Hipolito tenemos que hacer algo- decía Hortensia -tengo miedo por nuestra hija-.
-Por favor mujer no pienses mal, debemos confiar-. contestó el padre de Rosalina.
Unos días antes de la navidad para terminar de ajustar algunos detalles del desayuno de los niños las damas se reunieron para conversar en casa de Ana Luisa, organizaron como se haría la actividad de ese día. Hortensia en la reunión estaba callada, en su rostro no había alegría como otras veces y ya no hablaba de su futuro yerno ¿Qué pasaba con ella? se preguntaban las amigas, pero nadie mencionó una palabra. La reunión terminó y en la sala las últimas en irse fueron Petra y Octavia, entonces en presencia de Ana Luisa y sus amigas. Hortensia comenzó a llorar.
Octavia y las demás se asustaron -¿que sucede Hortensia por qué lloras?- preguntaron.
Hortensia entre lágrimas comenzó a contar a sus amigas lo que estaba sucediendo y sacó de su bolso todos los anónimos que llegaban a su casa. Octavia, Petra y Ana Luisa leyeron las notas en todas decían los mismo
-Con Hipólito, los dos no sabemos que hacer, estamos tan preocupados, él dice que son chismes y no debemos dar crédito a esas notas-.
-Querida amiga, ustedes deben averiguar todo con respecto a Quinto no pueden solo ignorar, los anónimos pueden tener algo de cierto- dijo Ana Luisa.
-Si, lo sé, pero ya la boda está tan cerca y me niego a pensar que Quinto esté ocultando algo de su vida. Él siempre ha sido un hombre tan gentil-. decía llorando Hortensia.
-Ana Luisa tiene razón Hortensia, ustedes no saben mucho de Quinto, él vive aquí en la capital menos de un año. No conocen a su familia-. comentó Octavia.
Hortensia lloraba y les pedía a sus amigas discreción con respecto a este asunto: -por favor confió en ustedes que no van a hacer comentarios al respecto-.
-No te preocupes nosotras vamos a guardar silencio pero es importante que averigüen sobre Quinto-. volvió a insistir Octavia y todas se lamentaban con los últimos acontecimientos de su amiga. La boda estaba cerca y las invitaciones habían sido enviadas.
Quinto como cada día llegó a visitar a Rosalina, ella ya sabía sobre los anónimos y cuando ambos estaban juntos en la sala preguntó a su novio de que se trataba todo eso. Él tomó una de las notas y leyó, la expresión de su rostro cambió, luego tomó las manos de Rosalina y las beso: -¡cómo puedes creer en estas infamias!- exclamó -es gente que solo quiere hacerme daño porque estoy avanzando en mis negocios. Querida Rosalina no debes creer todo lo que dice la gente-.
Ahora, Quinto recién comprendía porque la actitud de Hortensia e Hipólito habían cambiado hacia él, ellos lo recibían serios y distantes cuando visitaba la casa.
El padre de Rosalina entró en la sala y pidió a su hija que los deje solos porque quería hablar con Quinto. La hija obedeció a su padre se puso de pie y salió.
Hipólito fue directo al grano y preguntó a Quinto sobre los anónimos y le alcanzó uno, éste leyó la nota como si recién se enterara -Señor Hipólito no se de que se trata todo esto y porque ustedes dan crédito a estos papeles que solo dicen falsedades-. Quinto estaba tranquilo, él en todo momento negó que ocultaba algo en su vida y que sus sentimientos hacía Rosalina eran sinceros.
-¿Está usted casado Quinto?- preguntó de frente Hipólito preocupado por el futuro de su hija.
-No señor, cómo se le ocurre tamaña idea, esos anónimos son falsos, yo soy un hombre libre y mis sentimientos por Rosalina son verdaderos-.contestó con énfasis para negarlo todo.
Quinto conservó la calma, Hipólito estaba molesto con la situación, quería saber la verdad sobre los anónimos. Ambos hombres se quedaron en silencio, querían ver cuál sería la reacción del otro.
CONTINUARÁ
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