domingo, 1 de agosto de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Manuel comentaba con su madre en el comedor, mientras desayunaban, su padre todavía dormía en la habitación:  
-Madre ese viaje que ha realizado Ondina y Umberto puede parecer una locura pero a mí me gustaría hacer un viaje igual para conocer la selva amazónica. Debe ser muy interesante y diferente a la ciudad que conocemos. Navegar por el río Amazonas y caminar entre la exuberante vegetación, es una nueva experiencia para el resto de la vida. Me gustaría viajar como científico que estudia la naturaleza-. 
-Recuerda Manuel que Ondina y Umberto no van de viaje en una expedición, ellos van a trabajar en una plantación de caucho y eso es diferente. Conocer la selva, esa inmensa  región de nuestro país como científico, primero debes terminar de estudiar y después se verá, de repente yo te puedo acompañar y conocer la selva que solo sabemos de ella a través de los libros.
-Madre debes estar bromeando como voy a viajar contigo, mis amigos después pensarían que no he crecido. Disculpa madre, eso no puede ser... comprende-.
-Bueno, si no viajo contigo lo haré con tu padre, a mí también me gustaría  conocer muchos lugares de nuestro país- señaló Octavia a su hijo que no creía que su madre hablaba en serio. 
Aníbal ya se había levantado de la cama y se presentó en el comedor para desayunar, traía puesto su terno elegante de domingo, estaba recién peinado y perfumado, se sentó a la mesa y habló: 
-Octavia hoy día tengo una reunion con el Senador Contreras, vamos a conversar sobre temas de agricultura, es una reunión entre varios amigos, a este señor me lo presentó nuestro amigo Tarciso Vera, él conoce a muchos personajes del congreso y de la vida política, sabes bien que se presentó de candidato en las últimas elecciones y no ganó pero sigue conectado con el entorno político. Espero que el senador nos pueda confirmar algunos rumores sobre las nuevas leyes que piensan aplicar a la agricultura-.
-¡Qué bien Aníbal! espero que sean buenas noticias, supongo que vienes almorzar- contestó Octavia. 
-Si querida, si no hay ningún percance estoy aquí a la hora de almuerzo-.
Aníbal terminó el desayuno, se despidió de su familia y salió a la reunión. Octavia vio la hora en el reloj y agregó: -Manuel me acompañas a recoger a Rubí, es domingo y debe estar esperando en el internado. Le prometí que hoy día la llevaría a pasear en el tranvía, debemos salir ahora si queremos estar de regreso para el almuerzo, Emiliana y Guillermo van estar en casa como todos los domingos. 
-Vamos madre yo también quiero subir al tranvía e ir hasta el último paradero-. agregó el muchacho muy  dispuesto.
Octavia y Manuel recogieron a Rubí en el internado, la niña estaba más que feliz, su madrina le había prometido un viaje en tranvía y ella siempre cumplía sus promesas. 
En el paradero del tranvía los tres juntos esperaban, cuando éste llegó, era verdadera emoción  estar con su madrina en el primer viaje, pensó Rubí. La niña vestía un bonito traje de domingo y zapatos elegantes.
Octavia, Manuel y Rubí subieron al tranvía, se sentaron cerca a la ventana y veían en la calle pasar a la gente. El tranvía unos minutos después arrancó, avanzaba lentamente y luego fue poco a poco aumentando la velocidad. Rubí sonreía, era distinto a todo lo que ella conocía hasta ese momento, este viaje seria una experiencia que nunca olvidaría. 
-Madrina- comentó -es tan grande aquí adentro y los asientos están llenos de pasajeros, estoy feliz de viajar contigo por la ciudad-.
Octavia le dio la razón, viajar en el tranvía era distinto. La gente podía movilizarse de un lado a otro de la ciudad, resultaba más económico y rápido.
Manuel escuchaba las palabras de Rubí y pensaba, es una niña pequeña este viaje nunca lo va olvidar. 
El tranvía  hizo el recorrido de una vuelta completa y llegó al paradero inicial donde Octavia, Manuel y Rubí bajaron. El reloj marcaba las doce del día, tenían que llegar a casa para reunirse con el resto de la familia.
En el salón pequeño sobre su escritorio Octavia encontró una esquela, estaba escrita por Guillermo en ella decía que no podían asistir al almuerzo porque Emiliana se sentía cansada y prefería quedarse en casa, además su vientre comenzaba a notarse y era conveniente no salir.  
-Octavia no se preocupe su hija está bien. Ustedes pueden venir a visitarnos a las cuatro para tomar el té. Los esperamos- terminaba la nota.
Octavia se sintió más tranquila, era comprensible lo que sucedía con Emiliana, su estado estaba bastante avanzado y el trajín la cansaba.
Aníbal llegaba de su reunion en ese momento, su esposa le dijo que Guillermo y Emiliana no venían almorzar, le explicó el motivo y comentó -querido estamos invitados a su casa a las cuatro para tomar el té-.
-Claro Octavia ahí estaremos para visitarlos y ver a nuestra hija, siempre es una preocupación lo que sucede con Emiliana-. contestó Aníbal. 
-¿Qué tal tu reunión?- preguntó Octavia.
-Mi reunión, bien, conversamos sobre diferentes temas de la situación política en el país y nos dimos con la sorpresa que no se va aplicar ninguna nueva ley a la agricultura, todo va quedar como está. Nos hemos convertido en una ciudad donde los rumores van y vienen y no hay nada concreto ¿te das cuenta?. Es importante dictar algunas leyes para mejorar la agricultura en nuestro país y por ahora nada se va hacer, siempre es lo mismo- se quejaba Aníbal con su esposa.
A la hora acordada la familia visitó a Emiliana y Guillermo en su departamento, este fue decorado semanas antes por Octavia y su hija, todo lucía perfecto y los colores de las paredes combinaban con los muebles. Emiliana recibió a sus padres muy feliz mientras Guillermo en la cocina preparaba el té. Lida la joven del servicio estaba en su día de descanso. Octavia antes  había comprado unos pastelitos y masitas para acompañar el té. Toda la familia en su conjunto disfrutó una tarde cálida y familiar. Rubí comentaba con todos sus impresiones del viaje en tranvía y Manuel su deseo de viajar a la selva para conocer la región que ahora parecía tan inmensa y lejana. Octavia y Aníbal felices de ver que Emiliana estaba bien solo un poco incómoda con su vientre que cada día crecía más.  
En la casa Familiar, lunes muy temprano en la mañana, Aníbal saboreaba un aromático café en el comedor mientras desayunaba y con el diario en la mano comentaba en voz alta las noticias del día: 
-Octavia escucha, van a seguir construyendo más avenidas importantes que se van a conectar con el Nuevo Paseo Colón, el alcalde ha declarado que se seguirá con la construcción de avenidas y nuevos edificios para rodear el centro. Esta bien que sigan construyendo para ordenar la ciudad y que se cree más trabajo, no solo en la capital, también se necesitan nuevas carreteras  en el resto del pais para viajar al interior, no puede ser que uno tenga que viajar horas de horas o días de días para llegar a otra ciudad. Ahora también es importante crear industrias para el progreso, no podemos esperar a comprar todo en el extranjero-. comentaba Aníbal con entusiasmo, para él todo lo que era progreso y desarrollo estaba bien.
Octavia escuchaba con atención a su esposo, de pronto éste guardó silencio, ella sonrió y pensaba, seguro está leyendo la cotización de los metales en el mercado internacional y no quiere angustiarme. En ese instante se acordó de la conversación que Rubí le había confiado el día anterior. 
-Madrina mi tía Renata, como siempre va a visitarme al internado una vez a la semana, pero esta vez pidió hablar con la madre superiora del porqué siempre en sus visitas tenía que estar una religiosa cerca para cuidarme y que ella no podía llevar a pasear a su sobrina. -Yo soy un miembro de su familia no pueden desconfiar de mí, esta situación es incómoda, ya ha pasado bastante tiempo y me conocen bien-. 
La madre contestó -nosotros solo obedecemos la voluntad de la madre de la niña, ella fue muy clara en su testamento, cuidar y guiar sus pasos era prioridad para la señora. Si tiene alguna duda consulte con el abogado de Rubí el doctor Panduro- La madre estaba un poco fastidiada, no era la primera vez que mi tía se queja-  finalizó la niña. 
Renata, Renata siempre creando problemas pensaba Octavia, ella conocía muy bien a Aurora madre de Rubí, si no confiaba en su prima, sus razones tenía. 
La tarde se presentaba tranquila y el clima no estaba tan frio, Antonia avisó a su señora que tenía una visita, era Rosalina quien venía a buscarla, Octavia se extraño, ¿Rosalina en su casa? ¡qué sorpresa!.
En la sala esperaba la joven señora cuando Octavia entró a saludarla: -Que sorpresa, tu visita, ¿cómo estás? a que debo tu presencia, mi estimada-.
-Señora Octavia me enteré que mi querida amiga Emiliana ya no asiste al hospital desde que se casó y ahora esta esperando un bebé, quería traerle un regalo para el niño o niña. No sé donde vive, yo supuse que estaba viviendo en casa con sus padres-. comentó Rosalina muy serena.
-Gracias por el presente pero Emiliana y Guillermo viven en los bonitos departamentos que han construido en el centro son modernos y grandes. Si deseas puedes darme el regalo y yo se lo llevo a mi hija de tu parte.
Rosalina agradeció las atenciones de Octavia, pasaron gran parte de la tarde conversando, ella le contaba que Quinto estaba más que feliz por entrar al nuevo mundo del negocio del algodón, es un riesgo invertir pero usted sabe como es él. Luego le comentaba sobre su pequeño hijo -ya camina y está cada día más travieso, no se imagina la felicidad que ha traído a nuestro hogar, su padre lo adora.
-Si, los hijos son una alegría para los padres-contestó Octavia, ella podía comprender todo aquello del amor a los hijos, lo que no podía comprender era a Rosalina y Quinto y su actitud con Hortensia e Hipólito. Ésta no mencionaba a sus padres para nada. 
Terminada la visita, Rosalina se despidió de Octavia, dejó el regalo y saludos para Emiliana. Qué tristeza decía Octavia cuando se quedó a solas, es algo tan incomprensible el proceder de esta joven.
Unos días después la alegría y felicidad en el hogar de Emiliana, Guillermo había comprado la cuna para en bebe, era hermosa y del tamaño adecuado. 
-Los primeros meses va estar con nosotros en la habitación, si el bebé llora yo estaré a su lado para atenderlo- decía Emiliana a su amiga Lorena que había llegado a visitarla.
-Emiliana, es bella la cuna y tú no puedes ser más feliz, aunque tu vientre ya está muy grande y no puedes andar con tanta libertad- contestó Lorena.
-Si amiga, es verdad ya falta poco para el nacimiento y te confieso que estoy un poco nerviosa pero sé que todo va ir bien-.
Lorena comentó a su amiga que había conseguido trabajo en la farmacia de la familia Albújar gracias a la enfermera Eda que la recomendó: -Emiliana ya tenía que trabajar, tengo que ayudar en mi casa, tú sabes que el presupuesto familiar es ajustado- señaló Lorena.
-Qué buena noticia que tengas trabajo y ayudes a tu familia. La enfermera Eda es una gran persona- agregó Emiliana.
-Si- decía Lorena agradecida  -la enfermera Eda cuando puede ayudar a los demás lo hace sin demora-.  
Para Emiliana los días pasaban y el tiempo se cumplía en el calendario se acercaba la hora de dar el nacimiento. En casa de Guillermo y Emiliana todo estaba listo para recibir al bebé. Su ropita, los pañales y lo que necesita un recién nacido fueron guardados en una cómoda esperando el feliz nacimiento. 
Cinco de la mañana en casa de Octavia sonaba la campanilla de la puerta principal, Antonia casi en pijama fue atender. 
-Señora Octavia- llamó a la puerta de la habitación -ha llegado una esquela para usted y el señor-.
Octavia recibió la nota que decía -A las tres de la mañana de hoy ha nacido nuestra hija Lizel, todo fue bien, la madre y la niña se encuentran en perfecto estado de salud-. 
Octavia dio un grito de felicidad y despertó a su esposo -Aníbal ha nacido el bebé, es mujercita, tenemos una nieta y ya tiene un nombre- los dos se abrazaron de alegría, Octavia lloraba de felicidad por la buena noticia, un nuevo miembro de la familia había llegado al mundo.   


CONTINUARÁ      
    
  
     
    

                       
 


 

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