domingo, 29 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Octavia temerosa sacó la carta del sobre que había llegado recién. Tomó unos segundos para componerse de los nervios que la consumían, entonces leyó en voz alta para que Felicitas escuche.
Mi estimada señora decía el encabezado.
Recibí su carta el día de hoy y debo decir que me causó sorpresa que llegue a mi hostal una misiva de la capital, por eso sin demora contestó su carta.  
Usted me pregunta por su hija que se hospedo en mi local, si, debo decir que fue así, lo hizo en compañía de un joven que decía ser su esposo, aunque esto ultimo yo no lo creí pues conozco bien cuando una pareja miente. En fin, tengo que ir al grano sobre sus preguntas. Los jóvenes se quedaron en mi hostal dos días, los dos estaban muy entusiasmados y me hacían toda clase de preguntas que yo contestaba con la verdad. Ellos tenían la idea que viajaban a un lugar como si fuera el paraíso pero yo les dije que no era así y que era mejor no ir a ese lugar. No me hicieron caso y pasados los dos días se embarcaron para navegar río arriba y llegar hasta la plantación de caucho. Las ultimas líneas de la carta Octavia no las quería leer porque no eran muy buenas noticias, el dueño del hostal les advirtió a los jóvenes tener cuidado y que además la paga no era como ellos imaginaban. Felicitas escuchaba con atención a su señora que leía con cuidado para no asustarla y preocuparla más allá de la cuenta. Al final el hombre se despedía y le deseaba todos los parabienes. 
-Señora eso es todo lo que dice la carta, no habla más de mi Ondina ¿por qué? tal vez ella está en peligro y yo no sé como ayudarla- decía Felicitas a punto de llorar. 
-Primero debes tener calma y no pensar más de la cuenta. Felicitas, el señor que se ha tomado la molestia de contestar nuestra carta, nos dice que no sabe más pero eso no significa que tu hija esté en peligro, recuerda Umberto está con ella y no creo que él le niegue su ayuda si ocurre algo. No debes atormentarte así, seguro que uno de estos días recibimos una carta de Ondina diciendo que está bien y que pronto mandará por ti- comentó Octavia para calmar a la madre que sufría por la ausencia de su hija y sobretodo el no tener noticias de ella, le causaba angustia y dolor.
-Si señora usted tiene razón, es mejor pensar que Ondina está bien y que en poco tiempo nos volveremos a encontrar. Gracias por sus palabras y su paciencia para conmigo- contestó Felicitas con algo de tristeza en la voz.
-Estoy segura que pronto recibiremos una carta de tu hija, no pierdas la fe, Ondina es una joven que sabe cuidarse y no va exponerse al peligro- contestó Octavia mientras veía el rostro de Felicitas que apenas podía sonreír. 
-Si señora, con su permiso, ahora debo ir a la cocina para terminar de preparar el almuerzo- señaló Felicitas, se acercó a recibir la carta que le entregaba su señora y fue camino a la cocina.
Octavia se quedó a solas en el pequeño salón, la lectura de la carta no había conseguido tranquilizar a Felicitas. El dueño del hostal fue en todo momento sincero y les advirtió a los jóvenes sobre los problemas y la realidad de una plantación. Octavia se decía en voz alta ¿por qué Ondina?  ¿por qué la terquedad de viajar a un lugar tan lejano y desconocido?. Tal vez era como decía Felicitas fue Umberto el autor de esas ideas en la cabeza de la joven.
Felicitas tenia un nudo en el estomago por los nervios, Antonia se dio cuenta que no se sentía bien, apenas comió algunos bocados del almuerzo y le pidió que la reemplace, ella se iba un momento a su habitación. 
Aníbal sentía la preocupación de su esposa y preguntó -¿que sucede Octavia te noto demasiado pensativa?-.
-Si, es verdad estoy preocupada por Ondina, hoy recibimos una carta de Iquitos, era del dueño del hostal recuerdas que te hablé sobre el tema-. 
-Por supuesto que recuerdo-. contestó.
-Bueno, no fueron muy buenas noticias, yo trate de cambiar algunas palabras escritas en la carta para no poner más nerviosa a Felicitas pero no sé como va terminar todo esto. Fue una necedad que Ondina haga ese viaje- contestó triste Octavia, ella apreciaba a la joven y no era bueno ver sufrir a su madre.
Aníbal movía la cabeza en señal de desacuerdo con el viaje de Ondina -ojalá tengamos pronto una carta de esta muchacha tan necia- dijo molesto.
Los esposos habian terminado de almorzar en el comedor cuando llegó del colegio Manuel, tenia tanto hambre que apenas saludo a sus padres y se sentó a la mesa para a tomar sus alimentos.
Los días pasaban en el calendario, la espera se hacia larga  cuando una mañana llegó a las manos de Guillermo un telegrama de la ciudad de Arequipa, en el que decía que todo salió bien y que la carga completa regresaba a la capital. ¡Qué tranquilidad! y calma sintió con la buena noticia. Ya era hora de ponerse a escribir un informe completo sobre lo ocurrido para presentarlo al señor Otto Fischer y así él tenga en sus manos todo los hechos con respecto al cargamento y su recuperación.
En unos días más llegaría la carga, se haría una inspección detallada para estar seguros que no faltaba nada.
Guillermo regresó a su casa de nuevo muy tarde en la noche, su pequeña Lizel dormía como solo un bebe puede hacerlo. El padre besaba a su hija en las mejillas y le hablaba despacio en alemán, él no había olvidado su promesa de enseñar a la niña el idioma de su padre. 
-Guillermo con cuidado no vayas a despertar a Lizel, ella hoy día ha estado bastante inquieta y no quería dormir- comentó Emiliana a su esposo.
-¡Oh! que tristeza, a nuestra bebe tal vez le dolía algo. No te das cuenta que cada día crece más y ya tenemos que cambiarla del moisés a su cuna- agregó Guillermo preocupado por su hija, él no deseaba que ni la más mínima brisa toque a su pequeña y le haga daño.
-No, no le dolía nada pero es cierto debemos de cambiarla a su cuna para que pueda dormir más cómoda, los bebes desarrollan muy pronto- contestó Emiliana y lo invitó a salir de la habitación para que le cuente como iba el problema de la carga y si ya tenia solución.      
Mientras los dos esposos cenaban a la luz de las velas como si fuera una cena romántica, Guillermo comentaba con Emiliana lo sucedido en el trabajo y la recuperación de la maquinaría, claro está que no quería entrar en detalles, lo más importante lo conversó con ella.
-Que bueno Guillermo, esa es una gran noticia, ahora puedes estar más tranquilo y no tener preocupaciones en exceso- decía Emiliana a Guillermo mientras los dos cenaban en la tranquilidad de su hogar. 
El día amaneció con luz plena, el invierno se alejaba lentamente. Aníbal en el salón leía las noticias de los diarios pero no podía dejar de preocuparse, el precio del algodón en el mercado internacional no subía y pronto comenzaba el tiempo de la cosecha con esos precios, no eran buenas noticias. 
Unos días debía viajar al fundo para estar presente en la cosecha y no dejar todo el trabajo a sus hermanos. 
-Aníbal- entró diciendo Octavia -Mañana deseo salir temprano a Barranco para visitar a la tía Esperanza, quiero saber cómo está, tú sabes que a sus años hay que tener cuidado con su salud. No te preocupes por mí, estoy de regreso en la noche y voy en compañía de  Antonia. No tengas cuidado por la casa, Felicitas sabe que hacer y Manuel tiene sus horarios completos, no necesita que le digas lo que debe hacer.-. 
-Me parece bien, disculpa que no te acompañe pero debo atender unos asuntos en la ciudad y luego preparar mi viaje al fundo. Solo te pido que tengas cuidado- contestó su esposo.
Octavia salió muy temprano de su hogar en compañía de Antonia. Aníbal la despidió en la puerta, habian alquilado un coche que la llevaría a la casa de la tía Esperanza. 
-Adiós querido, cuida a Manuel, no vemos en la noche-. se despedía Octavia de su esposo agitando la mano mientras el coche avanzaba por la avenida. 
El viaje de Octavia fue tranquilo, la visita a la casa de la tía Esperanza la llenó de alegría al comprobar que se encontraba bien de salud y cuidada con esmero por Casilda, su ama de llaves. 
Octavia conversaba con su tía sobre los últimos acontecimiento y se lamentaba que su familia no pueda visitarla  el próximo verano porque la bebe estaría todavía muy pequeña para exponerla al sol.
-Me siento triste con esas noticias Octavia pero sé que tienes razón, un bebe no debe ir a la playa, el sol no le haría bien. Tal vez tú, Aníbal y Manuel junto a Rubí pueden darse un tiempo y venir, para mí la  visita de ustedes es tan especial- decía la tía Esperanza para dejar abierta la posibilidad. 
-Te prometo que haré lo imposible por venir este verano al menos unos días y estar juntas. Las  tertulias de las tardes en tu casa son tan amenas y las mañanas junto al mar son maravillosas- contestó Octavia a su tía que se alegró al escuchar sus palabras.
El resto del día pasó rápido y entretenido con la conversación entretenida de ambas. Se sentaron en el zaguán donde entraban los rayos de sol, todo lucia tan pacifico y cálido. La casa estaba ubicada muy cerca del malecón y se podía ver el mar, la brisa marina llegaba hasta el hogar. 
Octavia se despedía de su tía a las cinco de la tarde, era hora de partir. Recomendó a Casilda que la cuide y que siempre esté pendiente de ella.  
-Octavia que tengas un feliz retorno a tu hogar, dale mis saludos a todos en casa-. 
Tía y sobrina se abrazaron en la puerta de entrada, el coche esperaba para llevar de regreso al hogar a Octavia y Antonia.
En el camino Octavia no podía dejar de pensar en su tía. Muchas  veces ella le había pedido venir a vivir a su casa pero la tía siempre declinaba cortésmente: -querida niña, yo estoy tan acostumbrada a mi casa que no puedo vivir en otro lugar.... debes perdonarme-.
Octavia llegó de noche a la casa familiar y comentó en la cena con Aníbal y Manuel, cómo había encontrado a la tía y la conversación entre ambas. Ellos se alegraron que la tía Esperanza se encuentre bien de salud y todavía activa.
El domingo la familia entera fue a visitar a Emiliana y Guillermo para tomar el te. Rubí disfrutaba tanto  jugar con Lizel, lo hacia con mucho cuidado, la bebe sonreía y escuchaba las canciones y los cuentos que le contaba. Lizel podía reconocer a cada miembro de la familia, además de sus padres.
Unos días más tarde Aníbal partió al fundo tenia que estar presente en las faenas del campo y controlar que el trabajo se haga bien. 
Mientras tanto Guillermo en la oficina presentó a su jefe el señor Otto Fischer, el expediente escrito de su puño y letra, donde informaba como habian sido los hechos con respecto al cargamento. Calificó de error humano lo sucedido, no hubo mala intención de ninguno de los involucrados y sobre todo la carga fue recuperada en su totalidad. Acto seguido presentó también su renuncia irrevocable. Habló en alemán con Otto Fischer sobre las razones por las que se iba, luego se dirigió a  su oficina para llevarse  las pocas pertenencias que tenia, una foto de Emiliana y Lizel, dos libros y su portafolio, camino a la puerta de salida los empleados estaban sorprendidos no podían creerlo, el señor Genscher se iba de la empresa. Guillermo necesitaba caminar y pensar, el aire frio del día lo hizo calmarse y planificar los siguientes pasos en su nueva situación.  
El señor Fischer no imaginó hasta donde estaba cansado Guillermo de soportar sus malas actitudes y con el tiempo se daría cuenta que había perdido a un excelente empleado. Era algo que siempre lamentaría. 
 En la casa de Octavia, el día parecía transcurrir sin contra tiempo.  Felicitas pidió hablar con su señora,  tenia en las manos un rosario con el que rezaba todas las noches para calmar su alma y tratar de tener paz. Siempre pedía al cielo por su hija para que se encuentre bien. 
Su señora revisaba las cuentas y los gastos de la casa cuando la hizo pasar al salón: -¿que sucede Felicitas hay algún problema con el menú de la semana?-. 
-No señora es algo más serio, se trata de mi hija y quiero decirle que ya no puedo más, necesito ir a buscarla para saber donde está y si se encuentra bien- 
Por un instante Octavia dejó de hacer lo que estaba haciendo,  le pidió que tome asiento: -Felicitas lo has pensado bien, sabes que ir a buscar a Ondina no va ser fácil. No tienes cómo saber donde se encuentra- insistió Octavia 
-Señora, perdóneme, se que usted ha tratado de ayudarme pero ahora le digo que no puedo esperar más, han pasado varias semanas y Ondina no escribe, no puedo seguir aquí mientras ella está lejos- contestó Felicitas con voz triste. 
-Comprendo tu situación y no puedo detenerte contra tu voluntad pero es mi deber advertirte que es una locura lo que vas hacer. No es fácil llegar hasta el lugar, además como vas a llegar, no conoces a nadie- comentó muy seria Octavia quería que Felicitas piense en lo que iba hacer.
La pobre mujer volvió a pedir perdón a su señora: -perdóneme, si sigo esperando voy a enfermar. Usted se va quedar sin nadie en la cocina-. 
Octavia la interrumpió -eso ahora no es el problema. Te pido que reflexiones y te detengas-.
Felicitas estaba decidida, no había nada que podía detenerla. Al día siguiente con su atado de ropa en las manos, igual que lo hizo su hija. Se despidió de Octavia y agradecio toda su ayuda.
-Todavía estas a tiempo de retroceder Felicitas, los hijos toman su camino y los padres no podemos hacer nada para impedirlo, es la ley de la vida-. habló Octavia.
Felicitas agachó la cabeza, quería partir para buscar a su hija. Con el dinero de su pago y su ropa dejó la casa familiar donde trabajó tanto tiempo. 
Octavia, en el pequeño salón reflexionaba sobre la situación, era algo que siempre lamentaría. Felicitas y Ondina  habian trabajado en la casa familiar por mucho tiempo, Octavia las consideraba parte de la familia y siempre tuvieron un trató considerado en casa. Pero el final de esta historia es que nunca volvió a saber de ellas. No supo si madre e hija se reunieron y si estaban viviendo en algún lugar de la selva o tal vez una de las epidemias que azotaban en aquella época la region, se las había llevado. Octavia hizo lo imposible por detenerlas pero ninguna de las dos escuchó sus palabras y advertencias.


CONTINUARÁ.     
         
     
              

  
       


 

lunes, 23 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En la oficina del almacén, Guillermo pidió que le traigan todos los archivos del último mes y que vayan a buscar a su casa al empleado del turno de la tarde, era urgente y debía presentarse a la brevedad posible.  
Simón Reyes acudió de inmediato al almacén aunque todavía no era la hora de su ingreso al trabajo pero el carácter de urgencia le hacia suponer que algo grave pasaba.
-Señor, aquí esta Simón Reyes, el encargado del turno de la tarde- dijo el asistente de Guillermo.
-Que pase ahora mismo- contestó muy serio.
-Buenas días señor, en que puedo servirle, mi turno recién empieza en la tarde- Simón contestó con voz apenas audible al darse cuenta que el jefe estaba molesto.
-Quiero que me expliques ¿dónde esta la factura del último envío de una carga de maquinarias? y ¿Cuál ha sido su destino?. Aquí solo está la orden de salida y nada más- señaló Guillermo a Simón.
-Señor, debe haber una confusión, todo cargamento que sale de este almacén es debidamente controlado en mi turno, yo soy el responsable y nada se envía sin el sello de inspección-.
-Entonces quiero que me digas ¿dónde está la factura de ese cargamento?- volvió a preguntar -Es una maquinaria valiosa y no puede desaparecer como si nada- Guillermo estaba a punto de perder la paciencia, hasta ese momento no había una explicación clara sobre la carga.
Simón corrió a los archivos del almacén, para buscar el documento, tal vez pensó que la factura por error había sido archivada en otro mes o en otro lugar pero no encontró nada. Buscó y buscó y no aparecía el documento, se preguntó ¿cómo había sucedió ese grave error?. Era difícil la situación, su trabajo estaba en peligro y si no aparecía la factura ni la carga, con su sueldo nunca podría pagar el valor de dicho cargamento. Sintió terror de imaginar ir a prisión por algo que no había cometido. 
Guillermo ordenó a su asistente que se quede en el almacén para ayudar a encontrar la factura aunque tengan que voltear todos los archivos. Él debía regresar a la oficina para hablar con el señor Fischer, era mejor que se entere del problema  por sus palabras a que un tercero vaya y le cuente sobre la situación.  
En la oficina todos los empleados vieron entrar a Guillermo, parecía que ya sabían lo que sucedía porque lo miraban con expresión de interrogación en el rostro.
Otto Fischer se encontraba en su oficina, Guillermo pidió hablar con él. El jefe lo hizo pasar, una vez frente a Otto Fischer, Guillermo prefirió hablar sin rodeos. Lo más grave era que el cargamento con la maquinaria había salido hace más de una semana del almacén, así figuraba en el documento de inspección. 
Como se esperaba Otto Fischer monto en cólera, cuando se enteró del problema ¿cómo era posible qué suceda algo así y qué recién se entere después de una semana?. Es tu responsabilidad gritó a Guillermo, éste contestó que no iba a descansar hasta que no sepa donde estaba la maquinaria para recuperarla. Los dos hombres hablaban en voz alta y discutían en alemán. Los demás empleados de la empresa estaban mudos, nadie se atrevía a levantarse de su sitio. En la oficina del jefe se había desatado una tormenta.  
Guillermo no estaba dispuesto a soportar más desaires de Otto Fischer, había llegado a un límite. Le aclaró cual era su situación en la empresa y el maltrato al que era expuesto -Usted no me deja trabajar y el ambiente en la oficina es cada día imposible, nadie puede estar bajo tanta presión. Tiene que comprender señor Fischer-. Ambos hombres seguían en un intercambio de palabras y solo ellos entendían lo que hablaban. Guillermo para cerrar la discusión se comprometió a encontrar la carga cueste lo que cueste. Salió de la oficina del señor Fischer sin pedir permiso, estaba cansado y demasiado molesto para seguir escuchando sus palabras. Fue claro al exponer el problema. Caminó a su oficina cerró la puerta con llave y salió de la empresa a la calle, necesitaba respirar profundamente para calmarse, era necesario pensar con serenidad. Le había dicho muchas verdades a Otto Fischer porque era necesario detener el  mal ambiente que se había formado entre los dos. 
Mientras tanto en el almacén los empleados buscaban en el archivo documento por documento y la factura no aparecía, a Simón se le ocurrió que el encargado del transporte podía saber donde había llevado la maquinaria. Le habló al asistente de Guillermo para ir a buscar al empleado del transporte pera preguntar sobre la carga y si tenía la factura en su poder. Era algo insólito y poco profesional darle la factura a un encargado fuera del almacén pero había que preguntar a todos los involucrados en la operación. Tardarían varios días en saber la verdad o quizás no podrían llegar hasta el fondo del problema. Todo dependía del tiempo.
Más tranquilo y sosegado Guillermo regresó al almacén, no habían buenas noticias, la factura seguía sin aparecer pero su asistente le comunicó la idea de Simón y que se había ido a buscar al empleado del transporte.
-Es una negligencia está situación pero se debe buscar en todas partes- contestó Guillermo y volvió a salir del almacén. Estaba dispuesto a llegar hasta lo último para recuperar la carga, cuanto más tiempo pasaba era posible que se pierda en el camino.
Regresó a la oficina y llamó al contador quería saber si tenía algún registro de dicho cargamento.
El contador se presentó con Guillermo: -señor, en mis archivos no hay un registro de esa maquinaria pero debo buscar en los libros contables para saber si está registrada una última  cancelación-. contestó y salió a buscar en los archivos.
Después de dos horas regresó el contador: -señor Genscher, he encontrado está factura que es la ultima que se firmó pero no tiene fecha de cancelación y no hay más copias de registro- comentó preocupado el empleado, este descuido también lo involucraba en el problema del cargamento perdido. 
-Pero... ¿cuál es tu trabajo en todo esto? tú sabes bien que debes controlar, el dinero que entra o sale de la empresa y en este grave error no hay disculpas. Con que clase de personas estoy trabajando que no son profesionales en lo que hacen- contestó Guillermo perdiendo la calma y levantó la voz.
-Señor, aquí en el documento dice que la carga fue despachada a la ciudad de Arequipa- contestó el contador y le entregó la factura en las manos.
Guillermo vio la factura, no tenía sello ni fecha de cancelación pero al menos se sabía donde había sido enviada la carga y cual fue la verdadera intención en todo esto.
-Vamos al almacén tengo que hablar con todos ustedes- ordenó Guillermo y salió de su oficina en compañía del contador.
En el almacén reunió a todos los involucrados, Simón ya había regresado de buscar al encargado del transporte. 
Guillermo les habló a todos ellos con fuertes palabras estaba disgustado, no se podía tolerar un error de esa magnitud. Es imposible para la empresa tolerar un descuido así,  agregó: 
-Qué clase de profesionales son ustedes, esto ha sido una cadena de errores imperdonables. Una factura sin cancelar, un envió al sur del pais con una carga valiosa. No puede suceder en una empresa que se jacta de ser una de las primeras en el mercado. Del almacén no debe salir ni un tornillo, sin el debido registro y factura-. 
Estaba lleno de ira con todos los involucrados. La primera orden fue mandar a su asistente a la ciudad de Arequipa para que se encargue de rescatar la carga de las manos de un cliente conocido de la empresa, por suerte este señor era una persona seria para los negocios. Con los demás involucrados pensaría que medidas tomar. Solucionar el problema y traer la maquinaria a Lima, era prioridad.
Bastante tarde en la noche Guillermo llegó a casa, Emiliana lo esperaba despierta y Lizel dormía profundamente en su moisés. El padre se acercó para ver a su hija a la que amaba profundamente. Besó su frente, luego abrazó a su esposa y dijo -querida estoy muy cansado, si hubiera algo de cenar te agradecería-.
Emiliana en ese momento no  preguntó nada. Notó a su esposo cansado y preocupado. Fue a la cocina para servir ella misma la cena. 
Cuando Guillermo terminó su cena comentó con Emiliana los problemas del trabajo, no entró en detalles porque no deseaba preocuparla más allá de la cuenta. Le contó que se había formado una situación incómoda en la empresa. En los próximos días tomaría algunas medidas para corregir el problema. Los jóvenes esposos se fueron a dormir y no se habló más del trabajo ni de la empresa.
En la mañana del día siguiente, en la oficina de Otto Fischer, Guillermo comentaba con su jefe sobre los avances del caso. El trato entre los dos hombres era frío y cortante: -Señor Fischer, hoy día esta saliendo mi asistente a la ciudad de Arequipa para rescatar la carga a donde fue enviada por error. El cliente no tenía la culpa del problema, el descuido fue en la empresa-. 
Otto Fischer escuchó bastante serio la explicación de Guillermo. Al terminar de hablar se puso de pie y se retiró de la oficina. Se podía  sentir en el ambiente una fuerte discrepancia entre jefe y empleado. 
En su oficina a puerta cerrada y sentado en su escritorio, Guillermo pensaba que iba hacer con los empleados del almacén, a él le disgustaba tener que despedir gente de su trabajo pero como confiar en ellos para el mañana. Siempre quedaría la duda de su desempeño, además el señor Fischer pediría las cabezas de todos los involucrados. 
Antes de tomar alguna decisión sobre los empleados, necesitaba saber que la maquinaria fue recuperada y para ello pasarían algunos días. 
Nada se podía adelantar al respecto, hasta recibir un telegrama de su asistente con buenas noticias de la ciudad de Arequipa.
Emiliana conversaba con su madre cuando ella fue a visitarla, comentó sobre el trabajo de Guillermo y los problemas que había tenido.
-Querida Emiliana, siempre existen problemas, tú debes ser un apoyo para tu esposo y trata de aliviar sus preocupaciones, debes comprender que eso es inevitable- aconsejaba Octavia a su hija.
En la casa familiar, Octavia comentó con Aníbal el tema de conversación con Emiliana y éste contestó: 
-Te advertí Octavia que Guillermo tenía problemas en el trabajo y deben ser bastante graves como para estar distraído cuando hablaba con él. Espero que todo encuentre solución- señaló Aníbal sobre la conducta de Guillermo. Los padres de Emiliana confiaban que así debía suceder.
Un día antes,  Ana Luisa y Reyna habian visitado a Octavia, ambas comentaban sobre el progreso en el trabajo de la Damas del Patronato. 
-Octavia, mañana tenemos una visita con el alcalde, no sé si puedes acompañarnos, queremos pedir su ayuda con una donación.
-Por el momento deben perdonarme queridas amigas, no puedo asistir a la visita con el alcalde tengo algunos temas que solucionar en casa. Sé que ustedes me comprenden, además debo decir que están haciendo un trabajo excelente sin mi ayuda. Toda la ciudad sabe que así es- de esta manera Octavia se disculpaba con las Damas del Patronato.   
Ana Luisa y Reyna se habían marchado cuando Octavia fue a la habitación, cerró la puerta con llave, abrió su ropero, movió el seguro que dejaba libre el fondo falso del mueble. En ese lugar guardaba documentos importantes de su casa y otras propiedades que eran suyas. También guardaba sus joyas y las joyas de la herencia de Rubí. Su interés era buscar un documento de una de las casas que alquilaba. Sus actuales inquilinos la iban a desocupar porque se iban a vivir a otra ciudad. Octavia encontró el documento que buscaba y además la caja con el collar que la tía Esperanza le había regalado un año antes. El collar era una pieza hermosa de joyería, con piedras de agua marina y broche de oro. Cuanta historia y recuerdos tenía ese collar que perteneció a la madre de su padre y de la tía Esperanza.  Octavia se acordó de ella, hace varias semana que no le escribía,  era un grave olvido con una mujer que era tan buena y tan dulce. Ir a visitarla sería mejor que escribir una carta.        
Octavia en la noche habló con Aníbal sobre la intención de ir a visitar a su tía: -Saldría muy temprano en la mañana con Antonia como dama de compañía y estaría de regreso antes del anochecer ¿qué te parece querido?- preguntó a su esposo.
-Creo que es buena idea pero tu tía debe estar bien cuando Casilda su ama de llaves no envía un telegrama de urgencia.
-No debemos esperar que eso suceda para visitarla, tal vez este verano no podamos ir de visita a su casa. Lizel todavía estará pequeña para llevarla a la playa.
Antonia interrumpió la conversación de los señores, traía en las manos una carta. No puede ser, pensó Octavia tal vez era de la tía Esperanza pero estaba equivocada, la carta venía de la ciudad de Iquitos y era para Felicitas. 
La respuesta a la misiva enviada por Octavia fue rápida. El depósito en el correo de Lima se hizo hace unas semanas.
-Llama a Felicitas, es importante que escuche lo que dice esta carta- ordenó Octavia  a la joven. 
Con el corazón en la mano Felicitas se presentó en el pequeño salón. Octavia tenía aún la carta cerrada, deseaba la presencia de la madre de Ondina para abrir el sobre.
-Ha llegado la carta que tanto esperábamos, tienen que ser buenas noticias. Felicitas  debes tener esperanza para saber de Ondina. Sin embargo diga lo que diga, no pierdas la fe. Tu hija está bien- agregó Octavia para tranquilizar a Felicitas.  
Octavia al abrir la carta, las manos le temblaban que noticias traería la misiva para aliviar el corazón de una madre que sufría por la ausencia de su querida hija. 


CONTINUARÁ      

    
       
           


 

lunes, 16 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Octavia terminó de escribir la carta a nombre de Felicitas, para el dueño del hospedaje en la ciudad de Iquitos, con esto  pensaba que él podía saber algo sobre el paradero de los jóvenes que se alojaron en su hostal. Con el envió de la carta tenía la esperanza de averiguar donde estaban Umberto y Ondina.
-Felicitas, esta carta debe ser enviada hoy día para que llegue lo más pronto a su destino. Llama Antonia para que la lleve al correo. 
Felicitas fue de inmediato a buscar a la joven:
-Antonia, la señora Octavia te necesita en el salón, vamos ven conmigo- la muchacha dejo de hacer lo que estaba haciendo y obedeció la orden de Felicitas. 
En el pequeño salón Octavia le entregó la carta para que la deposite en el correo, le pidió  que no se demore ni se detenga en el camino. Antonia con la carta y el dinero en las manos salió a cumplir las ordenes de su señora. 
Felicitas de pie frente al escritorio agradeció a Octavia el envió de la carta y también sus palabras de aliento y serenidad. 
-Señora, no sé como agradecer a usted la ayuda y las consideraciones hacia mi persona-.
-No tienes que agradecerme nada- contestó Octavia -entiendo muy bien tus temores y preocupación por Ondina, no olvides que yo también soy madre. Ahora tenemos que esperar con paciencia la respuesta a nuestra carta, roguemos que no demore muchos días-. Octavia dio por terminada la conversación. 
Felicitas pidió permiso para retirarse y fue a la cocina donde lloró desconsoladamente, rogaba al cielo tener pronto noticias de su hija. Ni por un segundo deseaba imaginar lo peor, no quería pensar que Ondina estaba perdida en medio de la selva. No saber de ella la ponía nerviosa y lloraba.
Octavia se puso de pie y se acercó a la ventana del salón que daba al patio principal, desde ahí podía observar las margaritas que florecían y los hermosos helechos que rodeaban al árbol de limón. Recordaba a Ondina y su terca decisión de viajar a un lugar tan lejano por ese entonces. Nadie sabía cómo estaba o lo peor ¿dónde estaba?. Según lo que Aníbal había comentado: - Octavia, uno de mis  amigos que conoce la selva, me ha informado que las condiciones de trabajo en una plantación de caucho no son de las mejores-. 
En casa la familia y Felicitas  debían esperar y rogar que llegue respuesta desde la ciudad de Iquitos.
Antonia regresó del correo, se presentó en el salón y dijo:  -señora en la puerta principal hay una señora que pregunta por usted, dice que es su vecina Soledad-.
-¡Oh, no!- se lamentó Octavia, esa visita era como para coronar el día y mandó Antonia que la haga pasar. 
Un minuto más tarde, Soledad entraba al salón -¡querida Octavia!- exclamó -tu casa es tan grande y cómoda, con gusto viviría aquí- contestó con algo de afectación en la voz.
-Gracias estimada Soledad, en que puedo servirte- y la invitó a sentarse en el sillón frente a su escritorio. 
-No querida amiga, no vengo a molestarte, mi visita es para felicitar a Emiliana y a ti por la linda bebé que acaba de nacer en la familia, además traigo un pequeño presente para ella. Ábrelo, por favor-.   
Octavia tomó el regalo que Soledad había puesto sobre su escritorio y lo abrió. Su sorpresa fue mayúscula al ver que era una hermosa colchita tejida a crochet para Lizel.  Que trabajo tan delicado, que belleza. 
-Soledad gracias por tanta molestia, no sabía que tenías gran habilidad con el tejido, es una bella colcha- contestó Octavia mientras admiraba el hermoso tejido. 
-No es ninguna molestia Octavia, yo estoy feliz de traer este regalo a la bebé de Emiliana y puedo decir que el tejido es una de las muchas habilidades que poseo- esto dijo Soledad sin demasiada modestia.
Cuando llegó Aníbal a su casa, Soledad ya se había ido.  Octavia comentó con  él sobre regalo  para Lizel.
Aníbal viendo la pequeña colcha dijo: -querida, tengo que decir que es un trabajo de calidad y un fino regalo, Soledad se ha superado a si misma-.
-Si, la verdad es que a mí me ha sorprendido su actitud y al margen de su carácter y personalidad reconozco que nuestra vecina tiene gran habilidad para el tejido. No sabía que apreciaba  a Emiliana- contestó.
Octavia, también contó a su esposo sobre la carta que había escrito para la ciudad de Iquitos, quería ayudar a Felicitas para tener noticias de Ondina.
-No sé que decirte, esa joven con su partida ha puesto a la madre al borde de una crisis-. contestó Aníbal preocupado por su situación como todos en la casa.
En la tarde después del almuerzo, Octavia llevó a Emiliana los regalos para Lizel que mandaron a su casa. Acompañada por Antonia traía dos bolsas grandes, tuvo que alquiler un coche que las lleve hasta el centro. 
-Emiliana aquí están los regalos para Lizel de parte de tus amigas del colegio, de mis amigas las Damas del Patronato, Rosalina y  de Soledad- decía Octavia y abría las bolsas para que su hija vea los presentes.
-Madre que lindos regalos para mi hija y que detalle delicado  de cada una de ellas-.
-Si, todas ellas te mandan muchos saludos y felicitaciones por el nacimiento de Lizel- contestó su madre y pidió permiso para entrar a la habitación donde descansaba la bebe.

-Me alegra que Lizel duerma los primeros meses en un moisés, es pequeña y necesita estar cerca de ti para que sea más fácil atenderla si llora en la noche-.
Su madre también comentó que el domingo venia de visita toda la familia, -Rubí está ansiosa por conocer a la bebé-.
-Madre, yo los espero a todos, me siento feliz de recibirlos en mi hogar. Guillermo disfruta mucho de su compañía- señaló Emiliana.
A los pocos minutos Lizel se despertó, Octavia la tomó en sus brazos, se sentía feliz de poder abrazar y besar a su nieta. Emiliana sonreía y se acomodó en la mecedora para dar el pecho a su hija. 
Lida entró en la habitación, traía un azafate con el servicio te y masitas dulces para invitar a la señora Octavia.
Antonia y Lida en la cocina hablaban sobre la bebé y de las jóvenes señoras, las dos coincidían en que no podían tener mejores trabajos.
La tranquilidad de la tarde invitaba hablar de los primeros días de nacida de Lizel. Madre e hija disfrutaban conversar sobre temas del hogar. 
Octavia con pena se despedía de su hija después de pasar la tarde en su casa, no quería llegar de noche a su hogar. Abrazó a Emiliana, besó sus mejillas y luego besó a su nieta. En la puerta de casa volvió a repetir: -mi niña, el domingo venimos todos a visitarte-  bajo los escalones del segundo piso y  se marchó en compañía de Antonia.  
Guillermo llegó a su hogar después de una hora que Octavia se había despedido. Besó a su esposa y cargó a su hija. Él había tomado la costumbre desde el primer día de su nacimiento hablar y cantar en alemán  a Lizel. Conversó con Emiliana la importancia de que aprenda los dos idiomas. Ella estuvo de acuerdo y se detenía a escucharlo cantar canciones de cuna y hablar en su lengua materna, era tan amoroso con Lizel, sentía emoción al ver el amor que el padre profesaba por su hija.
La intención de Guillermo era que Lizel en un futuro cercano pueda escribir a su abuela de Alemania y sostener una correspondencia con ella para contarle sobre su vida en su pais. La madre de Guillermo tenia fotos de su nieta que él había enviado cuando llevó a Lizel y a Emiliana al estudio de fotografía. En su carta le decía -madre aquí te envió una foto de Lizel, mi pequeña hija-.  
En los últimos días, Emiliana había notado a Guillermo preocupado y a veces tenso, solo se tranquilizaba cuando le cantaba a su hija pero luego volvía a estar preocupado. Ella preguntó a su esposo que pasaba y si podía ayudarlo en algo. Él contestaba que no se preocupe eran cosas del trabajo pero nada importante, seguro ya va a pasar. No quería preocuparla, con Lizel tenía bastante trabajo.
El domingo la familia en pleno llegó a la casa de Emiliana y Guillermo, Aníbal cargó a Lizel y se mostraba feliz con ella en sus brazos, era un momento familiar. Rubí no podía dejar de jugar con la bebe, con mucho cuidado tomaba sus manitas y también cantaba dulces canciones de cuna.
-Madrina la bebé está feliz cuando le canto, ella sonríe y me escucha con atención- señalaba Rubí. 
Octavia le explicaba que a Lizel le gustaba escuchar canciones porque su padre siempre le cantaba. 
La familia pasó una tarde de domingo amena y entretenida. A la hora de despedirse Octavia aún no se acostumbraba que su hija viva en otra casa y tenga su propio hogar pero  la vida era de esa forma y así debía aceptarlo.  Aníbal también extrañaba a su hija no fue fácil verla partir. 
En el camino de regreso Rubí conversaba de como le gustaba Lizel -madrina es tan lida y huele muy bien- la bebé había conquistado su corazón.
Manuel se sentía como todos responsable por Emiliana y Lizel, él quería a su sobrina a pesar que recién tenía solo unos días de nacida.
En el trabajo los problemas de Guillermo no terminaban  era una constante estar atento a cualquier falla que podía existir en el envió o compra de algunas máquinas. Esa mañana debía ir al puerto con su asistente para embarcar maquinaria pesada con destino al sur. Salió temprano de su casa, le dijo a su esposa que tal vez regrese tarde en la noche. Emiliana ya estaba acostumbrada al trabajo de Guillermo y no se sorprendía si llegaba tarde.
Las discusiones con Otto Fischer, su jefe, por el momento habían disminuido, no lo veía muy seguido por la oficina y eso le daba tranquilidad, además podía organizar mejor su trabajo sin la presión del jefe. 
Aníbal en un comentario a su esposa le había dicho que en la última visita a la casa de Emiliana, notó a Guillermo preocupado y por momentos poco atento a la conversación de su suegro, tal vez en el trabajo tiene problemas comentó.
Octavia recordaba  ese comentario de la noche anterior, se preguntó ¿qué pasaba con Guillermo? ella pedía al cielo que no sea nada grave y solo algunos problemas que se pueden solucionar. Su yerno era un hombre hábil y responsable en su trabajo. 
Desde que el padre Benito visitó la casa de la familia para darle las bendiciones, el alma que recorría la propiedad no aparecía, era un verdadero alivio. Con las misas ofrecidas en la iglesia  para su descanso eterno y las dos visitas que hizo al campo santo donde reposaban sus resto para llevar flores. Octavia sentía paz y no quería volver a saber de él.
En su habitación ordenaba la ropa que Antonia debía lavar, eran varias prendas, un instante dejó de hacer aquello y se detuvo, sobre la cómoda tenia la foto de su prima Blanca, había pasado tanto tiempo desde su partida. Octavia siempre la recordaba fue como una hermana para ella y una amiga de sus juegos infantiles cuando eran niñas. 
El día estaba frío en la ciudad, todavía no se declaraba la primavera.
Guillermo en su escritorio revisaba los libros y facturas de la semana. Su asistente interrumpió el trabajo.
-Señor, revisando los documentos de la semana para ponerlos en orden y luego archivarlos, me di cuenta que faltaba la factura de la última entrega de una carga de maquinarias, está la orden de salida pero no la factura de cancelación y además no se sabe donde fue enviada. En pocas palabras esta perdida-.
-¡Cómo qué está perdida!- levantó la voz -una carga no  puede desaparecer y menos de las dimensiones  de ese envió- contestó Guillermo - seguro en el almacén deben tener el documento que falta y deben saber donde esta la carga, vamos para allá-. ordenó a su asistente.
Guillermo llegó almacén para averiguar sobre el envió de la maquinaria, el jefe del turno de la mañana no sabía nada al respecto -Señor aquí toda carga esta debidamente registrada, nada sale sin un documento de inspección.  Este tramite debió hacerlo Simón, él es el encargado del almacén en el turno de la tarde-.
¿Dónde estaba la carga? y ¿Quién había realizado el trámite? Guillermo estimaba el valor de esa maquinaria en una fuerte suma de dinero. Se podía suponer cualquier cosa pero una carga de esas dimensiones no desaparecía de la noche a la mañana. Había que encontrar al culpable y recuperar la  maquinaria lo más pronto posible antes que se declare una pérdida para la empresa.


CONTINUARÁ     
          
   

   

     
   
      
               


 

lunes, 9 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En la casa de Octavia todo era felicidad, la familia se disponía a desayunar y luego ir al hospital a visitar a Emiliana y a la bebé recién nacida en el pabellón de maternidad.
Octavia no podía esperar más y comentaba con su esposo:
-Aníbal tenemos que darnos prisa para salir al hospital, Emiliana seguro nos espera-.
-Querida, no podemos llegar al hospital antes de la hora de visita, recuerda que el horario es muy estricto- contestó su esposo para tratar de calmar los nervios de Octavia. 
-Madre- agregó Manuel -debemos esperar hasta las diez de la mañana para entrar al hospital, nada hacemos yendo antes de tiempo-.
Octavia sabía que era cierto lo que decían sobre el horario de visita, pero su amor de madre la apresuraba para ir a visitar a Emiliana. Los recuerdos venían a su mente cuando era ella la que daba a luz a su hija. Ahora se encontraba Emiliana en el mismo lugar y había pasado la prueba que toda mujer embarazada pasa. El temor natural del parto y las consecuencias de lo que puede suceder, es una realidad. Según el mensaje de Guillermo, la madre y la bebé estaban bien, lo mejor era serenarse para esperar la hora de visita.
Aníbal por otro lado, parecía tranquilo pero en el fondo lo llenaba la incertidumbre por saber de su hija y de su nieta,  él deseaba que pronto transcurra  la hora y se cumpla el horario para ir al hospital.
El deseo de los padres por ver a su hija eran comprensibles pero ella no estaba sola, Guillermo se encontraba a su lado y la atendía en lo que fuera necesario. La joven madre se sentía tranquila y feliz, el miedo y el dolor habían pasado, su parto fue rápido y sin peligro.
A las diez de la mañana, hora de visita llegó la familia al hospital. Emiliana descansaba y Guillermo estaba a su lado, la bebé dormía en una pequeña cuna al costado de la cama. Octavia fue la primera en entrar y atrás llegaron Aníbal y Manuel, todos al mismo tiempo preguntaban como se sentía: 
-Estoy bien no se preocupen- decía Emiliana y sonreía a sus padres y hermano. Ellos se acercaron a la cama y la abrazaron, luego se asomaron a la cuna para conocer a Lizel: -es hermosa y rosadita- comentaba Octavia y no podían dejar de verla, nadie se atrevía a tocarla todavía ni a besarla, era mejor así para evitar llevarle algún virus. Una enfermera entró a la habitación y se llevó a la bebé. Había muchas personas presentes y era importante proteger a la recién nacida.
Aníbal se sentía feliz, su hija estaba bien y su nieta saludable, Guillermo contaba a todos como había sido el aviso para llevar a Emiliana al hospital. 
-Octavia, fue mejor venir al hospital para tener a la bebe que esperar el parto en la casa, aquí la han atendido bien, las enfermeras y doctores conocen a Emiliana y todos estuvieron pendientes de ella- decía Guillermo.
-Si es bueno estar en el hospital para cualquier caso de emergencia en un parto- señaló Octavia mientras arreglaba el cabello de su hija. 
La familia se quedó hasta que terminó la hora de visita, después de despedirse todos se fueron a  casa
-Aníbal, me siento tan feliz que nuestra hija y nieta se encuentren bien  de salud, es un alivio saberlo. Te diste cuenta lo hermosa que era Lizel- agregó la madre de Emiliana que no podía ocultar su alegría.
-Todos estamos contentos de que así sea y que nada malo sucedió, Lizel es una bebé hermosa y saludable- contestó Aníbal para darle la razón a Octavia, un final feliz era necesario.
Las amigas de Emiliana que se habían enterado que ella había tenido su bebé, visitaban la casa de Octavia para llevar sus presentes. En el hospital solo la familia cercana era recibida, un recién nacido no podía estar expuesto a tanta gente, decían las enfermeras. 
Octavia agradecio los presentes y les comentaba que Emiliana y la bebé gozaban de perfecta salud y que pronto estaría en su casa. 
Lorena tenía que esperar el primer día de su descanso en el trabajo para ir a visitar a su amiga, se prometió así misma que iría a su casa en cuanto quede libre, ella deseaba felicitar a Emiliana por la buena nueva y conocer a la bebé. 
Las Damas del Patronato en su visita a la casa de Octavia, la felicitaban por el nacimiento de su nieta y enviaban saludos a Emiliana, cada una traía un presente para Lizel. 
-Octavia te veo tan feliz que el rostro se te ilumina de alegría- decía Reyna -ahora por fin se acabo la preocupación y puedes disfrutar de tu nieta y apoyar a Emiliana-.
-Claro Octavia, todas estamos felices porque el parto llegó a un final feliz y puedes descansar de tanta angustia- señaló Angelina. 
-Querida amiga, te quiero dar un abrazo de felicitaciones por la linda bebé- Ana Luisa se puso de pie, abrazó a Octavia, luego volvió a tomar asiento y agregó -ahora queridas amigas deseo contar a todas sobre el niño que fue encontrado en la iglesia y que no tuvo la suerte de tener una familia que lo ame ¿se acuerdan del caso?. Como todas saben, nuestra amiga Catalina y su esposo desean adoptarlo, los dos se presentaron ante el juez que ve los casos de menores en están en peligro y abandono, éste les contestó que no podía dar el permiso para la adopción porque los padres existen y ellos son los primeros en tener el derecho sobre su hijo, por el momento tienen que seguir con el cuidado del niño y nada más. Se dan cuenta amigas que situación tan complicada. Esa criatura necesita un nombre, nadie sabe como se llama y el colmo de la situación no puede ser adoptado. Catalina y Rene, van a consultar con un abogado. Los padres tal vez no sean ubicados en muchos años y mientras el niño ¿cómo va a vivir?  ¿cómo se va a llamar?. Es injusto e inhumano que no se pueda resolver este caso-. terminó de decir Ana Luisa con tristeza. 
Octavia conocía el caso del niño y también conocía a Catalina y a su esposo, no podía comprender porque era tan difícil adoptar al pequeño que los padres abandonaron sin tener piedad de él.
-Espero que el caso del niño se resuelva para felicidad del menor y de nuestros amigos que le quieren dar un hogar. También quiero agradecer a todas por sus palabras de felicidad para Emiliana y los  presentes para mi nieta Lizel. Mi hija se siente tranquila y feliz por el nacimiento de la bebe  y mañana debe estar saliendo del hospital- las palabras de Octavia a sus amigas eran de agradecimiento. 
Aparentemente el caso del niño de la iglesia, como algunos lo llamaban llevaría un tiempo en resolverse, mientras el pobre angelito no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor y seguía bien cuidado en casa de Catalina y Rene.
En la noche a la hora de la cena Octavia hablaba con su esposo sobre el caso del niño:
-¿Cómo se puede resolver ese problema? es terrible que el juez no contemple el lado humano de la situación, si ese pequeño fue dejado en la iglesia, significa que sus padres no querian tenerlo-
-Octavia, lo que yo pienso es que, el juez está dando tiempo para que el comisario y sus efectivos encuentren a los padres y se investigue el porqué abandonaron a su hijo, pueden tener muchos motivos, es posible que la falta de dinero para mantenerlo sea uno de ellos o tal vez sea verdad que no lo quieren, por eso se debe esperar y después ver la forma de resolver el caso. Estoy de acuerdo con Catalina y Rene que consulten con un buen abogado para que los aconseje en la adopción, en caso de no encontrar a los padres. Imagina si pasa el tiempo, los padres aparecen y el pequeño tiene otro nombre y otros padres. Sería un problema para el niño y  para los padres adoptivos- finalizó Aníbal. 
Octavia contestó -tienes razón en todo lo que dices, pero algo se debe hacer para solucionar el caso del pequeño, este niño no puede quedar sin nombre y sin hogar-.
Emiliana fue dada de alta en el hospital Guillermo la llevó al departamento donde vivían, Octavia y Aníbal llegaron en el instante que su hija se acomodaba en la habitación con la bebé que exigía toda su atención, 
-Tengo que regresar al trabajo- dijo Guillermo -no puedo ausentarme más por favor  ustedes  pueden quedarse para acompañar a Emiliana-.
-No te preocupes, ve hacer lo que debes hacer nosotros nos quedamos para atender a nuestra hija-. contestó Octavia cuando vio la cara de preocupación de Guillermo.
Los padres se quedaron con su hija, ella se sentía bien, solo se quedaría en cama unas horas y luego deseaba hacer su vida normal, no era una enfermedad lo que ella tenía, era la más bella experiencia al tener a su hija. 
Guillermo se había ausentado dos días del trabajo para estar junto a su esposa, esto le trajo algunos problemas sobre todo con su jefe que cada vez le exigía más y le ordenaba que todos los documentos debían estar al día con los envíos de maquinaria a distintos clientes en diferentes puntos de la ciudad o del país con los que tenían contratos. Los dos almacenes estaban llenos de maquinarias y repuestos, el control debía ser estricto para evitar pérdidas y confusiones, nada podía quedar al azar. Cualquier error podía convertirse en un grave problema para Guillermo, su relación con Otto Fischer era distante y no muy agradable. El trabajo se volvía cada vez más complicado de llevar pero él tenía una familia por quien velar y no podía decir "Hasta aquí hemos llegado señor Fischer". 
Octavia y Aníbal visitaron a Emiliana y la bebé hasta el medio día. La madre ayudaba a su hija y le daba algunos consejos sobre el cuidado de una recién nacida, de como debía vestirla, darle el pecho y todo lo que ella no sabía. Lida, la joven que la ayudaba en la casa estaba atenta al cuidado y los pedidos de la joven señora. Sus padres se podían ir tranquilos y regresar mañana. 
-Estoy bien no se preocupen por mí, Lida es muy buena en su trabajo y me apoya con Lizel-.
Los padres se despidieron de su hija, ellos estaban sorprendidos con que serenidad Emiliana manejaba  su hogar, la bebé tenía una madre atenta y dedicada y Guillermo una esposa que lo amaba. 
Cuando llegaron a casa Aníbal y Octavia. Felicitas pidió hablar con los señores, ella quería felicitarlos por la bebe recién nacida y mandar muchos saludo a Emiliana. 
-Señor Aníbal, señora Octavia yo quería saludarlos por el nacimiento de su nieta y mandar de mi parte felicitaciones a la niña Emiliana que espero ver en algún momento, ustedes y ella están tan felices con el nacimiento de la linda bebé-. 
-Gracias Felicitas por los saludos y  a Emiliana le haremos llegar tus palabras, por el momento ella no puede venir a nuestra casa con un bebé recién nacido, es imposible-. 
Felicitas se retiró a la cocina, apenas podía contener el llanto, ella en todo momento tenía presente a su hija Ondina y con el nacimiento de la bebé se acordaba aún más de ella. Se preguntaba ¿cómo estará mi hija? han pasado varias semanas desde que escribió una carta y no sé nada de ella, pensó. 
En algún momento le había preguntado al joven Manuel como era la selva amazónica, él sacó uno de los libros de su biblioteca, era un atlas, le enseño el mapa de la selva.  Leyó para ella en voz alta y le explicó como era el lugar.
Todo aquello sonaba tan lejano para Felicitas, hasta ese instante no comprendía la insistencia de su hija por querer viajar a un lugar tan poco explorado como decía el libro.
Después de atender todo lo requerido para el almuerzo de la familia, Felicitas fue a su habitación, de un cajón de la cómoda tomó el telegrama y la carta que escribió Ondina. Se lamentaba no saber leer pero abrazó la carta contra su pecho y rogaba al cielo que su hija se encuentre bien, esté donde esté. 
No era fácil seguir viviendo así, no se resignaba a estar sin noticias de su hija. Dos días después se acercó al pequeño salón para hablar con su señora.
-Señora Octavia yo deseo hablar con usted-.
Octavia creía que Felicitas venia por algún problema en la cocina: -dime Felicitas que es lo que deseas-. 
-Señora, quiero viajar a la selva para ir a buscar a mi hija, no se nada de ella desde la carta que escribió. Tengo miedo que este enferma o perdida en algún lugar, la selva es demasiado grande, lo he visto en el libro que me enseño el joven Manuel- comentó Felicitas temerosa que su señora no comprenda la situación.
-Felicitas toma asiento- contestó Octavia cuando se dio cuenta que estaba a punto de llorar -viajar ahora para buscar a Ondina no es buena idea, no sabes donde ir y a quien preguntar, lo único que conseguirías es perderte. Espera un poco, ten paciencia Ondina va escribir de nuevo, recuerda que ella prometió mandar por ti. Lo que sugiero es escribir una carta a la dirección del remitente de la carta de Ondina, ahí nos pueden dar alguna noticia sobre su paradero- acabó de decir.
Octavia, tomó una hoja de papel carta del cajón de su escritorio y comenzó a escribir al dueño del hostal donde Ondina y Umberto se hospedaron él tal vez podían saber algo. Comprendía muy bien el sufrimiento de Felicitas  y esperaba que con esto tuviera la calma que su corazón de madre necesitaba por tener noticias de su hija Ondina.  


CONTINUARÁ 
      
     
    
            
 
              

 



 

domingo, 1 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Manuel comentaba con su madre en el comedor, mientras desayunaban, su padre todavía dormía en la habitación:  
-Madre ese viaje que ha realizado Ondina y Umberto puede parecer una locura pero a mí me gustaría hacer un viaje igual para conocer la selva amazónica. Debe ser muy interesante y diferente a la ciudad que conocemos. Navegar por el río Amazonas y caminar entre la exuberante vegetación, es una nueva experiencia para el resto de la vida. Me gustaría viajar como científico que estudia la naturaleza-. 
-Recuerda Manuel que Ondina y Umberto no van de viaje en una expedición, ellos van a trabajar en una plantación de caucho y eso es diferente. Conocer la selva, esa inmensa  región de nuestro país como científico, primero debes terminar de estudiar y después se verá, de repente yo te puedo acompañar y conocer la selva que solo sabemos de ella a través de los libros.
-Madre debes estar bromeando como voy a viajar contigo, mis amigos después pensarían que no he crecido. Disculpa madre, eso no puede ser... comprende-.
-Bueno, si no viajo contigo lo haré con tu padre, a mí también me gustaría  conocer muchos lugares de nuestro país- señaló Octavia a su hijo que no creía que su madre hablaba en serio. 
Aníbal ya se había levantado de la cama y se presentó en el comedor para desayunar, traía puesto su terno elegante de domingo, estaba recién peinado y perfumado, se sentó a la mesa y habló: 
-Octavia hoy día tengo una reunion con el Senador Contreras, vamos a conversar sobre temas de agricultura, es una reunión entre varios amigos, a este señor me lo presentó nuestro amigo Tarciso Vera, él conoce a muchos personajes del congreso y de la vida política, sabes bien que se presentó de candidato en las últimas elecciones y no ganó pero sigue conectado con el entorno político. Espero que el senador nos pueda confirmar algunos rumores sobre las nuevas leyes que piensan aplicar a la agricultura-.
-¡Qué bien Aníbal! espero que sean buenas noticias, supongo que vienes almorzar- contestó Octavia. 
-Si querida, si no hay ningún percance estoy aquí a la hora de almuerzo-.
Aníbal terminó el desayuno, se despidió de su familia y salió a la reunión. Octavia vio la hora en el reloj y agregó: -Manuel me acompañas a recoger a Rubí, es domingo y debe estar esperando en el internado. Le prometí que hoy día la llevaría a pasear en el tranvía, debemos salir ahora si queremos estar de regreso para el almuerzo, Emiliana y Guillermo van estar en casa como todos los domingos. 
-Vamos madre yo también quiero subir al tranvía e ir hasta el último paradero-. agregó el muchacho muy  dispuesto.
Octavia y Manuel recogieron a Rubí en el internado, la niña estaba más que feliz, su madrina le había prometido un viaje en tranvía y ella siempre cumplía sus promesas. 
En el paradero del tranvía los tres juntos esperaban, cuando éste llegó, era verdadera emoción  estar con su madrina en el primer viaje, pensó Rubí. La niña vestía un bonito traje de domingo y zapatos elegantes.
Octavia, Manuel y Rubí subieron al tranvía, se sentaron cerca a la ventana y veían en la calle pasar a la gente. El tranvía unos minutos después arrancó, avanzaba lentamente y luego fue poco a poco aumentando la velocidad. Rubí sonreía, era distinto a todo lo que ella conocía hasta ese momento, este viaje seria una experiencia que nunca olvidaría. 
-Madrina- comentó -es tan grande aquí adentro y los asientos están llenos de pasajeros, estoy feliz de viajar contigo por la ciudad-.
Octavia le dio la razón, viajar en el tranvía era distinto. La gente podía movilizarse de un lado a otro de la ciudad, resultaba más económico y rápido.
Manuel escuchaba las palabras de Rubí y pensaba, es una niña pequeña este viaje nunca lo va olvidar. 
El tranvía  hizo el recorrido de una vuelta completa y llegó al paradero inicial donde Octavia, Manuel y Rubí bajaron. El reloj marcaba las doce del día, tenían que llegar a casa para reunirse con el resto de la familia.
En el salón pequeño sobre su escritorio Octavia encontró una esquela, estaba escrita por Guillermo en ella decía que no podían asistir al almuerzo porque Emiliana se sentía cansada y prefería quedarse en casa, además su vientre comenzaba a notarse y era conveniente no salir.  
-Octavia no se preocupe su hija está bien. Ustedes pueden venir a visitarnos a las cuatro para tomar el té. Los esperamos- terminaba la nota.
Octavia se sintió más tranquila, era comprensible lo que sucedía con Emiliana, su estado estaba bastante avanzado y el trajín la cansaba.
Aníbal llegaba de su reunion en ese momento, su esposa le dijo que Guillermo y Emiliana no venían almorzar, le explicó el motivo y comentó -querido estamos invitados a su casa a las cuatro para tomar el té-.
-Claro Octavia ahí estaremos para visitarlos y ver a nuestra hija, siempre es una preocupación lo que sucede con Emiliana-. contestó Aníbal. 
-¿Qué tal tu reunión?- preguntó Octavia.
-Mi reunión, bien, conversamos sobre diferentes temas de la situación política en el país y nos dimos con la sorpresa que no se va aplicar ninguna nueva ley a la agricultura, todo va quedar como está. Nos hemos convertido en una ciudad donde los rumores van y vienen y no hay nada concreto ¿te das cuenta?. Es importante dictar algunas leyes para mejorar la agricultura en nuestro país y por ahora nada se va hacer, siempre es lo mismo- se quejaba Aníbal con su esposa.
A la hora acordada la familia visitó a Emiliana y Guillermo en su departamento, este fue decorado semanas antes por Octavia y su hija, todo lucía perfecto y los colores de las paredes combinaban con los muebles. Emiliana recibió a sus padres muy feliz mientras Guillermo en la cocina preparaba el té. Lida la joven del servicio estaba en su día de descanso. Octavia antes  había comprado unos pastelitos y masitas para acompañar el té. Toda la familia en su conjunto disfrutó una tarde cálida y familiar. Rubí comentaba con todos sus impresiones del viaje en tranvía y Manuel su deseo de viajar a la selva para conocer la región que ahora parecía tan inmensa y lejana. Octavia y Aníbal felices de ver que Emiliana estaba bien solo un poco incómoda con su vientre que cada día crecía más.  
En la casa Familiar, lunes muy temprano en la mañana, Aníbal saboreaba un aromático café en el comedor mientras desayunaba y con el diario en la mano comentaba en voz alta las noticias del día: 
-Octavia escucha, van a seguir construyendo más avenidas importantes que se van a conectar con el Nuevo Paseo Colón, el alcalde ha declarado que se seguirá con la construcción de avenidas y nuevos edificios para rodear el centro. Esta bien que sigan construyendo para ordenar la ciudad y que se cree más trabajo, no solo en la capital, también se necesitan nuevas carreteras  en el resto del pais para viajar al interior, no puede ser que uno tenga que viajar horas de horas o días de días para llegar a otra ciudad. Ahora también es importante crear industrias para el progreso, no podemos esperar a comprar todo en el extranjero-. comentaba Aníbal con entusiasmo, para él todo lo que era progreso y desarrollo estaba bien.
Octavia escuchaba con atención a su esposo, de pronto éste guardó silencio, ella sonrió y pensaba, seguro está leyendo la cotización de los metales en el mercado internacional y no quiere angustiarme. En ese instante se acordó de la conversación que Rubí le había confiado el día anterior. 
-Madrina mi tía Renata, como siempre va a visitarme al internado una vez a la semana, pero esta vez pidió hablar con la madre superiora del porqué siempre en sus visitas tenía que estar una religiosa cerca para cuidarme y que ella no podía llevar a pasear a su sobrina. -Yo soy un miembro de su familia no pueden desconfiar de mí, esta situación es incómoda, ya ha pasado bastante tiempo y me conocen bien-. 
La madre contestó -nosotros solo obedecemos la voluntad de la madre de la niña, ella fue muy clara en su testamento, cuidar y guiar sus pasos era prioridad para la señora. Si tiene alguna duda consulte con el abogado de Rubí el doctor Panduro- La madre estaba un poco fastidiada, no era la primera vez que mi tía se queja-  finalizó la niña. 
Renata, Renata siempre creando problemas pensaba Octavia, ella conocía muy bien a Aurora madre de Rubí, si no confiaba en su prima, sus razones tenía. 
La tarde se presentaba tranquila y el clima no estaba tan frio, Antonia avisó a su señora que tenía una visita, era Rosalina quien venía a buscarla, Octavia se extraño, ¿Rosalina en su casa? ¡qué sorpresa!.
En la sala esperaba la joven señora cuando Octavia entró a saludarla: -Que sorpresa, tu visita, ¿cómo estás? a que debo tu presencia, mi estimada-.
-Señora Octavia me enteré que mi querida amiga Emiliana ya no asiste al hospital desde que se casó y ahora esta esperando un bebé, quería traerle un regalo para el niño o niña. No sé donde vive, yo supuse que estaba viviendo en casa con sus padres-. comentó Rosalina muy serena.
-Gracias por el presente pero Emiliana y Guillermo viven en los bonitos departamentos que han construido en el centro son modernos y grandes. Si deseas puedes darme el regalo y yo se lo llevo a mi hija de tu parte.
Rosalina agradeció las atenciones de Octavia, pasaron gran parte de la tarde conversando, ella le contaba que Quinto estaba más que feliz por entrar al nuevo mundo del negocio del algodón, es un riesgo invertir pero usted sabe como es él. Luego le comentaba sobre su pequeño hijo -ya camina y está cada día más travieso, no se imagina la felicidad que ha traído a nuestro hogar, su padre lo adora.
-Si, los hijos son una alegría para los padres-contestó Octavia, ella podía comprender todo aquello del amor a los hijos, lo que no podía comprender era a Rosalina y Quinto y su actitud con Hortensia e Hipólito. Ésta no mencionaba a sus padres para nada. 
Terminada la visita, Rosalina se despidió de Octavia, dejó el regalo y saludos para Emiliana. Qué tristeza decía Octavia cuando se quedó a solas, es algo tan incomprensible el proceder de esta joven.
Unos días después la alegría y felicidad en el hogar de Emiliana, Guillermo había comprado la cuna para en bebe, era hermosa y del tamaño adecuado. 
-Los primeros meses va estar con nosotros en la habitación, si el bebé llora yo estaré a su lado para atenderlo- decía Emiliana a su amiga Lorena que había llegado a visitarla.
-Emiliana, es bella la cuna y tú no puedes ser más feliz, aunque tu vientre ya está muy grande y no puedes andar con tanta libertad- contestó Lorena.
-Si amiga, es verdad ya falta poco para el nacimiento y te confieso que estoy un poco nerviosa pero sé que todo va ir bien-.
Lorena comentó a su amiga que había conseguido trabajo en la farmacia de la familia Albújar gracias a la enfermera Eda que la recomendó: -Emiliana ya tenía que trabajar, tengo que ayudar en mi casa, tú sabes que el presupuesto familiar es ajustado- señaló Lorena.
-Qué buena noticia que tengas trabajo y ayudes a tu familia. La enfermera Eda es una gran persona- agregó Emiliana.
-Si- decía Lorena agradecida  -la enfermera Eda cuando puede ayudar a los demás lo hace sin demora-.  
Para Emiliana los días pasaban y el tiempo se cumplía en el calendario se acercaba la hora de dar el nacimiento. En casa de Guillermo y Emiliana todo estaba listo para recibir al bebé. Su ropita, los pañales y lo que necesita un recién nacido fueron guardados en una cómoda esperando el feliz nacimiento. 
Cinco de la mañana en casa de Octavia sonaba la campanilla de la puerta principal, Antonia casi en pijama fue atender. 
-Señora Octavia- llamó a la puerta de la habitación -ha llegado una esquela para usted y el señor-.
Octavia recibió la nota que decía -A las tres de la mañana de hoy ha nacido nuestra hija Lizel, todo fue bien, la madre y la niña se encuentran en perfecto estado de salud-. 
Octavia dio un grito de felicidad y despertó a su esposo -Aníbal ha nacido el bebé, es mujercita, tenemos una nieta y ya tiene un nombre- los dos se abrazaron de alegría, Octavia lloraba de felicidad por la buena noticia, un nuevo miembro de la familia había llegado al mundo.   


CONTINUARÁ