lunes, 4 de noviembre de 2024

TRES HISTORIAS... ¿DONDE ESTÁ JOEL?

En sus manos tenía Mariane la billetera de Joel, ya sabía lo que contenía en su interior, Alfredo estaba a su lado y comentó con él. 
-Tal vez debería comenzar en forma privada una investigación para saber ¿donde está Joel? lleva desaparecido más de una semana y la policía no tiene respuestas- 
-Mariane- contestó Alfredo -la policía recién ha comenzado la investigación recuerda que hace dos días se cumplieron las cuarentaiocho horas que indica la ley para iniciar los interrogatorios. Debemos esperar, el Capitán Guzmán al final de las pesquisas, me aseguro que regresaría para seguir con la investigación- 
-No es fácil aceptar lo que me pides, es mi hermano el que ha desaparecido, ya tienes muchos días y no sabemos nada de él, siento que voy a morir de solo imaginar que puede estar viviendo- aquí se detuvo Mariane, no quería terminar de decir lo que pensaba. Se preguntaba qué le diría a sus padres si llegan a la casa y se enteran lo sucedido a Joel, sufrirían lo indecible, la madre era delicada de los nervios y su padre no sería indiferente en nada. ¡Qué dolor!  ¡Qué desesperación! ¿Cómo enfrentar está tragedia?. 
Las lágrimas bañaban su rostro y con voz entrecortada habló -Alfredo es mi hermano, necesito saber ¿Dónde está?, ¿Qué pasó con él?, pienso en mis padres, tengo que hacer algo para encontrarlo esté donde esté-.
Alfredo comprendia a Mariane y su sufrimiento, tenía razón en lo que decía, era su hermano pero viendo fríamente la situación hasta la policía se encontraba con las manos atadas, toda pista del paradero de Joel se perdía cuando él subió a ese carro y partió en medio de la oscuridad. No tenían el número de placa, la única información que se manejaba era que subió a un carro negro, grande y de modelo antiguo. 
El Capitán Guzmán con uno de sus agentes había regresado al lugar de los hechos para investigar si habia cámaras en la calle, se dio con la sorpresa que no existía ninguna. La tienda que se encontraba al frente del edificio de la empresa, tenía una cámara pero ésta no apuntaba hacía la calle sino adentro del local. Alfredo tenía conocimiento de estos detalles porque el Capitán estaba en comunicación con él y éste le comentó  a Mariane para que ella esté al tanto de la investigación 
-Nosotros no podemos hacer nada por nuestra cuenta- respondió Alfredo -dejemos que la policía haga su trabajo, ellos saben que acciones tomar en este caso-.
La hermana de Joel secó sus lágrimas con el pañuelo de Alfredo y contestó -No puedo esperar a la policía, creo que es mejor que contrate un investigador privado para que siga la huellas de Joel-.
-Espera unos días, por favor- sugirió Alfredo -la policía para ese entonces tendrá un resultado, si no es así, yo mismo te ayudo a conseguir un buen investigador-.
Mariane no estaba muy segura de lo que proponía  Alfredo, ella había esperado demasiado y no estaba dispuesta a esperar un día más. 
Sin que su amigo se entere iba a contratar al día siguiente un investigador privado, necesitaba saber lo ocurrido a Joel, era necesario enfrentar de una vez la verdad sobre su paradero.
Era cerca de la media noche, cuando Alfredo se despidió de Mariane y ésta se quedó sola en casa, abrió la billetera de Joel que tenía en las manos, hasta ese momento estuvo guardada en un cajón. Examinó con cuidado el contenido, seguía pensando que era imposible que alguien se vaya de fiesta sin billetera ni dinero y en el caso Joel, menos. A su hermano le había pasado algo, de ello estaba segura, tuvo que contener las lágrimas para pensar con serenidad y planear cual iba hacer el siguiente paso. Rogaba al cielo que se encuentre vivo, porque de no ser así, sería un dolor y una tragedia irreparable para la familia. 
Ajeno a todo el dolor que vivia su hermana, Joel padecía una tortura indecible, seguía amarrado a una silla en un cuarto oscuro, había perdido la noción del tiempo y comenzaba a perder la esperanza de salir vivo de ese lugar. Pidió hablar con la persona que había ordenado su secuestro, tenía que llegar algún acuerdo, sospechaba que era Luis Alberto pero no estaba seguro, era mejor no mencionar su nombre para tener una oportunidad de vida, si ignoraba la identidad de la persona, tendría alguna ventaja. Cuando le quitaban la mordaza que llevaba puesta, Joel pedía hablar con la persona al mando, nadie contestaba, nadie hablaba, él no podía ver a sus verdugos por la venda que llevaba en los ojos. No sabía cuanto tiempo estaría en esa prisión y si saldría vivo de ahí. 
En la jefatura el Capitán Guzmán trataba de unir las piezas del caso que tenía en la manos, uno de los agentes que seguía la investigación  entró rápidamente en la oficina y habló  -Capitán, hace una hora encontré a la señora que tiene un puesto en la esquina de la cuadra, cerca a la empresa donde trabaja Joel. Ella vende galletas y caramelos, cuando pregunté se había visto algo sospechoso en la avenida la noche del viernes de hace más de una semana, me comentó que llamó su atención un carro negro grande y antiguo que no es común ver rodar por las calles de la ciudad. Le pregunté por la placa y ella solo se acordaba de los dos últimos números pero dijo que el guardafango delantero estaba golpeado y tenía un gran raspón. Lamentó ese descuido porque era un carro muy bonito y tenía un gran parecido con el carro que manejaba su padre que fue chofer de una familia muy adinerada. No pude obtener más información era todo lo que recordaba- afirmó el agente. 
El Capitán Guzmán con está información, mandó buscar ese modelo de carro, la investigación cada vez se centraba más en el auto y disminuía el número de posibilidades. Si encontraban el vehículo encontraría a los culpables. Ordenó de nuevo un interrogatorio a Luis Alberto y Alfredo pero los citó en la jefatura.
Alfredo llegó a la citación  dos horas más tarde, el Capitán al mando lo interrogó, esta vez la presión y las preguntas fueron más directas. La policía quería encontrar alguna incongruencia o falta para saber si decía la verdad pero Alfredo se mantuvo sereno y contestó todas las preguntas que le hacían, no falló ninguna y parecía que no tenía que ver nada en el caso de Joel. Por el contrario Luis Alberto llegó más tarde al interrogatorio pero estaba acompañado de su abogado. Al Capitán Guzmán no le agradó esta actitud, le hizo levantar sospechas, aunque reconocía que estaba en su derecho de traer  un abogado. A la hora del interrogatorio el Capitán presionó a Luis Alberto con preguntas directas y en varias oportunidades lo hizo dudar, ¿Escondía algo el jefe de Joel?  ¿Sabía más de lo que decía? Su abogado es el que dio por finalizado el interrogatorio al aducir que no existía prueba alguna contra su defendido para sospechar de él, por lo tanto no había nada más que decir. Ambos personajes se pusieron de pie y salieron de la jefatura. En la puerta se encontraron con Alfredo y todos juntos partieron en el mismo carro. 
Antes de entrar a las oficinas Luis Alberto dijo -Alfredo espero que en tu interrogatorio no hayas comprometido a la empresa, eso seria lamentable-.
-Luis Alberto- contestó Alfredo -la empresa no tiene nada que ver en este caso y yo he contestado solo con la verdad a las preguntas del Capitán Guzmán-.
En la jefatura de policía, los agentes no estaban tan convencidos de las declaraciones e inocencia de Luis Alberto, habian ciertas dudas como qué hacia ese día y en las horas en las que vio por ultima vez a Joel antes del secuestro. Lo lamentable era que no habian pruebas concluyentes que lo señalaran, él era  un gerente y uno de los dueños de la empresa, sus palabras tenían valor. 


CONTINUARÁ    
   
     
                

 

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