Era domingo, día de la votación para elegir a la nueva administración de los productores de algodón. Eugenia entró al salón, se acercó a la urna de votación y dejó su voto, luego se retiró del local. En la puerta de ingreso se encontró Alfredo de Santa María un próspero hacendado que recién llegaba. El padre ingresó al local para dejar su voto mientras, su hijo se quedó conversando con Eugenia, las familias de ambos se conocían desde hace muchos años. Ella sabía que Eduardo se había ido a la capital para estudiar y ahora imaginaba que por unos días estaba visitando a su familia. Eduardo era algunos años mayor que Eugenia, tenía un porte atlético y atractivo, además de ser amable y educado. La conversación entre ellos se desarrollo en forma natural, él le dio sus condolencias por lo sucedido a su padre meses antes. Comentó que recién había llegado de la capital y se enteró de lo sucedido. Después recordaron la última vez que se vieron, ella era apenas una adolescente y el joven mayor.
Eduardo invitó a Eugenia para almorzar, ella rechazó la invitación con gentileza con el pretexto de que en su casa la esperaban pero sugirió que sería para otra ocasión. Se despidieron como buenos amigos, Eduardo la ayudó a subir a la carreta que la esperaba y partió con Martín rumbo al fundo. Se sintió halagada por las atenciones de Eduardo, el encuentro entre los dos fue una situación que no esperaba ese día.
Al día siguiente comenzaba la nueva semana, el trabajo no esperaba, como era su costumbre salió con Odilo a recorrer el campo y comprobar que los trabajos se estaban haciendo y el cultivo se encontraba en buen estado. Pasado el medio día terminó su jornada de trabajo y en la tarde se reunió en la biblioteca con el administrador del fundo Fermín Cerro para hablar sobre la contratación de los nuevos peones y los jornales a pagar, además de las compras que se necesitaban hacer para el fundo y la casa.
-Señorita Eugenia después de revisar esta lista deberá ir mañana temprano al pueblo con Martín para comprar todo lo que necesitamos- señaló el administrador.
-Gracias Fermín, es necesario estar al día con las compras y los gastos que se deben hacer-. contestó Eugenia.
Fermín hizo una venia y se retiró, en la puerta de entrada se encontró con Eduardo de Santa María, lo conocía y sabía quien era, se saludaron cordialmente. Su visita tomó por sorpresa a Eugenia, ella lo invitó a sentarse en el porche, a esa hora de la tarde era un lugar fresco y tranquilo, desde ahí se podía contemplar el campo lleno de cultivo de algodón.
-Eugenia- dijo Eduardo -me tomé la libertad de venir a visitarte, espero no interrumpir tu trabajo ni incomodar con mi presencia-.
-No, de ninguna manera interrumpes mi trabajo, al contrario siempre es agradable recibir en el fundo a gente amiga, mi trabajo por hoy, ha terminado- contestó Eugenia para que Eduardo no se preocupe.
Filomena sirvió refrescos, mientras los nuevos amigos conversaban. Eduardo comentaba con Eugenia lo que había hecho durante los años de su estadía en la capital, de sus estudios de administración y de algunos viajes que había realizado. Él era el hijo mayor de cinco hermanos, su familia era gente adinerada y dueños de una gran hacienda. Conversaban sobre la ciudad de Lima y el momento político difícil que se vivía en el país, los dos tenían la esperanza y los mejores deseos que comience una nueva etapa de paz y prosperidad.
Eduardo sintió curiosidad por saber cual había sido su preferencia a la hora de votar, Eugenia no dudo y le comentó que había votado por la lista número 2, en este caso ambos estaban en polos opuestos porque su padre había votado por la lista número1. Para Eduardo eso no fue motivo de conflicto, estaba tranquilo y respetaba su decisión.
La tarde con la visita de Eduardo fue especial, él era divertido, agradable y su conversación entretenida. En un momento de la charla hablaron sobre lo sucedido con Lucrecia y su tragedia, el padre de Eduardo conocía al padre de ella: -Eugenia mi familia lamentó mucho lo que pasó, mi madre lloró por la tragedia, tú sabes muy bien que mi familia conocía a la familia de Lucrecia, su madre era muy amiga de mi madre-
La tarde casi terminaba, era hora de retirarse, Eduardo prometió a Eugenia visitarla de nuevo en dos días sino era molestia para ella.
-No de ninguna manera es una molestia, puedes venir cuando desees-. contestó Eugenia mientras se despedían en la entrada principal.
En la noche Filomena comentó :-señorita la visita de su amigo ha sido especial, la veo muy feliz, es un joven agradable y atractivo-.
-Si, debo reconocer que me siento feliz con su visita, no quiero pensar en nada más ni adelantar juicios, quiero disfrutar de nuestra amistad y punto- contestó con una sonrisa.
Como había prometido Eduardo, regresó dos días después, junto a Eugenia recorrió los alrededores de la casa, luego caminaron hasta la capilla y le mostró donde estaban enterrados sus padres, después entraron al jardín que estaba situado en la parte posterior de la casa.
Eduardo estaba impresionado y exclamó -¡Eugenia tienes una hermosa propiedad! todo se ve tan cuidado-.
-Gracias, pero esto es el mérito de mi padre. él construyo todo, yo solo cuido el fundo como él me enseño- contestó Eugenia y le señaló el camino hacía el comedor para tomar un lonche a la media tarde. Disfrutaron de una buena conversación y un momento agradable y antes de despedirse dijo:
-Eugenia me gustaría regresar de visita el domingo ¿tengo tu aprobación?- preguntó.
-Estoy de acuerdo, ese día podemos pasear por el fundo y luego almorzar en la casa- comentó Eugenia ocultando la felicidad que sentía por la visita de Eduardo.
Más tarde en la cocina Eugenia junto con Filomena planificaba el almuerzo del domingo, se usaría la vajilla fina de su madre, las copas de cristal para el vino, cubiertos de fantasía, manteles y servilletas de fino lino, todo debía estar bien decorado. Celestina sería la encargada del arreglo de las flores en los jarrones y mantener impecable los ambientes, Martín se encargaría del arreglo del jardín.
-Filomena la comida debe ser sabrosa pero nada complicada se trata de pasar un momento agradable sin demasiado protocolo- habló Eugenia para que no se complique a la hora de servir los platos.
Filomena tomaba con mucha seriedad su trabajo y después de terminar de elegir el menú para el almuerzo del domingo, comentó con Eugenia lo que se había enterado sobre el padre de Lucrecia por los peones que trabajaban en el campo: -señorita según dicen, el señor no sale de la casa, camina de habitación en habitación, las ventanas se mantienen cerradas y la puerta de ingreso también, no quiere recibir ni hablar con nadie. La hacienda la maneja el administrador. Todo esto sucede desde que su esposa y la señorita Virginia se han ido a la capital, el hombre está destrozado y solo-.
Eugenia lamentó su situación y contestó: -es un momento difícil el que esta viviendo, ojalá pueda superarlo, la tristeza y la culpa lo pueden consumir. Lucrecia era su hija mayor y digan lo que digan es una pérdida irreparable- terminó de decir.
Sábado en la mañana, Eugenia no salió al campo, se concentró en ordenar el escritorio de su padre, era una tarea que venía aplazando desde su accidente. Revisaba con cuidado cada documento, cada factura, cartas y papeles que eran de su padre. De pronto entró en la biblioteca el Dr. Godofredo Murillo, traía en su portafolio los documento y títulos de propiedad debidamente registrados y en orden a nombre de Eugenia.
-Buenos días querida Eugenia, aquí traigo los documentos legalmente registrados a tu nombre como la nueva dueña del fundo La Aurora. Puedes firmar a tu nombre lo que sea necesario como la propietaria universal de los bienes de tu padre-.
-Gracias Dr. Murillo, estos documentos los voy a guardar con mucho cuidado- Eugenia hablaba de esto, mientras revisaba los títulos de propiedad.
-Eugenia- comentó de nuevo el abogado -no sé si ya sabes los resultados de la votación de productores de algodón, ha ganado la lista número 2. Este domingo habrá una reunión para que la administración elegida tome posesión de su cargo. Supongo que vas a estar presente-.
-Por supuesto que voy ha estar presente, deseo hacer una propuesta a la nueva administración- contestó Eugenia.
-También deseo informarte de la situación política en el país, de todas maneras vamos a tener nuevas elecciones para elegir un nuevo presidente. Los candidatos son los mismos, Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres. Ojalá estas elecciones sirvan para que el país se pacifique y se pueda vivir tiempo de paz- finalizó el abogado.
-Estoy de acuerdo con usted, que se pacifique el país es lo más importante. En el local de los socios algodoneros, hay gran incertidumbre por lo que puede pasar si seguimos en una situación inestable, todo aquello afecta el precio del algodón a la hora de su venta- contestó Eugenia.
En la conversación que sostenía Eugenia con el Dr. Murillo salió el tema de la situación de Rodrigo de las Casas, los dos lamentaron el momento que vivía por la tragedia de su hija.
El abogado de Eugenia se retiró, se despidio como siempre, con mucha estima hacía su protegida. Eugenia terminó de ordenar el escritorio, solo se quedó con algunos papeles escritos por su padre de su puño y letra, esto era sobretodo como un recuerdo.
El sábado terminó sin más novedades, guardó los documentos del fundo en su caja fuerte. Al día siguiente recibiría la visita de Eduardo, se sentía feliz y había seleccionado la ropa que se iba a poner, no quería vestir toda de negro y se animó para usar una blusa blanca de tela fina, con blondas en el cuello y los puños, una falda negra y un cinto para ajustar su pequeña cintura, zapatos de gamuza, aretes de oro, regalo de su padre y un broche de oro que era de su madre.
En la noche durmió tranquila pero al amanecer del nuevo día se sintió nerviosa, trató de calmarse diciéndose asimisma que Eduardo era solo un amigo que venía de visita. En su habitación se vistió y arregló con cuidado, quería dar una buena impresión. La combinación que había escogido le sentaba bien y la falda negra estilizaba aun más su figura. Eugenia se sentío bien al mirarse en el espejo, peinó su cabello que caía sobre sus hombros, se perfumó con la colonia de agua de rosas y con esto terminó su arreglo. Desayuno en el comedor y después fue al escritorio de su padre para revisar las cuentas de los últimos gastos en el fundo.
Nueve de la mañana, Eduardo de Santa María hacía su ingreso al fundo a caballo, con su impecable pantalón blanco y camisa del mismo color era un atuendo fresco para la mañana de pleno sol. Se presentó en la casa y Celestina lo anunció, Eugenia fue a su encuentro en el salón principal, Eduardo se puso de pie para saludarla, tomaron asiento y conversaron sobre las últimas novedades en el pueblo, ambos se sentían cómodos, Eugenia sugirió salir a cabalgar hasta el río para mostrar el fundo, él estuvo de acuerdo y salieron de la casa para el establo donde ordenó a Martin ensillar su caballo.
Juntos cabalgaron hasta donde Eugenia señaló, el paisaje era abrumador Eduardo estaba impresionado, ambos bajaron de sus caballos y se acercaron a la orilla del río, mientras Eugenia le señalaba algunos detalles del paisaje, Eduardo la escuchaba atento, se acercó a ella y dijo:
-Eugenia, quizás, si tú y yo, si me aceptas- y sin esperar su respuesta la tomó en sus brazos y la beso. Ella respondió a sus besos, se había enamorado de Eduardo, se separaron un instante Eduardo tomó sus manos y comentó con voz suave: -que bueno que me hayas aceptado porque yo estoy enamorado de ti, Eugenia-.
Se sentía avergonzada y llena de emoción. Para ellos nada existía a su alrededor, solo el amor que sentía, se quedaron abrazados en silencio, miraban el río y escuchaban el suave caudal, el paisaje del lugar los invitaba al romance.
Luego de unos instantes de silencio, Eugenia comentó: -Eduardo debemos regresar a la casa, ya casi es la hora de almuerzo-.
Eduardo volvió a besarla como señal de la afirmación de su amor, luego la soltó suavemente para caminar juntos tomados de la mano hasta los caballos y cabalgar hacia la casa.
Al llegar Martín los esperaba en la puerta principal para recibirlos, Eugenia del brazo de Eduardo entró a su hogar, caminaron al comedor, sobre la mesa estaba todo dispuesto para el almuerzo y ambos se prodigaban atenciones.
CONTINUARÁ