Octavia temerosa sacó la carta del sobre que había llegado recién. Tomó unos segundos para componerse de los nervios que la consumían, entonces leyó en voz alta para que Felicitas escuche.
Mi estimada señora decía el encabezado.
Recibí su carta el día de hoy y debo decir que me causó sorpresa que llegue a mi hostal una misiva de la capital, por eso sin demora contestó su carta.
Usted me pregunta por su hija que se hospedo en mi local, si, debo decir que fue así, lo hizo en compañía de un joven que decía ser su esposo, aunque esto ultimo yo no lo creí pues conozco bien cuando una pareja miente. En fin, tengo que ir al grano sobre sus preguntas. Los jóvenes se quedaron en mi hostal dos días, los dos estaban muy entusiasmados y me hacían toda clase de preguntas que yo contestaba con la verdad. Ellos tenían la idea que viajaban a un lugar como si fuera el paraíso pero yo les dije que no era así y que era mejor no ir a ese lugar. No me hicieron caso y pasados los dos días se embarcaron para navegar río arriba y llegar hasta la plantación de caucho. Las ultimas líneas de la carta Octavia no las quería leer porque no eran muy buenas noticias, el dueño del hostal les advirtió a los jóvenes tener cuidado y que además la paga no era como ellos imaginaban. Felicitas escuchaba con atención a su señora que leía con cuidado para no asustarla y preocuparla más allá de la cuenta. Al final el hombre se despedía y le deseaba todos los parabienes.
-Señora eso es todo lo que dice la carta, no habla más de mi Ondina ¿por qué? tal vez ella está en peligro y yo no sé como ayudarla- decía Felicitas a punto de llorar.
-Primero debes tener calma y no pensar más de la cuenta. Felicitas, el señor que se ha tomado la molestia de contestar nuestra carta, nos dice que no sabe más pero eso no significa que tu hija esté en peligro, recuerda Umberto está con ella y no creo que él le niegue su ayuda si ocurre algo. No debes atormentarte así, seguro que uno de estos días recibimos una carta de Ondina diciendo que está bien y que pronto mandará por ti- comentó Octavia para calmar a la madre que sufría por la ausencia de su hija y sobretodo el no tener noticias de ella, le causaba angustia y dolor.
-Si señora usted tiene razón, es mejor pensar que Ondina está bien y que en poco tiempo nos volveremos a encontrar. Gracias por sus palabras y su paciencia para conmigo- contestó Felicitas con algo de tristeza en la voz.
-Estoy segura que pronto recibiremos una carta de tu hija, no pierdas la fe, Ondina es una joven que sabe cuidarse y no va exponerse al peligro- contestó Octavia mientras veía el rostro de Felicitas que apenas podía sonreír.
-Si señora, con su permiso, ahora debo ir a la cocina para terminar de preparar el almuerzo- señaló Felicitas, se acercó a recibir la carta que le entregaba su señora y fue camino a la cocina.
Octavia se quedó a solas en el pequeño salón, la lectura de la carta no había conseguido tranquilizar a Felicitas. El dueño del hostal fue en todo momento sincero y les advirtió a los jóvenes sobre los problemas y la realidad de una plantación. Octavia se decía en voz alta ¿por qué Ondina? ¿por qué la terquedad de viajar a un lugar tan lejano y desconocido?. Tal vez era como decía Felicitas fue Umberto el autor de esas ideas en la cabeza de la joven.
Felicitas tenia un nudo en el estomago por los nervios, Antonia se dio cuenta que no se sentía bien, apenas comió algunos bocados del almuerzo y le pidió que la reemplace, ella se iba un momento a su habitación.
Aníbal sentía la preocupación de su esposa y preguntó -¿que sucede Octavia te noto demasiado pensativa?-.
-Si, es verdad estoy preocupada por Ondina, hoy recibimos una carta de Iquitos, era del dueño del hostal recuerdas que te hablé sobre el tema-.
-Por supuesto que recuerdo-. contestó.
-Bueno, no fueron muy buenas noticias, yo trate de cambiar algunas palabras escritas en la carta para no poner más nerviosa a Felicitas pero no sé como va terminar todo esto. Fue una necedad que Ondina haga ese viaje- contestó triste Octavia, ella apreciaba a la joven y no era bueno ver sufrir a su madre.
Aníbal movía la cabeza en señal de desacuerdo con el viaje de Ondina -ojalá tengamos pronto una carta de esta muchacha tan necia- dijo molesto.
Los esposos habian terminado de almorzar en el comedor cuando llegó del colegio Manuel, tenia tanto hambre que apenas saludo a sus padres y se sentó a la mesa para a tomar sus alimentos.
Los días pasaban en el calendario, la espera se hacia larga cuando una mañana llegó a las manos de Guillermo un telegrama de la ciudad de Arequipa, en el que decía que todo salió bien y que la carga completa regresaba a la capital. ¡Qué tranquilidad! y calma sintió con la buena noticia. Ya era hora de ponerse a escribir un informe completo sobre lo ocurrido para presentarlo al señor Otto Fischer y así él tenga en sus manos todo los hechos con respecto al cargamento y su recuperación.
En unos días más llegaría la carga, se haría una inspección detallada para estar seguros que no faltaba nada.
Guillermo regresó a su casa de nuevo muy tarde en la noche, su pequeña Lizel dormía como solo un bebe puede hacerlo. El padre besaba a su hija en las mejillas y le hablaba despacio en alemán, él no había olvidado su promesa de enseñar a la niña el idioma de su padre.
-Guillermo con cuidado no vayas a despertar a Lizel, ella hoy día ha estado bastante inquieta y no quería dormir- comentó Emiliana a su esposo.
-¡Oh! que tristeza, a nuestra bebe tal vez le dolía algo. No te das cuenta que cada día crece más y ya tenemos que cambiarla del moisés a su cuna- agregó Guillermo preocupado por su hija, él no deseaba que ni la más mínima brisa toque a su pequeña y le haga daño.
-No, no le dolía nada pero es cierto debemos de cambiarla a su cuna para que pueda dormir más cómoda, los bebes desarrollan muy pronto- contestó Emiliana y lo invitó a salir de la habitación para que le cuente como iba el problema de la carga y si ya tenia solución.
Mientras los dos esposos cenaban a la luz de las velas como si fuera una cena romántica, Guillermo comentaba con Emiliana lo sucedido en el trabajo y la recuperación de la maquinaría, claro está que no quería entrar en detalles, lo más importante lo conversó con ella.
-Que bueno Guillermo, esa es una gran noticia, ahora puedes estar más tranquilo y no tener preocupaciones en exceso- decía Emiliana a Guillermo mientras los dos cenaban en la tranquilidad de su hogar.
El día amaneció con luz plena, el invierno se alejaba lentamente. Aníbal en el salón leía las noticias de los diarios pero no podía dejar de preocuparse, el precio del algodón en el mercado internacional no subía y pronto comenzaba el tiempo de la cosecha con esos precios, no eran buenas noticias.
Unos días debía viajar al fundo para estar presente en la cosecha y no dejar todo el trabajo a sus hermanos.
-Aníbal- entró diciendo Octavia -Mañana deseo salir temprano a Barranco para visitar a la tía Esperanza, quiero saber cómo está, tú sabes que a sus años hay que tener cuidado con su salud. No te preocupes por mí, estoy de regreso en la noche y voy en compañía de Antonia. No tengas cuidado por la casa, Felicitas sabe que hacer y Manuel tiene sus horarios completos, no necesita que le digas lo que debe hacer.-.
-Me parece bien, disculpa que no te acompañe pero debo atender unos asuntos en la ciudad y luego preparar mi viaje al fundo. Solo te pido que tengas cuidado- contestó su esposo.
Octavia salió muy temprano de su hogar en compañía de Antonia. Aníbal la despidió en la puerta, habian alquilado un coche que la llevaría a la casa de la tía Esperanza.
-Adiós querido, cuida a Manuel, no vemos en la noche-. se despedía Octavia de su esposo agitando la mano mientras el coche avanzaba por la avenida.
El viaje de Octavia fue tranquilo, la visita a la casa de la tía Esperanza la llenó de alegría al comprobar que se encontraba bien de salud y cuidada con esmero por Casilda, su ama de llaves.
Octavia conversaba con su tía sobre los últimos acontecimiento y se lamentaba que su familia no pueda visitarla el próximo verano porque la bebe estaría todavía muy pequeña para exponerla al sol.
-Me siento triste con esas noticias Octavia pero sé que tienes razón, un bebe no debe ir a la playa, el sol no le haría bien. Tal vez tú, Aníbal y Manuel junto a Rubí pueden darse un tiempo y venir, para mí la visita de ustedes es tan especial- decía la tía Esperanza para dejar abierta la posibilidad.
-Te prometo que haré lo imposible por venir este verano al menos unos días y estar juntas. Las tertulias de las tardes en tu casa son tan amenas y las mañanas junto al mar son maravillosas- contestó Octavia a su tía que se alegró al escuchar sus palabras.
El resto del día pasó rápido y entretenido con la conversación entretenida de ambas. Se sentaron en el zaguán donde entraban los rayos de sol, todo lucia tan pacifico y cálido. La casa estaba ubicada muy cerca del malecón y se podía ver el mar, la brisa marina llegaba hasta el hogar.
Octavia se despedía de su tía a las cinco de la tarde, era hora de partir. Recomendó a Casilda que la cuide y que siempre esté pendiente de ella.
-Octavia que tengas un feliz retorno a tu hogar, dale mis saludos a todos en casa-.
Tía y sobrina se abrazaron en la puerta de entrada, el coche esperaba para llevar de regreso al hogar a Octavia y Antonia.
En el camino Octavia no podía dejar de pensar en su tía. Muchas veces ella le había pedido venir a vivir a su casa pero la tía siempre declinaba cortésmente: -querida niña, yo estoy tan acostumbrada a mi casa que no puedo vivir en otro lugar.... debes perdonarme-.
Octavia llegó de noche a la casa familiar y comentó en la cena con Aníbal y Manuel, cómo había encontrado a la tía y la conversación entre ambas. Ellos se alegraron que la tía Esperanza se encuentre bien de salud y todavía activa.
El domingo la familia entera fue a visitar a Emiliana y Guillermo para tomar el te. Rubí disfrutaba tanto jugar con Lizel, lo hacia con mucho cuidado, la bebe sonreía y escuchaba las canciones y los cuentos que le contaba. Lizel podía reconocer a cada miembro de la familia, además de sus padres.
Unos días más tarde Aníbal partió al fundo tenia que estar presente en las faenas del campo y controlar que el trabajo se haga bien.
Mientras tanto Guillermo en la oficina presentó a su jefe el señor Otto Fischer, el expediente escrito de su puño y letra, donde informaba como habian sido los hechos con respecto al cargamento. Calificó de error humano lo sucedido, no hubo mala intención de ninguno de los involucrados y sobre todo la carga fue recuperada en su totalidad. Acto seguido presentó también su renuncia irrevocable. Habló en alemán con Otto Fischer sobre las razones por las que se iba, luego se dirigió a su oficina para llevarse las pocas pertenencias que tenia, una foto de Emiliana y Lizel, dos libros y su portafolio, camino a la puerta de salida los empleados estaban sorprendidos no podían creerlo, el señor Genscher se iba de la empresa. Guillermo necesitaba caminar y pensar, el aire frio del día lo hizo calmarse y planificar los siguientes pasos en su nueva situación.
El señor Fischer no imaginó hasta donde estaba cansado Guillermo de soportar sus malas actitudes y con el tiempo se daría cuenta que había perdido a un excelente empleado. Era algo que siempre lamentaría.
En la casa de Octavia, el día parecía transcurrir sin contra tiempo. Felicitas pidió hablar con su señora, tenia en las manos un rosario con el que rezaba todas las noches para calmar su alma y tratar de tener paz. Siempre pedía al cielo por su hija para que se encuentre bien.
Su señora revisaba las cuentas y los gastos de la casa cuando la hizo pasar al salón: -¿que sucede Felicitas hay algún problema con el menú de la semana?-.
-No señora es algo más serio, se trata de mi hija y quiero decirle que ya no puedo más, necesito ir a buscarla para saber donde está y si se encuentra bien-
Por un instante Octavia dejó de hacer lo que estaba haciendo, le pidió que tome asiento: -Felicitas lo has pensado bien, sabes que ir a buscar a Ondina no va ser fácil. No tienes cómo saber donde se encuentra- insistió Octavia
-Señora, perdóneme, se que usted ha tratado de ayudarme pero ahora le digo que no puedo esperar más, han pasado varias semanas y Ondina no escribe, no puedo seguir aquí mientras ella está lejos- contestó Felicitas con voz triste.
-Comprendo tu situación y no puedo detenerte contra tu voluntad pero es mi deber advertirte que es una locura lo que vas hacer. No es fácil llegar hasta el lugar, además como vas a llegar, no conoces a nadie- comentó muy seria Octavia quería que Felicitas piense en lo que iba hacer.
La pobre mujer volvió a pedir perdón a su señora: -perdóneme, si sigo esperando voy a enfermar. Usted se va quedar sin nadie en la cocina-.
Octavia la interrumpió -eso ahora no es el problema. Te pido que reflexiones y te detengas-.
Felicitas estaba decidida, no había nada que podía detenerla. Al día siguiente con su atado de ropa en las manos, igual que lo hizo su hija. Se despidió de Octavia y agradecio toda su ayuda.
-Todavía estas a tiempo de retroceder Felicitas, los hijos toman su camino y los padres no podemos hacer nada para impedirlo, es la ley de la vida-. habló Octavia.
Felicitas agachó la cabeza, quería partir para buscar a su hija. Con el dinero de su pago y su ropa dejó la casa familiar donde trabajó tanto tiempo.
Octavia, en el pequeño salón reflexionaba sobre la situación, era algo que siempre lamentaría. Felicitas y Ondina habian trabajado en la casa familiar por mucho tiempo, Octavia las consideraba parte de la familia y siempre tuvieron un trató considerado en casa. Pero el final de esta historia es que nunca volvió a saber de ellas. No supo si madre e hija se reunieron y si estaban viviendo en algún lugar de la selva o tal vez una de las epidemias que azotaban en aquella época la region, se las había llevado. Octavia hizo lo imposible por detenerlas pero ninguna de las dos escuchó sus palabras y advertencias.
CONTINUARÁ.