El doctor Fernando amigo de Oscar Martel, comentó con voz grave:
-Esta historia comenzó hace más de un mes, en la clínica donde trabajo, llegó a emergencia un hombre de mediana edad en estado grave, había sufrido un accidente, sus signos vitales eran débiles, el doctor que atendía en emergencia logró estabilizarlo y me llamaron con urgencia porque necesitaban un cirujano plástico. Su accidente fue manejando una moto a toda velocidad y sin casco de protección. Yo me quedé estupefacto al ver como tenía la cara, mejor dicho no tenía rostro. La frente estaba rota, lo mismo que los pómulos, la nariz y la mandíbula inferior se había partido en tres partes. Lo primero que pensé que no iba a sobrevivir, de inmediato me puse a trabajar para devolverle el rostro y que quede lo mejor que se podía hacer, días después el mismo paciente me confesó que había intentado suicidarse, ahí recién comprendí porque no llevaba puesto un casco. Se comunicaba conmigo por escrito porque no podía hablar, tenía la cara vendada. Su recuperación está siendo lenta pero va por buen camino, yo mismo estoy sorprendido de que esté vivo, su accidente fue gravísimo-.
Oscar Martel escuchaba a su amigo con toda su atención, hasta ese momento no parecía que algo saliera mal y lamentaba que ese joven hubiera querido quitarse la vida. Sabía que Fernando era un excelente cirujano plástico, entonces, ¿Dónde estaba lo grave de la situación?
El doctor Fernando Salas tomó un sorbo de su bebida, la mano y los labios comenzaron a temblarle, con voz trémula continuo: -hasta aquí estaba muy satisfecho de mi trabajo y la recuperación del joven iba bastante bien, lo grave de mi situación vino unas semanas más tarde. Era ya de noche y estaba en mi consultorio a punto de cerrar e irme a la casa con mi familia, cuando intempestivamente, entró un hombre vestido todo de negro junto con tres hombres más. Me sobresalté por la forma en la que irrumpieron y algo molesto dije: -ya no puedo atenderlo porque voy a cerrar mi consulta-.
El hombre insistió y no me dejó alternativa, tuve que atenderlo. Llame a mi asistente para decirle que no se preocupe que ya puede ir a su casa y me quedé solo con estos hombres. Me senté en mi escritorio y observé que el único que se sentó fue el hombre que deseaba ser atendido, los otros hombre se quedaron de pie a su alrededor como resguardándolo. Me pregunté en ese instante de que se trataba todo esto, por lo que yo veía, él estaba sano al menos eso parecía y no me equivoqué, lo que quería este misterioso hombre era algo distinto y aquí viene lo insólito. Primero miró sus manos, se limpió una manga de su sobretodo negro, aclaro su garganta y muy serio me dijo: -deseo que cambie completamente mi rostro-.
-¡Había escuchado bien!- quería que le cambie el rostro, por lo que observe su cara no necesitaba un cambio, dentro de su tipo físico era un hombre normal.
Conteste con autoridad: -está escuchando lo que dice, "quiere cambiar su rostro" por lo que yo veo, no necesita cambiar nada-. El hombre me contestó molesto y golpeo mi escritorio: -es necesario que cambie mi rostro, desde la frente, la línea de la cejas, los pómulos, nariz y barbilla-.
Mientras lo escuchaba dije para mí -este hombre está loco lo que quiere es imposible-.
Contesté con fastidio y casi impaciente: -lo que usted quiere es imposible, yo no puede hacer lo que me pide es mejor que no insista. Retírese de mi consulta que voy a cerrar-.
El hombre me miró fijamente, no me contestó, levantó una mano y ordenó a sus hombres ¡vámonos!.
-Qué bueno- respondió Oscar Martel -te deshiciste de esos hombres-.
-Eso fue lo mismo que pensé yo, por fin se fueron, ya puedo cerrar mi consulta. Mi estimado amigo me equivoqué completamente dos días más tarde aparecieron de nuevo y a la misma hora, antes de irme a casa. Esta vez el hombre no espero que yo diga algo me empujo y me ordenó que me siente: -doctor no deseo ser rudo con usted pero tiene que hacer lo que le dije el otro día-
-Volví a contestar lo mismo que era imposible que realice esa operación. Me cerré y agregué, además que nada me iba hacer cambiar de opinión-.
El hombre se puso de pie dio unos pasos y comentó muy tranquilo: -tiene usted un bonito consultorio y una bonita familia, sé que todas las mañanas viene la movilidad a recoger a sus hijos para llevarlos al colegio, la niña es muy linda y su esposa también-.
-Oscar- dijo Fernando -se me enfrió el cuerpo, hablaba de mi familia, de mis hijos-. Me enfurecí y me fui contra él, sus hombres me sujetaron y él habló con sarcasmo: -no vuelva a ser eso, si no quiere que le rompa las manos y le aseguro que nunca más volverá a utilizarlas, para un cirujano plástico eso sería lamentable-
-Mi estimado amigo, no me quedó otra cosa que serenarme, me senté en mi sitio y el hombre hizo lo mismo. No podía creer lo que me estaba ocurriendo, pensé en mi esposa y mis hijos, por ellos debía centrarme y calmarme, por fin le pregunte ¿por qué quería hacer una operación de esa magnitud?-.
Contestó en tono burlón: -veo que por fin nos estamos entendiendo, no tengo que explicarle mis motivos solo haga la operación y punto-.
-Si quiere que lo opere tengo que saber cual es el motivo, lo que me pide es casi imposible- contesté.
-Tiene que hacerlo posible- respondió el hombre -tengo que salir del pais y no debo ser reconocido, también tengo que hacer documentos con otra identidad y una foto nueva-. Después me enteré que era un capo del bajo mundo que estaba siendo amenazado de muerte y que había una lucha de poder entre bandas. Sentí que mi vida se desmoronaba que todo lo que había logrado hasta ese momento se perdía.
-Fernando dime ¿cómo llegó este hombre a ti?- pregunto el doctor Martel.
-Resulta que el muchacho del accidente de moto que habia operado, es su sobrino, así se enteró de mi existencia. Estoy amenazado de muerte y mi familia también, no sé que voy hacer, además no puedo operarlo en la clínica eso no está permitido, jamás lo consentiría el director, pensaría que he perdido la cabeza- contestó Fernando.
-Pero ahí está la solución- comentó Oscar Martel -dile que no tienes donde operarlo y se dará por vencido-.
-No sabes lo que dices Oscar, eso mismo se me ocurrió a mí y me dijo que él no podía entrar a una clínica porque sus enemigos se enterarían de su identidad y ese sería su fin. Él sugirió que lo opere en mi consultorio, que me daría el dinero para preparar una sala de operaciones, lo peor fue que luego agregó -si necesita romperme algunos huesos para cambiar mi cara hágalo, no se detenga- finalizó seguro de que yo podía hacer eso. No sabe lo que es una cirugía plástica. Solo respondí que de hacer eso quedaría como un Frankenstein-.
El hombre me advirtió: -tiene cinco días para preparar una sala de operaciones, ni un día más, sacó de su bolsillo un grueso fajo de billetes y los puso sobre mi escritorio, si necesita más dinero, no se preocupe, yo voy a estar en contacto con usted y antes de irse me lanzó una amenaza "Nada de avisar a la policía, si eso hace no podrá ver nunca más a su familia" y otra advertencia "Si me pasa algo en la mesa de operaciones, mis hombres tienen la orden de liquidarlo" ¡me ha comprendido!- se dio media vuelta y salió de mi consultorio junto con sus hombres. Oscar temo por mi familia, mi seguridad no me importa, quiero que mis hijos y esposa no corran peligro- casi suplicaba Fernando a su amigo.
-Fernando, sé que no puedes hablar con la policía pero yo conozco a un alto jefe que se llama Tesio y el es experto en es te tipo de casos, puedo comunicarme con él y te puede ayudar-
-No, no- dijo Fernando al borde de la desesperación -¡la policía no Oscar! mi familia moriría. Te suplico no hables con ellos, confió en ti que no lo harás.
Oscar Martel vio la desesperación de su amigo y el peligro en el que se encontraba, tenía razón cuando decía que estaba viviendo una pesadilla: -calma no te preocupes no voy a decir nada pero algo tenemos que hacer para que salgas de este grave problema- señaló Oscar.
-No, no te involucres en mi problema, esta gente es muy peligrosa no dudarían en liquidarte, además tienes familia. Oscar te ruego deja que lo opere como él quiere y que sea lo que Dios mande.
Oscar Martel guardó silencio y no insistió, su amigo tenía miedo no por él si no por su familia. ¿Cómo podía ayudarlo? no tenía respuesta para ese problema pero en un segundo se le ocurrió una idea, se acordó que Américo Panduro su amigo y congresista tenía una casa de campo, ahí podían esconder a la familia de Fernando, mientras él hablaba con la policía.
Aunque tenía una duda, Américo estaría dispuesto a prestar su casa para ayudar a la familia de su amigo, era una incógnita que no podía resolver en ese momento, tenía primero que hablar con el congresista para saber su respuesta, además ¿Fernando aceptaría poner a su familia en esa casa para qué esté segura?
Uno de los colegas interrumpió su conversación para decirles que debían ponerse todos de pie para hacer el brindis en honor al presidente y a la promoción y después tomarse todos juntos las fotos para tener un recuerdo del almuerzo.
Fernando se alejó de Oscar Martel, no podía involucrarlo en su problema. Todos los colegas levantaron sus copas para hacer el brindis y tomarse las foto de rigor.
Antes de despedirse Fernando le dijo a su amigo: -Oscar gracias por escucharme y no decir nada, es mejor que salga solo, seria peligroso que te vieran conmigo, me vigilan y me siguen a todos lados-.
-Fernando, vamos haber cómo te puedo ayudar no te preocupes-. contestó a su amigo y le dio un abrazo.
Para ayudar a Fernando la respuesta estaba en su amigo Tesio, él sabría que hace y como actuar en este grave problema. Al día siguiente lo llamaría para comentar y resolver el grave dilema de Fernando.
En la noche Felicia vio entrar a su esposo y fue a su encuentro: -querido, ya estás de regreso ¿qué tal fue el almuerzo qué casi se convierte en una cena también?- su esposa dijo esto ultimo sonriendo.
-Todo estuvo de maravilla, no te imaginas como me alegro ver a mis colegas y eso que algunos no los veía hace un buen tiempo. Te acuerdas de Fernando Salas, en la facultad éramos muy amigos- comentó su esposo.
-Claro que me acuerdo de él, fuimos a su boda porque él se casó mucho después que nosotros ¿cómo está y qué dice su familia?- preguntó Felicia.
-Él está bien, muy bien felizmente y su familia también- respondió el doctor, mientras pensaba como comunicarse con su amigo Tesio. Era importante ayudar a Fernando ahora que sabia su problema, no podia dejarlo a su suerte.
CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario