domingo, 31 de octubre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Cada mañana amanecía con un hermoso brillo solar, esto  anunciaba que el invierno pronto llegaría a su fin. 
Octavia amaba esta época del año cuando el frío disminuía y el calor era suave y no sofocaba. Se vestía con blusas más ligeras y sus faldas de tela  gruesa que eran de invierno ya estaban guardadas en un baúl. 
La nota de felicidad y alegría en la casa la ponía Lizel que estaba más graciosa cada día Octavia sonreía al recordar a su nieta con su carita redonda y sonrosada, pequeños rulos adornaban su cabeza y los trajecitos de vivos colores con los que Emiliana  la vestía hacían de ella una pequeña dulzura.
Sobre su escritorio en el salón, se habían juntado las cartas que Octavia debía contestar a sus amigas. Tomó su pluma y comenzó a escribir la respuesta a la carta de Beatriz que venía de Vevey- Suiza. En ella le comentaba los últimos acontecimientos sufridos por su familia y la tristeza que lentamente parecía abandonar la casa familiar. Le decía además que Emiliana sufría por la tragedia vivida y su dolor era muy grande. 
Antonia interrumpió su escritura: -señora ha venido a visitarla la señora Rosalina-.
Octavia se sorprendió por la visita, ella no solía frecuentar su casa, salvo que necesite algún favor. Puso la pluma cerca al tintero en el escritorio  y fue a la sala para recibirla.
Rosalina al ver entrar a Octavia se puso de pie: -Señora Octavia perdone que venga sin anunciarme- se acercó y besó sus dos mejillas luego agregó: -el motivo de mi visita es para despedirme porque mañana temprano me voy de viaje con mi hijo y mi ama de llaves a la casa de mis padres. Usted no sabe como le agradezco que consiguiera la dirección de ellos que ahora viven en Paita y para mí es importante viajar para pedirles perdón por mi proceder. He sufrido mucho con la muerte de Quinto y no sabía que hacer ni a quien recurrir, solo usted me podía ayudar. La casa es muy grande para mí y en cada rincón me parece ver a Quinto-. terminó de hablar Rosalina con resignación.
Octavia al principio dudó en darle la dirección, ella había sido cruel con sus padres y olvido a quienes le habían dado todo, después cambio de idea. Sentía que Rosalina estaba arrepentida por su conducta y quería a pedirles  perdón. 
-Me alegra Rosalina que por fin te reúnas con tus padres, ellos estarán felices de recibirte y de poder conocer y abrazar a su nieto- contestó Octavia. 
Rosalina también comentó sobre Fausto y su ayuda con la manutención de su hijo -él ha sido muy bueno conmigo y ha prometido que enviará el dinero para su sobrino. Fausto y sus hermanos han sufrido demasiado con la pérdida de Quinto, no sabe como lloraron cuando lo llevaban de regreso a su hacienda. Su cuerpo fue acomodado con cuidado sobre una carreta para transportarlo. 
-Puedo imaginar cómo se sentían, es muy doloroso perder a un hermano, comprendo su dolor y tristeza- señaló Octavia y le alcanzó un pañuelo a Rosalina que comenzó a llorar al recordar a su esposo, ella había sido poco independiente después de su matrimonio, hacia solo lo que Quinto decia.  
Emiliana con Lizel en brazos entró en la sala para saludar a Rosalina, las dos jóvenes estaban en la mismas circunstancias y una comprendia a la otra. Las tres mujeres conversaron en la sala por más de una hora, luego Rosalina se despidió, era el momento de retirarse.
-Señora Octavia gracias por todo, por favor me despide de su esposo, él fue siempre amable con Quinto- después abrazó a Emiliana besó a Lizel -es una bebé muy linda- comentó y abrazó a Octavia entre lágrimas. 
Emiliana y su madre la acompañaron hasta la puerta principal, donde le deseaban lo mejor en unión de sus padres.
-Ha cambiado Rosalina, la veo más amable y madura- agregó Emiliana.
-Si, querida hija, así es, esta tragedia que ha vivido ha sido un duro golpe para ella, como para ti con lo ocurrido a Guillermo- contestó Octavia y tomó en brazos a Lizel que tenía como adorno un precioso lazo en su cabecita. 
Octavia volvió a su escritorio para seguir escribiendo la carta que interrumpió con la llegada de Rosalina. Pensó en Hortensia e Hipólito, iban a estar felices con su hija y nieto, era lo que habían deseado siempre. En su carta le escribía a Beatriz las novedades en la ciudad y las noticias sobre el país. Se detuvo un instante, había algo que la molestaba y preocupaba aun más, no llegaba a la casa la respuesta a su carta de la madre de Guillermo, podía presentir como estaría y el dolor que debía sentir con lo ocurrido a su hijo.
A la hora del almuerzo la familia reunida en el comedor comentaban sobre la visita de Rosalina y su viaje a Paita para vivir con sus padres: -después de lo ocurrido con Quinto me parece muy bien que vaya con ellos. Los padres siempre perdonan a sus hijos y los reciben con los brazos abiertos- decía Aníbal.
Manuel en silencio escuchaba la conversación de sus padres y no se atrevía a comentar sobre Emiliana para que no se sienta triste, pero ella estaba triste y ese dolor solo se podía curar con el tiempo.
Aníbal también comentó:-Octavia debo viajar al fundo ya he dilatado demasiado mi regreso, la cosecha comenzó y no puedo dejar a mis hermanos todo el trabajo, hay que estar atentos y resolver todos los problemas que se presenten-. 
El fundo de Aníbal y sus hermanos, tenía buena producción pero nunca faltaban los problemas a la hora de la cosecha y la venta del algodón.
La familia terminó de almorzar, Emiliana llevó a Lizel para hacer la siesta y Manuel tenía que hacer sus tareas. En la sala mientras tomaban café los esposos conversaban, Octavia escuchaba las noticias que Aníbal leía y luego comentaban. El precio del algodón en el mercado había subido un poco pero no era el que deseaba Aníbal, él nunca estaba conforme con el precio y la cantidad del producto a la hora de la cosecha podía ayudar. Según Sixto y Leonora se iba a obtener una buena cosecha. Las siguientes noticias eran sobre la continuación de nuevas obras en la ciudad y algunas carreteras en el país: -Aquí, Tarciso tenía razón- señaló  Aníbal -las obras van a continuar y se va a necesitar grandes cantidades de material de construcción. El negocio parecía interesante pero nuestro amigo, no es muy serio a la hora de trabajar, además yo no puedo disponer del capital que utilizo para el fundo. Las nuevas avenidas a construir abrirán el espacio en la calles del centro. El futuro, Octavia, está a la vuelta de la esquina con nuevas avenidas y calles-. decía Aníbal no muy convencido de si era bueno a malo. Los cambios siempre traían algunos inconvenientes. Aunque, él siempre era partidario de las buenas obras. 
Aníbal partió para el fundo antes que termine la semana. Después de despedir a su esposo, Octavia en la cocina hablaba con Lida sobre el menú a prepararse. A ella le gustaba planificar los almuerzos y las cenas para ya no tener que ocuparse de que se iba a cocinar. Lida atenta le decia a su señora las cosas que faltaban para preparar los alimentos. 
-Señora Octavia esta carta acaba de llegar- dijo Antonia y entregó en sus manos la misiva.
Era la carta que tanto esperaba Octavia, venía de Berlín. Anja por fin había contestado y podía imaginar su contenido.
-Antonia tienes que ir de inmediato al colegio Alemán para buscar a la profesora Genoveva Kraft, debes llevar esta carta y una nota de mi parte- terminó de hablar  y en su escritorio escribió unas líneas en la nota donde la pedía que por favor realice la traducción de la misiva. Antonia salió presurosa para cumplir la orden de su señora.
Octavia no sabía que hacer ahora con las noticias que traía la carta de Berlín, mejor era esperar para saber el contenido. Podía imaginar mil cosas pero en lo que si estaba segura que la madre de Guillermo sufría por su hijo. Por el momento no deseaba hablar con Emiliana sobre la carta, no queria llenarla de angustia antes de tiempo, ella ya tenía un dolor en el alma.
La espera de Octavia por la carta no parecía terminar,  al día siguiente en la tarde se presentó Genoveva en la casa de la familia. Traía una expresión seria en su rostro, Genoveva ya había realizado la traducción y sabía muy bien que decía la carta.
-Octavia buenas tardes, no quería demorar más con la traducción de Berlín sé que estas esperando las noticias de Anja -. comentó Genoveva.
-Gracias, amiga, no puedes imaginar como estoy de nerviosa sobre esta carta. Seguro Anja sufre por su hijo, ella está tan lejos y para una madre es demasiado doloroso no poder estar cerca de su hijo y ayudarlo- contestó Octavia y Genoveva le alcanzó la hoja de carta con la traducción. 
Octavia se sentó en uno de los sillones cerca a su escritorio e invitó a Genoveva a sentarse. 
Desdoblo la hoja y comenzó a leer. El dolor y sufrimiento de Anja era evidente en cada línea escrita, ella le decía que desde hace varias semanas no tenía noticias de su hijo. Parece que Guillermo no había escrito a su madre sobre el cambio de trabajo y su viaje a Chile. Para la madre fue un golpe muy grande saber su deceso y le escribía -Octavia no puedes imaginar como me siento, mi hijo y yo éramos bastante unidos, él me contaba sobre su nueva vida, su esposa, su bebé y la familia política, él los apreciaba mucho. Usted me dice en su carta  que él descansa en el camposanto de Antofagasta en Chile que dolor y que tristeza está lejos de ustedes también. Lloro todo el tiempo porque aún era tan joven y no merecía un final así. El padre de Guillermo no sabe nada aun sobre su hijo. Él cree que está bien y yo no me atrevo a contarle  al respecto. Sé que va a reaccionar muy mal se sentirá culpable- Líneas más abajo se despedía de Octavia y agradecía su carta con noticias sobre su hijo. En su posdata escribía: -de una madre a otra Octavia se que entiende mi pena y dolor por todo lo ocurrido, no sé ahora como voy a vivir. Me gustaría seguir manteniendo correspondencia con usted para saber de mi pequeña nieta que es lo único que me queda de Guillermo. Se despidió y su tristeza era evidente.
-Genoveva que dolor lo que me escribe Anja, ella esta tan lejos. Te parece si de una vez escribo la respuesta para su respectiva traducción ¿estás de acuerdo conmigo? así evitamos las idas y venidas-. 
Genoveva estuvo de acuerdo y Octavia sacó del cajón de su escritorio una hoja y comenzó escribir su respuesta. Resolvió algunas dudas de la madre de Guillermo y le dijo que los sentimientos de su familia hacia él, eran de cariño y estima -Guillermo fue  un joven brillante y lleno de entusiasmo, mi hija está devastada con su partida, aquí en nuestro hogar lo extrañamos mucho. Mi esposo lo tenía en muy alta estima. La carta continuaba y sus deseos de seguir escribiendo cartas para Anja en el futuro eran iguales -Anja sé que vamos hacer muy buenas amigas y mi hija también escribirá con noticias sobre de Lizel- comentó en unas líneas. 
Octavia se despedía deseando pronto tener nuevas noticias sobre Anja y la familia en Alemania. 
-Genoveva aquí está mi carta con la respuesta para Berlín-. comentó Octavia y la profesora Kraft comenzó de nuevo a traducir la escritura de Octavia. Para no interrumpir su trabajo fue a buscar a Emiliana, para que lea la carta de la madre de Guillermo con la traducción. 
En su habitación Octavia encontró a su hija cambiando  a Lizel con ropa más abrigada, el viento de la tarde podía enfriarla.
-Emiliana,  aquí esta la carta de Anja es bueno que la leas y en el futuro escribas tú también con notas sobre Lizel. Recuerda es su abuela y ella quiere saber sobre su nieta.
Emiliana leyó la carta con tristeza, la madre de Guillermo era una persona fina y delicada se podía ver a través de su escritura. 
-Madre es demasiado dolor lo que siente Anja, imagina no poder visitar el camposanto donde reposa su hijo es una tragedia- señaló y lágrimas caían por sus mejillas, se acordaba de su esposo y lo feliz que fue a su lado mientras estuvieron juntos. Secó sus lagrimas y le devolvió la carta a Octavia. 
Octavia la consoló -debes ser fuerte, sé que no es fácil- contestó.  
Genoveva terminó de traducir la carta que Octavia enviaría al correo al día siguiente. La invitó a tomar el té y pastelitos, las dos conversaban sobre la situación difícil de Anja y del padre cuando se entere que sucedió con Guillermo. 
Ambas mujeres con el tiempo serían muy buenas amigas y compartirían sus experiencias familiares.
El domingo en  casa de Octavia se disfrutaba de un día tranquilo, Rubí en la habitación de Emiliana jugaba con Lizel, había traído la caja de música de Octavia para que la bebé escuche la melodía. Su madrina estaba en el salón terminando de escribir sus cartas. 
-Rubí no debes jugar con la caja de música de mi madre sabes bien que ella no desea que la tomes como un juguete, es recuerdo de su madre- decía Emiliana para llamarle la atención. 
-Prometo que solo una vez voy a tocar la melodía de la caja y luego la guardo, a Lizel le gusta tanto escuchar la música. 
Era verdad lo que decía Rubí, a Lizel le gustaba escuchar la música de la caja mágica como la llamaba.
Emiliana del cajón de su velador tomó el reloj que le diera Guillermo antes de partir a su viaje, sus recuerdos volaron, sus días con él fueron felices. Ella se abrazaba a esas ideas. Sobre la mesa de su velador tenía la foto de su esposo, ella solía conversar con él sobre sus planes, podía sonar extraño pero eso la consolaba.  
Su idea de estudiar enfermería, no era un sueño, ella se iba a presentar en la Escuela Nacional de Enfermería,  esa era la carrera que escogió 
En sus manos tenia el fino reloj, era una joya, le daba cuerda todos los días para mantener vivo el recuerdo de Guillermo. Lo guardaba envuelto en un pañuelo para que no se arruine, se conserve y en el futuro lo pueda heredar Lizel. 
Octavia entró en la habitación de su hija y le pidió a Rubí que devuelva la caja de música a su lugar.
-No es un objeto para jugar, lo sabes muy bien- Rubí obedeció a su madrina y  fue a dejar la caja a su habitación.
-Emiliana- agregó Octavia -quieres que yo guarde la carta de Anja o deseas guardarla tú-
-No madre es mejor que tu la guardes para tener un registro ordenado de las cartas de la abuela de Alemania y cuando Lizel sea grande las pueda leer y conocer más sobre su familia de Berlín- contestó a su madre.
En el futuro la idea de Emiliana sería matricular a Lizel en el colegio Alemán para que estudie ahí y aprenda el idioma de su padre tal como le había prometido a Guillermo y pueda mantener correspondencia con sus abuelos de Berlín. 


CONTINUARÁ
       

          
      
   
             


 

domingo, 24 de octubre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En la casa familiar todo estaba preparado para el viaje de Emiliana y su padre. Octavia y Manuel se despedían de ellos con la emoción de esperar pronto su regreso. Emiliana vestida con un traje negro y una capa gris sobre sus hombros para abrigarse, parecía más delgada. Su cabello corto resaltaban aun más las facciones finas y el contorno suave de su rostro; con su madre,  comentaba: 
-Gracias por quedarte a cuidar a Lizel, es muy pequeña para hacer este viaje en barco. Con mi padre estaremos de regreso en unos días-. 
-Querida, no te preocupes estoy triste y a la vez feliz de quedarme con mi bebé, parece una contradicción pero me hubiera gustado hacer este viaje en circunstancias diferentes de las que vivimos ahora- contestó Octavia mientras abrazaba a Emiliana y besaba sus mejillas.
-Aníbal debes cuidar bien de nuestra hija- así se despedía Octavia de su esposo y lo abrazaba.
Manuel hizo lo propio con su padre y hermana al despedirse. A él le hubiera gustado hacer ese viaje pero sus padres le dijeron que no podía faltar al colegio. 
Emiliana cargó a su hija y le prometió que pronto estaría de regreso para volverla ha abrazar. Beso a Lizel y se la entregó a su madre. Tomó el bolso en el que llevaba lo necesario para el viaje y dijo: -padre ya estoy lista, debemos partir, si no el barco nos puede dejar-.
Aníbal besó a su esposa para despedirse y recomendó a Manuel cuidar a su madre y a Lizel. 
Octavia desde la puerta principal se despedía de ellos, no podía acompañarlos hasta el puerto porque sería muy pesado el regreso sin su compañía.
-Madre cuanto tiempo van a demorar en regresar mi padre y hermana- preguntó Manuel.
-El tiempo que necesiten para hacer este viaje, ellos nunca han viajado al sur- contestó Octavia y entraba en la casa con Lizel en brazos  junto a Manuel para iniciar el día y ocuparse de lo que necesitaba la bebé.
Camino al puerto padre e hija estaban en silencio, no hacían comentarios. Aníbal observaba a Emiliana, era tan joven para vivir esta tragedia. La vida la estaba poniendo a prueba y el resultado final solo en el futuro se sabría. 
Llegaron al puerto y esperaron abordar el barco en el mismo lugar donde Emiliana se había despedido de Guillermo meses antes. Tembló su cuerpo al recordar el episodio, su esposo le había prometido volverse a reunir y cumplió su palabra.
A la hora de partir padre e hija subieron al barco, su destino Valparaíso y luego Antofagasta. Que lento parecía todo, el tiempo se había detenido o tal vez era solo una sensación. 
En pleno viaje los dos observaban desde el barco la inmensidad del océano, parecía infinito, pero no, en realidad no era infinito. El viaje resultó pesado para la hija porque el vaivén del barco le ocasionaba náuseas. Aníbal se sentía un poco mejor para él no era su primer viaje sobre el mar. 
Después de una larga travesía, llegaron a Valparaíso al día siguiente en al noche. Descansaron en una posada cerca al centro de la ciudad, estaban agotados y ya en tierra aun sentían bajo sus pies el vaivén del barco.
Amanecieron muy temprano y partieron de inmediato a la ciudad de Antofagasta, la prisa por llegar al destino final, era prioridad. 
Arribaron a la ciudad muy tarde, en la noche, el viaje por tierra transcurrió sin inconvenientes. Dormirían en una posada que el cochero les recomendó. La ciudad a esas horas lucía oscura solo algunas luces mortecinas alumbraban las calles. Mejor fue cenar algo ligero que les ofrecieron los dueños del hospedaje y después irse a dormir.
Descansados y con mejor ánimo desayunaron a la mañana siguiente. Al dueño de la posada le preguntaron de como podían llegar el camposanto de la ciudad, ahí descansaba un familiar, fue la explicación que dio Aníbal. Éste les dio las instrucciones para llegar al lugar y les explicó que ahí existía una pequeña caseta donde podían preguntar por la tumba de su difunto. Emiliana no podía hablar, su voz se quebró al recordar a su esposo. 
En el camino al cementerio compraron flores era un ritual doloroso pero Emiliana sentía que debía hacerlo, ella necesitaba conocer el lugar donde los restos de Guillermo reposaban. En la pequeña caseta les dieron las instrucciones de como llegar a la tumba que buscaban. Mientras caminaba sintió que las fuerzas la abandonaban, se sostuvo del brazo de su padre -hija, si deseas podemos descansar en ese banco que esta cerca a nosotros- sugirió Aníbal. 
-No padre ya estamos cerca, hemos realizado un largo viaje para llegar y debemos seguir para encontrar a Guillermo- contestó Emiliana recuperando las fuerzas para seguir adelante.
No costo demasiado ubicar el lugar donde estaba su lápida. Aníbal se retiró unos metros para darle a su hija la intimidad que necesitaba de hablar con el esposo que amaba. Emiliana se acercó y con un pañuelo limpió la lápida, puso las flores en los recipientes para ello. Hablaba con Guillermo entre sollozos, le decía que necesitaba saber donde se encontraba y que había recibido cristiana sepultura. Le prometía que siempre lo llevaría en el corazón y que nunca lo olvidaría. Hablaba en alemán algunas palabras de amor que él le había enseñado y además le prometió que Lizel aprendería el idioma de su padre como lo deseaba. Sus lágrimas caían por su rostro, ella jamás imaginó un destino así. Rezó con fervor algunas oraciones para pedir por su alma que seguro estaba en un lugar feliz. Aníbal se acercó a su hija, la abrazó -Debes aceptar esta realidad, sé que no es fácil. Guillermo se fue en el mejor momento de sus vidas- habló el padre para consolar a su hija.
Estuvieron en el cementerio cerca de dos horas, Emiliana le dijo a su padre: -antes de partir de la ciudad tenemos que regresar para despedirme-. Aníbal aceptó la propuesta de su hija, sabía que no sería fácil volver para visitar a Guillermo.
Con Emiliana más repuesta de su dolor, el padre le propuso al salir del cementerio visitar las oficinas de la empresa donde trabajó Guillermo -hija ya estamos aquí, debemos hablar con el director de la minera para que nos explique algunas preguntas que deseo hacerle.
Padre e hija visitaron la oficina de la empresa, el director los recibió conversó con ellos y explicó con detalle lo sucedido en el accidente. La conversación fue cordial y despejo las dudas de Aníbal, todo fue un lamentable accidente que la empresa no pudo evitar, una cadena de hechos sucedieron con los  resultados fatales. 
El director entregó a Emiliana un cheque con el dinero del seguro que la empresa le daba a los familiares, ella era la esposa y eso le correspondía. Tomó el cheque lo dobló y guardó en su bolso, no quería leer ni saber de que cantidad se trataba, nada podía devolverle la vida a Guillermo.
Padre e hija se retiraron de la empresa, agradecieron al director haberlos recibido, el resto del día pasearon por la ciudad y sus alrededores. al día siguiente antes de partir volvieron al camposanto para despedirse de Guillermo. Emiliana habló con él sobre sus planes de estudio y le ofreció su amor por siempre. Se despidió de su esposo, con gran dolor, sufría al no saber cuando volvería a regresar y eso le causaba demasiada tristeza. Aníbal abrazó a su hija y juntos se despidieron de Guillermo con gran pesar. 
Partieron de Antofagasta y en Valparaíso padre e hija se quedaron dos días, antes de continuar el viaje, pasearon por la ciudad para conocer los lugares más importantes, luego fueron al puerto para embarcarse y regresar a Lima donde los esperaba la familia. Emiliana se despidió de la ciudad, todo ese recorrido que había hecho junto a su padre, lo había realizado Guillermo la primera vez que llegó a Chile, ella siempre recordaría eso.
En Lima la familia recibió a los viajeros con alegría, Emiliana estaba más serena pero su rostro lucía demacrado y su tristeza solo el tiempo podía, tal vez aliviar. 
La semana después del regreso de Emiliana y su padre transcurrió sin grandes novedades. Octavia y Aníbal conversaron sobre los detalles del viaje y el cheque del seguro que Emiliana todavía no había cobrado en el banco. Sus planes eran abrir una cuenta de ahorro para el futuro y lo que Lizel pueda necesitar, le costaba hablar de dinero nunca lo había necesitado, en su hogar siempre tuvo todo.
Aníbal preparaba su viaje de regreso al fundo, había salido temprano para comprar algunas cosas que necesitaba y cuando llegó al hogar estaba pálido, blanco como un papel, Octavia al verlo se asustó:
-¿Qué sucede?- preguntó -tienes el rostro pálido es mejor que te afloje el corbatín. ¿Te sientes mal?- volvió a decir.
-Querida no puedes imaginar lo sucedido, nunca podrías hacerlo, yo mismo no comprendo qué sucede en estos días de tantos cambios y tragedias-.
Octavia, se alteró ¿de que hablaba su esposo?,¿ qué sabía? ¿por qué la tristeza lo embargaba? ¿era algo sobre la familia?-  se preguntó.
-Aníbal me estas asustando, habla de una vez por favor...te lo pido-.
-Cuando salía para hacer las compras de las cosas que necesito para el fundo, me encontré en el centro con un gran barrullo ¿qué sucedía? pregunté y uno de los amigos que estaba cerca me contó lo sucedido y porque la gente estaba reunida. Habían encontrado un cuerpo en un terreno baldío a las afueras de la ciudad, eso fue a las ocho de la mañana por eso es que no salió publicado en los diarios. La persona que encontraron era Quinto López del Águila, nuestro amigo, al parecer fue asaltado y él puso resistencia, una daga estaba cerca a su cuerpo. La policía dice que Quinto murió a las dos de la mañana. 
Octavia no sabía que decir o hacer solo pronuncio unas palabras: -pobre hombre, a nadie le debe pasar algo así- terminó de decir con tristeza y pensó en Rosalina.
-Todos sabían que Quinto andaba con fuertes cantidades de dinero en los bolsillos, lo más grave es que andaba solo por las calles- contestó Aníbal.
-¿Qué hacia Quinto a esas horas de la noche?- preguntó Octavia a su esposo.
-Querida, hay cosas que los hombres no comentamos pero desde hace varias semanas sabía que Quinto se estaba dedicando al juego, apostaba números grandes en un salón del centro, yo deduzco que él salía a la calle después de ganar una partida de dinero, pero muchas veces también perdía. Seguro lo siguieron y paso lo que pasó. Fausto no debe saber nada de esta actividad de su hermano. Siento mucho esta tragedia, Quinto era un amigo-.
-Es lamentable lo sucedido, a estas horas Rosalina debe saber lo ocurrido a su esposo y su desesperación debe ser mayor- contestó Octavia.
Rosalina sabía ya la triste noticia y fue hablar con el comisario, éste tuvo cuidado al darle la noticia y los detalles, pero fue inevitable hablar con ella. Llena de angustia y llanto se dirigió al correo para enviar un telegrama a Fausto con la mala noticia, no sabía que hacer, solo lloraba y lloraba. En su vida todo se lo resolvian primero sus padres y luego su esposo.  
En la casa de Octavia la familia ya sabía la mala noticia, Emiliana comentó con su madre -pobre Rosalina, ella que vino hablar contigo sobre lo ocurrido con Guillermo. ¡te acuerdas!-.
En la tarde del mismo día, Rosalina fue a buscar a Octavia quería saber donde estaban sus padres, llorando, rogaba que le diga donde vivían.  
Muy seria Octavia le dijo que no sabía nada sobre Hortensia e Hipólito, ella mintió en ese momento porque ahora recién se acordaba que tenía padres después de hacerlos sufrir tanto, ahora si los necesitaba. Sentía dolor por Rosalina y le dijo que averiguaría la dirección de sus padres con sus amigas, las Damas del Patronato, seguro ellas conocen la dirección.   
Rosalina suplicó y pidió a Octavia que le avise pronto sobre la dirección y se despidió. Emiliana no salió a saludar porque todavía se sentía mal y lo ocurrido a su amiga era demasiado para ella.
Octavia aun molesta por la actitud de Rosalina, fue ella misma al correo para mandar un telegrama a sus padres y pedir su autorización para darle la dirección a su hija. Que dolor, que tragedia como dijo Aníbal. Quinto buscó el final por ser tan descuidado y también por ostentar demasiado el dinero, era algo que iba más allá de su carácter. 
Primero Fausto envió un telegrama pidiendo a Rosalina que preparen el cuerpo de Quinto para ser embalsamado, él con sus hermanos vendrían a la capital para llevárselo y enterrarlo en la hacienda de la familia. Luego Hortensia envió un telegrama a Octavia con el permiso de darle la dirección a Rosalina. Antonia fue la encargada de llevar el encargo de los padres a Rosalina.
En la hora de la cena Aníbal comentó a Octavia: -hiciste bien en darle la dirección de sus padres a Rosalina. Ella tiene que pedirles perdón de todas las formas habidas. No darle la dirección hubiera sido cruel-.   
En el hospital por encargo expreso se preparó el cuerpo para que dure varios días sin ser enterrado. Rosalina agradeció al comisario su ayuda con está gestión que sería pagada al hospital. 
En el pequeño salón sobre el escritorio, Octavia tenía las cartas de sus amigas Petra y Beatriz,  aún no había abierto los sobres, por el momento la carta que más le interesaba, era la de Anja madre de Guillermo pero no había noticia alguna de ella, eso la preocupaba demasiado. 
Fausto, Segundo y Ángel llegaron a la ciudad. Hablaron con Rosalina que estaba al borde de un colapso, le dijeron que se calme que nada había sido culpa de ella. Después de un breve descanso por el largo viaje los hermanos fueron hablar con el comisario. Él les contaría los detalles de la muerte de Quinto, detalles que Rosalina ignoraba.
Fausto escuchó en silencio al comisario, después le hizo algunas preguntas. Su hermano Quinto era imprudente y no le agradó nada saber que estaba jugando el dinero de la empresa familiar, decidió olvidar ese detalle. La primera vez lo había salvado de ser linchado en la hacienda pero esta vez no pudo hacer nada por ayudarlo de su vanidad y torpeza para manejar su vida. Los hermanos estaban tristes por lo ocurrido y preparaban su viaje de regreso con el cuerpo de Quinto embalsamado y tratado con cuidado para hacer un largo viaje.
Fausto como el hermano mayor habló con Rosalina antes de partir:
-Estimada Rosalina, a mi sobrino no le va a faltar nada para su manutención y estudios, nosotros enviaremos un dinero mensual para que lo puedas criar sin angustias hasta que sea un adulto de provecho. Solo te pongo una condición que una vez al año, lo lleves a la hacienda, el pequeño debe conocer a sus tíos, hermanos de su padre. ¿Vas a seguir viviendo en la casa?- preguntó al final.
-No Fausto es seguro que vaya a vivir con mis padres, a ellos les tengo que escribir para contarles lo ocurrido- contestó.
-Bien, una vez que este instalada en tu nueva casa, me envías  la dirección para saber donde mandar el dinero-. contestó Fausto y se despidió de ella, Segundo y Ángel  también se despidieron. Los hermanos se llevaban el cuerpo de Quinto a la hacienda donde pueda  descansar en paz. 
Al terminar la calle, los hermanos se alejaron de la ciudad y tomaron el camino que los llevaría de regreso a su hacienda. Fausto y sus hermanos lamentaban lo sucedido pero ¿Qué podían hacer?, Quinto vivió siempre a su manera y encontró a su manera el final.  


CONTINUARÁ  
        
   
      
                                
    


 

domingo, 17 de octubre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En la casa familiar, la mañana se llenaba de esperanza. Emiliana se había levantado de la cama cuando escuchó a su padre decir que Lizel estaba enferma. 
El instinto materno de protección por su hija era la voz interior que le dio fuerzas para salir de la cama después de varios días y correr al lado de Lizel que necesitaba a su madre.  
Aníbal llegó con el doctor para que examine a su nieta, preocupado la bebé lo había traído rápido.
El doctor Domingo, otro especialista revisó a Lizel, con el rostro serio y en silencio, hizo el examen físico para comprobar que no fuera nada más grave que una fiebre. 
Después de algunos minutos que parecían eternos para la familia, el doctor habló con voz serena.
-No parece nada grave, solo es una fiebre de estación pero hay que cuidarla. La bebé esta saludable y bien alimentada, va a superar este malestar. Es conveniente darle estas gotas para bajar la fiebre y este jarabe para sanarla. En dos días debe estar bien de lo contrario debemos llevarla al hospital. Los bebés son muy fuertes y suelen recuperarse con rapidez-. señaló el Doctor y entregó a Octavia las medicinas. -Debe tomar el jarabe tres veces al día- terminó de hablar y se despidió de la familia.  Aníbal lo acompañó hasta la puerta de principal y le agradeció por la visita médica. 
En la habitación Emiliana lloraba y cargaba a Lizel: -madre, es mejor que la lleve a mi habitación para darle la medicina, cuanto antes la tome será mejor para bajarle la fiebre, yo la quiero cuidar y estar a su lado-. 
Octavia estuvo de acuerdo y en su fuero interno daba gracias al cielo por el milagro concedido. Emiliana estaba de pie y dispuesta a ocuparse de su hija como toda madre. Aníbal regresó al lado de Lizel, Emiliana y Octavia. Se sentía más tranquilo con la visita del doctor, su nieta se iba aliviar de esa fiebre que trajo tanta preocupación a la familia. 
En su habitación, Emiliana acostó a Lizel con cuidado sobre la cuna para darle la medicina, ella le hablaba y repetía que pronto iba a estar bien.
Octavia sentía que un peso había caído de su espalda, acompañaba a Emiliana y estaba pendiente de la reacción de Lizel. 
-Madre no te preocupes, ahora yo me hago cargo de mi bebé. Tú ve a descansar o hacer lo que debes hacer, cualquier cambio te avisaré de inmediato. 
El doctor Domingo tuvo razón, dos días pasaron y como toda bebé sana Lizel reaccionó muy bien con la medicina y volvió a sonreír. La familia respiraba aliviada la bebé estaba feliz y con su sonrisa conquistaba a todos.
Manuel y Rubí podían estar tranquilos como todos en la casa, ellos también se preocuparon por Lizel y ahora que la veían sonreír no había más palabras que decir.   
Emiliana como madre era la más feliz con la reacción de su hija y en un momento le dijo a Octavia. 
-Madre que bueno que Lizel esté bien, la fiebre se ha ido, ahora puedo sentir alivio. Aparte de lo sucedido, deseo pedirte un favor, Guillermo me dejó un dinero antes de partir a su viaje. Con ese dinero deseo comprar tela negra para mandar a confeccionar dos vestidos, solo dos son suficientes para guardar luto por mi esposo-. 
En esa época las mujeres que quedaban viudas, solían guardar luto riguroso y muchas vestían de negro hasta el final de sus vidas.
Preocupada por su hija Octavia contestó: -no es necesario que me des dinero para comprar la tela, guárdalo para algo que pueda necesitar Lizel, yo compraré la tela y se la mandaré a la costurera para que confeccione los vestidos, por suerte ella tiene tus medidas ¿qué modelos deseas?- preguntó al final Octavia 
-Un modelo sencillo nada elegante. Madre, elije los modelos para los dos vestidos, confió en ti. Lo que elijas va a estar bien- completó Emiliana con tristeza, era su nueva realidad y estaba dispuesta aceptarla aunque sentía un gran dolor en el corazón.
Más tarde Octavia salió para comprar en el gran almacén la tela que su hija necesitaba. Emiliana aprovechó la ausencia de su madre y como estaba sola tomó del cajón de su cómoda las tijeras y se cortó el cabello hasta la altura de la nuca. Su hermosa cabellera que caía como una cascada sobre los hombros no estaba más. 
Al cabo de una hora cuando Octavia regresó de sus compras, fue a la habitación de su hija para mostrarle la tela que había comprado, cuando entró vio a Emiliana con el cabello corto, de la impresión de las manos se le cayó la tela fina y exclamó -¡Emiliana qué has hecho!-.
-Madre no quiero reproches, no deseo escuchar nada sobre mi cabello- contestó tajante.
-No voy a decir nada pero al menos deja que te arregle el cabello, en la parte de atrás no ha quedado muy bien- la madre recogió la tela que había caído al suelo y la puso sobre la cama, tomó las tijeras y comenzó arreglar el cabello con pequeños cortes para que se vea parejo-. Octavia no quería llorar, escondía sus lágrimas, el precioso cabello de su hija estaba regado en el piso junto a ella. 
Uno instante le tomó arreglar en algo, el corte de cabello que había realizado Emiliana, luego al terminar comentó: -sobre la cama está la tela que he comprado, más tarde la voy a llevar donde la modista para que comience de una vez la confección de los vestidos- Octavia dejó las tijeras sobre la mesa de noche y salió de la habitación. No había palabras que decir, su hija estaba reaccionando al  dolor de perder a Guillermo y era una situación nueva para ella. 
Aníbal llegó a la casa a la hora del almuerzo, Octavia conversó con él sobre la actitud de Emiliana y su corte de cabello, le pidió que no haga comentario sobre el hecho y a Manuel le pidió lo mismo. 
-Debemos dejar que haga lo que debe hacer para lidiar con su dolor- recomendó y todo la familia junta se sentó en el comedor para almorzar. 
Se habló de diversos temas pero ni un comentario sobre el cabello de Emiliana, ella se sintió aliviada de no tener que dar explicaciones sobre su nueva apariencia. 
Octavia habló sobre el bautizo de Lizel y la importancia de separar la fecha en la iglesia, debía ser lo más pronto para que la bebé reciba el sacramento.
Emiliana aceptó la sugerencia y comentó a su madre: -por favor, puedes encargarte de todos los arreglos yo tengo que ocuparme de Lizel. Tú siempre sabes como hacer las cosas. El vestido para el bautizo está bien y me agrada-.
Octavia aceptó el encargó de su hija. Emiliana había terminado de almorzar y se disculpó para levantarse de la mesa y salir del comedor.
La familia se quedó en silencio nadie comentó ni habló del tema. 
El bautizo sería una ceremonia sencilla y solo la familia estaría presente. En la  casa familiar nadie tenía ánimo para celebraciones ni fiestas. Lizel sería bautizada y eso era lo más importante.
Octavia se dedicó a preparar los arreglos para el bautizo, en el salón de su escritorio tomaba algunas notas, Antonia interrumpió su trabajo: -señora han llegado estas cartas- se acercó al escritorio y se las entregó a Octavia. Una de las cartas era la respuesta de la empresa para la carta de Aníbal y la otra carta dejó congelada a Octavia -no puede ser, no puede ser... ¡qué es esto!- decia y sus manos apenas podían sostener el sobre. Leyó la dirección del remitente y las lágrimas caían por su rostro, la carta era de Guillermo... ¡una carta de Guillermo!- exclamó.
En su desesperación rompió el sobre tenía que saber de que se trataba. La carta iba dirigida a Emiliana, como siempre le dedicaba dulces palabras de amor a ella y cariños a su hija. Le comentaba además que ya había encontrado la casa donde iban a vivir: -Mi amada, la casa no es muy grande pero es cómoda para empezar nuestra vida, en esta nueva ciudad- luego con la carta le mandaba los pasajes en barco para ella y Lizel -te voy a esperar en la ciudad de Valparaíso cuando llegues. No vayas a confundir la fecha del viaje. Estaré feliz de verte de nuevo con nuestra hija-. luego continuaban palabras de amor y después se despedía. 
Octavia se desplomó sobre el asiento al leer la fecha de la carta que había sido escrita y enviada tres días antes del accidente con las terribles consecuencias. ¿Qué hacer? se preguntaba, Guillermo era  un hombre que deseaba amar y formar una familia ¿por qué esta tragedia tenia que suceder en su vida?. No dejaba de llorar, sus nervios la traicionaban cuando su esposo fue a buscarla al pequeño salón: 
-Octavia ¿qué pasa? ¿qué sucede? ¿por qué estas llorando?- le preguntó, él no sabía como consolarla  -querida, creo que lo peor ya pasó y Emiliana se recupera lentamente- agregó.
-Aníbal esto parece una terrible situación del destino, lee la carta que ha llegado... es de Guillermo. ¿qué vamos hacer? si ahora se la damos a Emiliana se va a desmoronar y seguro no va a seguir adelante con su recuperación-. señaló Octavia a su esposo.
Aníbal leyó en silencio la carta sintió un gran pesar al recordar a Guillermo y toda la ilusión que tenía con su esposa e hija: -Octavia por el momento no podemos darle esta carta a Emiliana, tienes razón cuando dices que va a sufrir y no sabemos que puede hacer. No podemos cambiar el destino pero al menos guardemos esta carta unos días, sé que Guillermo estaría de acuerdo. No es fácil ver sufrir a nuestra hija- puntualizó Aníbal y con tristeza dobló la carta para que Octavia la guarde.
Aníbal después leyó la carta de respuesta que había enviado la empresa, en ella aclaraban como habían sucedido los hechos que ocasionaron el lamentable accidente con la pérdida de vidas. Se disculpaban y aseguraban que fue un desafortunado accidente. 
Aníbal lamentó todo aquello y Octavia guardó esa carta también. No podían decir nada por el momento, era un acuerdo.  
El bautizo de Lizel se realizó un domingo. Los hermanos de Aníbal habian llegado del fundo para abrazar a Emiliana y estar juntos en familia. Los padrinos de Lizel eran Lorena y Sixto el hermano menor de Aníbal. La ceremonia se realizó en la iglesia muy cerca de la casa de Octavia. Emiliana con su vestido negro de luto cargaba a Lizel, los padrinos juntos recibían a la bebé para rociar su frente con el agua bendita.
La sencilla ceremonia terminó y la familia se dirigió a la casa para el almuerzo como celebración, no hubo festejos ni bullicio, todo fue sencillo en memoria de Guillermo.
Leonora y Sixto conversaban con Emiliana y lamentaban todo lo sucedido, se disculparon por no venir antes pero el trabajo en el fundo los retenía: -comprendemos que Aníbal no pueda viajar para encargarse del trabajo en el fundo pero sabemos que tiene que estar con su familia en estos días- comentó Leonora.
La vida en la casa familiar recuperaba su rutina. Los hermanos de Aníbal se despidieron y regresaron al fundo. Emiliana se dedicaba a su bebé y recibía las vistas de Lorena de vez en cuando, su amiga le comentaba sobre sus estudios y la vida que pasaba afuera de la casa. Parecía que todo iba por buen camino y la vida transcurria con calma. Emiliana no salía, se había encerrado tras la paredes de su casa y su deseo era estar junto a Lizel. Octavia y Aníbal no insistían a su hija para que salga respetaban su silencio. 
Tres semanas habian transcurrido desde que llegó la carta de Guillermo. Emiliana más repuesta de su duelo, en el huerto comentaba con su madre mientras admiraban las rosas que florecían  en los rosales: -son hermosas estas rosas madre, llenan de color el huerto. Siempre la naturaleza se abre paso ¿no te parece?-. Octavia escuchaba a su hija y le daba la razón.
-Madre- volvió a decir Emiliana -a veces pienso que Guillermo en la distancia se olvido de mí-.
-¡Cómo puedes decir eso!... siempre recibiste sus cartas. Guillermo nunca se olvido de ti- contestó su madre.
-¿Cómo puedes saberlo? hablas con tanta seguridad, no puedes pensar por él-. respondió Emiliana molesta.
-Yo te aseguro que tu esposo no se olvido de ti y te lo voy a demostrar-. Octavia fue al salón y de su escritorio sacó la carta de Guillermo, se la llevó a su hija y dijo:
-Esta es la prueba de lo que digo, no te la dimos antes porque estabas todavía muy dolida por la partida de Guillermo. Nada puede cambiar la realidad-.
Emiliana tomó la carta, leyó la escritura de su esposo, sus palabras y vio los pasajes del barco. Lloró, su recuerdo estaba fresco y dolían sus palabras: 
-Madre él nunca me olvido- dijo muy   despacio y convencida del amor de Guillermo. Contrario a lo que creían sus padres, su hija tomó la carta con serenidad y la guardó por siempre.
Una semana después mientras Lizel dormía, Emiliana se presentó en el pequeño salón donde sus padres conversaban.
-Que bueno que los dos estén juntos porque deseo hablar con ustedes-.
Octavia y Aníbal escuchaban a su hija con atención.
-Necesito su apoyo para  estudiar en la escuela de enfermería, he decidido que  es lo mejor para mí pero antes de comenzar mis estudios, debo saber donde está Guillermo, tengo que visitar el camposanto donde descansa. Ruego su ayuda para realizar el viaje,  tengo conocer el lugar y estar junto a él- decía Emiliana entre lágrimas para que sus padres la ayuden -¿madre te puedes quedar unos días con Lizel? mientras yo viajo-. preguntó.
-Emiliana claro que te vamos ayudar y no vas a viajar sola, yo iré contigo- contestó su padre -voy a comprar los pasajes para hacer el viaje.
-No te preocupes por Lizel yo me quedaré con ella hasta que regresen- aclaró Octavia para apoyar a su hija.
-En cuanto a los estudios, me parece excelente que decidas por la escuela de enfermería, va ser una gran experiencia para ti-  Octavia se alegró por la decisión de su hija. 
Emiliana cuando fue a su habitación del cajón de su mesita de noche sacó el reloj que Guillermo, le diera el día de su viaje, estaba sin cuerda desde hace varias semanas, ella lo había dejado olvidado. Abrió la pequeña tapa y comenzó a darle cuerda para ponerlo al día y desde ese momento contaría las horas que faltaban para realizar el viaje que la llevaría cerca al hombre que la había acompañado en las primeras experiencias de amor en su vida. Necesitaba saber donde estaba, hablar con él y despedirse para no olvidarlo, nunca. 

CONTINUARÁ 
    
   
    
   

   
                          


 

domingo, 10 de octubre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Aníbal y Octavia decidieron no perder más tiempo e ir al colegio alemán, era urgente responder la carta de la madre de Guillermo.
-Antonia- llamó Octavia.
-La joven se presentó en el pequeño salón al escuchar el llamado de su señora. 
-Mande usted- contestó.
-Deja lo que estas haciendo y quédate al lado de Lizel, no debes moverte hasta que regresemos-. 
-Si señora- contestó Antonia.
Lizel ya se podía sentar y no dormía todo el día como antes, había que estar atentos a cualquier movimiento suyo.
Los padres de Emiliana salieron con rumbo al colegio, cuando se presentaron en el lugar pidieron hablar con la directora, la señora Gertrudis Brown.
Octavia le explicó su problema y el porque habían recurrido al colegio. 
La señora Brown los atendió con gentileza y les comentó que podía ser la profesora Genoveva Kraft quien hiciera la traducción. Ella era una experta en esos casos y no tendría problemas en ayudarlos con la carta de la madre de Guillermo, la señora Anja Genscher.
La profesora Genoveva se presentó en la dirección del colegio para conversar con Aníbal y Octavia. Enterada de la situación y de la urgencia en responder rápidamente la carta se comprometió a tenerla lista en la tarde de ese mismo día.
Octavia agradeció su comprensión y su ayuda: -Genoveva gracias por prestarnos sus servicios profesionales ¿Dónde la podemos ubicar para recoger la carta?-.
-No se preocupe Octavia, yo iré a su casa para entregar la traducción. Escriba en esta libreta la dirección-. Genoveva leyó el remitente, la carta venia de Berlín, ella también era de esa ciudad.
Octavia escribió la dirección de su casa y le entregó la libreta. Los esposos estaban realmente agradecidos. Se retiraron del colegio después de agradecer de igual manera a la directora que había recomendado a la señora Genoveva. 
-Aníbal que bueno que resolvimos el problema de traducción de esta carta, para mí era un verdadero dilema. Ahora debemos concentrarnos en contestar la carta para volver a traducirla pero está vez en alemán. Estas idas y venidas son un problema pero no hay otro camino. Anja madre de Guillermo debe saber lo más pronto posible que ocurrió con su hijo y ese será un dolor muy grande para ella y una responsabilidad para nosotros- señaló Octavia a su esposo mientras regresaban al hogar.
Al llegar a casa, Antonia jugaba con Lizel, no se había separado de la bebé un segundo, como le recomendó Octavia
-Gracias Antonia ya puedes regresar a tus labores- ordenó su señora y la joven se retiró.
Las dificultades en la casa familiar seguían igual, Emiliana no salía de su depresión y no se levantaba de la cama. Casi no probaba alimento, si seguía de esa manera podía enfermarse gravemente. Sus padres estaban muy preocupados, el sufrimiento de su hija era profundo.
La enfermera Eda que había visitado la casa el primer día que salió la noticia, recomendó a Octavia al Doctor Oscar Diez, él era experto en tratar estos casos: -Octavia el doctor puede ayudar a Emiliana a comprender este difícil momento por el que está pasando, ella es joven y no sabe como lidiar con el sufrimiento. Es tan terrible lo que ha ocurrido- señaló Eda para aconsejar a su amiga y ayudar a Emiliana. Le entregó la dirección del consultorio del Doctor que también hacía visitas a domicilio. 
Aníbal fue el encargado de traer al Doctor para que examine a Emiliana y hable con ella. 
El doctor Diez visitó la casa en horas de la tarde. Primero habló con Aníbal y Octavia, luego ellos lo condujeron al cuarto de su hija. 
Emiliana dormía y tuvieron que despertarla, el Doctor la examinó mientras conversaba con ella y le hacía toda clase de preguntas, notó su delgadez y el rostro demacrado, fue muy directo al advertirle.
-Si sigues por este camino, vas ha encontrar la muerte, una persona no puede estar sin alimento muchos días, tienes una hija por quien velar. Es una tragedia lo ocurrido pero debes sobreponerte -.
Emiliana no contestó, solo lloraba, el recuerdo de Guillermo y la forma de su desaparición la hacían sufrir aun más. Sentía no haber estado a su lado para ayudarlo.    
Cuando el Doctor salió de la habitación con Octavia y Aníbal, lo condujeron a la sala para conversar sobre la salud de Emiliana.
-Su hija tiene una profunda depresión, ella ahora no tiene voluntad de vivir. La tragedia ocurrida a su esposo la ha puesta en una situación de perder la voluntad, sugiero alimentos suaves por unos días- de su maletín sacó un frasco y comentó -esta medicina la puede ayudar con los nervios, al comienzo le va a dar sueño  pero dolor y el sufrimiento solo serán superado con el tiempo, por el momento no hay nada más que pueda hacer, ella debe reaccionar o si no enfermará gravemente. 
Aníbal y Octavia agradecieron al doctor y después de pagar sus honorarios, él se retiró 
-Que vamos hacer Aníbal, temo por nuestra hija, ella quiere morir-
-Calma... primero debemos darle su medicina y luego hablar con ella. Emiliana tiene que reaccionar es por el bien de ella misma  y de Lizel- contestó Aníbal tan preocupado como Octavia.
Las amigas de Octavia se habían enterado de la noticia días antes y visitaron varias veces la casa para apoyar a su amiga: -Octavia sabes muy bien que tienes nuestro apoyo, en qué te podemos ayudar- decia Reyna y abrazaba a su amiga.
-Quiero agradecer a todas  por su visita yo sé que ustedes están conmigo pero no hay nada que puedan hacer en este caso. Mi hija está realmente mal y creo que no tiene voluntad de vivir- a Octavia se le quebró la voz y comenzó a llorar, era una situación que nunca pensó vivir.
-No, querida amiga, Emiliana va a salir de esto, tienes que confiar en Dios, nosotras estamos orando para que así sea-. 
-Gracias en verdad gracias por sus palabras y oraciones- contestó 
Las Damas no quisieron demorar más su visita y se despedían de su amiga, comprendían que Octavia deseaba estar al lado de Emiliana para consolarla.
Lizel hacia la siesta de la tarde y Octavia fue a la habitación de su hija, se acercó a la cama: -te ruego Emiliana que reacciones y te levantes, Lizel te necesita-.
-Ella, te tiene a ti- contestó en voz baja.
-Lizel, no me necesita a mí, ella necesita a su madre. Piensa en esto, la bebé ya ha perdido a su padre no la dejes sin su madre- rogó Octavia para que reaccione. 
Emiliana lloraba, no podía o tal vez no quería seguir viviendo. El sufrimiento que estaba viviendo le quitaba la voluntad. 
Cuando su amiga Lorena la visitaba ni con ella hablaba. Ellas que siempre fueron tan muy confidentes, ahora Emiliana no tenia palabras que decir y solo lloraba. Lorena tenia paciencia con ella y le comentaba sobre sus planes.   
La profesora Genoveva Kraft visitó la casa familiar para entregar la traducción de la carta. Antonia buscó a su señora para anunciar la visita. 
La profesora Kraft se comprometió a regresar al día siguiente para volver a traducir al alemán la respuesta de Octavia. 
-Genoveva, no sabe como le agradezco todo lo que hace, yo mañana tendré la respuesta a esta carta- prometió Octavia.
-Bueno eso está bien, la traducción la haré aquí en su hogar para evitar el ir y venir y así tener  rápidamente la respuesta a la carta de Berlín ¿está de acuerdo conmigo Octavia?- preguntó Genoveva.
-Si, esa me parece una idea perfecta, es verdad de esa forma no perderemos tiempo. Gracias, muchas gracias, esto es lo que yo le iba a proponer-.
Genoveva se despidió para que Octavia puede leer la carta y contestar a la madre de Guillermo. En su carta la señora Anja Genscher preguntaba por su hijo ¿cómo estaba?. No sabía de él desde hace varias semanas, rogaba a la familia de Emiliana le informe ¿donde está o qué ha pasado con él?. Estoy muy preocupada Guillermo nunca deja de escribir para que yo sepa que está bien. 
Octavia leyendo la carta, recordó lo sucedido y comenzó a llorar, trató de escoger sus palabras con cuidado para escribir a una madre que preguntaba por su hijo. De una madre a otra, le escribía para darle la terrible noticia de la tragedia ocurrida a Guillermo. Querida Anja comenzaba la carta y líneas más abajo explicaba lo del accidente y la noticia en los diarios, por momentos tenía que detenerse para secarse las lágrimas y no mojar la hoja de carta donde escribía. Que dolor que tristeza pensaba, era algo que nunca debió pasar. Ahora le comentaba Anja que Emiliana su hija y esposa de Guillermo no puede dejar de sufrir y por ende sufría toda la familia. 
La carta describía la decisión de Guillermo al viajar a la ciudad de Antofagasta para trabajar en una empresa minera, cerca a su amigo Frank Wenders. Trabajaba en la empresa algo más de dos meses cuando sucedió el accidente. Antes de despedirse Octavia le escribía cuanto lo sentía y que comprendía su dolor por lo ocurrido a Guillermo. En líneas finales firmaba con su nombre y apellidos. 
En horas de la noche Octavia le dio la carta para que Aníbal la lea, él estuvo de acuerdo con la forma en que Octavia le daba la noticia Anja. 
-Mañana viene Genoveva para volvernos ayudarnos con la traducción, por supuesto  le pagué sus honorarios aunque puedo decir que ella no quería recibir el dinero, yo insistí porque es su tiempo el que se toma para hacer este trabajo. Además la vamos a necesitar con la traducción para mantener correspondencia con Anja en el futuro.
En horas de la tarde Genoveva llegó a la casa y en el escritorio de Octavia de inmediato comenzó a traducir la carta al alemán, se sorprendió con lo ocurrido y todo el dolor que había causado la desaparición de Guillermo. Al terminar su trabajo, entregó la carta a Octavia, ésta la guardó en un sobre, escribió la dirección de Anja y mandó Antonia para que la deposite en el correo y pueda salir con destino a Berlín mañana temprano.
-Genoveva le estoy muy agradecida por la ayuda en traducir la carta, deseo pedirle un favor, si puedo solicitar de nuevo su ayuda para seguir la correspondencia con Anja Genscher- pidió Octavia a la profesora Genoveva.
-No sé preocupe, usted tiene todo mi apoyo, lamentó lo que ha sucedido con el joven esposo de su hija, es realmente una tragedia. Su madre va a sufrir demasiado con la noticia- Genoveva se acercó a Lizel que estaba en la cuna y acarició su cabecita luego comentó - es una linda bebé y tan tranquila-
Octavia sonrió con el comentario. Genoveva se despidió y prometió seguir apoyando con el trabajo de traducción.
La madre de Emiliana se sintió mas tranquila porque la carta ya fue llevada al correo, en unas semanas Anja tendría la respuesta a su carta. Cargó en sus brazos a Lizel, la abrazó y la besó, se paseaba con ella por el salón cantando canciones de cuna. 
Manuel con todo lo que sucedía a su hermana y sus  ganas de no querrer comer, se sentía triste y desolado, después de regresar del colegio fue a visitarla en su habitación. Hablaba con ella aunque no tenía respuesta, le hacia recordar algunas anécdotas de niñez: -te acuerdas cuando era pequeño y te quitaba alguna muñeca y salía corriendo para que me persigas. Tú te molestabas y yo lo hacia por fastidiar, era una travesura- luego habló muy en serio -Emiliana nuestros padres están sufriendo por ti y están preocupados, si a ti te sucede algo y a ellos también, te imaginas como sería la vida si Lizel, Rubí y yo nos quedamos solos en esta casa tan grande. Debes pensar en ello y reaccionar. No digo que olvides a Guillermo pero piensa en tu familia que sufre por ti-. Manuel se retiró de la habitación y Emiliana lloró en silencio.
Todos los días Aníbal también entraba a la habitación para hablar con su hija, la animaba a que se levante y pueda volver a vivir, eso de estar en cama no era vida -te estas debilitando y no es bueno. para tu salud. Guillermo fue un buen esposo y sé que lo extrañas demasiado. Hija es tiempo de reaccionar, eres demasiado joven para renunciar a la vida, tienes solo 23 años y una bebe que cuidar- decia Aníbal con tristeza.
Rubí los domingos que visitaba la casa solía hablar con Emiliana en su habitación. Sabía que no tendría respuesta pero igual le contaba lo que hacia en el colegio y lo bien que le iba en sus notas y de la caligrafía que era su gran dolor de cabeza- al final terminaba con una sonrisa y se retiraba de la habitación para ir al lado de su madrina y de Lizel que era su consentida. Toda la familia le hablaba para  animarla a salir de su habitación y vuelva a vivir.  
Emiliana no conversaba con nadie, de alguna forma inconsciente quizás, deseaba la muerte para reunirse con Guillermo. Lizel no se quedaba sola, ella tenía a sus abuelos, a su tío Manuel y a Rubí su nueva tía. 
Octavia una mañana había comprado el vestido blanco de bautizo para Lizel. La bebé tenia seis meses y era importante recibir el sagrado sacramento. Guillermo era católico y le hubiera gustado que su hija se bautice. La madre le mostró a Emiliana  el vestido blanco para ver si así se animaba y se levantaba de una vez.
-Emiliana, mira este hermoso vestido de bautizo para Lizel, si no te gusta lo podemos cambiar, en la tienda me dijeron que si podía. Además hablé con el padre Benito para que celebre el bautizo. Él fue muy claro al decirme que tú debías estar presente-. terminó de hablar Octavia. No obtuvo respuesta y entonces se molestó con su hija
-Cómo puedes ser tan egoísta, no piensas en tu hija que debe ser lo primero para ti, eres su madre y para ella, tú eres todo su universo- señaló Octavia con ira y salió de la habitación. 
Al día siguiente Lizel amaneció con fiebre, Aníbal habló en voz alta -voy a llamar al doctor la bebé no puede estar enferma-.
Emiliana escuchó la voz de su padre que salió tan rápido como pudo para traer al doctor. Se levantó de la cama, sintió un gran mareo, se apoyó en la pared. Salió de su habitación, mientras caminaba por el corredor preguntaba -¿qué sucede con mi bebé? ¿qué tiene Lizel?-. Había ocurrido un milagro, Emiliana se levantó de la cama para ir al lado de su bebé que sufría de fiebre y no se sabia porqué. 
Octavia llorando sostuvo a su hija: -Lizel está con un poco de fiebre, el doctor ya va a venir, tu padre ha ido a buscarlo- comentó. 
Emiliana con ayuda de su madre entró a la habitación de sus padres, Lizel estaba en la cama muy quietecita, raro en ella porque era una bebé muy alegre. Emiliana la abrazó, lloró a su lado, le pidió perdón por haberla abandonado tanto tiempo -tu padre jamás hubiera estado de acuerdo con esto-.
Octavia observaba la escena de su hija con su nieta, se percató que Emiliana había reaccionado pero estaba tan delgada que parecía que el viento se la podía llevar, además tenía el rostro demacrado y triste.  
-Madre, Lizel va estar bien, va estar bien... ¿verdad?- repetía como una oración por la salud de su hija.
-Si, ella va estar bien, Lizel es una bebé muy fuerte y sana-. contestó Octavia con la esperanza que se recuperen su hija y su nieta.  

CONTINUARÁ  
 
             
     
       


 

domingo, 3 de octubre de 2021

PRIMAVERA DE 1900

En el pequeño salón de la casa familiar se desataba una tragedia, Aníbal todavía no sabía que decir o mejor aun cómo escoger las palabras para explicar la terrible noticia que aparecía en el diario. 
-Ven Octavia, quiero que te sientes a mi lado- fue lo primero que dijo.
-No querido, estoy bien de pie ¿qué es lo que tienes que decir?- contestó a la expectativa de las palabras de su esposo. 
Aníbal habló con cuidado: -querida te pido por favor que te serenes cuando escuches lo que tengo que decir. En el diario de hoy ha salido publicada una terrible noticia. En Antofagasta Chile, ha ocurrido un lamentable accidente en la mina donde trabajaba nuestro yerno, hay veinte desaparecidos entre ellos se encuentra Guillermo y su amigo Frank. Al parecer ha sido la explosión de cartuchos de dinamita, la onda expansiva alcanzó a varios de los mineros y a la oficina de la empresa que se encontraba cerca-.
Octavia tuvo que ahogar un grito para no alarmar a Emiliana que estaba en su habitación junto a Lizel.  
-Aníbal- dijo entre sollozos -por favor dime que no es verdad, por favor... por favor- suplicaba Octavia a su esposo. 
No quería creer que algo así había sucedido: -es una mina, ellos saben como manejar la dinamita y tener los cuidados del caso- habló Octavia y su voz se ahogó entre lágrimas
Aníbal abrazó a su esposa en medio del salón para que no caiga desmayada al piso, los dos lloraban por Guillermo, no podían pensar y deseaban que todo aquello fuera un error.
-Ven tomemos asiento para leer con calma la noticia pero debes comprender que estos accidentes pueden ocurrir. Manejar explosivos es muy peligroso- le explicó Aníbal. 
-¡No! ¡no!... me niego a creer lo sucedido, es algo injusto para Guillermo, te ruego dime que no es verdad- contestó Octavia de nuevo como una súplica. 
-Voy a leer el diario para que te enteres de como fue que sucedió el accidente. Aquí en la segunda página, está la noticia:- Aníbal se acercó a su esposa para leer despacio, no deseaba que Emiliana se entere aun de la tragedia ocurrida a su esposo. Abrió el diario y comenzó a leer para que Octavia escuche como fueron los hechos.  
En ese instante la campanilla de la puerta principal sonó, Octavia Ordenó Antonia que no iban a recibir visitas. 
Manuel estaba en el colegio y así era mejor, más tarde prepararía a la familia para darles la noticia. Escuchó en silencio la noticia que su esposo leía. Con el rostro bañado en lágrimas pensó que era imposible todo aquello, se negaba a dar crédito de la tragedia. Aníbal terminó de leer la noticia y guardó silencio.
Antonia entró en el salón con una esquela en la mano, se la entregó a Octavia y volvió a salir, fue directo a la cocina y comentó con Lida que comenzaba a preparar el almuerzo: -los señores están llorando en el salón, parece que ha ocurrido algo grave-. 
-Antonia, no debes comentar nada sobre los señores, ahora calla y ve a terminar de hacer tu trabajo. Sabes muy bien que nosotras no debemos opinar sobre las cosas que ocurren con la familia-. contestó Lida para que Antonia guarde silencio y se dedique hacer sus tareas. 
En el salón, por el momento Octavia no deseaba saber de que quien era la esquela su mente y su corazón estaban en otro sitio. Sobre su escritorio puso la nota, no se dio cuenta que era de su vecina Soledad que ya había leído la noticia en los diarios. 
Se acercó a su esposo y habló: -Cómo vamos a decirle a Emiliana lo sucedido, ella se va a desesperar, va a sufrir. ¿Qué haremos ahora?- preguntó Octavia y comentó -tal vez es un error y Guillermo estaba en otro lugar -se abrazó, con el corazón a esa esperanza.
-No creo que así sea, el diario no puede publicar una noticia si no a verificado que es verdad, te imaginas tamaña responsabilidad. Yo también quiero tener la misma esperanza pero mi querida Octavia, la realidad es diferente- Aníbal pronunció estás palabras con tristeza, jamás ni en el peor de los escenarios se imaginó tal accidente.  
Octavia se desató en llanto, Aníbal la consolaba, él también estaba sufriendo por la tragedia. Ambos estimaban demasiado a Guillermo y todo aquello parecía una pesadilla. 
Emiliana en su habitación estaba ajena de lo que sucedía en el pequeño salón, ella había terminado de alimentar y cambiar a Lizel. la vistió con un gracioso y lindo vestido tejido a crochet, fue un regalo de una de las amigas de Octavia. La bebé sonreía y cada día se parecía más a su padre.
-Mi querida Lizel pronto vamos a estar junto a tu padre, seguro el nos extraña como nosotras a él- conversaba Emiliana con su hija para darse ánimos. Contaba los días en el calendario desde la partida de Guillermo, habían pasado dos meses.
En el salón Aníbal comentó: -debemos decirle a nuestra hija sobre lo ocurrido a Guillermo, no podemos mentirle, ni engañarla y menos ocultar esta noticia. Si ella se entera por otro conducto sería peor y nunca nos perdonaría-. terminó de decir. 
Octavia movió la cabeza en señal de  acuerdo: -es mejor prepararla ahora que estamos nosotros a Manuel le hablaremos más tarde. En el momento que conversemos con ella debemos ser cuidadosos-.
Ambos padres se tomaron de la mano, salieron del salón y caminaron hasta la habitación de Emiliana, tocaron la puerta y entraron.
-Queridos padres- dijo Emiliana -qué les parece este lindo vestidito que le puse a Lizel ¿no es hermoso?- preguntó y agregó -madre es un regalo de una de tus amigas-. 
Aníbal y Octavia apenas sonreían, Emiliana recién notó la seriedad en el rostro de sus padres: -¿qué ha pasado por qué esa seriedad?-.
-Querida Emiliana, es un lindo vestido- contestó Octavia -pongamos por un momento a Lizel en su cuna, tenemos que hablar contigo-. Entonces tomó a la bebé y la acomodó con cuidado en la cuna. Luego le pidió a Emiliana que tome asiento en el pequeño sillón frente a su cama. Se detuvo un instante, encontraba palabras para darle la noticia.
Aníbal fue más directo pero cuidadoso: -Emiliana, en el diario de hoy hemos leído una noticia sobre un accidente ocurrido en las minas de Antofagasta, hay varios desaparecidos y entre ellos se encuentra Guillermo y su amigo Frank, los nombres de los afectados fueron publicados-.
Por un segundo Emiliana se quedó paralizada, no hablaba, la desesperación y el dolor se dibujaban en su rostro: -¡no! ¡no! ¡no!- gritó y se puso de pie -ese no era el destino para Guillermo. Él no puede haberse ido ¡Noooo!-.  Cayó de rodillas al piso, Aníbal se acercó a su hija para ayudarla a ponerse de pie. Con los gritos de su madre Lizel se asustó y comenzó a llorar. Octavia la cargó en sus brazos para calmarla, mientras Aníbal abrazaba a Emiliana y le decía: 
-Debemos aceptar esta tragedia, no podemos decir que no ha sucedido. Te prometo escribir a la empresa para que nos explique sobre lo ocurrido, no creo que se nieguen, tú eres su esposa, por lo menos merecemos una explicación.
El dolor de Emiliana era evidente, Octavia puso a Lizel en su cuna, la bebé estaba más tranquila y habló con su hija: -vamos apoyarte en todo lo que necesites, sé que no es suficiente pero al menos vas a estar tranquila-. 
-No madre, nunca voy a estar tranquila, Guillermo se ha ido y nada puedo hacer para cambiar esa realidad- hablaba Emiliana con voz que apenas se podía escuchar. 
Octavia la ayudó acostarse en la cama, su cuerpo estaba sin fuerzas. Emiliana entró en una depresión profunda, no deseaba hablar. 
Sus padres no querían forzarla, Aníbal se llevó a Lizel para que su madre pueda descansar. Octavia se quedó junto a su hija y le dijo que le traería un vaso con agua de azhares.
Ella no contestó, solo lloraba, la madre salió de la habitación para traer el vaso con  agua, minutos después entró de nuevo para que tome el agua. Emiliana apenas bebió unos sorbos de agua, luego se quedó dormida. 
Octavia salió despacio de la habitación cerró la puerta y buscó Aníbal que jugaba con Lizel en el salón. 
-Se ha quedado dormida- comentó -es bueno para que se reponga de esta trágica noticia que yo hasta ahora, no puedo creer-.
Octavia recién vio la esquela que había sobre su escritorio, leyó el mensaje, era de Soledad: 
-Querida amiga- decía la nota -se que no soy bien recibida en tu casa pero con la noticia que publicó el diario, tu familia debe estar pasando un momento difícil y triste. Recibe mis condolencias, son de todo corazón. Un abrazo para Emiliana en este momento tan trágico y triste. Antes de despedirse escribió pido perdón por mis impertinencias-. 
-Aníbal, es una nota de Soledad, ya sabe lo ocurrido y nos envía sus condolencias. Ahora todos nuestros amigos deben saber que ha sucedido con Guillermo y seguro querrán venir a darnos el pésame. Para mí eso es algo tan difícil de tolerar. Los pésames nunca me han gustado- dijo Octavia con pesar.
-Que podemos hacer, es una forma de demostrar que nuestros amigos nos acompañan en el dolor, muchos de ellos sienten gran estima por Emiliana, la han visto crecer- agregó Aníbal mientras paseaba a Lizel por el salón. 
-Pensemos en nuestra bebé, seis meses de vida y su padre ya no está. Te imaginas que tragedia, ella crecerá sin su presencia- contestó Octavia y las lágrimas caían de su rostro. 
-Querida, yo soy su abuelo y sé que nunca voy a reemplazar a Guillermo pero puedo ser la figura paterna que ella necesita para crecer-. Aníbal quería demasiado a la bebé que cargaba en sus brazos.
Los amigos que conocían a la familia ya se habían enterado de lo ocurrido por las noticias en los diarios, algunos se presentaron en la casa para dar sus condolencias y otros enviaban esquelas de pésame con flores. 
En la empresa donde había trabajado Guillermo, los empleados ya sabían del accidente, muchos de ellos sentían tristeza y comentaban en voz baja. Otto Fischer en su oficina leyó la noticia en el diario, estaba perplejo, se puso de pie, salió  y no regresó en todo el día. Jamás deseo algo así para Guillermo y se lamentó. Mandó a la familia un ramo de flores y una esquela de pésame. Octavia leyó la esquela e hizo algo que ella jamás haría en otras ocasiones. Rompió la nota y mandó a desaparecer las flores.
Octavia y Aníbal conversaron con Manuel para que sepa que pasaba con su hermana, su tristeza fue evidente y sentía pesar por ella y por Guillermo -es una tragedia para todos pero sobretodo para Lizel y Emiliana- comentó. 
Lorena se hizo presente en la casa de la familia, quería estar junto a su amiga en estos momentos de dolor. 
-Señora Octavia, aquí estoy ni bien me enteré de la noticia, Mi querida amiga debe estar muy triste, ella ya se veía viajando para encontrarse con Guillermo-. 
-Lorena que bueno que hayas venido, tal vez Emiliana contigo quiera hablar, ustedes han compartido muchas confidencias. Vamos a su habitación  seguro  se va a sentir mejor contigo-. indicó Octavia y llevó a Lorena donde estaba su hija.
-Emiliana querida amiga- saludó -estoy aquí para apoyarte- agregó Lorena. 
Octavia dejó a solas a las jóvenes para que puedan conversar. Lizel dormía en una cuna pequeña que fue de Emiliana cuando era solo un bebé. La cuna se instaló en el pequeño salón para tenerla cerca y poder atenderla durante el día. Mientras en las noches dormía en la habitación con  su madre. 
Lorena estuvo más de una hora acompañando a Emiliana, ella  conversaba de como iban sus estudios en la escuela de enfermería. Emiliana se mantenia en silencio o si contestaba lo hacía con una o dos palabras.
-Comprendo lo que estas viviendo querida amiga y no voy a obligarte a contestar pero voy a venir cada vez que tenga tiempo libre. Deseo  apoyarte en este momento tan difícil-. Lorena se despidió de Emiliana y salió de su habitación.
Buscó a Octavia en el salón para conversar. Le comentó sobre su visita y la reacción de Emiliana. 
-No contesta y solo dice alguna palabra pero no se preocupe yo voy a insistir y vendré a visitarla lo más seguido, debemos comprender que está pasando por un profundo dolor-. 
Octavia estuvo de acuerdo, Lorena tenía razón hay que comprender su estado de ánimo y su tristeza. 
Dos días después que los diarios publicaron la noticia, Aníbal escribía una carta a la empresa minera para que puedan resolver algunas preguntas que él les pedía sobre el accidente. Se presentaba como su familiar y padre de la esposa de Guillermo. 
El domingo cuando Rubí estaba en casa de la familia. Buscó a su madrina que estaba en el huerto. Preguntaba por Lizel, Octavia le dijo que estaba con Emiliana en su habitación: 
-Hemos puesto a Lizel cerca de Emiliana para ver si así reacciona. Estamos muy preocupados por ella, no quiere comer ni levantarse de la cama, no sé que hacer-.
-No te preocupes madrina, ella va estar bien, ahora tiene que llorar todo lo que necesite para recuperarse. Así viví yo la muerte de mi madre y estas fueron las palabras de la madre superiora para consolarme- contestó Rubí con tristeza al pensar en el dolor de Emiliana y acordarse de su madre. Después se estremeció cuando recordó que en ese lugar vio  al aparecido cerca del pino donde ahora ella estaba junto a su madrina. No hizo comentario alguno, no deseaba preocuparla, ella estaba triste con lo ocurrido.  
Desde Alemania llegó una carta unos días después del accidente: -¡Mi Dios!- exclamó Octavia - es de la madre de Guillermo, con todo lo que ocurre con Emiliana he olvidado a su madre, pobre señora seguro no sabe nada sobre su hijo-. dijo Octavia, Aníbal había salido temprano. 
-¡Que hacer ahora!- abrió la carta, estaba dirigida a Emiliana, pero ella  no podía tomar atención, seguía en estado depresivo, no se levantaba de la cama, ni para atender a Lizel. Octavia lo hacía por ella.
La carta estaba escrita en alemán como era lógico. Aníbal regresó de la calle y Octavia le habló sobre la carta: -debemos buscar un traductor,  tal vez si vamos a la embajada ellos nos puedan ayudar-.
-No creo que ellos se ocupen de esas cosas, lo que debemos hacer es ir al colegio alemán, tal vez ahí, un profesor o profesora nos quieran ayudar con sus servicios profesionales de traducción.
Aníbal tenía razón. Octavia conservó en sus manos  la carta, estaba escrita con palabras que no comprendía. La letra era muy clara, bien formada y redonda. La madre de Guillermo seguro quería saber sobre su hijo.


CONTINUARÁ