En la noche cuando todos se habían ido a dormir, Gerardo Sánchez hablaba con su esposa.
-Amanda que bueno es estar de nuevo en casa junto a nuestros hijos. Salir del hospital fue lo mejor, ya no soportaba un día más la cama de mi habitación, fue una tortura no tener libertad de movimiento después de la operación. Gracias al cielo esa etapa acabó-
-No te preocupes, te comprendo, sé que puede ser muy fatigante el hospital, pero en tu caso era necesario. Doy gracias porque has superado esta etapa, ahora viene la recuperación total. Tenemos que controlar una dieta sana de frutas y verduras al comienzo hasta que el doctor autorice algo más completo- comentó Amanda mientras entraba en la cama.
-Si, al comienzo va ser una tortura comer frutas y vegetales, sé que no tengo otro camino. Es importante cuidar el único riñón que poseo- con estás palabras finalizó el Sargento e hizo lo propio para entrar en la cama.
-Amanda- agregó el esposo antes de dormir -mañana quiero dar una caminata por el vecindario, quiero ir hasta el parque, no te preocupes voy hacerlo despacio, sin exigirme demasiado-.
Su esposa ya no lo escuchaba, se había dormido apenas puso la cabeza sobre la almohada para ella había sido un día extenuante. Atender a su toda su familia era un trabajo que no hacía desde hace un tiempo.
Al día siguiente, como lo había prometido el Sargento, salió a caminar por el vecindario, que felicidad volver a encontrar los sitios conocidos de siempre, saludar a sus vecinos. Algunos se acercaron a él para conversar brevemente y preguntar por su salud. Desde que volvió del hospital observaba las cosas de manera diferente, ya no se molestaba con facilidad y tomaba todo con más calma. La vida le estaba dando una segunda oportunidad y no estaba dispuesto a desperdiciar cada segundo que respiraba, tal vez ahora era más reflexivo. Su hijo Andrés lo acompañaba, estaba a su lado, conversaban sobre los recuerdos que ambos tenían de cuando recién se mudaron a la casa nueva. Andrés en el instante que hubo silencio, preguntó a su padre por Elia Ruiz: -¿padre, esa joven que te visitaba?,¿Quién era?, ¿Cuál es su cargo en el hospital?-.
El Sargento comentó -ella es asistenta social de carrera y se encarga de los trámites burocráticos de cada paciente que ingresa, además de asistirlos en cada paso para su ingreso al hospital. Es así como tu madre y yo la conocimos. Después de conversar con ella entablamos amistad. ¿Por qué me preguntas por la joven? -. Agregó el padre curioso por la inquietud de su hijo.
-¡No padre!- exclamó Andrés -es solo una simple curiosidad parece una persona amable y educada-.
-Si hijo, Elia Ruiz es las dos cosas-
Andrés desde que vio por primera vez a Elia en el hospital y su madre la presentó a la familia, él sintió curiosidad por conocerla más, era una joven atractiva, bien arreglada y distinguida, además de fina en su trato. No sabía como hacer para acercarse a ella, no conocía su teléfono, ni su dirección, ir a buscarla al hospital parecería muy obvio y además en veinte días él tendría que regresar a la ciudad de los Ángeles a trabajar. Era un problema, pero no quería entrar en explicaciones con su padre, sentía un poco de vergüenza, la confianza para hablar de ciertos temas con él nunca fue plena, tal vez sería mejor preguntarle a su madre.
Andrés y su padre regresaron a la casa, la caminata había sido suficiente por hoy. El doctor había recomendado a su paciente tomar abundante agua, Andrés le alcanzó a su padre dos vasos de agua, no era conveniente una deshidratación.
Lucy y Felipe acompañaban al padre en la sala y Andrés fue a buscar a su madre para conversar con ella.
-Madre, ¿Por qué no invitas mañana a cenar a la señorita Elia?, ustedes hicieron una buena amistad-.
Amanda se quedó en silencio, pensó que una invitación para Elia era demasiado en una reunión de la familia, en realidad no la conocían lo suficiente como para intimar.
-¿Por qué deseas que la invite a la casa? me parece que no es oportuno- concluyó Amanda.
A Andrés no le quedó más opción que confesar a su madre sus intenciones -deseo conocerla un poco más, me parece que es una joven agradable, ¡puedes invitarla madre!- exclamó al final.
Amanda respiró profundamente, Elia Ruiz era una joven agradable, no tenía objeciones contra ella:
-Está bien Andrés, voy a invitarla, pero solo por esta vez, no quiero estar en medio de ninguna situación me entendiste hijo- contestó Amanda.
-Si madre, te escuché muy bien-.
Al día siguiente a la hora de la cena, Elia Ruiz se presentó en la casa de la familia, traía un ramo de flores para Amanda y un delicioso pie de manzana.
-Elia, no era necesario molestarse, no tenías que traer nada- habló Amanda.
La joven contestó -no es ninguna molestia señora, al contrario es una forma de agradecer a la familia por la invitación-.
Entró en la sala para saludar al resto de la familia, ya había sido presentada a todos en el hospital. Cuando Elia vio al padre de familia tan recuperado le dio mucho gusto, estar en su hogar al cuidado de su esposa e hijos fue el mejor tratamiento.
-Sargento, lo encuentro tan bien de salud que nadie diría que fue operado hace unos días. Es bueno ver que su semblante tiene un buen color y su animo está muy bien.
-Gracias señorita Elia- contestó el Sargento con un tono de sorpresa, él no sabía que ella era una invitada, aparte de su cuñada Nora que minutos más tarde apareció en la casa para saludar a todos y pasar juntos una agradable cena.
-Elia, creo que ahora podemos llamarnos por nuestros nombres de pila, parte de mi recuperación se la debo a mi familia y sobre todo a mi esposa, pero es una alegría tener a mi nieto cerca, él me contagia toda su energía, es un niño tan feliz que siempre busco estar cerca de él-. contestó Gerardo Sánchez mientras tenía al pequeño Nicola en sus brazos.
Nora llegó a la casa de su hermana, unos minutos más tarde y Amanda sirvió la cena, fue un momento agradable toda la comida estaba deliciosa y la conversación entretenida, al término de la misma en la sobremesa, Felipe preguntó: -padre yo recuerdo que tuviste un caso del que nunca nos contaste el final ¿Qué sucedió con esa familia donde el hijo fue hacer una denuncia?-.
El padre trató de recordar el caso del hablaba su hijo, no lograba identificar muy bien a que se refería, pero luego se acordó del joven que hizo la denuncia.
-Hijo ya sé a cual caso te refieres, eso fue algo terrible que nos costó asimilar en la jefatura. Con el permiso de todos los aquí sentados en la mesa voy a referirme al caso. Era una tarde de Octubre, la hora tres de la tarde. Yo me disponía a cerrar los expedientes en los que estaba trabajando, cuando entró un joven de más o menos veinte años. La expresión de su rostro me decía que algo malo le había ocurrido. Recuerdo que se apretaba las manos tartamudeaba un poco y unas lágrimas caían por su rostro. Se dirigió a mí y me dijo -Sargento buenas tardes, mi padre ha muerto- en ese momento comprendí porque estaba en ese estado, no lo interrumpí y él continuó -yo vengo hacer una denuncia, se trata de la desaparición de mi madre, necesito ayuda de la policía para buscarla. Hasta ese momento el caso me parecía confuso, pensé que el joven estaba perturbado por el dolor de perder a su padre. Le pedí que tome asiento y expliqué bien que era en realidad lo que pasaba. Tomó asiento frente a mi escritorio y comentó -mi madre desapareció hace diez años y necesito saber donde está o mejor dicho, casi estoy seguro de saber donde se encuentra-. Explícate en orden para saber cuál es tu denuncia, la muerte de tu padre y en que circunstancias o la desaparición de tu madre- comente muy serio para que me hable claro. Entonces él contestó -Sargento, no lloro la muerte de mi padre y puedo asegurarle que murió de una enfermedad, el médico que lo atendía certifico su deceso. Sufro desesperado por mi madre, de la que no sé nada desde hace diez años, ella era una mujer buena que se desvivía por sus hijos y de repente de un momento a otro desapareció. Yo escuchaba atento las palabras del muchacho, estaba seguro que había una horrible tragedia detrás de todo aquello.
CONTINUARÁ