martes, 12 de noviembre de 2024

TRES HISTORIAS... ¿DONDE ESTÁ JOEL?

Habían pasado diez días desde que Joel, hermano de Mariane desapareció en un carro negro junto a unos hombres que nadie conocía. De él no se sabía nada y se temía lo peor, la policía investigaba el caso para  encontrar su paradero y esperaba encontrarlo con vida ¿Dónde estaba Joel?, hasta ese momento su familia y la policía no sabían nada sobre su paradero. 
Lejos de la ciudad donde no era fácil llegar, en una casa abandonada y en un cuarto oscuro atado a una silla, se encontraba Joel, al parecer el lugar estaba en un paraje solitario porque no se escuchaban ruidos alrededor, ni de autos ni personas. Nadie imaginaba lo que vivía en su encierro el hermano de Mariane, él temía por su vida, esperaba de un momento a otro ser llevado algún lugar para desaparecerlo y su cuerpo nunca sería encontrado.  
Cansado y al borde de la inanición, Joel esperaba resignado su final, cuando la puerta se abrió y entró al cuarto un hombre vestido de negro con el rostro cubierto, le quitó la venda de los ojos y le mostró la nota que traía escrita en una hoja de papel, ésta decía: 
-Gracias a la denuncia hecha por tu hermana a la policía, te has salvado de un destino trágico. La policía está investigando y haciendo demasiadas preguntas-. Eso era todo lo que se podía leer en la nota. El hombre sin decir palabra alguna volvió a poner la venda en sus ojos, Joel forcejeó con éste al ser sus manos desatadas, como consecuencia recibió un golpe contundente en la cabeza que casi lo desmaya. 
-Quédate quieto si quieres vivir- dijo el desconocido. Luego desató sus pies lo ayudó a pararse, tantos días atado y sin suficiente alimento lo habían dejado débil y sin fuerzas para dar un paso. Entró en la habitación un segundo hombre para ayudar a movilizar a Joel, éste apenas podía caminar, vendado y amordazado lo subieron a un auto, no luchó, solo esperaba su sentencia de muerte. Recordaba lo que decía la nota, pero a esas alturas ya no tenía muchas esperanzas. ¿A dónde lo llevaban? no sabía, nadie hablaba, con lágrimas en el rostro subió al carro. Lejos de la ciudad el vehículo avanzaba por un camino de tierra, Joel en silencio se acordaba de sus padres y de su hermana, se despedía de ellos, estaba seguro que no los volvería a ver. 
Cerca al medio día Mariane no podía dejar de pensar en su hermano, todos esos días habían sido una larga espera, lloraba de tristeza y dolor, ya no tenía la certeza de que estuviera vivo, habían pasado demasiados días. Sentir que ella no pudo hacer nada por ubicar a su hermano la hacía sufrir aun más. Todavía tenía pendiente el contratar un investigador privado, tal vez con él podía encontrarlo más rápido. Su tristeza crecía y no sabía por donde empezar la búsqueda, era como si se lo hubiera tragado la tierra. ¡No, no! no debía imaginar algo así, era su hermano y lo quería de regreso sano y salvo a la familia. Mariane tenía tantos recuerdos felices junto a él y sus padres, los paseos y las bromas entre hermanos alegraban las reuniones y  fiestas de cumpleaños. Sus padres lo consentían y ella nunca sintió celos de ello, Joel era el más pequeño. Ahora todo había cambiado, una sombra oscura caía amenazante sobre la casa con su ausencia  La billetera que guardó en un cajón del comedor días antes la sacó  para guardarla en el velador del cuarto de su hermano, era mejor que si él regresaba la encuentre en ese lugar.
-Señorita Mariane- llamó Asunta - ¿Qué desea para el almuerzo?-.
En lo último que pensaba Mariane era en comer pero contestó sin entusiasmo -Asunta prepara algo ligero, no tengo mucha hambre-. 
Un carro se detuvo en la puerta de la casa, segundos después sonó el timbre con insistencia ¿Quién podía tocar de esa manera tan violenta y sin educación? se preguntaron Mariane y Asunta, ésta última fue abrir y dio un grito -¡Joven Joel! Mariene corrío a la puerta, era su hermano que había regresado de las sombras. Joel entró precipitadamente en la casa y dijo en voz alta al ver que su hermana se acercaba abrazarlo.
-¡No te acerques Mariane! estoy hecho un desastre y despido mal olor-.
-Joel ¿Dónde has estado? te hemos buscado y hasta la policía ha intervenido-. dijo Mariane entre lagrimas.
-¡No voy hablar!- contestó Joel -¡no voy a dar explicaciones! Te pido no insistas y ahora mismo ve a la jefatura y retira la denuncia sobre mi paradero, esto es urgente- Joel fue cortante con sus palabras, no dio pie a más preguntas, Mariane estaba desconcertada con su actitud pero no insistió en hablar como su hermano deseaba. Joel se tambaleó unos pasos y se sujetó a la baranda de la escalera, mientras subía al segundo piso para ir a su habitación, pidió Asunta le traiga una jarra con agua y un vaso.
Mariane no salía de su desconcierto, las lágrimas ahogaban su voz pero decidió no hacer preguntas, que su hermano se tome el tiempo para tranquilizarse y hablar. Lo importante era que Joel estaba vivo y de regreso en casa. 
En su habitación y a puerta cerrada Joel se quitó la ropa harapienta que traía, la envolvió dentro de una bolsa y la dejó a fuera de su cuarto, Justa se la llevaría para quemarla en el patio. La empleada de servicio tocó la puerta, Joel abrió y recibió la jarra con agua, después volvió a cerrar con seguro deseaba estar a solas. De pie, en medio del cuarto se sirvio tres vasos con agua y los tomó seguidos uno a uno, su cuerpo estaba deshidratado y necesitaba agua, calmó su sed. Desnudo entró a la ducha, abrió el grifo y el agua mojó su cuerpo, se jabonó tres, cuatro veces era como si quisiera con ello borrar lo que había vivido esos días de encierro y terror, todo aquello fue una pesadilla, el miedo de perder la vida lo hizo llorar, miró sus pies estaban rojos y sentía un dolor intenso por los golpes que recibió en ese cuarto oscuro. De la misma manera que lavó su cuerpo, lavó su cabello no deseaba tener una sola partícula de suciedad, tierra o polvo. Tenía la piel roja de tanto insistir en restregarse con la esponja, se detuvo para no seguir lastimándose. Salió de la ducha y vistió con una pijama limpia, se acostó en la cama cerró los ojos, al instante el cansancio lo durmió. 
Mariane se alistó para ir a la jefatura y retirar la denuncia que hiciera días antes. Ahora le tocaba hacer frente al Capitán Guzmán y tener que darle la razón cuando le dijo que su hermano era una persona adulta y podía aparecer en cualquier momento. Ella no podía quedarse tranquila, tenia que recurrir a la policía, su hermano podía estar grave en algún lugar y necesitar ayuda.  Antes de salir de su casa vino a buscarla su vecina Concepción, Mariane con mucha educación le dijo que no podía recibirla tenia prisa, debía ir a un lugar, era urgente. 
Concepción se disculpó y le aseguro que no debía preocuparse pero notó que Mariane estaba tensa y casi no se detuvo a conversar.
En la jefatura Mariane pidió hablar con el Capitán Guzmán, él la recibió en su oficina, la notó nerviosa, tensa, entonces preguntó:
-¿En que puedo servirle señorita Mariane?-. 
Mariane pensó que era lo mejor ser directa y no andar con rodeos para hablar -Capitán vengo a retirar la denuncia que hice unos días antes  sobre mi hermano Joel y su paradero, él ha regresado a casa sano y se encuentra bien. Tengo que darle a usted la razón cuando dijo que él vendría solo a casa era una persona adulta, yo estaba tan angustiada que no lo escuche-.
El Capitán Guzmán perplejo miró a Mariane -me dice usted que su hermano apareció y que anule su denuncia, ¿cómo es qué regreso y cuándo fue?- 
-Regresó hace dos horas Capitán- contestó Mariane.
-No puedo anular la denuncia tan fácilmente, debo llamar su hermano a la jefatura para declarar, este caso tiene muchos cabos sueltos que hay que solucionar-.
Mariane insistió -Capitán por favor, escuche lo que tengo que decir, mi hermano no va a declarar, él no quiere hablar con nadie. Ni presentarse ante usted.
El Capitán Guzmán vio a Mariane nerviosa y respondió -podemos anular la denuncia de desaparecido por la denuncia de secuestro, este caso hay que investigarlo a fondo, uno de los autores principales esta suelto y tranquilo en su oficina- omitió decir el nombre de Luis Alberto porque no tenía pruebas y él estaba seguro que el gerente tenía mucho que declarar, si Joel hacía su denuncia.
-Capitán, Joel no desea hacer denuncias ni declarar- volvió a repetir Mariane -él fue muy claro conmigo cuando me pidió que retire la denuncia-. 
-Vamos hacer algo- contestó el Capitán -voy a dejar unos días el caso abierto para darle una oportunidad a su hermano de venir a declarar, si él no se presenta voy a cerrar su caso como aparecido y solucionado-.
Mariane agradecio al Capitán Guzmán y se retiró de la jefatura, éste no estaba muy conforme con los resultados pero sin denuncia no podía seguir investigando, sin cuerpo no hay crimen, Joel estaba en su casa y estaba vivo. 
-Alfredo podemos hablar- comentó Mariane cuando lo llamó a su móvil -tengo que contarte los últimos acontecimientos que han sucedido con respecto a Joel, no puedes imaginar todo lo que ha pasado-. Mariane tenia que hablar con él, confiaba en su amigo. Alfredo aceptó en reunirse con ella pero seria en un café cerca a la oficina, Joel no podía enterarse de la amistad que existía entre su hermana y Alfredo. 


CONTINUARÁ             

         

           

 

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