lunes, 22 de julio de 2024

TRES HISTORIAS...¡5,500 MSNM!

El Sargento Sánchez meditaba a solas en su habitación, las palabras del doctor habían sido un alivio para él. Enterarse con detalle sobre su estado de salud fue tranquilizador. Por fin sabía cuál era el mal que lo aquejaba y si bien es cierto se tuvo que sacrificar un riñón, en su caso no había otra salida.
Seguro su familia ya estaba enterada de los detalles sobre su salud y la operación, como ya podía recibir visitas, tendría a todos ellos a su alrededor. Se fastidiaba un poco porque no podía moverse con libertad, su cuerpo estaba maltratado con un  corte muy profundo por la cirugía. Hablaba en forma pausada cuando alguna enfermera la preguntaba como se sentía. 
-No sé preocupe Sargento- le dijo una enfermera -pronto se sentirá mejor, dentro de una hora será llevado a su habitación, ya no tiene que estar en la sala de cuidados intensivos, su cuerpo está respondiendo bien a la falta de un riñón. Ahora debe cuidar el otro riñón, es necesario tomar conciencia- la enfermera terminó de hablar, controló su presión y añadió al suero un sedante para evitar el dolor, después salió en silencio de la habitación.
Una hora más tarde, tal como se lo habían anticipado salió de la sala de cuidados intensivos para ser llevado al cuarto que le correspondía. 
Gerardo Sánchez tenía que reconocer que sintió temor de no volver a ver la luz del día, de no volver a ver a su familia pero ahora estaba convencido que el cielo seguía de su parte y que sus oraciones fueron escuchadas. No sería difícil para él acostumbrarse a su nueva situación, jamás fue un bebedor ni tuvo una vida desordenada, al contrario fue muy estricto y dedicado a su trabajo, a sus horarios y  atento a su familia, llevó una vida sana. Por ese motivo siempre tuvo la idea de que jamás se enfermaría, con todo lo vivido se dio cuenta lo equivocado estaba, nadie está lejos del peligro.
Se quedó muy pronto dormido, los sedantes tenían ese efecto sobre su cuerpo, se despertó cuando tocaron la puerta de su habitación, era Elia Ruiz que venía a visitarlo en su hora de descanso. El Sargento no sabía cuanto rato había dormido pero se alegró al ver a su joven amiga. 
-Sargento- dijo Elia -no sabe cuanto me alegro de saber que su operación y tratamiento están yendo por buen camino, siempre supe que así sería. Quiero agradecerle por confiar en mí y contarme sus historias de vida que han sido sumamente interesantes. Conocerlo a usted y su esposa ha sido un gusto. Lamento no poder quedarme más tiempo porque la enfermera me ha advertido que usted no puede tener mucho trajín, ni debe cansarse, en otro momento vengo de nuevo a visitarlo.
-Señorita Elia- contestó el Sargento con calma -las gracias se las debo dar yo por ayudarme a no pensar en mi enfermedad, gracias por brindarme su atención y amistad. Disculpe si todavía no puedo hablar demasiado pero me siento cansado y me agito con facilidad, debe ser por la operación-.
-No se preocupe por no poder hablar. Su cuerpo cada día va ir recuperando la fuerza. Es mejor que ahora me despida para que descanse- Elia Ruiz salió de la habitación para que el Sargento pueda descansar antes de la visita de su familia. En unos minutos más seguro estarían en el hospital. 
En el hogar de la familia Sánchez, Amanda y sus hijos se alistaban para la visita al hospital. Lucy le pedía a su tía Nora diciéndole si podía quedarse con Nicola, no era bueno llevar al hospital a un bebé tan pequeño.
-No te preocupes querida sobrina yo me quedo con el bebé, no tengo consulta ahora en la tarde, así es que no hay inconveniente. Cuando Gerardo salga del hospital vendré a visitarlo personalmente a la casa. No es conveniente que reciba tantas visitas en su estado, ustedes son su núcleo familiar y deben estar a su lado- comentó Nora a su sobrina. 
Solucionado el inconveniente, la familia partió de la casa con dirección al hospital, todos querían ver al paciente y comprobar que estaba reaccionando bien.
La familia llegó al hospital subieron al piso donde se encontraba la habitación del Sargento, la enfermera de turno los detuvo: -no pueden entrar a ver al paciente todos juntos, lo siento pero debe entrar uno por uno, quedarse con él un tiempo prudente y luego salir para que todos puedan verlo. Por favor es importante no agotar al paciente con temas graves o problemas, está todavía en proceso de recuperación- recomendó la enfermera con énfasis -¿quién va entrar primero?- preguntó.
Amanda y sus hijos estuvieron de acuerdo, Lucy entraría primero, ella no había visto hasta ese momento a su padre. Caminó por el pasillo, se acercó a la habitación y muy despacio abrió la puerta, su padre estaba despierto pero inmóvil. La hija dudó unos segundos pero se acercó a la cama y dijo:
-Padre ¿cómo estas? no sabes lo preocupada que estaba al enterarme de tu operación, gracias al cielo te encuentras bien y tu diagnóstico es positivo- mientras hablaba a su padre las lágrimas corrían por sus mejillas.
-No llores querida hija, parece que ya pasó lo peor y ahora me estoy recuperando- contestó el padre.
-Lloro de felicidad al saber que estás bien y que la operación fue un éxito- Lucy se acercó a su padre y le dio un beso en la frente -no quiero que te agites solo yo voy hablar por el momento para contarte sobre tu nieto Nicola que pronto vas a conocer-. El Sargento sonrió al imaginar al bebé y su hija comenzó a contarle lo rápido que estaba creciendo, lo inteligente y despierto que era. Comentó también sobre su viaje y el dilema que fue conseguir el permiso para venir a a ver a su padre. Omitió los problemas que se le presentaban en el futuro inmediato, ahora eso no tenía importancia. Primero era la salud de su padre. Conversó un rato más con él y luego le dijo que se despedía para que sus hermanos y su madre puedan entrar a verlo -vamos estar pendientes de ti, no te preocupes por nada- comentó al final Lucy, beso la frente de su padre y salió de la habitación.
Como habían acordado entraron uno por uno, siguió Felipe que habló poco con su padre no quería agotarlo, estaba feliz de verlo, luego entró Andres y finalmente Amanda su esposa. La emoción de saber que su esposo había reaccionado la dejó sin palabras, lloraba de felicidad, tenían una larga historia juntos. 
Amanda- dijo el Sargento -estoy bien, no te preocupes pronto voy a salir del hospital para ir a casa-. 
Su esposa acarició sus manos y contestó: -gracias al cielo estás bien aunque fue una operación complicada, pero saliste adelante, ahora debemos esperar que te den de alta-. La familia se retiró pronto del hospital, Gerardo Sánchez debía descansar.
Con el paso de los días el Sargento fue recuperando la fuerza a en cada instante se sentía mejor. Su familia estaba a su lado, el control del doctor era diario y pronto le darían de alta. Para él era una excelente noticia quería dejar la cama, sentir otra vez la libertad de movimientos. No podía quejarse de la atención del médico y enfermeras, todos ellos fueron muy atentos y amables con él.
Por fin llegó el día de salir del hospital. El doctor le dio de alta. 
-Sargento Sánchez puede irse a su casa, ya di la orden para que pueda dejar el hospital, su estado de salud es bueno, quiero verlo dentro de diez días en mi consultorio, es necesario un chequeo para hacer un seguimiento, no debe hacer ningún desorden con su alimentación- concluyó el doctor Montes.
-Gracias doctor, no sabe como le agradezco su atención y tratamiento a mi persona, siempre voy a recordarlo-. Ambos hombres se despidieron y el Sargento salió del hospital, para irse a casa sus hijos y esposa lo acompañaban. 
Al llegar a su hogar no quería entrar en la habitación y echarse en la cama, era lo menos que deseaba hacer -Por favor quiero sentarme en la sala, en mi cómodo sillón, no quiero saber nada de acostarme y dormir- exclamó con énfasis. 
Se sentó en su sillón preferido y sus hijos y esposa estaban a su alrededor, entonces Lucy trajo a Nicola para que su abuelo lo conozca. La emoción de Gerardo Sánchez era evidente, su nieto estaba junto a él, era la continuación de sus genes, era su sangre. Nicola era niño risueño y feliz. El abuelo no dejaba de abrazarlo, sentía a través del pequeño la vida que corría por sus venas, que bueno estar en su hogar que bueno sentir que su familia estaba cerca, nada lo podía hacer más feliz. 


CONTINUARÁ        
  
                    
       
   

 

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