domingo, 27 de marzo de 2022

UNA CORTA HISTORIA

El dolor intenso en la mano le hizo reaccionar de su desesperación y miedo, no podía pensar con claridad. Respiró profundamente para calmarse, su mano latía y el dolor aumentaba. Bajó al primer piso, entró en la cocina para ponerse hielo en la mano herida esperaba que con esto el dolor sea menos intenso. En una bandeja puso una cantidad de hielo e introdujo la mano. Rogó que ninguno de sus huesos se halla roto, sino sería una situación terrible para él.
Al introducir la mano en el hielo, el frío lo sacudió pero el dolor lentamente comenzó a bajar y sintió un gran alivio.  Levantó la mano un momento, para mover los dedos  y  comprobar que no se había roto hueso alguno -¡qué felicidad!- exclamó. Los huesos de cada dedo estaban completos y respondían muy bien a las ordenes de Mateo. Volvió a introducir la mano en la bandeja de hielo, así podía encontrar alivio a su dolor. Varias veces sacó la mano y volvió a introducirla en el hielo para soportar el frío. Estuvo de esta manera por un lapso de media hora, al bajar la intensidad del dolor pensó en lo  ocurrido y en las palabras del soldado, no podía comprender el fenómeno que estaba viviendo, era un misterio que no alcanzaba a descifrar. La voz del soldado era clara y sus palabras también, él estaba relatando momentos vividos en el pasado y en la historia. Había estado junto al General San Martin en la epopeya de su tiempo, "Cruzar la Cordillera" y encontrarse con el ejército de O'Higgins, podía ser posible todo aquello. Mateo escuchaba la voz y el relato de un tiempo de la historia, era como si estuviera presente en el mismo instante de los hechos.
El hielo había calmado el dolor, pero la hinchazón producida por el golpe seguía, tendría que tener varias sesiones de hielo para aliviarse. Encontró una venda en uno de los cajones del aparador, con ella, se vendó la mano. Pensó en dormir pero no sabía que pasaría si el sueño lo vencía. No subió a su habitación se quedó sentado en uno de los muebles de la sala y comenzó a dormitar, necesitaba descansar y no pensar en todo lo sucedido. Mas tarde con la mente despejada trataría de solucionar su dilema.
Las primeras horas de la mañana encontraron a Mateo dormido en el mueble de la sala. Justa, que había llegado para ayudarlo con la mudanza, tocó su hombro y Mateo como un resorte se puso de pie, dio un grito que asustó a la empleada: -joven Mateo perdone no quise asustarlo pero me preocupe al encontrarlo en el mueble ¿ha dormido toda la noche allí?- preguntó con voz de desconcierto y preocupación al ver su rostro demacrado por la falta de sueño.
-No, no he dormido toda la noche en el mueble- contestó Mateo no quería entrar en explicaciones sobre algo que él aún no comprendía.
-¡Joven su mano esta herida! en buena hora vine para ayudarlo, con solo una mano no iba ha hacer nada- recomendó Justa y agregó -voy a preparar un buen desayuno para que se alivie-.
-Gracias, es lo que necesito para pensar con coherencia- contestó Mateo y no habló más. Nadie creería lo que estaba viviendo. Parecía estar en una quinta dimensión.... si esta existía.
Desayuno lo que Justa había preparado, se sintió más aliviado y repuesto, la mano vendada no le molestaba por el momento pero debía tener otras sesiones de hielo. Eso lo haría en la tarde, ahora su interés apremiante era cambiarse de ropa e ir a buscar a Domingo el amigo de su padre, a él le llevaría la foto para que le señale cual de los hombres que aparecía en ella, era el misterioso que le había dado a guardar a su padre el dichoso baúl que trastornaba su vida.
En ese momento el teléfono sonó, Mateo fue a contestar era Isoline que decía: -Mateo buenos días, disculpa si interrumpo tu sueño pero mi madre me dijo que habías ido a buscarme- 
-Isoline, no interrumpes nada y sí, fui a buscarte quería saber de ti, desde hace varios días no conversamos- contestó Mateo.
-En dos días regreso a la capital, si deseas puedes venir a mi casa para conversar- dijo Isoline, sorprendida de sus palabras y de la invitación a Mateo.
-Esta bien en dos días paso por tu casa para vernos, pero primero te llamó ya tengo tu número, ahora mismo la grabo- Los dos amigos se despidieron e Isoline cortó. 
Mateo se sentía bien, había logrado una cita con Isoline, sonrió y dijo: -algo bueno a pasado después de todo-.
-Justa- llamó Mateo -voy a salir un momento quiero que avances con todo lo que está en al hall, hay unas cajas a un costado llénalas con los jarrones y adornos que están sobre la mesita. No voy a tardar estaré antes del medio día-. 
-Si joven, así lo haré, no se preocupe- contestó la empleada.
Mateo subió con premura al segundo piso, no deseaba pensar en sus pesadillas y quería aprovechar todo el día para hacer lo que debía hacer. Se bañó, se cambio de ropa y salió de la casa para ir a buscar a Domingo, el amigo de su padre. En un sobre amarillo llevaba la foto a la que hacía referencia, tal vez él podía dar algo más de claridad en este asunto tan complicado.
Tardó media hora en llegar a la casa de Domingo, tocó la puerta y él mismo abrió: -buenos días, perdona si no llamé antes de venir, aquí traigo la foto que mencionaste sobre la reunión de la logia-
-Pasa Mateo, no te preocupes, yo estoy en casa todo el tiempo, no interrumpes nada, mi vida está tranquila estos días, mis nietos están de viaje y la casa está en silencio. Tienes la mano herida ¿Qué sucedió?- preguntó Domingo además de estar ansioso por ver la foto que traía.
-No es nada, fue un golpe con un mueble a la hora de moverlo- contestó y del sobre amarillo Mateo sacó la foto y se la dio a Domingo, él exclamó: -¡esta es la foto! si esta es la que tu padre me  enseño, deja que me ponga mis lentes para señalarte quien es el hombre que buscamos, recuerdo muy bien donde está ubicado-
Mateo se sentó en uno de los muebles del recibidor, Domingo fue a traer sus lentes y se los puso observó con cuidado la foto por algunos minutos. Mateo impaciente esperaba hasta que por fin Domingo habló: -Este es el hombre, sí, aquí está- señaló en la foto el tercero de la segunda fila-. Según me contó tu padre, esa foto es de una reunión de aniversario de la Logia, todos estaban presentes y como puedes apreciar tu padre esta al otro lado de la foto-
Mateo observó con cuidado al hombre que le señalaba Domingo, ahora tenía una cara, un rostro pero nada más.
-Domingo mi padre no te dijo su nombre o a donde vivia- comentó Mateo esperando alguna información.
-No Mateo, tu padre no me dijo su nombre solo que le había dado a guardar el baúl eso es todo lo que sé- Domingo se quedó pensativo.
Mateo al verlo dudar comentó: -dime por favor si recuerdas algo más-.
-Tu padre me contó en una oportunidad que había tenido varias pesadillas con el baúl, parece que le daba  miedo hablar de eso, porque no volvió a mencionar las pesadillas pero cuando me habló de ellas, la voz le temblaba y las manos también.
-¿Cómo encontrar a este hombre? ¿cómo saber su nombre?- preguntó Mateo.
-Todos los miércoles hay reunión en la Logia, puedes ir y hablar con el Gran Maestro no te van a negar la entrada si te presentas como el hijo de tu padre- contestó Domingo para ayudar a Mateo con sus dudas.
-Gracias Domingo, iré a visitar la Logia quiero llegar al fondo de todo esto y ahora más que nunca deseo saber quién es ese hombre y con que intención le dio el baúl a su padre- contestó Mateo y se retiró de la casa de Domingo.
El amigo de su padre cerró la puerta, no habló con Mateo sobre las pesadillas que tuvo Aurelio, padre de Mateo. Domingo ignoraba que el muchacho estaba viviendo lo mismo que el padre vivió antes.
Mateo regresó a su casa con la foto dentro del sobre amarillo, la guardó en el primer cajón del escritorio de su padre. Estaría en ese lugar hasta visitar el miércoles la Logia. 
Justa, se acercó a Mateo y dijo: -joven he guardado todas las cosas que me dijo en las cajas pero no sé que hacer con la máquina de coser de su madre-.
La máquina de coser de su madre, recordó Mateo las veces que ella sentada al frente, cosía los vestidos para sus pequeñas clientas. Ahora podía apreciar mejor el diseño de esos vestidos, eran hermosos y los detalles realzaban los modelos de cada uno. Su madre disfrutaba confeccionarlos. 
Que gratos recuerdos guardaba de ella, parecía escucharla cuando le decía. -Mateo no te muevas que tengo que tomar las medidas para coser  tu camisa nueva- al terminar de apuntar en un cuaderno las medidas su madre lo abrazaba y besaba su frente cuando era un niño.
Mateo contestó: -Justa todavía no se que hacer con la máquina de coser es mejor ponerla sobre el aparador del comedor mientras pienso que hacer-. 
-Si usted va a mudar los muebles, puedo llamar a mi primo Valerio, él tiene una camioneta para hacer mudanzas, nos puede ayudar con los mueble- señaló Justa.
-Muy bien, lo tendré en cuenta a la hora de llevar los muebles para donar- contestó Mateo y se puso a ordenar las cajas y llenarlas con diferentes objetos. La mudanza se estaba convirtiendo en todo un dilema porque debía buscar lugar para todo.
El resto de la tarde se paso muy rápido con el trabajo de mudanza, antes de retirarse Justa preguntó:
-¿Ya decidió que hacer con la mecedora de su padre?-. 
La respuesta de Mateo fue automática: -me voy a quedar con ella es un recuerdo muy apreciado para mí, tú puedes escoger otras cosas para llevar, de todas maneras pienso regalártelas-.
-Gracias por todo, estoy segura que su madre estaría conforme con su decisión- contestó Justa y se despidió hasta el lunes, la hora de su trabajo había terminado.
Mateo al quedar solo recorrió el primer piso de la casa ya no faltaba mucho por arreglar y guardar, tomaría la propuesta de Justa y pediría que venga su primo Valerio con su camioneta para realizar la mudanza. Tenía todo el día domingo para seguir trabajando, pensaba terminar pronto y pasar al segundo piso y al último la cocina que hasta ese momento no había tocado. Después de terminar de desocupar la casa que nadie le hable de mudanzas, eran una pesadilla.
Si, en cualquier momento llamaba su prima Aidé para preguntar por la mecedora, le diría lo mismo que a Justa y para tener la fiesta en paz a doña Ernestina también le diría igual. Mateo no deseaba conflictos ni preferencias de ninguna clase, la mecedora se iría a su departamento y no se hable más.
Era sábado en la noche, terminó de trabajar con las cajas, en otras oportunidades el sábado para él era un día de salir algún lugar a divertirse y ahora en cambio estaba solo rodeado de un montón de cajas de mudanza, la vida tenía sus ironías. Se acordó de Isoline y la cita que tenía con ella, no pensaba fallar,  llamaría primero para confirmar si podía visitarla. 
Esa noche no se quedaría a dormir en casa de sus padres, no quería tener  pesadillas, solo deseaba descansar y olvidarse de todo lo concerniente al baúl.
Regresó a su departamento tarde y cansado de organizar la mudanza, cenó como siempre una cena ligera, se cambio de ropa. La mano vendada no le molestaba pero igual preparó hielo para bajar la hinchazón. Se acordó de Amanda Roble, no le tenía noticias sobre la venta de la casa a pesar que habían visitado varias personas la propiedad. Debía  tener paciencia según decía ella. 
Se quedó dormido muy pronto, el cansancio lo venció. Habían pasado varias horas y la luz del nuevo amanecer se filtraba a través de la ventana, Mateo estaba sorprendido durmió toda la noche sin interrupciones y sin levantarse dormido. Se sentó en la cama, tocó su rostro para asegurarse que estaba despierto. ¡Qué felicidad! se habían acabado las pesadillas, pensó. No podían durar para siempre. Sentía que había dormido con un sueño profundo y reparador, el domingo sería un día feliz para él después de dormir tranquilo toda la noche.
Lunes y martes pasaron sin grandes novedades, solo el trabajo intenso del banco, estaba ansioso porque llegue el miércoles para visitar la Logia, las reuniones eran a partir de las siete, él pensaba llegar media hora antes para hablar con el Gran Maestro.
Por fin miércoles, llegó el día que tanto esperaba, Mateo trabajó en forma regular como siempre entregado a sus reuniones y planificación de las nuevas estrategias.  La hora de salida se cumplió y cuando se retiraba Roberto entró en su oficina para dejar algunos documentos -Mateo tengo que hablar contigo- señaló.
-Roberto es algo urgente- preguntó
-No... Mateo- 
-Entonces mañana hablamos tengo que salir es algo importante que debo hacer- contestó y salió tan rápido como un vendaval-.
Mateo no perdió tiempo, se dirigió a la Logia debía hablar con el Gran Maestro antes de empezar la reunión, tenía es su maletín guardado el sobre con la foto para mostrarle. 
La gran puerta de la Logia se abrió para Mateo, tenía por lo menos tres metros de altura. Se presentó como el hijo de Aurelio  preguntó por el maestro y de inmediato lo hicieron pasar a su oficina.
-Mateo que gusto tenerte, ya nos conocimos en la misa de tu padre, fue un momento muy difícil para nosotros, Aurelio era muy apreciado en la Logia... en que puedo servirte-
Mateo sabía que no podía demorar en hablar, el tiempo estaba en contra: -Gran Maestro- así se le debía llamar -he venido por un tema puntual, quisiera saber si puedo tener información sobre esta persona- sacó la foto del sobre y se la mostró, señalo al hombre que Domingo le indicó -¿sabe usted algo sobre él-.
El Gran Maestro observó la foto y al hombre señalado entonces comentó: -su nombre es Rodrigo Fuente y hace tiempo que no ha vuelto a las sesiones de la Logia, creo que él ya no vive en la ciudad. Dejó una dirección donde vivia- comentó y de uno de los cajones sacó el libro de registro y en un papel apunto la dirección, se la entregó a Mateo, éste leyó lo que decía el papel -Los Cipreses 332 urbanización Valle Alto- 
-Eso es todo lo que sabemos de él, desapareció como vino y confieso que fue error nuestro porque antes de aceptar a un miembro debemos saber todo sobre él- terminó de decir el Gran Maestro y se puso de pie, era señal que había terminado la conversación y debía comenzar la reunión. 
Mateo comprendió el mensaje y agradeció su ayuda, con la dirección y su nombre trataría de buscarlo.
No era tarde aun cuando Mateo llamó a Isoline quería saber si podía visitarla. Ella contestó el teléfono y le dijo que estaba bien, que lo esperaba en su casa. 
No quería llegar con las manos vacías a su visita, pasó por una tienda fina donde vendían deliciosos bombones de chocolate. Compró una caja y  partió a la casa de Isoline.
Tocó el timbre, Isoline lo recibió: Mateo que bueno volvernos a encontrar- dijo con alegría. 
Él, muy caballero le dio la caja de chocolates amarrada con un lazo.
-¡Oh! no puede ser chocolates me encantan, son mi pecado, ¿cómo adivinaste Mateo?- dijo sonriente Isoline que vestía un traje sencillo que le quedaba perfecto y realzaba su figura. Su cabello peinado con un corte de moda y apenas tenía un poco de maquillaje en el rostro.  
Mateo e Isoline pasaron a la sala: -mi madre ha preparado una cena, ella quiere que te quedes y aceptes la invitación- comentó Isoline.
Mateo agradeció la cortesía: -de haberlo sabido traía una botella de vino- agregó.
-No debes preocuparte es una cena sencilla, sin nada de protocolo ni mantel dorado-.
Doña Clara invitó a pasar a Mateo al comedor después de los saludos, éste vio la mesa y pensó -si esto es una cena sencilla como será una cena formal-. La mesa estaba con un mantel bordado, la loza era fina y la variedad de platos llenaban todo. Era imposible comer tanto.
-Mateo, Isoline, tomemos asiento- dijo la madre -nada debe enfriarse. Sírvanse lo que deseen-.
La cena transcurrió en un ambiente amigable, la conversación era ligera y nada altisonante, Mateo se sintió cómodo enseguida y podía saborear la excelente comida.
Cuando la cena terminó Isoline lo invitó a la sala, Mateo agradeció todas las atenciones de doña Clara y alabó su comida que en realidad fue excelente. 
-Isoline creo que debo despedirme ya es un poco tarde y no es propio que me quede- 
-Esta bien Mateo, no te preocupes- contestó.
-Me gustaría invitarte mañana a salir que te parece, pasó por ti a las siete- 
Isoline aceptó la invitación, Mateo se retiró. De regreso a su departamento se sentía feliz, Isoline había aceptado salir con él. La vida comenzaba de nuevo y podía tener grandes sorpresas.
No deseaba pensar en el baúl ni en el hombre misterioso, al menos no esa noche, quería sentir que todo marchaba bien y que su destino todavía se podía escribir.

CONTINUARÁ    
  
    
    

             
          
    
                  
   
   
   
         


 

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