Mateo se había quitado la venda y contemplaba la mano que ya estaba casi recuperada, movía los dedos y estos obedecían sus órdenes. Sintió un gran alivio al saber que no se había fracturado un solo hueso a pesar que el golpe en la pared fue violento producto de su miedo.
No estaba dispuesto a volver a repetir la acción, primero era su salud antes que nada.
Toda la semana no había tenido pesadillas, ni caminó dormido en medio de la noche, era una gran noticia no escuchar la voz que hablaba en sus sueños. El quería pensar que estaba liberado de todo aquello. Ahora su única preocupación era encontrar al hombre misterioso, dueño del baúl.
Mateo salió con Isoline el día anterior, los dos se sentían bien en compañía del otro, eso era fácil de adivinar por las sonrisas de Isoline y la conversación fluida entre los dos.
-Isoline- preguntó Mateo en un momento de la conversación -¿siempre piensas seguir en el mismo empleo y viajar todo el tiempo?-.
-Mi querido amigo, es mi trabajo, no puedo decir que no a los viajes pero todo este mes estaré en la ciudad, no me toca viajar, a menos que se presente algún cambio de última hora. En algún momento he pensado buscar otro empleo pero no estoy segura, tengo demasiadas dudas, es un poco arriesgado tomar decisiones apresuradas. ¿Por qué la pregunta?- contestó Isoline.
-No, por nada, solo sentí algo de curiosidad sobre tu trabajo, debe ser complicado viajar todo el tiempo-dijo Mateo.
-Soy inspectora en jefe y es mi responsabilidad visitar en cada provincia las oficinas de la empresa para saber si todo marcha bien, tengo que confesar que no es fácil y que regreso muy agotada de los viajes-.
La conversación tomó otro rumbo y ambos disfrutaban saborear los deliciosos helados de una una famosa heladería de la ciudad, parte de la tarde pasaron juntos, hablando un poco del trabajo de sus hobbies y proyectos a futuro.
Cuando Mateo dejó a Isoline en su casa la volvió a invitar para salir juntos: -debemos aprovechar todo el tiempo que estés en la ciudad, me gustaría volver a salir contigo- propuso Mateo.
Isoline estuvo de acuerdo en volver a salir, se sentía bien al lado de Mateo, quedaron en verse el martes por la tarde para un paseo por la ciudad.
En su departamento Mateo buscó el maletín donde guardaba la dirección del hombre de la foto que se supone era dueño del baúl. Ahora tenía una cara, un rostro y un lugar donde buscarlo, tenía que hacer muchas preguntas. Volvió a observar su mano que sostenía el papel con la dirección, era la mano herida, felizmente ya no era necesario seguir usando la venda, podía moverla con libertad y no sentía dolor. Estaba tranquilo, las pesadillas o lo que fuera se habían ido y esperaba no volver a caminar dormido.
Tenía que seguir preparando la mudanza de la casa de sus padres. El fin de semana llenaría dos cajas más y terminaría con el primer piso para seguir con el segundo. Se había propuesto la semana siguiente visitar a su padre en el Campo Santo, tenía casi dos meses de haber partido, fue doloroso despedirse de él, pero era mejor, estaba sufriendo demasiado por la enfermedad y eso no era bueno. En el mismo lugar se encontraba la tumba de su madre, también dejaría flores para ella, era un recuerdo lleno de ternura para él,
El teléfono de su departamento sonó y el timbre lo sacó de sus pensamientos: -mi querido primo- saludo Aidé -que bueno que te encuentre en casa, quería hablar contigo sobre la mecedora del tío Aurelio, no quiero que pienses que te llamo para molestar- señaló la prima.
-No molestas para nada, hay la suficiente confianza entre los dos como para que preguntes lo que sea, pero te puedo decir que la mecedora se queda conmigo, es un recuerdo querido de mi padre. Si deseas puedes escoger otro mueble- agregó Mateo.
-Entonces con tu permiso puedo llevarme la consola y el espejo del hall y el silloncito verde del corredor, están impecables, sé muy bien que la tía Esther cuidaba sus cosas- contestó Aidé y propuso:
-¿Puedo ir el fin de semana para recogerlos en la camioneta de mi esposo?-
-Puedes venir- contestó Mateo -yo voy a estar en la casa, pasa por los muebles en la mañana- Mateo se despidió de su prima y ambos cortaron la llamada.
Si Aidé, escogía otros muebles, él se los regalaría, Mateo necesitaba ubicar cada mueble en el lugar correcto, con personas que los cuiden y los aprecien.
Sostenía en la mano el papel con la dirección que le diera el Gran Maestro. Los cipreses 332 Valle Alto. Leyó en voz alta, no quería dilatar más el tiempo, iría a esa dirección al día siguiente, era hora de conocer a este hombre que había dejado el baúl a guardar con su padre.
Temprano en la oficina Mateo se concentraba en su trabajo, había tenido un sueño tranquilo y profundo se sentía despejado y agradecía al cielo que fuera así.
Roberto lo interrumpió unos segundos, tenía que hablar con su jefe sobre la conversación que el otro día no pudo hacer, porque Mateo salió de prisa.
-Mateo aquí están algunos resultados sobre los cambios que hemos realizado, no son los que deseamos pero hemos avanzado. Con los tiempos que vivimos esto es un adelanto muy bueno- señaló Roberto y le entregó el informe.
En sus manos tenía Mateo el informe de la semana, era muy pronto para ver las señales de éxito pero algo se había logrado: -sigamos adelante esto es una buena noticia.
La asistente Rebeca entró a la oficina para decir: -Mateo el gerente general quiere que vayas en este momento a su oficina, desea hablar contigo-
-Roberto lo siento pero debo cortar nuestra conversación- contestó Mateo y se puso de pie. De su escritorio tomó el informe y salió con dirección a la oficina del gerente.
Tocó la puerta y entró -Buenos días- saludó.
El gerente le señaló un asiento frente a él y habló -quiero un informe de como van las cosas en tu sección Mateo. Los tiempos no son fáciles pero es necesario hacer diversos ajustes-. comentó.
-Señor, estos son los resultados del informe con los números recientes sobre nuestro trabajo- Mateo le alcanzó las hojas -creo que vamos por buen camino a pesar de lo complicado en la economía del país que no ayuda-.
-No podemos dormirnos en nuestros laureles, la competencia esta muy fuerte y tenemos que lograr mejores resultados. Voy a quedarme con este documento para analizarlo con cuidado. Sigan trabajando para no descuidar lo avanzado- Mateo se retiró de la oficina confiado en el trabajo de su equipo.
En la tarde dejó la empresa una hora antes de salida, quería ir a la dirección señalada en el papel, deseaba resolver ese dilema que no lo dejaba tranquilo.
Llegó a los Cipreses 332 Valle alto se paró frente a la casa con el número señalado, ésta tenía al frente un pequeño jardin y una ventana junto a la puerta. Se acercó y tocó el timbre varias veces, parecía que no había nadie. Retrocedió y tocó el timbre de la casa vecina, una señora salió atender.
-Buenas tardes señora- saludó Mateo -puede usted decirme si alguien vive en la casa de a lado-
-Buenas tardes, en la casa de a lado no hay nadie en este momento, la persona que vivía solo ocupó la propiedad dos meses. Nos parecía raro pero nunca puso cortinas en las ventanas y no había luz, la casa estaba a oscuras. Mi esposo se acercó una tarde para ver si necesitaba algo pero dijo que no necesitaba nada, agradeció la ayuda y se presentó con el nombre de Felipe Salas-.
Mateo se sorprendió, era otro nombre, del bolsillo de su sacó tomó la foto de la Logia y se la mostró a la señora:
-Puede ser este hombre el que vivió en la casa- señaló el tercero de la segunda fila.
-Si es él, por el saco puedo reconocerlo, siempre lo vi usando el mismo saco y su cabello peinado con algún gel.
Era un nombre diferente al que dio en la Logia, tal vez los dos podían ser falsos, pensó Mateo. Esto se estaba convirtiendo en un problema y el hombre llamase Felipe o Rodrigo no aparecía, seguro no quería ser descubierto. Mateo se encontraba en una calle sin salida, con nombres falsos y un hombre que definitivamente se escondía. ¿Cuál era el motivo?... no tenía idea.
Agradeció a la señora la información y preguntó por el dueño de la casa -él vive en el extranjero, alquila la casa por Internet- contestó la vecina
Era comprensible todo apuntaba a un disfraz por parte de este hombre que se mantenía en la sombras. Mateo agradecio la información y se alejó.
De regreso a su departamento no quería pensar más en el asunto, el baúl estaba en casa de sus padres y eso era suficiente.
El martes como habían quedado con Isolina se encontraron en el restaurant cerca al trabajo, después de cenar salieron a caminar por las cercanías, hablaban de su día y lo complicado que se ponía a la hora de ejecutar las nuevas políticas.
-Parece que no van a cambiar las cosas por mucho tiempo, realizar una operación de negocio es un verdadero problema, con la economía que no nos da estabilidad- comentó Isoline.
Mateo estuvo unos segundos distraído, quería hablar con ella sobre lo que estaba viviendo con el dichoso baúl pero luego lo pensó mejor y guardó silencio. Ella no le creería o diría que estaba inventando historias.
Tarde en la noche regresó a su casa después de acompañar a Isoline hasta su casa. Se acostó temprano antes de eso revisó algunos papeles de trabajo y durmió profundamente, como si nunca fuera a despertar. Se levantó con el sonido del despertador y se cambió para salir a su oficina, desde ahí llamaría a Domingo el amigo de su padre para contarle las malas noticias.
Alrededor de las once de la mañana marcó el número del amigo de su padre cuando éste contestó comentó todo lo sucedido: -Domingo estoy como al principio, en nada, la dirección que conseguí no me llevó hasta el hombre del baúl. Tengo una dirección y dos nombres falsos que no me llevan a sitio alguno- finalizó Mateo y comentó más detalles que pensaba podían ser ciertos.
Domingo también estaba sorprendido, ir de un lado a otro no le sirvió de nada: -Mateo tal vez este hombre es un farsante y no quiere ser descubierto-.
-El hombre puede ser un farsante pero lo que hay dentro de ese baúl es real no es falso. Guarda objetos que son parte de la historia. Ya sabré que voy hacer con todo eso- contestó Mateo.
Hablaron sobre algunos detalles más y luego se despidieron.
El resto del día Mateo se dedicó a su trabajo, en un cajón del escritorio guardó la foto y la dirección con los dos nombres del hombre que se había convertido en un misterio.
Desde que leyó las cartas no las había vuelto a tocar no quería manipularlas demasiado para evitar que se rompa el papel, eran testigos de la historia. Lamentaba que el soldado que las escribió nunca pudo enviarlas a su amada, ella jamás se enteró de sus penas, sus miedos y la esperanza que tenía de volver a su lado.
Mateo recordó que en una de las cartas Bernardo Torre escribía:
-Pronto vamos a llegar a nuestro destino, en tierras de Chile, ahí debemos quedarnos un tiempo porque hay otra batalla que librar, no deseo preocuparte con mis angustias pero es verdad, tenemos que seguir luchando por nuestra Independencia. No hay otro camino. Querida mía, nos espera la lucha y las horas están contadas, debo confesar que el temor me acecha. Deseo que pidas por mí al creador para que me proteja, deseo declararte todo mi amor.
Es como si estuviera leyendo la carta en sus manos, Mateo podía recordar cada palabra. Que tristeza no volver a encontrarse con Amelia pero así fue el destino de este hombre que luchó junto a otros al lado del general San Martin.
Mateo esperaba dormir esa noche tranquilo, el sueño pronto lo venció, no sabía cuanto tiempo había pasado pero no podía moverse, ni despertar sentía un peso que apretaba el pecho y su mente solo repetía -¡DIOS MIO VOY A MORIR... NO PUEDO, NO QUIERO!. La presión era cada vez más fuerte, y comenzaba a tener dificultad para respirar, él luchaba por despertar y salir de la pesadilla que lo tenía atrapado. Parecía todo tan real que su cuerpo casi se entregaba a la muerte.
CONTINUARÁ
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