lunes, 18 de noviembre de 2024

TRES HISTORIAS... ¿DONDE ESTÁ JOEL?

Alfredo llegó puntual a su cita en el café que habían acordado con Mariene, quedaba a solo a unas cuadras de la oficina. Era en lugar tranquilo donde se podía conversar sin apremio. Mariane llegó al lugar diez minutos después que Alfredo, sintió un gran alivio cuando lo vio sentado en una de las mesas más alejadas donde nadie los iba a perturbar.
-Alfredo ¿Cómo estás?- saludó Mariane y se acercó a él -gracias por venir a conversar conmigo. Es muy importante que hablemos para contarte lo sucedido con Joel y cómo llegó a casa-.
-Mariane, cuando me pediste que viniera para decirme que Joel estaba en casa, yo no dudé un segundo porque también tengo que contar algunas cosas que descubrí en las carpetas de trabajo de tu hermano- contestó Alfredo. 
Mariene estaba seria, no tenía muchos ánimos para sonreír, habló con Alfredo y le contó con detalles como llegó su hermano a la casa: -era una calamidad su aspecto- dijo con tristeza -no quiso que me acerque a él, adujo que su cuerpo no estaba limpio y despedía un terrible olor.  Luego puso mucho énfasis en que no iba a explicarme nada de lo que había pasado en los diez días que no estuvo en casa. Subió a su habitación y se ha encerrado, no pude hablar con él.  Lo que me advirtió es que retire la denuncia hecha a la policía, me dijo que eso era urgente. En esto último insistió.
-Lo que sucede con Joel- contestó Alfredo -es posible que sienta miedo de alguna represalia, hasta este momento no sabemos cual es la responsabilidad de Luis Alberto. Estuve estudiando las carpetas de trabajo de Joel y hay muchas irregularidades, tendría que hablar personalmente con él para que explique muchos detalles. Además de ello hay un un archivo en su computadora que está sellado y no pude abrir. Para empeorar la situación Luis Alberto mandó confiscar su máquina y ya no puedo intentar entrar al archivo. Todo esto parece una pesadilla, es peor si Joel no habla-. 
-Tuve que hablar con el Capitán Guzmán, para retirar la denuncia- dijo Mariane -él no estuvo de acuerdo conmigo y quiere llamar a mi hermano para declarar en la jefatura. Joel nunca se va a presentar para ser interrogado. El Capitán me advirtió que va dejar el caso abierto unos días para que se presente a declarar. Él asegura que Luis Alberto tiene una gran participación en la desaparición o mejor dicho en el secuestro de Joel, fueron sus palabras-. 
Alfredo no dio muchos detalles de lo que había encontrado en las carpetas. Tenía que hablar con Joel para estar seguro porque todo indicaba que él había sustraído dinero de la empresa y depositado en una cuenta del extranjero. Esto último no habló con Mariane, no deseaba ofenderla con acusaciones de robo a su hermano que no estaban probadas. Estuvieron juntos en el café cerca de dos horas, comentaron todas las posibilidades que acusaban a Luis Alberto y a Joel en un papel secundario, todo aquello era especulación, nada era seguro. Tal vez  iba ser posible probar algo si intervenía el Capitán Guzmán.
A la hora de despedirse  Alfredo se dispuso a llevar a Mariane a su casa, ella no aceptó, Joel no debía saber que había amistad entre los dos -Alfredo es mejor que vaya sola en un taxi, mi hermano no debe enterarse de nuestra amistad. Además después que todo esto termine cada uno tiene seguir su camino- finalizó Mariane.
Alfredo abrazó a su amiga y respondió -¿Porqué debemos dejar de vernos? creo que tu hermano no puede condicionar nuestras vidas ni nuestro accionar, yo deseo seguir con esta amistad-.
Mariane no contestó, detuvo su taxi y se fue con dirección a su casa. En el camino pensó que era mejor no acostumbrarse demasiado a la presencia de Alfredo.
En la casa de Mariene todo era silencio cuando  llegó, Asunta salió a su encuentro y le dijo -el joven Joel ya almorzó y preguntó por usted, yo contesté que había salido-. 
-Asunta, cuando regrese mi hermana dile que suba a mi habitación, tengo que hablar con ella- fue la respuesta de Joel.
¡Que bueno! pensó Mariene, ahora si iba hablar con Joel, no perdió un segundo y subió  las escaleras, tocó la puerta de la habitación que estaba con seguro y su hermano abrió -pasa Mariane tengo que hablar contigo- Joel le señaló la silla del escritorio y preguntó -¿retiraste la denuncia a la policía?-.
-Sí Joel, ya retire la denuncia pero el Capitán que ve tu caso quiere que vayas a declarar, él tiene que hacerte varias preguntas y dice que la denuncia puede ser ahora por secuestro ¿Qué opinas?- preguntó a su hermano.
-Mariane, yo he sido muy claro- habló Joel irritado - no voy a declarar y no voy a denunciar a nadie, no debes insistir-. 
-No tienes que irritarte, yo no insisto, pero si no me explicas que ha sucedido, no puedo entender tu actitud... ¿Por qué te niegas hablar?- contestó Mariane impaciente. 
-¡No puede ser que mi propia hermana no entienda lo que estoy hablando!- dijo Joel exasperado.
Mariene se dio cuenta que las experiencias vividas por su hermano habían afectado sus nervios porque perdía con mucha facilidad la calma y temblaban sus manos: -Joel yo solo pretendo ayudarte, no me veas como tu enemiga. Si hablo del Capitán Guzmán, es que él nos puede ayudar, tu caso no puede quedar sin solución.
-Vamos a dejar esta conversación- replicó Joel -deseo pedirte que redactes una carta de renuncia a la empresa, yo la voy a firmar y tú la llevas a la oficina y la entregas en el departamento de recursos humanos. No quiero volver a trabajar en el mismo lugar- la voz de Joel se quebró, no podía seguir hablando, Mariane se acercó a él y lo abrazó. 
-No sé lo que has vivido en esos días de cautiverio pero cuenta conmigo, yo voy apoyar en todo lo necesario, si deseas en este momento voy al estudio para redactar la carta que me pides- dijo Mariane.
Joel estuvo de acuerdo y Mariane fue de inmediato a escribir la carta de renuncia de su hermano. Media hora después, tocó la puerta de la habitación con la carta en la mano, escrita e impresa en la computadora. En un estilo impecable Mariane escribió la carta, Joel la leyó y firmó al instante, estaba de acuerdo con cada palabra que su hermana había escrito, era como si él mismo la hubiera redactado: 
-Mañana mismo voy a dejarla en la empresa como me lo has pedido-.
Del cajón del velador Joel sacó su billetera y preguntó -¿donde la encontraste?-
-Yo no encontré la billetera- respondió Mariane muy seria -un mensajero de la empresa la trajo a casa, tú llevabas tres días perdido y esa cartera fue el punto de alarma que me indicó que algo grave te había sucedido. Pensé varias veces que estabas muerto en algún hospital y sin documentos nadie podía saber quien eras o donde vivías. El personal de limpieza de la empresa la encontró en el ascensor. 
Joel recordó entonces que tuvo un intercambio de palabras y un forcejeo con un hombre que no conocía y con el que salió de la empresa. Ahora comprendia el grado de culpa que tenia en todo este asunto. 
-Gracias Mariane por preocuparte por mí, sin tu denuncia tal vez seguiría perdido tengo que decir que me salvaste la vida- contestó Joel con lagrimas en los ojos, no quería que su hermana lo viera así y le pidió que se retire. 
-Joel no vas a cambiar de idea para ir a declarar con el Capitán Guzman, si alguien es culpable de tu secuestro debe pagar. Además tienes que aclarar que no eres culpable de ninguna falta en la oficina. Habla conmigo por favor- rogó Mariane.
-Mi querida y dulce hermana, solo voy a decir esto, no soy tan inocente como parece pero no he cometido una falta contra la empresa-. 
Mariane se retiró de la habitación, estaba cansada  ya no quería pensar, sentía tristeza y sabia que dentro de dos semanas, se terminaban sus vacaciones y debía volver al trabajo. Para ese entonces rogaba que se resuelva el caso de su hermano. 
Con lo vivido en su cautiverio Joel comenzaba a tener pesadillas, de repente se ponía nervioso y le temblaban las manos, no podía controlarse. Se sentaba en el piso, se tapaba los oídos para no escuchar los pasos que venían a torturarlo. 


CONTINUARÁ      

   
   
  

     
 
   
 

      

 

martes, 12 de noviembre de 2024

TRES HISTORIAS... ¿DONDE ESTÁ JOEL?

Habían pasado diez días desde que Joel, hermano de Mariane desapareció en un carro negro junto a unos hombres que nadie conocía. De él no se sabía nada y se temía lo peor, la policía investigaba el caso para  encontrar su paradero y esperaba encontrarlo con vida ¿Dónde estaba Joel?, hasta ese momento su familia y la policía no sabían nada sobre su paradero. 
Lejos de la ciudad donde no era fácil llegar, en una casa abandonada y en un cuarto oscuro atado a una silla, se encontraba Joel, al parecer el lugar estaba en un paraje solitario porque no se escuchaban ruidos alrededor, ni de autos ni personas. Nadie imaginaba lo que vivía en su encierro el hermano de Mariane, él temía por su vida, esperaba de un momento a otro ser llevado algún lugar para desaparecerlo y su cuerpo nunca sería encontrado.  
Cansado y al borde de la inanición, Joel esperaba resignado su final, cuando la puerta se abrió y entró al cuarto un hombre vestido de negro con el rostro cubierto, le quitó la venda de los ojos y le mostró la nota que traía escrita en una hoja de papel, ésta decía: 
-Gracias a la denuncia hecha por tu hermana a la policía, te has salvado de un destino trágico. La policía está investigando y haciendo demasiadas preguntas-. Eso era todo lo que se podía leer en la nota. El hombre sin decir palabra alguna volvió a poner la venda en sus ojos, Joel forcejeó con éste al ser sus manos desatadas, como consecuencia recibió un golpe contundente en la cabeza que casi lo desmaya. 
-Quédate quieto si quieres vivir- dijo el desconocido. Luego desató sus pies lo ayudó a pararse, tantos días atado y sin suficiente alimento lo habían dejado débil y sin fuerzas para dar un paso. Entró en la habitación un segundo hombre para ayudar a movilizar a Joel, éste apenas podía caminar, vendado y amordazado lo subieron a un auto, no luchó, solo esperaba su sentencia de muerte. Recordaba lo que decía la nota, pero a esas alturas ya no tenía muchas esperanzas. ¿A dónde lo llevaban? no sabía, nadie hablaba, con lágrimas en el rostro subió al carro. Lejos de la ciudad el vehículo avanzaba por un camino de tierra, Joel en silencio se acordaba de sus padres y de su hermana, se despedía de ellos, estaba seguro que no los volvería a ver. 
Cerca al medio día Mariane no podía dejar de pensar en su hermano, todos esos días habían sido una larga espera, lloraba de tristeza y dolor, ya no tenía la certeza de que estuviera vivo, habían pasado demasiados días. Sentir que ella no pudo hacer nada por ubicar a su hermano la hacía sufrir aun más. Todavía tenía pendiente el contratar un investigador privado, tal vez con él podía encontrarlo más rápido. Su tristeza crecía y no sabía por donde empezar la búsqueda, era como si se lo hubiera tragado la tierra. ¡No, no! no debía imaginar algo así, era su hermano y lo quería de regreso sano y salvo a la familia. Mariane tenía tantos recuerdos felices junto a él y sus padres, los paseos y las bromas entre hermanos alegraban las reuniones y  fiestas de cumpleaños. Sus padres lo consentían y ella nunca sintió celos de ello, Joel era el más pequeño. Ahora todo había cambiado, una sombra oscura caía amenazante sobre la casa con su ausencia  La billetera que guardó en un cajón del comedor días antes la sacó  para guardarla en el velador del cuarto de su hermano, era mejor que si él regresaba la encuentre en ese lugar.
-Señorita Mariane- llamó Asunta - ¿Qué desea para el almuerzo?-.
En lo último que pensaba Mariane era en comer pero contestó sin entusiasmo -Asunta prepara algo ligero, no tengo mucha hambre-. 
Un carro se detuvo en la puerta de la casa, segundos después sonó el timbre con insistencia ¿Quién podía tocar de esa manera tan violenta y sin educación? se preguntaron Mariane y Asunta, ésta última fue abrir y dio un grito -¡Joven Joel! Mariene corrío a la puerta, era su hermano que había regresado de las sombras. Joel entró precipitadamente en la casa y dijo en voz alta al ver que su hermana se acercaba abrazarlo.
-¡No te acerques Mariane! estoy hecho un desastre y despido mal olor-.
-Joel ¿Dónde has estado? te hemos buscado y hasta la policía ha intervenido-. dijo Mariane entre lagrimas.
-¡No voy hablar!- contestó Joel -¡no voy a dar explicaciones! Te pido no insistas y ahora mismo ve a la jefatura y retira la denuncia sobre mi paradero, esto es urgente- Joel fue cortante con sus palabras, no dio pie a más preguntas, Mariane estaba desconcertada con su actitud pero no insistió en hablar como su hermano deseaba. Joel se tambaleó unos pasos y se sujetó a la baranda de la escalera, mientras subía al segundo piso para ir a su habitación, pidió Asunta le traiga una jarra con agua y un vaso.
Mariane no salía de su desconcierto, las lágrimas ahogaban su voz pero decidió no hacer preguntas, que su hermano se tome el tiempo para tranquilizarse y hablar. Lo importante era que Joel estaba vivo y de regreso en casa. 
En su habitación y a puerta cerrada Joel se quitó la ropa harapienta que traía, la envolvió dentro de una bolsa y la dejó a fuera de su cuarto, Justa se la llevaría para quemarla en el patio. La empleada de servicio tocó la puerta, Joel abrió y recibió la jarra con agua, después volvió a cerrar con seguro deseaba estar a solas. De pie, en medio del cuarto se sirvio tres vasos con agua y los tomó seguidos uno a uno, su cuerpo estaba deshidratado y necesitaba agua, calmó su sed. Desnudo entró a la ducha, abrió el grifo y el agua mojó su cuerpo, se jabonó tres, cuatro veces era como si quisiera con ello borrar lo que había vivido esos días de encierro y terror, todo aquello fue una pesadilla, el miedo de perder la vida lo hizo llorar, miró sus pies estaban rojos y sentía un dolor intenso por los golpes que recibió en ese cuarto oscuro. De la misma manera que lavó su cuerpo, lavó su cabello no deseaba tener una sola partícula de suciedad, tierra o polvo. Tenía la piel roja de tanto insistir en restregarse con la esponja, se detuvo para no seguir lastimándose. Salió de la ducha y vistió con una pijama limpia, se acostó en la cama cerró los ojos, al instante el cansancio lo durmió. 
Mariane se alistó para ir a la jefatura y retirar la denuncia que hiciera días antes. Ahora le tocaba hacer frente al Capitán Guzmán y tener que darle la razón cuando le dijo que su hermano era una persona adulta y podía aparecer en cualquier momento. Ella no podía quedarse tranquila, tenia que recurrir a la policía, su hermano podía estar grave en algún lugar y necesitar ayuda.  Antes de salir de su casa vino a buscarla su vecina Concepción, Mariane con mucha educación le dijo que no podía recibirla tenia prisa, debía ir a un lugar, era urgente. 
Concepción se disculpó y le aseguro que no debía preocuparse pero notó que Mariane estaba tensa y casi no se detuvo a conversar.
En la jefatura Mariane pidió hablar con el Capitán Guzmán, él la recibió en su oficina, la notó nerviosa, tensa, entonces preguntó:
-¿En que puedo servirle señorita Mariane?-. 
Mariane pensó que era lo mejor ser directa y no andar con rodeos para hablar -Capitán vengo a retirar la denuncia que hice unos días antes  sobre mi hermano Joel y su paradero, él ha regresado a casa sano y se encuentra bien. Tengo que darle a usted la razón cuando dijo que él vendría solo a casa era una persona adulta, yo estaba tan angustiada que no lo escuche-.
El Capitán Guzmán perplejo miró a Mariane -me dice usted que su hermano apareció y que anule su denuncia, ¿cómo es qué regreso y cuándo fue?- 
-Regresó hace dos horas Capitán- contestó Mariane.
-No puedo anular la denuncia tan fácilmente, debo llamar su hermano a la jefatura para declarar, este caso tiene muchos cabos sueltos que hay que solucionar-.
Mariane insistió -Capitán por favor, escuche lo que tengo que decir, mi hermano no va a declarar, él no quiere hablar con nadie. Ni presentarse ante usted.
El Capitán Guzmán vio a Mariane nerviosa y respondió -podemos anular la denuncia de desaparecido por la denuncia de secuestro, este caso hay que investigarlo a fondo, uno de los autores principales esta suelto y tranquilo en su oficina- omitió decir el nombre de Luis Alberto porque no tenía pruebas y él estaba seguro que el gerente tenía mucho que declarar, si Joel hacía su denuncia.
-Capitán, Joel no desea hacer denuncias ni declarar- volvió a repetir Mariane -él fue muy claro conmigo cuando me pidió que retire la denuncia-. 
-Vamos hacer algo- contestó el Capitán -voy a dejar unos días el caso abierto para darle una oportunidad a su hermano de venir a declarar, si él no se presenta voy a cerrar su caso como aparecido y solucionado-.
Mariane agradecio al Capitán Guzmán y se retiró de la jefatura, éste no estaba muy conforme con los resultados pero sin denuncia no podía seguir investigando, sin cuerpo no hay crimen, Joel estaba en su casa y estaba vivo. 
-Alfredo podemos hablar- comentó Mariane cuando lo llamó a su móvil -tengo que contarte los últimos acontecimientos que han sucedido con respecto a Joel, no puedes imaginar todo lo que ha pasado-. Mariane tenia que hablar con él, confiaba en su amigo. Alfredo aceptó en reunirse con ella pero seria en un café cerca a la oficina, Joel no podía enterarse de la amistad que existía entre su hermana y Alfredo. 


CONTINUARÁ             

         

           

 

lunes, 4 de noviembre de 2024

TRES HISTORIAS... ¿DONDE ESTÁ JOEL?

En sus manos tenía Mariane la billetera de Joel, ya sabía lo que contenía en su interior, Alfredo estaba a su lado y comentó con él. 
-Tal vez debería comenzar en forma privada una investigación para saber ¿donde está Joel? lleva desaparecido más de una semana y la policía no tiene respuestas- 
-Mariane- contestó Alfredo -la policía recién ha comenzado la investigación recuerda que hace dos días se cumplieron las cuarentaiocho horas que indica la ley para iniciar los interrogatorios. Debemos esperar, el Capitán Guzmán al final de las pesquisas, me aseguro que regresaría para seguir con la investigación- 
-No es fácil aceptar lo que me pides, es mi hermano el que ha desaparecido, ya tienes muchos días y no sabemos nada de él, siento que voy a morir de solo imaginar que puede estar viviendo- aquí se detuvo Mariane, no quería terminar de decir lo que pensaba. Se preguntaba qué le diría a sus padres si llegan a la casa y se enteran lo sucedido a Joel, sufrirían lo indecible, la madre era delicada de los nervios y su padre no sería indiferente en nada. ¡Qué dolor!  ¡Qué desesperación! ¿Cómo enfrentar está tragedia?. 
Las lágrimas bañaban su rostro y con voz entrecortada habló -Alfredo es mi hermano, necesito saber ¿Dónde está?, ¿Qué pasó con él?, pienso en mis padres, tengo que hacer algo para encontrarlo esté donde esté-.
Alfredo comprendia a Mariane y su sufrimiento, tenía razón en lo que decía, era su hermano pero viendo fríamente la situación hasta la policía se encontraba con las manos atadas, toda pista del paradero de Joel se perdía cuando él subió a ese carro y partió en medio de la oscuridad. No tenían el número de placa, la única información que se manejaba era que subió a un carro negro, grande y de modelo antiguo. 
El Capitán Guzmán con uno de sus agentes había regresado al lugar de los hechos para investigar si habia cámaras en la calle, se dio con la sorpresa que no existía ninguna. La tienda que se encontraba al frente del edificio de la empresa, tenía una cámara pero ésta no apuntaba hacía la calle sino adentro del local. Alfredo tenía conocimiento de estos detalles porque el Capitán estaba en comunicación con él y éste le comentó  a Mariane para que ella esté al tanto de la investigación 
-Nosotros no podemos hacer nada por nuestra cuenta- respondió Alfredo -dejemos que la policía haga su trabajo, ellos saben que acciones tomar en este caso-.
La hermana de Joel secó sus lágrimas con el pañuelo de Alfredo y contestó -No puedo esperar a la policía, creo que es mejor que contrate un investigador privado para que siga la huellas de Joel-.
-Espera unos días, por favor- sugirió Alfredo -la policía para ese entonces tendrá un resultado, si no es así, yo mismo te ayudo a conseguir un buen investigador-.
Mariane no estaba muy segura de lo que proponía  Alfredo, ella había esperado demasiado y no estaba dispuesta a esperar un día más. 
Sin que su amigo se entere iba a contratar al día siguiente un investigador privado, necesitaba saber lo ocurrido a Joel, era necesario enfrentar de una vez la verdad sobre su paradero.
Era cerca de la media noche, cuando Alfredo se despidió de Mariane y ésta se quedó sola en casa, abrió la billetera de Joel que tenía en las manos, hasta ese momento estuvo guardada en un cajón. Examinó con cuidado el contenido, seguía pensando que era imposible que alguien se vaya de fiesta sin billetera ni dinero y en el caso Joel, menos. A su hermano le había pasado algo, de ello estaba segura, tuvo que contener las lágrimas para pensar con serenidad y planear cual iba hacer el siguiente paso. Rogaba al cielo que se encuentre vivo, porque de no ser así, sería un dolor y una tragedia irreparable para la familia. 
Ajeno a todo el dolor que vivia su hermana, Joel padecía una tortura indecible, seguía amarrado a una silla en un cuarto oscuro, había perdido la noción del tiempo y comenzaba a perder la esperanza de salir vivo de ese lugar. Pidió hablar con la persona que había ordenado su secuestro, tenía que llegar algún acuerdo, sospechaba que era Luis Alberto pero no estaba seguro, era mejor no mencionar su nombre para tener una oportunidad de vida, si ignoraba la identidad de la persona, tendría alguna ventaja. Cuando le quitaban la mordaza que llevaba puesta, Joel pedía hablar con la persona al mando, nadie contestaba, nadie hablaba, él no podía ver a sus verdugos por la venda que llevaba en los ojos. No sabía cuanto tiempo estaría en esa prisión y si saldría vivo de ahí. 
En la jefatura el Capitán Guzmán trataba de unir las piezas del caso que tenía en la manos, uno de los agentes que seguía la investigación  entró rápidamente en la oficina y habló  -Capitán, hace una hora encontré a la señora que tiene un puesto en la esquina de la cuadra, cerca a la empresa donde trabaja Joel. Ella vende galletas y caramelos, cuando pregunté se había visto algo sospechoso en la avenida la noche del viernes de hace más de una semana, me comentó que llamó su atención un carro negro grande y antiguo que no es común ver rodar por las calles de la ciudad. Le pregunté por la placa y ella solo se acordaba de los dos últimos números pero dijo que el guardafango delantero estaba golpeado y tenía un gran raspón. Lamentó ese descuido porque era un carro muy bonito y tenía un gran parecido con el carro que manejaba su padre que fue chofer de una familia muy adinerada. No pude obtener más información era todo lo que recordaba- afirmó el agente. 
El Capitán Guzmán con está información, mandó buscar ese modelo de carro, la investigación cada vez se centraba más en el auto y disminuía el número de posibilidades. Si encontraban el vehículo encontraría a los culpables. Ordenó de nuevo un interrogatorio a Luis Alberto y Alfredo pero los citó en la jefatura.
Alfredo llegó a la citación  dos horas más tarde, el Capitán al mando lo interrogó, esta vez la presión y las preguntas fueron más directas. La policía quería encontrar alguna incongruencia o falta para saber si decía la verdad pero Alfredo se mantuvo sereno y contestó todas las preguntas que le hacían, no falló ninguna y parecía que no tenía que ver nada en el caso de Joel. Por el contrario Luis Alberto llegó más tarde al interrogatorio pero estaba acompañado de su abogado. Al Capitán Guzmán no le agradó esta actitud, le hizo levantar sospechas, aunque reconocía que estaba en su derecho de traer  un abogado. A la hora del interrogatorio el Capitán presionó a Luis Alberto con preguntas directas y en varias oportunidades lo hizo dudar, ¿Escondía algo el jefe de Joel?  ¿Sabía más de lo que decía? Su abogado es el que dio por finalizado el interrogatorio al aducir que no existía prueba alguna contra su defendido para sospechar de él, por lo tanto no había nada más que decir. Ambos personajes se pusieron de pie y salieron de la jefatura. En la puerta se encontraron con Alfredo y todos juntos partieron en el mismo carro. 
Antes de entrar a las oficinas Luis Alberto dijo -Alfredo espero que en tu interrogatorio no hayas comprometido a la empresa, eso seria lamentable-.
-Luis Alberto- contestó Alfredo -la empresa no tiene nada que ver en este caso y yo he contestado solo con la verdad a las preguntas del Capitán Guzmán-.
En la jefatura de policía, los agentes no estaban tan convencidos de las declaraciones e inocencia de Luis Alberto, habian ciertas dudas como qué hacia ese día y en las horas en las que vio por ultima vez a Joel antes del secuestro. Lo lamentable era que no habian pruebas concluyentes que lo señalaran, él era  un gerente y uno de los dueños de la empresa, sus palabras tenían valor. 


CONTINUARÁ