La honda expansiva de la explosión se sintió diez cuadras a la redonda. El teléfono de la comisaria no dejaba de sonar con las denuncias de los vecinos, sobre lo que habia sucedido, pronto nos enteramos en que calle fue el atentado. Hasta ese momento creíamos que era un atentado. Cuando llegamos a la calle en mención el escenario era desastroso parecía una escena de guerra. Puertas y ventanas de las casas vecinas habian salido volando por la fuerza de la explosión, por toda la calle habia pedazos de carro esparcidos y lo más grave, pedazos de un cuerpo humano. esparcidos en la pista y veredas. Piernas, manos, brazos, tronco de un cuerpo y cabeza, fue aterrador observar todo aquello. Cerramos de inmediato la calle para evitar que los curiosos se acerquen y contaminen la escena. Nosotros no podíamos levantar los trozos del cuerpo, ni mover nada hasta que no llegue el medico legista y el fiscal para dar orden de levantamiento. Después que nosotros llegamos, llegó el equipo de agentes de la policía de investigaciones para investigar los hechos y lo que habia ocurrido. Yo conocía al Capitán del grupo de investigadores. Me acerqué a él y lo salude -buenas tardes mi Capitán- muy serio me contestó -¿qué ha sucedido aquí Sánchez? -Mi capitán habido una explosión y hemos llegado hace diez minutos, solo cerramos la calle y no hemos tocado nada hasta que se inicien las investigaciones- conteste un poco aturdido por lo sucedido. -Sanchez- me dijo el Capitán venga conmigo vamos a comenzar la investigación mientras llegan el fiscal y el medico. El Capitán Márquez organizó a sus agentes y luego me preguntó -¿Cuál es la casa de la familia a la que le pertenece este carro?-. Señor, es la casa del frente conteste y señale el lugar. La casa no tenia la puerta principal ni la del garaje, ambas habian estallado en pedazos por la cercanía de la explosión, lo mismo pasó con las ventanas, era en verdad un escenario de guerra, apenas se podía caminar entre los escombros. En el interior del inmueble se encontraba una mujer joven y una niña de cinco años más o menos, a ellas no les sucedido nada, por suerte. El Capitán Márquez se presentó y la señora apenas podía hablar por el llanto. Tenia un pañuelo entre las manos con el que se secaba las lagrimas. En la sala donde estábamos, también habian volado los cuadros, adornos y algunos muebles estaban de cabeza. La primera planta de la casa se encontraba muy dañada, la madre y la niña por estar en la segunda planta no les sucedió nada, en caso contrario habrían sufrido daños. Hasta ese momento no me habia percatado bien en la niña pero después reparé que algo le habia sucedido, la pequeña estaba en silencio y la expresión de su rostro nos indicaba miedo y tristeza. El Capitán Márquez comenzó a interrogar a la señora para saber cuales habian sido los hechos y el por qué de la explosión. -Es usted pariente de la persona que ha sufrido el accidente- eso pensábamos, qué era un accidente pero en el transcurso de la investigación nos dimos cuenta que no era así. La señora contestó -él era mi esposo- dijo y la voz se le apagó por unos segundos.
Elia Ruiz comentó -Sargento pobre señora, el terror que debe haber vivido por la explosión-
-Si, eso es verdad- contestó el Sargento -mi estimada señorita, ella apenas podía hablar pero lo siguiente que nos dijo, nos dejo perplejos y conmocionados. El Capitán Márquez le pidió que relate lo sucedido para la investigación. Ella aceptó declarar y comenzó a contar lo ocurrido -todo lo que paso empezó un mes antes. Mi esposo llegó a la casa una tarde después del trabajo, estaba feliz porque lo ascendieron a gerente de una de las agencias de un banco importante donde él trabajaba. No cabía en su cuerpo de felicidad,
-Querida- me dijo -me han ascendido a gerente en una de las agencias del banco que está muy cerca de nuestra casa, te das cuenta. Está es una promoción que yo esperaba-. Me abrazó y se puso a cantar de alegría, cargó a nuestra hija y reía junto a ella, dos días más tarde se apareció en casa con un carro nuevo. Recuerdo que entró en la casa, me tomó de la mano y dijo ven para que veas lo que he comprado. Era para él, la felicidad plena, un carro nuevo, con su puesto de gerente le habian aumentado el sueldo y no pensó en otra cosa que comprar un carro. Mujer ahora si vamos a pasear por toda la ciudad, iremos a donde tú quieras, nuestra hija va a ser feliz en cada paseo. Ernesto comenté, vamos a poder pagar ese carro. ¡Si! contestó, no te preocupes todo está bien pensado y analizado, los pagos déjamelos a mí. El Capitán Márquez escuchaba sin interrumpir y yo un paso más otras también estaba atento, la señora continuo con su historia. Con el paso de los días mi esposo cambio, ya no era el padre amoroso que jugaba con su hija, estaba más atento al carro que a nuestra niña. Yo le reclame su actitud, le dije que pusiera más a tención a nuestra hija pero no me hizo caso. Llegaba del trabajo, se cambiaba de ropa y en el garaje se ponía a lustrar y limpiar el carro varias veces, sacaba los pisos los sacudía los volvía a poner con cuidado para que la alfombra no se malogre y cuando salíamos a pasear teníamos que entrar en el carro en punta de pies, los zapatos no debían tener una sola mota de polvo y hay si por algún motivo cerraba muy fuerte la puerta, me gritaba como si ésta se fuera a desarmar. El carro se habia convertido en el centro de su vida, le compraba todos los adornos que podía, era un exceso. Cuando su hija lo llamaba para jugar o le reclamaba su atención, él la resondraba, le decia ¡vaya con su mamá! la tomaba de la mano, la llevaba a la casa y cerraba la puerta. Luego regresaba junto al carro para seguir limpiándolo o lustrándolo en pocas palabras estaba obsesionado con él. Yo lamentaba su cambio porque él siempre fue un padre atento y un esposo cariñoso y ahora se habia convertido en un desconocido. Lo lamentable de todo esto vino después, era sábado, se suponía que íbamos a salir de paseo. Me aliste con mi ropa de deporte y aliste también a nuestra hija, le dije Ernesto ya estamos listas para pasear. Él habia abierto la tapa del motor y con medio cuerpo adentro me dijo que no podíamos salir a pasear porque le faltaba aceite al carro y además debía limpiar algunas piezas. Me quedé asombrada con lo que escuche, él fue el primero que habló de pasear todos los sábados. Molesta entre en la casa con mi hija, ella lloraba y yo trataba de consolarla, fui a servir un vaso con agua y mi niña no sé de donde sacó una chapa de una botella de gaseosa, fue donde estaba su padre y junto al carro, lloró y suplicó ¡papá, papá! porque no vamos a pasear. Su padre no la escuchó, entonces mi hija con la chapa que tenia en la mano comenzó a rallar con fuerza la pintura del carro. Ya puede imaginar usted Capitán Márquez la reacción de mi esposo, le quitó la chapa y le pegó muy duro en el dorso de cada mano, mientras levantaba la voz para resondrarla. Con el griterío salí de la casa y encontré a mi niña llorando desesperada, su llanto era de mucho dolor. Me moleste con mi esposo y subí la voz también para increparle porque le habia pegado a su hija. Cargue a Larita y entre en la casa, fuimos a su habitación y la consolé para que no siga llorando, el resto del día no hablamos con su padre. En la noche pasó lo peor, las manos de mi niña se habian hinchado de tal manera que los dedos se le pegaban unos a otros, no podía cerrar la mano y hacer puño. Grite asustada, mi esposo subió a la habitación y también se asustó. ¡Qué le habia pasado a mi hija! repetía en voz alta y lloraba desesperada. ¡Ernesto que vamos hacer!.
CONTINUARÁ
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