En el pequeño salón de la casa familiar se desataba una tragedia, Aníbal todavía no sabía que decir o mejor aun cómo escoger las palabras para explicar la terrible noticia que aparecía en el diario.
-Ven Octavia, quiero que te sientes a mi lado- fue lo primero que dijo.
-No querido, estoy bien de pie ¿qué es lo que tienes que decir?- contestó a la expectativa de las palabras de su esposo.
Aníbal habló con cuidado: -querida te pido por favor que te serenes cuando escuches lo que tengo que decir. En el diario de hoy ha salido publicada una terrible noticia. En Antofagasta Chile, ha ocurrido un lamentable accidente en la mina donde trabajaba nuestro yerno, hay veinte desaparecidos entre ellos se encuentra Guillermo y su amigo Frank. Al parecer ha sido la explosión de cartuchos de dinamita, la onda expansiva alcanzó a varios de los mineros y a la oficina de la empresa que se encontraba cerca-.
Octavia tuvo que ahogar un grito para no alarmar a Emiliana que estaba en su habitación junto a Lizel.
-Aníbal- dijo entre sollozos -por favor dime que no es verdad, por favor... por favor- suplicaba Octavia a su esposo.
No quería creer que algo así había sucedido: -es una mina, ellos saben como manejar la dinamita y tener los cuidados del caso- habló Octavia y su voz se ahogó entre lágrimas
Aníbal abrazó a su esposa en medio del salón para que no caiga desmayada al piso, los dos lloraban por Guillermo, no podían pensar y deseaban que todo aquello fuera un error.
-Ven tomemos asiento para leer con calma la noticia pero debes comprender que estos accidentes pueden ocurrir. Manejar explosivos es muy peligroso- le explicó Aníbal.
-¡No! ¡no!... me niego a creer lo sucedido, es algo injusto para Guillermo, te ruego dime que no es verdad- contestó Octavia de nuevo como una súplica.
-Voy a leer el diario para que te enteres de como fue que sucedió el accidente. Aquí en la segunda página, está la noticia:- Aníbal se acercó a su esposa para leer despacio, no deseaba que Emiliana se entere aun de la tragedia ocurrida a su esposo. Abrió el diario y comenzó a leer para que Octavia escuche como fueron los hechos.
En ese instante la campanilla de la puerta principal sonó, Octavia Ordenó Antonia que no iban a recibir visitas.
Manuel estaba en el colegio y así era mejor, más tarde prepararía a la familia para darles la noticia. Escuchó en silencio la noticia que su esposo leía. Con el rostro bañado en lágrimas pensó que era imposible todo aquello, se negaba a dar crédito de la tragedia. Aníbal terminó de leer la noticia y guardó silencio.
Antonia entró en el salón con una esquela en la mano, se la entregó a Octavia y volvió a salir, fue directo a la cocina y comentó con Lida que comenzaba a preparar el almuerzo: -los señores están llorando en el salón, parece que ha ocurrido algo grave-.
-Antonia, no debes comentar nada sobre los señores, ahora calla y ve a terminar de hacer tu trabajo. Sabes muy bien que nosotras no debemos opinar sobre las cosas que ocurren con la familia-. contestó Lida para que Antonia guarde silencio y se dedique hacer sus tareas.
En el salón, por el momento Octavia no deseaba saber de que quien era la esquela su mente y su corazón estaban en otro sitio. Sobre su escritorio puso la nota, no se dio cuenta que era de su vecina Soledad que ya había leído la noticia en los diarios.
Se acercó a su esposo y habló: -Cómo vamos a decirle a Emiliana lo sucedido, ella se va a desesperar, va a sufrir. ¿Qué haremos ahora?- preguntó Octavia y comentó -tal vez es un error y Guillermo estaba en otro lugar -se abrazó, con el corazón a esa esperanza.
-No creo que así sea, el diario no puede publicar una noticia si no a verificado que es verdad, te imaginas tamaña responsabilidad. Yo también quiero tener la misma esperanza pero mi querida Octavia, la realidad es diferente- Aníbal pronunció estás palabras con tristeza, jamás ni en el peor de los escenarios se imaginó tal accidente.
Octavia se desató en llanto, Aníbal la consolaba, él también estaba sufriendo por la tragedia. Ambos estimaban demasiado a Guillermo y todo aquello parecía una pesadilla.
Emiliana en su habitación estaba ajena de lo que sucedía en el pequeño salón, ella había terminado de alimentar y cambiar a Lizel. la vistió con un gracioso y lindo vestido tejido a crochet, fue un regalo de una de las amigas de Octavia. La bebé sonreía y cada día se parecía más a su padre.
-Mi querida Lizel pronto vamos a estar junto a tu padre, seguro el nos extraña como nosotras a él- conversaba Emiliana con su hija para darse ánimos. Contaba los días en el calendario desde la partida de Guillermo, habían pasado dos meses.
En el salón Aníbal comentó: -debemos decirle a nuestra hija sobre lo ocurrido a Guillermo, no podemos mentirle, ni engañarla y menos ocultar esta noticia. Si ella se entera por otro conducto sería peor y nunca nos perdonaría-. terminó de decir.
Octavia movió la cabeza en señal de acuerdo: -es mejor prepararla ahora que estamos nosotros a Manuel le hablaremos más tarde. En el momento que conversemos con ella debemos ser cuidadosos-.
Ambos padres se tomaron de la mano, salieron del salón y caminaron hasta la habitación de Emiliana, tocaron la puerta y entraron.
-Queridos padres- dijo Emiliana -qué les parece este lindo vestidito que le puse a Lizel ¿no es hermoso?- preguntó y agregó -madre es un regalo de una de tus amigas-.
Aníbal y Octavia apenas sonreían, Emiliana recién notó la seriedad en el rostro de sus padres: -¿qué ha pasado por qué esa seriedad?-.
-Querida Emiliana, es un lindo vestido- contestó Octavia -pongamos por un momento a Lizel en su cuna, tenemos que hablar contigo-. Entonces tomó a la bebé y la acomodó con cuidado en la cuna. Luego le pidió a Emiliana que tome asiento en el pequeño sillón frente a su cama. Se detuvo un instante, encontraba palabras para darle la noticia.
Aníbal fue más directo pero cuidadoso: -Emiliana, en el diario de hoy hemos leído una noticia sobre un accidente ocurrido en las minas de Antofagasta, hay varios desaparecidos y entre ellos se encuentra Guillermo y su amigo Frank, los nombres de los afectados fueron publicados-.
Por un segundo Emiliana se quedó paralizada, no hablaba, la desesperación y el dolor se dibujaban en su rostro: -¡no! ¡no! ¡no!- gritó y se puso de pie -ese no era el destino para Guillermo. Él no puede haberse ido ¡Noooo!-. Cayó de rodillas al piso, Aníbal se acercó a su hija para ayudarla a ponerse de pie. Con los gritos de su madre Lizel se asustó y comenzó a llorar. Octavia la cargó en sus brazos para calmarla, mientras Aníbal abrazaba a Emiliana y le decía:
-Debemos aceptar esta tragedia, no podemos decir que no ha sucedido. Te prometo escribir a la empresa para que nos explique sobre lo ocurrido, no creo que se nieguen, tú eres su esposa, por lo menos merecemos una explicación.
El dolor de Emiliana era evidente, Octavia puso a Lizel en su cuna, la bebé estaba más tranquila y habló con su hija: -vamos apoyarte en todo lo que necesites, sé que no es suficiente pero al menos vas a estar tranquila-.
-No madre, nunca voy a estar tranquila, Guillermo se ha ido y nada puedo hacer para cambiar esa realidad- hablaba Emiliana con voz que apenas se podía escuchar.
Octavia la ayudó acostarse en la cama, su cuerpo estaba sin fuerzas. Emiliana entró en una depresión profunda, no deseaba hablar.
Sus padres no querían forzarla, Aníbal se llevó a Lizel para que su madre pueda descansar. Octavia se quedó junto a su hija y le dijo que le traería un vaso con agua de azhares.
Ella no contestó, solo lloraba, la madre salió de la habitación para traer el vaso con agua, minutos después entró de nuevo para que tome el agua. Emiliana apenas bebió unos sorbos de agua, luego se quedó dormida.
Octavia salió despacio de la habitación cerró la puerta y buscó Aníbal que jugaba con Lizel en el salón.
-Se ha quedado dormida- comentó -es bueno para que se reponga de esta trágica noticia que yo hasta ahora, no puedo creer-.
Octavia recién vio la esquela que había sobre su escritorio, leyó el mensaje, era de Soledad:
-Querida amiga- decía la nota -se que no soy bien recibida en tu casa pero con la noticia que publicó el diario, tu familia debe estar pasando un momento difícil y triste. Recibe mis condolencias, son de todo corazón. Un abrazo para Emiliana en este momento tan trágico y triste. Antes de despedirse escribió pido perdón por mis impertinencias-.
-Aníbal, es una nota de Soledad, ya sabe lo ocurrido y nos envía sus condolencias. Ahora todos nuestros amigos deben saber que ha sucedido con Guillermo y seguro querrán venir a darnos el pésame. Para mí eso es algo tan difícil de tolerar. Los pésames nunca me han gustado- dijo Octavia con pesar.
-Que podemos hacer, es una forma de demostrar que nuestros amigos nos acompañan en el dolor, muchos de ellos sienten gran estima por Emiliana, la han visto crecer- agregó Aníbal mientras paseaba a Lizel por el salón.
-Pensemos en nuestra bebé, seis meses de vida y su padre ya no está. Te imaginas que tragedia, ella crecerá sin su presencia- contestó Octavia y las lágrimas caían de su rostro.
-Querida, yo soy su abuelo y sé que nunca voy a reemplazar a Guillermo pero puedo ser la figura paterna que ella necesita para crecer-. Aníbal quería demasiado a la bebé que cargaba en sus brazos.
Los amigos que conocían a la familia ya se habían enterado de lo ocurrido por las noticias en los diarios, algunos se presentaron en la casa para dar sus condolencias y otros enviaban esquelas de pésame con flores.
En la empresa donde había trabajado Guillermo, los empleados ya sabían del accidente, muchos de ellos sentían tristeza y comentaban en voz baja. Otto Fischer en su oficina leyó la noticia en el diario, estaba perplejo, se puso de pie, salió y no regresó en todo el día. Jamás deseo algo así para Guillermo y se lamentó. Mandó a la familia un ramo de flores y una esquela de pésame. Octavia leyó la esquela e hizo algo que ella jamás haría en otras ocasiones. Rompió la nota y mandó a desaparecer las flores.
Octavia y Aníbal conversaron con Manuel para que sepa que pasaba con su hermana, su tristeza fue evidente y sentía pesar por ella y por Guillermo -es una tragedia para todos pero sobretodo para Lizel y Emiliana- comentó.
Lorena se hizo presente en la casa de la familia, quería estar junto a su amiga en estos momentos de dolor.
-Señora Octavia, aquí estoy ni bien me enteré de la noticia, Mi querida amiga debe estar muy triste, ella ya se veía viajando para encontrarse con Guillermo-.
-Lorena que bueno que hayas venido, tal vez Emiliana contigo quiera hablar, ustedes han compartido muchas confidencias. Vamos a su habitación seguro se va a sentir mejor contigo-. indicó Octavia y llevó a Lorena donde estaba su hija.
-Emiliana querida amiga- saludó -estoy aquí para apoyarte- agregó Lorena.
Octavia dejó a solas a las jóvenes para que puedan conversar. Lizel dormía en una cuna pequeña que fue de Emiliana cuando era solo un bebé. La cuna se instaló en el pequeño salón para tenerla cerca y poder atenderla durante el día. Mientras en las noches dormía en la habitación con su madre.
Lorena estuvo más de una hora acompañando a Emiliana, ella conversaba de como iban sus estudios en la escuela de enfermería. Emiliana se mantenia en silencio o si contestaba lo hacía con una o dos palabras.
-Comprendo lo que estas viviendo querida amiga y no voy a obligarte a contestar pero voy a venir cada vez que tenga tiempo libre. Deseo apoyarte en este momento tan difícil-. Lorena se despidió de Emiliana y salió de su habitación.
Buscó a Octavia en el salón para conversar. Le comentó sobre su visita y la reacción de Emiliana.
-No contesta y solo dice alguna palabra pero no se preocupe yo voy a insistir y vendré a visitarla lo más seguido, debemos comprender que está pasando por un profundo dolor-.
Octavia estuvo de acuerdo, Lorena tenía razón hay que comprender su estado de ánimo y su tristeza.
Dos días después que los diarios publicaron la noticia, Aníbal escribía una carta a la empresa minera para que puedan resolver algunas preguntas que él les pedía sobre el accidente. Se presentaba como su familiar y padre de la esposa de Guillermo.
El domingo cuando Rubí estaba en casa de la familia. Buscó a su madrina que estaba en el huerto. Preguntaba por Lizel, Octavia le dijo que estaba con Emiliana en su habitación:
-Hemos puesto a Lizel cerca de Emiliana para ver si así reacciona. Estamos muy preocupados por ella, no quiere comer ni levantarse de la cama, no sé que hacer-.
-No te preocupes madrina, ella va estar bien, ahora tiene que llorar todo lo que necesite para recuperarse. Así viví yo la muerte de mi madre y estas fueron las palabras de la madre superiora para consolarme- contestó Rubí con tristeza al pensar en el dolor de Emiliana y acordarse de su madre. Después se estremeció cuando recordó que en ese lugar vio al aparecido cerca del pino donde ahora ella estaba junto a su madrina. No hizo comentario alguno, no deseaba preocuparla, ella estaba triste con lo ocurrido.
Desde Alemania llegó una carta unos días después del accidente: -¡Mi Dios!- exclamó Octavia - es de la madre de Guillermo, con todo lo que ocurre con Emiliana he olvidado a su madre, pobre señora seguro no sabe nada sobre su hijo-. dijo Octavia, Aníbal había salido temprano.
-¡Que hacer ahora!- abrió la carta, estaba dirigida a Emiliana, pero ella no podía tomar atención, seguía en estado depresivo, no se levantaba de la cama, ni para atender a Lizel. Octavia lo hacía por ella.
La carta estaba escrita en alemán como era lógico. Aníbal regresó de la calle y Octavia le habló sobre la carta: -debemos buscar un traductor, tal vez si vamos a la embajada ellos nos puedan ayudar-.
-No creo que ellos se ocupen de esas cosas, lo que debemos hacer es ir al colegio alemán, tal vez ahí, un profesor o profesora nos quieran ayudar con sus servicios profesionales de traducción.
Aníbal tenía razón. Octavia conservó en sus manos la carta, estaba escrita con palabras que no comprendía. La letra era muy clara, bien formada y redonda. La madre de Guillermo seguro quería saber sobre su hijo.
CONTINUARÁ
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