En la casa de Octavia todo era felicidad, la familia se disponía a desayunar y luego ir al hospital a visitar a Emiliana y a la bebé recién nacida en el pabellón de maternidad.
Octavia no podía esperar más y comentaba con su esposo:
-Aníbal tenemos que darnos prisa para salir al hospital, Emiliana seguro nos espera-.
-Querida, no podemos llegar al hospital antes de la hora de visita, recuerda que el horario es muy estricto- contestó su esposo para tratar de calmar los nervios de Octavia.
-Madre- agregó Manuel -debemos esperar hasta las diez de la mañana para entrar al hospital, nada hacemos yendo antes de tiempo-.
Octavia sabía que era cierto lo que decían sobre el horario de visita, pero su amor de madre la apresuraba para ir a visitar a Emiliana. Los recuerdos venían a su mente cuando era ella la que daba a luz a su hija. Ahora se encontraba Emiliana en el mismo lugar y había pasado la prueba que toda mujer embarazada pasa. El temor natural del parto y las consecuencias de lo que puede suceder, es una realidad. Según el mensaje de Guillermo, la madre y la bebé estaban bien, lo mejor era serenarse para esperar la hora de visita.
Aníbal por otro lado, parecía tranquilo pero en el fondo lo llenaba la incertidumbre por saber de su hija y de su nieta, él deseaba que pronto transcurra la hora y se cumpla el horario para ir al hospital.
El deseo de los padres por ver a su hija eran comprensibles pero ella no estaba sola, Guillermo se encontraba a su lado y la atendía en lo que fuera necesario. La joven madre se sentía tranquila y feliz, el miedo y el dolor habían pasado, su parto fue rápido y sin peligro.
A las diez de la mañana, hora de visita llegó la familia al hospital. Emiliana descansaba y Guillermo estaba a su lado, la bebé dormía en una pequeña cuna al costado de la cama. Octavia fue la primera en entrar y atrás llegaron Aníbal y Manuel, todos al mismo tiempo preguntaban como se sentía:
-Estoy bien no se preocupen- decía Emiliana y sonreía a sus padres y hermano. Ellos se acercaron a la cama y la abrazaron, luego se asomaron a la cuna para conocer a Lizel: -es hermosa y rosadita- comentaba Octavia y no podían dejar de verla, nadie se atrevía a tocarla todavía ni a besarla, era mejor así para evitar llevarle algún virus. Una enfermera entró a la habitación y se llevó a la bebé. Había muchas personas presentes y era importante proteger a la recién nacida.
Aníbal se sentía feliz, su hija estaba bien y su nieta saludable, Guillermo contaba a todos como había sido el aviso para llevar a Emiliana al hospital.
-Octavia, fue mejor venir al hospital para tener a la bebe que esperar el parto en la casa, aquí la han atendido bien, las enfermeras y doctores conocen a Emiliana y todos estuvieron pendientes de ella- decía Guillermo.
-Si es bueno estar en el hospital para cualquier caso de emergencia en un parto- señaló Octavia mientras arreglaba el cabello de su hija.
La familia se quedó hasta que terminó la hora de visita, después de despedirse todos se fueron a casa
-Aníbal, me siento tan feliz que nuestra hija y nieta se encuentren bien de salud, es un alivio saberlo. Te diste cuenta lo hermosa que era Lizel- agregó la madre de Emiliana que no podía ocultar su alegría.
-Todos estamos contentos de que así sea y que nada malo sucedió, Lizel es una bebé hermosa y saludable- contestó Aníbal para darle la razón a Octavia, un final feliz era necesario.
Las amigas de Emiliana que se habían enterado que ella había tenido su bebé, visitaban la casa de Octavia para llevar sus presentes. En el hospital solo la familia cercana era recibida, un recién nacido no podía estar expuesto a tanta gente, decían las enfermeras.
Octavia agradecio los presentes y les comentaba que Emiliana y la bebé gozaban de perfecta salud y que pronto estaría en su casa.
Lorena tenía que esperar el primer día de su descanso en el trabajo para ir a visitar a su amiga, se prometió así misma que iría a su casa en cuanto quede libre, ella deseaba felicitar a Emiliana por la buena nueva y conocer a la bebé.
Las Damas del Patronato en su visita a la casa de Octavia, la felicitaban por el nacimiento de su nieta y enviaban saludos a Emiliana, cada una traía un presente para Lizel.
-Octavia te veo tan feliz que el rostro se te ilumina de alegría- decía Reyna -ahora por fin se acabo la preocupación y puedes disfrutar de tu nieta y apoyar a Emiliana-.
-Claro Octavia, todas estamos felices porque el parto llegó a un final feliz y puedes descansar de tanta angustia- señaló Angelina.
-Querida amiga, te quiero dar un abrazo de felicitaciones por la linda bebé- Ana Luisa se puso de pie, abrazó a Octavia, luego volvió a tomar asiento y agregó -ahora queridas amigas deseo contar a todas sobre el niño que fue encontrado en la iglesia y que no tuvo la suerte de tener una familia que lo ame ¿se acuerdan del caso?. Como todas saben, nuestra amiga Catalina y su esposo desean adoptarlo, los dos se presentaron ante el juez que ve los casos de menores en están en peligro y abandono, éste les contestó que no podía dar el permiso para la adopción porque los padres existen y ellos son los primeros en tener el derecho sobre su hijo, por el momento tienen que seguir con el cuidado del niño y nada más. Se dan cuenta amigas que situación tan complicada. Esa criatura necesita un nombre, nadie sabe como se llama y el colmo de la situación no puede ser adoptado. Catalina y Rene, van a consultar con un abogado. Los padres tal vez no sean ubicados en muchos años y mientras el niño ¿cómo va a vivir? ¿cómo se va a llamar?. Es injusto e inhumano que no se pueda resolver este caso-. terminó de decir Ana Luisa con tristeza.
Octavia conocía el caso del niño y también conocía a Catalina y a su esposo, no podía comprender porque era tan difícil adoptar al pequeño que los padres abandonaron sin tener piedad de él.
-Espero que el caso del niño se resuelva para felicidad del menor y de nuestros amigos que le quieren dar un hogar. También quiero agradecer a todas por sus palabras de felicidad para Emiliana y los presentes para mi nieta Lizel. Mi hija se siente tranquila y feliz por el nacimiento de la bebe y mañana debe estar saliendo del hospital- las palabras de Octavia a sus amigas eran de agradecimiento.
Aparentemente el caso del niño de la iglesia, como algunos lo llamaban llevaría un tiempo en resolverse, mientras el pobre angelito no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor y seguía bien cuidado en casa de Catalina y Rene.
En la noche a la hora de la cena Octavia hablaba con su esposo sobre el caso del niño:
-¿Cómo se puede resolver ese problema? es terrible que el juez no contemple el lado humano de la situación, si ese pequeño fue dejado en la iglesia, significa que sus padres no querian tenerlo-
-Octavia, lo que yo pienso es que, el juez está dando tiempo para que el comisario y sus efectivos encuentren a los padres y se investigue el porqué abandonaron a su hijo, pueden tener muchos motivos, es posible que la falta de dinero para mantenerlo sea uno de ellos o tal vez sea verdad que no lo quieren, por eso se debe esperar y después ver la forma de resolver el caso. Estoy de acuerdo con Catalina y Rene que consulten con un buen abogado para que los aconseje en la adopción, en caso de no encontrar a los padres. Imagina si pasa el tiempo, los padres aparecen y el pequeño tiene otro nombre y otros padres. Sería un problema para el niño y para los padres adoptivos- finalizó Aníbal.
Octavia contestó -tienes razón en todo lo que dices, pero algo se debe hacer para solucionar el caso del pequeño, este niño no puede quedar sin nombre y sin hogar-.
Emiliana fue dada de alta en el hospital Guillermo la llevó al departamento donde vivían, Octavia y Aníbal llegaron en el instante que su hija se acomodaba en la habitación con la bebé que exigía toda su atención,
-Tengo que regresar al trabajo- dijo Guillermo -no puedo ausentarme más por favor ustedes pueden quedarse para acompañar a Emiliana-.
-No te preocupes, ve hacer lo que debes hacer nosotros nos quedamos para atender a nuestra hija-. contestó Octavia cuando vio la cara de preocupación de Guillermo.
Los padres se quedaron con su hija, ella se sentía bien, solo se quedaría en cama unas horas y luego deseaba hacer su vida normal, no era una enfermedad lo que ella tenía, era la más bella experiencia al tener a su hija.
Guillermo se había ausentado dos días del trabajo para estar junto a su esposa, esto le trajo algunos problemas sobre todo con su jefe que cada vez le exigía más y le ordenaba que todos los documentos debían estar al día con los envíos de maquinaria a distintos clientes en diferentes puntos de la ciudad o del país con los que tenían contratos. Los dos almacenes estaban llenos de maquinarias y repuestos, el control debía ser estricto para evitar pérdidas y confusiones, nada podía quedar al azar. Cualquier error podía convertirse en un grave problema para Guillermo, su relación con Otto Fischer era distante y no muy agradable. El trabajo se volvía cada vez más complicado de llevar pero él tenía una familia por quien velar y no podía decir "Hasta aquí hemos llegado señor Fischer".
Octavia y Aníbal visitaron a Emiliana y la bebé hasta el medio día. La madre ayudaba a su hija y le daba algunos consejos sobre el cuidado de una recién nacida, de como debía vestirla, darle el pecho y todo lo que ella no sabía. Lida, la joven que la ayudaba en la casa estaba atenta al cuidado y los pedidos de la joven señora. Sus padres se podían ir tranquilos y regresar mañana.
-Estoy bien no se preocupen por mí, Lida es muy buena en su trabajo y me apoya con Lizel-.
Los padres se despidieron de su hija, ellos estaban sorprendidos con que serenidad Emiliana manejaba su hogar, la bebé tenía una madre atenta y dedicada y Guillermo una esposa que lo amaba.
Cuando llegaron a casa Aníbal y Octavia. Felicitas pidió hablar con los señores, ella quería felicitarlos por la bebe recién nacida y mandar muchos saludo a Emiliana.
-Señor Aníbal, señora Octavia yo quería saludarlos por el nacimiento de su nieta y mandar de mi parte felicitaciones a la niña Emiliana que espero ver en algún momento, ustedes y ella están tan felices con el nacimiento de la linda bebé-.
-Gracias Felicitas por los saludos y a Emiliana le haremos llegar tus palabras, por el momento ella no puede venir a nuestra casa con un bebé recién nacido, es imposible-.
Felicitas se retiró a la cocina, apenas podía contener el llanto, ella en todo momento tenía presente a su hija Ondina y con el nacimiento de la bebé se acordaba aún más de ella. Se preguntaba ¿cómo estará mi hija? han pasado varias semanas desde que escribió una carta y no sé nada de ella, pensó.
En algún momento le había preguntado al joven Manuel como era la selva amazónica, él sacó uno de los libros de su biblioteca, era un atlas, le enseño el mapa de la selva. Leyó para ella en voz alta y le explicó como era el lugar.
Todo aquello sonaba tan lejano para Felicitas, hasta ese instante no comprendía la insistencia de su hija por querer viajar a un lugar tan poco explorado como decía el libro.
Después de atender todo lo requerido para el almuerzo de la familia, Felicitas fue a su habitación, de un cajón de la cómoda tomó el telegrama y la carta que escribió Ondina. Se lamentaba no saber leer pero abrazó la carta contra su pecho y rogaba al cielo que su hija se encuentre bien, esté donde esté.
No era fácil seguir viviendo así, no se resignaba a estar sin noticias de su hija. Dos días después se acercó al pequeño salón para hablar con su señora.
-Señora Octavia yo deseo hablar con usted-.
Octavia creía que Felicitas venia por algún problema en la cocina: -dime Felicitas que es lo que deseas-.
-Señora, quiero viajar a la selva para ir a buscar a mi hija, no se nada de ella desde la carta que escribió. Tengo miedo que este enferma o perdida en algún lugar, la selva es demasiado grande, lo he visto en el libro que me enseño el joven Manuel- comentó Felicitas temerosa que su señora no comprenda la situación.
-Felicitas toma asiento- contestó Octavia cuando se dio cuenta que estaba a punto de llorar -viajar ahora para buscar a Ondina no es buena idea, no sabes donde ir y a quien preguntar, lo único que conseguirías es perderte. Espera un poco, ten paciencia Ondina va escribir de nuevo, recuerda que ella prometió mandar por ti. Lo que sugiero es escribir una carta a la dirección del remitente de la carta de Ondina, ahí nos pueden dar alguna noticia sobre su paradero- acabó de decir.
Octavia, tomó una hoja de papel carta del cajón de su escritorio y comenzó a escribir al dueño del hostal donde Ondina y Umberto se hospedaron él tal vez podían saber algo. Comprendía muy bien el sufrimiento de Felicitas y esperaba que con esto tuviera la calma que su corazón de madre necesitaba por tener noticias de su hija Ondina.
CONTINUARÁ
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