El avión de Beti-Flor aterrizó en la ciudad de Cajamarca, ella bajó del avión junto con los demás pasajeros, recogió su maleta y en la salida del aeropuerto tomó un taxi. Al chofer le dio la dirección de la casa de Magda y esperó tranquila llegar a su destino. No muy lejos del centro el taxi se detuvo, el chofer confirmó la dirección y se dirigió a Beti-Flor -señorita, hemos llegado, está es la dirección de la casa-.
Beti-Flor contestó -gracias aquí es donde me quedo- bajó del carro mientras el chofer le alcanzaba su maleta. El taxi partió y la joven de pie frente a la puerta principal, respiró profundamente. La casa en realidad era una casona antigua pero muy bien conservada, tenía un gran portón de madera totalmente labrado con bellas figuras, se acercó a la campanilla para tocar la puerta, segundos después una señora abrió y preguntó que deseaba, Beti-Flor contestó que buscaba a la señora Magda -vengo de parte de la señora Concepción- agregó.
La señora la hizo pasar al salón principal y luego fue a buscar a la señora de la casa. Pasaron varios minutos que parecían una eternidad, Beti-Flor admiraba el decorado del salón que era bastante grande, los muebles tenían hermosos tapices, las mesitas lucían lámparas finas y los cuadros en las paredes tenían pinturas típicas de la ciudad, una gran alfombra completaba el conjunto. Magda vivía en una gran casa, eso se podía ver. Muy cerca se sintieron pasos, una figura entró en el amplio salón, era Magda, hermana de Concepción. La mañana se acerca al medio día cuando Beti-Flor giró sobre sus pies y estaba frente a ella, una señora con actitud altiva pero aun hermosa. Magda quedó mirando a la joven que tenía al frente, no habia duda era su fiel retrato de cuando ella era una joven de veinte años. Pasaron unos segundos en silencio y luego Beti-Flor se presentó -¿Magda cómo está? soy la hija de Concepción- dijo sin dudar.
-Si, sé quien eres, no tienes que presentarte- en ese instante una voz masculina interrumpió para preguntar.
-¿Magda quién es? ¿Quién ha venido?- el que hablaba era el esposo.
Ella contestó -es la hija de mi hermana Concepción-. Beti-Flor escuchó sus palabras y dio en paso atrás.
El esposo de Magda ya estaba junto a ellas cuando habló -por fin conozco a un familiar de mi esposa, ella siempre dice que no tiene familia, disculpe señorita yo soy Ignacio esposo de Magda y trabajo de Intendente en la Municipalidad de la ciudad, ¿Cuál es su nombre?- preguntó Ignacio al final.
-Mi nombre es Beti-Flor y cómo dijo su esposa, soy hija de su hermana Concepción-.
Ignacio después de presentarse dijo sonriente -por favor nada de protocolos usted es bienvenida en esta casa, Magda es su tía y toda su familia es recibida con alegría en mi hogar, además puedo observar que el parecido entre usted es asombroso-.
Beti-Flor sonrió al esposo de Magda, él era un hombre bien educado, amable, además de sincero. Observó que Magda no estaba muy contenta con su presencia, al parecer Ignacio no sabía nada de la familia de su esposa.
-Tengo que decirle señor Ignacio que usted tiene una gran casa, es muy hermosa y antigua- agregó Beti-Flor.
-Esta casa era de mi abuelo, luego mi padre la heredó y después paso a mi hermano Roberto y a mí. Él vive en nuestra hacienda y se encarga del ganado pero nos visita muy seguido- contestó el esposo de Magda, ésta se mantenía en silencio sin decir palabra.
-Querida esposa- comentó Ignacio -debo dejarlas para que ustedes conversen, seguro que tienen mucho de que hablar. Mi esposa no viaja a la capital desde hace años, ella siempre me dice que nada de importancia ha dejado allá.
Ignacio Martínez, se puso de pie se despidio de su esposa y comentó con Beti-Flor -mi estimada, siéntase en su casa, mi hogar, es su hogar-.
Magda recuperó el aliento cuando su esposo se retiró del salón, ella había tenido el corazón en la mano al pensar que Beti-Flor podía hablar algo de la familia. Se dirigió a la joven y preguntó en forma desagradable -¿para qué has venido? Concepción sabe muy bien que yo no deseo visitas de familia es más, no tengo familia-.
-Vine porque deseaba conocerte, hablar contigo y saber de mi padre- respondió la joven con voz temerosa, no esperaba una reacción así.
-Yo no deseo conocerte ni hablar contigo, aquí nadie sabe de tu existencia, tú eres el recuerdo de lo que yo quiero olvidar. No tienes padre, no tienes madre, no hay un vínculo entre las dos- contestó Magda con voz llena de ira y fuera de si.
Cada palabra que escuchaba Beti-Flor era como una herida en su corazón, como podía hablar de esa manera, ni siquiera la conocía. Ella insistió -no comprendo porque actúas de ese modo, no me conoces, tengo derecho a saber quien es mi padre-.
Magda levantó la voz y contestó -no voy hablar del pasado, debes irte y no regresar nunca más. Aquí no hay nada para ti.
Beti-Flor se puso de pie y dijo con fuerza en la voz -me voy pero antes tengo que decirte que eres un ser malvado, no tienes corazón, para mí no existes y mi madre Concepción tenía razón cuando me habló de ti, tengo que agregar que se quedó corta. Vine con la ilusión de encontrar un ser humano cálido pero me equivoqué-.
Con las voces en alto entraron dos niños al salón, el mayor tendría diez años y el más pequeño tendría seis. Preguntaron -¿mamá qué sucede-. Magda suavizó su timbre de voz y los mandó a jugar al patio que quedaba bastante lejos del salón. Ellos no debían escuchar nada de lo que hablaba con Beti-Flor.
La joven continuó -nadie sabe de mí, ¡bueno! yo podría amenazarte con decirle a tu esposo y a todos los que te rodean, quien eres y que yo soy tu hija pero no te preocupes, no soy como tú, mi madre me enseñó a tener corazón. Me voy y nunca vas a saber de mí, de eso estoy segura.
Beti-Flor con su maleta en mano salió de la gran casona, no sabía a donde ir estaba tan perturbada que no pensaba con claridad tuvo que detenerse y respirar hondo para conseguir tranquilizarse. Tomó un taxi al aeropuerto para comprar su pasaje de vuelta a la capital, tenía que alejarse dejar la ciudad cuanto antes, ella no quería volver a ver a Magda. En el aeropuerto recibió malas noticias no había pasaje hasta el día siguiente a las cinco de la tarde, no le importó compró el ticket de avión para irse de la ciudad. Regresó al centro y a unas cuadras de la catedral encontró un hotel, tomó una habitación; por suerte sus padres le habían dado una generosa bolsa de viaje. En la habitación a solas lloró con tristeza y dolor, ella nunca imaginó un encuentro tan violento -¿Qué había vivido Magda para ser de esa manera? No lo quería saber, ya no importaba nada más, ella solo pensaba en regresar a su hogar, a su único y verdadero hogar. En medio de lágrimas recordó las palabras de su abuelo cuando era una niña pequeña y la cargaba en brazos, él siempre le decía: -"Beti-Flor, la flor más hermosa de todo el jardín"-.
El sufrimiento y el llanto la hicieron dormir, al día siguiente desayunó algo muy sencillo en el hotel salió a caminar por algunas calles y a la tres de la tarde partió al aeropuerto, no quería estar una hora más en la ciudad, el recuerdo de Magda y sus palabras la hacían sufrir. Subió al avión a la hora indicada y llegó a la capital en pocas horas, no se de tuvo a comprar ningún regalo o a pasear, solo esperaba estar en su hogar para desahogar todo su tristeza, cuanta razón tenía su madre Concepción al no querer que haga ese viaje, tal vez ella tenía que vivir la experiencia para saber donde estaba su verdadero hogar.
Llegó a su casa, el taxi la dejó en la puerta, en la ventana de la casa vecina estaba Mariane, ella se asomó porque sintió que un carro se detuvo, tenía la esperanza de que fuera Joel. Se sorprendió al ver que se trataba de Beti-Flor, había regresado tan pronto ¿Qué sucedió con la visita a Cajamarca?, ¿Qué triste experiencia vivió?. Trató de no pensar más en aquello, ella tenía demasiadas tristeza en que pensar, su hermano no aparecía aún.
Beti-Flor entró en la casa y llamó a su madre, Concepción abrazó a su hija que tenía el rostro bañado en lágrimas. -Madre tu eres mi única madre, nadie más existe, este es mi hogar y tú y mi padre son mi mundo- dijo la joven entre lágrimas.
Madre e hija se quedaron abrazadas, por el momento no hubo preguntas, solo el sentimiento que las unía.
Mariane en su casa, desde la ventana vio a Beti-Flor entrar a su hogar, se quedó pensando y por un instante se preguntó ¿Dónde estaba su hermano? ¿Porqué no aparecía?.
Joel no regresaba, Mariane nunca hubiera imaginado donde estaba su querido hermano y lo que estaba viviendo.
En un cuarto oscuro, amarrado a una silla de madera se encontraba Joel, la boca y los ojos los tenía vendados, manos y pies amarrados, no podía moverse y apenas si respiraba. Tenía cerca de una semana de estar encerrado en ese cuarto, le daban comida y agua una vez al día, luego lo dejaban solo en ese lugar. Joel estaba desesperado por salir, no podía saber quien le traía la comida, nadie le hablaba. Lo más grave era la tortura a la que estaba sometido, todos los días escuchaba pasos de una persona que se acercaba, le ponía un arma en la cabeza, tiraba del gatillo, simulando que le iba a disparar, en otro momento, con una toalla mojada golpeaban con fuerza sus pies desnudos, del dolor no podía gritar. El hermano de Mariane se daba cuenta que no querían matarlo, pero la tortura lo agobiaba y le restaba fuerza, hasta cuando duraría esa situación, en que momento tomarían la decisión de desaparecerlo para siempre. No sabía si era de día o de noche cuando una persona con el rostro cubierto fue a la habitación, le quitó la venda de los ojos para que lea la hoja que tenía en las manos, en ella decía -No sabes con quien te has metido, si lo ordeno, de aquí no sales vivo-.
Eran amenazas contra su vida, Joel jamás había vivido algo así, su vida siempre fue cómoda y tenía todo a la mano. Ahora en cambio su ropa eran harapos y su cuerpo estaba sin aseo desde hace varios días. No podía seguir viviendo, suplicó perdón sospechaba quien estaba de tras de la tortura y el cuarto oscuro pero no se atrevía a mencionar su nombre, tenia miedo que si decia algo, sus palabras serian su sentencia de muerte.
CONTINUARÁ
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