El reloj que estaba encima de la cómoda marcaba las 10:10 de la noche. Aníbal sentado en el cómodo sillón que formaba parte de la decoración del dormitorio, esperaba preocupado lo que tenía que decir su esposa.
Octavia caminaba por la habitación tratando de escoger con cuidado las palabras con las que quería darle la noticia a su esposo. En su mente ensayó lo que iba a decir y entonces comenzó:
-Querido, los hijos crecen y se hacen cada día más independientes, quieren tomar sus decisiones y vivir su propia vida-.
Aníbal interrumpió a su esposa y preguntó:
-¿Octavia qué está pasando? ¿por qué tanto rodeo?-.
Ella respiró profundamente y contestó: -Querido, Guillermo y Emiliana se quieren casar. Mañana en la noche viene Guillermo para hablar con nosotros y pedir la mano de nuestra hija-.
Unos segundos en silencio, Aníbal no salía del estupor, en su rostro se podía ver la tensión.
Se puso de pie y comentó -Guillermo y Emiliana quieren casarse ¿por qué tanta prisa? porque no esperar dos años, tres años o mejor si son diez años. Octavia, ¿Cuándo creció nuestra hija?, si parece que ayer era una niña pequeña y yo la llevaba de la mano a pasear le compraba algodón de azúcar y globos de colores, con eso ella era tan feliz. Dices que mañana viene Guillermo, entonces yo voy a hablar muy claro con él-.
-Solo te pido Aníbal que mantengas las formas y la buena educación, tú siempre serás su padre eso nadie lo puede cambiar. Nosotros no somos eternos, no querrás que nuestra hija se quede sola en el futuro-. Octavia con esas palabras trató de tranquilizar a su esposo pero fue en vano, él se sentía preocupado y la idea de una boda no le gustaba en lo absoluto.
-Vamos a dormir, mañana ya veremos-. fue toda su respuesta y no deseaba hablar más.
Octavia se dio cuenta que nada lo iba a conformar hasta hablar con Guillermo, solo esperaba que su esposo no se impaciente.
En la mañana del día siguiente, Emiliana salió temprano para el hospital, no quería hablar aun con su padre, tenía miedo de su reacción y sobretodo si estaba de acuerdo o no con la boda.
Llegó al hospital, se ocupó de sus labores y al medio día mientras tenían su hora de descanso con Lorena comentaba los últimos acontecimientos sobre la boda y la reacción de su padre, no sabía si su madre logró convencerlo.
-Emiliana que emocionante lo que dices sobre tu boda con Guillermo y tus padres. Yo sabía que él quería algo serio contigo y te lo advertí ¿te acuerdas?. Ahora la pregunta es ¿si tu padre no acepta la boda?, ¿qué harías? fugarte de tu casa con Guillermo y nunca más verías a tus padres, como tu amiga Rosalina-.
-Lorena por favor, con esas palabras solo eres aguafiestas, nunca podría escapar de mi casa y menos dejar de ver a mis padres pero no sé que haría, me pones en una situación muy difícil- contestó triste Emiliana por la posibilidad de una respuesta negativa de parte de su padre.
Una enfermera entró en la habitación de descanso y exclamó -señoritas a trabajar la hora de descanso terminó-.
Emiliana fue a la farmacia llevando las medicinas que había recibido el hospital, no quería pensar por el momento en su boda y en Guillermo.
A la hora de salida en la puerta del hospital, Lorena comentó a Emiliana: - querida amiga te deseo toda la suerte de este mundo, no te preocupes va estar todo bien, tu padre tiene que aceptar y como en las novelas tendrás un final feliz-.
Emiliana sonrió a su amiga, tenía tantas dudas pero siguió su camino con dirección a la casa, no tenía prisa en llegar, ni ver a su padre. Llegó a la puerta se detuvo unos segundos casi dudaba, luego entró a la casa. Cuando su padre escuchó sus pasos de inmediato la llamó al pequeño salón para hablar con ella, estaba en compañía de su madre y eso le dio algo de alivio.
-Emiliana, me he enterado que Guillermo y tú se quieren casar. ¿Por qué tanto apuro?, ¿Por qué no esperar unos años?, se conocen hace poco tiempo- el padre hizo este comentario directo.
-Papá, Guillermo y yo confiamos el uno en el otro y no deseamos esperar más, casados vamos a tener todo el tiempo para conocernos-.
-Bien, veo que esa es tu idea y deseo de boda, no puedo aun dar mi permiso, primero tengo que hablar con Guillermo y luego veremos, es mejor no hacerse ideas al respecto-.
-Por favor padre solo te pido que aceptes no me gustaría una negativa-. contestó casi como una súplica.
-Emiliana puedes retirarte ahora, no quiero seguir conversando sobre el tema- fue toda la respuesta de Aníbal a su hija, no sabía aun si aceptar a Guillermo en la familia.
Octavia no habló, no deseaba alterar más Aníbal lo noto molesto con la idea de una boda, él deseaba un compromiso para su hija de cinco o seis años.
En la tarde las horas parecían pasar lentamente en el reloj, Emiliana se alistaba en su habitación para recibir a Guillermo, se puso en lindo vestido de color rosa pálido, sabía que a su novio le gustaba porque le daba un aire romántico según sus palabras. También llevaba en la mano el bonito anillo de compromiso.
Siete de la noche, Guillermo tocaba la campanilla en la casa familiar, Emiliana salió a recibirlo, se veía tan linda comentó el novio: -Gracias por tus palabras, mis padres ya saben que vienes hablar con ellos- contestó y le pidió tomar asiento. Aníbal y Octavia minutos después entraban a la sala.
Guillermo se puso de pie para saludarlos y prefirió hablar del tema de la boda de una vez para dejar el suspenso atrás: -señores Aníbal, Octavia mi presencia en este momento es para pedir a ustedes me concedan la felicidad de casarme con Emiliana, ella y yo hemos conversado del tema y creemos conveniente casarnos con su permiso por supuesto. Me hubiera gustado que mis padres estuvieran presentes pero todos sabemos que es imposible-.
Aníbal les pidió a Octavia y a Emiliana que se retiren, deseaba hablar a solas con Guillermo. Su esposa lo tomó del brazo y dijo -Aníbal por favor- este contestó serio -no te preocupes-.
Aníbal le indicó a Guillermo que tome asiento y comenzó hablar con él sobre sus intenciones de boda le hizo varias preguntas acerca de sus sentimientos hacia Emiliana y el porque no esperaban más tiempo para casarse, además de preguntar si contaba con la solvencia económica suficiente para sostener una familia -Mi preocupación de padre es que Emiliana este segura y protegida, con su familia a ella nunca le ha faltado nada. Comprende Guillermo es a mi hija a quien pretendes llevarte-.
Guillermo resolvió todas las preguntas de Aníbal para no dejar dudas, le habló de la seguridad de sus sentimientos hacia Emiliana, del trabajo y su solvencia económica -si no estuviera seguro de todo aquello jamás hubiera pensado en una boda, se que ella con ustedes siempre ha tenido seguridad-.
Aníbal en el fondo le agradaba Guillermo y la conversación entre los dos lo hizo sentir más tranquilo, su hija estaba junto a un joven serio y responsable.
-Bueno Guillermo no me queda más que dar mi permiso para que puedan casarse, solo deseo advertirte que no quiero ver una lágrima en el rostro de mi hija, si no te las veras conmigo- advirtió Aníbal con un tono de voz sereno pero se podía adivinar que hablaba en serio.
Llamó a su esposa e hija para comunicarles que el permiso había sido concedido y que se podía fijar la fecha de la boda, todos estuvieron de acuerdo que sería dentro de dos meses.
Era una locura pensó Octavia, preparar una boda con ese tiempo sería agotador. Mandó a Ondina a traer el vino y copas se debía brindar por los novios y el futuro matrimonio.
La familia celebraba la felicidad de los novios y el brindis por su futuro, Guillermo fue aceptado y Octavia se preparaba para organizar todos los arreglos de la boda.
Además de la alegría en la casa de Aníbal y Octavia por la boda de su hija, había otra gran celebración en la ciudad por fin llegó el día de la inauguración del Nuevo Paseo Colón. Con bombos y platillos y picadillo de papel se abría ante el público la nueva avenida. Los aplausos, las vivas se sentían por doquier, esta era una obra que permitía crecer y salir de los límites conocidos de la ciudad colonial.
Las palabras del alcalde no se hicieron esperar, su discurso fue breve porque en ese momento llegaba el presidente con su comitiva. Los aplausos de la gente y las palabras de bienvenida del alcalde. El presidente habló al público y prometió que pronto la ciudad tendría otra gran obra para facilitar el transporte de la gente, luego tomó las tijeras y cortó la cinta para entregar la nueva avenida a la ciudad. Los aplausos y la alegría del público eran de celebración. Entre la gente se encontraba Octavia, Aníbal y las Damas del Patronato, ellas habían sido invitadas por el alcalde y se acercaron a él para felicitarlo, el presidente y su comitiva ya se habían retirado.
-¿Octavia que te parece la nueva avenida?- pregunto Aníbal.
-¡Oh querido! todo se ve tan grande, es maravilloso, tanto espacio que se abre para la ciudad-.
La gente alrededor también celebraba, el picadillo de papel volaba llevado por el viento y caía sobre las personas, Octavia reía al ver a su esposo lleno de papelillo sobre su cabeza.
Poco a poco el público se fue retirando Aníbal y Octavia hacían lo propio, se despidieron de las Damas y caminaban por la avenida de regreso a su casa, comentaban sobre el evento de la ciudad y de la boda de su hija: -jamás pensé que ese día podía llegar, aun no me acostumbro a la idea, todo ha sido tan rápido, tal vez debí negar el permiso y prohibir a Emiliana salir de la casa- comentaba Aníbal a su esposa.
-Lo único que conseguirías es hacer sufrir a Emiliana y crear distancia entre padre e hija, ella no volvería hablar contigo-. contestó Octavia.
En la siguiente reunion de las Damas, Octavia pidió a sus amigas el permiso de ausentarse un tiempo en el trabajo de bien social que realizaban, el motivo preparar la boda de Emiliana. Todas las amigas felicitaban a Octavia por la buena noticia. Reyna agregó -¿supongo qué estamos invitadas a la boda?-.
-Por su puesto todas serán invitadas, mis amigas no pueden faltar a una ocasión tan especial- decía Octavia e imaginaba el trabajo que tenía adelante con la boda pero se sentía feliz.
Guillermo se presentó el domingo con un ramo de flores para su novia y otro para Octavia. En el almuerzo se habló de los preparativos de boda y las intenciones del novio de colaborar con los gastos. Emiliana después del almuerzo y de tomar el café, pidió a sus padres permiso para salir a pasear y llevar a Rubí con ellos. La niña estaba feliz con la boda y la alegría que había en la familia por dicho evento.
Rubí preguntó preocupada: -madrina yo voy a ser la niña de las flores ¿verdad?-
-Si mi querida Rubí, ya lo dije una vez, sin la niña de las flores no hay boda- contestó Octavia.
El resto de la tarde Emiliana, Guillermo y Rubí salieron a pasear, regresaron cuando ya oscurecía y había que llevar a Rubí de regreso al internado.
Guillermo se despidió de Emiliana, besó sus manos era el protocolo de esos días no podían acercarse demasiado el uno al otro.
En la noche antes de dormir Emiliana llamó a su madre a la habitación quería hablar con ella.
-Emiliana por favor como se te ocurre ir. Una joven soltera jamás debe ir al departamento de un hombre. ¡Qué pasa contigo hija!- exclamó Octavia molesta.
-Madre escúchame solo fueron diez minutos, además nos vamos a casar y Rubí estaba presente-.
-Así sean 5 minutos hija, por favor comprende, no debes ir, no quiero que la gente hable cosas que no son. ¿Por qué Rubí no me contó al respecto?-.
-Le pedí que no lo hiciera, era yo quien debía contarte. Madre entiendo tu preocupación pero nosotros fuimos porque Guillermo quería mostrarme el departamento donde vamos a vivir después de la boda, es bonito no es tan grande como esta casa pero tiene todo lo que se necesita para empezar una familia, me dijo además que podía decorarlo a mi gusto-.
Octavia se sintió más tranquila pero hizo prometer a su hija que no vuelva a ir al departamento mientras no estén casados -por favor Emiliana no quiero tener un disgusto-.
-Si madre pero después de mi boda me vas ayudar a escoger los muebles y el decorado para mi nuevo hogar.
Octavia se comprometió ayudar a su hija como ella deseaba. Cuando se despidieron para ir a dormir, se sorprendió de sentir tristeza, Emiliana se iría de la casa y dejaría un gran vacío sin su presencia. Había que adaptarse a la nueva situación pensó, pero le dio algo de razón Aníbal cuando dijo:
-Octavia, en que momento creció nuestra hija- y su esposa no tenía respuesta para aquello.
CONTINUARÁ