En casa del doctor Martel, su esposa Felicia y sus hijas sabían muy bien que mientras su padre hablaba por teléfono nadie debía interrumpirlo. Mery esperaba pacientemente que su padre termine de hablar para que ella pueda pedirle que firme el permiso para su viaje de promoción. La joven estaba emocionada, solo faltaba un mes para ese gran viaje que en su imaginación sería genial con todas sus amigas del colegio.
Mientras, el doctor hablaba con su paciente Ramiro Fuentes.
-Mi estimado doctor Martel- decía este- han pasado cuatro días desde que me diste el descanso médico y ya me siento mucho mejor, al punto que deseo ir al banco para ver como están las cosas, supongo que no tendré problemas de salud si voy a mi oficina y sigo tomando las pastillas que me recetaste-
-Rodrigo toma las cosas con calma, las pastillas te ayudan pero es el exceso de trabajo y el stress es el que te hace daño- contestó el doctor.
-No te preocupes- respondió Ramiro -te prometo que voy a tomar las cosas con calma, solo iré tres horas y luego regreso a seguir con mi descanso. He descubierto en estos días que estoy en casa que el cuerpo y la mente necesitas unas horas de ocio y serenidad para recuperarse del trajín diario, créeme, no hay nada más beneficioso que tener la mente en distracciones que no te afecten la salud-.
-Bueno, me da mucho gusto que comprendas y tomes las cosas con serenidad, piensa primero en tu salud- finalizó en doctor.
Ambos amigos se despidieron y la comunicación se cortó. Mery aprovechó ese instante para hablar con su padre, le mostró el documento del viaje para que lo firme.
-Padre aquí esta el permiso para el viaje de promoción, debes firmarlo para que pueda ir-. señaló Mery.
El padre se detuvo unos segundos y dijo -no es tu madre la que firmas estos permisos-
-Mi madre dice que es mejor que tú lo firmes, ya que eres la máxima autoridad en el hogar- contestó su hija.
El doctor leyó el documento, era el permiso de viaje para hacer un tours por el sur del país, las alumnas del colegio visitarían en diez días Arequipa, Cusco y Puno. Era un viaje largo y sería la primera vez que Mery viajara sin la familia, ahora comprendía porque su esposa no quería firmar el permiso. Seguro Felicia sentía aprehensión de que su hija más pequeña vaya a un viaje sin la familia o sin su madre.
-Padre firma el permiso por favor, deseo hacer ese viaje, todas mis amigas van a ir-. dijo Mery con voz de súplica.
Oscar Martel también sintió cierta preocupación, pero sabía que su hija estaba ilusionada con ese viaje, además las alumnas irían con varias profesoras y algunas madres de familia para ayudar a las profesoras. El doctor se acercó a su hija menor y habló: -Mery voy a firmar este permiso pero espero que seas responsable y siempre estés con el grupo, no debes alejarte de las profesoras.
Mery apenas escuchaba la voz de su padre, estaba tan feliz de poder viajar y sentir la libertad, solo se le ocurrió decir al final -si padre tu tienes toda la razón voy hacer lo que mandes-.
El padre sonrió, sabía que su hija había inventado eso de la máxima autoridad en el hogar pero su autoridad y sus palabras siempre eran respetadas y sus sugerencias también.
Mery fue a buscar a sus hermanas para mostrar el permiso firmado por el padre, ella quería decirles que iba a viajar con su promoción.
Felicia buscó a su esposo para preguntar si había firmado el permiso de Mery.
-Sí, he firmado el permiso de viaje ¿Porqué me preguntas eso Felicia? sabes bien que ella esperaba con mucha ilusión este viaje-.
-Oscar, no debiste firmar el permiso- argumentó la madre -tengo tantos temores con respecto a ello que no sé si debe viajar-.
-Felicia, nuestra hija, ha estado ilusionada con este viaje, desde hace semanas, además no va sola, las alumnas viajan con varias profesoras y madres de familia. Me sorprende que tú no hayas pedido para viajar con tu hija-.
-No, no pedí viajar con Mery porque estoy viendo los preparativos de la boda de Fanny, tú sabes que eso lleva su tiempo y no es fácil.
-¡Un momento!- respondió el doctor a su esposa -los preparativos de la boda, Fanny no se va casar mañana, ella primero tiene que terminar sus estudios de la universidad y después se verá. Fanny y Umberto recién se han comprometido-.
-Por eso mismo Oscar hay que preparar todo con tiempo, así me dice la madre de Umberto-. agregó Felicia sorprendida de la respuesta de su esposo.
-Querida en otro momento vamos a conversar sobre esto, ahora debo ir a mi consultorio, mis pacientes esperan-.
El doctor Martel se despidio de su esposa y salió rápido de su casa con dirección a su consultorio. Su esposa no se quedó tranquila con el viaje de Mery pero no le podía negar el permiso, si su padre lo habia autorizado.
El consultorio del doctor Martel quedaba en una calle céntrica de la ciudad, cuando entró ya habían algunos pacientes esperando su turno, el saludo a todos y se disculpó en unos minutos comenzaría atender.
Los pacientes fueron atendidos uno a uno por el doctor Martel que como siempre su profesionalismo y su trato eran de primera, todos estaban de acuerdo y siempre salían satisfechos con su atención y sus recomendaciones. Era un doctor muy acertado.
El tiempo transcurría y ya había atendido a cinco o seis pacientes cuando la recepcionista hizo pasa a una pareja de esposos. El doctor les indicó que tomen asiento pero observó que el hombre tenía problemas para respirar y el color de su cara era de un rojo granate, en segundos sacó su estetoscopio para examinarlo, su esposa estaba sentada a su lado sin decir palabras, hasta ese instante no pasaba nada. Todo hacía prever que terminaría sus consultas como un día normal. No había terminado de escuchar el corazón del paciente cuando un ronquido fuerte como una queja salió de su garganta, el hombre se desplomó sobre el doctor y luego cayó al suelo, Oscar Martel apenas pudo sostenerlo, se inclinó en suelo y empezó hacerle masajes en el corazón para reanimarlo pero todo fue inútil, el paciente había sufrido un infarto fulminante y estaba sin vida sobre el piso. La mujer que lo acompañaba se abalanzó sobre su esposo y comenzó a zarandearlo de la camisa mientras decía en voz alta -¡no puedes morir! ¡no puedes dejarme sola! Oscar Martel estaba paralizado y atónito ante la escena dantesca que se desarrollaba frente a él, la mujer daba gritos sobre su esposo, luego comenzó a buscar en sus bolsillos, sacó todo el dinero que tenía y unas llaves, llamó a su hijo que se encontraba en la sala y le ordenó -ve a su oficina busca la caja fuerte, saca todo el dinero que encuentres y también las escrituras de propiedad del departamento. El hijo hizo caso y salió rápidamente. luego la mujer giró hacia el doctor y con voz fría comentó:
-doctor yo no soy su esposa oficial, soy su conviviente, tengo que asegurarme de no quedar en medio de la calle, él tiene hijos mayores y van a quitarme todo si no me defiendo- señaló la mujer.
Todo esto ocurrió en segundos, el doctor apenas podía creer lo que veía, era como sacado de una película de terror.
-Señora debo llamar a la policía y a una ambulancia, su esposo ha sufrido un infarto violento y esta sin vida- comentó el doctor.
-Vuelvo a repetir doctor, no es mi esposo pero este es el número de teléfono de su casa, ahí esta su familia, yo debo retirarme, no tengo nada que hacer aquí, él murió de muerte natural, no hay culpa en mí- contestó la mujer y salió tan rápido como había venido.
El doctor llamó a la policía y al médico legista para certificar el deceso, también llamó a la familia oficial del difunto para que se lleven al padre.
Con todos estos terribles acontecimientos el doctor Martel tuvo que suspender la atención a sus pacientes y esperar a que todo concluya. Cerca de las diez de la noche pudo cerrar su consulta no sin antes contestar todas las preguntas de la policía y de la familia del difunto. Los hijos mayores cargaron al padre en silencio, no había tristeza, ni dolor en sus rostros solo serenidad y resignación.
CONTINUARÁ
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