Alfredo llegó puntual a su cita en el café que habían acordado con Mariene, quedaba a solo a unas cuadras de la oficina. Era en lugar tranquilo donde se podía conversar sin apremio. Mariane llegó al lugar diez minutos después que Alfredo, sintió un gran alivio cuando lo vio sentado en una de las mesas más alejadas donde nadie los iba a perturbar.
-Alfredo ¿Cómo estás?- saludó Mariane y se acercó a él -gracias por venir a conversar conmigo. Es muy importante que hablemos para contarte lo sucedido con Joel y cómo llegó a casa-.
-Mariane, cuando me pediste que viniera para decirme que Joel estaba en casa, yo no dudé un segundo porque también tengo que contar algunas cosas que descubrí en las carpetas de trabajo de tu hermano- contestó Alfredo.
Mariene estaba seria, no tenía muchos ánimos para sonreír, habló con Alfredo y le contó con detalles como llegó su hermano a la casa: -era una calamidad su aspecto- dijo con tristeza -no quiso que me acerque a él, adujo que su cuerpo no estaba limpio y despedía un terrible olor. Luego puso mucho énfasis en que no iba a explicarme nada de lo que había pasado en los diez días que no estuvo en casa. Subió a su habitación y se ha encerrado, no pude hablar con él. Lo que me advirtió es que retire la denuncia hecha a la policía, me dijo que eso era urgente. En esto último insistió.
-Lo que sucede con Joel- contestó Alfredo -es posible que sienta miedo de alguna represalia, hasta este momento no sabemos cual es la responsabilidad de Luis Alberto. Estuve estudiando las carpetas de trabajo de Joel y hay muchas irregularidades, tendría que hablar personalmente con él para que explique muchos detalles. Además de ello hay un un archivo en su computadora que está sellado y no pude abrir. Para empeorar la situación Luis Alberto mandó confiscar su máquina y ya no puedo intentar entrar al archivo. Todo esto parece una pesadilla, es peor si Joel no habla-.
-Tuve que hablar con el Capitán Guzmán, para retirar la denuncia- dijo Mariane -él no estuvo de acuerdo conmigo y quiere llamar a mi hermano para declarar en la jefatura. Joel nunca se va a presentar para ser interrogado. El Capitán me advirtió que va dejar el caso abierto unos días para que se presente a declarar. Él asegura que Luis Alberto tiene una gran participación en la desaparición o mejor dicho en el secuestro de Joel, fueron sus palabras-.
Alfredo no dio muchos detalles de lo que había encontrado en las carpetas. Tenía que hablar con Joel para estar seguro porque todo indicaba que él había sustraído dinero de la empresa y depositado en una cuenta del extranjero. Esto último no habló con Mariane, no deseaba ofenderla con acusaciones de robo a su hermano que no estaban probadas. Estuvieron juntos en el café cerca de dos horas, comentaron todas las posibilidades que acusaban a Luis Alberto y a Joel en un papel secundario, todo aquello era especulación, nada era seguro. Tal vez iba ser posible probar algo si intervenía el Capitán Guzmán.
A la hora de despedirse Alfredo se dispuso a llevar a Mariane a su casa, ella no aceptó, Joel no debía saber que había amistad entre los dos -Alfredo es mejor que vaya sola en un taxi, mi hermano no debe enterarse de nuestra amistad. Además después que todo esto termine cada uno tiene seguir su camino- finalizó Mariane.
Alfredo abrazó a su amiga y respondió -¿Porqué debemos dejar de vernos? creo que tu hermano no puede condicionar nuestras vidas ni nuestro accionar, yo deseo seguir con esta amistad-.
Mariane no contestó, detuvo su taxi y se fue con dirección a su casa. En el camino pensó que era mejor no acostumbrarse demasiado a la presencia de Alfredo.
En la casa de Mariene todo era silencio cuando llegó, Asunta salió a su encuentro y le dijo -el joven Joel ya almorzó y preguntó por usted, yo contesté que había salido-.
-Asunta, cuando regrese mi hermana dile que suba a mi habitación, tengo que hablar con ella- fue la respuesta de Joel.
¡Que bueno! pensó Mariene, ahora si iba hablar con Joel, no perdió un segundo y subió las escaleras, tocó la puerta de la habitación que estaba con seguro y su hermano abrió -pasa Mariane tengo que hablar contigo- Joel le señaló la silla del escritorio y preguntó -¿retiraste la denuncia a la policía?-.
-Sí Joel, ya retire la denuncia pero el Capitán que ve tu caso quiere que vayas a declarar, él tiene que hacerte varias preguntas y dice que la denuncia puede ser ahora por secuestro ¿Qué opinas?- preguntó a su hermano.
-Mariane, yo he sido muy claro- habló Joel irritado - no voy a declarar y no voy a denunciar a nadie, no debes insistir-.
-No tienes que irritarte, yo no insisto, pero si no me explicas que ha sucedido, no puedo entender tu actitud... ¿Por qué te niegas hablar?- contestó Mariane impaciente.
-¡No puede ser que mi propia hermana no entienda lo que estoy hablando!- dijo Joel exasperado.
Mariene se dio cuenta que las experiencias vividas por su hermano habían afectado sus nervios porque perdía con mucha facilidad la calma y temblaban sus manos: -Joel yo solo pretendo ayudarte, no me veas como tu enemiga. Si hablo del Capitán Guzmán, es que él nos puede ayudar, tu caso no puede quedar sin solución.
-Vamos a dejar esta conversación- replicó Joel -deseo pedirte que redactes una carta de renuncia a la empresa, yo la voy a firmar y tú la llevas a la oficina y la entregas en el departamento de recursos humanos. No quiero volver a trabajar en el mismo lugar- la voz de Joel se quebró, no podía seguir hablando, Mariane se acercó a él y lo abrazó.
-No sé lo que has vivido en esos días de cautiverio pero cuenta conmigo, yo voy apoyar en todo lo necesario, si deseas en este momento voy al estudio para redactar la carta que me pides- dijo Mariane.
Joel estuvo de acuerdo y Mariane fue de inmediato a escribir la carta de renuncia de su hermano. Media hora después, tocó la puerta de la habitación con la carta en la mano, escrita e impresa en la computadora. En un estilo impecable Mariane escribió la carta, Joel la leyó y firmó al instante, estaba de acuerdo con cada palabra que su hermana había escrito, era como si él mismo la hubiera redactado:
-Mañana mismo voy a dejarla en la empresa como me lo has pedido-.
Del cajón del velador Joel sacó su billetera y preguntó -¿donde la encontraste?-
-Yo no encontré la billetera- respondió Mariane muy seria -un mensajero de la empresa la trajo a casa, tú llevabas tres días perdido y esa cartera fue el punto de alarma que me indicó que algo grave te había sucedido. Pensé varias veces que estabas muerto en algún hospital y sin documentos nadie podía saber quien eras o donde vivías. El personal de limpieza de la empresa la encontró en el ascensor.
Joel recordó entonces que tuvo un intercambio de palabras y un forcejeo con un hombre que no conocía y con el que salió de la empresa. Ahora comprendia el grado de culpa que tenia en todo este asunto.
-Gracias Mariane por preocuparte por mí, sin tu denuncia tal vez seguiría perdido tengo que decir que me salvaste la vida- contestó Joel con lagrimas en los ojos, no quería que su hermana lo viera así y le pidió que se retire.
-Joel no vas a cambiar de idea para ir a declarar con el Capitán Guzman, si alguien es culpable de tu secuestro debe pagar. Además tienes que aclarar que no eres culpable de ninguna falta en la oficina. Habla conmigo por favor- rogó Mariane.
-Mi querida y dulce hermana, solo voy a decir esto, no soy tan inocente como parece pero no he cometido una falta contra la empresa-.
Mariane se retiró de la habitación, estaba cansada ya no quería pensar, sentía tristeza y sabia que dentro de dos semanas, se terminaban sus vacaciones y debía volver al trabajo. Para ese entonces rogaba que se resuelva el caso de su hermano.
Con lo vivido en su cautiverio Joel comenzaba a tener pesadillas, de repente se ponía nervioso y le temblaban las manos, no podía controlarse. Se sentaba en el piso, se tapaba los oídos para no escuchar los pasos que venían a torturarlo.
CONTINUARÁ
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